Aquello llevaba trazas de acabar mal. Cuando noté el frío ya era quizá demasiado tarde. Me tomé una pastilla de "couldina". Evidentemente ya no eran las de antes, cuando llevaban codeína, pero tampoco está mal. La disolví en un vaso de agua. Su sola efervescencia era curativa. Aquel resfriado que yo cogí, lo era de soledad. La mayoría de las enfermedades tienen una etiología de soledad, aunque no lo diga en los prospectos. Soledad que se suele conjurar de maneras incorrectas. Las tres "tes": tabaquismo, televisión y teína. Y éso en el mejor de los casos, que todavía hay mezclas más explosivas. La soledad es el efecto de la falta de iniciativa. Mismamente en mi finca hay veinte pisos habitados por una persona sola. Y todos- apostaría- de manera obligada; por no tener otra opción. El único que lo era a propia conciencia era yo. Harto de ver gente entrar y salir en los grandes almacenes en que trabajaba, me gustaba retirarme por unas horas a la soledad de mi finca. Pero me acabo de jubilar, y el lujo que suponía tener noventa metros a mi exclusiva disposición, se está convirtiendo en otra cosa. Me he dado cuenta, por ejemplo, de algo que antes aparecía solapado. He descubierto que llevo cuarenta años en la ciudad y no tengo un solo amigo. Antes, con todo el ajetreo de la tienda, no me había dado cuenta. Era un soltero- de oro, como decía la portera. Ahora lo debo ser de plata o bronce, pues no concito el interés de ninguna. Y encima le han quitado la "codeína" a las pastillas.