Después de mucho tiempo, por fin tuvimos una noche solo para nosotros. Era verano, estábamos en la poltrona de la terraza del piso que yo arrendaba en el centro de Madrid. Abrazados y con el calor estival calentando no solo nuestros espíritus sino también nuestras pasiones, hablábamos de todo y de nada.

De pronto ella, contemplándome con esa mirada entre apasionada y somnolienta que tienen las mujeres después de haber hecho el amor, me preguntó:

-¿Tú eres siempre sincero conmigo?

- Por supuesto que sí -le contesté.

- Tengo una idea- me dijo y levantándose ágilmente se dirigió a mi dormitorio. Mientras se alejaba, yo aproveché para admirar su cuerpo desnudo y su caminar de pantera. Al poco rato, volvió con un par de hojas de papel y sus respectivos lápices.

- Se que todos los hombres tienen fantasías con otras mujeres, y para que veas que no soy celosa, te propongo que tú y yo escribamos en estos papeles los nombres de cuatro personas que, si tuviéramos la oportunidad, nos gustaría tener una aventura por una noche. Y este papel, una vez que ambos lo firmemos, será la autorización que mutuamente nos damos en caso que se diera la oportunidad.

La miré para saber si estaba bromeando y claramente no lo estaba. Peor aún, parecía muy seria, por lo que pensé que las dos botellas vacías de Viña Sastre sobre la mesa estaban teniendo un efecto novedoso, por decir lo menos.

Me pasó el papel y lápiz y sentándose en posición de yoga, se puso a pensar mordisqueando el suyo con esos dientes perfectos que tiene.

Yo escribí los cuatro nombres en menos de un minuto, doblé el papel y me puse a observarla. Ella me miraba pícaramente, mientras acariciaba coquetamente sus labios con el lápiz. Vi que escribía un par de nombres para luego tildarlos. Después de cinco largos minutos, me miró mientras doblaba el papel y extendiendo su mano, me paso su hoja, mientras que sus dedos largos, de uñas cuidadosamente pintadas, se movían exigiendo el mío. Luego me pidió que yo leyera primero los cuatro nombres que ella había escrito.

Y sus hombres preferidos para una noche de pasión, sin compromisos ni arrepentimientos, eran: Brad Pitt, George Clooney, Cristiano Ronaldo e Idris Elba. Yo le pregunté quién era Idris Elba y ella, con cara de espanto me contestó que cómo era posible que no conociera al actor de las series “The Wire” y “Luther” y que además es DJ y cantante de hip hop. Al ver su enojo por no conocer a un hombre famoso, que además ella consideraba digno de hacer el amor con él, no me quedó otra que asentir con la cabeza, aunque seguía sin tener idea quién demonios era ese tal Idris.

Luego le tocó su turno, y mientras leía, vi como su cara mostraba ira, rabia y finalmente desprecio. Luego se paró, me dirigió una mirada desdeñosa mientras recogía su ropa, se vistió en un santiamén, se dirigió a la puerta, y dando un portazo, salió del piso.

Ha pasado un mes y no logro que conteste mis mensajes. Y lo peor de todo es que todavía no entiendo qué paso. Ah! Los cuatro nombres que escribí fueron:

- Su prima Fernanda, la profesora de su sobrino, mi jefa y, por supuesto Brenda, su mejor amiga.