Yo acarreo una herencia destructiva,
Mi abuelo vio a su padre morir a los doce años,
Tornó al alcoholismo hasta los 67.
Mi abuela no sintió cariño por su madre,
Ambos; ella, decidió golpear a sus hijos,
Él, evadió los problemas,
Cuando llegaba ebrio, desataba la ira de Dios en casa…
Uno de mis tíos, el menor, vio muchas cosas,
Tornó al alcoholismo a los catorce, hasta los 45
Cuando cayó en diabetes por tanto darle;
Decidió golpear a mi primo hasta los doce.
Ambos recuerdan los golpes de infancia.
Y mi tía, es un alma callada,
se aferra a Dios como si fuese lo único por lo cual jugar este juego.
Mi madre golpeó a mis hermanos mayores, y yo,
Fui el único quien sobrevivió a solo dos veces las llamas de aquel brazo de acero.
Mi hermano mayor tornó al alcoholismo,
Desde los dieciséis hasta los veintiocho,
Intentó evadir una violación que hacía peso en su conciencia
Como si aquel peso en el pecho se volviera más cálido,
Más agradable estando dopado por los tragos perversos
Que empujan tu cuello hasta aquel agujero.
Mi hermana mayor, parió a los dieciséis a mi sobrino mayor,
Sufrió el apoyo de mamá, sufrió el apoyo de su pareja,
Sufrió aquellos dolores de parto que desconozco,
Sufrió aquel momento en que el puntero dilata el ojo
En la misma sala en que vio vida, logró vivir,
Con complejos sociales por su contextura,
Pero su familia, ella vio crecer los frutos que plantó.
Sin golpes, sin ira. Practicó el Amor.
Mi hermano siguiente,
Vi sus juegos a los 10,
Vi las gotas de sangre de su brazo a los quince,
Vi su represión en aquel centro,
Vi a mamá llorando por no poder controlar
La misma soga en el cuello que ella cargó por tantos años
En él, sin un padre tan presente, sin ganas más que de seguir saliendo,
Para no recordar el temor del cuarto, el temor de estar quieto,
Mientras el ruido come de a poco la cabeza mientras permaneces solo,
Cuando la abstinencia te caga hasta los codos de pequeños pesos
Que giran la balanza hasta no sentir tus dedos.
Y mi padre, estuvo trabajando todo el tiempo,
Dando malos pasos, como siempre, cayéndose y endureciendo su mente con ellos,
Destruyendo una familia que intentaba ser feliz para mí,
Con más engaños,
Sentí su cálido abrazo mientras mis hermanos pena por no estar con progenitores,
Mamá gritando que aquél hombre no estaba más, que aquél hombre fue malo,
Que aquel hombre estaba dañando el interior de ellos…
Y yo…
Nací en el peor momento, viendo pedazos de mi piel,
rompiendo mis fotos desde los cinco años,
abrazando mi peluche a los cinco años;
pues no sentía el cariño de padres cuando realmente estaba ahí.
sin poder dormir por mis miedos nocturnos,
sintiendo el cuerpo de una persona cinco años mayor a los cinco años,
al menos, aquella creo ser la diferencia.
Nací en el peor momento, viendo pedazos de mi piel,
Y temor por no poder reconstruirme, si nací vacío.
Si mamá siempre habló de depresión en el momento del parto,
Si mamá se levanta, si yo estoy podrido por dentro,
Si ya no puedo dar un paso por anteriores veces que tiré mis cosas
A la ballena,
Si mis besos no los siento,
Si digo cosas malas sin saber
es porque fantasmas de aquellos están detrás de mí,
la pantalla de los seis años sigue prendida en ruido,
y las voces nocturnas de los nueve siguen conmigo.
Yo acarreo una herencia destructiva,
De gritos que no puedo sacarme,
De estómagos que duelen por recortarlos,
Mastico la angustia en mi pecho cálido
Enfriándose como el té que observas siempre.
Intenté hacerlo una vez,
Pedí ayuda,
Intenté no levantar mi voz
Y terminé ardiendo,
Es mi odio hacia mí
Sin lograr mi ausencia.
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