Por su puesto que no la había engañado con esa mujer, el bilé en el cuello de la camisa había sido un accidente, el pantalón desfajado era producto de la torpeza que se adquiere con la borrachera, todos los signos que enmarcan una infidelidad, habían sido justificados y por supuesto que este cabrón no se había ido a revolcar con las “putillas” como les llamaba la esposa.

Sin embargo, si había algo que le enfadaba a la señora de la casa, ama del hogar, y emperatriz del garrote, era que el inútil de su marido la engañara, que le quisiera ver la cara con falsas historias que ni el más inocente de los humanos podría creer, y todo porqué había pruebas de que su marido se había ido de fiesta, no había llegado a la casa y encima, no podía sacarse de la cabeza que la mancha del bilé hubiera sido el mensaje de “aquella” para decirle que dentro de su relación había otra que mandaba más.

Tras propinarle una madriza de aquellas que sólo el sistema gubernamental propinaba en aquellos tiempos, le volvió a preguntar.

- ¿Con qué putilla te revolcaste? ¡Hijo de la chingada! ¿Te gustó?

Y el hombre se limitaba a agarrarse la cabeza, y contestar.

-Te juro por Diosito santo que no me acosté con ninguna mujer-

Sentía que la cabeza le explotaba, el dolor ocasionado por la resaca, más que el de los guamazos que le acomodó la doña, hicieron que comenzara a quejarse. En breve las lágrimas volverían a brotar, y la señora estaba segura de que mentía, pero él sabía que era la verdad. Aunque ya estaba hasta la chingada, como él mismo decía, de soportar a la “fodonga y bravucona” de su señora.

-Te voy a dar otra oportunidad, hijo de la chingada, ¿Con qué puta zorra te metiste? ¡Has de traer ladillas!-. Gritaba la dueña de sus quincenas, de su libertad, de su vida…

Y el hombre, tirado en el piso, doblado del dolor, antes de que comenzara a sangrar se desmayó…

-Ahora te haces el muertito, pero ya verás.

La señora que se sentía ahora más engañada que nunca fue por una cubeta de agua, misma que no dudo en derramar sobre el hombre que la noche anterior se había ahogado en alcohol, y al cual quería ahogar con agua fría…

Ese fue uno de los tantos episodios que tuvo que soportar Benigno, antes de fugarse con Luke, el travesti que daba show en el cabaret del arcoíris, “cansado estaba de que su mujer no le creyera que no se estaba acostando con ninguna vieja”.