Poema
Juguemos a desnudarnos
Voy a intentar desvestirme,
sé que no es fácil,
pero el intento, por lo menos, haré.
Sacarse la ropa no cuesta nada,
es ceremonia de todos los días.
En la hora de ir a dormir,
en una playa nudista escondida,
en una protesta callejera,
en un cuarto en penumbras,
en una alcoba iluminada,
hasta en el coche en un mirador.
Y en muchas otras partes y situaciones,
sacarse la ropa no cuesta nada.
Pero sacarse el traje de piel… duele,
¡Y por la cresta, que cuesta y duele!
Y aún más si esa piel esta curtida por años
y pintada con tinta de pudor y vergüenza.
No hablo de la dermis superficial que cubre el cuerpo,
sino de esa costra dura producto del polvo del camino,
de esa coraza que se formó con la herrumbre del tiempo
o con las pedradas recibidas y el acero de nuestro orgullo.
Pero aunque cueste trataré de sacarme esa coraza.
Gran parte de mi piel es cuero duro, grueso y arrugado,
otra capa es de vientos de latitudes y situaciones distantes,
y otra capa es de tango bailado en las esquinas de la vida.
Luce manchas de tiempos malos y también lonjas de bonanza,
partes de ella acarician y muchas también con saña rasguñan.
Hay una parte más oscura que es olvido fingido,
que aunque he querido, no hay forma de poder extirparlo.
Gran parte de ella es de momentos de tiempos de ayer y tiempo de ahora.
Primero la regué con mate amargo, luego la embebí con vino tinto;
mi piel tiene grabados besos mansos, y rasguños de felino envidioso.
En las capas más profundas lleva el frío de arreos de tiempos,
caricias de primaveras imberbe y los deshielos de nieves de invierno.
En la piel de las manos hay callosidades de obrero fabril
y ansiedades masturbadoras de joven con sed de amar y vivir.
Lleva la cicatriz del indio en la espalda causadas por la espada y la cruz
y marcas de muchas batallas libradas por cariño, por amor y por pan.
Tiene marcas que dejaron tiempos de engaño y de propio sufrimiento
en los campos de lides incruentas, donde batallaron sentimientos.
La piel del pecho luce restos de arrogancia y de falsos orgullos,
que es herencia de sangre sufrida y testamento escrito con manos vacías…
Así, poco a poco, explicando la razón de cada capa me iré desvistiendo
haciendo un strip-tease racional ante esta audiencia que me lee y escucha.
Sin música estridente ni luces titilantes me iré despojando de tiempo
hasta encontrar y mostrar la dermis inocente de un joven soñador…
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… Pero… pero… pero…
¡Puta que cuesta desnudarse y mostrar nuestra piel verdadera sin disfraz ni blindaje!
Me van a perdonar, pero aunque quiera, no podré desnudarme en forma total.
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Incluido en libro: Cuando las letras vuelan
©Derechos Reservados.
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