Poema
Aunque la llamen loca
No soy caballero del medioevo
ni heredo estirpe alguna.
Tampoco soy el señor de la comarca
ni poseo títulos o prebendas,
para arrogarme el derecho
de hablar mal de mis mujeres.
Pues, los blasones que me cubren
sólo son versos que saben acariciar.
Y si alguna, aunque la nombren mala,
llegara a hablar algo en contra de mí
o publicara mis verdades escondidas,
no serán mis letras las que la agravien,
la ignoren, la manchen o le llamen loca.
Ocupó un lugar en mi espacio
y siempre será dueña de ese lugar,
nunca tendrá mis reproches
ni imaginado, la alcanzara mi olvido.
Porque los rincones de la memoria,
aunque tratara de borrarlos,
siempre tendrán el nombre
de la que alguna vez lo ocupó.
Yo no digo que he tenido mujeres,
sería pretender ser dueño y señor,
y nadie es dueño de nadie.
Sí, digo que en todas mis andanzas
siempre alguna de ellas me ha acompañado,
y me ayudaron en las dificultades,
me afirmaron en la debilidad,
me tendieron una mano cuando caí,
me acariciaron en el descanso diario,
fueron amantes en la noche larga
y con más de alguna de ellas discutí.
Pero nunca les levanté una mano
ni mi voz destemplada vociferó en insulto.
Y la que podría tildar de loca
en su locura a mi lado hizo camino,
fue fanal y rumbo en mi noche incierta,
fue cómplice, pasión y compromiso.
Fue la que más me amó y yo, loco, también amé.
Incluido en libro: Simplemente el viento
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