He comprado en un tianguis de la ciudad de Puebla, una libreta de hojas de papel reciclado y pastas duras de un morado fuerte, con el símbolo del equilibrio en su tapa frontal. Las hojas son color marrón y están unidas con una cinta de lazo muy delgado, tejido artísticamente, que dificulta darles vuelta. Estas hojitas se resisten a ello, son tozudas, reacias, empecinadas a no dejarse voltear y ser llenadas de letras con facilidad. ¿Les gustará o parecerá bien lo que plasmo en ellas?... Quizá no y por eso se resisten. Tal vez piensan que existen manos, bolígrafos y mentes que pueden escribir mejores cosas sobre su superficie. Me ha quedado la duda de si las hojas piensan. ¿Lo harán? ¿Por eso a veces se ponen tan rebeldes con el que quiere escribir sobre ellas?
He sabido de hojas de papel que no permiten que aparezcan letras o dibujos sobre ellas y borran o desaparecen lo que alguien haya escrito. No miento, esto es totalmente cierto. Y no hablo de trucos o de magia, lo escrito simplemente desaparece, sea la tinta que sea (incluida la simpática, que en este caso de todos modos no se vería nada, a menos que se le aplicara calor u otro medio que la hiciera aparecer). Escribir esto no resulta serio, pero tampoco quiero serlo o siquiera parecerlo. Me dan más las ganas de seguir elucubrando sobre hojas rejegas que saben lo que quieren.
La gripe me ha mantenido fundido todo el día, a lo mejor por eso pienso en hojas revoltosas, zafias. Me duele la cabeza y tengo fiebre, lo que me hace permanecer como en estado de irrealidad. Veo los hechos y mis acciones, como si estuvieran muy lejos y yo no fuera yo, sino alguien más que se mueve, piensa, actúa y se queja como yo.
Prestado de la biblio Vasconcelos, he leído “El desorden de tu nombre” de Juan José Millás, título sugerente que me remite a pensar en alguna mujer deseada o soñada, cuyo nombre pudiera incitarme una pasión arrolladora o un desorden interior de los sentidos o sentimientos. Hacer que mi mundo caminara cabeza abajo por ella, aunque creo encontrarme en un punto donde esas pasiones y desórdenes ya no son para mí.
Teresa y Laura, son los nombres de las dos mujeres que transitan por la vida de Julio, uno de los personajes del libro de Millás. La descripción y el accionar que se hace de ambas, dejan un halo de ansiedad y misterio por acceder al trato cotidiano e íntimo de cada una de ellas.
Cualquier hora, cualquier tiempo, es ideal para escribir historias; pero yo, hace ya rato que no pesco ninguna; por eso me entretengo redactando estas notas, que me permiten de alguna manera, relajarme un poco.
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