De a pié o no me tobilliaban,
me primeriaban, me prepoteaban.
A mis niños, todos, me los querían comer,
A mis amores, a mis madres, a mis padres, a ninguno perdonaban.
Será que visto la piel de los que los patean,
de los que los escupen,
de los que en auto me los matan.
Será que habrán confiado antes,
en quién no debieron confiar.
Será además que los juzgaba,
por no quedarse allí en su casa,
durmiendo en paz sin molestar,
en esa que no tienen.
Nunca los quise, perros de la calle,
perros de la esquina, mal educados,
mal aprendidos, perros sin dueño, perros sin ley.
Ya no me ladran, ya no me muerden
ni de a pie, ni en bicicleta.
Ahora me esperan y me saludan,
me idolatran.
Que fácil eran, que fácil son.
Solo un hueso me costaron,
Un hueso viejo y putrefacto.
De carne amarga y mucho olor.
Ya no me muerden, me respetan.
y solo eso me costó. |