Aunque esta poesía la escribí hace unos años y creo que ya la subí aquí, vuelvo a hacerlo en honor a quienes las inspiraron, en su día.
Inspirada en las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo
Aún llevo la bandera niña mía
aún la llevo entre mis manos
cada vez más frágiles y pálidas.
Me he vuelto tan blanca,
que mi figura comienza a ser transparente,
como una lágrima.
Y sin embargo, hija querida,
aún me sangra el alma.
Aún busco,
a cada instante, a cada hora,
que alguien me señale
dónde está tu tumba,
dónde ocultaron su felonía,
dónde encubrieron su secreto.
Ya sé, no digas nada,
ya sé que pasaron más de treinta años,
pero es que ellos te ocultaron tanto,
que me he perdido entre sucios laberintos,
entre tanta astucia de carcelero,
entre tanta mentira y tantas artimañas,
entre tanta ignorancia y malos tratos.
Ya ves, aún no agacho la cabeza,
aún con orgullo llevo la bandera,
nuestra bandera, hija,
la de nuestra amada Patria,
tantas veces ultrajada,
como el pueblo.
Me estoy volviendo transparente,
los años me han ido blanqueando,
pero sigo siendo la misma mujer herida
que aún clama,
pidiendo saber tu destino, hija de mi alma.
Pero ellos saben,
y por eso ellos hoy temen,
que no hay olvido ni hay perdón,
que la memoria está viva,
y que no será fácil,
apagar su llama.
María Magdalena Gabetta
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