Carla Conte se encontraba en su casa muy tranquila, plácida y serena. Reflexionaba sobre los asesinatos que había cometido últimamente y sobre los hombres a los que había asesinado. No estaba arrepentida de ninguno de esos asesinatos y el solo hecho de recordar esos crímenes generaba en ella una sensación de gozo y placer.
Era una Quesona Asesina, cruel, implacable y sanguinaria, que ya había demostrado con creces que era capaz de cometer los crímenes y asesinatos más terribles y atroces.
La asesina prendió la televisión para ver algún noticiero, por azar pasó por los canales de deportes. Allí nombraron a Carlos Lampe, el arquero boliviano suplente de Boca Juniors, como suplente para un partido que se jugaba esa noche.
- ¡No puede ser! – exclamó Carla Conte - ¡Yo lo asesiné! ¡Yo le tiré un Queso a Carlos Lampe!
Carla Conte no podía salir de su asombro: Carlos Lampe estaba vivo. Ella recordaba que tras un fuerte forcejeo, el arquero había caído al vacío y ella vio una figura tendida en el piso, creyéndolo muerto, le tiró el Queso. Evidentemente había sobrevivido y parecía que rápidamente se había curado de las heridas.
- Debo asesinarlo – dijo Carla Conte – es un Quesón y querrá venganza. En Bolivia, Perú y Chile asesinó a más de quinientas mujeres. Ya intentó asesinarme una vez y seguramente volverá. Un Quesón que merece que le tiren un Queso.
La asesina hace referencia a los sucesos contados en el siguiente relato https://cuentossangrientos.blogspot.com/2018/11/carla-conte-en-una-noche-sonada.html
Ahora, retomando nuestro relato, la asesina decidió ir al lugar de concentración de Boca Juniors, en un famoso hotel del centro de la ciudad. Carla guardó en un bolso un enorme cuchillo, un revolver calibre 45 con silenciador cargado de balas, y otras armas, además de los infaltables Quesos.
Carla llegó al hotel, eran las horas de la madrugada, se acercó a la zona de los ascensores, y justo ahí le preguntó a uno de los empleados, un conserje:
- Buenas noches, ¿En qué piso se aloja Boca Juniors?
- ¿Boca Juniors? No lo sé, yo soy de River.
- Sabes de lo que estoy hablando pibe – dijo Carla, mientras sacaba de su cartera la billetera, y de la misma, unos billetes que sumaban quinientos dólares, se los mostró al empleado – Me decís donde están los bosteros y estos dólares son tuyos.
- Los pisos 11° y 12°, ahí están todos los jugadores de Boca.
- ¿Cómo te llamas pibe?
- Joaquín, pero me dicen Joaco.
- Toma Joaco aca tenes los quinientos dólares.
Carla le dio a Joaco los quinientos dólares y este los empezó a contar delante de ella, lo estaba haciendo, cuando de repente, ¡Bang! Un balazo le atravesó el cráneo y lo asesinó de inmediato. Obviamente era Carla Conte, la asesina, la autora del disparo.
- Seguro te iba a dar los quinientos dólares – dijo Carla Conte en voz alta mientras contemplaba el cadáver del joven al que acababa de asesinar – Queso. Queso. #Queso. Joaco. O como te llames.
Le tiró un Queso Mini Fymbo y se fue a los pisos donde se alojaba Boca Juniors. Los jugadores estaban durmiendo y nada parecía moverse en el lugar.
- Debo encontrar a Carlos Lampe. Tengo que asesinarlo. Lo acuchillaré. Le tiraré un Queso – pensó Carla Conte.
De repente, en medio del silencio, apareció el jugador Darío Benedetto. Carla Conte lo reconoció:
- Este es el goleador de Boca.
- Oh – dijo Benedetto al ver a Carla Conte – Vos sos Carla Conte, vos fuiste novia de Tinelli, no?
- Sí, soy yo, aunque no fui novia de Tinelli, soy Carla Conte.
- ¿Qué haces aca nena?
- Estoy buscando a Carlos Lampe.
- ¿Para que buscas a ese boliviano pelotudo?
- Para asesinarlo – dijo Carla Conte.
- ¿Asesinarlo? Ja, ja, ja – se rió Benedetto – vení, asesiname a mí. Dale vení a mi habitación y pasamos una buena noche.
- Bueno, perfecto – dijo Carla Conte aceptando de inmediato la propuesta del “Pipa” – pero decime en que habitación esta Carlos Lampe.
- En la 1147, ahí esta Carlitos Lampe – dijo Benedetto.
- 1147 – dijo en voz alta Carla Conte.
Entraron a la habitación, y para sorpresa de Carla Conte, Benedetto la compartía con Mauro Zárate, ex Vélez.
- Mira a quien traje, a Carla Conte, la novia de Tinelli – le dijo Benedetto a Zárate.
- ¿Dónde la encontraste? – señaló el ex Vélez.
- Si te digo que pasaba por aca, ja ja, Carlitos Lampe la contrato para cogérsela.
Carla Conte podría haber muchas objeciones, pero prefirió callar. A cambio, les ofreció un seductor y caliente streap tease a Zárate y a Benedetto, los dos jugadores disfrutaron mucho. Después se armó una verdadera orgía entre los tres, Zarate le chupaba los pies a Carla, Benedetto la concha, después Zarate le chupó la concha, Benedetto el culo, y después Zarate le chupó el culo y Benedetto los pies. Despues se la cogieron entre los dos, primero Benedetto, después Zarate.
Terminaron llenos de placer, gozo y satisfacción. Carla se vistió cuando Benedetto le dijo:
- ¿Cuánto te debemos?
- No soy una prostituta – dijo Carla Conte – soy una asesina.
En un rápido movimiento la asesina sacó el revolver con silenciador y ¡Bang! Disparó un tiro que impactó en el cuello de Darío Benedetto, Mauro Zárate observó aterrorizado la situación cuando ¡Bang! Un segundo disparo se le incrustó en el cráneo. La asesina efectuó cuatro disparos más, dos a Benedetto y otros dos a Zárate.
Observaba los cadáveres de sus víctimas cuando tiró los Quesos, una a cada asesinado.
- #Queso. Darío Benedetto – dijo en voz alta.
- #Queso. Mauro Zárate – agregó.
Carla Conte, ya satisfecha por el doble asesinato que había cometido, triple, si consideramos que también había asesinado a un empleado del hotel, se puso ahora en busca de su objetivo: Carlos Lampe, el Quesón de las Cholas.
- 1147. Esa era la habitación que me dijo este idiota de Benedetto antes de que lo asesinara.
La asesina, cuchillo y Queso en mano, entró a la habitación 1147. Vio allí un par de enormes zapatillas en el piso, otro par de grandes ojotas talle 48 o 49, y un hombre alto, patón, acostado en la cama.
Carla Conte se acercó a la cama y tiró el Queso, un enorme Queso, sobre Carlos Lampe mientras dijo en voz alta:
- ¡Caaaarrrloooosssss Laaaaampeeeeee! ¡Aca esta tu asesina! ¡Te asesinaré!
Carla se tiró encima de la cama y comenzó a descargar toda su furia asesina sobre Carlos Lampe. Lanzó una cuchillada, dos, tres, una veintena de puñaladas, cuando de repente, Carla notó algo raro. Había dado unas veinte puñaladas pero no había sangre, levantó entonces las sabanas y para su estupor, no había apuñalado a ningún hombre, sino a un enorme muñeco, sí un muñeco que simulaba ser Carlos Lampe.
- ¡Noooooo! – dijo Carla Conte.
De repente, sobre su rostro, notó un enorme pie derecho, un pie gigantesco, que le aplastó la cabeza…
- Soy Carlos Lampe – dijo la enorme figura masculina de donde provenía el pie – el Quesón de las Cholas, como me llaman en Bolivia, Perú y Chile, donde asesiné a más de quinientas minas. ¿En serio pensabas que me habias asesinado aquella noche? ¡Ja, ja, ja!
- No importa ahora sí te asesinaré Quesón – dijo Carla Conte, que intentaba salir aunque no podía: los pies de Carlos Lampe la estaban aplastando de verdad.
- Ahorita disfruta de mis Quesos – dijo el arquero – olelos, besalos, chupalos y lamelos, ja, ja. No tenes escapatoria Carla: aca están Carlos Izquierdoz y Carlos Tevez. Ellos son Quesones. Vos sos una Quesona. Hagamos un pacto entre Quesones y Quesonas. Es fácil: seguirás asesinando a todos los hombres que quieras pero ningún Carlos. A ningún otro Quesón. Entre Quesones y Quesonas nos respetamos.
- Acepto – dijo Carla Conte con cierta resignación y no sin cierto fastidio – tenes razón, el orden del Queso no debe ser alterado.
Dicen que Carlos Lampe y Carla Conte tuvieron sexo aquella noche, que ella disfrutó de los pies del arquero boliviano, que el disfrutó de la concha de la conductora argentina, que el tuvo deseos de acuchillarla pero debió contenerse, que ella tuvo deseos de asesinarlo pero también se contuvo. Lo cierto es que la noche pasó, y las luces del amanecer comenzaron a llegar.
No tardarían en descubrir los cadáveres de Darío Benedetto y de Mauro Zárate, ni tampoco del conserje, de Joaquín David Martínez.
- Debo irme Carlos, finalmente entre Quesones y Quesonas no habrá Quesos, pero si tiré esos tres Quesos esta noche.
- Tranquila Carla – dijo el arquero boliviano – el Chiqui Tapia y la Organización Spectro se encargaran de todo.
- Te dejo este Queso, espero que lo disfrutes – señaló Carla Conte.
Pasó un rato, la asesina se fue, y sobre la mesa quedó un enorme Queso Gruyere, que relucía por los grandes y voluminosos agujeros que poseía. Carlos Lampe deseaba comer el Queso, corto con el cuchillo un buen trozo, y justo en ese momento entró a la habitación Agustín Rossi, otro de los arqueros de Boca.
- ¡Hola Carlos! ¡Buen Día! ¡Como te gusta el Queso!
- Me encanta – dijo Carlos Lampe que tenía el trozo en sus manos sin habérselo llamado a la boca - ¿Te gustaría probarlo?
- Bueno, dale, a ver, no seré un ratón hambriento pero ese Queso debe estar bueno – dijo Agustín Rossi.
El arquero Rossi tomó el Queso y se lo llevo a la boca, lo masticó y dijo:
- Excelente. Qué rico Queso.
Carlos Lampe entonces decidió cortar un segundo trozo para comérselo cuando de repente escuchó los gritos de Rossi.
- ¡Aaaaajjjjj! – dijo Rossi, y cayó tumbado al piso, muerto.
- Lo que temía, esta asesina me dejó un Queso envenenado – dijo Carlos Lampe – claro esta asesina pensaba que me iba a asesinar de un modo o de otro.
Efectivamente, el Queso estaba envenenado con arsénico y cianuro. En ese momento aparecieron unos directivos del club de la Ribera que tocaron la puerta. Le dijeron a Carlos Lampe:
- Te esperamos abajo Carlos. Ahora te hemos transferido a otra institución, al San Jose de Oruro, ahí serás titular y jugarás la Copa Libertadores.
El Quesón de las Cholas, entonces, abandonó la habitación, y se fue del lugar. En pocos minutos, Carla Conte, la asesina, regresó, convencida de que se iba a encontrar con el cadáver de Carlos Lampe, al que había asesinado con el cianuro y el arsénico que llevaba el Queso envenenado.
- ¡Caaarrrliiitoooosss! – dijo Carla Conte, vio que el cadáver de un hombre estaba tendido en el piso, era un hombre alto, la asesina entonces tomó el Queso y lo tiró sobre el cadáver diciendo:
- #Queso. Carlos Lampe.
Estaba sonriente, su objetivo parecía cumplido, cuando con horror vio que el hombre muerto no era Carlos Lampe, sino Agustín Rossi.
- ¡Ohhhh, nooooo! – exclamó Carla Conte - ¡He asesinado a un inocente! ¡Este es el otro arquero!
La asesina, resignada por no haber asesinado a Carlos Lampe y al mismo tiempo satisfecha por haber sumado un nuevo nombre a su larga lista de hombres asesinados, dijo en voz alta:
- #Queso. Agustín Rossi.
Entró un empleado del hotel a la habitación en ese momento. No vio el cadáver de Rossi y le dijo a Carla Conte:
- No sabe las cosas que ocurrieron esta noche en este hotel. Asesinaron a tres hombres, dos figuras de Boca Juniors.
- Claro que lo sé – dijo Carla – yo los asesiné, yo soy la asesina.
- ¿Usted la asesina? – dijo el empleado del hotel. ¡Bang! Y en ese momento un disparo que impactó en su craneo puso fin a su vida.
- Ja, ja – dijo Carla Conte – por lo menos asesiné a alguien más – a ver como se llamaba este tipo.
La asesina revisó al empleado y encontró la chapa identificatoria: Mariano Alejandro Juarez. Carla entonces le tiró el Queso:
- #Queso. Mariano Juarez.
Carla Conte se fue del lugar, un poco más recuperada, y un par de horas después, observó la foto de Carlos Lampe y dijo en voz alta:
- Ya te tiraré un Queso, Carlitos Lampe, ja, ja, je, je, jo, jo.
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