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Inicio / Cuenteros Locales / freddy50 / Triángulo mío. (Tercera entrega)

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1-Mabel :
Al que le hablo de lejos en la distancia, atlético bramido noventa sesenta noventa de años parecidos, con el corazón mirando embelesado, queriendo aclararle de entrada, señor cazador de las mil prendas, que primero soy un humano y recién luego una mujer; un budín de undir en la taza de la merienda. Ahora claro, por boca del pueblo sorprendida me encuentro de saber, que pronto irás alcanzar, en menos de lo que canta un gallo en un amanecer demorado por acople con la luna, en registrada gesta pública por los Ginnes, de masa corporal, uno dentro del otro, la friolera portentosa de quinientos kilos reales. Vaya noticia de boca en boca circulando y agitando banderías de todas las naciones, sorprendente conocimiento capás de lo increíble; pues entonces tómame como tu esposa que sabré prepararte ricos manjares altos en calorías. Aventura que me rejuvenece auyentando a bastonazos el ollín del pasado, que se me tonifican tanto las ansias y los anhelos en saberme en el rol de tu brazo derecho. Y sin yo renegar un segundo de los tiempos idos en mediocridades, ahora incólume celebro de afrontar contigo, titán de metas inalcanzables, lo sucesivo de ser tu compañera desde el medio liliputiense segundo de convertirte en un mamotreto colosal. Entonces, si tus orejas pueden, escucha mi copla de sentimiento interior, candidato a ocupar la plaza que sobra del colchón de resortes, ángel voraz que el paisaje brinda ante mi ojos que me dás vuelta la cabeza como un guante, colchón que luego desnivelado de tanto contraste será reemplazo por otro parecido con amortiguadores de locomotora; de todos modos como nadie puede garantizarnos una estabilidad plena que rompa con las leyes del desequilibrio, trataré de convencerte que aumentes de peso hasta donde me sigas gustando tanto, de nuevo aclarando, que igualmente será eterno el placer de tenerte redondo. Cuando pienso en vos, lo sustancialmente suave de la lozanía me invade el marmol liso de los sentimientos lelos, de una señora viuda, que entre copetines Cinzanos, goza de dos pensiones de maridos muertos en combates con la malicia; y camino descalza entre escosores que descienden llanos de los sentidos despertando rayos de fantasías en la inteligencia.
Ay pero que cosa, no estando enamorada ya siento síntomas de intoxicación en mi cuerpo; las famosas hormigas que en fila me recorren por la espalda pasando por la cintura rodeándola en forma de corazón a la altura del ombligo; con todo y pesadumbre, me niego a reconocerme perdidamente enamorada, pues por mi espíritu de pionera number one ya lo hubiera ido a buscar a la reserva trayéndolo de los pelos; aunque algo me dicta premura, paciencia; pero otras voces interiores se alzan con deseo de sublevación, revolución, modificar lo inmodificable. Una principiante al volante del convertible parezco; pero no, soy la dueña del tesoro ilustre de la ciudad de Nuestra señora de Luján, que es mi chacra repleta de ganado; y que mañana será convertida en una gigante ONG, donde iremos reclutando niños huérfanos a quienes brindaremos paternidad, pensión, y amparo.
Oh allí estás de nuevo, recurrente cadazor con trailes de jardinero cargado de fusiles, que puntería tienes, bombón con cara de martir, ah, y esos humos que salen de la carne que al instante asa, me fascinan hasta la obcecación del temperamento. Y esa luz entrecortada del bosque que encima me sume en escalofríos de subyugamiento, haciéndome sentir una actriz paracultural, diva inmortal, una Isadora Duncan embebida de un pusilánime talento suave y dócil, sin modorra del instinto, impulsando los deseos de amar ser ama de casa, y ni chistar por los cuestionamientos más volubles y tontos, o de esparcimiento. Y es así no más que en las elecciones voto a quien creo conviene, al pobre país que naufraga ensopado en la ignorancia, pues la coyuntura está primero que la filosofía, y esta actitud finalmente se termina por imponer como la acción menos desacertada; y entonces mi idiología vuela como los panqueques, a cara o cruz entre lo liberal y lo socialista; con a veces soñar con una sociedad anarquista con igualar para abajo en lo económico, y así tal vez ser todos felices.
Obsérvese dios mio, como este tierno y labriego príncipe nuestro, en estado de vigilia permanente, logra invertir mis valores y mi piel, de como de la oscuridad de la soltería paso a estar transparente como una cortina de baño, que deja traslucir mis arrugas lógicas del desgaste cual perlas agrupadas en fila india.
Aunque a decir verdad descarto que este mesías tatuado del reflejo de jazmines del cantero sea un mentecato, o de asociación con bobos sueltos sin patente ni reaseguro, o que en la cuenta bancaria vaya a vacilar en depositar la sangre del venado. Quisiera por fin hoy encontrarme revolviéndonos el adobo de su fuente de hierro, que es un cañon que apunta al cielo de dios cual una pintura de Rembrant; y con todo volcar el mortero sobre el ciervo chito. Mi futura asistente de amamantar sirvienta Hortensia quizás me entienda, a lo mejor me escuche, y bailando en el ocaso del alba, olvidando la diferencia de clases, sane mi juicio herido de embeleso, con ese chachachá de los enamorados alegres, bailado solo por matronas. Es un cautivador que desde la distancia te hace tambalear los conceptos más básicos, como los pensamientos de un gata agradecida por la caricia. De andar tan decidido que empaña el juicio más elemental en curso, que luego te haces pipí en la cama, y sonambula lloras como una niña. Vaya, ahora entiendo porque come tanto y sin respirar. No tiene miedo de ir preso, es un hombre onceabas veces tridimencional, muy viajado, de varias vueltas al mundo, en bicicleta, descalzo y de a pie ¿Hay existencia en la carcel; se es alguien cabal fuera del territorio de la patria? Cada olor que llega es un perfume que me deslumbra y me plaga de estupor. Mis amigas se dan cuenta que me gusta y balconean desde la frugalidad del chisme; por eso ¿A quien le hablo cuando hablo, qué supongo cuando supongo que seré correspondida? Socorro cupido me hundo en una cienaga. Llevo como una pesada carga la imagen de mis hermanos que me reprochan estar como clavada ansiosa con el ensalzado encantamiento de no poder regresar donde tranquilamente me encontraba. Y entonces busco argumentos para convencerlos que voy por carriles paralelos; que no teman que la vida dá rebancha y sino un empezar de nuevo. He tenido novios, y algunos fueron un refugio sistemático para el aburrimiento, garantizado cruzigrama de respuestas obvias pero inalcanzables, solo habia que esperar que el trámite finalice a la hora de salir disparados, de volver al suavizar conmovedor del sonido del hogar en la libertad de encontrarse sola nuevamente. Luego, casada en primeras nupcias, la cosa mejoró bastante, pues supe elegir el mejor damasco, hasta que las aspas del traqueteo por falta de dosificación, revolvieron la salud en remolinos que eran tirabuzones que fuéronlo llevando al cementerio de sopetón en un final muy previsible.
Es voz populi que cuando él caza, soy una presa más contra la pared de fusilamiento. Desde que éste cachiporra con bananas de pertrecho se instaló con el campamento, mi presente son estacas que danzan clásico y tirantes de soga arrebatados por la hojarasca. Paf, cada disparo me provoca brincar de alegría, y de travesuras, enseguida pretendiendo saber a quienes a disparado cuando de perdigón se trata, o que elefante pulverizó ante el estruendo cañonazo de bazuca; y cual yace muerto cuando es disparo de bala de grueso calibre, que es ver como se pulsan teclas de un piano. Que atractivo que está el día, de fresco piar de los disparos, o el retosar en el sofá es un blindaje de tesoro pasatiempo, que luego acaba en sutura al pecho que estalla de suposiciones imposibles, que se enciende en la gestación de deseos, un cupo de energía que encuentra salida en mirar y mirar por la ventana, de un nuevo intento que es gracioso apreciado en el desenfado de la soledad ¿Será verdad que el amor es como una boca sedienta que chupa de un mate taponado, y se pega como el presupuesto del diariero, y te arrastra cual catarata? De verme enamorada el personal del campo y las señoras del servicio doméstico pegan la vuelta apresurados que resuena a castigo del proletariado.
Ay, otro disparo, de quien se trata ahora; un ciervo con cuernos de reno, o un reno con silueta de ciervo, no me cae la ficha. Que casualidad, que empatía, yo hablando de la servidumbre y él cazando otro ciervo ¿No es genial? Hace una semana que armó el campamento y yo que estoy aquí congelada, sin prenda de vestir acorde con la locura, siendo desconsiderada con el conciderado que me tiende un vaso de agua, en este infierno de fuego de hornalla de restoran. Es un donjuán, pero parece no interesarle la moda, ni tampoco la histeria, que ni un resplandor de sus ojos pude divisar en este sentido cardinal. Tiene ventilado el apetito del amor carnal, seguro por andar en fervor entusiasmado de seguir la presa hasta el bienestar de la reserva, y en todo caso disparar aunque estén entrando en la jaula, entonces me compadezco de Joe que debe sudar adrenalina del sabor amargo de la caca.
(Pero nuestro guardaparque comerciante de exóticas especies, no se amarga tanto por los desesos, pues trafica con animales que le entregan como caramelos al kiosquero, más luego de la quimera de negociar a gusto y piachere, se empilcha para ir al encuentro con alguna turista visitante de la reserva que de paso le diera bola, a dejar el óbolo y la conciencia limpia de la líbido en algún albergue transitorio. Para finalmente planchado de almidón terminar empachándose, como lo haría yo con aquel que me pierde, en lo de la amante psicoterapeuta, señorita que se lustra con el traje de guardaparque, tomada del brazo cual manzana del pecado, solamente en la oscuridad de un cine.)
Aunque en esta etapa actual de enamoramiento absoluto, surgida del marco en ésta pandemia gris de muebles antiguos, de recién ir comenzando por el encantamiento en la epidermis del proceso, pero metiéndose desde el ventanal irremediable en el torrente que corre como en una cascada, con todos los pares de cejas fruncidas, y de ojos intrigados enganchados del desenlace: Este casco de estancia parece un mc Donal donde se come gratis; con yo en el núcleo ya siendo cautiva de la tremenda ansiedad típica del encantamiento amoroso, de tenerlo metido por fin en la esfera celestial de imanes sujetado en yin yan definitivo; de indilgante rencor me pone chinchuda, desde lejos no romper la barrera del recato haciendo interceder un mínimo saludo, con ello haciendo sonar el silvato del minuto cero, dando comienzo al partido del amor eterno. Cual si la realidad fuera el reflejo de mis antojos y no una sucesión de acontecimientos, donde lo primero es nacer, destetarse, y recién luego caer en el anzuelo divino del amor que necesitamos; que en cada párrafo de la novela levanto la cabeza para ver que sucede, y nada. Estoy recluida en una racha de ocurrencias de que decir cuando lo vea, cuando lo tenga cerca, y nada que hacer, todo sigue de la misma manera, yo aquí, mi duende de caramañola vestido de river plate allí, disparando flechas con ronquido de pólvora seca, y el bosque en llamas, más la reserva lampiña con la catedral esperando el si de los cortejantes. Atrévete Mabel a soñar con empezar de nuevo, que los hijos se mandaron a mudar, y apenas si se acuerdan que vivo el día de la madre, donde quedan los mensajes que cuestan lo que un abanico con los dedos. Y aquellos maridos difuntos que duermen el sueño largo del paraíso, hoy como nunca compiten en mi interior por saber quien está más muerto, o los otros afectos importantes en el extranjero aguardando una pensión de privilegio, a los acuales felicito y desde aquí les mando saludos; más mis amigas que nada son más que un caballete de donde arranco chocolates con burbujas de las ramas; ellos son todo el acervo que prefiero mejor esquivar y soslayar del balance, para más adelante invocar en mis rezos.
Infinidad de estrofas obvias y sencillas, sentencian espontáneas mi música que sale del alma. Hola amigo, por fin llegaste. Hola amigo, o más que amigo, oiga, no se asuste, lo estoy esperando para hablar solo de trivialidades. Te quiero cazador de las mil presas, cuento contigo, pues voy camino a estar prendada de ti. Vivo como en un subsuelo bajo las bombas de mis latidos estallando de tanto palpitar; sepa que enfrento las seducciones del buen tiempo, entre páginas en blanco, donde dibujo palabras de amistad entre nosotros, cuyo mi cortés adjetivo es dicer a todo que si mi pulcro amigo. Sepa que si tengo una pesadilla y está usted metido entonce me río como en una bella historia. No Mabel, es mucho, debo ser un poco más recatada, tal vez lo espante mi desenfado como paloma, y entonces si que muero en guitarreando sola. Que bueno tenerlo, Don, al límite del rancho cazando algito eh? Vaya, no tema por las balas perdidas, que si alguién muere invita la casa.
Tenemos necesidades Mabel de arrancar la maserati; tenemos sed de amor Mabel, la voz del inconciente repite. Mabel eres hoy un girasol honrando en el comienzo de agosto al cazador vestido de selva, que además apetezco macarrones con gulash de ciervo, con hongos del bosque. Oye abstraído glotón del viento pampero, mi prometido deseado hasta lo indigno, por siempre compinche de la desandada orfandad, sea considerado duende plausible de mi, y de una buena vez tuerce en ésta dirección tu cuello de espuma salvaje con sudor abrasivo que tanto me erotiza. Mi nunca amanerado deseando, observa ya el suplicar de nuestros corazones, salpicados de un aburrido presente de porcentaje separados, flotando cual globos perdidos, en un futuro pronto a unirnos sin rendija de ninguna melodía que dictamine lo contrario, en un reino de luz solo para nosotros en oscuro mundo de farol de luna. Tú para nada eres el sobervio aquel que le teme a la muerte, de ningunear al son del menosprecio, y entonces mírame que amerita un pantallazo de amor de avistamiento fugaz. Falto de parla, tirano de ti mismo, acércate a pedir socorro por alguna estúpida limosna, que esa taradez te llenará de amor esplendoroso de amalgamarse en sus propios rayos bicolores, y acantonado en la imprudencia has de perdurar sobre el cielo cual barrilete de frente a la locura de mi piola, con dosis a cuenta gotas de dulzura de mis labios; que ascendentes de ha pasitos han de alcanzar la eternidad del placer inmaculado.
Anda cazador de lo prohibido, cázame y casate conmigo, y que el descontento de la lucha cotidiana se vaya a esfumar agrupado en asamblea de infortunio, desdichas todas anudadas en pormenores estériles. Y que así se mitifica como se borda, y chau pinela a la mediocridad del subsidio de caricias interesadas. Además tenemos la obligación de intervenir por cada deposición que el afecto, afectado de soledad, manifiesta en ronquidos de piedad, o jadeo de compacto dolor. Pues, la agonía de caracter eterogéneo, es lo primero a desterrar, y lo segundo la arteria por adonde circula la opresión; es el amor lo que destiñe esas cosas, lo grande viene, lo enorme se queda, las flores florecen sin tiempo, los amigos yacen presentes a cada momento. Y la alegría de los miles de vecinos por nuestro amor, presentes, codo a codo, combatiendo la maldita indiferencia, ya verás, triunfaremos aguantando al planeta como aquellos platos que sostenía elefantes y dinosaurios, y que se caigan del borde al espacio sideral aquellos que del amor repugnan, intentando divertir con pasteles de harina y agua; indignos pluralista que para ellos el amor es sonsacar ingenio de lo extemporáneo.
Aquí avioneta solicita pista para aterrizar, sin exenciones por favor que enamorada voy gastando las pocas provisiones del tanque. Hago correspondencia del afecto que también tengo por las pistas de aterrizaje, pues sino me tragaba aquel portón que habre las puertas del edén. Bien, con éxito estoy de vuelta en casa y en mis cabales.
Desde otra prespectiva del soliloquio, ahora muy en serio centrada en mis cabales, digo que en la medida que no hablemos por primera vez, iniciar una mínima charla donde fijemos una fecha concreta adonde encontrarnos, hora donde me pasará a buscar, u horario, de tal hora a tal hora, y yo lo espero, o sencillamente establecer como lugar, que luego de la jornada de caza se venga hasta aquí, a tomar un té, o comer un rico asado al son del crepúsculo, toda nuestra relación será precaria indiferencia, de cero encuadre que tenga una carátula existente, pobreza extrema de las relaciones interpersonales, o sencillamente, buenos vecinos de esa clase que no se dan ni media bola. Es preciso entonces, primero un acercamiento por motivo de intereses comunes, hasta que algo nuevo aparezca. Peor sería que por fiaca o impericia no nos animemos a poner en el tapete esas benditas pautas donde luego establecer las cosas que deseamos que ocurran. Una confitería para la primera sita, con personas que se configuren en pontenciales testigos de que existe una relación afectiva; y por ello uno se toma las manos y juega con las flores sobre el mantel de la mesa, para que vean y sepan que en nosotros algo a germinado de manera fulminante. En fin, hoy día, muchas veces soñar no es tan barato pues los hipnóticos están carísimos, entonces mejor un buen tilo y a dormir tranquilizados.
Hortensia prepárese un té verde, muchacha; que verde es la esperanza. Voy a llamar por teléfono a pedirles a las chicas que me excusen que no puedo ni doblar la esquina; sabrán por experiencia que se trata de no poder escapar del sueño de lidiar con el amor, que hoy insiste como nada. Yo atrapada en el ahora que se extiende como el diario del lunes nigromante , y mis amigas que sigen recordando aquellos novios de la secundaria, no pudiendo dicernir entre los tiempos idos con la actualidad posesiva; maravilladas de aquellos momentos tibios, reímos y hablamos de padres y maestro, de confesiones y del primer beso, siempre sacando el cuero del galante muñeco profesor de gimnacia. Mis amigas son un portaestandarte de donde me exhibo con la bandera de las princesas vacantes en la cuna de la camaradería.
De la juventud tardía solo me queda Joe como el mejor amigo entre tantos, desde que la reserva se instaló enfrente. Con todo quiero que está mañana sea de goma y que al medio día se llege recién dentro de un lustro.
Prolija y vacilante, calumniando la mañana con pesares de la sombra, en manto de opacidad, espanto del aire el fastidio de un largo compás de espera devenido en fiasco, dudando muchísimo que vaya ser el sabroso día equis, de reemplazar el repudiar con la violencia de la carcajada. Ah, pero este hombre hace días que está solo sin damas de compañía, en la abstinencia absoluta del instinto, que a mi gusto lo dignifica esa frugalidad opuesta de los animales; pero eso si, come como lima nueva. Lo veo en la bola de cristal del inconciente ser acicalado hasta pelando un caramelo que evito pensar en quitando mi vestido. Estoy seducida de su danza fantasmal que invierte la opacidad en la brillante selva que lo empaqueta. Es de fiable bravura de aplicar tormento a la manada con la piedad del coronado cazador; y luego al pie del rescoldo eximio cocinero; más como a mí me place, primer comensal de atragantado apetito, consagrado tripero de hincarle al diente sin asco. Con todo la vida es difícil aun en la abundancia, que seguramente con el bolsillo roto y sin un centavo a de andar a los tumbos; por lo cual quisiera poder donarle dinero, bienestar, y riqueza, para que continúe por este camino del buen deber. Y aunque yo siga soltera, o muera sin llegar a construír el paraíso aquel, rendirle pleitecía como una admiradora creíble que no pretende más que un guiño complaciente. Deseo con toda la furia legítima de la suficiencia, cumplimentar cada paso de los sacramentos que nos conduzcan al matrimonio, y luego si sucumbo batallando en el intento de hacernos felices, dejarle la pensión de viuda a éste marido nuevo; que de seguro habrá de compensarle a la sociedad mejor que cualquier candidato a ciudadano ilustre. Mi temperamento aplazado de preguntas encontradas, donde vanidosa fallezco desesperada en la disputa interior de abandonar los prejuicios atados a las costumbres ansestrales, se haya reacio al posicionamiento neutral, deseando sin escrúpulos patear la puerta y rugir al bosque, aquellos sentimientos comprimidos en una como cámara de gases fatuos. El conmutador del panel parietal derecho me pide Martini en la vejiga y continuar con preguntas existenciales en los labios, de como conquistar la ruta del desierto que me lleve a su corazón de vagabundo.
Siendo libre y soberana, de derechos adquiridos, con solo la descepción de estirar el tiempo en esporádica oscilaciones, de escasa ración de mi presencia en su presencia; y del retraso de no tenerlo al ritmo de mis ansias, quiero meterle presión y hacerme ver ante su telescopio, que sin ánimo dialogista le pretendo quemar el cerebro y dejarlo taponado, ante las curvas de mi cintura brillando hasta los tobillos, para que luego vaya a balbucear esas primeras tácticas fundamentales, que hoy día quien no tiene un celular es que no gira con el mundo. Y si por tal cosa, en efecto es tímido y lo cohiben las personas, sin ningún titubeo habrá suspenciones del personal hasta quedarnos solos; y que los gremios beban de la toalla mojada del granero. Que tengo más plata que los industriales para pagar cuanta indemnización que me recaiga sobre las determinaciones.
Vamos Ignacio Poncini, que la historia de los pueblos se fortalece de lo genuino, pues sé de tu vida mejor que de la biblia misma, ponte los largos y ven a buscarme, como aquel militar que afronta al enemigo furioso pero con ánimo de acabar con la guerra y enseguida firmar la paz enlodado de sangre cuajada; más a la sasón entreverarse de amor y procrear con aquellos que tanto odiara. No tengas recelo del desengaño que te diré si, mil veces si, sin sacudir el si con el plumero, ni quitar del rostro enamorado el rubor con detergente, siempre estaré sucia de sacrificio, con las enseñanzas suburbanas para nunca titubear entre nosotros, desnuda en la arrogante cama de los cónyuges que nos aguarda, con la certeza del cielo como testigo. Amor mio, probable compinche de lo nuestro para siempre, solitarios fundidos en sola gota de diamante, del timbal que resuena en el viento feliz de soplar a quienes lo merecemos. Ya lo verás que no existe obstáculo, ni rémora, nada que vaya a impedir que seamos por fin felices; unidos en sugerencia de dios, de poblar el universo de enamorados.

2-Ignacio:
La existencia es nada sino le agregamos algo, como la llama del fuego que significa una simple consecuencia de un material que se consume por la alta tempertura; esa fogata adquiere sentido cuando el cuerpo frio aprovecha el calor, o cuando se agrega una holla con alimento; y entonces la llama cambia su forma buscando ascender por la superficie del acero. Lo mismo ocurre con el cuerpo humano, que sin ejercicio parece una prenda suspendida en el aire, y sin alimento un esqueleto vestido de persona. Por ello: Estimado lorito, sepa que, cuando de término a esta aventura deportiva de alcanzar los quinientos kilos, lamentablemente, sasonado y con papitas, usted será comido; que digo tan recatadamente hablando "comido" ¡Deglutido! Junto con otra veintena de pajaritos, que en la última recolección de este arduo procedimiento en curso haga efectiva, antes de entrar en la cara anversa del juego, este mi regreso de la obecidad, en riguroso plan de adelgazamiento. Será deglutido entonces, en senda picada de ámplia varidad de especies provenientes del cielo azul celeste. Más luego, ya, metido en período de bajar de sobrepeso, mientras usted permanezca en la panza y en la memoria, prometo recordadar nuestras extensas charlas. No me llore amigo, falta mucho para esta circunstancia, de momento estoy en mis cien kilos naturales y aumentando. La caza de animales es una actividad válida si acaso la presa es usada para comer uno, en familia, convidar al vecino, o alimentar al pueblo.
Y otra cosa que falta decirle, lorito, es que: Soy un hombre permanentemente enamorado de la mujer que allí, donde relucen las tejas del color del corazón; vive pernoctando sola, pues no tiene quien la acompañe ¡Que injusticia el destino! Mujer tan hermosa sin marido, fregando en sordos suspiros sus propio calzones. Tal vez no, seguramente, por mi culpa de verme reventar de gordo, ella me ha tomado asco. Osea, soy mi propio pueblo, y en estos ciclos de caza que vengo llevando hasta alcanzar el peso y luego regresar, como, del verbo comer, hasta engordar casi explotar, pareciendo una carpa de circo, tanto que dudo que su cerebreo falto de inteligencia acaso pueda entender. En cierta ocasión he tenido que arrendar un tractor para poder desplazarme, tal es que aumento el volumen del cuerpo que ni de cerca los talles especiales para gordos comunes me son útiles, debo fabricar cada cosa que me pongo. El último intento en que hube aumentado de peso hasta llegar a los cuatrocientos noventa y nueve kilos, fue la ocación más acorde con mis deseos. Soñaba despierto, quería alcanzar los quinientos pero finalmente me fue imposible ¡Pero ahora si que podré! Aquella vez, cazé un oso haciéndole el abrazo del oso, luego lo asé y lo comi en menos de lo que canta un gallo, con ensalada verde de acausiles , espárragos, radicheta, rúcula, con además fideos mostachole. Algunos me apodan: El ochentoso, pues dicen que he deglutido ochenta osos de la reserva; mentira. A renglón seguido, haciendo un pozo ciego, encontré una pata de dinosaurio, con la carne negra, pero aun comestible la pata, me la mande para dentro, junto con ensalada de quinientas zanahorias. De inmediato como en película de acción subí al tractor y sin miedo de tener que atenerme al ridículo, fui a una farmacia, me pesé, pero la aguja giraba como aspas de un molino de viento, la balanza tenía solo capacidad para ciento cuarenta kilos, quería partirme al medio, pero preferí correr a una fábrica metalurgica a pesarme en serio, cuatrocientos noventa y nueve kilos, no llegué a tener la sartén por el mango del nuevo récord. Nunca he perdido la agilidad del flaco. De madera que desilucionado entré de inmediato en el proceso de adelgazamiento hasta alcanzar mi peso original, setenta y ocho kilitos. No existe animal que no halla comido, les he dado muerte pero los he comido, sin cohibirme por la cantidad. No queriendo que se escape ninguno, he llegado a cazar manada ciervos con metralleta. He aplacado las penas sentimentales consolándome comiendo leones, y el apetito como si nada, firme; y he aquí que al observar tanto entusiasmo, quiza por orgullo, y empecinamiento de demostrar lo que puedo si persisto, me fijé la meta de nuevamente alcanzar esos otros diferentes, difíciles quinientos kilos, luego no más de algunos gramos. Es para mi imprescindible hacer campamento en la reserva, y considerar que debo permanecer mucho tiempo al servicio de esta gloriosa meta. Retomar la cacería y machacar hasta engordar lo suficiente. Macerar lo que vaya a sobrar y desayunar apenas despierto. No crea usted que los llevo a la peluquería, los cocino con pelos, mastico hasta el cuero, tragándome plumas, cartílagos, y hasta las pezuñas. En dicho trance no como, trago, la práctica diaria conciste en tener la ocupación por la fogata, propinar la bala sin desperdiciar municiones, perforando la presa de una, y de haber un arroyo lindero, en tal caso añadir la pesca cual complemento, sin tragarse el anzuelo, claro. Y comer como un loco, sin pensar en lo que se vaya engordando, hasta despedazar la identidad y parecer un astro con extremidades, pero alcanzar la meta, que si antes pasaba por una endija, después, así de hinchado, costará cruzar un puente por debajo por temor a quedar atascado. Con lo cual amigo, como esto recién comienza, usted podrá aun vivir otro tanto de un buen tiempo junto a mi lado, y por lo que se sabe, aunque sean ustedes bastantes longevos, luego de la última recolección, antes de abandonar el plan de obvecidad extrema, será comido, juntos con otras aves, cual población que se la traga un terremoto.
No tengo otro basamento que hacer cumplir a mi modo la promesa que juro llevar adelante; ojala pudiera con mi dinero seducir a la señora que allí vive sola. Lo sueño pero lo veo imposible. Más entonces no teniendo con quien formar una pareja, siendo rechazado y despreciado, prometo a todos los santos esta vez si alcanzar los quinientos kilos. La pesca no me entusiasma tanto como comer carne de animales, pues el pescado no engorda, acaso me trage una ballena con espinas, que parecen huesos, como broche de llegar a los quinientos kilos. Más luego con usted, ave de pico encorvado, tratar de sobrepasar esos quinientos kilos; para que no queden dudas del peso ideal. O al revés, llegado al peso establecido como perfecto, al entrar en la zona de rigurosa dieta, con la exigencia contraria requerida, con tijera especial de grandes ojales para que entren los dedos, cortar sus plumas primero, más luego, de a una por dia, mientras usted vive aun, chuparlas cual hoja de laurel donde descansaba el adobo, y al final con el alma de cara al cielo, lentamente: un día las patitas, otro las alas y así sucesivamente con cada una de las víseras, en varios días comerlo entero; acompañado de arduo ejercicios para quemar calorías. Morir de hambre pero volver lo antes posible al peso actual. Seré un mito que la historia recuerde, tal vez una leyenda, fiel reflejo de lo que el humano puede lograr si se lo propone. En cualquiera de los casos, no le tema a la acción del filo de la cuchilla, pues falta mucho para que lo introduzca en mi barriga.
No le costará razionalizar la idea, cuando vea, en esta olla hirviendo, toda esa familia de conejos que allí vienen marchando por el caminito de tierra rodeado de flores silvestres. Jo Jo, allí los veo acercarse, de orejas ergídas. Vengan aquí conejillos blancos; ay que rico sabrán en guisado con polenta y tomate. Silencio y parcimonia, dedo en el gatillo en pistola automática; serán diez disparos y a comer como la constitución manda, en constante rechinar de la mandíbula, en compasado adiestramento de los molares. Pero que hace: brrrrbrrrr, imbécil, me los ha espantado; que haces gil quieres que te vuele las sienes de un tiro.
¿Y ahora?¿ Le deberé comer los perros a mi enemorada si es que no cazo nada? ¿Eso quiere? Y ahí si que chau a las ilusiones de ser su marido; tonto, en este bosque a cielo cubierto no abundan las posibilidades como en la reserva; lo deberé rebozar en pan rayado antes de tiempo.
Por todos los santos me ha dejado ciego. Es que entiende el idioma y me ha picado los ojos, maldición, me ha puesto un cerrojo en las pupilas dejándome ciego. Ah pero entonces entiende el idioma desafiando el cautiverio. Que suerte, solamente a hechado caca en los ojos mientras volaba huyendo para siempre; al próximo que caze le cortaré las alas.
A lo lejos hay una manada de jabalies, con uno solo, más las pezuñas, tengo para la cena; comeré las víseras hervidas en vino. Mejor será usar la escopeta. Pero a ver, también hay un leopardo en aquel árbol, ta te ti, debo elegir pues cuando dispare no habrá heroes a la redonda más que la presa moribunda; que delicia el muslo del chancho salvaje, pata y muslo y la olla; y el fuego, más el picante, será la receta perfecta.
Hay señales de prohibido cazar aunque me importa muy poco, para vanagloria del futuro debo alcanzar los quinientos kilos.
Oh, de pronto regresa el loro nuevamente. Me parecía, no entiende lo que hablo pues sino jamás regresaría. Voy a disparar antes que me espante a estos candidatos. Pá, le he dado ¡Que bueno! Éstas alegrias son una quimera, comer y purgar las penas comiendo: Ciervos cocidos en sal, pajaros presas del gavilán que soy yo cuando extiendo las redes. Soy esclavo de mil placeres, desafiando la rapiña del halcón sin dejar resto alguno. Estando gordo puedo comer un elefante con la velocidad conque la gacela cruza el valle. O nutrias por docenas, que coartada su libertad quedan en mis muelas trituradas, con absoluto entusiasmo puedo comer perdices por miles.
Atención Ignacio que regresa el loro. Venga no tenga miedo, no se borre, descarte que tenga celos de verlo apetecer mis legumbres y lechuga, no lo voy a dejar en ayuna, no soy tan cruel, tengo alpiste. Deje de parecer un aficionado, ignore el instinto de conservación. Caresco de un control remoto que haga que vuelva por si solo. Con ese afán de pájaro deprimido no encontrará diverción en este mundo ¿Será que entiende el idioma? ¿A ver? Tengamos un trato diferente, le dejaré de hablar como un sabueso, debemos crear una manera de llevarnos mejor. ¿Sería usted capás de entregar una carta a la mujer que tanto deseo? Mire aquí la tengo escrita, metida entre la ropa y la carne, sin ánimo para la entrega. Epa, la ha tomado con el pico. Sale de mis ojos una lluvia de lágrimas de esperanza. Será usted mi mascota preferida si logra entender lo que pido, y llevar adelante tamaña misión importante. Vaya pronto, y si llega a dar con ella, no quisiera ser delatado mi en modo de cocinar los trofeo de caza; estaría demás salirse del objetivo de entregar la misiva solamente; evite entrar en conversación, o agregar chismes sueltos de lo que aquí ocurre. No intente llamar por el frente pues las ventanas están clausuradas, mejor vaya por el fondo y haga escándalo batiendo alas. Obedesca, que luego lo espera un paraíso de deseos cumplidos.
Igual no sé para que me gasto, no creo que entienda lo que digo, pero se ha perdido por el epeso monte. Apuesto la escopeta y los perdigones que escupe la carta en el primer árbol. Que pena sería no lograr que mi carta de amor llegue a destino. Tengo que recapazitar y darme cuenta que ella no me aceptará la propuesta, viéndome así comer desesperadamente. Voy a seguir cocinando el chancho, de a trozos ponerlo en la holla a hervir con sus camaradas. No quiero huir de las responsabilidades y distraer mi atención con ilusiones vanas. Mis latidos parecen municiones que estallan como fuegos artificiales. La otra vez mastiqué una bala por comer hasta atragantarme; sin embargo la mejor receta para engordar es comer apurado; hoy por ella seré delicado y me pondré el babero. Atención oigo el rebuznar de su asno, será que el loro ha llegado. Con todo, entre soyosos de alegría y suspiros de esperanza, seguiré hirviendo la presa. Aun estoy flaco pero luego iré engordando, aunque por más que avive el afán del amor, pulsando al espacio las estrellas con los dedos otorgando brillo al firmamento, aun teniendo el anhelo de formar una familia en un nuevo comienzo, lo más probable es que me mande de paseo, dando por el suelo con las ganas y con los anhelos.
Existen distintas variables en el amor que muchas llevan al cansancio extremo, pero la soledad, aun sea comiendo caviar, es como ser parte del incansable viento. Hoy prefiero mascar reses cual pochoclos, tirarme en el catre a soñar, si se quiere con una cama de cinco plazas para mi solo. Aunque, para que mentirle al estío, tengo una fantasía recurrente de reaparecer con flores para mi enamorada, de entre la bruma de una mañana gris plomo, extender el brazo colmado de pétalos de un ramo, dar un beso en sus labios, y aceptar el perejil sobre una sopa caliente y vulgar.
Allí veo venir de la finca al loro, en la plataforma ideal de un paisaje distendido, con vuelo insigne de andar en travesuras, batir de alas de agrupado entusiasmo; que más nos metemos en este entramado amoroso, más lo venero. Y si mal no veo, por modorra en la mirada, trae en el pico, o bien la misma carta, u otra que Ella haya enviado. Pico ganchudo que reluce de un platinado diferente, entusiasma mi fe que cabalga sin montura de óptimo talante, de sospechar que tal vez sea una respuesta a mi pedido. Veo clavada la distancia que nunca se acorta. El corazón latiendo con prudencia, entusiasmo, discreción, sigilo, y recato. Ilusiones que vagan entre ansias deseosas, de un porvenir acompañado de un semejante de la misma especie, de género diferente, aunque de la misma hechura. Me baña una ducha de sudor que provocan los latidos, como el rocío que se poza cuando el sol se despereza, pues el amor a todo vapor se expande, cual urticaria del Amazonas. Y por más enojo que me desborde, jamás diré de enpanar al loro, amigo extraordinario, pues ahora tengo la certeza que entiende el idioma, es inteligente, más sin vueltas un erudito. No hay provervio que avise lo que estoy viviendo; pues ya no aborrezco el estar acompañado, ojala ella me acepte como marido de exsultante alegría que haga fusilar la duda a lo desconocido.
Sin importarme el sexo, a este loro lo nombro mi hijo. Que tal amigo, como le ha ido? Venga no tenga miedo; si usted se sitúa de espalda, como quiere que agarre la hoja que lleva en el pico. No querrá usted cobrarme primero antes de ver lo que allí trae. Como transeunte que mira el semaforo, veo que mi carta era verdosa y ésta que hay en el pico es una nueva de color diferente. Es que mi amada ha contestado entonces. Ande dese vuelta, le voy a poner de almuezo una panera con miga bañada en leche de coco, y lechugas de muchos colores. No me va negar que no está bueno el almuerzo, no es normal que un loro sea agazagado con tamaño banque, o quiere que lo acueste en cuna de niño con chupete en el pico. Estoy en trance de desvarío pensando que Ella vaya a quererme como novio. No pensaba negociar mi libertad por un puñado de besos, pero ahora que lo palpito sería negligente dejar pasar la oportunidad. Voy a saltar como el ñandú cuando me atrape la alegría, más el hipo de la panza llena trocar en risa de luminosa carcajada. Ande deme la carta, no sea loro avaro con tuberculosis por andar porfiado en indiferencia cruel; entre vagabundos de que vale ocultar que esconde el bagayo. Si pudiera treparía hasta el cielo, derribando la muralla hacia lo divino, para pedir a los santos me ayuden en este romance en crecimiento. O tal vez diga la carta: que mejor me vaya a otra reserva y deje de matar animales inocentes? Que dice si con la cabeza, no me haga sufrir; es largo el trayecto que llevo recorrido en soledad, penurias que alguna vez por fin terminan; teniendo hacer torniquete al alma para que no siga soñando pesadillas; caer en sistemático rezongo de percibir que la realidad del soñar se esfuma cual sobresalto. Aunque ya seamos viejos, quiero que este amor sea eterno, concreto como el porlan; y olvidar cuando recolectabamos como mi madre bosta del carro de la polícia para el abono de la huerta de tan solo dos hiladas.
Quiero ya ir ocupando la mirada con esas letras, expulsando del inconforme espíritu el sabor amargo, para que venga la alegría al llano donde el cuerpo hará crecer una espiga de esperanza. Ansioso sobrevivo a sus favores, que si antes rumiaba para sacarle el jugo al alimento, ahora quiero que el cuerpo reluzca sano, y la mente vaya a depredar mi naturaleza exótica, pido perdón entonces hasta completar volumenes de ofrenda al dichoso matrimonio. Veamos que dice la carta: Estimado. Usted me simpatiza. Quisiera conocerlo. Y de paso probar su ricos asados. Vivo sola. Si vos lo preferís traslademos el campamento al fondo de mi casa; y junto con el lorito quedense a pasar unos días. Los estoy esperando. Doña Mabel. Mabel: Allá vamos.

3-Ignacio:

Sepa usted señor lorito; mentor y padrino de nuestro futuro casamiento: Que anoche estuve con Mabel, adentro, en la casa. Le cuento que no pasó nada, ya sabe, nada de lo que seguramente su mente libidinosa estará fantaseando; ninguna de las cosas que hacen ustedes los papagallos para venir al mundo. Cenamos con luz de luna en la claraboya del color de un vestido de casamiento, mirando el enorme bosque de pinos detrás de los campos sembrados, y por momentos la propia reserva del estado; haciendo comentarios de horticultura, ganadería y política. Con los ojos vidriosos por el avance del enamoramiento, observabamos, ella con orgullo y yo con apetito en el panza, el vasto territorio de sus campos sembrados hasta los tuetanos.
Ambos expectantes, más por momentos con las manos tomadas, confundidos, ignorando si dicho contacto extraoficial estaba bien o era mucho.Yo, algo frenado de querer cruzar torpemente los límites del amigoibismo, quizas con exceso de educación de evitaba precipitar esa puntual travesura amorosas que luego tal vez lleva como tobogán al descontento amoroso, o peor, a la descepción, que cual cadena perpetua, te sepulta en el olvido. Y ella, siempre atenta pero rizueña, de esquivar mi sensual avanze que deseaba permanentemente algo más que el consabido trato pulcro y respetuoso. Con dicha prespectiva, y los nervios alterados; soñaba trascender los límites del recato, a mi manera claro, y a su tiempo recostar nuestros cuerpos en una estepa soñada que sabe a campo de margaritas; e ir, ir brillando los pómulos de rubor al compás de los infinitos besos.
Tiene la piel blanca, como las obejas que son usadas para llamar al sueño.
Mabel prefiere que vayamos de a poco, en cambio yo, con los años que tenemos, quisiera que se apure, pues entre lo que se tarda, más lo que nos vaya a durar la vida, será muy poco lo que podamos llegar a disfrutar el uno del otro.
Una linda noticia, es que Mabel no quiere que abandone el objetivo de alcanzar los quinientos kilos. No le agrada que deba cazar a mansalva todo tipo de presa. Por eso es que me ofrece, que lo que vaya a necesitar, lo junte de los campos sembrados; yo dudo que comiendo verduritas y frijoles, vaya a engordar demasiado. Para que se dé una idea, ayer cené treinta y seis choclos, tres calabazas enteras del tamaño de una carroza, y tan solo seis choripanes, y otro tanto de rueditas de chinchulín; así que, con este panorama desolador, le propuse continuar con la gesta como ella dice, pero hasta alcanzar la mitad, dosciento cincuenta kilos.
Resulta obvio que tenemos mucha afinidad, sin que el humor que cambia con los horarios altere nuestra buena onda, aparte que nunca discutimos por pavadas, en cada movimiento que hago siento una aprobación implícita, como si su retórica fuera a convalidar mis acciones con aliento de esperanza.
Siempre la veo vestida, elegante, ni con lupa le encuentro una arruga. No veo la hora, de aunque más no sea, ser su concubino; y luego con el apego del amor llevarla al altar y ser su legítimo marido. Insisto en aclararle que nunca la he visto más que vestida, pero con solamente ver su cara de hada madrina, el cuello y la garganta de terciado liso (cual la textura de su pico de gancho) es suficiente para darme cuenta que se trata de una miss universo, con algunos pocos kilos de más, que tranquilamente aportan más belleza aun.
Oiga que agarra de la panera de los humanos, ya le puse un recipiente suyo, con girasol suficiente para el resto del verano. No va a pretender que funde la ciudad de los loros y que usted sea el presidente, para ir de miting en miting comiendo sanwiches triples. Ademas que no le hemos puesto ningún nombre; resultaría inverosimil que a un presidente lo vayan a llamar lorito. Debo custodiar su salud que ha engordado que parece una estufa salamandra. Por experiencia le comento que no va a incrementar la bondad del ser por comer tonelada de viandada; ni lo van a indemnizar por hacerse el piola frente a la ensalada completa; ante cualquier ganga irresistible que se poza, no vaya a avivar las pasiones del infierno, que luego del encantamiento del primer relámpago, en el interín de una pausa obligada, muy fácil le lloverá, el desacompasado ritmo propio del divino castigo.
No compare, distinto es estar obeso por empecinamiento de engordar en pos de una meta sublime, de alcanzar una cumbre metafísica de dorada cúpula.
Afecto no le ha de faltar, pues con Mabel lo queremos como nuestro primer hijo; adoptivo si, pero por la edad que tenemos acaso sea el único; el heredero de los campos plagados de choclos, zapallos, soja, trigo, y demás etecéteras. Lo reconozco, al vez le deberíamos poner un nombre, aunque a mi me place llamarlo Lorito.
¿Sabe? Anoche con esos tantos choclos que comí pareciera se me han hinchado los timpanos. De tanto grano de maíz, luego la panza quedará con la textura de una bolsa de papas repleta de tornillos. Que como resultado de rumear masticando maiz, ahora siento un sumbido en las orejas cual el de un ejercito de drones. Epa mocosito! Está loco! Eso es un grillo, se va a indigestar. La pucha que las tiro de las patas. Y alejado de mis concejos se lo ha manducado ya. Oiga, por ese camino, en breve, irá a paracer un pavo real. No trate de imitar mis costumbres; incluso lo mio es algo muy discutible, que a medida que avanzo en los kilos, mientras parezco una carpa de circo, más dudo de poner el supuesto trofeo del torneo de megagordos en la repisa de los ídolos indiscutidos. Lo observo comer casi como yo, tragar como un condenado, engullir todo lo que a su paso encuentra en la mesada, pero comerse un grillo eso es el colmo. El veterinario, en la sabia competencia de sus funciones, me ha de reprender, por ser dueño y amo irresponsable en mi modo de educar, creyendo que pretendo transmitir mis costumbres al obediente loro, que suple el rol de un verdadero hijo bien educado. Al borde de la histeria deberé argumentar en mi defensa que nada tengo que ver con su dieta alocada de alpinista que regresa de la alta cumbre muerto de hambre al llano.
Pero caramba espere, se ha engullido otro grillo; estamos todos locos. Diga que Mabel está en la siembra, sino haría que le haga chaschás en la cola. Estoy tendiente a enojarme mucho, ni relajado puedo dejar pasar el atragantón de este segundo grillo; pensé que se límitaba a migas de pan casero, al alpiste u otros elementos del forraje, o la sumo alguna que otra uva del parral ¿Pegamento en el cerebro tiene en vez de ideas prometedoras? Seco de sensates, falto de equilibrio emocional.
Eu! Lo estoy reprendiendo y se clava otro grillo más! Venga para aca ¿De donde salen tantos grillos? Le voy a poner los dedos en la garganta a ver si bomita.
Un momento. A lo lejos veo al guardaparque Joe desesperado arriando cabras, yamas y canguros. En la finca los peones de Mabel huyendo en retirada, con dirección a los carros y automóviles. Y este sumbido dentro del alma que no me permite escuchar lo que bociferan. Caramba el cielo se ha puesto negro azabache, más no de nubes de tormenta inminente, sino seguramente de cascajos diminutos cual ejercito invencible ¿Que? ¿Que veo y deduzco? No son grillos, son langostas en plaga, que decididos avanzan hacia los sembrados a terminar con la riqueza. Langostas, que claro, tienen cierto parentesco con los grillos, pero son langostas reales; merecedoras de novelas, noticieros, y películas de aventuras funesta.
Y usted Lorito que me quería avisar comiendo a los primeros en arrivar. Le pido mil veces perdón, no tengo otro arrepentimiento mejor que un montón de afecto ornamentado de sincera amistad.
Es lamentable que Mabel ha de perder la cosecha de granos, y todo. Ahora comprendo. Siento un chillido agudo que parte mi cabeza, que proviene de las alas de esos malditos insectos endemoniados, inoportunos, que en cantidad son una plaga temible que puede devorar más que yo con la misión de alcanzar los quinientos kilos. Encima no logro extraer de mi cerebro una idea potente que aporte un solución salvadora. Bichos malditos que en infinita banda son como mostruos de dos cabezas, fuera de aquí, fuera de nuestras vidas.
Adonde va Lorito, quédese conmigo, lo irán a masticar como carnada de tiburones. Su vida corre peligro, y la mia también, que si muere hemos de perecer juntos. Por todos lo medios, evite ya, ser el payaso de la fiesta de los insectos depredadores ¡Regrese! O peor, héroe de una paradoja infernal que nos tiende la naturaleza relativa, en trampa mortal haciendo péndulo, para que así se esfume la hermosa felicidad que venimos atesorando. No pise el palito de la trampa macabra que nos tiende la naturaleza vengativa, ingrata hacia los que tomamos lo que ella misma ofrece.
Allí veo a Mabel arrancándose los cabellos de la furia, con una varilla como arma que sabe a risa, burla del destino mal aconsejado. Y yo gordo inútil que no atino hacer nada útil. La cantidad atiende al iluso y al dueño lo hace intruso. Y mi loro como un dátil en la fuente navideña. Hoy hojeamos la revista del espanto pero mañana no habrá quien desvíe el camino hacia la felicidad en primera plana, con la justicia flotando en aguas mansas. Mala suerte transitoria que prefieres alzarte porfiada cual desgracia permanente, en juego funesto donde atrapada está mi prometida, avivando voluntades en franca derrota, con pañuelo queriendo salvar tonelada de vegetales; Macabra desdicha, que en el manso paisaje te aventuras ha estampar novedades furibundas, donde la belleza ilusa y desprevenida es suplantada por la cruenta imagen de la desolación, con campesinos ilusos que en vez de recolectar la siembra como debieran, chapusean sobre la hojarasca contaminada, de seres diminutos pero en la cantidad de un tormento; pobre gente de ha caballo que galopan entre vegetales perforados, batiendo soja con el animal corcoveando, y labriegos carcomidos por la prole del desierto queriendo aplastar langostas con el revenque antes que salvar el pellejo. Saturado el aliento de los campesinos, que en vano golpean de plano salvador, va triunfando la legión de intrusos que provino en voraz invación; plaga de langosta piratas en un grueso catálogo de espanto, que asusa el razonamiento, aplicando más tormento a lo que de por si acarrean las enfermedades que la existencia depara.
Perro oiga lorito ¿Que hace, adonde va? Atención reino de los cielos, que entre el oscuro panorama de los insectos invasores, yace el verde ingles de una silueta brillando en la bóveda celeste, que no es otra que la de mi lorito valiente, haciendo que las langostas crean haber encontrado un profeta, y sin mediar duda alguna empiezan a seguir al guía, a mi loro amado ¡Viva! Hacia el bosque de árboles, distante de los sembrados ¡Guau! Donde de pronto las copas de los pinos desaparecen ¡Epa! No dejando, estos bichos, ni raiz, ni tubérculos, sin ser devorados ¡Ma si, comanlo todo! Y lo que hasta hace instantes fue un bosque espléndido por lo frondoso, luego de un instante es un atiborrado bosquejo de cruces de un cementerio. Y mientras la plaga descendió cual alfombra, mi loro querido quedaba al descubierto, guapo, perdiendo plumas, fuerte, suspendido en el aire, valioso, como broche de esmeralda del firmamento, herido, con sus alitas preciosas como sedas de la India. Vaya coraje el de mi Lorito, que ha derrivado a esa nube de malnacidos insectos, sobre un lugar apartado de nuestros interesas materiales. ¡Lorito vuelva en vuelo urgente, que de bichos el universo aun sigue contaminado, de langostas atestado el suelo repleto! Lorito regrese que tengo miedo que vuelvan a subir y lo vayan a desplumar por entrometido, hoy el aire fue de ellos, aunque mañana cual panqueque regresarán por adonde vinieron.
Cruzados los mares de la valentía usted es ahora una parte indisoluble, indivisible, de mi destino.
Lorito no me asuste que tengo miedo, de verlo arriesgando la vida en un emprendimiento que aun no deja caminos al entendimiento normal.
Pegue la vuelta. Igualmente regrese, que esta carroña mugrienta, de almas con armazón de membrana de cucarachas, solo saben de sandeses, destrucción del sentido correcto en armonía, más a lo mejor de venganza de tragarse un bosque huérfano, suban a matarlo, y me quiten lo que más admiro, que es usted, loro corajudo, de grandeza espiritual incomparable.
Y allí, con orgullo bien ganado, casi pisando el reino de las almas mejor catalogadas, vuelve mi loro internacional ¡Lorito querido para mis emociones! Con vuelo forzado por las heridas, como esas calaberas que luego del combate entre cañonazos prosiguen navegando con el rabo entre la patas a regreso de mejor destino.
Venga mi heróe, mi amorso gigante en miniatura. Venga, cómase todo en la mesa, que tengo más de lo que usted prefiera. Que incluso tengo faja para lastimaduras y de verlo así maltrecho lágrimas de envestir los labios, callendo a torrentes, para lavar sus heridas.
Lo veo desgarrado con la moral deshecha, y mis sentimientos son una esponja choreando pena, más el corazón aniquilado de temor, que recorre el caracter torrentoso mezclado de admiración e inflado de agradecimiento ¿Se dá cuenta lo que ha logrado, llevarse la plaga a un lugar alternativo que no duele tanto que sea depredado? Tal vez usted no comprenda la grandeza de su hazaña, de llevar la plaga a un lugar apropiado.
Mientras tanto la maldita plaga en el bosque, como en vasija envenenada sucumbe, en vívida indijesta de hojas y corteza, muy diferente al tierno grano, el sorgo sabroso, esa creación del espanto van muriendo en lugar adulterado de amargo sabor merecido.
Y encima, el subconciente divino que llevas dentro, que con tan solamente palmadas suaves de afecto se conforma, con pocas voces de agradecimiento se ve correspondido. Sin saber aun, ignorando que habremos de levantar monumentos en tu memoria, hasta yo mismo en mis quinientos kilos he de ser un coloso en las ferias festivas posando en pos de tu alta gallardía.
La gente en el campo festeja de alegría indiscutible, ansiosos, sin sesar buscando en el aire limpio su figura de gladiador; a ese lider específico, que habiendo corregido el destino desgraciado se muestra de humilde estancia, de yapa logra hacer ostensible en terceros los efectos propios de una revolución, que un pueblo ahora copa las calles, y de a poco la ciudad y el país entero.
Vamos lorito amado póngase las pilas,urgente, y de ser posible alcalinas, pues lo observo como moribundo. Ay vida, no lo permitas, qué recuerda una película en camara lenta de chinos danzando suave. Resulta imposible falsear mi descontento de verlo tan disperso en sostener el cuerpo ¡Vamos! Debe ya construir un equilibrio nuevo, lo otro irá viniendo, una relación con el ahora que lo devuelva a sus cabales, y que perdure mucho en el tiempo. Que sabido es que montar la muerte es quedarse quieto para siempre. Mi amor es altruismo sin hipocresía, pero resulta imposible adosarle mi alma para que siga viviendo, no se puede. Por todos los cielos haga fuerza con entusiasmo, busque mover el torax en porciones de aliento oxigenado; que por fin entrará el deleite de resusitar de entre los muertos.
Por todos los santos, no vaya a delegar la existencia en tentaciones que provengan de dimenciones de la ultratumba, con síntomas de ese cielo incandecente donde habitan ángeles, queribines, y serafines ¡Pronto! Aleje de la agonía los rumores del paraíso, que no son más que chismes y alcaueterías. Que aquí lo necesitamos para madrugadas de escuchar pronunciar nuestros nombres; y la llovizna también, lo habrá de acariciar, pues la naturaleza terrenal también lo estima, junto con el orgullo del sol de sentirse tu amigo, más la voz de los vientos haciendo risueños alegatos de tu aventura con la aquella plaga.
Estoy en trance de pesadumbre de saber, que ni con licor de lágrimas del cielo usted habrá de mejorar, no quedando lazo de energía en tu alma, que de apuro pueda aunque con resquemor alzar las alas. Quisiera ser caracol y escabullirme en la casa que llevo en el lomo, antes que presenciar tu partida de este ingrato mundo. Se me ha hecho un rodete de dolor en la cabeza y en la silla he dejado el alma a la espera de volver en juicio. Ya estoy viendo ese tapizado de la muerte en tu semblante, que de armiño avanza alzando su talante inoportuno; y a paso de fantasma, como deja una barca la estela en el mar, tristemente voy cavando zanja sobre la tierra, para que vayamos a depositar tu bella osamenta rodeada de flores de muchos confines. Mañana pues, nos faltará una tuerca en el cerebro dejando de ser los mismo, pero milímetro a milímetro en la distancia, y segundo a segundo en el tiempo usted será recordado a donde crezca la maleza, hasta en la melaza de los panecillos, brillará como una bandera su recuerdo a cada momento. Tu plasma será la sabia del vegetal, y de la sarna de los cuadrúpedos usted será la cura. No existirá dietólogo que haga bajar un gramo sin invocar tu nombre de la mano de los santos. Y si disputábamos por avaricia ahora el mundo será un territorio con juridicción de dádiva, y el pigmento dará color recién cuando tus ojos se anclen de luz en las moléculas fotónicas, todos los jornales serán migajas si es que tu alma no vela por ellos. El feo será lindo con solo pronuciar tu nombre y el lindo será feo si olvida que usted pasó por este mundo. Voy a producir y hacer malavares, a diario pregonando, de que exista una mantención de tu memoria, y que el campesino haga intrucción al pueblo y este al infinito entero.
Es tu vida lejano reconocimiento, y aunque tremendo debemos aceptar las verdades. Déjame ahora tu corazón en mis manos, que luego será tu sangre protuberancia en una medalla, que de placebo será plenitud eterna compañía. Eres ya una leyenda pues atónitos los llantos se multiplican. Pero aun así los vegetales se tuercen por la brisa, cuando si no por ti, el suelo estaría calvo, como circo sin payasos, ni malabaristas.
4-Joe:
¡Querida Mabel! ¿De madrugada donde la espesa niebla va tapando la debil claridad del alba; que la trae por aquí? Allanado en sobresalto, parcialmente reminicente me predispongo hacia usted: Amiga incondicional del pasado pluscuanperfecto. Por lo que observo, sin que haga falta adivinar, han de ser mis ricos pasteles de batata y dulce de membrillo; displicente, no pretenderá usted recolectar millones de pastelitos que no poseo para empastar las muelas de ese gordo inmundo. Aguarde un momento, que caliento agua y nos servimos unos sagrados mates; siempre para bajar un poco la pastas hace falta líquido de unas ricas infusiones. Mire, ahí tiene al marsupial coala esperando impaciente por usted, pobrecito, húerfano desde que esa bestia descomunal, que pretende alcanzar los quinientos kilos, le comiera a sus padres. Bastago de australia, suertudo, pero ferozmente, arrancado del marsupio de la pobre madre. Siempre esperando por la otra madre postiza argentina; buscando quiza, le endulce usted, con caricias de amor abnegado, y por demás encantador, la propia alma y el manjar del enramado del eucaliptus que son sus caricias encantadoras (adios gracias, que este especie animal, no está en vías de extinción, pues sino que desgracia tendríamos nuevamente). Sepa, que el gordo Ignacio, su más que amigo del alma, de cuatro bocados precisos, se ha comido a sus padres coalas sin dejar migas ni rastros de la existencia; ah, y al poseedor de esta valiosa alfombra también, un oso negro de Alaska que fue atracción del público por decadas, eso si, dejando tirada en la hierva la pobre piel del oso sin nada, tendido el cuero en un lecho de espanto, cual selofán de caramelo, sin el interior del cuerpo que pareciera haber su novio chupado un hueso caracú de puchero de ternerito. Alfombra, tapiz, o estatua, que hoy expongo en la intimidad del hogar. Pues así me embarga la horrible sensación de querer venganza por lo ultrajado por el cuatrero, dominando la razón un impulso inexorable de cortar por lo sano, que parece que lo hubiera desnudado antes de comerlo, pieza completa cual recuerdo del espíritu en pleno, o bien alfombra para el salón de entrada. Ríase si quiere, pero tengo pensado para este próximo carnaval salir disfrasado de oso con el oberol que ha quedado del animal.
Por todo esto me fui quedando absorto, con el corazón latiendo en la punta de los dedos del pie, haciendo mover callos y juanetes. Por eso amiga del alma, del inmediato ayer, que hoy sin escusas se ha transformado en acerrima contrincante (con lo cual ya no se como adjetivarla) defensora del peor y único enemigo que he tenido en mi vida, le advierto que si en esta humilde reserva, muy sagrada por todos, pasa algún otro evento de terror, dejará usted de ser bienvenida con chachara y pastelotes dulces, para ser repelida con aceite pelando, arrojado desde lo alto de las jaulas, cual ha los ingleses en las invaciones del mil ochocientos seis. Recapasite y abandone a ese lacra de persona; enemigo colosal que cambia de tamaño a costilla del bien público, comiendo animales de todos los confines del mundo, puestos aquí en exibición para ser las estrellas y no la noche.
Ande, siéntese conmigo, al lado del caldero, a ver si la convenzo para que preste atención que está siendo colaboradora de una persona muy maligna, por la coyuntura ídolo, que sin explicación coherente, siendo flaco, desea engordar hasta explotar de comida; y fíjese, más luego de cumplido el objetivo, matarse de hambre y regresar al peso primero ¿A usted le parece? Hacer y desandar, tronchar el metal del arte y alizar la estatua de bronce dejando al ídolo chato. Y usted Mabel. Y vos Mabel, dándole amparo logístico y afectivo, con ello haciendo ablandar la coraza del lindo afecto que existe entre nosotros. Siendo que ahora tengo amor entreverado con negado caracter de seguir siendo fieles amigos.
De igual modo, contrariamente a la conciencia enfurecida, que dictamina sentencias que luego de ánimo recentido le imputo, no dejo de admitir que gracias al accionar de lorito la langosta halla desviado el rumbo hacia el lugar equivocado. Vale aclarar que virtud y favor del loro y no de él. Pero, a ver, paremos un momento, hagamos un somero reconocimiento de la heroica intervención de este gordo malhabenido, librando al zoológico de la abobinable plaga, pero hasta ahí nomás, pues el resto es muerte, desolación, gula, incontinencia, depredación, delito, guerra. Sumado al accionar del loro, único, hacedor revolicionario encarnado en ave de dominar el abecedario; de quien hubiese pagado fortuna por tenerlo al servicio del público escencial de esta cuestión de una selva artificial. Estamos de acuerdo en saber que ahora el Gordo, ve un loro, y como el que se quema con leche vé una vaca y llora, sobre las mejillas ruedan litros de lágrimas grandes como botellas de agua mineral. Sus ojos parecen de vidrio polarizado de tanto llorar por ese loro. Insisto. Porque fue Lorito el que logró la hazaña imborrable y no esta bestia enlodada de escremento. Aunque del resto le importa un rábano del que dirán, del que pensarán, o de la propia sentencia que le debería caer sobre el lomo. Se desarma cual torre de palillos de montar dientes por la ausencia del loro. Amaba tanto a ese Lorito; lo que demuestra que capacidad de amor tiene; aunque a la hora de elegir el menú le sale de dentro un diablo espantoso. Ve un loro apostado en un cable de luz y como un niño llora.
Me alaga mucho tu presencia, eres aura de luz dentro de las adyacencias de la insigne reserva, de persona que rompe el molde de la opaca vulgaridad. Ay juna. Lo sé, por lo baboso del momento, he de estar entronisado con el polémico discurso: mujer objeto; aunque en este caso mujer animal. Nos alegras plenamente la vida, Mabel (intrigante mujer, que de yapa del destino, dueña de extensas tierras de siembra que relucen cual flores ¿Cuantos millones han de soñar con ser tu marido? Incluído este que habla y pregona) a nivel que sin bifurcaciones del afecto festejo con entusiasmo tu presencia alagadora, de alegría impecable hasta en horario impensado en que el genio descansa. Vos para mi eres un sostén anímico, pero ahora, refugiando al que depreda la reserva modelo del país, se me configura como la propia soga del ahorcado, sin ser yo culpable de nada. Porfiado de mí, continúo, cual si tuviera entre cejas la guillotina que significa, la proclama de tu voz digitalizada diciendo a voz saturada: ¡El gordo es inocente! Inocente de qué? Ahora mismo y siempre, repudio tal gratitud que vos le hacés, puesto que "esa" tal inocencia, se degrada solita, en miles de toneladas de animales de exibición depocitados en su barriga repudiable. ¡Que ironía siendo él, el mismo cancer en persona, si es que se le puede llamar persona a ese gordo abobinable, se queda con la mujer perfecta, soñada por medio mundo más uno, que soy yo, con abales morales como para tramitar una entrevista con el sumo pontífice! Eh, eh. Aun a pesar del odio instalado, con todo lo inexorable en llamarada de risas burlonas, seeeé perfectamente, que en gran medida, hubiste invitado al irracional, al acampe en tu morada, para así preservar el area de la reserva del horrendo genocida. Simple deducción a tu favor, querida, que agranda en mi aun más la brecha entre la certesa con la duda. Ahora no sabiendo del todo bien que pensar al respecto, más como sentir en adelante.
Y sin darte cuenta, ahora parece muy tarde, que en el fragor de la lucha, de a poco ivas de amorrr impregnando tu corazón, del Ignacio ese; que en aquellos momento estaba en un peso normal, reluciendo cual manzana del edén; y ahí te estrellaste sola en las redes del amor, siendo tonta pues del amorrr es de lo que nadie escapa ¿No cierto que si? Con la fortuna del infortunio en redoblada apuesta, que luego auyentaron la langosta al bosque, salvando la siembra al pie de la cosecha; con lo cual tu afecto creció en gran medida. ¿Por que no te enamoraste del loro mejor? Sin vuelta es de reconocer que con su pájaro han salvado la zona de la depredación de la langosta, donde recién ahora en el bosque brotan hojas y tiernos pastizales. Lo sé, conozco al dedillo, el alcance de tu diversidad bondadosa, protectora y complaciente para todos por igual, no debiéndome extrañar, que sientas tú amor, aprecio infinito por la bestia descomunal, así brindándole protección, encima que se ha anotado un poroto en el tanteador de la disputa ésta: de la plaga famosa. Estoy seguro que cuando lo va a visitar al bosque la regañar de no llevar nada para el postre. Hoy, además, ídolo del pueblo, ídolo del distrito, junto con el extinto loro, dél que él, canalla reprochable, reprooobable y retrógado, explotara su capacidad milagrosa para uso personal.
No asuma tal postura de desconcierto, entienda que estoy metido en una pesadilla tridimencional; vienen los pobres animalitos en busca de comida, y yo sobresaltado les solicito de inmediato que vayan a tener cría; aquí tengo el biberón con lo que les doy de comer a los terneritos de tansania; multiplicarse antes de caer presas de este loco, voraz depredador del parque, que en vez de pensar en alimentarse de manera normal, se ha fijado una meta donde necesita hacer reventar al de al lado. Hubiera preferido que la plaga de langostas me hubiera devorado los animales de la reserva, así por lo menos hubiera sido víctima de la propia naturaleza, que en alguna de esas luego hágase recompensa por lo quitado, más no de este enfermo de misticismo burdo y barato, y escencia de blasfemia para con la existencia del basto planeta; que come de todo, pero ve una sola rata de alcantarilla y sale corriendo cual bandido (ah, porque eso si, la ratas le provocan escosor y no las come) Entonces se me acercan los animales a pedirme comida y clemencia, másss los mando de inmediato a tener familia; que no vayan a desviar esa aaatención del equipaje del instinto, pues entonces si que de a poco se irán extiguiendo, al ritmo en que se agota mi paciencia.
Mabel, déjate de embromar, caramba, deeeje esee vestido de oso, vuelva a colgar la pieza en el nicho, ese traje de animal no es un vestido de noche. ¡Mabelll! Caramba. Eres algo muy importante como para quitar la percha y andar queriendo ponerse el atuendo del oso muerto. Chei...me siento implicado hasta la médula con el afecto que chillaaa, uf, al verte desnuda con tu cuerpo que encandila. Que belleza de mujer, seguro para meterte allí dentro y que el coala crea estar con un pariente directo, su padre quizás, la madre postiza más soñada de todos los reinos. Juro que tengo la mirada en pugna como telescopio erizado hacia vos, aunque ¡Basta! has tocado el límite del pudor establecido y me siento ciego. Y escobilla que sacude, con la varilla encantadora del erotismo sensorial. Hasta es triste verme tan sediento de ti . Lo que sea, como quien dice, cúbrete ya, termina pronto de vestirte para la ocación paternal con el coala. Te lo ruego. Deja esta demostración de lado. Ma siii. Bueno, haga lo que quiera, vea, yo le puse un cierre de relámpado, mejorrr súuubalo que no le salten las looolas y ahí si que caigo de espaldas. En fin con ustedes la señorita Mabel ursus americanus.
Por mi entelequio-primigénica parte existencial, estoy atestado, hasta el borde de la frente con el llano de los cabellos, de negativas judiciales, de noses legales en trampas burocráticas por parte del bendito estado cómplice de éste loco. Negativa suficiente como para colapsar psicologicamente, de insistir, para de nuevo recalcar, una y otras vez con el mismo reclamo judicial, el mismo reclamo judicial para así encarcelar a su maldito novio; el mismo reclamo ante fiscales, y jueces que se esconden debajo del escritorio. Con esto distrayendo la tarea de preservar lo poco que queda en pie. Aunque me desapruebe Mabel: ¿Quiere creer que lo quiero meter preso, pero establecer una simple denuncia me resulta imposible, improbable, absurdo, paraciera inoportuno? Para que lo vayan ha condenar por las desapariciones de sinnúmero de animales, que ya suman una cifra espeluznante, me presento con argumentos sólidos, fotos donde se lo ve agarrando y ametrallando, fusilando, y luego almorzando las presas; y nada solo me miran cual ternerosss ñoquis descangalladosss. Voy de punta en blanco, con el traje reglamentario, corbata, para ganar en atención y respeto, de elgante traje de guardaparque, previamente mandado al laverap más eficiente de la zona, y estando en la institución que sea, no logro conseguir más que respuestas evasivas, de total negación. En fin no entiendo como el país puede amparar a un asesino de animales, que se esconde detrás de un disfraz de cazador legal. Me dicen: Y bueno tiene hambre, mata para comer, caza por necesidad; sin tener en cuenta que esto es una reserva: Mejor haga crecer la población de la fauna, me sugieren los muy orondos. Por mi parte, lo haría exponer ante la sociedad metido en una jaula especial. Tengo una espina clavada en el corazón del odio, lo quisiera meter entre rejas antes que acabe con la vida en la reserva, yyy dejarlo en el calabozo como atracción para el turismo.
Me alegra saber que Ingacio se ha mudado del fondo de su casa al raquítico bosque; de aire viciados de polvo de langostas, de ambiente lúgubre, tenebroso. No sé que haremos cuando acabe de cormerse la plaga, son tres toneladas de insectos, pero ya se ha comido una tonelada en solo siete días; y además no para de saquear la reserva pues se queda con hambre. Tiene que sentarse en un tanque de agua primero, y arrastrarse por la hierva para limiarse el traste, pues los brazos apenas si llegan a la mitad de la cintura. Esto es un zoológico al servicio de visitantes que pagan por ver algo digno; que vienen de muy lejos a disfrutar de la fauna mía. Incluso que tengo pavura de pensar que pueda comerse algún desprevenido turista. Mabel, no entiendo como le puede agradar ese hombre, que corrompe el ecosistema con solamente el plato hondo de porcelana, donde suele hundir en la holla yyy poner la sopa cuatrocientas veces al día. Yyyy...Pacientamente mientras deglute espera a que el cielo haga lloviznar para darse una ducha, pues no se puede mover ¿Quiere que le haga saber la cantidad de animales, algunos en vía de extinción, que esta cosa ha llevado adelante para incar el diente? uhuuu...En cada día que pasa, en tímido letargo, escucho el machaque del mortero donde aplasta el condimento que luego sirve de adobo. Ocho leones, quince gacelas, un girafa preñada, diesisiete ñanduces, ciento sesenta liebres, cuatrocientos conejos, sesenta cabras, tres bueyes, dos búfalos, trece zorros, nueve vacas de competición, sinnumero de perros y gatos, el gallinero completo traído del asia, seis delfines adiestrados ¿Quiere que le siga contando? Ehhh. Y ahora con esa actitud de muñeco triste, de parque de diversiones que ha quebrado, empiece a entender la gravedad del problema, voy a traerle de la tetera, el mismo té de tilo que uso para calmar los nervios. La justicia está de su lado, alguna formula tiene para que le permitan hacer lo que quiere, ultimamente estoy cautivo que si salgo al pueblo, al regresar encuentro la mitad de la fauna pronta a ser manufactura. Aquí hay abundancia pero son para que el pueblo los admire, en su paz, ennn su estampaaa, en la forma de vivir y no de ser comidos, en saber de donde son y con ello conocer el mundo.
Oiga, un momento, que allí viene, escóndase allí dentro, pronto, que así vestida puede ser víctima de su apetito insasiable. Esta visita traera aparejado alguna baja importante en la reserva; que algunos animalitos han de desaparecer. Dhdd ¿Que sentido tiene que luego del milagro conseguido, ahora se vea desvastado el distrito por el propio heroe? Es la descarga de un rayo de ira que el destino aplica a este zoológico de animales libres; ah, estoy colmado de impotencia que jamás dejará estar intacta la conciencia. Uf. Debería enfocar la cruz de la mira en el propio corazón; vaya intriga, se ha detenido junto al area donde habita el rinoceronte; debe de envidiar su confort y hacérsele agua a la boca. Epa. Pero atención es un rinoceronte en vías de extinción. Nooo. Que le dije, la langosta no lo alimenta, apenas si tiene un sabor disimulado a trigo salado, de goloso quiere comerse a la bestia seguro. Es incríble anda semidesnudo, con un taparrabos y una blusa suya enroscada al cuello solamente.
Vos Mabel legitimaste a este monstruo con tu venia, al amparo cariñoso que debiera ser pelotón de fusilamiento. Me parte la cabeza pensar que logre secuestrar el rinoceronte blanco macho traído de la isla de Sumatra; acaso el último de su especie en veinte millones de años; encima a la espera de cruzarlo con una rinoseronte negra de dos cuernos, que habita en China; o sea que este ropero engullidor en su accionar acaba con una fauna prehistorica sin que haya gobierno que haga nada, y para rebatir el implacable destino en su constante debenir, la justicia nos deja dispensos de respuestas negativas, en germinado plafón de tiernas palmadas deseando suerte. Vea Mabel al desenfrenado, así se convence, vea ésta voraz secuencia de acontecimientos, juro que ni en película de ficción vi algo semejante, desgracia, ha montado el rinoseronte macho, y lucha por sostenerse de los sacudones del animal encolerizado, en cada pozo los rollos que le cuelgan resuenan en mi vista cual erizo de lomo de un gato acorralado.
Lo que la langosta no logra saciar su hambre, el último rinoceronte que queda en el planeta, irá a engalanar su panza de eruptos de volcán. Voy a encarcelar al demonio que allá, cual vaquero del oeste, va montado sobre un tesoro del mundo, hoy, deizmado por un representante de la especie inteligente; sentado sobre el lomo con doble techo de una carpa naranjada puesto como taparabos, accesorio transformado en prenda que seguro usted le hubo suministrado. Ah...Y si la suerte permite alzarme de nuevo con el rinoceronte, lo primero será desinfectar el lomo pincelado del sudor asqueroso de ese gordo abobinable; más luego, a exportar de inmediato al macho animal, tesoro de la humanidad, donde yace la hembra exclusiva esperando, la bendita reproducción antes de la extinsión definitiva.
Cual celular que se apaga por falta de uso para ahorrar energía, mis párpados tapan la escena para no saber lo que sucede. Sasss. Espere un momento Mabel, no vaya. Quedese o bien deje al coala en la cucha.
Rayada de amor, y vestida de oso, corre detrás del príncipe. Sin darse cuenta que quisás no, sino seguramente, cual instrumento pequeño por falta de amplificación, la tragará la orquesta. Será del mortificado, por obseción de hambre, lo que un pétalo en el remolino de una tormenta tropical; una frutilla de oferta que encuentra un diente flojo. Una moneda de oro tirada en la ruta de la indigencia. Uh. Allí corre detrás de un amor, a la cruz vacía que dejara Cristo, con la ávidez del fuego que logra en cenizas una paz duradera e infinita.
UY uy uy. Nada de lo que digo es exagerado, sabido es, que ésta aventura en danza no es algo escrito que dios tenga para ofrecernos, que todo lo que rodea a esta gente es pesadilla material o dura, pues el gordo Ignacio...Uy nooo. Ha sujetado a Mabel por las patas, con un largo lazo de soga de arriero. Bha. Y arrastrándola brutalmente como lata en limucina de casamiento, al galopar del rinoceronte arrastrando un bulto, cual paracaídas que frena un avión aterrizado. Alli va, La Mabel, fatalmente vestida de oso, misma presa que fatalmente hubo terminado en la barriga folclórica de ese ser abobinable. Y aquí mira el coala hundirse en el horizonte que sus ojos permiten, a su enorme padre, cual compañero que cuelga del árbol en trampa mortal. Oh, vuelva coala, lo irán a comer, vuelva. Allí va detrás de su amor postizo, otro tesoro de la humanidad. Yhaaa. La interna de una, en el bosque tétrico, de seguro para comerla, confundido creyendo que es un otro oso gigante ¡Riquísimo...maldigo lo riquísimo! Por todos los santos. Ojala que antes de querer meterla en la olla hirviendo, le quite el atuendo peludo que lleva puesto. O bien escuche los gritos desesperados pidiendo auxilio; bha...cosa que dudo pues que, con los golpazos que va dando, más las piedras machucando el cuerpo, y lo largo del camino encima, habrá de llegar exauta o agonizante, que ni con milagrosa suerte ha de poder asomar la boca para soltar el socorro. Que ni volantazo del destino ha de enderzar la tragedia. Y me temo que en la carpinteria del sepulturero estará esperando el nuevo hogar de la famosa Mabel Ursu Americanus.

5-Joe:
Padre: Yo Joe San Luis Espineto le confieso que no estoy precisamente endeudado con el fondo monetario internacional, pero tengo un bloque atorado en el alma larguísimo como el muro de china, de problemas extras a lo que la vida misma depara, que se juntan con las amenazas permanentes de perder hasta las bacterias del queso azul; que la única recompensa es que al tener menos animales me sobra alimento balanceado. Diga que con esto de los celulares uno puede hablar solo y no pasar por loco como antiguamente. Padre, por fuerza mayor, es que éste tema me apasiona, que si por mi solito fuera, haría como el avestruz y metería la cabeza dentro de un hoyo hasta saber que el gordo ha alcanzado los quinientos kilos. Y si dios quiere y lo permite, no bien Ignacio me devuelva el rinoceronte macho que usa de taxi, iniciamos el plan de gestación de inmediato. ¿Ha visto que usa al rinoceronte para arrastrar un carro?
Cuidado Padre Fulgencio, le advierto que ese oso no es el mismo que estuvo en la catedral, no insista en querer descubrir una verdad inexistente, esa osa es otra del que participara del casamiento; es otra recién traído de Alaska, no se exponga al peligro que ignoro si es brava o que tan dócil y manza. Además es hembra, mientras que el otro, que según baticinan los médicos, lo tiene Mabel puesto quedando para siempre vestida de oso macho. No me mire con esa cara, ni se persigne en vano; cuando las cosas son como debieran no debemos intentar disfrazarlas con excusas o mentiras. Asi que usted, cabeza de sochantre, aun con el "si acepto" de la damnificada, pensaba que había casado al gordo con un oso de la reserva. Pues, otra es la realidad, alejada de fraudes, sin descartar futuras nulidades. Concorde con la documentación se casaron los Poncini, la señora Mabel, a quien le quedara el cuero del oso adherido, que parece un oso amanerado que habla solo lo necesario; habrá que esperar entonces hasta que el destino pestilente diga basta de absurdo vivir. Entonces me han traído esta osa como reemplazo del desaparecido que Mabel tiene puesto; por ello le advierto que tenga cuidado.
Estamos apoltronados haciendo una fila torcida, para alcanzar esas ventanillas donde emergen todo tipo de leyendas, y así poder entender el nuevo destino que impera. Mabel es ahora un oso macho, Ursus Americanus. Nuestra capacidad de comprensión se halla aturdida, mientras tanto que la historia se va imponiendo con argumento con exeso de fantasía, y con todo, ellos duermen calentitos y felices, mientras que el resto se desvela en interrogantes. Padre créame. Sin darse por enterado usted enlazó en matrimonio al gordo Ignacio y la vestia peluda de Mabel. Pasó que Mabel (que por fortuna aun está con vida) teniendo el disfraz de oso puesto, fue arrastrada brutalmente, habiéndose lastimó tantísimo todo el cuerpo, que la propia sangre se pegó con el cuero del animal, quedando agarrado en única pieza, que no hay médico o cirujano que la pueda despegar, ahora por providencia viviendo la pobre, a la vera del matrimonio con el atuendo adherido, que quien sabe si por musgo infecto se despega, o por siempre queda con la especie tapando tantísima belleza femenina. No obstante, enamorada de Ignacio, y él también de ella, haciendo frente al fenómeno de contranatura cual diptongo sin haches, se propusieron casamiento mutuamente, y ambos sin dudarlo aceptaron de buenísima gana. Quizá, en una de esas, con los arrumacos logren quebrar la crosta y despegar la piel peluda del Ursus Americanus. Pues la vida tiene estás cosas que a unos les dá mucho y a otros apenas como para ir tirando, patético o absurdo a lo que sea, nos adaptamos, y al fin de cuentas somos felices y eso es lo que finalmente trasciende. Yo le mandé decir por una persona amiga que a lo mejor sumergida en agua por mucha horas, en secciones de varios días, logren hablandar la cáscara y despegar el cuero, e incluso me ofrecí a que utilicen la pileta olímpica, o estanque, vacío de peces, pues el marido me ha devorado a todos los reptiles, incluído, valiosos delfines adistrados.
Por todos los santo, tenga cuidado, Padre Fulgencio, está en un error, convénzace. Usted hubo casado, en sagrado matrimonio, a la propia Mabel Marcia Amalia Azucena Quereida, vestida de oso, con divino vestido blanco de novia, y al gordo Ignacio Poncini, emperifollado con gigante camisola azul, con el semblante coloreado en rubor de cutis rosa bebe. Así que usted pensaba que el oso era verdadero y que había dejado a Mabel por un animal. No, es ella misma, soy testigo fiel, que estaba por demás enamorada; pero lo que si, nunca pensé que él iba a aceptar un casamiento en esas condiciones. Mire si nunca sé lo pueda sacar y tiene que vivir así como un oso. Por fortuna: Ella sale poco y a él se lo ve despreocupado.
Y yo ahora haciendo recuento de lo recibido, que ni lista dejan, ni catálogo tampoco, y tratando de adjudicarles un nombre que luego anoto; a la osa le puse Moly. Aparte de la osa Moly, han dejado otros bicharracos, de amplia variedad que debo clasificar. Ah, incluía aquella rinoceronte, de china, que llamaremos Leticia, primera en el inventario, es una reliquia de obvacionar, tiene treinta años, pero su especie, igual que la del otro confiscado por el gordo, datan de más de veinte millones de años, así que veremos como hago para que me devuelva al que tira el carro, a usted le parece. Oculto en ese destino de gordo de bartolear la suerte, va el imbécil sumando en el raconto reseñas pueriles, y anégdotas que saben a embustes. Es incomprensible entender el por qué Ignacio Poncini hace esos malabares con su persona; se escuchan los eruptos hasta en la panamerica, y ahora encima aseguran que le salen de dentro de la panza, bichos, duendes y demonios; no entiendo por que mejor trabaja en silencio y que sea la obra la que hable por él. Quiere demostrar lo mucho que puede hacer el humano en cada día de trabajo; que si esa gran capacidad es aplicada en favor del mal es mucho el daño que se puede infingir; acostumbra decir cual eminencia: A mi me dan lástima los niños sin ortodoncia, entrando en la adolecencia con los dientes torcidos; o los tullidos sin bastón de la ortopedia. A usted le parece; hubo un momento en que quería desafiarlo a un duelo mortal, aunque al ver que traen tantos animales y la fauna aun con todo se mantiene, recapacité decidiendo adaptarme al concierto anarquista. Ignacio es un hombre avezado en muchas cuestiones, estando gordo, hubo cruzado a nado el Rio de la plata, y antes, con tabla impulsada con vela cruzado el Atlántico hasta llegar al Africa, más no se qué enorme cantidad de kilómetros caminado en pos de una promesa, más en bicicleta recorrió toda América, y cruzado en barco pedaleó sobre África y Europa. Igualmente con todo lo lindo del curriculúm vitae, es gente de no tener como modelo a imitar.
Hasta que al final se manducó las tres toneladas de langotas no más, deglutidas en empecinado atragatón, con variadas recetas. Pero siempre, infaltable, con boloñesas y estofados de mis queridos animalitos. Aseguran que el gordo Ignacio se mandó un eruto de volcán de donde salieron enjambre de langosta fluoresentes que emanan radioactividad; la que nos faltaba. Esta gente es como aspirar hollin ediondo de un ambiente caldeado, caminar descalzo en una sola linea sobre un suelo de espinas.
Pero no obstante, como aun desea alcanzar por fin los quinientos kilos, promete para ello aparte de mandarse las tres tonelas, comerse también todo el ganado de la señora Mabel, hasta la última pieza de bofe. Y una vez, habiéndose ya comido todo, incluídos mis pobre animalitos, irá a regresar de nuevo a ser flaco: primero cabando y cabando un pozo gigante, del tamaño de la finca de la señora Mabel, menos un lugar donde irán a construír, hecha por él mismo, la nueva vivienda, para así luego crear un lago artificial, casi grande como un océano pequeño. Todo esto al compás de matarse de hambre; pero eso si, como para trasladar la tierra al bosque, utilizando al pobre rinoceronte que llevó de la reserva para arrastrar carros tras carros repletos; después sembrar peces y comer liviano. Más con ello captar público de la reserva, para que vayan a acampar allí en el bosque, a varios metros del nivel del rio. Que loco, hoy me quita los animales y mañana directamente al público. Y para llenar la laguna de agua potable, Ignacio calcula que en la inundación próxima al finalizar, que azote la ciudad, hará desviar el sobrante del rio para llenar esa dichoso espejo de agua.
Y ese estruendo, por dios, que sucede ¡Padre mire allí sobre la entrada una nube de mariposas!
Es el Ignacio ese, que alli dobla la esquina, tirado un carro por el rinoceronte. Vea. Les he dado un pedal de paciencia ahora teniendo extinto el humor como para hablar con quien tanto odio, asi que padre, le pido encarecidamente interceda por mi, y le solicite al gordo que se mantenga a raya, ahí veo que baja de la mano con su señora, con el carro en la playa mal estacionado. A ver si se lo roban al rinconciente: ¡Hola Mabel, aquí estamos! ¡Vea que hice traer a la hembra rinoceronte para la tan necesaria reproducción! ¡Se llama Leticia! Mejor, mande buscar un caballo de la hacienda para tirar el carro para la vuelta; padre, le ruego intervenga, prefiero solamente hablar con Mabel.
Vea trepa al carro, baja del carro, sube al carro, baja del carro, ata el vehiculo al pilar de la luz con conexión trifásica de alto voltaje: ¡Y del ocico, con alambre¿ Y tenaza maldita, sujeta al rinoceronte, que por ahí lo puede lastimar al pobre. Tendríamos que hacerlo aparecer en televisión para que vean como trata al tesoro de la humanidad. Le pido al cielo, la iglesia, y a un trébol de cuatro hojas, que por favor me traigan suerte en esta nueva gesta de tener que enfrentar a estos tumberos. Chachiporra en mi cuerpo sacuden esta charlas donde requieren de mi buena onda, padre mejor pregunte usted, ah, y póngalo al tanto de que tiene que dejar al rinoceronte para poder aparearlos, y que por fin deje preñada la hembra.
Estoy atrasado, aunque mis orejas se tuercen en pantallas gigante por saber lo que dicen. Mejor no, aprovecho el intervalo, para con el inventario mio clasificar los animales recién traídos: Moly Americanus, un canguro, que he de llamar El australiano; diez nutrias. A ver una avestruz, le pongo de nombre Pimpollo; que si la ve Ignacio me la come al espiedo. Tres zorros, que los puse en esa jaula ¿La jirafa, trajeron otra jirafa? Por fin un jirafa. Ah si, es cachorra, habré de llamarla Suly. Siempre lo imagino, de la otra jirafa, que no me puedo sacar la idea de la cabeza, del largo del cuello hervido, cortando fetas con la fiambrera en pos de unos sanwiches gigantes.
Estoy escuchando lo que hablan, porque este gordo aparte de los eruptos, tiene un vozarrón que llega hasta la Antártida. Que caradura confiansudo. Prefiere llevarse a la rinoceronte Leticia para que viva en la chacra hasta dar a luz; habrá que ceder. Siempre lo mismo, opta por lo que le conviene, o lo que encaprichado desea; habrá que ceder. Y bueno prefiero sea como él dice, pero que vayamos avanzando en el buen sentido. Es metido, más sin perdida de tiempo ya tiene a Leticia atada al final del carro ¡Que locura! Me siento cual abandonado sin servicio de cable, o como estrella que la tienen de aquí para allá, de constelación en constelación. Por lo que escucho quiere ya que Mabel se sumerja en el estanque que por poco la rebolea como un bulto.
Si Mabel logra quitarse el oso de encima, lejos estará el cutis de estar tostado por el sol, más ese blanco en el letargo, quedará ahora como un vidrio transparente. Será un tratamiento que dure muchas horas, en sesiones de bastantes días, un bálsamo para mis destrozados sentidos. Luego sigo incluyendo en la lista los animales nuevos.
Padre Fulgencio, le agradesco lo servicios de embajador, disculpe usted tantísima cobardía, es que prefiero mantener los lazos amistoso con Mabel, antes de entrar en discusiones y que se pudra todo. Mire se está desnudando, le queda lindo ese vestido a flores, bha, aunque no se para que sé viste si igual no se ve nada. Che...Esa señora no pretenderá ponerse una bikini sobre la piel del oso, es absurdo. Dígale que evite los atuendos que es preferible que a lo mejor los pelos absorven humedad del agua, que si total un oso desnudo está exento de censura; sin razones para sentirse coívida; qué entre la mirada de animales carentes de asombro por los genitales, el pensar de un eclesiástico que anida la mente con la iglesia, el confecionario, la opinión del marido que conoce la trama mejor que ninguno, más la mía que estoy metido en un meollo y no me importa un comino, sobran razonable de no tener pudor o verguenza.
Vaya situación, observo que la osa Moly está briosa, muy pendiente de Mabel, cual fan de idolatrar la estrella con el ídolo ha por centímetros, la observo a Moly de ímpetu advenedizo, muy enamorada de aquel semejante.
¡Mabel! Le advierto que la en la parte del estanque, que apunta hacia el bosque es hondo; será imposible que haga pie; mide dos metros de profundo, habiendo como unas rejas donde se refugiaban los delfines que se puede enganchar; hubíquese de espalda a su rancho. Aunque mejor, padre Fulgencio, dígale que se corra a este lado de la pileta (A mi me asiste la bronca, teniendo aun profundo resquemor y resentemiento, pero desde aquí les mando una sonrisa para que no sospechen de mi lasciva perolata)¡Padre! No tengo un bañero salvavidas al servicio de la reserva, así que mejor estece cerca haber si se nos ahoga.
Uia, aquí vino el coala de visita, para ver de cerca a su madrastra nadar, Uy, que lindo trajeron un escorpión y otros bichos, unos reptiles pequeñitos que ahora no recuerdo de que parte del mundo son. Cuanto nombres para poner tenemos. No bien me desocupe los llevo a la pecera. Debería estar supervisando los vidrios del acuario, antes que mirar tanta película..alavado sea el sacerdote que tanta ayuda nos brinda.
Hace calor y el agua está aun tibia del sofocante día, es un agua bien mojada que lentamente ojala vaya desprendiendo las heridas injustas y disparatadas, del atormentado pasado, entonces de nuevo la alegría irá en los labios. Mabel hace buches con el agua haciendo soltar el líquido cual si fuera una fuente apostada en la avenida libertador. Y la osa Moly que continúa mirando lasciva que parece un niño a los pies de un precipicio; ante tanta exitación que le observo, tengo el exótico presentimiento, y fundada premonición que en cualquier momento la osa rompe cadenas y se tira al agua, y ha upa se lleva al oso al bosque.
Uh, uh, uh. Que te dije monseñor, allí va la osa Moly al agua, que está más enamorada de lo que pensaba, que en sustrato de lotería piensa que la Mabel es su premio mayor; enardecida parece surcar los mares en busca de su media naranja, que más que naranja es la mitad de una berenjena descomunal.
Por todos los santos, que ven mis ojos, aterrados, saliendo del agua la aleta de un tiburón, blanco, de gran porte. Un tiburón blanco como de cuatro metros y ciento ochenta kilos. Por estar tan ocupado no lo he visto, me lo comí. Socorro padre Fulgencio avise a Mabel que salga del agua urgentemente. Lejos de somartizar estos es estar sometido al espanto, a trémulos sustos que guapean entre adversidades tremebundas.
Y allí chapusea Mabel hasta la inexistente escalera, que alusina debe estar con la orientación de su antojo, de una piscina pensada para delfines sin piernas. Más detrás, con pisadas sin huellas, la osa Moly no quiere dejar escapa al amor de su vida; que ni la crosta despegada o el éxito de la providencia han de poder safar de los mordiscos del escuálido. Somos pasajero de una instancia patética, sin tiempo para reniego, solamente de beber la saliva y tragar el espantoso escalofrío. Y yo que no sé más que de ecología, ingnorando como se nada, ni tan siquiera flotar puedo; soy impotente testigo cobarde. Juro que no sabía.
El tiburón muerde a Moly en una pata. Uy, podre desdichada, que yo pensaba que pudiera andar en una bicicletita en miniatura; desgracia, hay sangre en la pileta, que el traje de Mabel se ha de apoltronar también por fuera. Y germinado en trago de dolor el rosto de Moly denota un infinito desconcierto, maldito y testarudo el tiburón no sabe con cual oso quedarse.
Ignacio desprevenido, ocupado en otra cosa, ahora sujeta con pinza en mano y alambre de fardo la rinoceronte Leticia, al final del carro. Ueo. Aunque de pronto, por fin observa lo que sucede. Y rapidamente, alzando el medallón del corazón del loro al cielo, decidido asume una postura de salvataje arrojándose al agua en busca del mercenario tiburón. Lejos está este entramado de parecer una comedia, pero con pinza en mano, igual no para hasta alcanzar al escuálido, su accionar desesperado denota imagen de súplica, que para nada tolera que su esposa sea también devorada. Toda esa energía valiente que se desperdicia lo aleja de los quinientos kilos. Pero esto no es una tinaja sino un piletón de doscientos mil litros.
Bueno ahora agarra al tiburón bravo. ¡Que hace bestia cruel! Entre que sujeta al gigantes pez le arranca con la pinza las ileras de los triángulares dientes ¡Bestia! No ve que está recién traído para la atracción del público, no es malo lo hace por instinto ¡Animal! Juro que no sabía que el tiburón estaba allí dentro, pero ojala que se lo coma a él. No obstante con buena saña hacia Mabel presencio cachondo esta batalla de tipo odontólogo del reino animal. Ignacio con su accionar enfurecido, quitando quizás los últimos dientes, hace posible un destino donde el padre Fulgencio ayuda a los osos a salir del estanque.
Y mientras tristemente Mabel y Fulgencio aplican un torniquete en la pata de Moly, en que el tiburón enojado le amputara medio pie, de lejos la rinoceronte Leticia, atada al final del carro, preocupada parecieran entender lo que sucede. Una vez entrada la venganza del gordo sobre el último diente que extrae, con satisfacción pareciera, tropieza y cae el padre Fulgencio al estanque, mientras Mabel y la osa Moly, tan enamorada, huyen hacia la carreta.
Ahora Ignacio trata de volver sobre el padre para ayudarlo que el tiburón lo chupa hasta entrar las piernas hasta la mitad de la cintura. Pero el escuálido nada furioso en círculo bordeando las orilla, hasta dar tres vueltas completas, interminables, donde por la providencia la zotana tapa la visión del escuálido, e Ignacio aprovecha intentando hacer una especie de zancadilla imposible, que finalmente debiene en un acertado tackle; donde el gordo embuelbe nuevamente al pescado con los brazos de robot; más al instante tomando fuertemente de las manos, arranca al religioso, de la propia panza del enemigo.
Esto héroes no son gérmenes, ni renacuajos, estamos hablando de gigantes peces de leyendas mitológicas, de gordos trotamundos que sobrepasan la estampa de un sumo, de esclesiásticos que brindan misa en las catedrales más importantes del mundo.
Y como si esto fuera efecto de la presvicia de un beodo, el Ignacio, pronto a ser martir como el lorito, saca al tiburón de la pileta, y alzándolo por más que se contorsione, cual policía lo lleva al carro, donde Mabel espera ansiosa; deposita al tiburón en la cajuela y con soga lo amordaza cual matambre, que ya no puede emitir movimiento; más haciendo esa venia que tocada la frente la mano se alza al cielo en un instante; habiendo fracasado en el intento de despegar el cuero del oso del cuerpo, con la esposa ahora un tanto relajada del sobresalto, y toda la cría encima: encabezada por el rinoceronte que empieza a arrastrar el carro, la Moly seriamente lastimada, pero feliz de estar al lado de su oso amado, el tiburón amordazado, el coala y Leticia cual estela de un barco, van con su nueva familia perdiéndose de mi vista por el camino que conduce de nuevo al hogar de los Poncini.
Padre Fulgencio ¡Que momento! Juro que no sabía; me hubieron dejado la partida cual container de contrabandistas. No se enoje. La justicia es un barco que flota a la deriba, y la suerte una frisa que muchas veces elige a cuenta gotas que rostros habrá de acariciar, sin duda esto ha sido una mezcla de variados impoderables que finalmente dejaron la estancia en el presente necesario cual destino ocasional, a grandes rasgos sin factores adversos que lamentar. Mientras usted regresa al pueblo yo con el ánimo de siempre voy a seguir inventariando a los animales nuevos, no vaya a ser que tengamos arañas venenosas escondidas entre las jaulas. Y donde está el padre...maldición se ha ido el padre Fulgencio ofendido esta vez ¿Que es esto que flota y brilla ante mi vista de ojos extrañados? Caramba, es una langostas luminosa con radioatividad y los colores de una mariposa, que aun con vida nada sobre la superficie del agua; la voy a concervar cual si fuera un tesoro de la humanidad. Venga preciosa. Juro que no sabia.

6-Mabel:
Quisiera estar en un mundo de gigantes y ser yo un osito de peluche, pero no, lo primero es saludar y después pedir permiso. Buenos tardes padre Fulgencio ¿No podría usted hacer venir al cura Dalmacio? No. Si se me permite este desahogo que en si se trata de un deshalago en forma de reprimenda ¿Hombre religioso, ha quien todos obligados de perplejidad llamamos padre, que pasa hoy día con el cura Dalmacio? Permítame que le diga, muchacho de pelar nueces con la mandíbula, ser abstraído cual hermético termotanque de retener la sonrisa ¿Es que todo le resbala por la indiferencia? Sepa que hoy más que nunca necesito atención pormenorizada, sin ser fortuna pretendo retomar aquella costumbre que asuma la confesión el cura Dalmacio, que esto nuevo que tengo es algo para que escuche él, con la oreja del director del coro que siempre supo consolarme de los traspieses; con todo no poseo demasiadas posibilidades de anotar en el libro de quejas, que ni plátanos puedo desojar sin hacer puré de enfermo; pero con usted se torna muy dificíl desinhibirse y soltar confesiones que en la lengua explotan vivaces ¿Se dá cuenta de lo trascendental de un secreto? Si, se dá cuenta, pues se sacude como un señorito. Teológicas verdades redundan cual enjambre de premisas que las religiones pretende a los hombres tener ocupados en diferentes roles, amalgamados de amor, y con ello mejorar las sociedades. De pavura Ilusionada pensaba que hoy al fín Dalmacio iría a tomarme la confesión, que se me sube como la leche que hirve el apetito del afán por Dalmacio; pasa que usted joven, con ese aspecto tan desaliñado, peregrino de pausa prudente, de aristas ególatras que inhibe los afanes verbales de hacer reaccionar al cielo en nuestro portentoso resguardo. Por todos los santos como se ha borrado Dalmacio; debe ser pues los gobiernos funsionan mejor cuando el poder lo ejerce una sola persona. Con todo evito dejar de reconocer, en este impulsivo pero justo reclamo, que usted padre, aunque interacalando los pasos del padrenuestro de manera caótica, presidiste la boda con mi marido actual en total suficiencia de tus cabales. No me haga sentir un ogro, que de energúmena tengo cero pisca; preste la debida atención, mijo, que es hora de trabajar. Redoblada de infinita verguenza maldigo al cielo por mantenerme escabullida en la vereda enfrentada de un espléndido cuento. Y así andamos con mi marido paralelos de voluminosidad, que al presentarnos ante terceros es como la irrupción de una gran algaravía, de un tamaño fiable de hacer la venia.
Padre Fulgencio, de desértico catedralicio mi carácter está mustio y ajado, pues desde que lo pintorezco de mi oso untado es la realidad permanente, solamente usted se deja ver en la iglesia, resultando una hazaña, anque milagro también, mirar de frente a otro sacerdote que no seas vos, Rolling Stone con guitarra de energía alterna sin cuerdas ¿Será que les dá verguenza ser parte de una sustancialidad tan popularizada? Jamás supuse llegar a reprocharle nada a la iglesia, ni que para el bateo nuestro de cada día, haya que esperar casi media hora sentada a la puerta cual un mendigo en carnavales; y otro tanto dentro, entumecida y anhelante, que el propio confesor finalice de trapear, que remite a cuidacoches, como de compromiso y con las ganas del deprimido, los diminutos ácaros sueltos y aterrizados, que del aire son dueños; y de paso le cuento, que no me extrañaría que De los ácaros hallan aparecido en un santiamén todos los insectos, más después Adán y Eva con alas, que luego colgaron en algún perchero, seguramente un rama. Opina Dalmacio de mi, pues me conoce mejor que ninguno, que entre lo que hago y lo que pienso dá lo mismo pues soy de fíar; mientras a muchos tontos pido por favor para caminar derecho, a otros tarados les doy las gracias por nada. Aunque ahora debo anudar la lengua de lo hecho en el sentido contrario al bien. Fíjate pibe, después que finalice de soltar el sinhueso, enterrándome hasta el caracú, de hacer revizar la limpieza que habrá de haber un montón de pelos de propina.
Compréndase, entiéndase, y anótese, para recién luego fijar sentencia cruel, que resulta ser muy complicado amar a una persona en tren de transformismo, pues la visión de los sentidos debe acomodarse permanentemente a nuevos parámetros perceptivos, de los cuales uno ignora el efecto posterior, de saber para donde irán a dispararse los sentimientos que anidan nuevos sabores muchas veces agrios, con posibles focos de traumatismo; entonces el amor que nace de una imagen permne queda expuesto al suspenso agudo cual diente flojo. Eso si, como para hacer honor a la verdad y bajar un cambio la motoneta, debo descontar del precio final que fue accidente culposo y no yerro de mi marido, donde yo, por entrometida, fuí arrebatada de la vertical enlazada de las patas, pensando el Ignacio en pleno coto de caza, que se trataba de furibundo ataque salvaje de verídico oso. Pues arrastrada por mi marido en tremenda jineteada dando tumbos quedé enchastrada de sangre, tendida chorreando a borbotones plasma en el interior del traje, en ensalada de cuerpo, alma, y cuero; cuyo líquido, ante la ausencia de asistencia médica, como trágico pegamento fue facilitando la adherencia del atuendo a mi yo demolido por los golpes. A cambio de males aun no logro quitarme la sensación de despecho, que brotando en la mente va creciendo al vacio maldiciendo en intríngulis de arquetipos enfrentados la injustificada tristeza en andanada de ésta carcel infecta, en un ser constituído en mitades, puesto que esto no se trata de un diasfraz sino de algo adherido por siempre.
Pero muchacho, por un agujerito del panel tablado veo que al segundo de a poco te vas quedando dormido, que me parece mellisos castigos; ni atisbo de piedad vislumbro de tus ojos, de rostro tumbado como de recién amanecido, luego del planeta girar abrupto ofreciendo solo un suspiro nocturno, no se me quede dormido hombre, preste atención y escuche, que ya verá tengo algo digno de saberse, que quizás lejos de librarme de pecado me sumerga en un rezar cuantioso y permanente; bueno bien, ahora si tiene al as de espada en el rostro ¿No será usted monagillo debenido en cura por falta de presupuesto? Aficionado religioso de estirar la oreja por compromiso, tu perplejidad de pichicho travieso despertado de un exabrupto, cual espejo inflexible parece la imagen de un oso con espina clavada en la pata; en cambio el mío puesto murió joven mirando el paisaje sin darse por enterado; con ahora el rostro típico de ursus americanus chupado cual si fuera de cartapesta, por mujer llena de flacura, muy acongojada queriendo escapar, con rostro precioso que nadie mira, pues la verdad es espeso reverso de otro capítulo tétrico de gérmenes y de bacterias; concidero al cuero del oso la tulipa de una lámpara y yo el filamento que arde bizarro.
La historia en si lleva signos de misterioso valor. No lo creo, pero un poco titubeo, pues al haber tantos personajes vestidos de algún animal, a lo mejor el protagonista nuestro sea un cualunque pájarraco más de tantos miles de disfrazados, igual le insisto, además de desearlo, lo considero como algo bastante cierto, por como se fueron dando las cosas, muy factible como la teoría de los ácaros; enorme pájaro que he visto ostensible, un loro del tamaño de una persona, que para mi gusto real, con indicios de venir de muy lejos, aunque con un halo resplandeciente de divinidad; y entonces ahora percivo distinto, que ningún prototipo de esos que andan con la moda me parece exagerado. Fue un acontecimiento o efemeride que he vivenciado patente cual la realidad descalza, que lo verde del loro lo es tanto como el pasto artificial de una boutique con vidirera de campo de golf, diciéndome con voz metálica el voluminoso pájaro amigo, lleno de luminosidad propia del color del helado de pistacho: Que luche por escapar dejando de confiar en esos baños tibios de inmersión, que jamás darán el resultado esperado; a cambio haciendo puntualmente lo que él diga, por un lado, maldades pero solamente a mi marido, como para no extender el mal sobre otros inocentes (más no travesuras de niños) que por beneficio propio, luego me causarán mucha hilaridad y por ende fricción; y aparte, como algo igual de importante, bajar de peso, lo suficiente para que entre la costra ligada al núcleo más el samarrear de las carcajadas que tira para afuera, seguramente en algún momento se desprenda el traje. Obviando suspicacias de justificar mis malicias ya concretadas, sobrada esperanza tengo que del reír nervioso la cáscara en acarreo permanente se resquebraje de la piel de fondo. Compréndame por dios, no veo la hora de salir de aquí dentro, estoy en decadencia conmigo misma que ya no deseo nada bueno. De resonada estridencia la esperanza tengo, venida con fervor merced de los consejos del loro, sintiendo ánimo y fuerza de enfrentar las faltas ético morales, de lo espeluznante que ya hice y trenzada a futuro sigo tramando.
Y entonces advertido escuche, si resistir puede su alma el redoblar de campanas del averno, que mi voz gritada se ahoga en aturdimiento estéreo, sin poder esperar un segundo más en confesar mis pecados: Amasé tallarines de la dimensión de fajas, y mientras elongaba en la mesada, carente de apreciación tramé poner viruta pintada de blanco en vez de queso rallado; más luego usando témpera de escuela y virulana, lo hice; más deshecha de la risa lo realizaba temblando de susto; que eso también favorece el resquebrajamiento. Como para tenerlo algo inhibido, quizás al cincuenta porciento de su babosa capacidad, he colocado, y esto si que lo hice enibida en tos, que como me he reído vamos en popa con el viento de amigo, un clavo de andamio en la montura del rinoceronte resultando cual si lo hubiera picado una abispita. Hasta hube recurrido a un brujo para que lo hechize fulero, y delirando vaya a querer arrojarse al vacío; inclusive enfrentando yo la anuencia de un posterior expolio. La autocrítica recide en que por mi culpa me encuentro moligerando la vida desde detrás de un ursus amaricanus, donde estallan libertinos mis exabruptos inmorales a la pura conciencia del razocinio. No hace tanto que nos casamos con la anuencia de tu investidura, e igual como para que la costumbre puntual se esfume degradada por la corrosión del sobrepeso, muy sin querer unto la piel del oso con pipetas para auyentar las pulgas, y nada le sucede a Ignacio fuera de la misma calentura. Lo sé con el marido ya casi pesando la media tonelada, no dá mucho de ligar la forma de amar con el contenido del sentimiento, con yo dentro con las cosquillas que los pecadores tienen, muerta de risa con el oso que tiembla electrizado, que risueña de picardías me siento entumecida de abdominales duros, bañada de transpiración, miedosa de hacerme encima y que el traje se torne bufonescos, adios gracias los ovarios respiran por los pliegos de un dobladillo; lo que hago lo hago, después de hacerlo mi río mucho, y finalmente me arrepiento por completo. El lunes pasado, pelé un cable conectado a la red de alta tensión, y lo puse sobre mi aislante barbija del mentón, y cuando al momento de besarme sus labios quedaron electrocutados, él lo interpretó como cosquilla cual síntoma del afecto. El miércoles yo misma enceré los escalones más altos de la ancha escalera para que resbale y se venga en avalancha cual alúd al piso de cerámica, y firme como contenedor descendió raudo como si fuera asfalto gris. Y que otra cosa queda, fabricar un arca con un corcho de tapón y que se vaya a pique en el océano Atlántico; que entonces muera incinerado al incendiarse la casa?
Padre Fulgencio, cambiando el ángulo de la información, cual si usted fuera a orinar frente a un mingitorio, que bella cruz alegre le sale, de un crucifijo seguramente de oro, colgando de la sotana cual lengua de perro sediento; encandila como para vivir rezando y nunca dejar de ser devoto, con cristo que irá a salir de paseo. Ah, me olvidaba, mire lo que tengo aquí entre mis pezunas cual pinza de panadero, que recién encontré tirado dentro del confesionario, un alfajor en un par de ostias, con relleno de mermelada de árandanos. Ah, pero como quisiera con estas pezuñas aun pegajosas rascarme de tanta picazón, que para el mundo externo es un arma de arañar terrible, que es justamente lo que más desearía, rascarme los kilómetros de cáscara de norte a sur de mi cuerpo somatizado. Si el amor es una trampa donde uno queda chupado, debo estar muy enamorada pues eso es lo que me acontece. Lo sigo amando a mi marido pero ahora después de conocer a ese loro, de una manera muy enfermiza, capaz de poner cáscaras de banana en el acantilado, más luego de un soplido final, reir y reir hasta llorar de la risa y tiritar cual un chicharra. Quiero escapar para terminar de continuar risueña de espasmo rebotando en maldades que ya me dá verguenza. Ya estoy a dieta y haciendo esa seguidilla de inhiquidades en hacerle caso al loro, y al compás en que Ignacio llegue por fin al peso ideal yo voy haciendo lo mismo pero a la inversa. En fin, ojala me quede algo de lo que fui. Gracias al loro, ángel vendito, que cuando esté libre juramos volver a encontrarnos, confío que sus consejos darán resultado. Si logro despegar del atuendo, mi meta, al momento de la coronación de Ignacio, será salir de alli y habiendo por fin zafado, no huir de inmediato sino oculta quedarme escondida en la reserva. Más luego de mucho comer pasteles tratar de volver a ser quien fui, o era antes del accidente. No tengo otra finalidad que luego rendir cuentas a quien sea pero desde un lugar normal, que ni mira de exéntricismo haya cerca. Odio ser ese modelo que está imponiendo la moda de andar vestidos de animales. Últimamente hemos adoptado un bebe de la calle, abandonado, para que lo críen en la granja, más lo he visto pasar gateando metido en trajecito de becerro real y me colapso el sistema, toque fondo.
Falta nada para que mi marido en autoprenda impuesta de alcanzar la nunca pamplina de quinientos kilos, me termine de comer las últimas vacas y novillos, y mi estancia ser un alpiste Mabel el delgado anden desierto, más presto cabar un pozo de las hectáreas del predio volviendo a ser flaco; embuída en zozobra mastico el aire alentando las entrañas de seguir afrontando la dieta con valentía, confiando mucho en los vaticinios del loro guía. Poder escapar hecha un escarbadiente es lo que más deseo, y ya claro que desde luego si vomito no sale nada. No pienso escapar y andar de vacaciones por los hoteles, pero si quedarme y mantenerlo a raya, de patético convecimiento debo salir al gran placer de estar de vuelta en una reposera con el sol expectante, de la cabeza a los pies bañandome de nuevo de bronceado espectacular, y después explicar y explicar, que sabré emplear el entendimiento en favor de una exelente exposición o alegato; que más bien se trata de no aguantar tanto sobrepeso. Y si amerita vaticinar un desenlace de abandono está equivocado, pues cuando me recupere pienso persistir a su lado, en la segunda etapa del experimento, que hasta le permito que cabe el pozo gigante, de adelgazando crear la inmensa laguna artificial; ah, eso si, siempre y cuando, aunque menos gordo se mantenga alejado. Uno se enamora así como si no fueramos de carne y huesos, y luego el sufrimiento es a pesar de los vaticinios, una sorpresa que pone en duda aquello ilusorio que supo transplantar la soledad, donde ahora deriva una catastrofe. Por ello ustedes hacen jurar amor eterno a pesar de los avatares ¿Pues como hace el tullido para solventarse sin ayuda, quien asume esa carga sino el propio conyuge?
Con retardo veo mis pertenencias desaparecer cual la manifestación de un castigo divino, bha, solamente la cartera con las tarjetas ¿Donde habré dejado el bolso cófrade que luego de mi es lo que más cuído? Tiene que ver padre Fulgencio me regalaron una cartera, mezcla de bolso y heladera de picnik, de leopardo genuino, para que haga juego con el traje de oso, y ay no, que después de dios es lo menos quisiera perder. El dinero no me importa tanto como las llaves de la cuatro por cuatro donde quedara la osa Moli esperando encerrada, y el celular con todos mis contactos. Los amigos son como unos retardadados, que no sé, piensa que estoy muy tranquila aqui dentro, con la cautela del tímido será, despertando en mi, por la indiferencia cobarde o pusilanime, odio, que aborrezco la vida con esa abismal distancia que nos separa que impide rasgarle sentido a la existencia. Pues esta máscara, lejos de académico istrionismo, es imperturbable momia incapáz de expresar sentimientos, y entonces aprovechan a rehusar animarse a enfrentar el riesgo de preguntar como me siento, que con observar el paquete sería suficiente, que no hace falta irse para tomar distancia en un darse cuenta del terrible destino; pues la impericia, la torpeza, es mi fragua de donde hago reír sin receta. Y siendo irremediablemente así, con más razón debo encontrar una salida. Y los que se animan a quedarse esperando algo de mi, son gente pobre que hacen de acuerdo al presupuesto de la billetera. Siento la aspiración de reclutarme en un circo. Somos el pizarrón y la cursiva copiando una historia donde lo importante es ser perseverantes con la burla. Ahora haciendo desmanes y riendo con el dolor ajeno me avivo que somo todos perversos, que es un tónico para el el alma en dacadencia, por eso cuesta horrores ser ecuánime, pues ser bueno es ser estúpido, nadie es desinteresado como para abandonar los hábitos de gozar con el sufrimento ajeno y rejuvenecer por ejemplo. Desde la ignorancia ha tener la cultura del saber confirmado hay una cadena de disparates donde todos somos concientes que en la posta hay una burrada, pero igual debemos seguir adelante pues la vida no espera como el educando, y de ese remolino que se forma es de donde perdura lo infame. Todo el tiempo soy un yunque, lo opuesto a estar hechizada, lo contrario a un embrujo, que no existe otra cosa que la resistencia al martirio, que tampoco es esotérismo el calor, ni subjetivismo son los cuarenta kilos de cuero con pelos y pezuñas; estoy obligada a levantar el brazo y sentir que las costillas se arquean en sentido opuesto, que pronto he de quedar cual espantapájaro en la funda de origen. En mi caso hace concurrir una apariencia de un vergel de persona, que vive feliz estando disfrazada, imagen de fortaleza exterior que impide sondear lo débil, que yace oculto entre paredes, palpitando cual corazón infartado cada segundo de vida, buscando una solución que nunca llega, aunque más no sea una salida al mar muerto que resulte una porción de esperanza, sin escurrirse jamás el gran esfuerzo de dar vueltas sobre milanesa, de querer esclarecer la noche con chispas, con el resplandor permanente del estertor en la perturbación desesperada, pues dicha oscuridad es una atadura firme del ente que lucha vivaz, y que encima se burla del perimido de querer encontrar una salida que es un buzón de ancha boca alambrado de púas. Y en episodios grotescos se va consumiento esta novela que por monentos se inclina hacia lo tragicómico, y nunca has de poder evadir la intriga de saber como sigue el aguante obligado en la garita animal, de esta carcel inamovible en el fuentón de granito. Y el amor que aun siento, con todo lo adverso de acomodarse a un ser tan diferente al del comienzo, que debo suponer por estaba obnuvilada, aun sigue adelante siendo cariñoso y con deseos de luchar por un hogar digno. Pasa que de un ser tan expansivo que no solo ocupa espacio sino el aire, que hace estremecer el hogar cuando camina, que si se tropieza parece un cataclismo, que cuando cierra una puerta una cienaga salpicando esquirlas. Yo amo a mi marido hasta lo infinito y sin embargo es necesario estar remarcarndo la bronca con el punzón de la nulidad; la imprudencia de aborreser se hizo intríseco el afecto hasta ser aspas con filo de subtraer de la alegría el color imperecedero.
Oia, estoy sintiendo que mi cuerpo rota separado del atuendo, que no hay lugar para polemizar conmigo misma. Padre, estoy ante una realidad turgente y divina; si claro, tiene que ser así, el cuero se ha despegado por completo de la cáscara; con la humedad que antes era parte del conjunto desplazándose como maripozas hacia nueva flor, y allí es que elogio en el fondo de mis pieses un espejismo de agua sucia. Asoma mi alegria de la brisa que percibo correr por entre los recodos del disfraz. Y ante el balbucear de mis primeras emociones escucho sonidos muy diferentes que absorven el silencio de la catedral cual fondo negro, con mis orejas atentas que tienen oídos sónicos plagados de jolgorio, pues escuchar logro alegre el rocío que aun se desintegra. Mi cuerpo se ha despegado del atuendo, soy libre al fin de ataduras. Ayúdame joven Fulgencio, fíame de tu atención, pon serio empeño cual bombero, derriba el ahora que te vuelve pudoroso dando brincos sobre el eje de tu moralidad, mira fijo otro punto que desnuda por dentro estoy pintada de tanino, con los ángeles socios del loro que me cubren de inmortalidad, cierra tus ojos en un santiamén si lo prefieres pero bájame pronto ya el cierre de relámpago, del portón del paraíso terrenal que allí vamos, no te quedes patitieso malcriado muchacho, insiste testarudo de tirar del presinto para abajo, de nuevo estoy naciendo, de nuevo. Puedo contraer mis brazos y el traje se queda quieto, y apenas levantar mis piernas mientras las patas ni mú. Basta de hilvanar amargura, quiero dejar de permanecer aquí dentro. Tengo una idea potente, pero dios, necesitaría encontrar la cartera ya, para así poder abrir la camioneta y en mi lugar colocar dentro del traje a la domesticada Moli, osa inteligente adiestrada como para enhebrar agujas que juro ha de poder imitarme pareciendo de una persona su conducta; y aparte, gracias a la suerte, es bastante menuda y traviesa que estoy porfiada que le ha de calzar como un guante. Claro está, desde ahora con nueva apariencia me haré pasar por otra persona, y bendita suerte Fulgencio nadie se habrá de dar cuenta, ni siquiera mi angurriento marido con ese afán de batir récores ¿Como dice Fulgencio, que me ponga de alias Rita, o es que escucho una voz de ultratumba? Si, entonces me he de llamar Rita. No hacen falta más estímulo de seguir musitando vanas posibilidades de salvación, ni de reír por banales motivos de hacer maldades, es un hecho que el traje se ha despegado, y que en adelante solo gozaremos de la risa espontanea clara y limpia. Al diablo con la estética de una bella señora, ya no me importa más ser bonita, pero eso si, deseo estar vestida de algo que me cubra; ande muchacho, pleace, quite de la vitrina el manto de la cruz que voy hacer un pareo. Uy apareció la cartera; bueno entonces Fulgencio sea conciso y determinante, que la Linux está en la puerta, vaya por la osa enseguida. Gracias señor loro, adonde quieras que te encuentres eres monumental, y ya verás ángel de la diestra de jehová como con mi nueva apariencia de escúalida mujer Rita, he de drenar las dudas con el Ignacio marido perseverante y relajado de continuar firme con sus proezas. La ostentación de mi flacura será deleite en los primeros pasos de la libertad, estoy embelezada de imaginarme en la gloria.


7-Ignacio:

Joven, quisiera que antes de pasar al salón, me permita que pege un cartel, ofreciendo recompensa por el animal extraviado. Pero mire allí, esos hombres con capuchas triangulares, que a expensa del amedrento, derriban la imagen santa, del Luján querido y emblemático; que vive en paz radical; confirmando que se trata de una desaparición y no de un extravío. Cuatro gatos locos, vestidos mitad con botas de goma y señoras barcas de bajo calado, y el resto, largas camisolas que subyacen del aberno, ornamentados cual los deshonrosos segregacionistas del kukus clan. Firmes y amenazantes, por hoy calmados en su sed de venganza, más luego sin empacho vendrá la insaciabilidad carca nuevamente, pues descarriada del bien, la moral descarrilada tienen, confirmando que la hicieron polvo de estrellas en la timba, con quebranto y opulencia, que seguramente la hubieron arrojado al mar desde sus antros cuchitriles; a nuestra linda osa Moly me refiero. Fíjese, con dos por persona, portando antorchas a plena luz del día, como para lindero de recalcar con torno: obediencia debida; y de paso como siempre intimidar al conjunto que convive en armonía. Fácil de adivinar de quien se trata. Son la brocha gorda del suplicio, que embadurna de flema santilly en el espectro del calvario, aunque simpre desvergonzados necesitan de anotarse más lecciones a terceros con dolor crónico.
Mi esposa a dejado de hablar, quebrada el alma de pavura. Y sus últimas palabras fueron triste decisión: Dejemos el sexo de lado.
Habló veinte minutos antes de callar para siempre, pero sus palabras finales fueron, triste desición; dejar de hacer el amor, que tan poco nos costaba.
Adoptemos a una viejecilla arruinada en situación de calle. ¡Pronto, me dijo, la mujer es una desalojada y sin pensionamiento alguno; será quien hable por mi y ampare mi lengua, pues mi luto será un manantial de dejar pasar el tiempo en insondable silencio. Y primero disfónica más luego enseguida enmudeció. Habrá que hacer el amor con la viejecita, pensé; pero no, se trata de cuidarla y evitar que en la resbalada de la supervivencia vaya a alcanzar el raquitismo propio de la pobreza aguda.
Ensamblador, joven hermoso, no se mortifique, mejor vayamos a lo nuestro e ignoremos la patota que en piquete de derecha yace irrevocable. La naturaleza humana, con sus muchas variables negativas, se expresa ahora en nombre de la represión, que sin onorarios lucha contra un tipo de diversidad cultural de tipo metafísico hevy metal. Aunque quizás sea el polémico discurso subyasente, el que azoma amenazante de mis aventuras, aquello que tanto recato despierta, hasta el límite contrario a lo parapsicológico, de alzar una manopla de bronce y despedazar el rostro panfilo tangible del cautivo. Y todo ese despliege amoral, es puesto que el discurso integral de un obeso irreverente, mete de cuajo al abulico en un incómodo berenjenal de las sinrazones, de donde luego se sale uno entusiasta, en un modo peculiar de anexar a la mente, dialécticas complicadas, que así mismo alimentan la inteligencia. Por ende haciéndose alarde de un cacho de alegoría acerca del bien transgresor sobre el somero estadio de la apatía absoluta. Y estos burócratas, son un claro ejemplo, de como se pueden romper los cinturones de seguridad del cómodo sillón y alistarse con cuestiones que el ostransismo solo redime en pecado. Sé que ellos argumentan la depredación en la reserva como un crimen tremendo. Sumando además argumentos fantasiosos donde se me imputan poderes mágicos, horrendos y radiactivos, en lo concerniente a que de mi barriga salen cosas que infectan al mundo. Estoy desprovistos de deseos de pelear haciendo un desvio de lo que tanta responsabilidad la prueba me demanda, que me sobrecarga de deber ser, más que los kilos inclusive. Que indignación resulta escuchar chimentos de tan mentada impregnación, que afirman que de mis eruptos salen rarezas, que sin ser vomitos con la cabeza abajo, son erupciones tremebundas de ofrecimiento peligroso. Dicen que en el último evento de este tipo, he eruptado cien ojos que tenían vida y que podían mirar, siendo que un tuerto se ha colocado uno, y que hasta hoy tiene poderes de hacer ver mujeres desnudas, que desfilan antes su andar agónico pero en sueños exitados. Pero que eso lindo de desprendido favor, lleva el rancio disgusto de padecer de energía radioactiva que supera los niveles tolerables, provocando la agonía del tuerto y el posible contagio a terceros. Además cuentan, y aducen, como para qué asustados regresen a los buses y pagen, que en otro efluvio salieron dientes de animales a la vereda, y que ivan formándose en unión espontanea, mandívulas de molde, que mordía al peaton aterrado; historia falaz en detrimento de la inocencia del desprevenido transeunte, que prefiere abaratar la inflación caminando largos trayectos. U otra que dá cuenta que, a mi paso, también hubieron huesos de diferentes tamaños y orígenes de especie que hacían rompecabezas de esqueletos traviesos que atemorizaron a los pasajeros de la pesadilla. Ellos aprovechan a mentir pues la gente compra historietas para entrenerse; pero más luego ese chisme cala hondo hasta hacerse verdad absoluta y funeral, que enturvia la alegría y el buen pasar. Por esto digo, que a lo mejor sea preferible formar parte de los inadaptados no renobables, que de a poco vamos extinguiéndonos como el petróleo, y no de los diáfanos que pretenden que vivamos como en un burbuja de pescado, exentos de prendas. Como ha subido el agua es un espanto. Zócalos y puertas del pueblo están pudriéndose. Lástima que estos intrusos no se apolillan como la madera. Hasta la catedral está pasada por agua. Démonos prisa. Hagamos acto de indiferencia. Para risa del enemigo que balconea: Tuve que bajar la barranca rodando, arrollado como una alfombra, y al llegar abajo me frenó la marea quer si no caía al Luján. Aun escucho sus carcajadas, como el recaliento global que hace crecer las aguas sin importarle las escolleras; de estampa enorme tengo el orgullo perimido pero no obstante debo despejar la intriga que intriseca me fastidia el sueño.
Por fortuna la fábrica esta bastante al resguardo del repunte; escalones mediante venimos zafando de matar los cayos de un resfriado. Una fábrica en penumbras, digo, rareza poco habitual, ha de ser por los cortocircuitos, aunque las persianas cerradas dan a pensar en un periodo de bancarrota. Es medio día y hay mucho sol. Antes de salir de casa eran las doce pasadas, no puede ser; debería estar el comedor repleto de obreros almorzando, y no de oscuro total, usted debe ser el único caído del catre que trabaja. Por la barriga hace rato que no puedo ver mis pies por adonde caminan, y así en penumbras, es como si estuviera ciego. Usted mejor haga de guía, y cuando lleguemos a la balanza, coloque una valla de acero que haga de bastón. Luego corra la pesa grande a cuatrocientos, y la otra en ochenta, noventa. Yo creo que no llego, pero igual necesito saber cuanto me falta, los últimos kilos son los más difíciles.
¿Quiere probar un sándwich de paquidermo? Está bueno, bueno de verdad. Estando de caza en el extinto bosque, he encontrado tirado un elefante de la reserva, que murió de viejo, pero así y todo me temo que me faltan veinte kilos. Esto con huevos duro y papas fritas de paquete es maravilloso. Debería, para arrimar mejor en el peso, haber comido el cuero entero, pero en cambio hicimos un vestuario, disfraz que como festejo pienso estrenarlo con los quinientos kilos reales. El traje del elefante digo. Seré un mito, de obtener el privilegio de quedar sellado en leyendas, aunque no bien alcanzado el récord, sin entretelones deberé comenzar la dieta, y no ha de faltar mucho para ello; solamante cuando esté flaco es que se cerrará el circulo. Adelgazar como un rayo, bajar bruscamente de peso, sumando otro baluarte en cofre de anegdotas. Más, la zanja gigante, en la mente elaborada, que luego haré a pala, cavando dedonadamente, con pico, esfuerzo y esmero, que con la ayuda de Dios, considero luego llenaremos, al son de la marea que surja de la última exalación. Aclarando, que no es deseo de fama lo que me impulsa hacer esto, sino una amplia actitud de aventura, con el interesante afán de crear un punto de reflexión hacia mis seguidores. Y ya ve que no todo es un remanso, también tengo mis retractores suspirando al pies de la picota.
Pasa que con los años, y aunque por demás ágil, entre nos, le confieso que me cuesta mover la osamenta. Ah.Y hablando de osa, quedó por decirle, que recuerdo ahora: pensaba y decía bromeando a mi señora, si me llegasen a faltar los kilos necesarios que pretendo, aunque me cueste el matrimonio, me deberé de comer a tu mascota tan adorada; que es esa osa Moly, que ojala aparezca, siendo todo un tremendo mal entendido; oriunda de la reserva, que creía estar viviendo con su príncipe azul, que es mi señora Mabel con el traje de oso adherido. Me dá bronca que usen a terceros para hacerme sufrir, porque no me matan a mi directamente. Jamás la hubiese comido. Espero que Mabel no sospeche que miento por haberla devorado.
Fue mi señora, que en su contratiempo de quedar con el atuendo de oso impuso la moda de que las gente del pueblo vayan a andar por la vida disfrazados de algún animal, aun fuera de la fecha de los corzo, y como que esto siga imponiéndose todo el país andará vestido de animales. Hoy la producción de carteras de la zona, ha disminuído muchísimo, puesto que el cuero se usa para trajes de vaca. Solo que mientras todos descansan ella sigue con el hermético traje de oso a cuesta. Una situación injusta, donde quizás ella esté pagando por las actitudes de su angurriento marido, o sea yo en mi actitud depredadora, que va costando tener que llorar y andar pegando carteles en los árboles ofreciendo recompensa. Y a parte, hay muchos lugareños que se visten de pájaros, gracias a mi loro, de quien todavía no le he contado, pero que gracias a él, se instauraron las primeras manifestaciones de este tipo de costumbre pintoresca. Ah, lo sabe, bien entonces, uno más que la sabe. Movimiento paracultural, que acompañado por el pueblo se expresa cual espejismo de los heroes. Cuando recién esté sobre la plataforma, he de desnudarme, aunque, el medallón de Lorito preferiría dejarlo en el cogote, que si bien emocionalmente es una parte de mi cuerpo y de mi alma, no debería computarse el peso real, pues el resto es todo grandeza, aquí yace la gloria de ese prócer que auyentara la plaga, imposible de olvidar. Y es por esto que debo sobrepasar los quinientos kilos, para hacer promedio exacto. Tengo algo de miedo que para entonces el traje de paquidermo me quede apretado. Éste medallón es una parte de mi vida, que quizás me adose volumen de persona, pero no soy yo, sino él, el propio grande Lorito, que computa sus kilates aparte de mi. Estoy en ayunas con un sanwichito de éstos solamente, pero de haber comido seriamente, más el medallón debería pegar en el travesaño a los quinientos kilos, las reglas las fijo yo, de nada vale el autoengaño. Sé perfectamente que no llego, que estoy a pasitos, ensayando para dentro de muy poco. Luego vendrá el descenso, que será pasar hambre, apetito todo el día, languidez al por mayor. No veo la hora de comenzar a cavar el hoyo donde luego de terminado la primera inundación que llegue irá hacer existir una laguna gigante. Que calculo yo, llevará por nombre, el nombre de la osa desaparecida: laguna Moli. Y en ella iremos a depositar al tiburón sin dientes; que hoy sobrevive todo doblado el pobre, apostado en una pileta de lona, que cuando se endereza tenemos que hidratarle la cola, y que vive sin aleta, víctima de una sopa por demás exquisita. Que luego será confundido con el monstruo de la laguna. Con todo y pena, seremos felices. Y mi esposa que en verano irá a permanecer en la laguna hasta que se le despegue el traje de oso Ursus Americanus, y aparte el calor que tiene mi pobre santa, que la tiene estupefacta y sin ánimo para conversar; bha muda, que no quiere hablar directamente. Hemos dejado el sexo de lado, pero ultimamente me besa en la boca que sabe a placebo de mermelada de papaya. Tengo entendido que si logro el récord de los quinientos kilos, en estado óptimo y atlético, la municipalidad de Luján desea acompañar la segunda parte de la gesta, haciendo frente al plan de adelgazamiento, de la inducida anorexia, cavando yo un trillón de paladas de tierra, colaborando ellos como soporte, utilizándose las topadoras, pues, en trecientos sesenta días, que sería el tiempo establecido para la segunda etapa, de regresar a mis setenta y nueve kilos naturales, será imposible que yo solo, y mis dos rinocerontes arrastrando diferentes carros, para colmo ella preniada del nuestro rinoceronte, aunque deberá trabajar también, vayamos a poder cavar y arrastrar el pozazo del tamaño de la laguna de mar chiquita, de una profundidad promedio de metro y medio. Hemos de crear un paraíso, con aquella dichosa laguna, para el público de la reserva, para el bendito pueblo de Luján, dejándolo a salvo, de aquella inundación que azota al distrito permanentemente, también, para nuestro Buenos Aires querido, ahora orgulloso de su nueva laguna, inmenso espejo de agua dulce de rio. Participando con los turistas, que tengan a bien acercarse, con sus kayack, con las velas y los gomones de a motor fuera de borda. Y entre todo ese caudal de riqueza humana y animal, el amado tiburón, manzo, amigable. Por poco un delfín de película, pero no un monstruo malo, divertido, bueno cual renacuajo de charco, buena persona pues es casi uno más de los nuestros. Y no una bestia depravada como el guarda parque Joe San Luis Espineto; de quien estoy seguro que sería el jefe de este grupo nazi de estilo yanqui. Aunque a decir verdad, en aquella oportunidad, Mabel me había persuadido que él, en su maldita función de cuidador de la reserva, ignoraba que el tiburón estaba allí para comernos, le creo pues estaba acompañado del padre Fulgencio, y es raro que vaya hacer eso, no obstante tengo mis serias dudas, sabido es que al maldito le importa un rábano el que dirán, a menos que sea la opinión de otro zángano igual, de inconsciente depravado hasta en el alma... Vaya, disculpe, sé que usted no sabe de éstos entretelones, pero este sujeto nos invitó a dar un chapuzón en su pileta, como para que a mi esposa se le despege el traje, y tenía un tiburón escondido.

Bueno lazarillo y amigazo tenga a bien arrimar la muralla, que al fin estando al pie de la balanza, debo despejar toda duda del misterio, ha llegado la hora del momento del despegue, sepamos del balastro el informe implacable, donde los volúmenes de cantidad son verificados con meridiana exactitud, no pudiendo nadie escapar del veredicto de la balanza justiciera; pues balanza que marca cualquier cosa dá motivo para las guerras.
Espero que no haya damas obreras mirando, allí escondidas entre las auto partes de los coches, contabilizándome cada pliego de la obesidad. Epa, que ven mis ojos, en sacudida de sueño realizado, por fin he alcanzado los quinientos kilos, aleluya, faltan solo algunos poco gramos. Que suenen los trombones: Estoy al pie del éxito, con un irrisorio esfuerzo de pelar una pera será suficiente. Ha cenar fuerte hoy y mañana, más pasado, vuelvo a ver que sucede, espero que para entonces, hayan reparado la luminaria.
De firme reputación del reinado nuestro, aun el freezer reluce de cortes sabrosos, bha, poco, no se crea que mucho. Con creces tranquilo con manducar fuerte hoy, en lo que reste del día, que prometo no han de quedar ni los piolines, y cálculo que mañana al desayuno con regia parrillada, horma de queso, por fin voy a lograr la tan deseada hazaña de los quinientos kilos, y algo más de miguitas de responsable yapa, con medallón y alegría puestos.
Oh, insigne medallón de mi amado lorito, arrebatado el pecho de emoción al pie de la meta fijada tengo, derrochando latidos de fe con cobertura de orgullo suelto, en la oscuridad de la fábrica envuelta de oscuro profundo que nos aprieta y embuelve; recalando la mirada entre el fulgor de un achaco de luz decaída, donde brillante subyace el puntaje prometido, dando aliento a mi alma testaruda llegamos a la cumbre más pesada. Joven lindo, alcanza a este viejo realizado en nube de algodones, la bata, que tengo que ocultar mis partes impúdicas, prenda de vestir que es casi grande como el telón de la comedia francesa.
No existe otro animal mas que el humano, que pueda y logre, jugar con su cuerpo haciendo que cambie tanto en el sentido de su voluntad. Voy a llorar tanto, que he de rebalsar la copa hasta mojar la base. Oh, medalla poderosa, has que la fe que puse ayer sea sensata alegría eterna, y que mis kilos toneladas de amor en la recámara del dar. Usted Lorito fue entre Mabel y yo, esa flecha que atraviesa el corazón de los enamorados. Sepa que el amor de los ausentes es también fuerza de inspiración donde el amor permanece.
A la flauta, este mi medallón, suelta luz que ilumina la fábrica de repente, cual sí el sol se entrometiera. Y de tan inspirado creo ver entre los rayos, un coro de ángeles y animales, que juntos festejamos, por algunos gramos, mis quinientos kilos. Usted amigo mio, que sonríe cómplice con la sonata, podría explicar que sucede?
¿Que? Que han venido, el intendente, la gobernadora, y una comisión del libro Guiness de los récord? Que ya estoy nominado, que esto es una fiesta sorpresa de la bendita consagración. Gracias por el batir de palmas en pos de una cerrada ovación. Ahí veo al gobernador del Chaco vestido de cuervo que vitorea con las alas. Y tanta gente del pueblo aclamando con matracas y serpentinas, y espuma de carnaval de vívido merengue. Y estallan bengalas y la gente ríe reconociendo algo inmenso en el homenaje. Y una torta con crema en mesada de ruedas con rayos. Están todos mis seres queridos; solo faltando Moli, que empaña el círculo intimo; aunque para nada a la multitud de hinchas del gordo Ignacio Poncini,uhji, campeón que aparte desafía los albores de la inundación. Veo la rinoceronte Leticia que por fin descansa del carro auxiliar, y el macho con una corona de rey, más corneta de plástico, que hace sonar cual un himno bipolar, al ritmo de la respiración pausada.
Si la crecida no lo impide, preparen la capacidad de asombro, que mañana mismo comenzamos con los primeros viajes con repletos los carros de tierra hasta el zenit, desde nuestra chacra rumbo hacia el inmaculado bosque, que será el Aconcagua sembrado de plantines.
La mayoría de la concurrencia instauran con sus trajes de animales una fauna que remite a la globalización de la existencia, algunos en peluche suave, otros en plumas de en serio, igual que Mabel; con ropa encima, para no parecer crotos emplumados, o simplemente, peludos desnudos sin pudor ni escamas. No es acaso un récord tanta gente disfrazada fuera del carnaval? Otro récord aparte de mis quinientos kilos? Aquí Rita ayudada de Mabel, me arriman al proscenio de la balanza, mi traje de elefante, recién sacado de la tintorería ¿Que mejor ocación para estrenarlo? Y ahora yo que estaré acorde con ustedes para acompañar a mi querida concurrencia; y a Mabel, que cual ejemplo a destacar, escuchen, a sacado de la intemperie cruel a esta viejesita, que hoy vive con nosotros cual una más de la familia, infinitas gracias ángeles mios, estaré vestido de elefante en breve, parado en dos patas firmando autógrafos, también aplaudiendo la fiesta de todos dispuesto a ser fotografiado.

Es un tremendo vaiven de las emociones ver tantos falsos animales, y allí veo un grupo vestidos de langostas también, feliz de que allí esten en representación de tantas que he comido al pie de un sentimiento iracible. Ya siento estas orejas como parte de mi cuerpo. Gracias también por esta típica corona de laureles, símbolos del vencedor. Solo que ésta es una de velatorio. Tengo actitud de colosal agradecimiento y brindo, con esta botella enorme de champán, por la salud del pueblo y el bienestar del mundo. Hoy no, pero mañana prometo comenzar a adelgazar. Siento en mis brazos la fuerza de la fauna devorada, que voy a lograr convencer a mi voluntad hasta lo insólito, sacando de un bocado el pozo de un océano, y arrastrar el sobrante hasta crear un monumento donde un farol de niebla habrá de acariciar la luna con sus fotones.
Por prudencia, pido, demos por finalizado, éste para mi, hermoso evento que colma de orgullo mi ser, premio de la coronación del más gordo del Mundo. Que no vaya a ser que el rio que invade, por desventura no se ande con chiquitas, hundiendo la ciudad y haciendo reemplazo del aire por líquido, y así nos sumirá en hablar maldiciones soltando efervecencia. Gracias amigos por el reconocimiento sincero. Hoy nos aporrea el viento sudeste con corolario establecido hasta que la posta de otro viento haga reemplazo, haciendo cambiar los pronósticos como las paradoja todas; que una y otra vez vuelven sobre lo mismo y a empezar de nuevo; de quedar flotando únicamente las hojas y las jangadas con hacia la dirección a la desembocadura. Pero al salir vean con recelo aquella agrupación unitaria, que avispados de la nuestra desconcentración, van apagando sus antorchas en el rio, queriendo intimidar con la imagen del vapor que abrupto sucumbe al humo, además el estridente chasquido del deseso de la llama; que se va tallando un mensaje que subyase violento con promesas de ira, allí muy panchos flotando en barcas de clubes privados, con carteles que argumentan disparates: ¡Sepan que yo no cazé de un disparo, al elefante que llevo puesto! ¡Murió de viejo! Entonces temo que las aguas lastimadas nos tapen antes de lo previsto, pues el viento ha de soplar en un sola dirección, ofendido por el desagravio, con la fuerza de un tsunamis rioplatenses, pues dios mira, escucha, y se expresa por medio de la naturaleza militante de su partido.

8-Joe:
Estimada señorita Rita, por favor, tenga a bien aguardar ser atendida, mejor vaya para la zona de las jaulas y entreténgase en darle de comer a los animalitos, enseguida la llamamos; necesito estar a solas con el padre Fulgencio, que debo derimir cuestiones muy importantes; que a lo mejor atañen a nuestro futuro destino ¿Que, que los camioneros se han robado los fardos de alfafa? La que nos faltaba, bueno depués hago inspección ocular, entonces simplemente aguarde allí fuera. Padre Fulgencio, la tengo en la ganchera. Está mujer pareciera estar afectada de radioactividad que tiembla cual una chicharra. Aunque a decir verdad, no son pozoña, ni en balde, ni exagerados, esos chascarrillos que corren sobre los efluvios estomacales del gordo Ignacio. Este hombre erupta cual espeluznante volcán en celo, donde los jugos gástricos vendrían a ser la lava, que fusionados con los ácidos úricos le dan virtudes nucleares a esa infección que emerge furibunda del estómago; múltiples desechos que emanan invasivos de esa panza con forma de montaña, adquieren un poder extra gracias al centro de gravedad que anida en su alma, que estableciendo una lucha feroz con la gravedad del planeta, en guerra intrincada de atracciones cruzadas, en empatía con los magnetismos propios, imprimen dicho eter estómacal de morfología intrincada, que de garabato a hechuras múltiples crean seres en exentricidades bautizados vida; la propia atmósfera recibe esa energía densa, libre de veneno, que no hace daño a terceros, pero que si salpica el paisaje de ingente disgusto; hasta`pudiendo forjar del horizonte la extensa linea recta; que él metaboliza alegremente y entre todos esos factores transforman en insectos o cosas puntuales. Y fíjese que loco, luego expuestos al fuego, hechos llamas radioactivas, curiosamente, por suerte, una a favor, no intoxican al chef de turno, ni a los comensales, que no quedan las comidas para nada de pérfida contaminación. Por ello estaría bueno que hagamos fabricar un globo, con sonda en la panza, a propulsión a eruptos, y mandarlo de una para la estratósfera.
Yo prismáticos mediante, es como si estuviera de copiloto de Ignacio, por medio de la telepatía, tratando de convencerlo que deje a la hembra rinoceronte descansar un poco del carro, que está a punto de dar a luz, nada menos que a un tercer tesoro de la humanidad, con decir que si muere aumentará el riesgo país; o de los tapetes de las damas rozadas saldrán cruces verdes que nos ciegarán los ojos; que pareciera que de ese ínfimo número tres no podemos pasar adelante, pues de seguro antes sucede algún evento malo que lo impide. Es un chanta pufi, un farolero, sobre un montoncito de tosca dura, donde instalaron una tienda de campaña, con un par de bidones con gasoil, hizo colgar un pasacalle que dice: El campamento de las topadoras. ¿Viste? Con la laguna ya casi terminada igual pesa trecienos kilos, no está pudiendo cumplir con las promesas de la campaña. Mejor cierro la cortina que no puedo observa maltrato animal sin sufrir muchísima indigación. Gente pobre de la zona se acerca a querer comer, hay otros animales al asador. Ya no sé bien cuales son los míos, o los que él compra a mis distribuidores. Mejor voy a cerrar las persianas también a si no veo nada, y hasta mañana no las abriré.
Oh, allí veo al carro que arrastra la desdichada Leticia, que rebalza de tierra, humeda de la lluvia, con las ruedas que parecen pantuflas. Cuando por fin la inundación el pozo llene, de renovado paisaje, me ha de quedar el lago sobre el límite de la reserva, vamos a tener que alambrar nuevamente pero con cerco de mayor altura. Esta gente son todos gastos extras. Ahora él mismo compra, a mis agentes federales, los animales que luego manduca a mandíbula batiente, aun a expensas de estar a dieta, siempre generoso con el bien ageno, comen juntos entreverado con la población de carenciados, en holla popular donde cada vez asisten más saparrastrosos. Volvamos a lo nuestro, que ésto retorcido igual da paño para recortar y recordar a cada momento. ¡Eh! ¿Que ocurre con ese estruendo? Como en trifulca callejera los choferes se disipan, y disparan de al lado del gordo Ignacio. Que le dije Fulgencio, a eruptado nuevamente, que sin ser granizo de caracoles, del cielo caen un montonazo de piedras de gullo. Ah, basta de mirar porquería, a esta película ya la vi.
Usted me cuenta que finalmente no es sacerdote, sino un simple monagillo, y que la carrera "ésta", de falso cura comenzó justamente en aquel fabuloso casamiento tan exótico de los Poncini, pues los auténticos párrocos locales, te pusieron a vos en reemplazo de ellos, pues no podían hacer consentir ante dios semejante despropósito. Quiero que entiendan que debí guardar silencio de mi amor hacia ella pues en aquella ocasión me declaré subyugado pero no me sentí correspondido, permitiendo luego, acobachado en un rincón, que se casen sin oposición.
Todo el mundo sabia perfectamente que Mabel estaba atrapada en el traje de oso. Que inclusive aquello fue un accidente de tipo fatalidad; pues su adorable identidad quedó postergada absolutamente bajo el cuero peludo del ursus americanus; y que el atuendo es propiedad de la reserva, pero ella se lo colocó jugando para coquetear conmigo, y a reglón seguido, al encuentro virtual con su marido, éste bestialmente la ató de las patas y la arrastró, al galopar enérgico del rinoceronte, por largo camino; y que por la sangre cuajada pintada al cuero, quedó el atuendo del oso adherido.
Aun así en la catedral continuaron la farsa, con usted Fulgencio como falso sacerdote, incluyendo las confesiones que Mabel hizo a posteriori vestida de oso. Que se le hacía muy dificil convivir con alguién de personalidad tan expansiva. Que una vez liberada, y en vías de resolución factores impostergables de la coyuntura, tenía pensado huir para siempre. Igualmente Fulgencio, hizo muy bien en soslayar el secreto de confesión, y venirse hasta aquí a contarme la verdad del rompecabezas; sin hacer gestión de superiores, puesto a la vera de la propia inquisición. Y por ello vos querido amigo, que hoy gozas del sueño de la juventud, cuando hayas terminado de gastar el último rastro de antioxidante celular, el cielo te ha de premiar con el eterno paraíso. No es para nada fácil tener que aceptar un destino tan alocado sin que estallen las emociones formando ideas, que luego en acciones transformadas vayan a transgredir el remanso del bienestar impertante. Aun preservo indemne en la moderna autopista del cerebro mio ¿Por que sabe la tube que remodelar en lo de la psicoterapeuta? Transitando lozanasas algunas neuronas intactas, otras, cual neumáticos, quemadas en la banquina, y parte de la inteligencia puesta a rearmarse en otro carril de la colectora, aguardando el guinche del automóvil club, que con puente de batería avive el chisperío, para que juntas puedan asimilar lo sucedido y continuar pensando aunque sea un poco. O sea que Mabel es, desde aquella memorable coronación de los quinientos kilos, la escúalida Rita, hasta hoy aguardando safar del cancer no bien pase algún autobus de los milagros, que santamente espera afuera para ser embalsamada en algún espacio libre que quiza quede de alguna sede del purgatorio en tierra; cual si hubiera acudido a un fiscal protector, en su eminente necesidad de defensa, y amparo. Entonces Mabel, una vez liberada, gracias al sacudir del cuerpo flaco, fue con la osa Moli, desde antaño el animalito hembra metido dentro del atuendo insigne del oso macho, y despavoridos los jerárquicos de la basílica de Luján te ordenaron a vos nuevamente, tomarle confesión en el confesionario, permitiendo que ambas estuvieran allí juntas, pues claro, no se pueden separar ni un minuto, al resgurdo que la osa disfrazada no provoque desmanes. Y en el retablo mueble hablando Rita de costado, con usted de confesor, por fin supo quien es Mabel, la vieja raquítica que lidera el absurdo binomio. Y entonces la pregunta que cabe es: Y donde está ahora la osa disfrazada de oso.
Uy, no, a caído. La visión de los ojos penetrada de lenticular película, escalofriante jadeo refleja en las retinas, que pasmados los sentidos sueltan furia de las venas bordoses, la rinoceronte Leticia está pariendo, balnaceándose colgada de las varas del carro, que apuntan al suelo, asistida de Ignacio, que tira del borrego cual si tuviera puestos borceguí dos números apretados. Diga que el gordo está de rigurosa dieta sino apostaría a que se come la placenta. Y para terminar la odisea de la película ésta, de cero estrella de la crítica especializada, que se proyecta inocente en los círculos empañados del catalejo, sumando colmo de los colmo al final de lo nuevo que viene esperanzado, la madre muere de un síncope cardiaco. Quizás no, seguramente feliz de librarse de ese monstruo opulento, contumaz de agape permanente, bruto con rostro de filósofo griego luego de hundido en baño de sales aromáticas; es evidente que a perecido, que estiró las patas como dice la canción. Cierra las persianas muchacho.
Mira a este castigado por los hombre, arlequín de la chacota, supongo que por amarrete, de buscar en los supermercados dos por uno de meraderías estacionadas para estirar con ofertas el bapuleado sueldo. Entonces debo tener de reserva moral paciencia infinita, y amar perdones, y llora a destajo deplorando la risa, y serguir confiando en que el pito catalán del destino se forge en artritis, convirtiendo mi pena en deleite de pasiva recración de viajar en carruaje funerario, revalzado de coronas con mi nombre mal escrito ¡Pues me quiero morir sin que nadie se entere, y luego quedar reducido a nueva felicidad en algún cantero! O de última quedar incapacitado en tétrico nosocomio en silla de ruedas, antes que seguir en este laberinto de terror a cuenta regresiva donde el cero es el abismo. Yo no quiero matar pues simpre quise ser tibio, gris claro, liviano, anodino, híbrido, y aun enclenque lo deseo, en tal caso pasar desapersivido para la historia local (estese seguro que al sitio no le han de faltar guardaparques de recambio ) aunque con todo lo obligado que me siento a intervenir en favor de la justicia por mano propia, prefiero elegir remontar al gordo del fundillo hasta alcanzar la pobre luna. El rinoceronte por fin a salido ayudado por Ignacio que lo sigue tirando de las patas hasta meterlo en el carro que dejara la madre. Pero la madre murió como consecuencia de y es un peso muerto. Para remedio del insatisfecho disoluto, ahora alzan a Leticia en una topadora; más el Ignacio ese insiste en colocar al cachorro aun sucio a tirar del carro, el rinoceronte suelta una lágrima que parece chiche, la llevarán al campamento a carnear abriendo la panza cual un pez; ay, ay ay, pero la tentación les maneja el alma y mejor la carnean en la propia pala de la topadora; y festejan todos como un gol de triunfo sobre la hora. Ignacio hombrea el carro y arroja la tierra al pozo; al instante alguien le alcanza un cartel que dice: taxi. Volvamos a las capuchas y las antorchas, pero esta vez con palas para cavar su fosa. O no, mejor prefiero remontar por el cielo a ese inmundo gordo forajido. Como puede ser que un solo ser humano precise de un ejercito de soldados para él solo, que lo mantengan a raya de lo insólito a propagar.
Ah, pero de entre tanta oscuridad colorada, he reflexionado sobre esas ultra fogatas que arden encendidas tanto tiempo, que ni el abundante agua las puede apagar, ni tan siquiera que mermen un poco. Vea Fulgencio, vea, en una cocina a leña encendí una patita finita como una aguja, solamente, de la langosta radioactiva con color de mariposa que encontré y hace una hora que la llama arde a la misma temperatura, entonces se me ocurre, juntar algún resto de lo que despiden los eruptos, fabricar una nave y remontarlo al espacio. Tu puedes ayudarme dándome aliento, consintiendo castigar al soberbio vandido ¿Vio Fulgencio como las galaxias son de una forma de espiral, bueno así es la fila de cientos de cabezas de ganado que se expanden por la laguna, vaya a saber por que motivo. Arden las fogatas en el pozo, dando la vuelta por toda la ribera.
Hoy para mi, los paros de camioneros y del campo, son un decreto de indiferente pariedad en mis emociones, y lamina de dibujos las reuniones populares en derredor de muchas hollas, más una silvatina ensordesedora la amplia fauna decapitada sobre tablas de cocinero donde desovan las moscas. Aunque las fogatas ardiendo exesivas bajo el paño rojo de la carne, intrigante enigma de mi tajante soledad, anclan en mis ojos cual un pellizco, mientras que frente al frenesi del gritarío, impotentes mis oídos somatisan puntadas.
Ah, pero entonces Mabel también le hubo chimentado la estrategia del plan para escapar (Mire como será el nivel de hartazgo que hipoteca sus bienes a favor del invasor) que la osa Moli quedó en el campamento de las topadoras al cuidado de los maquinistas, y que ella rajó hacia aquí como parte de un salvoconducto antes de huir hacia el exterior. Es mi amiga, no lo puedo permitir. Fulgencio, escuche bien lo que le voy a decir. Quiero que usted, en ceremonia breve, muy por encima del protocolo, nos una en matrimonio. Usted diga rápidamente: Acepta como marido a tal y tal, que yo contestaré por ella; y lo propio conmigo sin decir tanto nombre, y yo diré de buena gana: si acepto, más luego agregaré: Entonces nos declara marido y mujer; y vos respondertás con la cabeza que si.
Llámela con los dedos y vea como la descubro ¿Sabía? Mi padre quería que fuera sacerdote de verdad, plasmado en santidad, pero yo veía que me atraían mucho las mujeres, y desconfíe de mí, sintiéndome inepto para esa tarea de tanta resposabilidad moral. Uno debe evitar las situaciones super negativas para no tener que llegar al extremo de matar por necesidad o defensa propia, pero como hago yo para evitar lo que se cuela hasta en la intimidad, el sitio privado, y te agrede una y otra vez. Antes de hacer lo incorrecto se debe efectuar una pausa, antes de hacer el mal hay que pensar en las consecuencias. El destino es de dios ¿Sacando la gente mala que otra cosa mala existe? Ninguna, la mala suerte, los rayos, los cortocicuitos. Para los Espinetos la muerte es algo reservado del destino. Matar es hacer morir; poner en boca de dios cosas que él no pretende decir. Estando en el sitio exacto donde debo habitar mi vocación, soy un exponente de la alegría que vive amargado. Hay gente que habla todo el día de matar, a lo mejor nunca lo hacen, pero se entrenan y están mejor preparados con la guardia del boxeador alzada. Solo quiero ser participe de algo que esté al servicio de la diverción, la cultura, el entretenimiento, el esparcimiento de las familias en domingos inolvidables.
La lluvia es mi carcel. Del acuaducto llega limpio el sobrante de la ciudad, pues pasa por unos filtros, que bañan suave el suelo extenso de tosca dura. Debo reconocer que el entubamiento que sale desde la propia catedral y luego se ramifica hasta llegar al pozo, está de diez; y orondos sobre la capa de barro crecen tiernos pastizales. Para colmo igualmente algunos animales escapan de la reserva hacia esa seudo cancha de futbol sintético donde en trampa mortal se sienten libres. Anoche llovió e igual las supra fogartas quedan indemnes mega encendidas; recuerdan a bagres gigantes del rio. Los animales pastorean en el mismo lugar donde son carneados y luego asados. En un sector del campamento acumulan los cueros de donde salen los disfraces. De la sangre se hacen morcillas, que luego comen frías antes del asado. Los propios choferes municipales de las topadoras adosan carne vacuna que llevan junto con damajuanas. Manejan borrachos y chateando con los celulares; dudo que haya mucha diferencia con el infierno.
Venga, pase. Hace lustros que se abolió la esclavitud, que hace atada al carro del hambre, al atestado descomtrol de la anorexia, en la antiguedad del suplicio que usted renueva como electrones; debería dejar de residir en la horca de la dependencia. Tiene muy cerquesita un salvoconducto esperando para ser libre. En paquetes anudados para regalo, un cúmulo de latidos de un corazón que estalla en la membrana de su aura; bonos que cotizan en el mercado de la felicidad endosados en su cuenta. Abandone ya esa pasividad que le impide usar el humor en favor del afable júbilo. Rita vamos, usted dice que no come por que Ignacio acapara todo ¿Que es Ignacio para usted? Haga catarsis y explote en coraje nuevo. Dice que está acostumbrada al hambre, ah, pero como se puede acostumbrar uno a eso, vamos coma de ese mendrugo de pan. No le interesa, Ignacio no está, yo no le habré de convidar nada. Mire al padre Fulgencio lo que lleva brillando en esa bandeja. Ah, el coala le alcanza uno. Muy bien, agarre no más, epa, no hace falta que acopie para mañana. Esta es tu nueva casa. Ah, a mis ricos pasteles no te resistes, te saltan los ojos y el cuerpo de exultante alegría. Tu eres Mabel, deja de mentir, fingir, el padre Fulgencio me ha contado todo; lo que tu vestida de oso le confesaste. Hola Mabel, mujer de los mil dias de ursus americanus, ríe al fin sin temores que aquí No estamos en un velorio, todo lo contrario. Me parte el alma de pena verte famélica, flaca como un palo. Cásate conmigo, ahora.
Mabel, aquí presente, no por casualidad, tenemos el instrumento ilustre impresindible que nos ha de unir en sagrado matrimonio. El joven padre Fulgencio, nuevamente pero esta vez en serio, con los abales necesarios, de haber consagrado ya mútiples nupcias, incluído tu dudoso casamiento con Ignacio; En la propia basílica de nuestra señora de Luján, consagrando en bastuismo a ciento de fieles. Entre folletines cultos de teología inperecedera, que al padre Fulgencio le rondan por la cabeza como pajarillos, en su devoción santa y debota, ahora mismo, al amparo de sacramento legítimo, en ceremonia sencilla y breve, sincera pero poco hablada, por fuerza mayor a domicilio, nos ha de unir por siempre en sagrado matrimonio, ante la dicha de una felicidad estable, o en la posible adversidad repentina que te postra.
Tengo aquí en tarro de ají molido, los anillos de casados que de mis padres fueron; desde pasado inmemorial que ni el tiempo mella, orgulloso de mi, que desde ahora mismo continuarán en esta otra bella historia de enlace eterno; en la prórroga de un tiempo de nuevos afectos. No por falta de presupuesto es que he elegido estas sortijas de tanto valor emocional; es sino por equilibrado sentimiento de amor, hacia la persona que hoy pasa: de ser amiga a ser mi esposa ¿Vos Mabel Azucena Amalia Quereida, me aceptas por esposo? Si, gracias al cielo, y yo también me declaro tu marido, hasta que la muerte nos separe. Padre coloque éste anilllo, aunque más no sea en el dedo índice, que aun del contacto con el condimento el oro brilla de una peculiar opacidad ecléctica.
Oiga, miren, allí viene cual tromba el gordo Ignacio, mitad sonriente y el resto enfurecido. Esposa mía, en nombre de Rita haz de vocero, dile que por un tiempo Mabel busca refugio en sitio más tranquilo, un spa o algo de tipo comunidad hippie, y sin demasiado elogio has que se convenza, y que sienta la contención que algún día volverá.
Pobre Mabel, que escracho, no ha quedado ni exiguo rastro de aquella esbelta princesa, nada. Haré que deje de estar transparente, con esa estampa social del ser acabado. La gente piensa, ella apenas si respira, sus ideas son como hojitas expuestas al viento pampero.
De matrimonio sagrado, ilegítimo, pues en lo civil hoy por hoy te dejan casar con una lombriz, el Ignacio ese, se propagó sobre Mabel cual un voraz incendio, que paulatino fue aplicando feaciente censura al libre albedrío, de placebo con importante fachada de niños bien; cuando agazapada se encontraba extendida una dictadura matrimonial de asignar silencio y calvario permanente. A cambio, el opulento jefe esgrimiendo una destreza integral que le otorga chapa de super hombre perfecto. Y ante la inmejorable oportunidad de delegar responsabilidades subalternas; creando resignación en la pobre santa, un llano pasatiempo rodeada de billouterie, con efectos de una falsa ilusión de transitar por un camino de margaritas, paseo de caperucita muy entretenido, cuando la realidad indicó que se trataba de una vida tediosa, que pacientemente soportaba con el sostén del cuerpo. En apariencia de un porvenir despejado de contratiempos, que se trató de una trampa de quitar el espacio de uno mismo, como para que deje de ser una incidencia molesta, a la vanguardia de un razonamiento progresista de metas inalcanzables; pero que eficientemente sepultó a Mabel en la madeja de un cruel atolladero; que al final termina por fulminar al involucrado. Esto es de lo que Mabel se dio cuenta a tiempo, y donde comenzó una ardua lucha por escapar, primero del traje, más luego del propio sastre, teniendo que bajar de peso hasta quedar hecha una escoba, más enseguida huir despavorida de la fuente del mal. No se debe ser pacato ante el desamable descontrol del agresivo, mejor hacen los que confieren castigo por mano propia, con los adeptos en la palestra, y aquellos afligidos compinches del bruto, expuestos al son de una contienda.
Fulgencio, quisiera mandarlo al cielo, que cruce el espacio y por último quede dando vueltas enderedor del planeta. Vamos a fabricar una cañita voladora gigante, propulsada por sus propios suspiros, y de ser posible hacer que remonte el aire hasta chocar con la luna. Será un aliciente, pues siempre estará metido en los recuerdos. O quizá fabricar un cañon convencional y hacerlo estallar con esos vómitos cual el plutonio.
Epa. ¿Que hace usted aquí dentro, sin permiso, en mi casa, entrando con rudeza, dando por sentado que nuestros corazones funsionan de igual modo que en un entrenamiento de astronuatas. Para no errarle a lo reverso, soverbio de si mismo cuando debería estar golpeando las palmas desde la entrada. Superlativo aunque desautorizado, sin gesto de bienvenida; descarado, de talante demoníaco entrado de sopetón, en el flásido clima hogareño. Estoy arto de ver mis animales que se resisten a la daga, para luego ser carneados; diga que una vez cocidos no pueden hablar, sino como en la propaganda andarían las salchichas suplicando clemencia. Retírese de inmediato. Mabel se ha ido, ya no se encuentra aquí. Deje de revisar la reserva. O hagamos al revés, con Rita y el padre Fulgencio nos retiramos nosotros y lo dejamos que busque hasta quedarse convencido. Fue deseo de Mabel que Rita se quede a vivir conmigo. Vamos ¿Y esto? ¿Que hace Moly entrando despreocupada? Ma fangulo nosotros nos vamos a ponernos a resguardo.
9-Mabel:
En confirmada pesquisa de sabor caduco; en nuestro universo donde nada es renovable, en que lo renovable es una manera de mencionar lo que crece cual uñas y cabellos, aquí el liberalismo debe reflexionar si conviene una cultura de consumo voraz, entonces recién ahora discierno las claves de una problemática sustancial, acerca de la indiscriminada tala de árboles en el mundo, donde como concecuencia aumenta peligrosamente la temperatura del planeta y ustedes pobrecito quedan desalojados del extinto bosque sin otro refugio que el desamparo, a la vez que son comercializados cual esclavos de cuarta categoría; salvo raras exepciones, en poco menos dinero que baratijas del mercado de las pulgas, a lo bruto y sin controles aduaneros. Más por ello, mi ave gigante, exótico amigo, eterno compañero, por diferentes circunstancias vivimos cruzados en la reserva, en lo de Joe San Luis Espineto, aunque debiendo estrechar vínculos de manera subrepticia; no se impaciente, ya vendrán tiempos mejores de donde iremos a marchar sin ocultarnos haciendo pito catalán de los estúpidos prejuicios; bueno mejor entonces, que con el bosque pelado, sin posibilidad de renovarse, donde iría a dormir mejor que en la reserva, ojala nunca lo vendan. Mejor será que la mafia haga plata con esa tigresa de bengala sensación del momento, que cual reina vino en la misma partida que vos, y que según escuché vale como el pase de Lionel Messi; mejor disimular, mejor disimular y que los delincuentes éstos no sospechen que sabemos tanto. Parece mentira cruel que el rey de españa por cazar un elefante haya tenido que abdicar al trono, y estas bestias compran y venden sin importarles un rábano si por ventura sobreviven a entornos de dudosa calidad. Ah, pero tenga cuidado con los exabrupto del Ignacio que en una de esas se lo vaya a devorar; no, pare, fue un chiste del momento, ande tranquilo pues hoy por hoy está de rigurosa dieta, y para mañana ya se ha fijado otra meta distinta, que nada que ver con las indijestiones pasadas. Aunque a decir verdad, conmocionada de estupor aun sigo maquinando angustia, compunjida nuevamente viendo desde la lejanía como mi príncipè azul se tuerce del hambre, habitando marchito y triste, carro a carro arrastrados por rinocerontes, queriendo comerse hastas las florcillas de la orilla.
Embuída en maquinación quisiera saber: ¿Con la telepatía de Lorito alma del cielo solamente es que por momentos logra hablar y ser inteligente? ¿O estoy atorada en una tramoya de una broma que me tiene emboscada en callejón de súplica? Me pasa que asocio tamaño con inteligencia y enseguidita me figuro que los papagayos de arriba de metro y medio de altura entienden el idioma perfecto, que hasta pienso deben tener un legado oral parecido al castellano, que nosotros desconocemos pero que lo tienen lo tienen; y sino para que portan una lengua como para la vinagreta. Algunos dicen que a diferencia del resto de las aves que existen, los loros en especial tiene capacidad de reproducir sonidos del habla, cual arenga del capanga, de tantos siglos de comercializar legumbres portentosas y exclusivas, negocio que de a poco ayudara a desarrollar una lengua en serio con forma de gusano, por el hecho de hacer valer cual moneda las semillas peladas, que como burgeses luego venden a los otros pájaros, vigorizando la ganga con sonidos perfectos cual avisos comerciales. De prurito viviente necesitada estoy de saber de dicha elocuencia ¿Me lo podrían confirmar desde el cielo? Otra menos complicada ¿Como se llama? Que tonta, porqué habría de tener un apelativo si solo repiten y nunca nadie lo ha de vocear por su nombre. Entonces yo lo habré de llamar Enorme Lorazo Verde Esperanza.
Eh, pero pare un poco, que aquí estamos en una confitería de lujo y no en la pampa húmeda. Oiga vecino y compinche ¿Es que hoy no se ha conectado con la base espiritual de nuestro amado lorito, siempre tan mencionado en mateadas y tertulias cotideanas, si hasta una cumbia muy popular existe en su honor? Vamos conéctese mente a mente y verá que aun le sigen dando instrucciones desde la diestra del todopoderoso. O sea que si no fuera por la inteligencia de Lorito conectado a sus neuronas, apuntando desde el paraíso, usted sería un loro bulgar que aquí mismo en vez de volar arañaría. Pero aun siento la patraña mental de si lorito cual ángel le hubo reemplazado el alma, pues, con duda, insisto en razona en quien podría estar interesado en nosotros aparte de Lorito, mi adorada palomita mensajera? Eh, no se sacuda como en el desierto que acá prima la educación, que remite a lo suave y previsible; por favor, a menos que sea lorito, mejor no intente repetir lo que hablo, preste atención, y estese en silencio. Aunque ahora mejor conviene ser buenos inquilinos temporales del egregio restorán, entonces portémonos bien y actuemos en consecuencia a un festejo memorable ¿Sabe? De estar redomada mascullando vivencias de esta sita tan esperada, presiento un ahora mismo tan conmovedor como la gloria misma que depara salvar a alguién que se está ahogando, y conoce muy bien usted de eso, que deseo agasajarlo con mucha sonrisa en la cara sin que el humor se vaya anidar en triste despedida; festejar y festejar aturdia de amor de amigos eternos. No se me asuste Lorazo Esperanza con facha de una atlética persona, que si estiré el brazo para estrecharle la diestra fue por recordar las bromas que como receta solicitaste que hiciera e hice. Un poco de lástima me dá saber que sea otro papagayo diferente de nuestro extinto Lorito, pero no tanta pues siendo así, aunque ave verdadera, voy sumando amistades valiosas, de carne, huesos y ahora plumas; aleluyas varios de saber que en comunión con la mente de Lorito Poncini, a la diestra del todopoderoso claro, en instrumento de oración telepática, en global enterarse del trance complicado de mi destino de porquería, injustamente lejos de ser correspondida con aquella suerte vital que debiera ser costumbre, azotada con grande carga de sucesos adversos e impracticables, entonces por fin calzada la brida en la conciencia del bien supremo, ajetreados interceden como para que mi vida deje de ser una riestra de ajos en mal estado, gracias doy al cielo que acciona en mi beneficio de un todo permanente muy conectado a mis percances, permitiéndome safar del mal del oso hecha una lombriz prometedora, y por sobre todo, enorme agradecimiento hacia usted, que aquí la copa la alza el campeón, que se traduce en una voz interior insistente de rendirle pleitecía, arrodillarme si fuera necesario, y en hacerle regalos.
He tenido todo tipo de sentimientos de exentricidad ilimitada, aunque ahora por fin, guarnecida estoy en las entrañas del cielo, con usted de policía custodiando mi destino para que nada ocurra de negativo, vendría a ser la circunstancia más alocada que por mi pretendiera. Eh, pero pare un poco, no se enoje con los mozos que no me han hecho nada malo, tenga paciencia, ya vendrán con más alimento. No gracias, mejor los maníes, el pan y la manteca, los coma usted. Vos si que cuando pichón habrás tenido contaminado el nido de vitaminas que te hicieron crecer cual árbol. Cuando las cuestiones de fuerza mayor se fueron impregnando de tremenda vergüenza calificada, fui como quedando aletargada en un más allá de los postergados, y de alguna manera era invisible personita supeditada al hermetismo absoluto. Pero de la tanta oscuridad inquisidora existía una esperanza concreta entrando como un filamento de luz divina, que me otorgaba una ilusión única, un handicap prometedor, sus amables consejos e indicaciones precisas acerca de un solo modo de escapar, quebrar la costra del cuero temblando de risa, más con hambre ayudar a reducir el espesor y así separarme del cuero interior unos centímetros apenas; pasaba la vida queriendo zafar y escapar, respirando solamente aire caliente lejos de ser silvestre, y así comprendí sus recomendaciones y las puse en práctica, al son de esa libertad divina que tanto anhelaba conseguir. Gracias guía y maestro mio, consejero de alas sin manos, de sabiduría que circula espontanea cual idioma de acción y revuelta sin roña. Pero atención que han pasado los aluviones de la desgracia y aun prosigen los efectos del mal circulando, lejos del hogar durmiendo con un esposo impostor, aunque con las mismas pretenciones que el legítimo; vaya quilombo en que me he metido, con aquel inolvidable pico máximo de éxtasis y turbación justo antes de contraer nupcias con el Ignacio por civil y por iglesia vestida de ese oso podrido cual miriñaque peludo en la existencia toda. Aunque si de preferir se trata, elijo esto de ahora que ya va agotando la dicotomia del yacimiento natural de la rareza, donde de a poquito logro encontrar nuevamente pizcas pequeñitas de cosas que cuajan con la magnificencia de lo simple, entrando a tono con la cultura de lo cotideano como el resto de los mortales. Y así se van instalando nuevas, sumadas en fila, diferentes emociones, encontradas y afines, o de ha pares convinadas, pero normales, pues en poco más de un par de abriles agoté todo lo atípico existente. Las cosas que padecemos en si pueden agrandarse peor, como el agujero de ozono, o estirarse como tristeza de goma en el letargo, tal vez encojerse en la soga como prenda ordinaria, subir para arriba por la indiferencia irremediable, o bajar para abajo como la columna vertebral con el paso del tiempo; en el mejor de los casos habitarse muy oronda en la cumbre del reumatismo sin conflictos con la osamenta, o en el peor como el mio, quedar clavada la desgracia en el centro de las entrañas y estrellarse el orgullo en el suelo luego de una caída estrepitosa y absurda. No es que después del mucho paso de tantas vivencias normales, por óxidación, letargo, o falta de costumbre, se vaya a producir un desplazamiento dramático del infortunio, las desgracias yacen agazapadas y ocurren en cualquier momento, más por ello aun atolondrada tengo el estupor temiendo de enderepente volver a saberme prerpleja e impotente. Y enclenque de nuevo soy Mabel la que quiere recuperar el mando de todo, más nunca más esa atormentada Rita, que ya fue de mi vida, pero que aun persisten los ecos de los que me rodean que repiten lo mismo, parlantes poderosos que me sacuden los tímpanos cual vendavales. Resumiendo, lo mismo que le digo a Joe te digo a vos, lo primero, debo recuperar mi lugar en la estancia; arrinconada e intrigada de saberla en los últimos retoques para ser poco menos que un océano privado, de ignorar sin en la encrucijada gane o perdí; que con los grifos abiertos solo falta que la marea vuelva a invadirnos y se dé por inagurada. Soy mujer hija de inmigrantes gallegos, con mis ancestros arrivados por poco en calaberas, antes de la conquista del desierto, que jamás habrán pensado que esto sería algún día un inmenso espejo de agua, con las casitas de los peones bordeando la costa; y con todo no debo borrarme como una adolecente con sin otro origen que la existencia. Ahora sintendo en mi imaginario un hervidero de ideas renovadas, imágenes sin desgaste, sueños sincronizados con la realidad presente, anhelos convertidos en responsabilidades juramentadas, algo que trascartón estaría muy potenciado por la pasión propia del origen de nuestros antepasados. Sin embargo esto nuestro pone algo de realismo a la paranoia, pues ahora escapé ilesa y estoy medianamente feliz de ser de nuevo una paisana en transito hacia lo nuevo prometedor. Sepa que la reserva natural de animales donde estamos alojados, en principio pertenecia a nuestro dominios pero luego se lotearon los campos y así quedó delimitado, con un bosque lindero guacho que remite a la patagonia, que fuera vendido a una familia que misteriosamente se la tragó la tierra, o tal vez los mismo indios enfurecidos por la expropiación los liquidaron.
Con todo y propina, no deseo que el Ignacio se me escape, pues todavía tengo intacto el empecinamiento amoroso mezclado con la valentía de enfrentar al mundo así altibajos; No me niege que arreglada, maquillada, peinada y limpia soy de nuevo una señora de respetar, es de estar sorprendido de verme recuperar mi antigua apariencia, que aun todavía, como para ordenar la batahola del despiporre, debo ocultarme en una estampa de mujer escuálida. Y joe que primero me aborrecía ahora pone sus ojos con otra mira.
Ah, pero igual la cosa sigue dando paño para recortar, que el Ignacio se ha fijado otra meta a conquistar nuevo record, de hacer llegar las orejas que toquen el piso, y ya mismo se ha puesto yunques en los óbulos. Fíjese ésto, en el silencio y en la distancia, usando la telepatía como los animales, casi susurrando le recomiendo mejor, aprovechando que el pozo de la laguna está vacío y super limpio, caminar pegado a la orilla haciendo rozar las orejan en la costa, y chau pinela a tanto estrambótico devenir. Mi marido genuino tendrá que aceptar dormir en el granero, y continuar la dieta hasta alcanzar los kilos primeros, metido debajo de los aparejos que aguantan los fardos, que donde me distraiga lo andará llevando en las orejas, cual gandul fascinado por los persing. Pronto irá a emprender junto con la gesta de estirar las orejas, una caminata a la cordillera de los Andes, desde aquí hasta cruzar el famoso paso fronterizo que inmortalizara la lucha por la independencia. Empero habrá que esperar pacientes pues dicen los vecinos que por el atrazo de no poder bajar lo suficiente de peso andubo una semana sin comer siquiera una huevo duro, y que en dicho trance de hambre por momentos se convertía en una sombra de si mismo, aparecía y desaparecía. Que hombre que se metió cual el bichito de la devoción por dios, que lo tengo entre las estrella de Holliwood, que atesoro cual Nazareno. Una cuando queda embarazada solo desea que el hijo sea sano, que nazca sin malformaciones, pero en cambio la gente se empecina en desfigurarse; Ignacio fue cambiando tanto que a mi se me llenó de incomodidad el alma; no por dejar de amarlo con pasión, sino por estar metida en una historia muy alejada de mis ilusiones. Y ahora esto de las orejas...caminar no tiene contraindicaciones pero hacerlo engrapada la audición de fierros, eso si que es malformarse.
Pero nunca habré de olvidar que gracias a sus consejos logré escapar del traje. Nos encontramos en esta confitería donde suele venir mucha gente disfrazada, cuando terminemos de comer quesiera que me lleve a dar una vuelta por el aire. Suerte tube antes cuando el traje de oso me protegía del aura de mi glotón marido que soltaba rayos equis, junto con la polvareda del tenaz propósito de llevarse el mundo por delante, arriando tierra como chocolate, comiendo animales como pochoclos. Quiere bajar rápido de peso pero ha podido la mitad, que igual es un montón de presión menos para los allegados a la chacra, pues ellos tambien sufren del vendaval que se arremolina en su enderedor. Es ciclón al roncar cuando duerme, y de su boca abierta aun desaparecen moscas, mosquitos y arañas. y si erupta sale de todo menos aire de la barriga. Hasta que vos llegaste todo estaba patas para arriba: El tal Fulgencio, cura que presidiera las dos bodas, en realidad se llama Alberto; la verdad que me cayó como malaria, Centurión de apellido y resultó ser un fiasco, no es para nada un religioso previo seminarista, sino un preso cualunque en condición de libertal condicional, que debe cumplir en la iglesia con los pasos de una probeishón. Y resulta que el muchacho ahora sufre de delirio místico y quiere ser cura en serio. Otros dicen que quiere pertenecer al staf de la iglesia pues si incurre nuevamente en delito y es regresado al penal lo trasladen a un pabellón menos agresivo.
Pronto, debemos volar y regresar al campo, soy alguién importante y no puedo abandonar mi laguna gigante ayer chacra de arriar animales, oculta en una identidad de compromiso, improvisada historia que debe dejar de ser una verdad absoluta, cual aquella mítica holla inmensa del pozo donde se cocieron mil cabezas de la brava confederación general del trabajo, y además medio zoológico de mi actual segundo marido, nuestro guardaparque Joe que dice ser dueño de todo allí, pero que sabe que juega a seguir para adelante y en mi ayuda. Aguante el monumental acueducto, bendita realización pronta a dar paso previo al paso del agua de la abismal marea, oronda cuenca bestialidad del rio, sangre del mundo frente al corazonazo del estuario del Plata. Que ahora entiendo como una obra monumental hecha por mi marido, cual la táctica suya de quebrar la costra riendo famélica de hacer solo maldades. Futuro espejo de agua que alumbrará la mañana de caricias redundantes en el silencio de la lejanía que inspira el campo, poniendo brillo nuevo al bullicio que sucumbirá ante esa coraza. Y lo digo orgullosa pues la tosca del fondo igual me pertenece, palada a palada hecha por mi marido, donde con la próxima marea de hecho habrá de suceder la inaguración definitiva, pues el otro evento de las diez mil fogatas, aunque surrealista para bien, terminó siendo un banquete de película inolvidable, con ese pozo cual una paellera al servicio de una receta infinita, bruto evento porfiado e irrepetible, si se quiere extra exponencial e incandecente de luz cegadora. Para la inaguración además tendremos como broche que estará rodeada de mesas con manteles blancos, velas y tulipas, para una cena de gala tranquila, donde se comerá del guiso frizeado que sobrara de aquella vez formidable donde se hizo aquel gran puchero. Vendrán chef del mundo entero para degustar esa magnífica comida. De a poco estoy engordando y volviendo a ser aquella Mabel espléndida, que ya mismo tengo que poner faja en mis pechos, y poner cara de nada, impostación para parecer más demacrada; aunque basta de mentiras piadosas, a volar bajo el poder de tus alas, que me hagan hacer sacudir lo que sobre de la verdad. Es una lotería fijar el día de la inaguración de la laguna, estamos con los utensillos cual campanas de largada supeditados a los factores de la marea, y aunque el clima se empilche de un huracán, igual con paraguas y pilotos debemos estar presentes aquel día, me gustaría que usted Loro venga conmigo como invitado de super honor.
Es de razonar que mejor me tome de los hombros, allí vamos, caramba apenas levantamos vuelo y ya logro ver el bosque, con los árboles de nuevo florecidos como de primicias que las rotativas atesoran. No hacen falta víveres que ya estamos llegando, y alrededor de mi entorno logro ver la estampa del Ignacio sentado en una manija redonda de los grifos. Cuidado no vaya a embestir aquella bandada de golondrinas, que olgadamente hay espacio para circular sin peligro, ligado a que el día parece un disfraz de canario. Siento que mi sonrisa suave apenas estirada por la acción del aire deschaba al mundo mi fascinación libre de convenio con el pasado, dúctil y maleable estoy al reves del que corre preocupado, feliz de sentirme protegida. Aun se divisa en la banquina antiguas huellas del paro de camioneros y del campo, más el aroma del aire sabe cual uvas que habitan en el parral del fondo, siga chanchero aquel reflejo del molino que a la vuelta debemos aterrizar. No, pare, aguarde un momento más y realice otro vuelo rasante, que allí viene el ignacio; aparejo colgando de las orejas que parece un pelotudo monstruo en catarata de amor de bienvenida. Venga marido y estréchame en tus brazos que no soy aquella Rita sino tu amada Mabel, en ameno escapar del zoológico, con éste mi difusor de viento de nobles alas. Atormentada la deficiencia aterrizamos mejor que la plaga hambrienta que en millones fueron un armario vacío de condolencia.
Hola mi amor, que deseando estoy, y no soy Rita, con el alma en la palma volver las cosas a su sitio, basta de hacer proliferar el desconcierto, debemos consolidar el proyecto del estuario conmigo a la cabeza, deseo disuadir al mundo sumando coherencia al hecho de ser la propietaria al pie del cañón, excepto que tratándose de los aplauso rabiosos de fanáticos mariquitas, siempre tomo lo que hay como de quien viene, igual mi ilustre familia de brutos gallegos.
Marido mio, ladrillos de oro de un monumento de faraones eres, aunque ya mismo es hora de añadir cordura, alejar la difteria de la enajenación, más zafar de una buena vez por todas de la cruel locura. Debemos seguir casados pero en camas separadas, basta de tragedia, mejor será que te mudes al granero y que los eruptos radiactivos los padezca la paja seca. Te amo mucho y te admiro, mas no deseo alejarme de mis pertenencias, y si lo tuyo vale algo, más valdrá si nadie queda lastimado. Que hasta ayer en la pigmentación me salían atroces erupciones, que ahora el alma dice basta de ulterio descalabro. Me alegra verte de sonrisa complaciente, que en ocasiones aisladas fueron un rehusar de mi autoridad natural, haciéndome ceder el mando antes que hacinar contrariedades de sucumbir en el anonimato. Mi caracter está parduzco de ajustarse al rujir de los avatares molestos, con apenas chance de soñar una quimera. Pronto llegará la marea y la inaguración, y aquellos sabrosos manjares conservados serán ofrecidos al público con nosotros haciendo de mozos. No quiero hartar tu pasiencia y dejarte ir sin antes tomar una foto con el loro amigo cruzando el ala cual abrazo compadre. Ya habrá tiempo para que te cuente lo sucedido, ahora mejor toma tus pertenencias y múdate al granero. Yo luego iré bordeando el estanque a ovillarme en tus pliegos. Lo escabroso no pudo doblegar nuestra moralidad, más ya verás que de aquel albedrío impío habrán de renacer nuevas agendas de hacer la reverencia, donde se irá a escribir una historia muy peculiar, sin envidias, pues será genuinamente extraordinaria. Vamos a convocar al pueblo para la inaguración de la laguna, y cientos de mesas de bote a bote con manteles blancos rodearan la costa, con otros campamentos en la retaguardia que habrán de colmar las instalaciones; de integro caracter recibiremos a los visitantes y el amargo sabor de los contratiempos será una bicoca, nada más que melodrama de chiste imbécil. Quiero que sepas que nuestra criada Hortencia, de pudorosa inspiración de tus hazañas de por medio de la voluntad alcanzar lo inverosimíl, ha decidido, sin faltar al trabajo ni calcular el tiempo, terminar la secundaria y continuar estudiando la carrera de periodismo. Con solo esta paritaria, hombre, has podido refutar mi incertidumbre y ahora a mi me sobra para reconocer tu devota labor en favor del desarrollo humano, a pulmón y sin suspicacias. Me honra saber que nada logra claudicarte, y que de porvenir exitoso, eres intachable hacedor de lo imposible. Con todo amo las rectitudes de este amigo loro decente, ahora mejor permite que regrese a la reserva que de allí pertenece.


Loro: A ver, contámela de nuevo, lejos estoy de estar convencido ¿Que hace vos aquí cargado de bolsas enormes? Ah, y también levántese la sotana sucia para ver lo que llevas debajo.
F: Desnudarme delante de la señorita ni loco.
L: ¿Es que no lleva calzones?
F: Le repito, vine hasta la estancia de los Quereida, para informarle a Mabel, lo nuevo del padre Dalmacio, como ella quería, tomando confesiones en la catedral nuestra, alegre y predispuesto como siempre, a escuchar atento, principalmente a la señora, cualquier macana por jodida que sea, vea. Y Hortensia me ha pedido que lleve estas bolsas al orfanato de la catedral, donde a mi de niño me criaron descalzo; o sea es una aportación de ropa usada para mis hermanos del alma; nada más.
L: Suena raro, esto es mucha cantidad para ser toda de una sola familia.
F: No se crea, hay ropa del gordo de cuando pesaba quinientos kilos, con la cual pensamos hacer una carpa de circo, ropa de los peones, de Hortensia también.
H: Miente. A vos en de la iglesia te hecharon por incorregible, te dieron ochenta oportunidades de levantar cabeza y las desaprovechaste a todas; y entonces cambiaste de dueño y te refugias en la reserva de Joe, y como es de tu costumbre siempre vinculado con las mafias, solo que ahora se trata de la mafia de traficar con animales. La idiota soy yo que sigo dudando como al principio.
L: Cállese. Déjeme preguntar a mi. Ya habrá posibilidad de demostrar su inocencia. Vamos jovencito, desempaque lo que lleva metido allí dentro ¡Ya! O lo remonto por el aire y lo suelto para que se estrelle contra el piso ¡Basta de molestar y perjudicar a Mabel!
F: Che, resulta muy impropio que un exelente alumno seminarista, deba rendirle cuentas a un pájaro de bosque talado, por grandote que sea en favor de la pandora. Pare un poco de atosigar viejo, aunque apresurado y con sobresaltos, hablo en serio cuando les aseguro que voy camino de ser algún dia un auténtico religioso, siempre con la reputación en ascenso de holgada latitud. Y vaya que si hago honor a la verdad que antes de recibido ya me dieron la sotana.
H: Dice estudiar de seminarista y no terminó el primer grado.
L: Lo vengo siguiendo desde el aire, salió de la reserva primero, más, llegando se apario con la pieza de la servidumbre, y luego como ratita saió picarote, viniendo enseguida hasta aquí a paso de ganster sicario; de constante caminar circundante y sigilioso. Y ahora mismo se delata tiritando de miedo, en actitud sospechosa, cargado como papá Noel pero de bolsas de consorcio.
F: Ah si, claro; caminando me conmovía observar como la claridad del día se tornaba verde pistacho ¿ Y usted? A ver, dígame, en definitiva, como sabemos si es un loro de verdad y no un bromista millonario exéntrico, emperifollado de gigante pájaro, con mecanismo en las alas que permiten volar. No, digo, barajo la posibilidad de un fatuo impostor por la moda que impuso Mabel enfundada en el traje de oso; donde la última conocida es ésta, del intendente yendo al trabajo con un perro ovejero alemán, que parecía verdadero, resultando ser un enano guardaespalda.
L: Usted con tanto antecente facineroso no debería preguntar con tanta arrogancia. Mabel me lo contó todo; y encima de males andas chimentando, lo que actuando de falso cura confesor reloctaste del discurso, que ella incrédula de corazón te ha confesado, secretos de familia, intimidades normales, pero irreproducibles por lo atípicas. Mereces peor castigo que el encierro de un calabozo húmedo.
F: Y yo me tengo que creer eso que vos eres un loro gigante, y encima rendirle cuentas al paso, adonde se ha visto que un papagallo hable como un erudito.
L: Soy un loro, soy un loro. En realidad se trata de dos loros, uno el que ven, exótico de gran porte, de uno setenta de estatura, dependiendo si se cuenta el penacho de arriba también; y el otro, la voz del parlante, un ángel dictando a la diestra de dios; necesarias prerogativas para mejorar el destino de Mabel Azucena Amalia Quereida de Pocini. Pero atención pues el que por su lengua habla y pregona, utilizando desde el cielo esta conciencia limpia y pura, es ese otro lorito famoso por alejar de los tiernos sembrados del campo de Mabel, aquella plaga de temibles langostas; previo suceso de oficiar de correo sentimental, en los comienzos del amor entre Ignacio y la señora. Soy aquel, si se quiere escuálido del tamaño de una paloma de monte, típico de la zona, famoso loro que resultara herido de muerte en aquella cruenta contienda, linchamiento feroz en batalla contra los insectos deprtedadores. Ahorita habitando en el cielo junto a la diestra del todopoderoso; nuestro ente absoluto que yace afligido e indignado por el absurdo vivir de la señora Mabel. Entonces lo más correcto sería hablar de un solo loro, el que habla dando la cara, padeciendo el presente terrenal con dichas virtudes extraordinarias; de otro hablando desde el cielo gracias al cuerpo de este magno grandote. Que si por una de esas me vuelvo en silencio será evidente pues él dejará de hablar al instante. Pero tenemos muchos trabajo así que presten la debida atención.
H: Además amenaza con querer extorcionar a Mabel revelando del ayer cuestiones tremendas. La iglesia también es inocente, amor de solo ayudarte te ofrecen, pues seguramente esta sotana te la apropiaste cuando te echaban a patadas.
f: A mi no me echaron nada, pues sino esas veredas de la catedral rebalsarían de hojas, la tierra que vuela taparía los atrios; de las huellas de los dedos de los fieles feligreses, y de las palmas de las manos con dulces de los niños, barnizaría nuevamente los barnices, y nada, todo reluce como se debe, cual manzana del paraíso a punto de ser mordida; las boletas de los servicios se irían acumulando bajo las endijas de los portones.
L: ¿Por qué al caminar sus huella dejan agujeritos en la tierra, más luego puntos en el mosaico, o se ha calzado tamangos para la nieve en vez de mocasines? Vamos, haga lo que le pido o lo cuelgo de este alero y lo reviso al revés mirándolo desde abajo.
F: No se ponga denso; deje de enárbolar alardes de un título celestial de ser tus palabras disignio del don divino, a lo sumo serás, en vez del ángel maravilloso que vendes, una marioneta charlatana de ha por momentos, por esos efectos raros manifiestos de la naturaleza, seguramente por causa del sol, que castigando con explosiones extras ha chamuscado tu cerebro con la causa de un efecto invererso; no debería usar ese poder esporádico de hablar cual nosotros como para hacer valer un derecho de remolcar gente por los aires.
L: Yo hablo cuando dios me dicta desde el infinito, o si no nos quedamos callados. Basta de darle explicaciones innecesarias, yo exhibo el poder de la fuerza física y suficiente. Lo he dectectado en ocasión de robo. Descríbame lo que lleva en las bolsas.
F: No sé, me las dieron cerradas, confío en Hortensia.
H: A mi no me metas en quilombos. Eres incorregible, y hablando de donaciones predicas lo contrario.
F: No se impaciente, Mabel está en el granero con el marido, pronto ha de regresar, espérela y hable con ella. Tengo un cúmulo de tareas que no debo peder más el tiempo en taradeses, le aviso, esto puede desencadenar una riña en su perjuicio; soy muchacho camino a ser cura pero no la paloma de la paz. Ande aléjese, no debo frenarme ante un espejismo de colorinches, debo retomar mis estudios, se agota mi paciencia, de por si debilitada por sus improperios.
L: Es inevitable, voy a ser drástico, si está apurado mejor dese deprisa, levante la cola, y desempaque el cargamento cuanto antes, o lo cuelgo de aquel árbol; ya verá, al cabo de unos minutos cuando le irrige bien el cerebro, entenderá la jarana como una desviación moral infinita.
F: Tengo la certeza de saber como la niñera Hortensia le irá a contar a Mabel lo molesto de su interpelacion, del accionar agresivo empleado en su visita, y chau hermosa amistad.
H: Yo lo único que voy a decir es que vos me embaucaste. Y voy a suplicar de rodillas por qué paren de darte un espacio en la estancia, prohibiéndote la entrada; que lo peor para el chanta es que no le den cabida.
L: Aun no he declinado en mi conducta bien educada, ni he sido nunca injusto, pero ahora, se lo prometo, sabremos que llevas embolsado con tanto recelo.
F: Es una donación de la señora Mabel para el orfanato nuestro. Eu, un momento adonde me arrastra?
L: A colgarlo patas para arriba al costado del palenque que mira al aljibe, y ver cuanta moneda rueda por los jardines.
F: ¡Socorro! Mi vida corre peligro, así mareado estoy cerca de un final tremendo y agonizante. Ayúdame Hortensia, no seas porfiada, llama aunque sea a los bomberos.
H: Esto es mucha cantidad, estas bolsas no son las prometidas. Por un ardid, en estúpida distracción, ha embolsado otra cosa ¡Ladrón!
L: Ah, no le digo, miren como caen estas medallas de oro, del pantaloncito; que son del Ignacio de cuandos se coronara campeón de los obesos; y además este faco de dinero. No le dá verguenza debajo de la sotana estar vestido de cleptómano compulsivo. Ayúdame muchacha, a ver lo que lleva en estas bolsas.
H: Uy, uy, uy, son los cueros de los animales, que´ayer el Ignacio cazara; más después comiera en el granero; con los sastres anoche en desvelo, fabricando a toda maquina los uniformes. Uy no, aquí está el mío, que de corazón me regalaron, de la tigresa de bengala.
L: ¿Todo esto se mandó para dentro? Vaya atragantón de los mil demonios ¿Y la tigresa de bengala, que vale fortuna, también?
F: Si, vea, y aquí se armó la tercera guerra mundial. Van a tener que hacer circular mucho billete; se trata de la prueba irrefutable requerida por el guardaparque Joe, para luego enjuiciar al Ignacio y compañía; más de una buena vez por todas empezar a llamar las cosas por su nombre. Ahora Hortensia, apegada al atuendo, cual madre de primerizo, más que simple testigo, junto con Mabel, también son muy cómplices, del gordo ese, que no ha podido resistir el hambre de la dieta, incurriendo nuevamente en otro impío atragantón; de la valiosa tigresa, emblema también, y de todos estos ciervos en extinción. Por la gula consumada, será consenso del pueblo, que lo ajusticien por cuatrero pecador. Y ahora de seguro, culposo y avergonzado, se ha de querer ocultar en el traje de elefante, pretendiendo esconder hasta los más de trescientos kilos avergonzantes, llegados de sopetón; meta rezar para que no le llegue la marea pronto, y le dé tiempo extra para adelgazar lo prometido al jurado de los Ginnes, y regresar cuanto antes, a los ochenta kilos, a la par de cavar el pozo.
L: No sueñen ¡Aquí la marea vendrá cuando dios lo disponga, y a lo mejor falte un año para eso!
F: Ah, como sabe del señor, cuanto lo quiere, ah fanfarrón resultó ser el lorazo.
L: A mi me interesa solamente Mabel, mi misión es cuidar de Mabel. Adonde está Mabel ahora. Estas medallas son de ella también, y este dinero. Es inverosimil, pero vos estás en complicidad con esa maldita sirvienta.
H: Epa lechuza, anude esa lengua, yo no hice nada malo.
F: ¿Y si Mabel es también culpable de la matanza de la tigresa y compañía, igual la va a defender?
H: ¡Nooo! ¡Fuera de aquí! A mi no me culpen de nada. Como sea este traje es mío, solamente mío, la señora me lo regaló. Maldito bandido; entraste sin permiso. Entienda Lorazo, embolsó otra cosa diferente a lo que habíamos hablado. Yo a este traje no se lo prestaría ni a jesuscristo.
F: Ya fue hecha la denuncia, no se trata de prestar nada, la justicia lo requiere como prueba, y me enviaron a mi; soy un seminarista colaborador del poder judicial; y nada, antes de venir a recolectar pruebas, fui a jugar un partido de futbol; más después, desde luego, a la tardesita, volver a rezar.
L: Y dale con decir que eres religioso, a vos te paga dinero fresco Joe; y no sos más que un depredador de la confianza ajena. Te mantienen a su lado para hacer mandados deshonestos, donde vos de paso aprovechás para robar, hurtar, sustraer, desvalijar; y ahora encima redoblás la apuesta estirando la manga queriendo extorcionar a la propia Mabel (Te voy a quebrar la nariz con el pico); sos un buscavidas acomodado e insaciable maleante.
H: Ni más ni menos eso es lo que eres, un asaltante de taparse la cara con un pañuelo. Y todos estos animales escapan de la reserva y se viene para este lado, generando tremendo peligro; pues esto no es un gatito, es un tigre; y a lo mejor la tigresa de bengala mató primero a los ciervos, más al Ignacio se le hizo agua a la boca y tuvo esa recaída. Aquí no somos culpables sino víctimas de la invación de ustedes. Hasta este mastodonte de pajarraco pertenece a la reserva, por qué mejor no dejan vivir a la gente tranquila. Este traje es mío; y me lo pongo ya mismo, antes que me lo arrugen, y para evitar maguyones y manchas carajo, anque tironéos innecesarios.
L: Ustedes dos son novios; y si no como se habría de desnudar delante de este pervertido. Venga para aquí mocosa atrevida y porfiada, yo le voy a enseñar a respetar a la señora Mabel. Voy a interceptar su huída, la voy a remontar por el aire y a soltar en el pozo vacío de la laguna.
F: ¡Tenga cuidado! Ah, no, mejor me quedo piola, soñando como murciélago con escapar; pues sino llevo el traje de la tigresa no cobro lo pactado. Mejor voy a meditar hasta ver que sucede. Es notable como una misma realidad permite diferentes lecturas: La chica dice ser inocente, pero se aferra a la prueba del delito como huerfano al mate cocido, es una divinura de señorita, pero ahora es un animal peludo y con pezuñas. Es la sirvienta blancanieves, último escalafón de la cadena, aunque la dueña del aire remolcada por una ave de dios. Es suave como pluma de algodones, pero se irá a estrellar en la tosca dura soltada desde un montón de centímetros del suelo.
L: Misión cumplida. Una menos para joder a Mabel.
F: Viejo, vea, hizo todo lo contrario a los designios del cielo, ha ajusticiado a una niña que asegura ser inocente. No quiera saber el revuelo que se ha de armar en el pueblo. La hizo perforar el piso del pozo; debe estar mal herida, mejor busque ayuda de algún médico. Cuando vayan a recabar información se darán cuenta de la bestialidad de su maltrato, y por si acaso lo habrán de meter en un sótano oscuro y gris, a pan y agua, y sin colchoneta.
L: No voy a declinar en la misión de despejar del destino de Mabel todo lo potencialmente perjudicial.
F: Ha reprimido con saña, se ve clarísimo, esto no fue algo lúdico, esto fue parte de una guerra de guerrilla. Estoy agotado sáqueme de aquí.
L: Está bien, pero ve a socorrerla; y siéntala en la reposera.
F: Ha manchado la lona de sangre. Chorrea sangre por la boca, caliente como salida de un termo.
L: Ah, claro y vos encima te chupas los dedos como si fueran resto de un postre, así en el hampa, como para lavar dinero, te van a postular para película de vampiros. Vamos, rápido, baja el cierre y quítale el traje.
F: Está atorado. Pronto cuajará y le quedará el atuendo adherido como a las señora Mabel. Usted con esto se ha tomado una licencia enorme de hacer el bien como dice, y en vez de lucrar favores a retrocedido hasta lo escabroso de desmoronar su estirpe. Mabel adora a la señorita, con este episodio cruel a hecho añicos todo lo bueno adquirido hasta el momento, y se ha anotado en esa lista repudiable de los personajes más aborrecibles de la historia.
L: No exajere, solamente cayó de un metro y rodó otro poco por la pendiente del pozo.
H: Ya estoy bien. Por mi no se hagan problema, pero si el traje se ensucia los fusilo con las escopetas del gordo; mugrientos de porquerías. SI queda pegado a mi cuerpo, mejor, amo esta indumentaria, es para mi como un artículo de primera necesidad. Prometo semanalmente ir a limpiarlo a un lavadero y meterme en el lavarropas. Pero sepa de mi inocencia, pues sería incapaz de hacer robar nada a la señora. Antes del atraco Fulgencio hizo que fuera hasta mi pieza por el celular, como para solicitar una confirmación del retiro de ropa para el orfanato; pero claro, previamente escondido por él, me hizo demorar un buen rato en encontrarlo.
L: Siendo así le pido perdón. Ya le diré como hacer para que el embuchado se le resquebraje y se separe del cuero.
F: La reserva no es un sitio donde se despacha carne, es un parque de criar animales para el regocijo del público.
H: Si pero bien que se escapan y se vienen corriendo para acá; más lo que hasta ayer el Ignacio ha dejado de comer tanto, como para duplicar el triunfo, la reserva igual está revalzando de bichos de todas las naciones ¡Hipócritas! Vivimos juntando bosta del pozo.
F: Usted Lorazo como huesped de la reserva que es ¿No sentiría indigación si por tal caso fuera atacado por esa bestia del Ignacio? ¿Por que mejor no habla de las toneladas de víctimas que el gordo se manducó por enfermo de bulimia?
L: No es enfermo, son metas fijadas para alcanzar algún tipo de iluminación trascendental; mas seguramente luego, ir acompañado de un estrepitoso reconocimienton histórico, y claro, esa linda cuota de resarcimiento social, como broche de oro.
H: Si, pero aun no logrando, para nada rebajar a los ochenta kilos prometidos, a la vez de cavar el pozo de la laguna completo, ya se ha fijado otro emprendimiento notable, que será el de estirar las orejas hasta alcanzar el suelo, no solo los óbulos, si no las orejas también; con ello utilizando aros pesados, a la vez de caminar largo trecho hasta llegar a Chile. Pero estos traspiés que viene teniendo últimamente, traicionando la dieta a mansalva, no solamente, han quebrado la curva del peso, de ir para abajo, sino que además a aumentado, con ahora la curva ascendente, cincuenta y pico de kilos, de ocho bocados interminables; como para hacer trizas las esperanzas, en la propia fe programada.
f: Resarcimiento social es lo que necesito yo, como para justificar tanto sacrificio de sacar a la luz los misterios del escepticismo, y con ello corregirlos a ustedes, desconfiados pasatistas.
H: A vos te parece robar algo tan valioso, y luego venderlo como baratija. No podés dejar nada al alcance que el tipo a la pasada se lo lleva como si fuera verdurita.
F: Vivo al día con el almanaque, no tengo nada ahorrado, quito cosas muertas de los cajones empolvados de tierra, y soy de los que activan el mercado. Mientras al mundo lo dirigan los economistas, ya no habrá posibilidad de ahorro, y la vida o la muerte serán solamente números; aunque si perece un jubilado soltero, por jugar a la pelotita, una alegría tremenda; más la moral: una molesta variable recesiva. Ahora pregunto ¿El gordo Ignacio, el premio de alcanzar los quientos kilos, ya los ganó, y ahora porqué tendrá esa empecinada tarea de volver a ser flaco en tan poco tiempo, y encima estirar las orejas cual un deformado?
L: Tengo entendido que aumentar esa calamidad de kilos fue un record, bajar cual rayo adelgazando mucho, al tren de cavar el tremendo pozo, otro record diferente; que como todo paga distinto. Y ahora esto que dice la niña de estirar las orejas, será un tercer record, como para despuntar el vicio será.
H: No, pare, tercera hazaña notable, de ir caminando con espansores sujetados del pabellón de las orejas, más yunques colgados de los óbulos, al trabado compás, de realizar el mismo recorrido que el general San Martin y su tropa, de cruzar la cordillera de los Andes, para así independizar el continente.
L: Igual mi única tarea consiste en cuidar de su esposa y nadie más. De Mabel, que nuestra indignación se troca en blindaje personal, de su malformado devenir enquistado e imperante, magra predestinación envolvente, cual la red de un buque pesquero; pareciendo ser una vida imitante de otro ser acabado a palos, en linchamiento vulgar, quizás, de recentimiento absoluto un espíritu errante enquistado en la atmósfera; con secuelas finales cual efecto principal reemplazándose un destino por otro, no escrito jamás por dios, así cambiando las realidades, una de color rosa, por otra, de aroma pestilente. Con todo, lo peor, por la furia del creador, pueden llegar a trastocarse los disgnios del resto de la naturaleza; para mi, ni todo el tumulto de los mortales del planeta batiendo cacerolas, son objetos de mi incunbencia; son solo pormenores estériles o exaltación de un pasatiempo ajeno; ni remotamente me preocupo por nada que no sea encauzar el destino de Mabel; ni siquiera el gordo Ignacio, muy querido por todos, es de mi total estima, por culpa de él a Mabel le quedó el traje de oso adherido.
F: Si pero ya se le despegó, en cambio a Hortensia, por los mismos motivos, recién empieza a acoplársele. En contra de las injusticias, luchas metida en disfraz carísimo, muchacha, pretendiendo pronunciar tus ahogados discursos, en perjurio del tosco maleante. Si eres una mujer delicada a que luchas tanto por ser una bestia; si vienes de tan bajo como yo, de los fondos de la pobreza los más sardinas ¿A que te cuesta tanto entender al pobre resentido que desea estarse piola unos momentos en la gloria del testaferro?
L: No es de comparar, Mabel fue arrastrada dos kilómetros con el traje puesto, en cambio ella, apenas si tiene un rasguño en la encía; y ya lo verán, no es de mucho temer; en tal caso, la desunión del cuerpo y el traje, vendrá por la misma vía de la señora.
F: Si pero esta muchacha, de por si es delgada, incapaz de hacer maldades como dice, si encima ríe mucho, en vez de tigresa, parecerá una hiena empachada de cosquillas.
H: Estoy sorprendida, de escuchar como el humilde limpia cristales arrebatador de celulares, de seguro también conocedor de abrír convinaciones complicadas de cajas de seguridad moderna, puede andarse de sotana con guantes blancos, pregonando el bien y el mal al mismo tiempo¿Pero y yo con estas uñas tan largas como haré para atender a la señora como se debe?
F: Hace una cosa rascale mucho la espalda, que luego de safar del traje de oso debe tener una picasones bárbaras. Ahora no insista conque le de bola, soy un cartel de prohibido estacionar, la marca de espuma para que la barrera no se adelante. Los capellanes de la catedral me usaron para oficiar de cura en el casamiento de Mabel, pues sentían verguenza de casar un oso con un humanoide mastodonte; más después, repitieron lo mismo como para asumir el sacramento de la confesión, pues ni por las tapas se animaron a romper con los prejuicios y aceptar una mujer vestida de ursus americanus. Más creo con ello haberme ganado un sitio entre los más grandes de la iglesia. Acepto mi pasado de delincuente, pero por suerte en el pueblo me empiezan a llamar Fulgencio, como para siempre; y tal vez, si me corrigiera un poco, mañana seré el propio papa Fulgencio. Igual dígale a la señora que mejor junte un moneda, con respaldo, sino suelto la lengua, de las atrocidades que hizo en el pasado reciente.
H: Vos me engañaste, Alberto Centurión, mientras yo empecinada buscaba el celular, entraste a robar, y embolsate los trajes.
F: Si ¿Y que? Hagamos lo siguiente, pongamos las medallas y el dinero en la cómoda, todo junto, pues estaban dentro del cajón de arriba; pero los trajes de ciervo, me los llevo, y además le saco una foto a la tigresa, para que Joe vea y dictamine; y me page.
L: Usted no entra más a la casa. Dejen, voy yo, y de paso controlo que todo este en orden, quiero que cuando regrese Mabel no sufra por nada. Vean, juntando mis alas al frente, se arma un hueco perfecto, donde meter las cosas. Y de paso le digo Fulgencio, Alberto, o como quiera se llame, deje de robar, aunque sea de compromiso, respete la investidura de sacerdote. Es sacrificado ser cura, aunque difícil de superar gozar junto a la gloria del señor.
F: Bueno, si, vaya, aquí lo esperamos. Hortensia, se me ocurrió una idea fantástica. Cortémosle plumas de la cola y algunas de las alas, y adios poderes de volar. Allí veo una tijera de esquilar las ovejas.
H: Con esta soga, haciendo un lazo, a lo mejor lo podemos atar como matambre; bha, hágalo usted pues yo así no puedo hacer ni el nudo mariposa.
F: Quédese tranquila, si este pájaro continúa suelto quizá nos siga maltratatando.
H: Si pero si la señora se entera chau trabajo de mucama.
F: Nada, le corto un poco las plumas de las alas y lo dejo suelto, ya no podrá volar. Y seguro, de tan engreído y valiente, callará, nunca contará lo sucedido.
H: Allí vuelve.
L: No hay más nada de que preocuparse, he dejado todo en su sitio, espero saber que en adelante no han de perjudicar más a la señora Mabel. Sos caradura, las bolsas de ropa para el orfanato son aquellas cuatro de papel madera.
H: Él se crió en el orfelinato, por eso los curas lo aguantan tanto.
F: Venga para acá pajarraco enorme y al cohete, es el turno suyo de mitigar tanto poder de hacer sufrir gente valiosa. Chuik, chuik. Ahora si, salvo por unos saltitos posibles, ha estarse piola, al ras del suelo. Me siento un cura exorcista; materia obligada de la carrera de sacerdote; mi amor por dios pronto derivará en el milagro de ser honesto; juro sentirme arrepentido, pero siento que lo ajeno me atrae cual la gravedad de los planetas, o las cadenas de oro, engarzadas de perlas, chupadas por los imanes de mis brazos.
L: Estoy perdido si no logro volar.
F: Nada de eso, sea uno más de nosotros, confórmese con caminar solamente. Además en unos dias le crecerán las plumas, y nuevamente podrá regresar por el aire, de adonde vino.
H: No se queje tanto ¿Y yo, así, como haré para desempeñar mis funsiones?
L: No se, como dice el mocoso, rásquele la espalda a la señora. Creo conveniente ir alojarme en aquel bosque.
F: ¿Ve? Ya encontró una solución potable de un nuevo nido; allí hay muchas lombrises con qué alimentarse.
L: No los culpo, yo también fui muy bruto, lo reconozco. He tratado de ser justo pero me hice odiar por la señorita y aquí estoy pagando mi desvío; de igual modo me alegra saber que es leal a Mabel. No sé, soy un potaje empíreo de la bienaventuranza, donde errar no es recomenble; más el perdón no debiera ser usado cual un trapo de piso. Tendría que hacer yo un tratamiento correctivo en las facultades del edén.
F: Vio como hizo el gordo Ignacio para nunca más volver a eruptar, bueno realice el mismo tratamiento, pero en lo concerniente a frenar los impulsos de querer impartir justicia, sin antes corroborar bien a fondo, si estamos en lo cierto, o alejado de la mano de dios.
L: Con Hortensia, no sé, pero con usted, si que estoy en lo cierto cuando digo lo que digo.
H: Si, mejor haga eso Lorazo, y aparte del tratamiento sobre como mantener la moral quiesita, como para bajar los impulsos ordinarios contra terceros, realice una dieta especialísima del caracter podrido, muy extricta, para evitar la tanta sobervia; igualito que hizo el gordo Ignacio para suprimir esos eruptos del todo; espelcialmente aquello ante el puño cerrado después de comer. Pero de usted Lorazo, de no caer más en la tentación del primer impulso: Con éste me meto, con ésta no me meto, a aquel lo dejo pasar, y así con cada uno de los que vigile; sin temer de la abstinencia, como hizo el gordo de abandonar la soda, que casi se muere del disgusto, de permanecer mudo al masticar la comida, que es donde más nos relataba de todas sus proezas.
F: ¿Erupto de provecho solamente? ¿Proezas, matar animales que tienes al lado? Má si de esos provechitos le salen también deshechos radioactivos como el plutonio, y hasta mariposas volando a toda hora, que a los pocos metros estallan como petardos.
H: SI pero con ese tratamiento puntual, y en la medida que baje de peso, hasta ser un tipo normal, todo se irá disipando, o quedando en parámetros normales. Bha cambiemos de tema ¡Que feo, por dios!
L: Le pido encarecidamente, deje al todopoderoso al margen de esta chabacana discusión, pues él no sabe de estas estrambóticas cuestiones; ni pone huevos como las gallinas, que si alimentáis las gallinas con pólvora, no os quejéis si los pollitos estallan como pirotecnia.
F: Joe quiere fabricar una nave casera, propulsada por una turbina de avión, a combustión del remanente de los deshechos radiactivos salientes de esas arcadas, tiene juntado un montón de residuos, y sueña con ello mandarlo fuera de la estratósfera, para así dejarlo girando enderredor del planeta.
L: Si, desde mi jaula, algo de eso escuché, cuando Joe rezonga, pero es un disparate, tendrá que buscar otra manera, pues ahora el gordo no erupta más.
F: Milagros son milagros.
H: Parece mentira.
L: Si me dejan crecer las plumas, lo remonto yo.
F: ¿SI? Si logra eso, les pego las plumas de vuelta. Ah, urgente, esto lo debe saber Joe. Ahora si somos de la misma facción, todos contra el gordo asqueroso y repugnante.
H: Últimamente han traído tantos animales a la reserva, que es de abrir un cajón y te sale una ardilla, o de la alacena aparecen canguros, con proviciones en las bolsas; hay pajaritos colgados de las arañas del comedor, y gatos siameses por todos lados. Y ahora yo vestida de tigresa, se dan cuenta hasta donde a llegado la invasión; aunque suerte dá observar, la concordia imperante entre las diferentes especies, pero hay tantas y de variedad tan ilimitada, que no me extraña para nada, que alguien a dieta rigurosa, muerto de hambre, con un horno a mano, no vaya a querer comerse un asadito de algo de eso, con papas ajo y perejil.
L: A menos que se trage un almohadón, y viva a gelatina, no sé, ni veo, como va a dejar de eruptar; menos que menos, con estos nuevos atragantones extraordinarios.
F: Ahora comprendo mejor el porqué, el Ignacio abandonó la dieta, en plena carrera por la consagración. No obstante debe estar muy trastornado de sentir esa enorme frustración, de caer en la tentación en el momento menos indicado. Pero así y todo, estaría bien justificado considerarlo una proeza, tanto titánico proceder, de haber cavado semejante pozo de diez y siete hectáreas; con eso solo no más, pienso, le deberían adjudicar una pensión honorífica, por toda la eternidad al alcance del bolsillo.
H: SI y otra pensión para los rinocerontes, que sin chistar ni mu, arrastraron esa millonada de carros rebalsando como espuma de cerveza. Hoy día, los humanos y los animales juntos, tenemos un amor recíproco extraordinadio, y tanto que dá igual como los hombres estén vestido, ellos se dan cuenta de como viene la cosa, pues los humanos cuadrúpedos caminan en dos patas, o las señoritas avestruces que de las alas salen manos, como para agarrar las cosas. A veces pienso que les agrada morir y en vez de ir al cielo ser disfraces.
F: Si es verdad, los otros días en el confesionario habia un buey cebú y hubo que preguntarle si era una persona.
L: Y ahora sin alas, soy yo el don nadie disfrazado.
H: Las alas las tiene, solo le faltan algunas plumas.
L: ¡Uy, auxilio, impresionante, ha estallado una bomba en el granero!
F: Cuidado, agáchense, hasta aquí llegan los restos de clavos y madera.
L: Nooo Mabel, y ahora como hago para socorrerla, caminando tardo como medio siglo.
H: Usemos la camioneta.
F: ¡Miren! Entre las esquirlas del granero, caen como lluvia retazos del elefante.
H: ¡Maldición! Adios traje; ven por qué prefiero tener el mio de tigresa adherido.
L: Atención, atención, pedregales y rincones fecundos del cielo, entrado en descesperación solicito resfuerzos de otros loros, y hábil ayuda médica para mi protegida Mabel. Pronto, pronto, ahora, ya mismo, enseguida. Fulminante la tristeza nos va apaciguando el alma, cual al crepúsculo la luz del día, dejándonos enmudecidos, y melancólicos. Y paralizadas las comunicaciones, que sumergidas de escalofríos interfieren las neuronas tramisoras, me cuesta responder inhibido con acciones acordes, así iracundo, apesadumbrado el afecto del dolor causado, de saber a mi protejida agonizante. Quisiera estar feliz de verla reaparecer intacta, de sonrisa pudiente; como siempre conquistadora, altruísta y generosa.
H: ¿No habrá puesto la bomba el guardaparque, en venganza por lo de la tigresa; o la propia mafia de los traficantes? En ese caso me quitaría el traje y lo devolvería. Cuando ayer la señora se enteró de la cazería, se quiso morir, pues vilumbró lo que pasaría ¿Pero tratándose del marido, que otro remedio quedaba más que callar y decir buen provecho?
L: No quiero acusar sin mejores pruebas, pero me huele que esta bomba la puso Joe, utilizando los residuos nucleares que despedía el gordo cuando eruptaba.
F: Dejen de difamar. No nos apresuremos en encontrar culpables; aunque de ser así, Mabel y el Ignacio deberían haber perecido, justicia e iniquidad unidas, por qué estos tipos no fallan cuando de venganza se trata. Pero dudo mucho, de barajar como un sospechoso válido, al guardaparque Joe, en acción de querer destruír a quien tanto aborrece, sin primero tener en cuenta a su fiel amiga; sumado este asunto de los animales devorados, donde aun no le hubo llegado la prueba concluyente del desguase de la tigresa; él siente, de verdad, gran estima por la señora, y hasta cierto tipo de amor, verdad ésta de pasión condicionada al recupero de su anterior hermosura; pero digo, de solo pensar en la posibilidad remota, de un error semejante, ajado y demacrado, sin dudar, desistiría de cualquier intento de venganza anticipada.
H: No soy tan bulgar, y estoy muy abrumada, el hecho de tener contenta el traje metido sobre mi persona, no impide el acontecimiento impostergable de sufrir ante el desgraciado hecho; es tremendo siquiera imaginar a la señora con sarampión; pero ante semejante estruendo es de suponer como una lisa fatalidad el descenlace. Más desfavorable no puede ser el momento, tan aterrador como el fin del mundo.
L: Cabizbajo el sol se esconde al ras del mediodía borrascoso.
H: Escuchen. Suenan sirenas de alrma.
L: Ya comienza a surgir la marea, cual un tributo anticipado del pésame, el Atlántico hace presión consternado y suplicante, y el litoral recibe el aluvión de agua compungido, haciendo exortación a la naturaleza para que salve a la señora. Ha sabiendas que algo muy triste acontece, los peces nadan arrastrados, cual si la crecida fuera una maldición. Lozano, el día comienza a trocarse en un siclón de escándalo de contrariedades. Los animales de la reserva parecen insectos con alas, regresando al panal y las colmenas. Aquí en el cielo se prepara todo, para enventualmente recibir esa alma tan desdichada de Mabel, que tanto tuvo que bregar para ser justamente reconocida. Y si muere será que no pudo sortear las vallas de la opresión, entonces si, aquí tendrá esa morada prometida, para caminar libre entre nubes, y vivir sin ser mancillada por el acoso de la ignominia.
F: Allí viene rauda una camioneta del SAME. Estoy temeroso de ver descender a Mabel en camilla, tapada hasta la cabeza; pero a la vez esperanzado de saberla solamente herida; aunque por los retazos del elefante, si lo llevaba puesto, no es difícil suponer al gordo desintegrado.
H: ¿A ver? Socorro, es la señora en grave estado, hecha una piltrafa. Escucho a los enfermeros solicitar dadores. Esperanza siento de saberla con vida. La paradoja de lo inaudito: comentan y confirman la ausencia del señor Ignacio, y que Mabel estaba sola al momento del atentado. Entonces el traje de elefante no lo tenía puesto pues, y por ello aun vuelan los retazos como cóndores. Mejor los sigo y voy con ellos.
F: El traje de elefante debería estar colgado de frente al granero, donde fue dejado el artefacto. En tren de hacer pericia del hecho, observo la trompa intacta, y la parte del anca algo quemada. Vió como ahora la muchachada futbolera, trazan un círculo en el piso primero, más luego lo dividen en tres porciones, como si fuera el símbolo de la paz, o en el reloj de agujas, las ocho y veinte, con una linea imaginaria que baja del doce, hasta el punto del medio, más luego hacen jueguito de tres, pasando la pelota a un pique del suelo? Bueno así está dividido el territorio, entre la granja, con la enorme laguna, la reserva natural de animales, y el bosque, hoy florido, ayer devastado por la langosta, con la catedral mirando de fondo; el traje debe haber estado colgado en la pared opuesta a la dirección a la estancia, pues todo los deshechos volaron para este lado.
L: Coincido bastante.
H: Los doctores confirman ser Mabel la única damnificada, más solicitan urgente sangre de cualquier tipo. ¡Que macana! Aquí huyeron todos, y a mi me descartaron por el asunto del traje puesto. O sea, tú Alberto, debes donar, solo tu, únicamente.
F: Cualquier tipo no, pues soy portador de un virus contagioso.
L: ¡Rápido! Entonces seré yo el voluntario.
H: ¡Noo! Como se le ocurre eso, usted es un loro.
L: Solicite de los doctores autorización, y le doy hasta la última gota.
H: Gracias, pero no, la medicina es algo muy serio, Lorazo.
L: Los enfermeros ponen cara de no haber otra alternativa. Voy, mil veces voy, aunque mi cuerpo quede como este pozo, pronto a llenarse de nuevo.
F: Déjelo ir, está desesperado, lo van hacer rebotar. Venga muchachita recentida, tengamos una charla amistosa en esta trinchera. Pero si somos de la misma edad ¿Como se puede resistir a tanta facha, eh?. Tranquila. Ya está la señora bajo control, ya verás, todo saldrá como dios manda. Cambiando de tema. Al fin solos.
H: No sea obvio y obsceno, precisamente hay sobrados motivos para estar preocupados, o sencillamente aniquilarse ¿Como le van a tranferir sangre de un animal?
F: Deben pensar que es un disfrazado, van a desistir cuando vean que se trata de un ave.
H: Eso espero.
F: Si, y a vos te exceptuaron por estar el cierre atorado, y ser el cuero tan duro. Mejor que eligan a otro de la servidumbre.
H: ¿Va a dejar de robar algún día? Por qué no es muy compatible, una cosa con la otra, de ser cura. Encima de males sos portador de una enfermedad terminal. Afloja un poco, pues luego la vergüenza que no sientes se transforma en enfermedad.
F: Mentir para safar no tiene nada de malo; y si por ventura tu me aceptaras como marido, existen otras ramas de la misma religión que admiten curas casados. O a lo mejor la quiero hacer reír para aflojar el coágulo.
H: Siempre pone en duda todo lo actuado, borra con el codo lo que escribe con la pluma. Es solamente el cierre atorado, ya verá como después me lo saco.
F: Por favor quítatelo ahora, así te miro otro poco desnuda ¿Y si eligen al loro como donante, como habrán de encontrarle la vena para clavar la aguja?
H: Calumnias, haciendo las plumas a un lado.
F: Mire si le sacan el pico entero, creyendo que es un atuendo, y le clavan la aguja en los supuestos labios; y si la señora Mabel era de muchas palabras, ahora con sangre de papagayo, jamás irá a permanecer en silencio.
H: Incitación al divertimento, no debo reír en este aciago momento; por si hacen falta más dadores, voy a quitármelo enseguida. Date la vuelta.
F: Siempre hay que reír y estar contento, pues así se purifica el alma, se sana el cuerpo y el espíritu al mismo tiempo, donde luego todos relucen brillantes. Hablo con ironía por si está pegado, como para ir resquebrajando el pegamento, y que seas por siempre libre, y soberana, para estrecharte en mis brazos, con tanto cariño, y besarte, una y otra vez, tan profundo, como el mar donde descansan las algas más duras en el fondo, y también suavemente, como la brisa del verano en mi boca bochornosa.
H: No me gustan los transgresores para mal, es controvertir la necesaria armonía más allá de las simples cosas. Los objetos personales son como una extensión de nuestro cuerpo, o sea, robar es como amputar un cacho del semejante; y yo amo ser derecha y honesta, y trabajadora, y complacer y no desarmonizar, y ganarme el pan de cada dia, día a día con el esfuerzo natural de mi temple, con energías bien dispuestas al sacrificio cotideano de servir al prójimo. Más siempre vigente y actual compañera, que para ello siembro el alma de alegría infinita, para luego ir consumiendo la extroversión del optimismo en cada cosa que hago; y cual aerosol ir impregnando el entorno de dicha, y al instante volver a recargarme de buena onda que sigo soltando cual humo de una quema de pastizales: aunque sea barriendo lo sucio me siento agradecida, o sacando la mugre mientras canto mi música agradezco, aunque haciendo feliz el paladar ajeno con mis deliciosos pasteles, me hace omnipresente; me gusta que me quieran y que no me aborrezcan. Alcánzame el vestido, por favor.
F: Ah, que hermosa eres. No soy únicamente un malviviente, eso dura solo un momento, más luego me arrepiento por toda la vida, arrastrando todas las culpa cual un extenso collar de caracolas. Pero soy un hombre sin perjurio en la conciencia, dispuesto a amar y amar sin egoísmo, cual un potrillo de carreras, y ser tan generoso en el hogar como el pan que tú amasas, y como una risa perdurable del aire cuando lo necesites.
F: Mejor prueba así: Por cada escalón la misma cara, por cada umbral el mismo humor, a cada instante la misma sonrisa, y siempre sé igual de bueno, a cada momento. Pero considera, seriamente, la posibilidad de ponerle fin a un proceso, y dar comienzo a una nueva etapa.
F: Nadie quiere a los muy buenos, nadie cree que solamente bueno puedas sobrellevar tanta lucha, pues la vida es muy sacrificada. Si los militares no obligan a políticos a ejercer la democracia, con las armas del amor, y la seducción bien entendida, que se puede esperar del conjunto.
L: Bien, aquí estoy, de vuelta, feliz de escuchar a mi amiga, que habla y habla, y como siempre pregunta por todos. Ella está enyesada, como cuando tenía el traje de oso, blanca de punta a punta. Aunque con limitaciones de motricidad, los médicos calculan, que Mabel podrá permanecer internada en la estancia. Eh, devuelta una muchacha entre nosotros ¿Vio que finalmente no estaba adherido?
H: Si ¿Pero quienes fueron los donantes?
L: Yo no ¿Adivinen quien? Nadie, pues se recupera rápidamente.
F: Eh, que barbaridad, otro aterfacto explosivos más, estamos padeciendo un bombardeo aéreo, de guerra civil pareciera. Acobáchense. Esto nuevo se trata de una detonación muy fuerte, como prueba nuclear, de misil de largo alcance, no va ser que haya un próximo ataque y se desvíen esos cosos, de malabares cayendo justo en el casco de la estancia; todos al piso.
L: Ruido estrepitoso a los pies de un hongo de humo, y ensordecedor hasta dejarte sordo, que ha formando una nube colosal, sobre la cúpula principal de nuestra Luján emblemática.
H: Fragor de guachos terroristas, en seguidilla de estar dispuestos a lo peor. Bruto ajuste de cuentas, de seguro rebotando de furia, contra la religión por no intervenir la justicia en favor de la reserva.
F: A la palestra de la fe el monopolio de la ideología destructiva; hasta al mismísimo abúlico haciendo confirmar la libertad como un bien escencial de la existencia, absoluto como el oxígeno, y muy preciado como la fraternidad entre semejantes.
L: Tristísima la polvareda de cemento, mezclada con el mascullar de alarmas de todo tipo, martirizando la catedral de oprobio. Y lo que usted Fulgencio, al demorarse tanto en presentar las pruebas, estos traficantes de animales deben dar por confirmado el atragantonazo, más doblemente furiosos, se largaron a la acción terrorista de lleno y adonde más duele.
H: Y vos muchacho incorregible, encubriendo al Joe ese, cuando blondamente afirmás no ser capás de cualquier macana. A ver ¿Quien les facilitó entonces a los traficantes esos deshechos atómicos, que con celo Joe ha cobijado para transportar al gordo al espacio?
F: Si pero vieron, yo les advertí lo de la tigresa, que sino aparece con vida algo terrible podía pasar, valía una fortuna en dinero, que no es joda para andar regalando; deben estar encolerizadísimos. Locura al por mayor, tenemos. Y se hizo costumbre no más, que aquí los zarpados son los que luego gobiernan; allí vendrán los cara sucias del orfanto, acariciando nubes cual sábanas nuevas.
H: Entonces no me exrtrañaría que mañana Joe sea el presidente de la nación. Lorazo, vea lo que ocurre, los doctores salen todos corriendo, en dirección a la catedral; los peones también huyen, aterrados; no hemos quedado solos, como tres tristes tigres, y una dama convalecente enyesada cual momia. Mejor me voy a cuidar de Mabel.
F: Quédate con nosotros, la señora está lo más tranquila, la vigiiamos mirando por la ventana. Che, nena, en el mundo no hay tantos San Martines, ni Belgranos, ni gauchos Facundos Quirogas; se debe custodiar con celo al que se desempeña con sapiencia, así se haya coleccionado insectos cuando pequeño, o coleccionado ceros en los boletines del colegio.
H: ¿Por quien lo decís?
F: Por mi mismo, miren si explota una bomba de estas cuando estoy barldeando el frontispicio.
H: ¿Como se explica el terrorismo en una democracia auténtica y pacífíca, no debiéramos estar todos contentos?
L: El terrorismo no reconoce fronteras, de ninguna naturaleza. La historia mundial de ustedes, tiene dos momentos sublimes: Uno cuando los hombres decidieron conciderarse todos iguales, de donde el liberalismo es la denominación correcta, para identificar a los artífices de esa vanguardia espectacular. Pero luego, de manera unánime, esta postura se fue ramificando en lo que hoy son los diferentes partidos políticos; y el otro grandísimo acontecimiento, sale con el invento del antibiótico de penicilina, evitando que las gentes y nosotros, los propios animales, mueriéramos de una simple gripe. A reglón seguido, la democracia hace valer la participación de todos con el valor uno, y de allí que los pobres, que siempre son mayoría ,comenzaron a detacarse. La democracia viene de los ansetros griegos, de quienes hoy votan a los socialistas, pues artos de soportar la violencia de tantísimas batallas, donde el triunfador era el que gobernaba, crearon un este sistema perfecto, un sistema pacífico que alienta la convivencia en armonía, equitativo cual la distribución del aire; aunque tal vez maleable si se hace trampa; pero siempre hay grupos violentos que protestan esgrimiendo la crueldad como argumento válido, pues ponen en el tapete esa queja por sobre todas las demás.
H: Esta gente es puro desenfreno, no tienen limitaciones para con la indecencia, tachan lo que estorba cual si la realidad fuera un plano, y suprimen con el garrote vil toda hipotética injusticia.
L: Ustedes los humanos siempre tratan de avivar los sentimientos con estímulos acordes a la reacción buscada, y os pareceis al mosquito cuando os sumba la oreja.
F: No pierdan el tiempo en sueños imposibles, el mundo va a pegar un gran salto, cuando por fin entendamos que el humano es un animal asesino, que necesita todo el tiempo de teraptias correctivas, como para portarse como se debiera; y entonces como en el ejercito en vez de tanta libertad individual mejor será la disciplina obligatoria, jamás se llegará al día soñado donde reine la paz definitiva; ni que al hombre le digan lo que tiene que hacer a menos que sea a los saltos de rana.
L: La paz eterna se encuentra en el cielo, y es exclusiva de los que fueron buenos en vida. Al maldito lo espera un camino de espinas, que no se chamuscan con las llamas, de comer vidrios molidos, y de beber la orina de los beodos. Ellos, los terroristas de todas las latitudes, amedrentan pues el miedo en si es un castigo físico importante; cuando se está furioso por algo patético, no existe un bálsamo paliativo como para que el odio sea de pronto un mal humor de entre casa, entonces la acción natural de ese frenesí, es sembrar el malestar y engendrar laceraciones, provocar el sobrecogimiento con lo pavoroso de un resultado dañino; buscando nueva consolación en continuar tramando maldades; que finalmente, poner una bomba no es tan complicado de realizar cual una proeza admirable. Y el espanto provocado reconforta tanto como una bebida helada, haciéndose saldar la cuenta general y equilibrando la balanza con lo diabólico.
H: Más luego como las arañas pollito se aproximan hacia ti, con las patas dobladas hacia dentro, como para parecer escarabajos, a querer descontar del corazón cuantos dígitos de latidos consigan, hasta quedarse uno quietitesito. Los que más odian a los terroristas son los liberales ¿Verdad?
L: EL liberalismo, es la cultura de los nuevos ricos; son los súbditos de reyes y momarcas, más los burgueses de saco y corbata, que sin tanta dinastía, prefieren la democracia; aunque lamento decir...los libertarios tienen algún orígen con el anarquismo que también son de poner bombas. Pero en la democracia el rey es el presidente y todo gira ha su centro. Aunque pero los reyes siempre priorizan una mejor preparación cultural, ético moral, como para representar mejor a los humanos modernos ante el dios hipotético, que los propios presidentes que muchas veces son precisamente ateos, y de muy escaso nivel de persona; entonces la rueda gira loca. Es imprescindible que los candidatos de la democracia, junto con los partidos políticos, utilizen bien las armas de la seducción y no las del amadrentamiento.
F: Cuando el imperialismo reacciona al terrorismo, bombardean cual si fueran a fumigar gegenes; costumbre obligada del liberalismo, al haber tantos necesitados que abanzan; y eso hace generar peor la sed de posterior venganza, creándose un movimiento perpétuo de violencia latente y manifiesta.
L: La historia de los hombres es muy cruenta, pero es evidente que con prisa se va volcando hacia lo civilizado; los síntomas de las ansias de poder, resultan un poco parecido a cuando un buque se hunde y todos pelean por ocupar los botes salvavidas. Pero con todos los intereces cruzados y en pugna, se concidera conveniente que el ejercicio de la autoridad recaiga sobre una única persona. Al revalorizarse la libertad individual cual un bien preciado, los plebeyos, que siempre son mayoría, quisieron reemplazar la monarquía por otro poder distinto, la democracia; pero como sea, aun nadie ha logrado subvertir dicho precepto absolutista del unímodo poder como factor de bonanza, buenaventura, y de prónostico infalible.
F: Igual no me lo imagino a Joe impartiendo la orden de poner las bombas; como sea yo me encomiendo a los milagros de la iglesia. No debo ausentarme en un momento tan difiíl, pero mejor me voy para saber de mis hermanitos.
H: ¿La democracia es como una carrera, donde el que gana es el más votado, y entonces se configura como el mejor para todos?
L. En efecto, lo mejor se dá cuando no existe trampa, y el que gana gobierna; aunque ello no quiere decir que sea el más apto, o el mejor preparado. La vida es un ensayo de prueba y error, y en esa decantación va quedando lo más favorable; pero nunca se puede calificar de definitivo. Esta etapa del liberalismo, como exaltación igualitaria del individuo, demuestra una y otra vez que la libertad individual se potencia llamativamente cuando los hombres compiten entre si; y de allí que sea necesario competir dentro del marco del bien. En toda carrera de orgullos se va plasmando lo mejor de cada uno, y queda allí estampado el deseo de perfección en el fruto conseguido.
H: ¿Yo realizo un humilde tapiz, él pinta un lindo cuadro, aquel un exelente mural; más luego yo creo otro mural parecido del primero, o tal vez mejor; y el que pinto un cuadro más o menos, inventa una nueva manera de celigrafía?
L: Correcto, y de esa competencia ganamos todos, las limitaciones se contabilizan aparte, y no hay viso a la redonda del aqui nadie puede. Aunque, el arte y la ciencia son diciplinas muy vocacionales, no importando tanto lo que se gane, sino poder lograr la obra o el invento.
F: Más con ello a la postre obtener la gloria, la consagración, el reconocimiento. Pero fregando la mugre nada, exigí un aumento ya mismo Hortensia.
H: Con lo que Mabel nos paga es suficiente, yo solo deseo servir a la señora, lo mejor que se pueda.
F: A puro socialismo activo los tienen a ustedes; eso es mejor que andar a los saltos.
L: Los Griegos que inventaron la democracia hoy votan al socialismo, que tiene un propuesta más quedada, pachorrienta, menos competitiva, nada despreciable en tanto consideremos la vida como algo más tranquilo, sin tanta opción de variedades, a lo mejor sin tanto avanze científico.
F: Esta tarde tengo un partido de futbol impostergable, y este Joe haciendo resplandecer la mañana con bombas.
L: En el futbol se ve muy claro, cómo si a los jugadores se les aplica un sistema igualitario, al paso de las generaciones, tendremos menos jugadores que derrochen talento.
F: Lo triste es cuando los asuntos políticos se ven subordinados a las reglas de la economía, pues los economistas resuelven las cuestiones sociales haciéndole pito catalán a la imperiosa moralidad. Siendo que los poderosos pueden ahorrar con la excusa de poder mantener la estructura comercial, las fábricas, pero en cambio los hombre comunes, de tabula raza, por esta manía de activar los mercados, muy injustamente nos vemos impedidos de poder tener legítimos ahorros, pues claro ese capital tiene que entrar al mercado, o rueda financiera, para que no se note lo que roban, entonces aparte crean, como una especie de sistema represivo para que el dinero no salga de la timba y se note el faltante. Y esa moda a llegado al extremo de descorcharse algunos millonarios, con los papeles sin la debida regla, cual si fueran vinos añejos de unaega pública.
H: ¿Y vos que plata ahorras si te la gastas toda en farra? Pero igual mirando los noticieros me convencí, la cuestión es que la patria se nos esfuma, por la inseguridad, o los propios chorros bandoleros, auspiciados por el poder judical, te cachiporrean hasta saber donde esta el canuto del ahorro, cual la inflación te lo quitan, arrancándote los cabellos, y luego lo queman en el boliche correctamente habilitado por la municipalidad.
L: Claro, los famosos ladrones del poder político. Prohiben la droga más que por el perjucio a la salud, para que no se escape del sistema financiero. Y ahora tenemos las nuevas generaciones de cirrósicos, ayer jovenes atrapados por las drogas de batalla; entonces la propia lucha contra la droga ilegal, tiene más que ver con que el dinero no emigre hacia el mercado negro, que con los principos de salud y sobriedad.
F: Entonces si no tienen verguenza de hacer esas cosas, que se puede esperar de estos caretas, drogadictos y fiesteros, pendencieros políticos, camorra de empírico bienestar exclusivo de desplegar miseria.
H: Ilusos nosotros que votamos ese sensacionalismo de brocha gorda. Eu, otra bomba más. Estabamos confiados que esto acabaría y estos parásitos de la pavura han puesto más de lo mismo. Son especialista en despellejar las ilusiones.
L: Con equipaje de exabrupto en parpadeo del alma, nos tiene estos insensatos.
F: Estas vez fue en el bosque nihilista. Vuelan los troncos como las placas teutónicas de un volcán enardecido.
H: Que boquete ha quedado, entre la arboleda excéptica. Traigan roldanas, para enrolar los troncos, y traer leña para el invierno, o hacer en el taller banquitos para tomar mate.
L: El tema es siempre el mismo, saber si los pobres, o los trabajadores, tienen la suficiente cultura, o bien, capacidad, como para gobernar con la debida bondad, dignidad, honestidad.
H: Mire si mañana gobernaran la nación estos tipos pone bombas, y nos pasan estas mismas cosas, pero con fachada diferente, aunque idénticas.
L: Paradójicamente, es que haciendo tanto paro docente, la clase trabajadora se aleja más del conocimiento, y se suceden los retrocesos mentales, y de allí se va estableciendo nuevamente una diferencia abismal, entre cultos que valen por diez, e ignorantes que valen por uno; es que cuando todo es un disloque, la realidad padece de convulsiones de resultados adversos, y tan adversos, que en vez de realidad parece un sueño de tipo pesadilla.
F: A lo mejor, cuando venían para la reserva, se les activo un artefacto, pues ¿Que sentido tiene poner una bomba en un bosque?
H: Fue un pantallazo, pero juro haber visto al gordo Ignacio, como enredado en madreselvas, cual si el bosque se le hubiera derrumbado, como un tinglado. Aunque no existe un abanico de posibilidades, de responder ante un atentado, Ignacio parecía un gordo silvestre, en lance de cachetear algún tronco cual pelota de voley.
L: Consejo útil, lavarse la cara al levantarse, y los ojos con prudencia.
F: Esquizofrenia en ultimátum, de avisar al mundo cuanto dinamismo tiene de sobra, para seguir en la misma postura bipolar.
L: La bipolaridad es moneda corrientes, si hasta los partidos políticos principales son absolutamente bipolares, llevando en su génesis esta ambivalencia de ir para la derecha imperialista, o consagrarse al populismo dictatorial, de obreros, plebeyos, y comunistas; pues las agrupaciones en si son una especie de granola. En realidad el sistema político, en su mayoría, es una camarilla, y son una caterva esas elecciones primarias, en flagrante intromisión de lo particular en lo general, seguramente para que no existan sorpresas, y no logre ganar alguna alternativa diferente, al frustrante panorama totalizador. Se concideran autótarticos, pero llevan en la matriz, deseos de mantener el abolengo; se ponen de acuerdo, y se turnan, especulando con lo positivo de cada filisofía, aplicada en el tiempo sobre un gran país plagado de riquezas.
H: Estoy haciendo apuntes de mis pensamientos, y que panorama de funestísima ignorancia nos espera al frente, pero finalmente soy apolítica y solo pertenezco al clan de la señora Mabel, y con ello habremos de sortear la ignominia, el oprovio; y minga de la ignorancia en avalancha con esos piedrasos compuestos de vacío. Y aunque siga creciendo el riesgo país, hasta dejarnos últimos en la tabla, nosotras iremos sobreviviendo con la dignidad de los humildes, por más que los estándares de vida vayan decayendo muchísimo, nosotras con ello a la par acentando la cabeza erguida, hacia el éxito permanente.
F: Si, y encima tenemos la variante, que hemos caído en la trampa de un gobierno liberal de la boca para afuera. Aquí es evidente que regulan los precios a la romana, quedando mecánicamente desmostrado, el autoritarismo de ese engendro de proyecto económico, de esto del presupuesto cotideano que sale tanto por cabeza. Es notable ver como un tubérculo se paga una enormidad de dinero, en pos de esta política donde nadie se le puede llevar de arriba.
H: ¿Me encanta la charla, pero y la señora Mabel; no la habrá despertado el segundo o trecer estruendo? Hace dos bombas que no vamos a ver como se encuentra.
L: Ella está tranquila, y sedada; más no es yeso lo que la proteje, sino son prótesis de exelente calidad en las distintas partes lastimadas. Lo único sea parcial, y no le diga nada del boquete del bosque, y la basura esa de la hojarasca.
F: Me van a percutir las neuronas, soy un buen conductor de mis pensamientos, aunque no deseo afilar más la inteligencia.
L: Ahora ustedes tienen un presidente, experto en convencer al electorado con promesas exageradas, cual si la gente fuera estúpida, que ojala se cumplieran; y aun con ánimo encubierto de solicitar préstamos al exterior, ha conseguido ilusionar al electorados con genuina habilidad política, deseando por sobre todo acomodar la economía primero, y después ir sacando los pies del plato de ahondar en lo prometido. Es esa otra parte del mismo núcleo, que interpretan la filosofía de los pudientes, con magnánimo reparos hacia el imperialismo, pues desean ser muy soberanos de intromisiones, cuando para que vayan a desembolsar el dinero de los prestamos, es fundamental a cambio que tengamos que obvedecer sobre el rumbo económico. Y desdichada la libertad de mercados, que aun no existe, impedidas las privatizaciones de los recursos, siendo que es vital para que esta filosofía neo liberal funcione, pues es lo que va regulando el rumbo del bienestar. Y entonces, que esas privatizaciones se demoren, por el prejuicio de vender la patria, hace que el autártico estado no resuelva el déficit, más la cuota que debe pagar, religiosamente, se torne inalcanzable; ni tan siquiera los intereses, así, formándose una nomenclatura con todas las filas cargadas de problemas latentes y de problemas ha por estallar.
H: Oigan: Mabel se ha ido de la cama, no la veo.
F: Se ha tomado una tira de aspirina y desdapareció. Hay vendajes, y apósitos, sobre la cama.
L: Si es que para este lado no ha venido, quiere decir que a salido para los fondos, y escapado para el bosque.
H: Ella no escapa de nadie, es libre y soberana, se desempeña como quiere. Debe estar algo confundida, aun perturbada, pretendiendo avisar, a las amigas y hermanos, lo terrible que a acaecido, lo mucho que ha mejorado; además de tener que encontrar al marido; ponerlo sobreaviso del bombardeo.
L: No tiene la habilitación de los médicos, hasta hace media hora estaba agonizante. No debería suprimir el reposo.
F: No dejemos la decisión al elector escondido que llevamos dentro, ni que los electrones de la mente, lleven la corriente a las neuronas para decidir ir en su búsqueda.
L: No puedo volar, pero sin restricción del pensamiento, estoy de acuerdo en internarnos en el bosque, a pata, y en su búsqueda inmediata.
H: La estabilidad del universo hace escepción en esta comarca, donde el válvulerío de la existencia se haya trastocado; de nada tiene sentido desahogarse en limitaciones, debemos alzar el coraje y enfrentar a los terroristas, con la fuerza de la verdad y el arreciado pacifismo. Vamos.
L: ¡Mabel, regrese Mabel! ¡Se constituye en angustia tremenda, para mi y para los amigos, saberla de magullones renga, descalza sobre espinas cortantes, de cardos hechos girones; con la torpeza propia de la imprudencia, de escapar sin fundamento preciso, achacada, y con la prisa cual agente de nuevos quejidos ¡Ninguna amistad, ningún matrimonio, o vínculo insondable, ha de tambalear por la ausencia del agente principal, abatido por la refriega del quehacer mundano. Entonces ¡Sea libre de formalismo caramba, y regrese pronto!
H: ¡Y si lo ve a Joe tenga cuidado, hace repartir bombas como panfletos! ¡No la queremos angustiar, pero por lo de la tigresa de bengala, Joe busca a su marido por cielo y tierra para remontarlo con cañita atómica por el infinito sideral!
L: ¡Señora Mabel, recapacite, el libre albedrío de los convalecientes, es como mucho tan solo sacar los pies para afuera, o bien dar vueltas como rollo sobre la catrera! ¡Por todos los santos, póngase a resguardo, pues en la oquedad de la noche, entre cipreses vestidos de camuflaje, le será imposible encontrar una fuga del agudo malestar, más por ende se ha de hundir peor en la siénaga del sufrimiento! ¡No sea mujer inalterable, de querer salvaguardar un matrimonio de por si consolidado; haga intromisión al arqueo del escrito destino, como postración de momento difícil!
F: ¡Paren! Si hablamos alunisono, chocando las vocales mías con las tuyas y las de él, de nuestro griterío intelectualizado, con los aportes de la maleza descangallada, del laberinto de la frondosidad, esos chiflidos enroscados a las copas de los árboles, desde lejos, irán a sonar cual una melodía esotérica, de bruma negra, con los efectos de un desvarío mental; que le han de repercutir en su aliento de margaritas, como reproches de un balbuceo agónico, de pensamiento suicida; y encima, el cuerpo flaco, desnudo, y afiebrado, sobre lo aspero del matorral, cual cama de clavos.
L: En su momento, el liberalismo fue tan necesario y consentido, como el sentimiento hacia Mabel demostrado por nosotros; que pudo lograr abarcar de lleno todas las ideologías actuales, idéntico de vuestra compasión y respeto; mediante lo cual, por medio de la experiencia y la inteligencia, se fue ramificando al consumo de diferentes interpretaciones; como los peaje donde pasan todos, y cada cual sigue su camino arrogante de un destino propio. Pero el humano es escencialmente pecador, desde el edén, entonces cabe preguntar ¿Por qué otorgar tanto crédito de libertad a quienes son tan desobedientes? ¿Es posible que exista sobre una sola idea un concenso unánime?
F: Oye arbórea contenedora de mi pena, y del malestar de la señora, en contra de mi petulancia, aquí me quiebro en el regazo de tu enramado sacudido; tallando rápido con las uñas, una simple catedral, que exibe una cruz a lo alto, de donde arrodillado rezo y rezo de apuro; incluyendo en mi súplica veloz, cual coro de ángeles guardianes, la angustia de los aquí presentes. Pues ha llegado el momento de confesar cuan arrepentido me siento por variados motivos: De haber alcagueteado secretos de la dama inclaudicable; y la naturaleza me dirá: Y bueno, si quieres vivir así vive, estupendo, pero el día menos pensado, que es ahorita, las culpas rutilantes habrán de picarte como hormigas en tu conciencia libertina, hasta oír pedir perdón al cielo. Y si yo pudiere volver las cosas al sitio del peldaño primero, de la escalera de Jahcob, donde eramos pedazos de panes desconocidos, sonrientes, cada uno por su lado, con todo el camino a transitar, de escalar hasta la entrada del resarcimiento, sería capaz de empezar de nuevo, tan sinceramente como pudiera. Tampoco hubieron en mi preguntas capceosas para quitar de su rubro el timón ¡Si no que usted Mabel, me inspiraba la confianza, de saberme en un lugar exento y emancipado de la maldad! Como una pradera de joder con la diatriba, dispatares simpáticos de sobrellevar la existencia con hidalgía. Quisiera poder dosificar el poco fruncido talento, de falsificar la simpatía, y dejar de ser un insolado del cuarzo de la contravención.
L: Tengan cuidado cuando reculan, pues para mi los pisotones en las uñas de las patas, son como martillazo en los dedos del carpitero, o bien un desviado mazazo en la mano del que sostiene el cortafierro del albañil. Usted joven, es un oportunista a tiempo completo, cual un revolucionario marxista; cabrón y embustero, hasta en el confesionario; e hizo remover del filamento de la existencia, mediante contrariedades sueltas, del mercado de oportunidades, aquello que los mortales tenemos cual la propia sangre, líbre de impurezas, el honor; consiguiendo desnudar la historia, y dejarla sin sábados ni domingos; más yo mismo hube encarado en defensa de la señora, una lucha como un renacer de la incandecencia, en la pureza del ideal, arriesgado de conseguir mucho menos de lo pretendido, so pena de perder todos los privilegios del paraíso.
F: Ignoro hasta cuando voy poder soportar, repitiendo en apego perdones, de suculentos ruegos del acordeón desplegados, hacia un montón de deslizes inmorales, emplazado en rol de persona decadente, empilchado de novicio sacerdote, subsidiado del infierno; de bufonear a la querida Mabel aun también vestido de reo, sobre aquello ventilado, de frío de bufanda, de sus pícaras travesuras; muchas veces haciendo entretener, en los bares autóctonos, por miserable limosna, al ya divertido en copas de grapa, soltando la lengua, ruín, a la miserable gorra; cuando quizás de esas palabras pueriles, en la atmósfera desplegadas, se iba hundiendo en su afecto puro, flotando por el colchón de la historia, el filo punzante de la calumnia. Y el ahora lleno de arrepentimiento, presente, a cada instante me sumo en pesadumbre, de percherón viejo, y la juventud divina se consume en verguenza, de llamas de más verguenza, por haber realizado tanta chiquilinada de principiante, siendo yo un avezado muchacho de las mil curtidas.
H: Evito imaginar cual comadrona, a la Mabel hoy herida, cansada, y mansillada (Que debe sentir los golpes cual un bálsamo aliviador) la cara de ayer, cuando se enteró del deseso del coala, más luego el cuero recién tratado, relleno de viruta, que se lo tuvo que dar al marido en mano, cual la llave del cero kilómetros; gordo inútil, llamado quinientas veces el hombre de las grandes proezas, para llevarlo todo el tiempo cual osito de peluche, usado como de llavero de carcelero, con todas las ganzúas de la estancia allí colgando de las grasas. Ay pobre señora, y pensar que nació para ser todo caricia, de llamas alegre. Precisamente ¿Quien de ustedes me ha tocado la cola?
F; Yo no fui, fue Lorazo. Juro, cuando levantó el ala bellaca, justito lo vi estirar la puntita verde hacia tu nalga, dibujada en la pollera, ah, y eso si, sentí envidia, más un olor a chivo hediondo y fétido, mezclado con plumas haciendo de fuelle castigo, como el de los humanos maratonistas pero algo menos nauseabundo.
H: Ey, espera un momento Fulgencio, a este ser le pasa algo anormal, ha quedado como eclipsado, obnubilado, mirando fijo el horizonte, cual si allí lejos hubiera un abismo, para volar en libertad y huir al paraíso. Y hasta siento la intuición de saberlo mudo ¿Que le pasa señor Lorazo? Conteste ¿Para qué permanecemos tanto en el boquete que dejara la bomba, si Mabel anda perdida entre las tullas?
F: Nada. Eu, responda.
H: ¿Los socialistas también aceptan la libertad individual o prefieren ser todos una masa compacta, engarzados en leyes descomunales, de un país dirigidos por un solo presidente?
F: Tampoco de los temas que sabe mucho quiere hablar palabra.
H: Esperá ¿Será que Mabel, al estar casada también con Joe, habrá rumbeado para la reserva, a encontrar una ayuda real, más próxima del almanaque y no tanto de la ficha técnica del crematorio?
F: Por todos los cielos, me encuentro desesperado; si no encontramos a la señora voy a morir asfixiado, en mis propios remordimientos. Soy de achurar la desazón con burla pesada, pero ahora me ecuentro en la cornisa, de un balcón apuntado al abismo de la tristeza. Es de vital importancia su ayuda, Lorazo, y tus enseñanzas y concejos, que son como una lupa que alumbra la tenue claridad del saber, obstruído por los avatares.
H: ¿Y a vos que te agarró Fulgencio, que querés fomentar la causa Mabel cual una caja de resonancia del porvenir impecable?
F: Mi mente embebida de tanta culpa, por los burlares de mi amiga, donde aun soy protagonista infaltable, cojea cual luego de un sabotaje a las ilusiones, para siempre perimidas, con mi conciencia transformada en cabaña llameante, parecido al granero, víctima del reacio accionar amedrentador, de una mafia bapuleada; ni caminando de rodillas lograré quitar la pesadumbre de mi caracter.
H: Fulgencio mira, hacia tu izquierda, Lorazo está comiendo trozos de las cortezas a medio cocinar, cual semillas de girasol peladas, saladas, y tostadas. Vaya como ahora nos ignora, oh pobre ave autista, impedido de registrarnos. Tu conección con el cielo, ha quedado en la butaca del perdedor, y aquella erudicción tan simpática, en la palestra de las comadrejas asinadas del susto. Y encima intentas volar, y no logras más que pequeños despegues de gallina.
F: ¿Y si le hablamos de nuevo de política? A lo mejor se entusiasme y vaya a regresar al hábito de conversar.
H: Es que no hay sistema con el cielo ¿Será por qué la invocación de la marea, más el aluvión del hipotético líquido, hizo cortocircuito con el más allá de los poderosos?
F: No sé pelar un cable, menos he de saber de esas cosas ¿Y si nos damos un beso en los labios a lo mejor reacciona?
H: No hago resistencia pues quiza funcione.
F: Guau, que lindo besas; con sabor mediterraneo.
H: Nada, aun así, continúa pelando chauchas, y dejando cual una moquete de oficina, todo el suelo de vainas.
F: Yo pienso lo siguiente, Lorazo, el liberalismo, en la etapa de sol naciente, con los filósofos a pleno, ultimando detalles, de esta nueva idea, casi perfecta, del siglo dieciocho, una pinturita que cierra por adonde se la mire; digo, de unánime aprobación, pero hasta tanto las primeras injusticias se instalaron como tulipanes, donde rápidamente, las mayorías populares comenzaron a agruparse, en diferentes voces de oposición; y por tanto tenerse sus buenos reparos, con ello apareciendo retractores, por cuanto confines hubiere; que como decía usted, persiguiendo la deducción, que los hombres somos muy malditos, como para querer andarse dadivosos, y equipararnos en un llano de respetable igualdad, han hecho pacto con la idea que mejor sea, un sistema vigiliado por normas y leyes, con un abanderado de los pobres, al frente, quien manejando los destinos de la mayoría, reparte justicia portentosa, aunque quizás con un poco menos de gracia, y calidad de vida.
H: No escucha, se ha cortado la transmición.
F: Por qué claro, imaginemos una enorme carrera de natación, por plata fresca, todos aprestados a saltar a la piscina, con la imagen de los más pudientes, atléticos y de torax bien formado, con el resto de los pobres, de tanto hidrato de carbono excedidos de peso que no pueden hechar los brazos para atrás, en escala descendente; hasta raquíticos del hambre a secas, más molidos a cintazos de la esclavitud ¿A quien apostaría usted? A mi me parece que, debería existir un sistema de scoring, con puntajes diferenciados, y entonces, el bueno, pulcro, estudioso, de cualquier clase social que sea, tiene mejor puntaje que el malo desalineado y cruel, creándose una tabla que a la hora de elegir autoridades (también supeditados al análisis exautivo) un voto vale más que el otro; nadie podría ser candidato, a ocupar un cargo político, si no tiene buena reputación; y chau poder político, donde todos se pasan de unos a otros, como en un orgía.
H: Está en la categoría de los loros loros de los pesos pesados.
F: Eu, ahora suenan disparos de metralleta, y de morteros, de la primera guerra mundial. Estoy reacio a pensar en un enfrentamiento en las calles de la ciudad, aunque suena verídico que de eso se trata.
H: Vamos loro ausente por capricho, con Fulgencio lo vamos a obligar a soltar la lengua, quizá rasurándole plumas del penacho, dele, sea nuestro locutor del cielo, nuevamente, y entrégenos intrucciones de sabiduría, de como actuar en este momento tan fatídico. Pero fíjate, Fulgencio, se comporta cual avetruz, y esconde la cabeza en los recobecos de la tierra.
F: Vamos Lorazo, sea bueno, esto nocivo recién comienza, y no sabemos que hacer. Guerra, tal vez, o enfrentamiento entre ciudadanos pacíficos, se avecina. La academia del horror, en cierme tenemos, con estallidos de la propia gendarmería, pareciera. Que ni las sirenas y pitos, lo amadrenten, díganos como actuar, para salir adelante. Es arriesgado, pero tal vez si marcháramos para la catedral, podríamos ver los últimos enfrentamientos.
H: Ni loca, mal que mal, aquí estamos a salvo, nadie irá a poner una bomba dos veces en el mismo lugar; mejor volvamos al rancho, pues con este pájaro sin plumas se torna muy dificultosa cualquier maniobra.
F: No, por favor no, dejar así a Mabel, no, abandonada y perdida, nunca, locura, locura no, por favor; prefiero mejor, vuelvan ustedes, y yo sigo buscando solo ¡Mabel!
L: Usted mejor niña, de inocencia de maízal florecido, sea al fin tolerante con el mundo, y aparte lo más posible la difamación de los labios. Y en tolerante reflexionar, sobre el futuro, anótese en una escuela de nivel terciario, hasta conseguir la chapa de una carrera corta, con salida laboral, comenzando así, una vida independiente; renuncie a la servidumbre y sálvese, ya verá como alejada del rancho, va a comenzar una etapa pura y limpia, de la que nunca se a de arrepentir; apártese de la tanta blasfemia versatil de los acomodaticios.
H: ¿Y eso?
F: Por fin habla ¿Jefe, como salimos de esto, han sonado nuevo disparos?
H: Oia, mete de nuevo la cabeza en el pastizal de soja. Caracter de manteca tiene, y cual bolsa de nailon, se arruga ante los requerimientos.
F: Voy a traer la desmalezadora, y voy a dejarle el penacho liso, como es posible, que de eximio profesor, ahora sea un mariquita de peluquería.
H: Allí llega a borbotones el repunte previo de la marea, está entrando agua al pozo como cerveza tirada. Algunos animales de la reserva comienzan a regresar por la costanera, y los del bosque, se van poniendo los cinturones de seguridad en los árboles.
F: Ha germinado el odio en la ciudad, qué cruda la realidad que nos espera.
L: Me voy, ya no puedo estar aquí como dormido, mis voz se torna opaca y muda, y es triste mi silencio al respirar.
F: A usted, Lorazo, lo noto aturdido, al borde de un soponcio; sería lindo poder vivir sin quejarse. Miren, cerca del matorral, en contra de querer halagar las inclemencias del clima, allí se acerca empapado, un empleado de la reserva, a retirar animales, hacia el pozo el agua está entrando a chorros.
L: Según invierne mi alegría, le aviso al cielo de mis diferentes tristezas, cabeza de alcornoque, hoy como pesado equipaje, vertiré la suficiencia sobre el pueblo de Luján en problemas.
H: Como, no era de infravalorar a Mabel solamente ¿Por tan solo unos estallidos, de dudosa procedencia, todavía tiene magazine para hacerse cargo de las penurias de un pueblo autosuficiente, con nueva laguna cisterna a estrenar, que lo transforma en intocable?
L: Si es de merecer, seguiré luchando por el bienestar de la señora Mabel, y sino, trataremos de arreglar los enchufes de las mentes de la población Argentina. Usted niña, mejor vaya buscando otro destino diferente, de rembosar oportunidades, alejada del desenfreno de propuestas indecentes.
H: No es gratis la vida, y pues al final el alma queda licuada, de arrugas del tiempo, aunque bajo eximisión de apercibimiento, la señora me jura, que cuando expire, bajo testamento escrito, me va a donar un pedazo de la estancia.
F: Uy, la noche de recién casados, de la falsa boda, digo, a Joe también le prometió heredar hectáreas, y quizás, una de las pensiones de viuda.
L: ¿A Joe también, le prometíó cosas?
F: Lejos de predecir un final anunciado, les comento algo muy irrisorio, pero a mi también me quiere regalar, en vida plena, un tractorcito fundido, que está justamente en el granero, un cargador de baterías, y una radio tocadiscos, que por lo antigua, dicen vale muchísimo.
H: Se quedó otra vez pensativo; más sus ojos de zarzaparrilla, luego de la acción de unos levanta cristales, parecen pantallas solares absorviendo furia del sol.
F: ¿Sabe? Por mérito propio, a mi Cristo me apasiona bastante, pero no creo que halla dicho todo lo que aseguran. Inspirados en Moises, fueron los pensadores griegos, que armaron y crearon un límite de adorar mesías tras mesías, con ello dijeron basta, aquí se terminó esa costumbre o manía, y para crear un tapón le adjudicaron a Jesús, un montón de habladurías que seguramente, jamás pronunció; dejando abierto un ventilete, para con la posibilidad de adorar, pero de una manera más recatada, menos opulenta. Y como consecuencia, de allí salieron otros filosofos ateos, directamente poniendo en duda la existencia del propio Jehova ¿Pues si el mar nunca se parte en dos, porque debían todos creer en ello?
L: Está equivocado, raya con la calumnia su discurso alocado, punible de rejas. Es por mérito de dios, todopoderoso, atento, preocupado, inquieto, si al pan pan y al vino vino; atentamente respondiendo a la carta del menú, las requisitorias recurrentes de sus amados hijos; quienes somos separadamente, algunas de esas partes de su totalidad; deseando por qué su ley escrita en los corazones, no vaya a torcerse para el lado de los tomates, y como consecuencia, que el ordenamiento jurídico, basamentado de la chispa del fuego creador, termine siendo una melaza, con de todo menos la divina racionalidad. Y por ello, al turno de la comanda, manda a sus mesías elegidos, en concordancia con la dicha demanda, quienes de buena gana llegan a decir como comportarse, civilizadamente, según el criterio de los designios del cielo: para que ustedes, pricipalmente los hombres, pudieran envazar su pregón, de leyes naturales, referidos a la conducta, con los principio del amor, bien entendido, e igualdad entre los hombres. Y la libertad del pensamiento, que ocurre dentro el craneo, puesta en la acción del habla, y de las escrituras. Más la chance de tener las mismas oportunidades: de felicidad, con la plena satisfacción de la autodeterminación, y de honrar a la existencia, en igualdad de condiciones; con proteccion para todos, sin discriminacion, ni marginaciones, al cuidado de la dicapacidad, al son del respeto, por las diferentes creencias religiosas. Incluso el tener en resguardo la propiedad privada, vea, más la libertad de circulacion, de reunion, y de manifestacion; además de protejer, hasta reos y acusados, por medio de la sabia presuncion de inocencia.
H: Oye Fulgencio, buenas noticias de perpetuo dilucidar, le he preguntado al empleado que sabe de las bombas terrorista, y sorprendido me dijo, que no ha pasado nada malo, que hubo unos festejos en la plaza, y paralelamente una marcha de protesta, con una sentadera en la puerta de la municipalidad, donde se arrojaron todo tipo de pirotecnia.
F: Que bueno, hay paz sin litigios extremistas.
H: Si, y sigue regando la sonrisa de alegría, pues lo del granero, fue una garrafa semi vacía; y sobre el tractorcito, dijo que está intacto.
F: Vaya ratones que nos hicimos.
H: Y además, que Mabel está sonriente, con el gordo a dieta, posicionado, de nuevo, al trono de los Ginnes; almorzando en un confitería solamente un huevo duro y dos fetas de queso.
F: Almorzar, pura envidia siento.
L: Mabel..¿Y el bosque?
F: Es injusto vivir supeditados a las verdades, por más postulados que sean, y de brindarles adoración permanete. Eh, dios existe, aunque para nada cambian las cosas si rezamos, o agradecemos, o lo que sea, en reconocimiento o repudio de esa verdad; pues cada uno de esos cánticos, son adornos de salpimentar la angustia existencial. Dudo que dios halla creado al mundo, para saciar una vanidad urticante; aunque si estoy de acuerdo, en pensar que debemos organizarnos y vivir en armonía.
L: Vosotros, los humanos, necesecitáis imperiosamente de dios, y rezaís desde los primeros atisbos de razocinio, más dios es tan gigante, y de boquilla larga, en milagros presente, con su naturaleza turgente, que se expresa cual un pichico amaestrado, con diferentes intensidades, para así convencer al intelecto de su presencia permanente; pues de ser tan testarudo, únicamente así se crea un vinculo serio, con a su tiempo, un fabuloso instructivo, acorde a las necesidades requeridas. Y también de enviar seres semejantes, intermediarios, de comprobado poder, para crear un nexo, y establecer una comunicación con su morada en el edén. En tal caso, yo mismo podría ser, hoy, ese mesías, pues que más comprobación que un pájaro hable de corrido, y convoque las tempestades; a lo mejor, la historia final, dirá que fui un disfrazado, y entonces por allí pueda ser un candidato invalidado; no me interesa demasiado, voy a seguir ergido, con el penacho para lo que guste mandar la esfera civil. Si el sol se apaga, nosotros con él, pero de sumo agrado, hay muchos soles idénticos, y un universo infinito; y si hubiera otro universo también, también sería parte de su cuerpo; pero no así, nuestro escremento, ni los retazos de uñas cortadas, que solo vuelven a engrosar la tierra, y a degradarse en funsión de un metabolismo; más, así como existen agujeros negros, que absorven astros, existe lo contrario, una claridad celestial, que somos nosotros, desplegados en vida, mostrando todo lo oculto, que permanece estoico, de unidad, comprimidos, flotando atraídos por fuerzas ocultas, esparcidos por el resto del universo. Bien, entonces, el cuerpo de dios, son todas esas partes, en pie de existencia. Más, cuando a los poderosos, le cayó esta ficha, que existe un solo ente creador, tanto fue la necesidad de volcar la creencia natural del ser a una solo formulación, monoteísta, con dicho nexo de un mesías, en tal caso acompañado de su madre, de incluír lo femenino en cuestiones absolutas, que incluso los emperadores, quizás lesionados en el ego, idéntico de los dioses, no tuvieron grandes reparos, en compartir su gran poder con el enviado hijo de dios; y esa verdad era tan patente, que no dudaron jamás, en obligar a pensar de esa manera. Finalmente yo no soy un mesías, sino más bien una porción de milagro, pues tengo la única misión de custodiar el malogrado destino de la señora Mabel; siempre y cuando ella sea merecedora de dicha oportunidad.
F: Los humanos estamos divididos en dos grandes grupos, con relación a la capacidad de creer y adorar, y de compartir el poder con terceros. Los unos con los dos pies en el plato, muy subordinados a los designios del creador; más los otros mucho menos comprometidos, con la puerta entreabierta como para salir disparados ante la mínima duda. Y así es que los primeros entregan su vida cual hormigas, y los otros solamente una equis cantidad de sacrificio, siempre y cuando no sea demasiado aburrido, pues siempre habrán reparos, y todo irá a ser pesado, en una balanza de tarifas que ponga límite a la exageración.
L: Dios no es un cielo raso, que sufre de quebrantamientos por la humedad, él nos dá la existencia, y la posibilidad de reproducir nueva vida, y todo ello ocurre de una manera determinada, haciendo cosas puntuales, ligadas entre si, más ello es, de lo que debemos preocuparnos, hacer cumplir con las esas funciones precisas, más no desviar el camino en cuestiones improcedentes.
F: Aunque hoy día es únanime coincidir en adorar un solo dios todopoderoso; entonces como es que se difiere tanto entre las razas humanas, dando testimonos diferentes, con relación a la manifestación de los milagros ¿Es que dios le otorga milagros solo a la raza blanca? ¿Acaso esos fenomenos sobrenaturales, no son algo garantizado para todos por igual?
H: Eres un marginal al que hay que repetirle veinte veces las cosas, con residencia en una iglesia espectacular, y pretendes rebatir la fe tocando todos los botones del tablero, hasta por fin saber cual apaga la luz del atrio. Lo que el espíritu de la ciencia es aplicar verdades absolutas, posibles de ser traducidas en formulas, eso mismo es la religión, pero con las imágenes del todo, en acciones de vida, cual infalible método, exacto, de alcanzar la sabiduría. No existen trabas para la fe, y cualquier atropello, es lacra infectada de un ser achacado por la lógica.

Mabel: Aquí el error vitalicio estuvo en cambiar de mano, pues el tratamiento para evitar esos boluptuoso eruptos radiactivos, de caja de pandora, ni siquiera un paliativo resultó ser, aunque si un verdadero disparo por la culata. No obstante, la angustia, genuinamente desatada, por verte tan ido, se me infiltra hasta el disparate, permanente de escépticidad, por pavadas sin bruñido; cual si el éxito del porvenir dependiera, de no romperse, cuando arrastro el cuerpo, cuerpo a tierra, éstas prótesis de la ortopedia, de última generación, modernosos apósitos indestructible que parecen candados de ciudadela. Resultando después fuiste desnudo, y cachondo, a la catedral a solicitar auxilio, y cartón lleno nuevamente, detonaron dos explosiones más. Espero, esto impredecible, sea solamente una escaramuza olvidable, con algunas pocas alarmas moliendo pimienta, y sin damnificados maltrechos de por vida, como yo en estos momentos. Cuando de urgencia me atendían , los del SAME, decían que fueron bombas, estallidos de artefactos terrotistas. Y después los médicos del hospital, que me revisaron a en casa, pensando tratarse de un habitante disfrazado, del disloque, entre tanta confusión, casi casi me inyectan una transfusión con sangre de Lorazo; si hasta el algodoncito, por la vena del brazo, me pasaron, hasta por fin descartar al ave, por verme mejorada. Y claro, salieron raudos, a socorrer a los supuestos fieles heridos del suceso. Ocurrió todo al tiempo de tu periplo, panqueque sobre panqueque, en seguidilla cual bombardeo aéreo, pues aunque atragantado, por lo visto eres de correr ligero: más nuestros amigos, pobres ilusos, carcomidos por la angustia de verme hecha pelota, incluído mi guía, el loro gigante, aseguraban ser atentados mafiosos, liderados por Joe San Luis, de traficantes de animales, enfurecidos pòr lo de la tigresa de bengala. Viste que esa táctica de no comer nada, ni siquiera de probar bocado de mandioca hervida, se trata de un arma de doble filo; pues ante el mínimo traspié, de la dieta, terminas por devorarte todo. Ah, eso si, cuando hilvanen los pensamientos, les será imposible entender ésta última detonación del bosque, pues quien habría de querer atentar en un frondoso matorral de mala muerte; a menos que vayan a conjeturar haber sido un estallido culposo, de artefacto casero, en huída estrepitosa, de periplo de venganza. Ahora pienso, antes de conocernos estaba yo, lejos de ser un puchinball, pues vivía en lo mío, pachorrienta, a cada intervalo de separaciones, con amoríos divertida y expectante; entonces le reprocho tanto aquel factor flechazo, de mirada fulminante, quien me mandara a enamorarme a primer vistazo, sensación compartida, con el ruido de tus disparos exitando la escencia pura, y caí no más, en la trampa fulminante, del solo mirar trascendente, donde inevitablemente se mezcla la fantasía vertiginosa, con los anhelo del gótico paladar; y yo petulante me encontraba codiciosa, vehemente y vulgar, con tanta apetencia de tenerte a vos, en persona; como seguramente, tú frente a los proyectos de superación, que te vas fijando a lo largo de tu vida; era yo una paloma en la plaza del congreso, admirada de verte barril sin fondo, picoteando bolitas de caviar negro, y apenas grajeas de ansiolíticos por previsión de la receta. Más del extenso ahora, parálisis del esquelo mugriento, de solo calambres con agudas puntadas, en la noble impotencia de ver mi cháchara perderse cual el último vapor del puerto. Pero aun sin tomar distancia de lo sucedido, conservo intacta la memoria reciente, de sabernos reír en el galpón, con los disfraces puestos, displicentes ante la mirada de nadie, con ese nuevo andar de oportunidades nuevas, felices de estrenar un pacto duradero a la carta; solo hasta que de pronto, alunisono de contrariedades truncas, indecidible, saliste un momento, sin reparo de pedir permiso, de interrumpir de entrada, el inicio de un nuevo todo que duró un chasquido, con lo que posteriormente fue un remilino de viento, colmado de retazos del elefante querido, empero sacudones de vigas de aluminio callendo, milagrosas sobre mi careta de domador de circo, con purpurinas de colores. Más luego del itinerario horroroso de solicitar ayuda exterior, en nueva detonación caíste, cual telón del último acto, sobre la hierba violeta, quemada, y humeante del bosque, en el incomprensible boquete de árboles desapilados; abatido de tus propios suspiros del alma cómplice, con cartel de contramano en la faringe, sin mitigar del severo desmallo que se ostenta cual muerte. De nada sirve arrepentirse, pues te sigo amando como al comienzo. Pero aun estando moribundo, vale la ocasión de recalcar, mi parte del rol inocente, de nuestra crísis afectiva, pues más luego de estrechar vínculo de amor contigo, por cada paliza recibida, un atuendo diferente, de un carnaval eterno ¿O no? Estábamos ambos viviendo de espalda a un paredón permanente, de reyerta familiar, donde se batían, desfavorables, las alas de independencia, en pésima pelotera de meteoros metrallando el hogar; enroscados en discuciones estériles, desconociendo por adonde seguir a salvo, y sobre todo, libres de soltar la lengua para analizar lo inanalizable, de un devenir constante, alejadísimo de parecer esa promesa irresistible del comienzo; con dentro de paredes truncas, los corazones nuestros golpeándose fulero, en cortocircuito de proyectos de vida, chocando de gusto no más, cual un ciclón del caribe, abarcándolo todo y distancia; que estoy hasta aquí, de harta, desde el plano más cualunque de la coronilla, ayer con diadema de reina, más ahora empolvada de seborrea del granero, todo hasta pasado el neolite de las sandalias unos centímetros interminables. Y lo ocurrido entre nosotros solo valdría la pena saberlo, si despertaras de nuevo, contento, con deseos de un empezar de cero. Panza de lechón ahogado que se tragó un diluvio de aguas vivas, que calor sale de allí dentro, haciendo sopapa en mi oreja, embadurnada de chivo, quien se apoya escuchando notas repugnantes, saliendo embueltas en búrbujas de grasa. Dime panza tremenda, hasta cuando has de digerir semejante atragantona, pues aun nítidamente escucho del empacho, el acueducto soltando estampida de toros, como en la Pamplona de la España querida; y una orquesta de camiones Scania, con acoplado, de tétrico sonido espúreo, en una colectora atestada, de ácido úrico de etiqueta dorada. Amor mio, si el cogote me lo permite, con algunas contrariedades en el bocho, hoy hago alborozados votos al cielo, por continuar alegre un camino paralelo del tuyo, pero por favor, esta vez envuelta de gotas de refrecante júbilo; más nunca más de momia, como ahora, ni de oso, como antes, ni de nadie que no sea yo misma por siempre. Antes de conocerte vivía expectante y alborotada, al aval de trivialidades calientes, huyendo despacio de lo dictatorial, de cualquier venia. Van y vienen, todos juntos, los problemas como cascotes en abalancha, contra el disfrutar de una parsimonia en sombra. Arrastrando como puedo el cuerpo, pero sedienta de infidelidad, con el primero que vaya a pasar en muletas, al decir "de rendida a tus pies mi amo", voy y vuelvo mecida en vaivenes de un mar empachado de olas constantes. De pulso de cadencia decrépita, temblando las nalgas del ciclón de tus agónicos gemido; tendidos cual larga lengua estamos, soñando siquiera ser tallos delgados de flores de baldío; y yo al pie de tu barriga, de galápago caparazón, tan cerca de la cumbre, que me animo a soñar con ser dueña del cielo. Para sostenerme, a gatas si puedo ir clavando mi codo dentro del ombligo. Mira, tan dolorida me siento, como alejada de los noventas grados verticales del bosque, que ahora por fin en la cima de la panzota que estalla, con la cabeza apoyada en la mano que sirve de bandeja, me animo a un atinado balance del espíritu personal, necesitando confesarle al cielo, de mis aberraciones que tanto te hicieron cornudo, ante tu presencia evanecente, de mi prontuario del ayer acumulado, y del ahora un testamento dibujado en el aire, diluyéndose en el eter cual tu vida en sombra. Aunque pero nuestros cuerpos cual estúpidas chatarras yacen, bapuleados por culpa de las peripecias en tu nombre hechas; ambos listos para recaer cual machetazos finales, de piezas de dominó de terso nácar, sobre la hierba de ignición pintarrajeada; haciéndonos doler a la vez de hundirnos peor en el ostracismo; durante que la rueda de la vida gira y gira, sin nosotros, siempre cambiando de mármoles; más yo chupada, obligada, e involucrada, unímoda sufriendo siempre, solvente pero descangallada, sumando a los años penurias. Tras agonizar en la pura negligencia, sin combinar muecas de placeres nuevos, éste amor en la gordura lastimera tiembla; de falta de instantes, entreverados con sensaciones extremas, de gozar cual herizo de mar en el fondo alcalino. Hasta las cejas caídas de tanto bajo disfrutar tengo, y los ruleros en remolinos de viento, de tu susurrar escandaloso, anque canalla. Más, a ti, marido de cero signos vitales creíbles, en coma de indigestión aguda, igual te cuento, que para nada quise bastarme de límites para después tratarte mal por descepcionada. Aunque mi voz siempre fue de sana esperanza, al resguardo de un modelo extravagante de idéntico sentido de justicia. De kilogramos bastante recuperada me siento, de comer pasteles en la reserva, pero en efecto débil, y medio tartamudeando sigo, de empecinado capricho, mientras aguardo un auxilio, no queriendo dejar pasar la oporunidad, de aprovechar y decirte, de todo menos bonito; marido por siempre mi ídolo de barro. Oye Ignacio, si de tus orejas recién estiradas de aplicar tormento, igualmente de un hilo de voz impostado, pudieras escuchar de lo que estoy mirando ¿A que no sabes de quien se trata, al que simpático allí nos observa, altivo? Oye, que no es tiro por elevación lo que estoy diciendo; aunque más no sea, mira nublado, a través de los párpados desplegados de almidón; al impávido, Alberto Centurión, digo, de sotana vestido de Fulgencio, con los ojos muy atentos, cual si fuera un religioso en serio; observando todo, pero cual oruga, sin ánimo para el rescate. Ayuda Fulgencio, ven, que esperas, no ves, estamos inmóviles, impedidos de caminar; el Ignacio aun vive, pero cual tren bala, viaja rumbo al más allá de los testarudos, pronto ven ha socorrernos. Oh, previo espantar un tábano de la nuca, se ha marchado, caramba, no puede ser. Maldito malcriado bufón, de la corte celestial de cuervos botones, de aquí cien pasos. Bien fue que a la hora de la alquimia, de hacer de la iglesia un infierno terráqueo, no dudaste en usar la recta cual una curva. Que de cura, solo tienes las cicatrices, de la carcel, lisas; aquello patente, fue un soneto perfumado de lo prohibitivo, y que ahora me arrepiento tanto de no gritar, y quedar ahogada en placer ¡Despreciador del producto añejo, en estertores complacientes que bebiste en ritual absurdo, haciendo posible por un segundo, lo sublime terrenal, ahora dando vuelta la cara cobardemente! Todo el tablado confundible, sepan, con un gallinero de gallinas cluecas, tardío suplicar por que no sucediera la barbarie, pues el sitio era venerable; más luego del hecho, hecho un lecho de repudiar la existencia ¡Vuelve traidor! Suavemente fuiste calando tan hondo, en mi desesperanzado ser, siempre de atropellada fuiste, hasta finalizar la epopeya en éxito, donde fuimos una corriente de misteriosa onda, del espacio inerte, quizás del mar de sudor, también, o tal vez del centro de las entrañas de un paraíso despoblado de religión. Los hombres nos pensamos eslabones de un cinturón precioso, donde la hebilla del centro es el dios todopoderoso, ajustándose, desde lo alto, dentro de si mismo, la bombacha del campesino aguanta tuti. Oh, marido abatido en la ruleta de la ensalada rusa, transformada en cordillera de salpicón de lujuria, inquietante cosa es apreciar cada vez menos mecerse tu panza. Epa, la yunta de gatos que faltaba ver, allí están ahora, juntos, la mucama y el ladrón, como espiando por una cerradura, ambos, pero entre el enramado montaraz; el Fulgencio con nuestra Hortensia, querida; pero caramba, se han ido como vinieron. Y de seguro, luego, alegremente, dirán ignorar habernos visto. Maldita sea, esa niñera también, al servicio del chimento barato, piraña de la noche un lobo, en la ventana aullando por moneditas, y en la alcoba, a contraluz de la divina menguante luna, haciendo masajes cual masa de pascualina. Actuales paradigmas a destruír serán, de mejor ganarse una estadía en lo renovado, y en subvertir la vanguardia, en escarmiento. Haremos de cuenta, que la vista irritada de aspirar emanaciones desafortunantes, es la culpable de embaucar al alma, en trance de desesperación alusinatorio. Antes de volar el granero por el aire, y quedar quebrada como escarabajo, patas para arriba, yo hube insistido tanto en animarte a frenar a tiempo; era como una maestra serena por inculcar el abecedario a sordomudos. En el flagelo de quedar doblado, comiendo animales sueltos; deberías considerar esa transgresión cual un serio entrometimiento, de en apariencia animalitos libres, pero de destino encarcelado, bajo la protección privada; que la tigresa de bengala era como una reina de Copacabana. No debieras confundir, la libertad individual, con la libertad de los mercados, pues son libertades diferentes, donde, en la primera, y fundamental, cada cual vale por ser persona, más en la restante, la propia acción de competir, va puliendo la calidad del producto, y ajustando valores, y precios, a su justo equilibrio. No solamente, debieras cuidar tu panza decadente, sino también de tu seducción hacia el mundo; donde instituído, sin duda, habrás de estampar tus huellas de la hazaña conseguida, pero en la soledad de encontrarte sin ideas, ni pensamientos simples, quedando atrapado en un ser anodino, víctima de transgredir a destajo; que flácido, tontamente se consuela, pensando en figurar en un registro de records, ignorado y vetusto. Y si estaba ya conseguida la hazaña, que necesidad tenías de volver al punto cero. No contestas, pues tus orejas están inflamadas como tu panza, en nuevo intento de un poco más de lo mismo. Está entrando agua a la laguna, de manera tan vertiginosa, que en breve tendremos la inaguración, tan esperada; y vos te levantarás, ya mismo, te pondrás a tono con la vida, y en dicho acto solemne, por la debida preservación de tu honra, y de la mía, de navajear el orgullo con responsabilidades contraídas, inmediatamente, te disculparás ante la concurrencia, del fracaso de no regresar a los kilos primeros, de tu juventud dorada. Oh, allí veo a Joe, buscando con los perros. Salvanos, y te seré leal, como en la noche de la falsa boda, tan leal como una gueisha; instaurando entre nosotros un camino exento de abstenciones, de venerarte; con la tendencia a un enroque de reinos. Ahora el cielo ha de estar en asamblea permanente, e impetuoso inclinó los mares, para llenar cuanto antes el pozo de lágrimas de su pesar, con Lorito en el escaño, junto del trono del altísimo. Debo poder incorporarme, para hacer bulla, pues mi voz sale cual hilo de muzarela, tengo que poder recurrir al socorro, de trasplantar esta odisea en un llano de tan solo discrepancias y sobresaltos. Pero caramba, por más que abrogue lo contrartio, mi codo se ha hundido de la barriga hasta el culo, que mejor lo dejo, y que siga haciendo de tapón; debiendo deliberar, de urgencia, que si lo saco adonde iremos a parar. Siento que también ebulle mi cuerpo, y además mis manos se tornan azules. Esto que sucede, no es malinterpretar el tiempo en negaciones, o anteponer excusas, para una insurrección de no estar presente en el lugar exacto. Entonces la acción acorde se corresponde con amasar, como la mal criada de Hortensia, para adentro los rollos, y ver si los cuatrocientos kilos de tigresa y compañía, de carne pura, se desparraman un tanto por el abdomen, de tu cuerpo inflamado; precisamente aliviando la zona del ombligo, donde tengo el codo de tapón; siendo que más hablo más se hunde; más ruego cuando saque el brazo no se vaya a producir, una eupción tremebunda de volcán enfurecido. Ningún periódico ha de querer publicar ésto, pero tampoco puedo quedar sujeta ha semejante tarea de evitar la sorpresa; ma si, yo saco el codo del ombligo, y que sea lo que tenga que ser. De vomitar tengo deseos, y de ser la portavoz del silencio la obligación; durante un emancipado centrar de la voluntad, será preciso rodar para un costado, y dejar que suceda la catástrofe. Y ¡uy! el Ignacio sale como disparado en linea recta, hasta en parábola ponerse derecho, y seguir dando tumbos sobre el aire; tornándose dificil describir las acrobacias, sobre la tolerancia de su rosto impertérrito, cual globo inflado y suelto sin nudo, enajenado de comprender las consecuencias de la propia gula; vívido pecado clamoroso, aclamando arremeter como un castigo ejemplar; que ni los alcautes tendrían palabras para relatar lo hegemónico de este instante paradójico. No hay nada más por hacer, ni de deliverar entre nosotros, pues este hombre está casi muerto, sin posibilidad de discrepancia. Doctores muchas gracias por todo, y por hacer de árboles, han sido ustedes muy gentiles, en dejarme intentar resucitarlo; lejos de ser pernicioso fue un intento válido; pero basta de divagar y divagar, será mejor seguir en llorando. Mañana, a su pedido, lo habremos de enterrar, en la parte profunda de la laguna ¡Un momento, vean eso, sale de su boca una sonrisa, esplendorosa, cual porción de sandía fresca! Yo les dije, yo lo sabía, este señor lo puede todo.


Joe: No le hablo al vecindario de nuestra señora de Luján, ni mucho menos al mundo entero, sino a ustedes, pajarillos de los mil demonios; donde ahora de corneta, a los visitantes, a parte de desembolsar el dinero de la entrada, es que debo ensalzarlos cual si fueran premios nóveles, para convencerlos de llevarse, aparte del vívido recuerdo latente, aunque más no sea a uno solito de ustedes, en cajita con algodones, de ambuleto; o de bálsamo, en servidumbre, de la angustia existencial. Y ésto tan simplote, avecillas como mercadería de punta, es la nueva chirola que reemplaza al tocazo de facos llovidos del tráfico ilegal de exóticas especies; camino sinuoso de tantos detractores, cuestionadores cuadrúpedos mentales, del lado oscuro del trapicheo; por cierto, necesario repliege del haber en caja; pues sino aquellos animalitos, por más grandes que fueran, irían muriendo peor que en la desolación de los bosques hechos tablas, siendo amazados dentro de la panza del ignacio ese, cuco de aquellos conjuntos de alimañas huérfanas, sin escapatoria, ni destino prominente; hermanado principio básico, de transacciones viables, que este gordo, ahora mirando la carrera desde la banquina, de un millón de bocados esquisitos, la tranza boraz arruinara alegremente. Pero de rebote, del ahora adverso, tengo el camino despejado de la propia máquina tragamonedas, y de personajes de esta sociedad protectora de animales, que llovían en protesta cual granizo en temporada veraniega; quizás con razón, pero molestando bastante, vean. Aunque de ustedes nadie se fija tanto, entonces como infantes ante sus primeros pasos, hoy estamos frente a un empezar de nuevo, como cuando luego de la educación vial uno sale manejando con el cartel de principìante. Artífice del ahora, sin tabúes de reconocerme contradictorio, terso en las fibras, más sin renegamiento, estoy al decir de mi describir parco del momento. Eso si, presente en el presente, de este por cierto muy eterogéneo emporio comercial, ante estos miles de pájaros, conmigo de anfitrión permeable, y bonachón; aves y pájaros por demás vivos, de picos afilados y muchos en forma de cucharón, de plumas batientes y de plumas sin gracia, pero todos prontos de ser vendidos, sin saberse nunca cual será el primero en irse; en los papeles mercadería que sale cual mantequilla de maní en la ciudadela de los turrones ha días de la navidad; a favor del mínimo átomo de pan caído, ellos siempre muy atentos con los modos y las actitudes, cual las invasoras moscas por el amor sagrado, profesado por la carne viva.
A ustedes les digo, pajarillos, aves de corral, faisanes, pavos reales, y abudillas; codornices, de huevesillos tan preciados; perdices de vuelo rasante, mucha veces presas de la perdigonada; de la cual nunca nadie alza la voz en vuestra ayuda; grévoles, agachadiyas, con las otras, de nombre chochas, chochas de estar mezcladas en el compendio de pajarracos que tenemos, que agitando mi gargero, cual si esta jaula, casi un edificio del tamaño de un morro petiso, de forma acampana, fuera la voz de mi conciencia. Jaula kiosco, de color bordó, en esta vez un nuevo emprendimiento modesto, de interés comercial, como el resonar de una muchedumbre alegre frente a un arco iris espontáneo. Albatros y petreles, implicados estamos con la emergencia climática, de aceite de coco es la atmósfera viciada, y en cortejo de bobos vamos silvando para enfriar el aire e impedir achichararse el mundo. Finalmente, mi sadismo mundano, hoy se derrite en reflexión de la experiencia, emergiendo de mi caracter la piedad del ungido. Sin remedio asociando la normalidad del transcurrir de la reserva, con la falta de presupuesto cual número puesto.Tengo un linaje atenience de elevado caracter elitista, donde la retractación por boludeses no tiene cabida, pero aun con la cadera tergiversada, y atento a la peculiar lumbalgia producto del renegar, desearía estar calmo cual los dias sin gota de viento, encapotados de nubes grises como el plomo, e ir sacándome yo mismo con sorisas, cual ladillas pegajosas, las preocupaciones sobre este ser indómito y penetrante, hoy descerebrado por la búsqueda de una inmortalidad, con las consecuencias de un posterior merecido anonimato; ah, y una vez tranqulilizado, sabiéndome libre de motoneta mental, imparcial en las decisiones, ir pivoteando con el conservador estatus las injurias aplastantes, más una vez desagotada la blasfemia del oponente, entrarle de lleno al disipado cielo de la mansalva indiferencia.
Pero ahora en el frío del desamparo me hallo, por demora ajena postrado en ansiedad, muy atento y en connivencia al regresar del maestro, don ángel Lorazo; de magistrales cátedras transmitidas de boca en boca, haciendo gala del vetusto traspaso oral hoy reeditado, con fines de ampliar lo sabido; un lujazo de frotarse las manos limpias, como cuando uno intenta hacer fuego, con el palillo girando frenético de sacar del mortero chispa; angustioso intermezzo que para nada logra refrenar el raudo entusiasmo, y tosuda pretención de conocer a fondo sobre el génesis del universo; o si acaso es simplemente un eterno coso, cual mojón de ruta. Pero no, cual dice Fulgencio, es un típica maqueta de cuatro dimensiones, acaso un cubo, marcado a los bordes con el negro de la "no existencia". Miren si ustedes alcones y martinetes, albatros y petreles, tuvieran en conjunto esa capacidad de Lorazo, de transmitir casi con la propia voz del supremo, que esto sería una universidad de sabiduría, en vez de un corral inmenso de tienda de forrajería. Más de la última charla con el pobre Fulgencio, expulsado de la iglesia por sacrílego, quedé patitieso; lejos de ser artero mediocre a pasos estoy del saber definitivo, embuído en pensamientos telógicos, soñando cual luego de largo viaje en linea recta; admirado y mucho, de esas ensañanzas, ad honorem y por correspondencia, entregadas por este pibe cara sucia de Fulgencio; y yo aquí solito, repasando estas lecciones de manual, paradojicamente, entre aves inocentes, que solo piensan en comer y comer, evacuar, y seguir comiendo ¡Vaya oportunidad tenemos; y de aprovechar, el deber sagrado! Y seguiremos adelante, aunque esto nos equivalga a vernos en llamas de brujas, en hoguera de la santa inquisición. Cual adelantado, trato de unir conceptos pequeñitos, a ver si consigo desentrañar, de mis infimas neuronas, hechando vapor de locomotora, en agrupadas sobre configuración perfecta, un pensamiento que aunque restringido, interesante, completo, y receptivo: Lo más difícil de conprender, y o visualizar, con la imaginación, es precisamente la idea ésta sobre la nada; la nada como la ausencia de todo; siendo, para nosotros los mortales, lo más parecido, el estarse con los ojos bien cerrados, annesteciado, en silencio, y sin olores, frente al paño oscuro predominante. Entonces dios, es primero, la misma nada, eterna y sin gracia; y si todo volviera al punto cero, él seguiría siendo, en la ausencia de todo menos él. Por mi parte, ay; y si de mi pensar exclusivo se tratara el universo, cabría fumigar con espadol, el prominente deseo aliviador de por fin desterrar la imagen peremne, cual tatuaje de tinta en la frente, de ese gordo, postrado en vida vegetativa, pronto a despegar rumbo al cielo, por motivo del metebolismo del azucar, en coma diabético, en coma urémico crónico, de todo tipo de insuficiencias, con promesas estériles de salvación; gordo hazmerreír, invernada y cría, agonizando desde hace siete meses, en muerte cerebral fulminante; y como es de público conocimiento, por su entera culpa, de por su gula irrefrenable que lo llevara a pesar quinientos kilos; y todo por gracias a mis bichos, de la reserva silvestre de animales fabulosos; y allí va, camino a la pronta desintegración. Imagen mental asqueroza, que me inhibe, que me impide estar lúcido y pensar en lo que más me interesa. Y lo mismo ocurre con la familia de los Poncini, intentando revivir al muerto, en sueño profundo, igual que la nada, con la pérdida de la conciencia del ignacio irresponsable, que gracias a los beneficios de la existencia, apenas si respira con la ayuda asistida de la orquesta del hospital; donde luego de sondear el pasado exitoso, de subir de peso y cabar el pozo, quedando impreso en el libro ginnes de los records, el intendente, piadoso, como para evitar un tratamiento ambulatorio, en caso de crisis terminal, sin un soporte inmediato, le ofreció a la familia una habitación en el nosocomio de la comunidad; adonde poder curtir esa vida vegetativa, cargada de mística, hasta que dios disponga; e inusual metatarzo con cinco dedos de pedicuría, te saludan con mucho aspaviento, gordo duro, pero con pasaje de ida al más allá de los salamines. Y ahora si, inútilmente baja de peso al ritmo de los días, alimentado de suero y papilla; está en el horno pero emodinamicamente estable. En apenas unas pocas paladas la laguna estaría terminada, o sea que no ha podido cumplir otra de sus promesas prometidas; y este tipo si que no tiene la más mínima conexión con lo adecuado del cielo; más yo me iré a retirar a un departamentito cuando sea viejo, a continuar pensando en las enseñanzas de Lorazo, vía fulgencio orador, y a lo mejor este fiasco titán, ignorante, aun siga durmiendo la mona, con la esposa al pie de la cama, batiendo el record de la ancha chalina más larga de todos los tiempos. Ahora Mabel permanece incólume, sentada al lado de un deshecho sin vuelta atrás, cual estatua en la plaza; que dia y noche, hecha una piltrafa, va tejiendo una tira de croché, largísima; siempre para nada congeniando con los deseos recurrentes del cielo, de verla exitosa en la abundancia. Con el presente estancado, de estos enamorados de siempre, viviendo muertos en plena carrera por la vida; de una manera de decir, poética, Mabel de nuevo con los grillos de la esclavitud engarzados, y él, en coma patético y pavoroso, del que nunca despertará, nunca, por más zarzuelas que la señora le haga llegar, desde las orejas que sanan, al más puro averno donde pervive. Con todo, no veo la hora de cumplir los setenta, y notable, recluirme en una modesta pieza, sin humedad y bien pintada, a ver la vida pasar cual película sin argumento, alejado de pormenores incitatorios de lo enigmático en colapso gravitacional. Ah, y por sobre todo, alejadísimo de estas arengas en boga, de la nueva reyerta familiar, de los aledaños reemplazantes del matrimonio de los Poncini. Que por la ausencia del gordo cuatrero, y señora, se me ha formado un triunvirato de hermanos, donde la estancia vecina es ahora un antro de restricciones, artero malestar para mi gastrítis nueva, implicado en constante reprimenda feroz, cuando tan siquiera alguno que otro de los animalitos invade, ya sea el pozo vacío, a la espèra de la próxima innundación, o el propio casco de la estancia; entonces los parientes cercanos de mi Mabel querida, sin planteamiento alguno, equipados de fuerte batahola, de si cuando una ardilla se entromete en aquel perímetro de propiedad privada, hoy un establecimiento de censura rocanbolesco. Con decir que ayer se escapó el gato mio, y vino el hermano mayor de raje, en divergencia total, cual cotorra, a querer agarrarse a las piñas conmigo; me hubiera parecido adecuado, tocar el timbre primero, más luego explicar lo sucedido sin tanta prepotencia. Nunca he vivido a costilla del bien ajeno, pero ahora para poder vender aves de rapiña, soy capás de incursionar en la estafa de prometer milagros a la carta, de la suya fauna preciosa del aire. A fuerza que estos gobiernos seudoliberales, con tanto impuesto, y de las ganancias, le arrancan los bolsillo al laburante para hacer caer el sueldo, las secuelas de la recesión van pudriendo cualquier Pime, por cierto ayer rentables, por más originales que sean, para lo cual, con todo, les prometo venderlos lo más rápidamente posible, e ir encontrándoles un hogar digno, donde aprovechar el sosiego de la siesta, con el aditamento de amores de dueños hábidos de reciprocidad; aunque supongo, sobre todo cuando halla mucha abundancia, en la propia entrada irá de yapa, algún bicho feo, paloma de monte, o cotorra verde. Entonces es que dios vislumbra de entre la compacta nada, una mancha muy oscura: La "no existencia" en competencia subjetiva con la nada, quien ahora triunfa omnipresente, ubicua, vanidosa. Pero ocurre de inmediato, alunísono, que ante esta mancha venerable, surge un duelo de interrogancia; y las primeras preguntas fueron: ¿Eso soy yo? ¿Estoy solo? ¿Hay alguien más conmigo? ¿Como es éste mi cuerpo? ¿Donde termina? ¿Que forma tiene? Entonces, dios continua pensando para nunca más dejar de hacerlo, y además comienza a metamorfosear estos pensamientos en sentimientos; y trascartón, estos sentimientos, dentro de la falsa nada, se ven transformados en esferas de magnetismo, gravedad, ondas gravitacionales, y la primer sentencia en serio es: Adentro todo, afuera nada. Surgiendo de inmediato un desfile de agregar y agregar componentes, y con ello esta capa nueva metida en la "no exitencia". Dice Fulgencio: La matemática es la ciencia preferida de dios, y la literatura, también, no tanto por las historias, sino por la cantidad de letras y palabras acumuladas. Siendo la nada, dios, el primero, el número uno; más para contención y regocijo de él mismo, aparaciendo estos ámbos componentes, superpuestos, y con ello el número tres de cantidades; donde luego en el espacio sideral, de nitrogeno, aire, y demás etcéteras, se agregan dicha millonada de partículas, una a una, contabilizadas en su regazo, que van texturizando esas esferas, ahora de materia, con fuego, o con piedras y metales; en la suma aparte de los elementos que se van formando, y de las unidades que aparecen de apropellada: Electrones, protones, neutrones y plutones, quars y fotomoléculas, que por ser tan mínimas se unen formando materia, o luz, y con ello astros, estrellas para los ojos que se avecinan; y planetas con soles, seres que se reproducen, desiertos de arena... Pajarillos de colores, fascinante verdad; ah, pero no me extrañaría, que por el rumbo que vamos teniendo, iremos a convencer a dios, de que somos muchos y que deje de serguir agregando. Aunque pero nada tienen que ver ustedes, que en esta primerísima etapa, ni pardelas había volando, ni corvidaes, ganzos, o patos, picoteando pochoclos en algún tipo de rinconsito del paraíso. Y si de hablar de principiantes estamos, por favor Lorazo, regrese pronto y deme la clase usted, pues ya mismo me quedo sin argumentos, y junto pon pichonetas de flamencos y buitres, deseosos estamos de conocer como continúa esta cronología desde antes del origen del mundo. Así es pues que dentro de la mancha oscura, los interrogantes del supremo se transforman en sentimientos, y estos en esferas, bolas de andar; supeditado a esas fuerzas de gravedad, electromagnetismo, ondas gravitacionales, de esta primigenia "no existencia" oscura, pero formidable. Donde luego se superpone la existencia pura, atestada de partículas insignificantes pero individuales, que por ser tan pequeñitas se apelotonan formando "la materia", que se agrupa en las esferas cual reboque, que se esparce sobre el aire cual manto; situación propicia para crear criaturas vivientes, que reflejen y expresen sus sentimientos; el sentir de dios, todopoderoso y supremo. Más entonces necesita luz para que puedan ver por adonde caminan, siendo el fuego lo más eficiente, de unas flamas que iluminen completamente el universo, en ese aire puro del espacio sideral, que sabe al mar que ansía. Pero primero, que quede claro, la fórmula, el método; para ello dios utilizando allí, las nubes moleculares, más recién luego se crean las estrellas; elementos nececesarios, las estrellas, para que ardan adaptadas como velas a la torta. Superposición de donde aparece la gran dualidad del ente sagrado, y claro, los primeros escarceos, de una relación plagada de conversación, demandante y complaciente, de dudas y antojos, afecto e inconformidad, de lo masculino y lo femenino, en danza; cual si el universo, de colchón mullido, hiciera el amor verdadero con la maraña de fuerzas de la falsa nada. Más luego de creado el universo, esta "no existencia" dejándose presentir en grandes buracos, que comienzan a alimentarse de materia, que con amplia facilidad pulveriza y desintegra; acaso los astros el alimento balanceado preferido de la "no existencia. Y todo esto es el resultado, producto, de ese método que dios emplea, esquisito, donde la dualidad, el número dos, es fundamental, como para continuar ofreciéndonos más y más cantidades. Y así como los agujeros negros dispersos sobre el manto de la existencia tragan materia, en algunos lugares florecen seres y plantas, peces e insectos. Entonces, dios une estos dos elementos primigenios y colosales, consiguiendo un universo: En presencia divina, atestado de sentimientos super interrelacionados, diseminados en suerte de siembra, donde en cada espiga, o grano, sus emociones se hallan presentes incidiendo en el trasncurrir de la existencia; con criaturas de similares caracteristicas del método; y posiblemente, lo que nosotros ignoramos, es lo que quizás él también ignore; siéndole por ello necesario manifestarse por medio de sus parlantes sagrados, e ir aplicando su método, con la fe de algún día poder entender a fondo, este conjunto de los seres vivos; y que estos a su vez puedan reproducir en acciones su sano entusiasmo, tal vez de limitada resonancia; acaso un obstáculo necesario, inocente. Mirlo mío, avutarda soñada, corvidae inteligente, el rezo igual que la sonrisa debe salir del corazón, sin la carga de una obligación, o del agradecimiento, pues dios no nos crea para que vayamos a darle las gracias, sino para andar y andar los caminos, atentos de no tropezarnos. Aves queridas, canarios y teros, que también están como yo, a la vera del camino flagrante ha por andarse, sin implantes capilares, a todo pulmón, al decir del esfuerzo cotideano. Ustedes miran con esa cara porqué llegaron despues de volver la reserva a ser algo mediano, normal, y tranquilo; pero si prestan algo más de atención, yo les iré contando el motivos de tanta repulsión que tengo, por cierto intimidatoria anque contaminante del humor sagrado. Entonces, estos proveedores que poblaran tanto la reserva de exóticas especies, por la culpa del Ignacio ese, huyeron despavoridos, espantados a mejores oportunidades de ubicar el rebaño, de transferir la grey en otros zoológicos, aunque menos espaciosos, más normales; donde la mercadería no sea devenida en tropilla a la marilan, en ollas de epíteto popular; que los proveedores en furia interior acumulada, por el rutinario despropósito de lo que les tocara vivir, muy en agobio por lo sucedido, entraron en cortocircuito por los tantos animales transformados en polvo de estrellas, aunque el factor principal, concomitante, de estos males colgados del hoy, que los hizo desistir de continuar provellendo mercadería, y donde nuestro titán se indejesto hasta quedar tarado, fue lo que ocurriera con la tigresa de bengala, felino invalorable, valuado en el millón de dólares, y aquellos ciervos blancos, blancos como la nieve, que el gordo Ignacio se morfara, en indigestión virulenta, estando de dieta, el testarudo, trastabillando supongo por los gages del oficio; animales invalorables todos, triturados a lengua seca en prensa fulminante de muela batiente, haciéndolos desaparecer del mundo cual chasquidos de los dedos, quedando solo de ellos unos pocos disfraces de cocoliche; haciendo que estos comerciantes marginales, de restringido saludo, pegaron el portazo, marchando a otros horizontes mejores, menos impredecibles; como esos capitales que se fugan al presentir estar apostando en una republiqueta bananera. Que por fortuna, sin suscitar estragos, ni musitar castigo violento, en disertación con protocolo afable, muy amables ellos, anque provisto de única alternativa invariable, del negocio de las bestias se retiraron, ofendidísimos, esos niños bien de la alta alcurnia, por la cuestión de público conocimiento, en que la mole de tragar animales, cual bizcochos de grasa, se morfara un capital tremendo de la divisa estadounidense; a cambio dejándome una puertita entre abierta, una endija, con la posibilidad de vender aves comunes y exóticas, con lo cual ahora estoy dedicado a ustedes, como guardaparque, y desde un lugar interesado de hacerlas billete recatado. Mis elegantes pingüinos, vestidos de frac, golondrinas incansables; divinos colibríes, de alitas de vaquitas de San Antonio; prestigiosa pajarera toda, charranes y martinetes, sepan, y demos gracias al cielo, valiendo la paradoja resultante, siendo que así recuperé los rinocerontes y recuperé al coala, solo faltando recuperar al tiburón sin dientes, aun metido en pileta de lona teniendo aquí un gran estuario. Y por sobre todo, más quisiera recuperar a mi querida Mabel, que rápidamente va recobrando su antigua hermosura; hoy reinventada sobre un lienzo de piel intacta, raro, pero maserada para bien por la ingrata experiencia. Ah, eso si, con la divina de Hortensia asistiendo al patrón hundido en pesadilla fúnebre, sobre tremenda incertidumbre procaz; que aunque limpito, más que dormido es un muerto en vida; y la patrona de todo, la existencia misma, floreciendo ininterrumpidamente como una rosa rococó rosada. Creanme, que no es por vilipendiar asqueado de un lugar concreto, o de ir antojadizo helando el alma en maldiciones estériles, atrapado en un laverinto cual pecera con divisiones, apoyando desde dentro mis labios que pronuncian palabrotas feas; maricón frente a larvas y garrapatas, fundidas en impuresas del viento delicado e inhóspito; pero contrastado de sombras y sonrisas me hallo, de pesares y confusión, me encuentro; con pegados en el cuerpo, muchos abrojos pinchudos de agrupar en el costurero. Estoy en el estanco de la parsimonia, pero aun sibarita y sensual, con la imaginación peinada a la gomina, masticando vidalas groseras; y las reacciones naturales de mis penas, de espasmos alegres y soñadores; que ni pizca de remordimento tengo, ni pellizco del inconciente en relámpago de buena educación. No obstante, vía mirar para otro lado, casi como la conducta de un perdón, por lo dudoso que existe en todo, entreverado con lo bueno que cada cosa tiene, pretendo poder compactar con el alma los remordimientos generalizados, hasta hacerlos una energía viable, para así darle paso a una etapa última antes de jubilarme, con los brazos en aspavientos, de nítida cordura y sanísima alegría; pero por ahora vendiendo aves, que en lo sucesivo será la ganga extra humanitaria, portadora de hacer añicos los restos de juventud, en la lujuria del muchacho que en mi pervive por siempre. Vaya pichoneta de pardela atenta a mis interpelaciones, siempre alerta de lo que digo, esperando un reporte sobre Lorazo. Lorazo, ayer, por desacato, estuvo una horas detenido en la comisaría, y aun no ha regresado, pues no tiene otra orientación existencial fuera de la clínica donde suceden los arduos acontecimientos por intentar revivir al señor Ignacio Poncini. En fin, la vida es un camino de espinas donde mejor es andar de los pies calzado. Por cuestiones de caudillismo barato, es nada saludable ir vituperando gente por la vida, soltando improperios cual chispas de colores pintarrajeadas, pues eso enferma al cuerpo peor que la espesa nicotina. Con lo cual será mejor atar la lengua, y estar dedicado para los recién llegados al paraíso de la reserva, en busca de un guía como soporte de la curiosidad e ignorancia. No hice gran fortuna, aunque hasta ayer vivía al día, ahora buscando una novia pechugona, poco salidora. Como se suele decir, gastaba el dinero en sitas con señoritas bellas y jóvenes, en cacao, en billutery con mostasillas de cerámica; por obtener caricias en regalía, otorgaba lisonja que sumadas arrojaban cifras lejos de ser propina, como para hacer recordar en papel sellado. Odio la castidad, antiguamente se concedía un beso por cada suspiro, aunque en el futuro deseo ser un depredador de la femeneidad sin tanto protocolo. Hoy quieren imponer la bisexualidad, pero yo solo deseo mujeres. El flamenco, mancebo, ve al buitre, zagal, mirar las gangas, muy enardecidas, por la honorable llegada de Lorazo; en carrocería de sapienza, de lealtad, cual sémola de oro, imposible de emular; y le faltan apenas cambiar a doncellas, para en virtud ir a recibir a este ídolo galán de cine, al tope de las recaudaciones. En efecto, el amigo porta anteojos polarizados, aunque es solo por decoro de no parecer un disfrazado, y al hablar al mundo de dignidad, o de esclarecer a sus dicípulos, no ir alterando el hermoso transitar del siglo ventiuno. Él mismo pregona, de impecable pulcritud, sin ser slogan de injerencia malisiosa, con la probada confianza de estar conectada su mente a la diestra del altísimo, la sencilla premisa de saberse las manifestaciones del más allá, sin plaso de demasiado antes, o demasiado tarde, cual fenomenos naturales, e inevitables; tan naturales e inevitables como los vientos, que son puro sentimiento, las lluvias, acaso lágrimas a cuenta, más los movimientos telúricos reflejando las contradicciones entre los hombres; pero habiendo en este ida y vuelta entre agentes naturales y seres vivos, donde algunos hacen ostentación de privilegio, siempre en el medio una jerarquía que va desde los profetas iluminados, pasando por los reyes, y por que no, el actuar de espíritus pululando entre las sombras; y hasta inclusive algún loro silvestre, como lorito, a la diestra del supremo conectado al mundo cual pendriver de discoteca. Muchedumbre deliciosa, cuerpo social, gracias a Lorazo, cabe consolarnos con sabernos todos fuegos artificiales, pero de una continuidad relativa de la fuente, algunos tan solo chispas separadas del cartucho, otros centellas de fuego apartadas del volcán. Hola Lorazo, me admira saberlo en la sagrada mañana del prestigioso sol de pascua, de nuevo en la reserva sano y salvo, con la reputación imperecedera, sin soslayar la existencia de otras culturas de la fauna del aire. Vea como el restos de las aves presumen ser inteligentes como usted, y mire como desfilan caminando cual pavos reales bien remunerados, en alevosía consolidados; como dejando el silvestres instinto colgado de los barrotes, agachando los cogotes cual tallarines en el tenedor, y con los picos corneos hundido en las plumas, ante su majestad, como haciendo del aceo una actitud preponderante de sabiduría. Pero un momento, lo veo como apócrifo, gravado en el aire más que vivo en la atmósfera, lejísimo de una vida distendida de arrancar solamente frutos de los árboles. Y perjudicado o desconectado y mudo, con semblante apolillado del que nunca hubo incursionado en las letras; más de retener los pelotazos del destino, sin barrera de contención; alejadísimo de la ciencia de la educación, y para peor sin el celador Fulgencio, reemplazante de su amable voz; el pobre desdichado, fue excomulgado, hechado a los empujones por transferir su mensaje, y evacuarnos del concierto de la ignorancia los titubeos lógicos de los primeros pasos ¿Será que frente a las manifestaciones del cielo en tierra, algunos hombres prefieren evitar contagiarse de entusiasmo extremo, evitando volverse demasiado locos, optando por sostener el timón con firmeza rumbo a lo sensato que la experiencia acarrea? Pensaba que los científicos de la astronomía, en vez de buscar vida extraterrestre utlizando mensajes inteligentes, debieran mejor aplicar un lenguaje de puros sentimientos básicos. Epa. Lo noto tosco cual el ido en disponer ira, sin nafta premiun en el corazón en prórroga; con el batiente pedido bíblico de conquistar el planeta, dominarlo y sogusgarlo, cual el minuto de silencio en un duelo de tres días. Ah pero déjeme a mi: Conclusión, no es que haya falsos profetas, o falsos milagros, sino que somos todos frutos de dios incidiendo sobre la realidad, aunque de diferentes conjuntos, de región y de época, quizás con mensajes contradictorios, pues somos producto de un balbuseo metódico, que emerge y emerge, sin el privilegio de una lengua cabeza única, manifestaciones ostensibles con grados de jerarquía; a lo mejor, con el deber y los deseos de hacer cumplir los preceptos fundamentales como para conformar sociedades perfectamente organizadas. Y así lo existente, muchas veces choca, o se contradice en las sentencias que otros avisoraron, con la penosa concecuencia de tener que enfrentarnos unos con otros. No es que el hombre está hecho a semejanza de dios, sino que los hombres somos el resultado final, producto del método que dios emplea.
Hortensia: Pretendo para mí vida amores donde nadie haga sabotaje al corazón. Amores de suplir la oscuridad patinosa llena de injurias del exterior; y un titán verdadero, con ese afecto de máquina de hacer hijos sanos de cuerpo y alma, bien educados desde la raíz infalible del hogar; donde podamos practicar la honradez, con ese cariño moneda corriente; como resultado, por fin apartados de éste devenir imperante, con tantísima humadera de habladurías penosas, y la tanta polvareda de chascarrilos macabros, de olor sanguinolento, yendo y viniendo como nube atrapada entre vientos de hielo y calor; habladurías de meta herir la sonrisa, infectar la atmósfera purpúrea de menoscabo, ensordecedores comentarios sigiliosos, incisivos y acerados, pero ensordecedores del espíritu silvestre; haciendo borroso el borroso camino de todos, con feo velo de lodo, banco de neblina y humo, en desaire de la naturaleza altiva; ultrajes opuesto de la luz limpia, del afecto pulcro y bien apreciado. Ahora, la usual verdad de la realidad, como banderas de naciones, en circulando en estampida de intrepidez, de hacerse emerjer de la dinámica de la exageración, son esos miles y millones de embustes circulando a borbotones, que por supuesto exeden al inocente entusiasmo real de vivir sin interferencias; sofisticado deber ser de los mentirosos al pie del cañón; tipo de apriete abstracto, pero tortuoso como las medias con papas; trastocando la realidad con furia contenida, y sacando conclusiones contrapuestas a lo leal que sucede; pero eso si, muy atentos al fijar de un rumbo de piratertía, punible de silla eléctrica; fiable pasatiempo de agregar engañosas premisas en la redoma del sinsentido, con en la maceta de la historia brotando alto porcentaje de embustes, en contaminación de estiercol como abono de aquella irrealidad permne, en resolución del presente en osadía consumado. Es una tétrica situación, de mucho bullicio, tener yo sola, que bochar la hora de bocinazos de culpabilidad, lidiando con el permanente desacreditar. Vislumbro en sueños la comarca tumultuosa de bocas echando bulla de comadreo, cual dragornes vomitando murmuraciones constantes por saberse la verdad de mi sexo, si estrellado ombligo o flácido tapón; y sonámbula pretendo vislumbrar, en impulsado ventarrón advenedizo, el porqué van versando cual séquito de comadronas, sobre mí, siempre la misma pauta de muchacha perdida; lentamente sumiendo lo puro mío en el fermento típico de la lacividad; ácido muriático aspirado en esos basurales del chismerío, valles lascerando las ensías del firmamento, y los propio ojos del bello cielo. Nadie vino a querer alfabetizarme cuando era nada, pero de las infamias desean obtener un premio suculento y apetitoso; aunque más no sea una dentadura de vampiro para así triturar lo lindo empotrado del alma. Así salvaguardados estamos, siempre parafraseando lamentaciones falsas pululando por el aire ¡Y guay con escapar de eso! ¡Hechando nido quédate muchacha, por tu fama obtenida de la vagina! Sin quejarse quédate quietesita, que un lugar destacado tienes, entre las verdades de peroguyo y de pacotilla. Al tiempo de esos decires, de maldita bruja en el letargo, se me apunta con el dedo, donde al fluir de la existencia ni a un perro he de poder, con masita de calcio, seducir como mascota obvediente; o así, con lo anterior de mis palabras, en el intento de yo describirme adscrita del amor minusioso, fiel, y cumplidora, a lo mejor dejo entrever querer ser una carmelita descalza, pues, en definitiva, dios sería el único en responder al llamado serio de mis exigencias; aunque no, soy una chica singular, de un barrio carenciado de las afueras de Buenos Aires ¿Hasta cuando la duda me ha de embriagar de lo complaciente, presa de la mansedumbre quedando? En cambio usted, congruente señor Ignacio, siempre tan inconmensurable, que aun postrado en la antesala de la muerte, continúa sumando puntos de la gesta de bajar de peso; no siendo de extrañar, pronto vérseles en su eventual velorio, a los propios directivos del Ginnes, tomando medidas del ataúd, para saber si por fin pesa los setenta y ochos kilos prometidos, aun sin descontar el alma; más si así fuera ¡Juro yo misma cavar lo ínfimo que no ha podido, para completar el trabajo del insigne pozo, obteniendo una regia mención en la lápida! Siendo que soy virgén moderna (Vaya, entonces vea, como sale mi lengua, en barrido del mentón, con en la punta evanescente, una característica expresión de impugnación sincera: ah, bueno", cual el pollo del horno emergiendo con papitas) y de rumores consistentes ahora resulta que tengo tantos raspajes, como los cartones de la baja lotería, y más abortos que la negra Lumumba (que justamente tiene dieciséis hijos). Quien más quien menos, somos todos unos invertebrados inútiles, siempre intentando domar la inteligencia, hasta el punto de sabernos: Empalagosas masas finas en reemplazo del carisma; pero yo me salgo de ese somos, pues prefiero ser una chica ligh, sin tanta gracia, con los estandares divinos de mi bondad; aunque claro, la ecuación implacable de ir perdiendo poder con los años, que es otro cohete en el traste haciendo presión, de apuro apurarse, por el raudo conteo hacia la decrepitud de células sin retorno. Y pensar que porque de una fratulencia, de agrícola buqué, usted hizo reventar una netwoork, que cierto, parecía un tocadisco, gris, bien fortalecido, que ahora, por aquel gen anegdótico, solamente, de entre parientes en secreto calibrado, ese evento fue levando hasta hacerse fama; y tanta que la propia voracidad adjuntó, cual patética verdad recontra verdadera, el entremés nuestro del granero, volando por los aires, en comunión del mismo motivo, en adjudicación hacia narcos terroristas. Todas mentiras verdaderas tomadas de la porción de la muzarela hacia la piza entera, cual los políticos, de acomodar los canutos en los chiquilines, casi como si Caruso en vez de romper una copa, entonando, hubiera hecho estallar los cristales de un edificio entero ¿Hasta donde uno es quien es, o lo que lo demás dicen de uno? Pues las personas nos comportamos diferente al estar condicionados por los prejucios engarzados en la conciencia ¿Lo pensado es como lo soñado, distribución interior, libre albedrío, siempre exento de castigo, patrimonio de la individualidad? ¿Al poderse comprar mercadería con un billete falso, es la mentira muesca de una realidad comparable, sin pasado aleccionador, abrasiva del presente implacable, aunque después, del futuro tan abarcativa cual la propia ortodoxia? De a saltos de atleta, se afianza en el pueblo la idea que soy una ramera barata; y que por secarle el sudor de la frente, ahora resulta que lo baño en seco, sentada en su regazo, con el mango de las irregularidades asomando por los suspiros. Se ha formado un consejo deliberante para por fin verme en cinta de usted; y en patética veracidad, por la patrona despedida del trabajo; y si es posible, ha las patadas, crucificada y decapitada en la guillotina de la Francia universal. Hoy por hoy, no existe dialecto en que no se cuente aquella mentira del granero, dicen: Galponazo antiguo hecho pelota por un erupto radiativo, o no se qué otras cosas cuentan de aquel derrumbre de fantasía; más será mejor olvidar y darle paso a lo nuevo aun sin contaminarse. Pareciera factor de riesgo el desviar del destino el embuste a la orden del día, de las tantas barbaridades cocinadas de boca en boca; como esa imagen que divulgan de su señora, dejando de tejer la chalina a un lado, patas por el aire, enseguidita no más, entreverándose en amoríos con el guardaparque, firme, aguardando en un albergue transitorio, de aquí ocho cuadras. La gente rumorea que usted no quiere despertar de lo bien que la pasa conmigo, mientras tanto que su esposa espanta la modorra metiéndole los cuernos con el guardaparque Joe; llorando la pena desnuda mientras va lampeando el cuerpo de su contrincante. Siendo la contra cara de esa mentira, verla siempre admirable mujer, yaciendo incólume, sabiéndola montada en bilirrubina por falta de sexualidad. Más, por piedad del soberano pueblo, a lo mejor no debería yo arruinarle, a sus inquietos integrantes, esa imagen necesaria y portentosa, como para seguir contando otras historia supletorias de las telenovelas mentales, sin finales por falta de atención y distracciones; ellos nunca habrán de entender nada, y yo no debo perder el tiempo en alimentar esa fagocitación con excusas redentoras, bha, testimonios de gentes vanidosas alardeando de alta intelectualidad. Más entonces, mejor, con mi ascetismo a flor de piel mundana ¡Que todo sea verdad! Y vernácula andaremos por la chacra, sordas, soltera y viuda, y tal vez, en una de esas: Alegres, y rimbombantes; más nunca ser dúctil carnada del tirano. Con Mabel somos unas abejas habitando en una esponja calcarea, pero sin discutir quien es la reina, pues para nosotras son clarísimo los roles, siendo yo, ese montón de la poda donde el deshauciado arremete la pava de los matiensos. Soy berberecho en la playa llena de gabiotas, y el amplio mar, que resulta ser el pueblo, es mi cachetazo a domicilio con sus patrañas. Ahora que el neurólogo del hospital me ha echado el ojo del hechizado, embriagada de devoción, y piadosamente desde un paulatino ascenso hacia lo distingido voy, aspirando a quizás mañana, llegar la oprtunidad de hablarles desde un balcón, y con sinceridad precisa, los mandaré a freír churros con grasa porcina, o directamente con panceta de la mejor calidad. Sin ser una advertencia o un reproche, pues todo lo contrario, es una concesión, en estos últimos siete meses pasados, al pie del cuidado suyo, hago de soporte de tejer esta chalina, la chalina más larga de todos los tiempos, en pronta competencia con sus récores en honor de ser pacíficos; donde mis puntos entre los de su esposa, parecen erupciones de hormiguero cual trinchera en la tierra del jardín; y esas partes mías, llevan impresas mis sensaciones de bondad hacia ustedes. Vea señor, como decirlo, usted me dio una mano muy grande: De tanto chancho que ha matado ahora parece un chancho; pernil cocido, yerto señor, de flor de flacura por la impedancia, en gordura disgregante, pero gordura al fin; con las manijas y los picaportes limpios, que cuando usted muera, quisiera que pudiera ver como mi tristeza precoz se eleva en lamento, sonido triste en cortejo de su alma en ascenso. En connotación con lo anterior descripto, algunos rumorean que, habiéndole sustraído yo, muchas veces el aro intocable de la oreja izquierda, y en el agujero vacío del óbulo carnoso, le voy atravezando, al ritmo del hapenin, unos escarbadientes con unas aceitunas rellenas, y en cada partida, después lo beso, cariñosamente pues lo venero, y apartada de pudores le digo piropòs, para hacerlo gozar, y que sueñe bonito, tal vez despertarlo y seguir amándonos de la alegría inconmensurable; con además el crujir de papa fritas de bolsa haciendo de campanario. De entre tantas realidades de una misma cosa, deduzco preferir maquillarme de estampita coloreada de estabilidad, para evacuar el diluvio de fastidio en irregularidades tamizado, con la conveniencia de una sonrisa complaciente, y seguir existiendo, atada la cofia a lo familiar. Como sea, mis lamentaciones no son como para temer demasiado que el suelo se rescrebaje, pues luego de dilucidar la fuente, me ladeo hacia la quietud de lo evitable, siempre cabal en la cúspide de lo imposible de repeler cual si mi orfandad fuera indestructible. Odio ser sofisticada, únicamente en la palabra me permito la aventura de volar en fluir sin recato. Sin sentirnos arrepentidos en disgregarse perdiendo oportunidades, vamos calmando la sed, agraviando a ese modelo a imitar, marchitándose cual crepúsculo, cual linea recta del horizonte que por suerte termina en media luna con la ciudad a los lados, que sino también sería otra ancha sonrisa, sádica y siniestra, sumándose al coro mundial de vecinos sedientos de crónicas de enredo y patraña. Los señores tienen empresas entonces sus palabras son castillos, y yo que solo tengo lo puesto, más algo de dolores, miento en querer volver las pena a cero; consuetudinario ciclo éste, que infructuoso, de entre partes, nace y muere, siempre con las mismas ordinarias tripas puestas, hidráulicas de lavativas. Entonces tengo la homogénea certeza del labrador en tentativa, que la cosecha nuestra será divina, lástima, de una espera entre catástrofes, pero con el pulso de la buena caligrafía impreso a fuego; pues para mi la supremacía del ser radica en ser sutil muchacha, benigno soplido en tal caso, pero agreste montaña, con colección de pasividades en álbún de orgullo; y ante tantos cabezas huecas, y la caterva circundante, carente de códigos, ser el orgullo de mis hermanos, y de mis padres la felicidad; pero jamás ir de mente de zunzuncito y contagiarme, en la amaca del concierto del que dirán, del miedo característico del que vive ensalsado en estupideces. Interpuesta entre historias mías, de lo bien hecho y del no tanto de aplaudir, en felicitaciones de los tutores, en regañadiente de los damnificados, debo admitirme negativa de aceptar la imagen rebotante del espejo, cual si esa realidad no me perteneciera; que si fui delicada al clavar el estilete delgado, esa muerte es, a lo mejor, tan solamente una fina herida; o si la vajilla reluce cual el sol del mediodía, esa tarea la hizo otra fulana, pues allí donde yo dejo el premio vacante, el anegamiento del mundo detiene su tic tac. A mi nido no entra otra cosa mejor de los pensamientos monocordes, impulsándome hacia un estadío de armonía, donde el criterio se hace estable a favor de mi concenso. Odio la petulancia por lo tanto no se trata de petulancia el pretender sosiego; encaramados estamos detrás de una recompensa que nunca llegará; pero yo me salgo de ese encaramados; y aunque de esta conjunción me abro, igual quizás vaya a interponer una sonrisa participativa; tampoco crean que voy a esquivar el cariño, a menos que se trate de un sentimiento impreciso ¡Caramba, milagros! Y ahora, en medio de la charla, yagados mis ojos de bulla, chocan fuertemente con la mirada atónita del señor Ignacio ¿Es que ha despertado éste baluarte del mundo, o es una conversación de alucinaciones portentosas de mi febril ilusión poderosa, o quizás sonambula creo ver la punta del isberg de algo fabuloso pero evanecente, la cumbre de la piramidal ansia por saberlo resucitado? Lo cierto pero, es que aun sigue con ojos de huevo de yema sobresaliente, y de clara psicodélica; inerte ser fascinado, como esperando de alguien la cuchara con el jarabe de la tos, duro paciente con la sábana de babero, pero con la consistencia psicofísica de más bien optar por escabullirse de nuevo en la sombras del dormir. Y mis impulsos naturales son de socorrerlo aunque más no sea estirándole una mano amiga. Vaya contrariedad inoportuna, que aparte de nosotros solos, aquí no hay quien pueda intervenir pormenorizadamente, pues caray, están todos de asueto por celebración del patronato. Pero aun sí, no debo refutar a mi conciencia desmembrando el pedido interior de permanecer atenta al desenlace. Sus ojos están en espiral, brillando del mismo color de esperanza, sin nunca poder salirse de aquella dureza del recién apabullado, sin intentar deponer, sin intentar conquistar, tieso marmol de carrara; mi actitud de ser gentil desde la distancia, hace flamear en épocas de guerra al pañuelo blando de la rendición forzada. Y yo aquí, acróbata en la base de lanzamiento, dubitativa y endeble, pálida e infernal; de pavura embuelta en ocultación del latifundio de mis ansias de revelación, inqueto entusiasmo del alma estallando en felicidad. Aunque la solemne prudencia, estampida de emociones del tipo ayer recibido de escribano, paga en preeminencia por un segundo de cuidado; y obvediente de mi conciencia, mejor continúo tejiendo la chalina, y me quedo en disimular esta realidad titilante. Es probable que cuando cuente éste instante de lo sucedido, el consenso populacho en chusmerío ascendente, diga que ahora estamos bailando una chacarera, comiendo empanadas de choclo, borrachas del vino de damajuana; pero solamente sus ojos son las estrellas del nosocomio. Oh, un momento, descepción, horrible caer del telón, lo opuesto de un milagro esporádico; están sus párpados de nuevo en la posición cómoda de estar cerrados; este Ignacio mío, nuevamente ha ocultado los ojos en continuar del sueño profundo. Ah, claro, pero quizás en son de un ímpetu para lo nuevo, un simulacro del impulso habitual, por aquel convencimiento de haber despertado de auténtico letargo. Eterno segundo fallido, subjetividad del tiempo de ganas retardado. Pero no los abre, y ni siquiera un ronquido de ésta nueva catapulta emerge como chicharra. Rápidamente repaso todo el bagaje de mis conocimientos, a pasos del nivel terciario, y en disciplina voy extrallendo apurada del fondo de la galera una respuesta medianamente sensata, algo de tino para esta borrachera sorpresiva de beber contrasentidos; unas vez el neurólogo nos aconsejó, cual sugerencia imprescindible para este tipo de patología, que si en tal caso observábamos algo parecido a signos vitales, que por favor retener la algaravía, pues muchas de esas reacciones, lejos de ser vida normal, son espásmos de la músculatura por las fricciones del entorno; lejos estoy de querer ser como aquel renegado escéptico de todo, aunque a mi pesar, debo inclinarme a pensar de esa manera; conclusión desagradable, pero dotado de muerte yace nuevamente, en cementerios de mortajas con apresto; y el escape libre de su respirar se ha tornado briza del consentido. Sería un abandono imperdonable, pero presa del desencanto me hallo con la idea de retirarme, pues siento que mi alma en eclosión estalla con las emociones de este tris permne, no pudiendo englobar la imagen anterior donde me hube encariñado tanto con la idea de saberlo curado; la actitud de implorar su venida resultó ser un recíproco desencanto cual un tonto ateísmo a la carta. Llama la atención tanta parcimonia y miro en vano como queriendo revivirlo, lesiva contradicción camino a la resignación. En el hipotético caso que volviera a despertar, juro que empezaré a gritar y gritar: ¡El patrón a resucitado, el patrón a resucitado! Pues tan testarudo es, que al escuchar aquel precoz aviso de alarido de sirvienta, habrá de querer corresponder con la coincidencia del patrón que rastrilla hasta dar con el acueducto oculto del pasado. Es complicado, pero aquí solo hay aire de galerías, tremenda angustia tirando para los costados; bozinazos de peaje resonando en la resignación. A lo mejor esa repentina luz del mediodía, de enunciado en asimilación de lo esterilizado, de ésta de por si luminosa habitación en aversión de lo secular, por ventura te halla entrado retinosa al alma, y así lo vaya a dejar en sueño liviano con esperanza de un despertar de nuevo; pues, ya lo verá, esa luz, de inmensa claridad, se afianzará allí dentro, y usted pretenderá romper cadenas y estar de nuevo al aire libre, pedaleando por el camino que rodea la laguna, quizás de bastón caminando por la estancia, oliendo altivo, junto con las flores de cultivo, el perfume del cosmos, sin noción del tiempo, rumbo hacia el optimismo por siempre y por demás, fuertemente apartado de los sinsabores de los viejos avatares; y al pedido de una moción de cordura con todo el idioma rendido a tus pìes. Hoy tu tiempo son los ángelitos permeables de la fantasía loca, sumados en fila india, en ese ancho panorama de los sueños, bella explanada de los gorriones querubines queriendo meter bocado de campanitas, pero a no reprochar pues, que usted duerme la mona por aquel flor de golpazo al alma, de devorar toneladas de fauna en el domicilio real; ensalsado de consecuensias ignoradas por el instinto de conservación, quizás intuyendo después estar de maravillas en ésta dimensión del divagar sin límites; ahora claro, lánguido sobre el colchón de resorte, en el blanqueo obligado de digerir letamente la tremenda comilona por el resto de los siglos de la era cuaternaria. Mientras tanto el país se disgrega en angustia del permanente reiventarse, en esta nueva época inflacionaria de los precios sugeridos; bajo, lo contrario de tu limbo, nosotros los mortales, haciéndo del tiempo terrenal una propuesta antipática, imposible de sobrellevar sin antes pudrirse fastidiado de gusanos; y todo por culpa de estos especímenes del abanico de tres varas, facturando diez veces más de lo conveniente, y acuñando el dinero en bogedas, en un caótico torniquete de tacañería, convertido en faltante de irrigación del circulante, que más que no haber, carece de valor recíproco, porque todo sale tanto escalofrío disgusto, que no habría billete que alcance. Con usted dormido, y su señora ausente, en la cúspide de la disfonía, ya no sé como rotar en paritaria alguna, como para conseguir una suba del congelado sueldito. Aunque a decir verdad, por aquel atisbo de abrir los ojos por un segundo, usted quizás puediera reclamar al inconciente, de nuevo el dulce escuchar de mi hablar entrándole por los tímpanos; auque de la bronca del desposeído en cuestiones de fricciones angustiantes, y de por esa falla, crear en usted, un sucesivo crucigrama de pesadillas acordes, con la condena civil de estar padeciendo ésta realidad político económica tan oprimente; pero ello, ya antes de empezar a decirle lo último del momento, alcé la decisión, de lo preferible, de ser ésto que continúa mi última alocución antes dejarlo fanfasear tranquilo. Si tal como se nos dice ahora del universo celestial (Con el espaldarazo insólito del falso cura Fulgencio, como autor de esta nueva filosofía, de incipientes legajos a futuro; apartado, al fin, del soborno aquel, del alpiste perdiste. Pero atención, a la más mínima murmuración del populacho, factible de transferir a su señora, como soporte intelectual del reo, por las tantas ausencias injustificadas.) que los motivos de existir del universo, son producto de una madeja de sentimientos del propio dios, similares a los nuestros conocidos, pero colocados sobre un tapete imprescindible. Verídicos sentimentos como estos de hoy día, de acopiar mercadería, por terror de congelar los valores iniciales del mes en curso, de pegar cartelitos en los árboles, montado en desazón, y así poder paliar la coyuntura ayudado de pequeños emprendimientos, en urgencias programados; de protestar por el magro sueldo sobre el escritorio del gerente ayudado por los puños. Y de aquel segmento naciente de irrealidad, plasmado en un vacío sideral sin luz, del caldo de ostras disuelto en tinta de calamar, simulación de la nada absoluta, con la posterior inclusión, urgente, de materialidad, en recontra mega abundancia, en privilegio de texturizar las formas ocultas de esos sentimientos invisibles; pero con focos especiales, equiparables al amor que el todopoderoso siente, en su seno bipolar. Y es el propio dios que en el núcleo de su soledad, dice y hace lo mismo que los políticos de nuestra patria, solo que él está sin nadie a quien perjudicar, poniendo ganas al proyecto de ofrecer una oportunidad, confiado de si, otorgando una autonomía moral a sus criaturas, sin pedir reconocimiento alguno, pues ese agradecimiento de seguro emergerá de manera natural; mientras tanto los diferentes estamentos principales del poder político, dos, o a lo sumo cuatro, con ese montón de sanguijuelas bebiendo del jugo de la nación (Porqué a estos politicos, del tomala vos, damela a mi, si que le repulsan los libros) bajo condición explícita de ir turnándose en el poder, ya sea de acuerdo al valor a estribor, de imponer sus necesidades fisiológicas, o por el voto a babor, obligado del iluso pueblo, siempre inducido a lo cantado de la coyuntura, y del márketing. Pues si dios hace uso de una metodología, durante la cual consigue grandes resultados, nosotros hacemos abuso del desorden, yendo a derivarse en despelote de raíces comprobadas, lleno de sedimentos que luego debemos consumir empantanados en la proximidades del repetir errores. El tiempo pasa y yo voy sintiendo tu barba filosa, cual cardos secos, todos barnizados menos en las puntas, coloquiales tenedores frente al congreso reclamando a los elegidos ¡Que claven algo urgente para comer! Entonces primero la espuma, más luego la maquinita de tres bandas, cero kilómetro en acción de rasurar; que si se produce una herida, cual perra, le habré de lamer, en otro sacar el sobrante del rostro de porcelana; fuerza motriz de mi responsabilidad, sustentada por el cariño, alejada de la reticencia, bajos mis férreas pautas de entonación en el laburo diario, haciéndole dos pasada suaves, que es donde habrá de quedar como un recién nacido. Por favor, escuche el silencio del aglutinador vacío, y el espacio en penumbras, como de villeros pasadizos, y nosotros dos cual únicos sobrevivientes del estatus del arrabal, de tentaciones paganas; nada refutable el momento por reclamación de un onomástico olvido; según se mire, alejados de privaciones y de reproches estamos, pues el amor es cobijo de asimilar un nido, y si ayer afeitarlo fue baldear una plaza, de montones de veces, hoy siento estar esculpiendo una deidad precursor de lo divino; y me vislumbro durante prosaico acariciar, asistente social en detrimento de un pasado horrible, en el reajuste de un presente aliviador. Un cuarto o un tercio de mi respirar, llenado de palabras tan sentidas; y la briza aliviadora de un sufrir tan inmovil; porque es más caro, y para el currículum un brava carta de presentación, hacer de doctora que fregar los pisos, y aunque nadie me lo vaya a reconocer, yo me lo voy a cobrar haciendo trizas la previsión, adelantando lo anacrónico de un retroceso en de amores coronada.
Ignacio: Me siento solísimo conmigo aquí sobrando, o estoy multiplicado en miles de yoes, cada uno por su conducta navegando vaya a saber con cual rumbo; o estamos, en plural, amontonados incisos del mundo, espalda con espalda, en cavilando tontas morbocidades sobre un pordiosero porvenir en estado de peremne latencia, jamás de aproximarse a ningún tipo de contemporáneidad; de ser así, calculo, vendríamos a ser como semicadáveres en reverso de estar totalmente desangrados, apartados de la civilización humana, siendo ésto mismo lo más patético del crucigrama, suspendidos cual gabiotas en el viento del este, donde nos esperan fosas sin lápidas en los médanos del Atlántico. Aunque preocupado, a dos aguas navegando, pues si razono es de suponer estar vivo, pero en un mercado raro y sin luz. Durante tanto como un largo sendero, existen constantes pluralidad de voces, como en captación de lucidéz, en un evidente cúmulo de personajes, siempre muy atentos para lo que guste mandar; y yo como de costumbre, de ánimo conciliador en tratando de ser asesorado por el propio, dado por aludido, San Pedro, pareciera; entonces, si somos tantos, pedimos permiso para poder gobernar este lugar, donde en adelante iremos a llamar dios, aquel quien creo el todo, y no así a las diferentes partes fundamentales, haciendo coletazo en la existencia magnánima. Cabe sincerarme, y de factible desnudo, tiritarme esta soledad triste, donde mi voz se va acomodando al acaecer de la resonancia. Tanto para el obrero como para el empresario, al mismo valor de guita fresca, no es para nada cautivador tener que producir cien unidades de algo, que mil unidades de lo mismo; ésto produce mucho fastidio; entonces por qué tendría que darme lo mismo, ser el rey de copas en la cristalería de los Durax, ha estar solísimo cual el llanero solitario sin el indio Toro; pasa que escucho voces, como rodeado de tipos suspeditados a una romanza ingrávida. Hacen falta muy pocos factores para desencadenar una doctrina nueva, quizás un único hecho de injustica como para despertar sentimientos capaces de crear una filosofía irrompible. Y lo mismo ocurre con mi sola negativa de ser vaporoso gordo en una cueva de sombras, sin antorchas de coronar el aire circulando de negrura inocente; soterrado como la recesión monetaria sobre mis intereses, me siento; una barrera negativa, como los mercado financieros en pugna, de las ganas aplacadas al desbordar la demanda de la tanta oferta alegre. Y sigo decaído de allí donde provengo, como si hubiera elongado hasta esfumarse la materialidad en tenebrosidad; pero como desactivando la producción me encuentro industrial en coma, y eso significa estar vivo pero pre pizza; e imposibilitado de un nuevo circular del aire agonizando; lo mismo digo de la tanta mazmorra, recargando de gastos la exportación de mi alma. Siendo que mis neuronas prefieren producir menos y solo percibir, debo pensar lo necesario; pues la inteligencia es actuar acorde a los proceso en que estamos con los requerimentos precisos y atinados; pero aquí todo es lenteja, esporádico presentir, soy una ardilla en contra sentido de la vuelta al mundo girando; he igual me digo, ante tanta cuestiones enigmáticas es que ésto no es un comienzo. Está mi deductible inocencia inmersa en un oscuridad biológica, de oscuro típico e inmerecido, cargado de convincentes remolinos espesos de talento. Enredado en monedas devaluada como para cinturón de gaucho, entre mis fuerzas de superación, debatido en odio soy un cabrón con las ganas de un obrero supeditado al salario roído. Suena descabellado que una fábrica vaya a aumentar sus productos de acuerdo a la suba del dolar, o el aumento de los intereses del banco, mediante los señores dueños en la piolada de recargar los precios a cada silvato de la cotización; pues, si ese enorme capital, que significa el coloso taller, con todo y maquinaria, mediante estar en blanco y al día, para poder entrar en el circuito de la especulación, primero debe ser vendido; escapando de embargos en el intento, con la afip en el trono de la transferencia, pagando a rajatabla indemnizaciones, impuesto y comisiones. Antes de caer debajo del nivel de los muertos, me hacía mala sangre tratando de admitir a mi patria sin una filosofía política de cabecera, pero al final me rendí a la postura del pedalear la coyuntura con alternativas descongestivas, o las herramientas del caso, y al ningún partido tener la mayoría de los votos asegurado, coaliciones mediante, ir sorteando obstáculos hasta que las cuentas cierren para nuestro lado, y que cada quien tenga lo suyo. Y usted me dirá, rudimentario señor carcelero, de ideales fijos y filosofía ortodoxa, en cofradía con los buchones blandos como manteca; pero antes de la devolución, espere, quiero dejar clamando en el aire un requisito de desencorvar la espalda quebrada, anexo a la estadía de un buen trato ecléctico, por favor, tomándome del cogote, y tirando fuertemente con la rodilla en pivote, denle a mi estepa de sentimientos anclados en el celivato, hasta hacer acrecentar la dicha con el regio alivio. Entonces ustedes me dirían, guardianes primates míos, desde una hospitalidad temeraria de ironía marcial: Si claro, no jugar a nada, que bueno, que bueno, andar estafando países, y en lo concerniente a las fricciones políticas todo superado, los partidos políticamente arreglados; y darle a los decretos de necesidad y urgencia como a la maquinita de hacer la guita; más todo aquello tan complicado de gobernar resuelto de taquito, de distribuir alternativamente las filosofías, que kilo; pero cuando en estas próximas guerras las balas nos entren por todos lados, ahí los quiero ver muriendo en epopeya cantada. Luego les aclaro que con el matrimonio igualitario No estoy en desacuerdo, que a lo mejor si nos casamos, podría ir quedando libre de éste espacio de ratas, como para ir dándole paso a cuestiones un tanto más trascendentales, ligadas con esa tan merecida igualdad entre los hombres, y así entronizar con las diferentes problemáticas nuevas más allá de las de siempre. Aisladamente, embelezado de esperanza, me apoyo en que no estoy ciego; y que la vida es maravillosa como corolario de hacer consumir la existencia en cosas risueñas; y si muchas veces he tratado de establecer una marca sobre lo imposible, fue precisamente producto de querer hacer corroborar el calibre estandar donde mejor permanecer adscripto. Por favor, quisiera saber de qué cuernos se trata este arcano estadío en el que me hallo, en verosimilitud metido hasta la coronilla, aborreciendo esta cosa que no es una vida digna; pero de seguro, que aunque desde un lugar gangoso, más en todos los casos escabroso, confuso debenir nada que ver con el vivir con los pies sobre la tierra; sobre todo pues me niego a estar muerto en un cajón, o en una realidad virtual entre el cielo y un entarimado con estéreo mp4; me basta para saberme vivo con palpar el espíritu en soporte de sentirme un individuo; y aun no logrando instaurar en la conciencia, un darme cuenta profundo, desde donde estoy parafraceando, sin ser muy detallado, a ciencia cierta sé que me llamo Ignacio Poncini; el Ignacio conocido, por lapsos tambaleante, adulto señor tratando de recordar lo antiguo de antes de saberme embadurnado de ficción. No es por victimizarme sobre el arenal de un desvarío, por una situación imposible de digerir con glandulas comunes, donde de alguna manera subliminal, sé perfectamente los motivos del estar metido en éste huracán taponado de mugre; impreciso sendero de marchitas rosas en un camino interminable dentre quien fui. Puesto que ahora soy un tenso alambrado, necesitado como el sol de un lago donde aterrizarse los rayos, debo poder desistir de persistir en la vertiente de heteródoxas lamentaciones, y con aquella manguera del éxito rotundo, por fin sofocar el sufriendo de ánimo amordazado. De la persistencia de no saberme donde, en un impás del alma he dejado la combustión de lado, por siempre congruente pensando jamás rendirme, así no más, a la postración de rasgos demacrados; empecinamiento cruel de perseguir, sin extremidades, en la resistencia de choques en meditando reflexiones manzas, con pensamiento vociferado desde un titán conformista, obsesión plausible como para asentuar el ánimo, haciendo siempre mención, en susurros calientes, de aquel rudo corazón del purrete que cruzara a nado el Nilo y el Amazonas; aunque ahora mandinga, el encarajinado sufrimiento pasándome por la vertiente de los momentos, de esta curiosa capitulación dentro de un hoyo oscuro y sordo; sobrio manolito esculpido, pareciera, en la vagedad del borgoña; y una vedette con la guardia levantada en el descenso hacia el proscenio. Seguramente castigado por insurgente, de expresar a viva voz lo que me corre por la materia gris ¿Hay alguien más aquí aparte de la pavura, y de la tanta oscuridad en repertorio monocorde? Si nunca nadie fue un antónimo, nunca nadie podrá alcanzarme un periódico; si tan solo pudiera hacer un endidura vulnerable con virola de boca de pescado, huiría vatiendo el récord de vencer la opresión con el sinsentido. Aunque con prudencia, pensándolo con optimismo, incisto en cavilar conclusiones alejadas de tempestades, nada de todo ésto es muy diferente de una álgida alucinación. Porque mi boca está debajo de mis ojos, calculo estar en posición vertical; pero tampoco sé si será un cliche a ciencia cierta, pues por momentos, percivo estar mirando, cual murciélago, un cielo nocturno, empañado los ojos al caer el aliento por la gravedad; sinceramente me digo: Gordo, no estamos en estado de evaluar certeras conclusiones de sabernos en determinada pose. Aunque eso si, bien puedo darme cuenta que hay, junto conmigo, titilando en primer plano, una muchachita, medio secretaria, muy perfumada la loquita, con esa colonia de lavanda, parecida a la orina de los perros; y esa voz joven, a quien le daría un bocado de mi vida, en el resonar de pequeños supiros, camuflados de algún tipo de angustia, me hecha a pensar en que se trata de otra persona cautiva. Quisiera poder decirle, mi amor es tan grande cual el cielo de la rosa de tu mirada; pero no escucho más que su sonrisa al frente de mi liquidez. Y ciento ochenta grados para atrás, en la pandilla del segundero, luego de serpentiar boludeces sobre ésta administrativa, me pasó que entanteando el espacio negro como buscando respuestas físicas, por allá abajo, mi nariz se topó con una prenda intíma, al tacto, acanalada de guardas, y pasó de largo la cabeza, undidéndome hasta el fondo del escarmio; y obsoleto trataba en vano de despegar el soubenir del cuerpo, cual mermelada de caucho, asunto de álgido malestar, sobre todo por el entuerto de notorias confusiones mías; al punto de agradecer la cómplice oscuridad, de reusar ser descubierto justo en la trampera; en fin, cuando logré separar la bombacha de los pensamientos, siempre rezando por pasar el día en dilatar la acusación, a juzgar por lo áspero del aire, en un recoveco coloqué la fulminante prueba, de andar hurgueteando de la amanuense sus pertenecias.
Me resulta muy complicado, estar resumiendo sucesos tan patinosos de los escasos recuerdos que manejo, cual naciente prematuro, pero por allí debe andar la llave de la doble cancel, ubicada en los días previos a perder la memoria definitivamente; y mi manía es que estoy cautivo, sojuzgado, preso del guardaparque Joe, o de la new santa inquisición; y grande chance tiene ésta idea firme cual naipe marcado, que más luego de largo tiempo sigo sin discernir la ida de la vuelta, sintiéndome tan vulnerable como cerco de cadenas; y recapitulando aquel día de final desafortunado, en cuanto el falso cura de Fulgencio, en venganza de un rezar improvisado, en un impostado momento lejísimo del altar, según su reacción, avemaría de contenido subversivo; y de plegarse a un correctivo moralizante, me desbalijó la casa de pertenencias, como prueba de un castigo ejemplar, en que nunca vuelva a repetir un rezo tan irreverente; donde luego, al rato de meditar sobre mi estúpida candidez característica, fuí como ebullendo, en el sentido de acrecentar la bronca, y sin dar tumbos, aparejado al rinoceronte, me hice presente en la basílica, con tronco de ombú a querer voltear las puertas, y precisamente ahí me hayan disparado un dardo con anestesia, y ahora estar adormecido en un calabozo oculto de la propia Nuestra señora de Luján, desvariando a destajo en la oscuridad que con el tiempo se hace de pana; a lo mejor se haya tratado de una provocación orquestada, de antemano preparada para mi cacería, y posterior eliminación ¡¿Por qué habra sido tan infame el padre Dalmacio colocando en su rol tan venerable, de sacerdote prestigioso, a ese barato falso cura de Fulgencio, creando así un discípulo demoníaco para lo que guste mandar?! Un incorregible pibe que ojalá el diablo los arrastre debajo del rastrillo de su tractor ¿Como es que no pudieron darse cuenta que es un dogmático ladrón, buscavida de alma? ¿Tan solamente por ser ex pupilo del orfanato, uno obtiene ese premio de presidir el altar; y una vez descubierto seguir disfrazado por la ciudad por gracia del remanente del cariño invertido? Pasa que ellos habren los brazos a cualquiera cual si recibieran al Papa ¿Y por aquella maldita meritoria responsabilidad de ayudar a los huérfanos luego de egresados, ahora yo tengo bien ganado el castigo por reaccionar al ultraje necesario?
Fueron días difíciles de concebir, en seguidilla de conflictos terrenales, cual si el destino se hubiera puesto en nuestra contra; cosas pertenecientes a un azotar de la credulidad, con el convivir paralelo de experiencias quilomberas, consensuadas por la historia local como cuestiones de referentes sublimes, auténticas de disfrutar; pero que por fortuna a nivel nacional no trascendieran casi nada. Recuerdo estar de rigurosa dieta y que todo lo apremiante me abría el apetito, pero que igual luchaba por safar de la tentación por los asados. Acerca de ese día puntal, en sucesión de cosas con conotaciones absurdas; pues de allí en adelante, tengo la capacidad de reminicencia opacada de carbono. Todo empezó a concebirse con el falso cura descubierto escondido en la pieza de la servidumbre, agazapado como un gato montés. Y sin yo averiguar demasiado, escuché rumores de estar de amores con la sirvienta, o recién de enganche, no sé, pero vestido de cardenal, como aquel día que nos casó con mi señora; pero sucio, ahora eximido del examen del absurdo de paliar lo inverosímil. Pero qué caradura este muchacho, apenas mayor de edad y con las ínfulas de un consagrado; pues cuando luego de descubierto, aferrado con las manos de la cabeza de la niñera, como de apuro, casi besando a la muchacha a los tirones del vení para acá, como para discimular aun más la adrenalina, allí nos reunió de apuro, con él al frente del disparate, como capitán de un equipo de basquet, formando un círculo tomados de los hombros; y nosotros con la inefable credulidad en comunión con el alma, diciendo a todo que si; con mi señora de espaldas a los empleados olfateándonos la cola; en un cierto sin sentido inmemorable aparejado de un todo detestable. Más yo como siempre, estúpido de mi, retardado complaciente, haciéndome el pajuerano, de arrastrar sus mediocridades hacia un lugar normalito. Al saberlo adúltero religioso, de tanto caradurismo en la palestra, mi herramienta de expresión se balanceaba de instante en instante; no tartamudeaba pues aceptaba todo, con algunos ticks que respiraban, pero de a poco inhibiéndose por la depresión del mal rato, chapuceaba como trazando una personalidad ideal de no darse cuenta de nada; hasta inclusive, con mi señora, ibamos incorporardo al acervo sonrisas de consecuencias nefastas, entrometiéndose en la historia como la humedad del rio, como para esa porquería de momento, ajeno de adosarse a un destino digno. Quizás como la paga de un jornal, dándome cuenta de rebote, como el chanta va deseando transferir política venenosa de dominar al distinto, deseando verte lamer embriones de una genética de sumisión. Pero el factor detonante que lo hizo ir de la ira al cólera, fueron esos erróneos dichos de mi rezar. Y ahí si que detonó la bomba del mocoso, cuando a la solicitud de un avemaría, yo entre el trío discordante proferí: "Apartado de vanidad, orgullo, y amaneramiento, en comunión contigo señor, te rogamos: Santa María, madre del bendito supremo entre nos; bendita seas tú entre los mortales, por siempre elegida de entre todas las mujeres de la historia, pues eres tú sola todo lo femenino de la dichosa existencia, acaso el llamador de lo divino, la mitad del universo; dios te premie María: Madre de todos, reina entre las reinas, santa y eterna". Esto dijé al cura que nos casó con mi señora, atónito cual cartucho sin pólvora, en flagrante latencia de retroalimentación de la ira; y deduzco que tal vez, por culpa de mi teología de cafetín, donde sin noción de las consecuencias por emparchar un error hice oscurecer la cúpula de angelitos, al preanunciar de apuros esta postura, para él, discidente para mal; vaya desesperanza con lo que yo respeto a mi religión querida. Más, muy ofendido, de relevancia urticante por sobre lo espontáneo de los quehaceres, pues tanto le era el apremio de castigarme, que sutilmente guardó para el futuro inmediato rencores de acción premeditante, pues durante esa noche nos desbalijó la casa completa, de pertenencias, dejándonos con lo puesto; seguramente acción culpable de estado fantasmagórico, al escuchar una oración salida de los márgenes habituales. Eso si que lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente, exento de contradicción: El alma es siempre la misma, pero el agua depara escamas a quienes son permanentes endémicos de allí, además de otorgar esas colas con forma de moño. Y de aquellos pimpollos que surcan a pulmón el aire nuestro de cada día, con su talento habitual, dios le suministra plumas y picos; en cambio a nosotros, los de la tierra, por su talento, siempre fuimos incubando pelos y patas, y siempre seremos terrenales cuadrúpedos; y con el rezar pasa lo mismo, cual en los diferentes estratos naturles, donde por ende en el edén se fueron incubando esas determinadas características asociadas al entorno elemental, pero donde en ámbos casos, existen las consecuencias de una acumulación en pos de un resultado manifiesto. Pero yo no recordaba el avemaría e improvisé una oración salida del alma. Entonces al rezar esa plegaria según mi circunstancia, acaso fue aquello una sentencia en veremos, salida de la boca de mi boca circuncidada de angurria, y quizás deparando en mi, fulminante altanerísmo, que de rebote enfureció al muchacho; pero solo dios sabe que quize conformar a Jesús, por culpa de las emociones de mi veguenza, allí subyaciendo por no recordar el requerido rezo; lo reconozco, fue algo sencillamente mal redactado por mi conciencia, que en lo concerniente al resultado evolutivo, pueda que me salgan aguijones de la napia, o quizás peores mañas; y que por esa inoportuna plegaria inventada de apuro, más el largo epílogo a donde además concluí diciendo: Que dios nos encomendó poblar el planeta y conquistar el mundo; y acaso la luna, con sus hornallas, sea para más luego, un segundo sol, como rueda de auxilio; y por tanto martillazo de remate, hora me encuentro en no sé qué laverinto anfibiológico. Pasa que soy un hombre muy viajado, acostumbrado a presenciar las guerras en otros confines, estepas solamente con cadáveres de horrores sembradas, donde exento de estrategia, cabizbajo y meditabundo, hube caminado masticando pavura, en adquisición de llanto y más llanto, cantando bajito para la muerte una inducida tristeza vestida para la melodía.
Y de pronto, una claridad fulminante gana mis pupilas en invación abrupta, ah, cuanto impacto imposible de eludir para el asombro; y de yapa me veo en destello de exitación profunda, gracias al hito de un sol sorprendentemente cara de piedra, donde cada rayo es un optimismo en si mismo, semi sintético, casi artificial ¡Vaya! Y entonces aquello fue un trastorno y no estaba detenido; en pergamino de satisfacción me reconozco de nuevo, bastante delgado diría, casi sano en llana prosperidad con relación a los trescientos que venía trayendo, si es que, fuera de sarcasmo, cabe ésta expresión de flaco enclenque en un peso aproximado a los ciento cincuienta kilos; pero antes hube competido hasta engordar por quinientos, siempre hablando de kilos y no de toneladas; más en el suspirando, un ahora mismo, de inteligencia en calcada virtud, del tramo final por regresar al halo último del documento. Ah, pero que locura doble pechuga, y me rio como en un resfrío de estornudar, pero gratificado de mi sorpresa alegremente suelta, si hasta logro ver nítidamente los caracoles del hormigón de donde estoy sentado, ah, y con ello caigo en la cuenta de todo tratarse de un cerrar de ojos, por el dolor causado, y aquella oscuridad adornada de sombras era un estado de dolor y cobardía, plasmado en la subjetividad del tiempo ¿Pero entonces de que me rio, desubicado? Si todos aquí están con cara de guillotina sin un balero para la jactancia. Sin vueltas estoy alentando a mi gloria de amor sagrado, en el propio monumental de mi River Plate adorado, pero idéntico a un cementerio colmado con los muertos sin tumbas. Es que empiezo a darme cuenta definitiva, intentando encausar el envión de la razón en sus carriles, de por fin entender el porqué perfectamente estuve en aquella oscuridad repentina de segundos tan reales, pero infinitamente lenta, larga, amarga, como para las tantas pesadillas de mi subjetividad ansiosa de salir al aire; y de sentir un dulsor apenas, y de cruzar la meta de la carrera aunque más no sea descalzo; donde por valentía de un buen perdedor, por suerte emerjo nuevamente en emprendedora promesa de continuar batallando para la vanagloria, deseando pronto quedarme a tono, aunque derrotado, en el aquí huyendo de aquella necesaria carcel de mis parpados abrochados, abrotonados, de un señero sufrír del estando hojaldre por un instante eterno. Rodeado de pares también noqueados, me voy mimetizando al escenario nuevo, repleto de gente tristísima, conmigo con la precaución valedera de sonreír de compromiso, aun culposo de entreabiertos ojos sufridos en influirme la existencia de arrebato, entonces regreso calibrado donde se requieren huevos de aceptar el fatal fracaso; que se trata de muchísimo más que frustración, haber descendido en picada de categoría, al fondo del mismísimo raquítico B nacional; algo, sin manicura, aberrante, para un club tan super emblemático; de mórbido presente al sonar de los bosteros la llana trompeta de la burla, además del resto de los clubes de la AFA, haciendo expiar resentimientos de lacivos resultados. Y con todo ver como voy a poder sobrellevar ésta angustia de empolvar el alma de palidez profunda. Son la nada mis pensamientos latentes frente a está luz del monumental llorando a la par de los simpatizantes, no obstante, me manifiesto en favor de la pulcritud de volver a los hogares, con el orgullo de la camiseta pese ha lo que pasa, y si nos toco perder, pues ya verán, mañana será otra la luz que nos encandile, en guíarnos hacia el ascenso y posterior redención de obtener la Liberadores.
Pero que macana he vuelto a caer en un soponcio, o tal vez fueran esas luces destellos de un éxtasis producto de la propia morfina que segrega el cuerpo. Y nuevamente, por causa de mi libertad tan expansiva, efusiva, siempre me inclino a pensa, más que en un patatús, en estar cautivo por algún sistema represivo de los de siempre. Pero un momento. No puedo decir que siento el respaldo, o el apoya brasos, pero ya lo adiviné, estoy sentado en el sillón de Rivadavia, sin cenicero, con una capucha de desaparecido. Todo fue por aquellos días de hasta donde recuerdo algo, de agua podrida hasta la coronilla, en sucesión de hostigamientos barriales, en germinación de resultados letales; pues días anteriores al entrevero del avemaría, dije, hablando de comedido en la hora de la orda, como para desperezar la mente con algo de condimento corporal en pos del intelecto, casi como un proverbio chino de entre casa, so pena de morir, como para despuntar el vicio de samarrear la lengua de la fijación relajada, y dejar de mañerear en la comodidad de la complacencia; pasa que en mi pubertad, y también gran parte de la juventud, he sido un tipo abstraído en programar mis metas inalcanzables, y esto es parte de la culpa de pagar por complaciente, probador de cualquier cosa que le ofrecen, careciendo de personalidad genuinia al andar por la vida, pues ni rezar supe nunca, solo retazos de lo escuchado manejo como paradigmas, y ésta opinión de actualidad candente, debe ser la primevera vez donde dictamino desde el corazón pasando por mi cerebro, dejando de lado las tantas veces ajenas opiniones repetidas, en un placebo como para seguir tirando, repitiendo como un loro, todo lo que otros me apuntaron. No me doy por aludido, pero tal vez fuera dicho barrunto la conjeturada opinión causante de estar hoy en un pozo vietnamita de castigo ejemplar. Deben reflexionar sobre el siguiente axioma, empecé diciendo, cual vaso con el secante donde ha de germinar la semilla, en aquella taberna de jugar a la canasta, que si el socialismo se configuró gracias a una cirscunstancia concreta, en la etapa de la industrialización europea, por causa de una fuerte hambruna, donde los obreros no ganaban ni para susto, re de sobremanera hace significar la cuota de un único factor para formarse una filosofía nueva, de despertar un sentimiento capaz de crear una idea políticamente perecedera. Sumado a que hoy día, existen potencias que respaldan aquel movimiento socialista primero, de ansias de revolución en favor de los trabajadores, y están totalmente en predisposición a defender y apoyar de inmediato cuando se producen eventos relativistas de tenor neoliberal, como en este país donde la recesión repercute fuertemente en la clase trabajadora, y entonces el votante con nueva motivación se aleja del buen ojo hacia lo liberal. Y cebado, imposibilitado de encaminar las emociones hacia un estado de indiferencia, o algún tipo de contemplación, sacado de abstracciones, directamente salté a otro tema que venía masticando y arremetí: Que a mi entender estamos atravezando una etapa en la política social de tono partidista, donde todo gira en la órvita del aborto, pues lo hicieron problemática urgente, primordial, algo imposible de mermarse; y por culpa del feminismo a ultranza, de rebote se está instalando en nuestra psiquis aquella conciencia mitológica del enano fascista; más en acarreo de hacerme el bonito, concluí diciendo: ¿Aborto si pero comunismo no? ¿Aborto si, pero liberalismo no; pues nos connsume la energía principal; y se trata de una postura ideológica muy seria, de donde está prohibido andar a medias tintas? Cuanto asombro me causa, cuanta angustia me provoca. Y les digo más, si hubiera una consulta popular, un plesbicito, sobre legalizar el aborto libre, votaría que no, pero si en cambio fuera, hacer legal un aborto legal, reglamentado por ley, muy restringida esa licencia, tal vez cambiaría de opinión; por ejemplo el zica es algo tremendo, donde cabría esta práctica neofascista, porque es una enormidad tener un hijo con facciones de un mosquito. Y se está formando un movimiento de tipo nazi, insistí, en cuanto compulsivo de querer dominar el mundo. Y ojo, arremetí, como mirando a los ojos de la moza que atendía, en ese mitin de mujeres barriales, por más que el socialismo bueno, para legalizar esta práctica pesticida, luchando con sus pañuelos verdes, sé una con la derecha reaccionaria, y tal vez, la genocida del pasado, sepan, cuando una criatura en el vientre es asesinada, pues el borregito desde ese lugar privilegiado entiende lo que le irá a pasar, suplicando y rogando por su vida, más todo esto dios lo escucha y se enoja muchísimo; entonces, a un evento de inducir el engendro, sucederán cosas como trenes chocando de frente, o aviones sacudiéndose las alas entre si; cosas en apariencia desproporcionadas pero reacciones inevitables de la divina creación. Hagan todas las huelga de sexo que le vengan en gana, pues mi señora está de acuerdo conmigo. Desde hace mucho se ha creado un poder en favor de esta política podrida sobre el aborto, y que decir si esto va al congreso y el senado no lo aprueba; donde convergen gentes de todo el espectro quedando el resto de los problemas sociales relegados cual si fueran pichinchas fácilmente corregibles, casi como si las filosofías fueran un estorbo más que una brújula de contención; y también dije, envalentonado: No veo que el todopoderoso se vaya a enojar de la justicia igualitaria entre mujeres y hombres, pero si por las interrupciones del embarazo, y tanto será su ofuscación sobre el asunto, que al verse accidentes de todo tipo, nos parecerá que no es aquel viejecito canoso de bastón tan bueno como pensábamos; pero lo que ocurre es que en el propio sistema de la creación va incluído ésta negativa de aceptar el crimen apenas la vida se forma. Y a lo mejor de hacer tanto la macana ello se modifique, pero no lo creo posible. El femicidio es algo aberrante que dios tampoco acepta y repudia, son esas injusticias de la vida en manos de las bestias; lo fuerte sobre lo débil, cuestíón sin sostén de la moral; pero no tiene nada que ver con lo otro; crucial problemática abarcativa del amplio espectro de la política, donde más de la mitad del abanico, militan juntos en estar categóricamente de acuerdo. Y de allí que pienso estar metido en un cofre donde se guardan disfraces de alguna murga callejera.
De semblantear el rostro caliente, tendido estoy al disfrutar de un bergel, sintiendo la quijada encremada de espuma, en un empezar de nuevo, de igual tribulación obtenida del anterior largo sueño. Disgregado me siento en perseguir las migajas de un consuelo, como un discípulo escalando posiciones hasta salir del atolladero del no saber; pero sigo estando intrigado bajo el dominio de sobrentender esta voz lampiña, de interferencia delicada; y debe ser pues no estoy congelado sino vigente, en un hoy antes de partir hacia algún terraplen conocido. De momento me basta la ostentación del orgullo sobre algo bueno que sucede y no haber descendido al fango de los pichones. Más como es imposible lo sedentario haciendo trasto nocivo en el esoterismo, me fío de Ella rasurándome con un filo delicado, el fluctuar entre el digerir la intriga de saberme donde. Y yo voy a ninguna parte tratando de roer del presentes imágenes por los sentidos espiadas, con multiplicidad de postulados tallados en una exitación inconmensurable. Por fin desguarnecido de fobia por morir a destiempo, fabrico desde dentro lo único genuino del momento, en el regazo de esta piedad, y otra vez trato de rivalizar con lo imposible, no pudiendo ocultar el erizo cual salpullido con el caracter quemado. Juraría estar en un útero materno en recepción de otro esplendor de luz solícitamente clara, o tal vez se trate de una chancha con el puerco neonato en el chiquero naciendo. Otra conjetura que barajo, en este caldo de gérmenes, de estilo venéro, por lo alto de la abstinencia, algo como posibilidad de por fin saber acerca del nefasto lugar que me sume en un estado psicodélico como de foto velada, es ésto que un grande apetíto, fuera de los cálculos deportivos, me haya hecho pecar en la gula hasta despanzurrarme en éste infierno particular; y como consecuencia, luego de un suculento asado, estar ahora dormido en la hora de la siesta, y sórdido estar roncando debajo de los árboles del bosque, esparciendo occisas hojas por el aire, soñando de formas opacas estar jugueteando como un espermatozoide. No obstante no siento culpa, pues la reserva es un puerto de tráfico de animales de por si moribundos. Recién creí ver el destello de una enramada, o mejor dicho un espacio con bastante vegetación, pero sin flores, aunque, ahora que lo pienso un poco mejor, desprovisto de vanas esperanzas, tal vez se trate de sábanas, o cortina de baño de ese color de los jabones. Pero testarudo, deduzco, de nuevo en la soledad de la oscuridad, ser estos pantallazos deseos ocultos del mirar inhibido; son mis compañeros aplazamientos, tan frágiles, pero tan dignos, que cabe una mención de la opulencia, quizás una doctrina para más adelante, cuando salgamos de este estridente no se qué.

Hortensia: Mire, aunque esto del trenzado, de rebote, pueda alzarle la rabieta a la patrona, con sus diferentes aires al galopear de la rivalidad, le pido paciencia y metámosle para adelante; no nos achiquemos por nada, ni de la desconfianza de la desalentada reina, en derribársele, el hoy corridísimo del engranaje, castillo nupcial, ni de nada de antemano discutible, fuera de explorar el presente cual un yacimiento de latente afecto; pues aunque descerebrado estoy convencida que igual algo siente. Y de rendirle explicaciones por mi parte, por un lado, me juzgo como apasionada chinchilla de criadero, y por otro, paciente babosa de cloaca silvestre ante el resultado de un largo sendero por atravezarse; y si bien en la vida no todo son buenos momentos, considero tener al volante, ante la detenida permanencia del debenir, emociones comprensibles fundiéndose el pobre caracter, con la sensación de aborrecer los designios del no tiempo; por ello se me ocurrió hacerle tres rastras, de rechupete, que harán hablar al pueblo en graderías de tamaña expresión artística. Aunque bastante atónita al sentir del sol salido de sus grados habituales; si acaso estuviera negada, de poder meter la cuchara de mi arte de estéticista, ciertamente encomiable, con éste trenzando de rastas africanas, y mostasillas, necesaria libertad de expresión, de panegírico boluptuoso plasmado en tu blonda cabellera semi plateada; que si se me lo impidiera, me vería muy afectada por esa cruel negativa, así vedada de poder ir incluyendo, a mi ritmo y voluntad, las destrezas de mi arte puntilloso, con cáustico atrevimiento de ribetes posmoderno en fusión de diferentes estilos; más el agregado del ornamento preferido, salido de mi bolsillo, de mostasillas tornasoladas y de opaco caracter total; cual un rosario del hombre lobo, ante el instante de la transformación. Pues es usted mucho más que un indolente perseverante, entonces, frente a ti, siempre me sabré muy atenta y primorosa; y como venía diciendo, sirvienta precavida de no ofender a la patrona, de andarle toqueteando al tesoro suyo del corazón; amigo mío, desvalido luchador de omnipresencia intransigente, gaucho rastafari, semidios embalsamado en sueños, con apaleados ronquidos al exterior, cual zumbidos emergente del inconciente celestial, a lo mejor alli, conmigo aquí, queriéndolo mucho, habrán enardecidos ángles vitoriando las tantas conquistas obtenidas y ha por conseguir. Pero de momento vivo tensa de expectativas, al sopesar cada instante suyo de apartente convalecer; y al acaso no recuperarse pronto, además me la paso preocupada, analizando a fondo y detenidamente, la incensates del mundo que nos espera; y en el corrugado ahora, de estos sentimientos interiores a la deriva, lejos de trabajar por su causa, quebrada y ad honoren, me reconozco muy encariñada de vivir para ayudarlo, por siempre en esquisito accionar de sobresaliente carácter jovial; con el constante de la extra responsabilidad, ratificado y vigente, cual la sonrisa al albor de un aliciente. Uy ha empezado a roncar de nuevo. De auditoría al rogar con suerte, hasta la fecha hube venído zafando de comer los restos del mega asado, y principalmente, ya sean hijos de terceros, amigos, o familiares, de abrazar la causa de cuidar convalecientes de cualquier linaje; como muy astuta, siempre escabulléndome de la tamaña responsabilidad, en la pausa obligada de cuando alguien de la salud incautada necesita guardia hospitalaria; compromiso muy digno de ponderación, aunque así y todo, cuando puedo me las pico como la peor. Juro no voy hacer consultas web sobre las consecuencias del camino desandado, ni por el desvio del porvenir hacia lo carcamal y anacrónico, pero cuerpeando el asunto, siempre estaré adornando el hito de la experiencia nuestra, acompañada del caudal enarbolado de mi simpatía natural; haciendo recalcar a mi conciencia militante lo igual de mal que está huirle al descangallado como al acaudalado. Pero le confieso, sin posibilidad de enmienda, ante todo y de igual modo, mi siempre refleccionar en contra de esta actitud parasitaria mía, de querer zafar a toda costa de casas de caridad, guardias y consultorios, que de última no son tan diferente como para andar prefiriendo. Aunque por sobre los deseos, en desatención del sistema nervioso central, con usted no he tenido la ocasión de zafar, pues entre otras cuestiones no lo pretendo, hasta hoy siempre permaneciendo estoica atrapada a su lado, por el mismo jornal de la estancia; sin otro incentivo fuera de golosinas y chucherías esporádicas; como quien dice, estoy envuelta en corsé de pereza y cobardía, y quedando en franca serigrafía cual una estampilla de la filatelia; con la sensación de ir perdiendo el primer set por escándalo, en la imagen de con pelota y todo quedar verdaderamente incrustada en la red de soga; y encima enjaulada en las ínfulas de un dormitorio geográficamente apartado del enorme establecimiento principal. Quedé hecha una subsidiada de la oligarquía, trabajando de agradecida, y al decir de terceros, del ajetreado cuerpo a cuerpo de friccionamiento con el hacendado, una servienta libertina de dos por cuatro albiceleste. Eso si, voy amenizando la jornada con adquisición de diferentes roles, que nadie controla, como ser en este momento de artesana en virtudes adyacentes de la peluquería de autor. Aunque en este ciclo de vida mío, extraditación imposible de cotizarse con hipotéticos, de a pasos de avestruz con calzado de las tres tiras, se va configurando una vívida condena de abonarse con hermosa juventud; a dios gracias, sin que el transigir en favores alternativos vaya arrastrándome hacia ser cual una visita de contacto; o como parte de ese clientelismo de las farmacias en aplicarse inyecciones para que alguien de yapa te acaricie el traste. Pues siempre, salvo en las noches, estamos juntos en soledad, no voy a colmarlo de reproches innecesarios, pero le aviso que todos aquí, al no existir propinas por el solo hecho de despellejar gente, al crecúsculo, luego del sagrado comadreo, con el tesito de epílogo, rajan a propulsión a chorro, más usted se queda toda la noche solo, en éste pesebre absurdo cual un despatarrado Melchor; pero bueno, en fin, es lo que hay para rumear como las vacas. En realidad yo me quejo tanto, no por andar en declive de vocación en crísis, pero la realidad es que prendado el espíritu de opciones capitalistas, prefiero trabajar en la estancia y no de asistente social de los tullidos, apartada de riquezas, o de enfermera en minifalda de endulzar más que de desinfectar; que aunque se trate de un trabajo digno, mal remunerado, en verdad estoy usurpada en las secciones del buen humor, entre los imanes del aquí pedrestre y el ahora soporífero; entonces ante el vacío de poderes, ésta vez si quedé en la ruina, realmente en desfavorable calificar de dibujada. En fin, estoy viviendo a gatas, como esa prole con pensiones agraciadas, rodeada de dádivas para gente sin recursos, en favores de un ideal formidable; pero eso si, sujetada a las patotas peronistas que se forman enderredor de esos planes; como ser el hermano de Mabel, y esto si no es cuchicheo barato, que de única incursión usurpó la casa, y ahora no se quiere mover por nada. Es horrendo ser desplazado de la propiedad privada, y encima cuando el ocupa corta el pasto, va como sumando en una cuenta blindada, hacia los honorarios de una escrituración de su nueva titularidad. Su cuñado se amotinó como los militares golpistas, y a pesar de no cambiarme por otra, que hasta parece un pretendiente de primavera, es como esa gente que no te puede ver tranquila, sin hacer nada, y enseguida te cuelgan la escoba en el índice que señala el camino, y te manda a trabajar de gusto aunque más no sea a encerar la ruta; y todo el tiempo mío de libertad, me está agregando tareas como si fueras un limón al que hay que extraerle hasta la esencia; entonces, aquí, allá, en la cumbre del aburrimiento, la vida se sale del ritmo normal y empiezo a sentirse un esclava moderna. Ah, pero igual vivo siempre con el talante de la protesta subversiva sin poder salirse del estar mancomunados y unidos por la piel, yo atrapada a su lado, contenta, embuída de cariño exponencial, y usted así moribundo ocupando un lugar tarifado para los impuestos; desde donde de seguro habrá de estar sorprendiendo con su circo a los autóctonos habitantes de lo onírico; somos como esos agrandadores de las cuentas de la patria, en gastar sobre nuestro ivernante presente, de intereses recesivos, como subsidiados en proceso contrapuestos de un balance piola ¿Sabe? Me dan ganas tremendas de colocarle unos perssing en cada pómulo, para cuando despierte, al sonreír, si acaso estoy haciendo otros menesteres, suenen como unas campanitas de alpaca. Lo sé, en la propia cotidianeidad existen esas tentaciones en que no debemos caer, con lo cual, con más razón, es que siempre tendremos que aferrarnos al padre nuestro de cada día. Uy; ha empezado a roncar de nuevo, en un ronquido que parece una chicharrita suave. Pero cómo tiene esas orejas Don; cómo se a hecho daño, si hasta parecen dos antenas parabólicas, con los óvulos estirados cual la chalina más larga del mundo; debajo del desafío, con los oídos de cascaritas temblando, que por la fortuna de mi lampacear saliva, de atemperados mimos, la tierna compresa hace desinflamar cual un diurético fenomenal. En estos postreros meses vengo siendo desinteresado ser pensante, de lineamiento carente de frívolidad, de reconocerme romántica off más nunca una renacentista; raro en mi, en esta oportunidad excepcional, como altruista desinteresada de los cachets fijos; Ignacio, eres parte de mi felicidad, más con ello me basta para sentirme una pariente con derechos adquiridos; pero en el enhebrando de pelotitas, cual tesoro histérico, de nuevo los segundos se posan como gorriones en las barandas del paraíso éste. Siempre se habla de hacer crecer al país pero no se actúa en consecuencia: El estado debería hacer una reforma encomiable, de tipo enfiteusis, pero respetando mucho los protocolos e inscripciones preliminares, donde los legítimos dueños, conservadores ellos, deban arrendar sus sectores osciosos del campos, menos a espías ponedores de bases militares, a todos aquellos quienes pretendan cultivar en serio, o bien críar ganado. Como todo se recicla, cuando las cuestiones sensillas de la vida se politizan demasiado, en un vichar de costado, el asunto de matar o morir, por pavadas de lo posible, se transforma en moneda corriente. No hay ochenta liberalismos como para elegir cual es el que mejor nos queda, se trata de una única receta; y si la aplicás, bien para vos, y si no, que dios te ayude; de todos modos el sistema liberal, ingles, puro, se hizo imposible de llevar adelante entre nosotros, ya hubo muchos intentos de eso, hasta cansarnos de ver izar verdades en un mástil estéril al pie de un sembrado de falsas promesas; en comunión con diferentes intereses en pugna, todos puntualmente fallaron, a la hora sopesar el patriotismo con enviar tropas al extranjero a codo con el imperialismo; y en esas intenciones de lamer botas, también hubo tantos desaparecidos que están ahora categóricamente muertos. Y nada, está probado, eso aquí no funciona; porque los empresarios tienen el corazón en la rodilla derecha, entonces no nos podemos fiar de esa receta integral, en favor de la libertad individual. Se sabe, la repartición de la riqueza debe ser justa ¿Pero de cual riqueza? Encima de antes de repartir primero hay que salvar los gastos. Y fíjese como serán de estrictos los liberales del reino unido, que hasta europeos quieren dejar de ser, pues alli predomina el mediocre socialismo; que según ellos, se trata de los cabezas huecas descreídos de la competitividad como factor de lucidez pragmática; además de esos pachorras atónitos, sonriéndo de compromiso al compás del desfile de desterrados. En fin, a unos les cuesta entender que no hay que patotear, y a los otros soltar la billetera. Uy, ha empezado a roncar de nuevo, con esa chicharra que parece un chifle. Relájate, duerme tranquilo, ya no eres más una mole en admisión de comida hasta alcanzar los quinientos kilos; y quizás en el egreso de un regreso, en silla de ruedas lo podría sacar a pasear, pero nones; es increíble como pese a la transformación aun conserva las carnes firmes, y la músculatura ideal; y si últimamente, de paciente dormir descerebrado, usted aumentó de peso, no es por qué en su cabeza el isber de los pensamientos grises hagan pesar de grañidos al cuerpo, sino por una lisa y llana retensión de líquidos, tan simple como eso, producto de alguna última insuficiencia de los riñones, de las tan poca diálisis obtenidas, y olvidadas en las fosas de los cementerios de la burocracia ¡Y que decir de lo que se comenta de la levantada de peso de cuestión renal aparente! Vaya, justito cuando estaba por alcanzar el peso ideal; desde la oficina de turnos hasta la propia catedral, de murmuración constante, aseguran que así dormido, pero sonámbulo, de temperamento desinhibido, en esta misma apartología de tercer nivel, atracó la heladera Siam, y arrasó con los víveres, sin posibilidad de rembolso. Otra versión circulando, de los todos tan inspirados, sin absolución posible, es directamente que se comió al padre Dalmacio, crudo, como el ceviche, cuando le vino a visitar para hacerle un cuarto responzo; del cual los detractores fantasean, que desistió de la tarea, al estar usted lo más flácido respirando al compás de hacer vibrar el esternón. Y en el ahora del trenzado hippie, le comento que éstos pastilleros, patéticos adictos de esos caramelitos, en tren de salpicar almibar de difamaciones de denigrante crítica, sin ápice de verdad, pradera de alcaguetes de la prensa rosa sensacionalista, que finalmente son ignorados por preferirse cuestiones con sangre fresca, muy lejos de evadirse de la cresta del calumniar desde la madrugada, ya balbusean que tengo un aborto suyo, consumado, y de vueltas estoy en cinta, con nueva duda del advenimiento presente; los hijos en el vientre no son moretones, encima de estar interconectados, y si uno mata a uno, los que vienen después también acarrearán el doloroso trauma del aborrecido hermano, cual si el vientre quedara fumigado con gamexane; y yo arrepentida en sugerir moderación, y de como usted me enseñara, asentir con la cabeza a todo, me siento escogida de enfrentar las calumnias, como columnas de un pasatismo difícil de recomendar para el regazo de la historia; yo podría desmentirlo todo, pero mejor me quedo en asimilación dejándolos decir, para que se queden allí levando hasta explotar las tripas, que si tapas un agujero enseguida abren un túnel subterráneo en la quinta avenida de los yanquis; eso si, alfabetizado ninguno, mejor todos alunísonos proactivando las mediocridades. Y fíjese, si esas malidicencias fueran puras verdades, sería que en este momento lo estoy sistemáticamente huntando en vejaciones; un puro mar de quebrantamiento de puntualmente estar violando, o como mínimo abusando sexualmente de lo lindo, desde lo descarado hasta lo horrendo; se dá cuenta, no les importa hundirte en un pozo ciego, o mandarte al infierno a freír arrepentidos; y es porque ellos se sienten muy sasiados con el diablo chef de la guarida, y les resulta lo mismo comer en una mesa que en un chiquero. Uia, ha empezado a jadear de nuevo, como cuando vibran los celulares. En esta urbe de tantas habladurías, objeto de vida o muerte, donde ninguno parece un foráneo, en lo concerniente a esbozar alcahueterías, hay en puerta, entre el personal auxiliar, otro sonajero sonando, de un nuevo chisme, aunque éste, de signos de descifrar, algo menos escabroso; y es: Si cuando alcance los setenta y ocho kilos de la vuelta, aun permanece enmarcado con vida, los Ginnes tiene pensado cooperar y disponer igualmente de adjudicarle el premio de la mención en su registro, de subir de peso tanto y de bajar a lo mismo del comienzo. Y ya falta tan poco. Diga que a la cama no podemos adjuntarle un instrumental de tipo balanza, como la del baño, que sino ya estaría aclarado el tema del saber el cuanto, porque de seguro han de faltar tan solamente un puñado de gramos; por eso quisiera despertarlo como la otra vez, y aunque sonambulo, en radicarse los pies al suelo, enseguida nos metemos al baño, y con efectividad, lo peso como sea. Ah, y si no despierta, asi de hinchado, para cuando la laguna se llene del todo, si igual sigue pesando unos kilitos de más, dicen que lo planean llevar en andas a la inaguración, y desde un palco de tuberías, librado de pronunciar discurso, presidir la ceremonia enfocado a los presentes, solo en la puesta de la corona. Lo que quedara del campamento de las topadoras será ese día un bar donde se tomen refrescos. Si pero ojo, pues debemos de considerar que al momento son solo rumores del hospital circulando por los pasillos, que donde pasen a la prensa flexible, de esas pocas verdades a lo mejor enseguida se arme una enciclopedia y todo se torne verdadero. Pienso que ante esos embustes, de llevar la cosa para el lado de los tomates, todo consiste en mostrarse interesante, firme, y sin lamentaciones; y ante la duda operando en el flamear de las facciones, de aumentar la ira del recalcitrante embustero, donde se les adosan fuerzas extras para arremeter al azuzar en el seguir sumando a la imaginación mentiras, hacer como si una mosca se hubiera posado en el semblante y continuar con cara de nada. Es tanto el hostigamiento de lo que se dice de nosotros dos, que se me ha hecho un tatuaje del diablo en el alma, y empipada en opio, en el pináculo del bostezo, desafío cánones a quien se raye, pues como ellos pretenden, ahora si que están aquí despertándose sentimientos de querer explorar hasta lo inimaginado, de no saberme para adonde saldré disparada. Uy, ha empezado a roncar de nuevo ¿Como puede ser que los doctores no considen estas vibraciones cual un síntoma de salud legítima, siguiendo con insistir con que está hasta las manos? Entrado al crítico balance, en las áreas de la suerte malograda, sin para nada pretender que lo nuestro deje de ser un acogedor momento, le digo ¿Como pretende englobar un bienestar estable a su destino base, con los puntos cardinales, en cruz, a los lados de la malla espacio tiempo, si pronuncia el avemaria de manera incompatible con lo establecido, como guiado por el estorbo del propio Musolini, arrinconado al vértice del insurgente burro, en el colmo de los colmos nunca visto; y no quiera saber lo que de boca en boca circula por los wasap, gracias al contenido de lo que usted recitara por aquella adaptación del avemaría, en aquellos días vodevilescos de los malos entendidos: Que la santa inmaculada, madre del mártir mesías, caballero regidor de las nuestras conciencias, sin pretenderlo, fue como un llamador del divino todopoderoso, presa de una atracción descomunal inmanejable, que al no poder resistirse a semejante amor, hiciera venir al espíritu santo para crear una réplica de su semejanza, pues dios es Cristo y Cristo es dios; y así, desde el vamos, ser acunado y mimado por la muchacha, embuelto en cariño a cada etapa sucedida, embriagada su alma de la tanta felicidad de permanecer a su lado, hasta la culminación del objetivo de intentar educarnos; por ende, desde entonces, creándose lo que hoy denominamos como: El complejo de edipo; que si el niño retiene las lágrimas sencillas, se le sube el agua del llanto a la cabeza, formándose pequeños edemas peligrosos para el cerebro. Y tanto se ha diversificado la burla por la comarca, que hubo un grupo de campesinos, beodos, conocidos de Fulgencio, que se apersonaron a la catedral con diez cornetas de patos, como esas que suenan en los coto de caza, y se reían, y soplaban, y festejaban, de bufonesco temperamento, en la parodia de convocar al supremo señor; sin importarles un rábano la restauración del atrio que dá al parque, al que pisoteaban con las botas embarradas. Y encima a usted le gusta hablar, por la sola hegemonía de la lengua sobre la palabra, y de política, en los bares de vagos y usureros, sin fundamentos pues no sabe nada de nada; habla de la realidad nacional y nunca hace mención del peronismo, al que a regañadientes, a duras penas, señala como un socialismo partido, dividido entre buenos muchachos, y muy malas personas, según sean montoneros de la campora, o reaccionarios de los de aquel desfavorable Lopez Rega. No; pero ahora hablando en serio, le confieso, vea, ayer, hoy, ahora, no sé cuando, es como que me siento fortalecida al empecinado amor suyo, y ceñida al precepto en cuatro patas; sin reparos ni claustrofobia por la injerencia, comencé a sentir mucho cariño, que hasta me hago la firme idea de desplazar a la señora y pasar a ser yo su única dueña, salvaguarda de buitres. Y aunque parezca una masacre a mi libertad, quiero hacer hinapié, en que así dormido no tendría reparos en convivir a su lado. Me duele ver como el entorno científico, va perdiendo la fé en su recuperación; ah, últimamente la señora Mabel hace un par de puntos de la chalina, que aunque el mundo se estire para mi nunca será demasiado larga, y como salida de una excavación, con implícito rechazo y sin empacar, se manda rajando a mudar hacia otro idilio; haciéndo de usted un enfermo humillado, rematado en azotes de indiferencia, negado a su reconocimiento de estar vivo; pero ya verá, que sumado al todo de permanecer estóico, en algún momento se ha de provocar algún ronquido preliminar de un despertar de nuevo. No es por calumninar de inapetente, en articular la primer ficha que aparece, pero le cuento que su señora está durmiendo en la reserva de animales, sin expectativa del que dirán, ocupada en otra chalina, pero ésta en cambio, de cuerpo, alma, y muchos entusiasmo conyugal. Ha dejado de roncar pero no de respirar. Mire, en estos derroteros, de romances desencontrados y vaivenes políticos, si hay algo por lo que hago legar contenta la posta de la tutela, y hasta me doy por retribuída, con el asilo del paladar en las antípodas de lo rancio, es por los tantos regalos, en avalar la admiración, que le suele traer la gente, en aprobado cariño; donde no tengo empacho, ni recelo, impedimento alguno, en situarme a disponer de ellos a mis ultranzas del pretender; son por lo general artículos de una plegaria de amistad, referidos hacia una realidad etérea en contrarestarse con la humilde fraternidad; y cerca de lograr etretenerle, con buenas armas, adorno de rozas cuando traen flores, más luego las expropio antes de marchitarse, haciendo de arbitraje pues con el tiempo va existiendo un vacío de poder donde el que lo cuida decide. Ay, se me ocurrio una idea, han traído bombones y de a poco los comeremos cual un medicameto para el embole. Ahora respira suave y simétricamente pausado. Frente al prefacio de la tarde en que la noche será de mazapán, divina, con la mejor novela gastrónomica establecida como para optimizar la sensualidad, y ya con la frente iluminando la celeste caja, en guardas de exquisito fileteado, sin vuelta atrás y por fortuna alejada de otros posible competidores, angurrientos de querer cubrir las ensías de amargo cacao en la merienda, anque retraída de convidar a quien no puede ni debe, me fascina la asequible ocurrencia, que ya nadie le hace sacar la lengua para verificar si la campanita está reluciente, de pegarle un bombón en la bóveda del paladar; además éstos regalos le pertenecen, siendo bueno que también lo abarquen en simbólico asistir, y así ir ratificando la gloria hasta la fecha obtenida. ¿Que día es hoy? Hoy es el día en que anunciaron a Cristina como candidata a vice presidente. Pero si muere, la propia chusma, aliados a la afición de un descubrimiento sensacional, de por el aliento a menta del relleno, en concordancia con descartar la presunción de la inocencia, me han de atribuir el crimen de empolvar su corazón de lo prohibitivo. Pero nada, sin arrastrar titubeos ni refrenar los sentimientos míos, en incursión arriesgada, vinculado a querer incentivarle los sueños, en auténtico arriesgar, voy hacer el delivery correspondiente a su boca entre abierta. Más luego de repartir este bombón al domicilio de las muelas, haremos de nuevo el test de la tetilla; esa suerte de timbre que al sonar, con el énfasis de la imaginación desbarrancada, a lo mejor, arrasado por el erizar, haga que usted despierte, y vaya urgentemente a querer atender a la tropilla de club de fans de mujeres, encontrándose conmigo solita de sonrisa permne. Muy bien, allí vamos. Rin rin; artífice del momento, que suspenso, efectivamente, su carne se pone de pollo; rin rin; quirúrgica acupuntura, sin visturí más que la uña (Que si se aplica una cruz de jesús sobre el quiste, luego éste desaparece) pero no, ésta uña, así pintarrajeada, solo ha de estremeser cual un estribillo romántico de los Nocheros; rin rin, hagan venir a los bomberos para sofocarle mi atrevimiento. En fin, ya no logro discernir entre lo que hago para despertarlo y los sentimientos verdaderos. Le cuento que se acercan las elecciones presidenciales y menos mal que duerme la mona, por que hay tantas coaliciones políticas, sin sustento de una filosofía, que parece un guiso carrero, con las bolsitas de los menudos, imposible de soportar; con decir, lo imagino a usted de un pico de presión volviendo quedar en muerte asistida eterna. Los slogan deberían decir: Si estás indeciso dejalo en nuestras manos, nosotros somos la solución. O, basta de discrepancias confía en nuestra verdad. Con menos de aquello vamos a salir ilesos. Votanos, la tenemos clara, somos la coalición más eficiente con menos diferencias. Mientras vos fumás, nosotros resolvemos los problemas. Confia en las coaliciones gobernar no es difícil. Con miradas distintas el país no se queda ciego. La fusión es la solución. Nuestro gobierno no será un consorcio. De norte a sur en la política unidos. Todos al centro con las puntas dentro. Pagamos la deuda y sobra plata. Uy ha empezado a roncar de nuevo ¡Pero no! ¡Ríe! Y ha carcajadas.
Ignacio: Ja, ja, ja. Ay muchacha, aun a solas contigo, optaba por quedarme quieto un siglo, sin mover la estantería; pero de golpe me has hecho despanzurrar de la alegría, al instante espantando la precavida modorra hacia la categoría de risotada; en la redada haciéndome trizas los pómulos, la mandíbula, y la pera. Como verás, para nada me ha sido ageno tú humor sarcástico, hasta el colmo de hacerme brotar, cual un helecho de rosas del parque japonés, el deshecho ánimo de estructura abstracta. Oiga ¿A usted le parece, señorita, comparar ésta chalina con mis récores? Si apenas mide poco mas de diecinueve metros; me va a costar mucho espumajo de rezar prolongado, como para persuadir a tu discernimento de juzgar labores de un bordado, fabricado por varias personas, como capás de batir mi solitario y pertinaz empecinamiento. De ida y vuelta de flaco a orangutan, como insecto moribundo, ahora prefiero permanecer en agape contigo, entre mate y mate conversando, en siempre disimular para la almohada, qué por dios no vaya a entrarnos una caba. Y sin alabarte de melindroso, te cuento que desde aquel momento en que me acusaste de pernil cocido, lograste sacarme del coma fulminante, y hasta hoy continúo despierto; desde entonces agazapado, y feliz de sentirme un Aladino; llamativamente sin hambre o apetito.
Sé perfectamente del para nada reprochable convivir de Mabel con el estipulado Joe; una cruenta realidad usada como bandera fisiológica, de una concordancia afectiva más, sin planteamiento previo, justificada por el abandono. Pero pese a toda pesadumbre lo primero será terminar el pozo, pues quizás nunca vuelva a domiciliarme en la estancia; o si, pues tengo derechos y estoy domiciliado; y me voy a clavar como una estaca; estoy muy afligido, he perdido justo en la raya pero ahora mi conducta ha de ser la de un bandoneón lleno de valentía. Restituído de asimetría con la gordura exterminada, ha llegado el tiempo de un aminorar de la opulencia; prefiriendo ahora quedarme en estas condiciones de divo.
¿Sabes? Evocando lo que me rumoreabas, de ayudarme en hacer uso de la balanza e intentar pesarme, en converger con tus anhelos te informo, apenas logré caminar hice uso urgente al pesando de ciento sesenta y dos, setecientos. Más luego, en poco tiempo, por las tretas de hacerme el muerto, logré bajar otros ochenta kilos. Y aunque últimamente he aumentado unos pocos gramos, hasta hoy día no paro de festejar como un loco, donde implícitamente con el orgullo vuela mi pesimismo como poncho hacia el esfuerzo de un empujoncito extra. Más luego de llegado el turno en que te vas, con al desierto de personas donde apenas queda una reberverancia, a mis anchas una y otra vez, todavía marcho a la balanza y me sigo pesando, con optimismo, al saberme aún en la decena de los ochenta; y me quedo allí parado hasta saciarme de mirar el número, cual si estuviera viendo una miniserie, dejando de presuponer al cohete, por el cuanto voy, y el cuanto me falta.
Pero no creas que todo es mezcla de orgullo y alegría solamente, cuando me quedo aislado y solo, sin el drenaje hacia algo costumbrista, no encuentro mejor consuelo que entregarme al tedio y abrasar el estío del sol nuevo, en mi hastío de la nada en parcimonia; o haciendo algo de gimnasia, viéndome salir de la excavación de la resignación, allí donde reside el viejo enclenque, prefiero limpiar con la cola como gamuza, haciendo abdominales, como un martir, hasta exigirme tanto que parece alguién haber pasar un lampazo, y tan limpio queda el establecimento cual ser parte de un relámpago.
Por fortuna para mis adentros, la traslación del rey sol ha llegado a mis retinas, y en tocarnos con su vara de comunión recíproca sus rayos se vifurcan en millares de esperanzas nuevas. Te juro, desde la otra despertada es que permanezco mudo, así de trasto y de postrado; pero aun así me costaba un record prevalecer en mantenerme tiezo, con el apelativo de la juventud con las ganas de un financista en sambullirse en el microcentro, pero me hacía el truncado en manipular la verdad de estar dormido.
Como masa del pan sin levadura, intentaba persuadir al médico de continuar descerebrado, en efecto, permaneciendo inmovil, en tensa vigilia disimulada, a la vez de siempre estar fingiendo la misma estructura agónica, de mirada apenas entre abierta y escurridiza; sintiéndome lleno de supuestos, mil veces boleado, obsoleto cual boleto capicúa.
Estoy satisfecho de tu calma prioritaria, de rayos de amor en agallas decidido, afectuosa apartada de la traición ligera, en adaptarte a éste mendigo estático, arbitrario cabeza inapelable de adaptarse al punto medio. Juro por todos los santos del evangelio, cuando salga del corolario de la atragantona de la tigresa y compañía, voy a esmaltar aquella chata, y hasta en los espesores filetearla, e inscribir tu nombre y apellido como para que no queden dudas; con al final pintar tu rostro, en acicalar el adorno con tu hermozura de cenicienta; será trastocada hasta relucir cual una estrella, por esos artista geniales de embellecer mateos; para finalmente junto a la mandíbula del tiburón insigne, colocarte en el hall de las presas manducadas; siempre iluminada, la lancha pelela, con luces led cálidas de cero incandecencia.
Tus ojos de poderoso verano, haciendo dirección al otro calor del norte del ronroneo, despaviláronme de enraizados suspiros de solidaridad, al extremo de desperezar hasta los cascarones del cerebelo; pues al escuchar tus slogans de campaña, de gente de la política, exploté de sopetón, sin barreras de modales, en inmaculada hilaridad sonora, y de espasmos; créeme, fue más fuerte que mi aguantar en fingir muerte de segunda categoría, en deprimente quedarme sin tónica. Y más allá de ésta colimba de ajedres donde soy todo, juzgo mi situación conyugal muy complicada, cual galleta de lana, y el solo presentir la observación de una pasión de Mabel en retirada, se me sacude hasta el abolengo, por aquella incertidumbre de su conducta volátil, como lléndose en una correntada nueva de incinerar su ánimo con humo de hielo seco. Y cauto meteorito, resignado, aunque tal vez menos callado, sin demasiado rencor hacia nadie, de nuevo siguiré siendo un flaco a quien llamarán de por vida gordo, rosagado hombre de eterno estado nutriente. Tal vez para la posteridad mi vida concluya en un novedoso wet seller, no lo sé, aislado del presente no es momento de costear ésta teoría; lo que si te puedo asegurar, es que pretendo continuar firme, adelantado del resto de los ciudadanos, con la concentración al sevicio de terminar la proeza; y pese a mi ecatombe familiar, siempre apartado de la picota de inútiles cornudos olgazanes. Tengo la memoria en un advenimiento de los principios, en colapso confuso debajo de esta sala gravada en mi mente, y quiero adquirir las destrezas de un académico, en recopilar mi nuevo surgir en apenas tres éfimeras eternidades, de vaciar la conciencia de las fantasías de tantos sueños; y también encontrar alivio de salpicar la osamenta con esperanza nueva. Por la consistencia también se va formando la conciencia, expresada en sonidos de un léxico real, y tu fuiste un trombón de oro con cánula imposible de asignarse conjeturas afónicas. Pero aun debes seguir ayudándome otro embrollado trayecto, con las compuertas del afecto sin cláusulas de retención para el salvataje. Y con brío avalado de una decisión acertada, pienso mucho en llevarte al pozo, a terminar lo que quedó pendiente, conmigo de paladín, cuento contigo, y esparcir el remanente a paladas, formando una capa fina en las partes sesgadas, más bien desniveladas del fondo rocoso; ya verás, son cien metros cúbicos, nada para un ciempiés atento de mordisquear hasta los huesos de la fortuna. Y pese a tu gestual fluctuante y sin normas, con el atonisismo en la mirada en perplejo semblante, te veo mujer consagrada, cual si estuvieras en cinta; y plomo insisto en invitarte a asociarnos e ir a terminar la laguna juntos, el bendito pozo de hondanada irregular; ello me habrá de tonificar el alma, y a ti también hija mía.
En fin, con todo respeto, en mérito que tú me sedas tanto, solamente viví de a porciones alertado; pero de cara al futuro, pues entrado en nueva faceta, ya no pretendo indagar más la realidad en un etimológico decir de susceptible dinámica entrecortada, del hasta recién vivir todo el tiempo estigmatizado de cazar noticias, en fingiendo la muerte; pero entonces te vaticinio, en novedosa exhortación de una sentencia útil, mañana mismo serás conducida hacia las propias ansias de mi proyectarse, pues te he de meter en ese otro picnik de excursión camuflada, con los ojos bien abiertos y fiables, como en película de supenso, de éste mi método de reclutamiento consentido, pues iremos a emprender por la noche estrellada, otro promisorio logro de dos en terminar un crater de la luna en el propio filo de la oscuridad.
Solo debes del tabique darme nuevas exalaciones, hasta el cielo cubrirse de nubes, en acatar los designios de la aspiración de mi gesta de volver al peso como objetivo central. Por favor aguántame en un fiable empujón último, en medible plazo de cuatro jornadas; en de seguro éste más entretenido proyecto que lavar calzones de gigantografía. No llores, muchacha, no gaste tu reservorio de ternura en innovar el coraje con lágrimas escenciales, es lesivo para el alma el padecimiento fuera del tope previsto; guárdate las fuerzas para ayudarme con el pozo, en aquel surgir tan deseado; y para verse lo nuestro reforzado y diversificado en otros cantos nuevos ¡Vamos Hortensia, nada de un relativamente, si bueno, todo por mi full time proceder hasta la consagración definitiva! Más después que terminemos quisiera que vayamos algún boliche a tomar cerveza y comer unos panchos; seguramente entrada la magrudada del sábado, unos panchos en un lugar memorable. Siempre para esclarecer un tratamiento, de adelgazar en algo más de la apariencia, al no ser un acertijo acerca de la resolución de una pavada, es conveniente conciderar comer poco, o ir relegando la ansiedad al laureado nada; con frecuente mentalizar al aglutinado pensamiento de desafiar el duro paradigma de los retorcijones de la panza; pero eso mínimo que irás a manducar, encima dividido en varias unidades, diez tostadas finas untadas con manteca y un toch de adereso, y sustraerse del apuro estresante, pues es importante tardar un buen momento, de quince minutos, y no atragantarse en solo dos bocados de dos segundos; para lo cual he de comer aquel pancho apalabrado en varios mordiscos lentos, mientras tu comes como una persona de peso normal; sin revisiones históricas será un signo de éxito que llevaremos presente y nunca habremos de olvidar.
Hoy con la escusa del feminismo, los hombres ni con la verdad de nuestro lado podemos alzar la voz como antaño (El sentido de la copulación también abarca la idea de prosperidad) entonces, manzo e irónico, en son de adaptarme a los nuevos designios, entre el bamboleo del mambo igual a un mar en la osamenta, aun semi despierto canto imitando a Gardel: Ella sale al balcón con su flor y su doña. Desde ayer y hacia el espejo, de observarme bastante arrugado, risueño me pregunto al tino de favorecer la fé ¿Cuanto tiempo ha pasado, para estar tan avejentado? Pero por suerte ya venía conciente ajustando las tuercas de los neumáticos del futuro, y escuchaba todo durante el largo día de actividad hematológica.
Muchacha, no es por ponderarte de viejo maraca, pero eres tú un hada por adonde la felicidad se escurre por la sonrisa de mis entrañas. Con esa bondad desde lo hondo de las acciones concretas, tú fuistes, surco a surco, archi confirmando el sellado encanto en esculpirme con cariño demostrado; y ahora el símbolo de la amistad en nosotros, va haciéndose una pirámide de agradecimento en el corazón porfiado. Desde un principio aleatorio, donde el patrón por azar saluda a la sirvienta, te fuiste transformando en la flor que en mi desazón fue perfumando el páramo corroborado de mi derrota; por ende espero saberme proclive a devolverte a ti en la misma sintonía de reciprocidad que tú mes has brindado, de cero permanecer encamada en parcimonia, ante el silencio de un estancado desahusiado carbono catorce.
Como para dejar de presuponer, cuestiones de ensueño o de desengaño, e ir zafando por momentos de la procesión onírica de imágenes humildes, de un listado provisorio de acontecimientos imprecisos de la mente, quizás en arrebatos de ansiedad ligados a los deseos de mi actualidad interior de hasta hace un momento; iba, entre la selva de arco iris de las pestañas, monitoreando lo que ocurría, pues quería ir de los días presentes, aunque más no sea en evitar de llorar en las pesadillas, socabando información del personal auxiliar de enfermería, de noticias flotando en el aire pero ciertamente acertadas y precisas (Cazadas como mariposas en la búsqueda entre aquellos sueños livianos de acerar el receptor de la inteligencia) y esos comentarios, de nítidas imágenes relatadas del arduo acontecer del mundo, representaban para mi, un complejo vitamínico en reemplazo de la lizonja de los sueños; noticias de esos portales sonando hasta graficarse mi conciencia del presente real; y supe entonces de álgidas cuestiones de interés mundial, entre las que principalmente destaco, la del sumo pontífice, casi como culpando al libre mercado de la desigualdad entre los hombres. Vaya muchacha, por el selecto aprecio desinteresado, me hallo confundido en abarcativa migraña; aunque mejor me suelto y solamente digo: Lo importante sería establecer, pues sino cualquier cosa puede tocarnos como un destino al margen, si el solo hecho de competir, sanamente, y en comunión entre todos los habitantes del mundo, hace bien a la salud mental como tal, alejándonos de parecer perros obvedientes, con cero pensamiento en la mente, o simplemente esto de la competencia es nada que ver con nada, por el contrario un espejismo engañoso llevado a una imposición arbitraria como para no dudar en desoír y dejar de lado por completo además de dar vuelta la hoja y cambiar de tema; o hacer de circunscribirlo únicamente a cuestiones de mercado y del libre cambismo. Por eso yo digo: Ni lucha, ni competencia: astinencia; por qué a mi no me jodan, aquí hay un entrevero grecoromano anglosajón y ruso, entre lucha y competencia; y ésta se deduce pues, al que lucha le viene el que compite y le pega una trompada; y al que compite siempre le dá por aleccionar con el liberalismo y el bruto imperialismo en celo. Pero como el mundo está muy poblado, lo mejor será la astinencia, y el severo control de la natalidad, hasta el extremo de quedar solo un tercio del total de habitantes del planeta; y en paz bajar ese número hasta estar lo suficientemente cómodos y nadar en la abundancia. La realidad no es un plano donde dibujar en perspectiva es más prestigioso y elegante; pero aparte por la tangente infinitesimal difusa, de la discución fiable entre liberales y comunistas, viene soplando la vela del socialismo, como circulando de contra mano, con el punto de vista por donde pasan las lineas virtuales, en la mochila destinada solamente a estar detrás de los abortos, y la igualdad de género; que cuando nos querramos acordar de las costumbres idas, unos y otros se encontrarán con un mundillo nuevo, girando todo en derredor de una Cleopatra, con tendencia totalitaria, como la de los dictadores más crueles. Además escuche de ti, mi querida Hortensia, un concepto aclamando por una ley de enfitusis para agrandar la producción del campo, pero te corrigo, querida mía, sin ánimo en derribar tu propuesta alternativa, pero anticuada en cuanto que en la actualidad en auge, existe aquello de haber contratistas rurales, siendo más o menos lo mismo de aquella ley propiciada por el grandísimo general Juan Manuel de Rosas. Hay gente que piensa y obra por la sola premisa, y están los que como yo buscamos respuestas cosmológicas, y por cada insinuación de una vía potable de acierto, se instala en mi un esfuerzo mental en resolver cada enigma, muchas veces, o casi siempre en veremos; entonces cabe recalcarse aquello de lo que pensamos como algo cercano a lo mejor pertenece a un tiempo impredecible.
Los escribas y dibujantes del egipto antiguo, como todos los artistas de la prehistoria, acarrearon con la responsabilidad, de aparte del trabajo encomendado, intentar dejar por lo bajo, principalmente dirigido a los habitantes del futuro, un mensaje explícito, impreso bajo las reglas de lo subyacente, de principalmente esclarecer las costumbres imperantes, los principios establecidos como básicos, o de asuntos de cosmología filosófica; entonces esos hombres de todas las razas, impresos con cabezas de perro, son un aviso que quiere significar que, la fantasía puede ser una resultante cuántica de un esfuerzo programado por la fuente; o el propio sedimento, instalado en el rostro, de los nodos de la quinta escencia celestial; emergida de conductas acordes, del categórico rechazo de competir entre similares; una suerte de puñado de cuantos con energía positiva; siendo ésta prespectiva cuántica en la cabeza, un anuncio de como el universo es también una proyección psicofísica del propio todopoderoso en el cosmos; o de algún dios intermediario, encargado de materializar los sentimientos encomendados del supremo. Es probable que la imaginación individual sea una capacidad divino celestial, propiedad del todopoderoso, o de éste subalterno, que mantiene, cable al cielo, conectadas nuestras mentes a la buena fé del señor. Imagino en el futuro computadoras cuánticas alimentadas del áurea espiritual de un arte procesado en el imaginación del usuario bueno.
Ah, y esas mujeres dibujadas en la piedra caliza, con cuerpo de pájaros, por esto de al aire picos y plumas, a lo mejor signifique que vivían suspendidas flotando en una atmósfera solo de amor, de paroxismo exaservado, de exasperado frenesí sexual; no había estalagnitas que alcanzacen para disponer mover las neuronas sobre una castidad con mega wat de chispa posible, pues la vida era un dilema resuelto y el cuerpo prefería volar en gozo, en vez de pensar en la roca volcánica utlizada en las callósidades; mejor volar con el corazón comiendo faisán, alejados de la complicada faena del Nilo.
Y si de faenar se trata, relevante sería ver al Estado dejando de evaluar cual un hecho fortuito la evación de impuestos, y debería visorar la envergadura del peligro que conlleva el sobre exigir al pueblo, en tener que afrontar las cargas tributarias, sobre un monto triple más de lo razonable; exigencia nada fiable, aunque difícil de concebirse, sin revisiones de los principios medibles como turbulentos, fácilmente de constatar, por éste teorema de la demasiada solicitud de cubierta como para hacer promedio sensato de las entradas necesarias a las arcas de la nación; pues pasa que los empresarios y los comerciantes reinantes, evaden estos impuestos abultados, y esa mini traición a la patria, produce una matriz en el caracter psíquico, indefectiblemente agorera, y de inmediato, ya expertos en abonar bastante menos del total recaudado, les repercute en el temperamento infectando de bipolaridad al profano contribuyente, que encima esparce esa mala onda por todo el vecindario; y además tenemos allí flotando la sumatoria paranoica del emergente total de esos malos tratos a terceros y extranjeros sin papeles, por esa solita evasión provocada de las reglas del convenio extravagante; exaltación pesimista de soberbia comprobada, con filtración de culpa y de complejo de inferioridad. Por el otro lado, aparte, tenemos a los pobres resentidos de la miseria social, con propención natural al delito penal; con todo, más el bagaje de fiolos, vagos, traficantes, psicópatas, drogadictos, entre unos y otros, creándose un espectro enorme de inadaptados habitantes, haciéndose un país donde finalmente todo se diluye con los achacos de ser argentinos apiolados, y que cuando uno habla el otro se calla.
Desde hace tanto, en difusión de la ilusión, sediento de vida, me siento tan débil de todo, casi como si la vida no fuese mía; aunque íntegro cual un boxeador entrado en el peso admitido. Y para verme en el lago del retrete, feliz iba al baño lleno de entusiasmo, con los deseos constreñidos de llegar a imaginarme en un acuífero turquesa con salida al océano, y en gestión hídrica sambullirme. Luego me veía al espejo, y así de tonto me decía: Aquí estoy; con cara de ademanes ridículos, precavido de beber de la canilla esa agua oxidante, pero finalmente, restaurado de la modorra y sediento, me agachaba y bebía un montón, temiendo después rebalsar la chata, al segundo dándome cuenta seguir castigado de tomar ese líquido guarro; y trascartón, pasando las yemas por el lavatorio, me persignaba, de auyentar la mortaja anímica del agorero. No te compliques en tratar de entenderme; solo comiendo sobras de la heladera antigua lograba parecerme a un hombre recuperado, pero no debiendo engordar engordaba, en contrasentido de mi verdad escencial; y al decir de catacumbas: Intentaba no mezclar harinas de diferente paquetes, que fuesen a activarme las piernas con energía de cochambre; reía para mis adentros probocando en la cama peligrosos leves temblores, además de temer del díficit de transpirar la camiseta, escuchando protestar como locos, y ensalzarse mal entre ellos, al no encontrar la viandada sagrada; con todo, más de nuevo volvía a ser eficiente éste mi método en comer sin consecuensias posteriores. A si mismo escuché por la radio Daihatsu, algo acerca de las Malvinas; una revisión del cementerio Darwin donde ya han reconocido ciento trece combatientes, de esa nueva bendita ciudad de los héroes, necrópolis sensacional e indispensable ¿Sabes? El parecido entre la geografía del Reino Unido y las Malvinas, hace para ellos de paquetes cruzados de diferentes harinas, mezcla cuántica de dos que se hacen hongo de explosión en el escenario. He hecho censo de mi anatomía y cada cosa sigue estando en su sitio primero, solo me falta un pedazo de garganta; las otras noches, en dicotomía con lo táctico, como para incitar a la muerte y entregársele uno de rodillas, bebí un puré de tomates, empezado, de la heladera, y tenía tanto ácido cual un removedor de ferretería, de quitar la cáustica pintura agarrada al impertérrito metal; desde aquella vez a todo le atribuyo un misterio negativo.
Y a parte de la interdiciplinaria valentía demostrada en llenarme de cuidados, de yapa, en un santiamén pretendo instruír tu alma de argumentos para el resto del nuevo emprendimiento, con el debido convencimiento rotulado de vigencia, donde primeramente deberás estar haciendo de correo argentino, pues considero muy relevante avisar, cuando los gauchos estén distraídos, que por algunos días no puedes quedarte a pernocta allí, por nada del mundo; y refunfuñando dí, con ese comportamiento femenino imposible de rebatir: Todo por una condena ajena para nada interesante; y antes de salirte del epicentro, agrega pues, que antes, yo, estirar la pata, te han pedido quedarte conmigo a cuidarme en el paso al otro mundo; y saliendo todo correcto cual si los precios se quedran fijos, has de recalcar nuevamente que por la mañana no cuenten contigo, que tal vez te demores en llegar hasta llegado el mediodía. Debo salir de este tálamo y vigorizar mi alma de naturaleza, ese es mi legado, y como mucho debemos empezar mañana mismo, más si surge algún imprevisto, descártalo, el gasto lo habrás de amortizar luego de terminado el objetivo, llendo a cenar conmigo. No aceptes influencias, y ya verás, de en apariencia algo inviable luego todo será un sueño cumplido. Nadie debe sugerirte nada, muéstrate desquiciada y todo saldrá de maravilla. Juro mañana, no ser un cachivache como ahora. Tú solamente debes traerte, a la hora señalada, un remis con unos pocos chirimbolos, y por supuesto siempre ir constatando que nadie se dá cuenta. Las cotizaciones del mercado son el fiel reflejo del valor de las cosas, pero ésto es algo muy distinto, donde cualquier distracción se paga muy cara. Toma nota, como cuando copias una receta: Dos trajes de cebras, del galpón de los roperos; mate, termo y bombilla; más, con cuidado, pero sin vacilar, ver si puedes dejar ocultos en el enclave de las topadoras, un pico, una pala ancha, y la carretilla; a parte de presentarte con muchas ganas para un epílogo de epopeya. Además para reforzar el propósito encaminado, de nuestro impás de libertad en solventar mi conquista, sin calificar de bueno o malo, debes hacerle algún comentario, en sobre todo recaer al hermano de Mabel y señora: de acerca que últimamente, por la noche, se están arrimando a la estancia, unos caballos rayados de blanco y negro, de la reserva, a pastorear, y que luego se marchan lo más campante. Conquistas aparte, paralelamente al desgaste físico de palear a destajo, solo debemos confiar de rebote en bajar los cuatro kilos sobrantes; y a esperar rezando a dios la marea enviar, para de aquella lucha, hacer la laguna tan soñada; y como como broche de oro la inaguración.
Ignacio: Ja, ja, ja. Ay muchacha, aun a solas contigo, optaba por quedarme quieto un siglo, sin mover la estantería; pero de golpe me has hecho despanzurrar de la alegría, al instante espantando la precavida modorra hacia la categoría de risotada; en la redada haciéndome trizas los pómulos, la mandíbula, y la pera. Como verás, para nada me ha sido ageno tú humor sarcástico, hasta el colmo de hacerme brotar, cual un helecho de rosas del parque japonés, el deshecho ánimo de estructura abstracta. Oiga ¿A usted le parece, señorita, comparar ésta chalina con mis récores? Si apenas mide poco mas de diecinueve metros; me va a costar mucho espumajo de rezar prolongado, como para persuadir a tu discernimento de juzgar labores de un bordado, fabricado por varias personas, como capás de batir mi solitario y pertinaz empecinamiento. De ida y vuelta de flaco a orangutan, como insecto moribundo, ahora prefiero permanecer en agape contigo, entre mate y mate conversando, en siempre disimular para la almohada, qué por dios no vaya a entrarnos una caba. Y sin alabarte de melindroso, te cuento que desde aquel momento en que me acusaste de pernil cocido, lograste sacarme del coma fulminante, y hasta hoy continúo despierto; desde entonces agazapado, y feliz de sentirme un Aladino; llamativamente sin hambre o apetito.
Sé perfectamente del para nada reprochable convivir de Mabel con el estipulado Joe; una cruenta realidad usada como bandera fisiológica, de una concordancia afectiva más, sin planteamiento previo, justificada por el abandono. Pero pese a toda pesadumbre lo primero será terminar el pozo, pues quizás nunca vuelva a domiciliarme en la estancia; o si, pues tengo derechos y estoy domiciliado; y me voy a clavar como una estaca; estoy muy afligido, he perdido justo en la raya pero ahora mi conducta ha de ser la de un bandoneón lleno de valentía. Restituído de asimetría con la gordura exterminada, ha llegado el tiempo de un aminorar de la opulencia; prefiriendo ahora quedarme en estas condiciones de divo.
¿Sabes? Evocando lo que me rumoreabas, de ayudarme en hacer uso de la balanza e intentar pesarme, en converger con tus anhelos te informo, apenas logré caminar hice uso urgente al pesando de ciento sesenta y dos, setecientos. Más luego, en poco tiempo, por las tretas de hacerme el muerto, logré bajar otros ochenta kilos. Y aunque últimamente he aumentado unos pocos gramos, hasta hoy día no paro de festejar como un loco, donde implícitamente con el orgullo vuela mi pesimismo como poncho hacia el esfuerzo de un empujoncito extra. Más luego de llegado el turno en que te vas, con al desierto de personas donde apenas queda una reberverancia, a mis anchas una y otra vez, todavía marcho a la balanza y me sigo pesando, con optimismo, al saberme aún en la decena de los ochenta; y me quedo allí parado hasta saciarme de mirar el número, cual si estuviera viendo una miniserie, dejando de presuponer al cohete, por el cuanto voy, y el cuanto me falta.
Pero no creas que todo es mezcla de orgullo y alegría solamente, cuando me quedo aislado y solo, sin el drenaje hacia algo costumbrista, no encuentro mejor consuelo que entregarme al tedio y abrasar el estío del sol nuevo, en mi hastío de la nada en parcimonia; o haciendo algo de gimnasia, viéndome salir de la excavación de la resignación, allí donde reside el viejo enclenque, prefiero limpiar con la cola como gamuza, haciendo abdominales, como un martir, hasta exigirme tanto que parece alguién haber pasar un lampazo, y tan limpio queda el establecimento cual ser parte de un relámpago.
Por fortuna para mis adentros, la traslación del rey sol ha llegado a mis retinas, y en tocarnos con su vara de comunión recíproca sus rayos se vifurcan en millares de esperanzas nuevas. Te juro, desde la otra despertada es que permanezco mudo, así de trasto y de postrado; pero aun así me costaba un record prevalecer en mantenerme tiezo, con el apelativo de la juventud con las ganas de un financista en sambullirse en el microcentro, pero me hacía el truncado en manipular la verdad de estar dormido.
Como masa del pan sin levadura, intentaba persuadir al médico de continuar descerebrado, en efecto, permaneciendo inmovil, en tensa vigilia disimulada, a la vez de siempre estar fingiendo la misma estructura agónica, de mirada apenas entre abierta y escurridiza; sintiéndome lleno de supuestos, mil veces boleado, obsoleto cual boleto capicúa.
Estoy satisfecho de tu calma prioritaria, de rayos de amor en agallas decidido, afectuosa apartada de la traición ligera, en adaptarte a éste mendigo estático, arbitrario cabeza inapelable de adaptarse al punto medio. Juro por todos los santos del evangelio, cuando salga del corolario de la atragantona de la tigresa y compañía, voy a esmaltar aquella chata, y hasta en los espesores filetearla, e inscribir tu nombre y apellido como para que no queden dudas; con al final pintar tu rostro, en acicalar el adorno con tu hermozura de cenicienta; será trastocada hasta relucir cual una estrella, por esos artista geniales de embellecer mateos; para finalmente junto a la mandíbula del tiburón insigne, colocarte en el hall de las presas manducadas; siempre iluminada, la lancha pelela, con luces led cálidas de cero incandecencia.
Tus ojos de poderoso verano, haciendo dirección al otro calor del norte del ronroneo, despaviláronme de enraizados suspiros de solidaridad, al extremo de desperezar hasta los cascarones del cerebelo; pues al escuchar tus slogans de campaña, de gente de la política, exploté de sopetón, sin barreras de modales, en inmaculada hilaridad sonora, y de espasmos; créeme, fue más fuerte que mi aguantar en fingir muerte de segunda categoría, en deprimente quedarme sin tónica. Y más allá de ésta colimba de ajedres donde soy todo, juzgo mi situación conyugal muy complicada, cual galleta de lana, y el solo presentir la observación de una pasión de Mabel en retirada, se me sacude hasta el abolengo, por aquella incertidumbre de su conducta volátil, como lléndose en una correntada nueva de incinerar su ánimo con humo de hielo seco. Y cauto meteorito, resignado, aunque tal vez menos callado, sin demasiado rencor hacia nadie, de nuevo siguiré siendo un flaco a quien llamarán de por vida gordo, rosagado hombre de eterno estado nutriente. Tal vez para la posteridad mi vida concluya en un novedoso wet seller, no lo sé, aislado del presente no es momento de costear ésta teoría; lo que si te puedo asegurar, es que pretendo continuar firme, adelantado del resto de los ciudadanos, con la concentración al sevicio de terminar la proeza; y pese a mi ecatombe familiar, siempre apartado de la picota de inútiles cornudos olgazanes. Tengo la memoria en un advenimiento de los principios, en colapso confuso debajo de esta sala gravada en mi mente, y quiero adquirir las destrezas de un académico, en recopilar mi nuevo surgir en apenas tres éfimeras eternidades, de vaciar la conciencia de las fantasías de tantos sueños; y también encontrar alivio de salpicar la osamenta con esperanza nueva. Por la consistencia también se va formando la conciencia, expresada en sonidos de un léxico real, y tu fuiste un trombón de oro con cánula imposible de asignarse conjeturas afónicas. Pero aun debes seguir ayudándome otro embrollado trayecto, con las compuertas del afecto sin cláusulas de retención para el salvataje. Y con brío avalado de una decisión acertada, pienso mucho en llevarte al pozo, a terminar lo que quedó pendiente, conmigo de paladín, cuento contigo, y esparcir el remanente a paladas, formando una capa fina en las partes sesgadas, más bien desniveladas del fondo rocoso; ya verás, son cien metros cúbicos, nada para un ciempiés atento de mordisquear hasta los huesos de la fortuna. Y pese a tu gestual fluctuante y sin normas, con el atonisismo en la mirada en perplejo semblante, te veo mujer consagrada, cual si estuvieras en cinta; y plomo insisto en invitarte a asociarnos e ir a terminar la laguna juntos, el bendito pozo de hondanada irregular; ello me habrá de tonificar el alma, y a ti también hija mía.
En fin, con todo respeto, en mérito que tú me sedas tanto, solamente viví de a porciones alertado; pero de cara al futuro, pues entrado en nueva faceta, ya no pretendo indagar más la realidad en un etimológico decir de susceptible dinámica entrecortada, del hasta recién vivir todo el tiempo estigmatizado de cazar noticias, en fingiendo la muerte; pero entonces te vaticinio, en novedosa exhortación de una sentencia útil, mañana mismo serás conducida hacia las propias ansias de mi proyectarse, pues te he de meter en ese otro picnik de excursión camuflada, con los ojos bien abiertos y fiables, como en película de supenso, de éste mi método de reclutamiento consentido, pues iremos a emprender por la noche estrellada, otro promisorio logro de dos en terminar un crater de la luna en el propio filo de la oscuridad.
Solo debes del tabique darme nuevas exalaciones, hasta el cielo cubrirse de nubes, en acatar los designios de la aspiración de mi gesta de volver al peso como objetivo central. Por favor aguántame en un fiable empujón último, en medible plazo de cuatro jornadas; en de seguro éste más entretenido proyecto que lavar calzones de gigantografía. No llores, muchacha, no gaste tu reservorio de ternura en innovar el coraje con lágrimas escenciales, es lesivo para el alma el padecimiento fuera del tope previsto; guárdate las fuerzas para ayudarme con el pozo, en aquel surgir tan deseado; y para verse lo nuestro reforzado y diversificado en otros cantos nuevos ¡Vamos Hortensia, nada de un relativamente, si bueno, todo por mi full time proceder hasta la consagración definitiva! Más después que terminemos quisiera que vayamos algún boliche a tomar cerveza y comer unos panchos; seguramente entrada la magrudada del sábado, unos panchos en un lugar memorable. Siempre para esclarecer un tratamiento, de adelgazar en algo más de la apariencia, al no ser un acertijo acerca de la resolución de una pavada, es conveniente conciderar comer poco, o ir relegando la ansiedad al laureado nada; con frecuente mentalizar al aglutinado pensamiento de desafiar el duro paradigma de los retorcijones de la panza; pero eso mínimo que irás a manducar, encima dividido en varias unidades, diez tostadas finas untadas con manteca y un toch de adereso, y sustraerse del apuro estresante, pues es importante tardar un buen momento, de quince minutos, y no atragantarse en solo dos bocados de dos segundos; para lo cual he de comer aquel pancho apalabrado en varios mordiscos lentos, mientras tu comes como una persona de peso normal; sin revisiones históricas será un signo de éxito que llevaremos presente y nunca habremos de olvidar.
Hoy con la escusa del feminismo, los hombres ni con la verdad de nuestro lado podemos alzar la voz como antaño (El sentido de la copulación también abarca la idea de prosperidad) entonces, manzo e irónico, en son de adaptarme a los nuevos designios, entre el bamboleo del mambo igual a un mar en la osamenta, aun semi despierto canto imitando a Gardel: Ella sale al balcón con su flor y su doña. Desde ayer y hacia el espejo, de observarme bastante arrugado, risueño me pregunto al tino de favorecer la fé ¿Cuanto tiempo ha pasado, para estar tan avejentado? Pero por suerte ya venía conciente ajustando las tuercas de los neumáticos del futuro, y escuchaba todo durante el largo día de actividad hematológica.
Muchacha, no es por ponderarte de viejo maraca, pero eres tú un hada por adonde la felicidad se escurre por la sonrisa de mis entrañas. Con esa bondad desde lo hondo de las acciones concretas, tú fuistes, surco a surco, archi confirmando el sellado encanto en esculpirme con cariño demostrado; y ahora el símbolo de la amistad en nosotros, va haciéndose una pirámide de agradecimento en el corazón porfiado. Desde un principio aleatorio, donde el patrón por azar saluda a la sirvienta, te fuiste transformando en la flor que en mi desazón fue perfumando el páramo corroborado de mi derrota; por ende espero saberme proclive a devolverte a ti en la misma sintonía de reciprocidad que tú mes has brindado, de cero permanecer encamada en parcimonia, ante el silencio de un estancado desahusiado carbono catorce.
Como para dejar de presuponer, cuestiones de ensueño o de desengaño, e ir zafando por momentos de la procesión onírica de imágenes humildes, de un listado provisorio de acontecimientos imprecisos de la mente, quizás en arrebatos de ansiedad ligados a los deseos de mi actualidad interior de hasta hace un momento; iba, entre la selva de arco iris de las pestañas, monitoreando lo que ocurría, pues quería ir de los días presentes, aunque más no sea en evitar de llorar en las pesadillas, socabando información del personal auxiliar de enfermería, de noticias flotando en el aire pero ciertamente acertadas y precisas (Cazadas como mariposas en la búsqueda entre aquellos sueños livianos de acerar el receptor de la inteligencia) y esos comentarios, de nítidas imágenes relatadas del arduo acontecer del mundo, representaban para mi, un complejo vitamínico en reemplazo de la lizonja de los sueños; noticias de esos portales sonando hasta graficarse mi conciencia del presente real; y supe entonces de álgidas cuestiones de interés mundial, entre las que principalmente destaco, la del sumo pontífice, casi como culpando al libre mercado de la desigualdad entre los hombres. Vaya muchacha, por el selecto aprecio desinteresado, me hallo confundido en abarcativa migraña; aunque mejor me suelto y solamente digo: Lo importante sería establecer, pues sino cualquier cosa puede tocarnos como un destino al margen, si el solo hecho de competir, sanamente, y en comunión entre todos los habitantes del mundo, hace bien a la salud mental como tal, alejándonos de parecer perros obvedientes, con cero pensamiento en la mente, o simplemente esto de la competencia es nada que ver con nada, por el contrario un espejismo engañoso llevado a una imposición arbitraria como para no dudar en desoír y dejar de lado por completo además de dar vuelta la hoja y cambiar de tema; o hacer de circunscribirlo únicamente a cuestiones de mercado y del libre cambismo. Por eso yo digo: Ni lucha, ni competencia: astinencia; por qué a mi no me jodan, aquí hay un entrevero grecoromano anglosajón y ruso, entre lucha y competencia; y ésta se deduce pues, al que lucha le viene el que compite y le pega una trompada; y al que compite siempre le dá por aleccionar con el liberalismo y el bruto imperialismo en celo. Pero como el mundo está muy poblado, lo mejor será la astinencia, y el severo control de la natalidad, hasta el extremo de quedar solo un tercio del total de habitantes del planeta; y en paz bajar ese número hasta estar lo suficientemente cómodos y nadar en la abundancia. La realidad no es un plano donde dibujar en perspectiva es más prestigioso y elegante; pero aparte por la tangente infinitesimal difusa, de la discución fiable entre liberales y comunistas, viene soplando la vela del socialismo, como circulando de contra mano, con el punto de vista por donde pasan las lineas virtuales, en la mochila destinada solamente a estar detrás de los abortos, y la igualdad de género; que cuando nos querramos acordar de las costumbres idas, unos y otros se encontrarán con un mundillo nuevo, girando todo en derredor de una Cleopatra, con tendencia totalitaria, como la de los dictadores más crueles. Además escuche de ti, mi querida Hortensia, un concepto aclamando por una ley de enfitusis para agrandar la producción del campo, pero te corrigo, querida mía, sin ánimo en derribar tu propuesta alternativa, pero anticuada en cuanto que en la actualidad en auge, existe aquello de haber contratistas rurales, siendo más o menos lo mismo de aquella ley propiciada por el grandísimo general Juan Manuel de Rosas. Hay gente que piensa y obra por la sola premisa, y están los que como yo buscamos respuestas cosmológicas, y por cada insinuación de una vía potable de acierto, se instala en mi un esfuerzo mental en resolver cada enigma, muchas veces, o casi siempre en veremos; entonces cabe recalcarse aquello de lo que pensamos como algo cercano a lo mejor pertenece a un tiempo impredecible.
Los escribas y dibujantes del egipto antiguo, como todos los artistas de la prehistoria, acarrearon con la responsabilidad, de aparte del trabajo encomendado, intentar dejar por lo bajo, principalmente dirigido a los habitantes del futuro, un mensaje explícito, impreso bajo las reglas de lo subyacente, de principalmente esclarecer las costumbres imperantes, los principios establecidos como básicos, o de asuntos de cosmología filosófica; entonces esos hombres de todas las razas, impresos con cabezas de perro, son un aviso que quiere significar que, la fantasía puede ser una resultante cuántica de un esfuerzo programado por la fuente; o el propio sedimento, instalado en el rostro, de los nodos de la quinta escencia celestial; emergida de conductas acordes, del categórico rechazo de competir entre similares; una suerte de puñado de cuantos con energía positiva; siendo ésta prespectiva cuántica en la cabeza, un anuncio de como el universo es también una proyección psicofísica del propio todopoderoso en el cosmos; o de algún dios intermediario, encargado de materializar los sentimientos encomendados del supremo. Es probable que la imaginación individual sea una capacidad divino celestial, propiedad del todopoderoso, o de éste subalterno, que mantiene, cable al cielo, conectadas nuestras mentes a la buena fé del señor. Imagino en el futuro computadoras cuánticas alimentadas del áurea espiritual de un arte procesado en el imaginación del usuario bueno.
Ah, y esas mujeres dibujadas en la piedra caliza, con cuerpo de pájaros, por esto de al aire picos y plumas, a lo mejor signifique que vivían suspendidas flotando en una atmósfera solo de amor, de paroxismo exaservado, de exasperado frenesí sexual; no había estalagnitas que alcanzacen para disponer mover las neuronas sobre una castidad con mega wat de chispa posible, pues la vida era un dilema resuelto y el cuerpo prefería volar en gozo, en vez de pensar en la roca volcánica utlizada en las callósidades; mejor volar con el corazón comiendo faisán, alejados de la complicada faena del Nilo.
Y si de faenar se trata, relevante sería ver al Estado dejando de evaluar cual un hecho fortuito la evación de impuestos, y debería visorar la envergadura del peligro que conlleva el sobre exigir al pueblo, en tener que afrontar las cargas tributarias, sobre un monto triple más de lo razonable; exigencia nada fiable, aunque difícil de concebirse, sin revisiones de los principios medibles como turbulentos, fácilmente de constatar, por éste teorema de la demasiada solicitud de cubierta como para hacer promedio sensato de las entradas necesarias a las arcas de la nación; pues pasa que los empresarios y los comerciantes reinantes, evaden estos impuestos abultados, y esa mini traición a la patria, produce una matriz en el caracter psíquico, indefectiblemente agorera, y de inmediato, ya expertos en abonar bastante menos del total recaudado, les repercute en el temperamento infectando de bipolaridad al profano contribuyente, que encima esparce esa mala onda por todo el vecindario; y además tenemos allí flotando la sumatoria paranoica del emergente total de esos malos tratos a terceros y extranjeros sin papeles, por esa solita evasión provocada de las reglas del convenio extravagante; exaltación pesimista de soberbia comprobada, con filtración de culpa y de complejo de inferioridad. Por el otro lado, aparte, tenemos a los pobres resentidos de la miseria social, con propención natural al delito penal; con todo, más el bagaje de fiolos, vagos, traficantes, psicópatas, drogadictos, entre unos y otros, creándose un espectro enorme de inadaptados habitantes, haciéndose un país donde finalmente todo se diluye con los achacos de ser argentinos apiolados, y que cuando uno habla el otro se calla.
Desde hace tanto, en difusión de la ilusión, sediento de vida, me siento tan débil de todo, casi como si la vida no fuese mía; aunque íntegro cual un boxeador entrado en el peso admitido. Y para verme en el lago del retrete, feliz iba al baño lleno de entusiasmo, con los deseos constreñidos de llegar a imaginarme en un acuífero turquesa con salida al océano, y en gestión hídrica sambullirme. Luego me veía al espejo, y así de tonto me decía: Aquí estoy; con cara de ademanes ridículos, precavido de beber de la canilla esa agua oxidante, pero finalmente, restaurado de la modorra y sediento, me agachaba y bebía un montón, temiendo después rebalsar la chata, al segundo dándome cuenta seguir castigado de tomar ese líquido guarro; y trascartón, pasando las yemas por el lavatorio, me persignaba, de auyentar la mortaja anímica del agorero. No te compliques en tratar de entenderme; solo comiendo sobras de la heladera antigua lograba parecerme a un hombre recuperado, pero no debiendo engordar engordaba, en contrasentido de mi verdad escencial; y al decir de catacumbas: Intentaba no mezclar harinas de diferente paquetes, que fuesen a activarme las piernas con energía de cochambre; reía para mis adentros probocando en la cama peligrosos leves temblores, además de temer del díficit de transpirar la camiseta, escuchando protestar como locos, y ensalzarse mal entre ellos, al no encontrar la viandada sagrada; con todo, más de nuevo volvía a ser eficiente éste mi método en comer sin consecuensias posteriores. A si mismo escuché por la radio Daihatsu, algo acerca de las Malvinas; una revisión del cementerio Darwin donde ya han reconocido ciento trece combatientes, de esa nueva bendita ciudad de los héroes, necrópolis sensacional e indispensable ¿Sabes? El parecido entre la geografía del Reino Unido y las Malvinas, hace para ellos de paquetes cruzados de diferentes harinas, mezcla cuántica de dos que se hacen hongo de explosión en el escenario. He hecho censo de mi anatomía y cada cosa sigue estando en su sitio primero, solo me falta un pedazo de garganta; las otras noches, en dicotomía con lo táctico, como para incitar a la muerte y entregársele uno de rodillas, bebí un puré de tomates, empezado, de la heladera, y tenía tanto ácido cual un removedor de ferretería, de quitar la cáustica pintura agarrada al impertérrito metal; desde aquella vez a todo le atribuyo un misterio negativo.
Y a parte de la interdiciplinaria valentía demostrada en llenarme de cuidados, de yapa, en un santiamén pretendo instruír tu alma de argumentos para el resto del nuevo emprendimiento, con el debido convencimiento rotulado de vigencia, donde primeramente deberás estar haciendo de correo argentino, pues considero muy relevante avisar, cuando los gauchos estén distraídos, que por algunos días no puedes quedarte a pernocta allí, por nada del mundo; y refunfuñando dí, con ese comportamiento femenino imposible de rebatir: Todo por una condena ajena para nada interesante; y antes de salirte del epicentro, agrega pues, que antes, yo, estirar la pata, te han pedido quedarte conmigo a cuidarme en el paso al otro mundo; y saliendo todo correcto cual si los precios se quedran fijos, has de recalcar nuevamente que por la mañana no cuenten contigo, que tal vez te demores en llegar hasta llegado el mediodía. Debo salir de este tálamo y vigorizar mi alma de naturaleza, ese es mi legado, y como mucho debemos empezar mañana mismo, más si surge algún imprevisto, descártalo, el gasto lo habrás de amortizar luego de terminado el objetivo, llendo a cenar conmigo. No aceptes influencias, y ya verás, de en apariencia algo inviable luego todo será un sueño cumplido. Nadie debe sugerirte nada, muéstrate desquiciada y todo saldrá de maravilla. Juro mañana, no ser un cachivache como ahora. Tú solamente debes traerte, a la hora señalada, un remis con unos pocos chirimbolos, y por supuesto siempre ir constatando que nadie se dá cuenta. Las cotizaciones del mercado son el fiel reflejo del valor de las cosas, pero ésto es algo muy distinto, donde cualquier distracción se paga muy cara. Toma nota, como cuando copias una receta: Dos trajes de cebras, del galpón de los roperos; mate, termo y bombilla; más, con cuidado, pero sin vacilar, ver si puedes dejar ocultos en el enclave de las topadoras, un pico, una pala ancha, y la carretilla; a parte de presentarte con muchas ganas para un epílogo de epopeya. Además para reforzar el propósito encaminado, de nuestro impás de libertad en solventar mi conquista, sin calificar de bueno o malo, debes hacerle algún comentario, en sobre todo recaer al hermano de Mabel y señora: de acerca que últimamente, por la noche, se están arrimando a la estancia, unos caballos rayados de blanco y negro, de la reserva, a pastorear, y que luego se marchan lo más campante. Conquistas aparte, paralelamente al desgaste físico de palear a destajo, solo debemos confiar de rebote en bajar los cuatro kilos sobrantes; y a esperar rezando a dios la marea enviar, para de aquella lucha, hacer la laguna tan soñada; y como como broche de oro la inaguración.

Hortensia: Cuando el sol desvirtuado en actitud grosera llegue a calentar como pava hirviendo, ya lo verán, la tierra de castigo se va a detener, cual aquella luna pálida e insinuante, o quizás por piedad dejará de rotar sobre su eje para darnos una última posibilidad antes de la zancadilla; únicamente así podremos sobrevivir apiñados en la cara de la sombra, la otra porción de una zona de la existencia; y por eso estuve sacando cuentas, de si luego del rostizado a media astilla, logramos sobrevivir unos cuatro mil millones de habitantes, para manejarnos en la economía de todos los días, a lo mejor con unos cien dólares por mes solamente podríamos zafar; que con tan solo cuatro cientos mil millones podríamos llegar a tener un buen nivel de vida generalizado; regio decoro con pasta gringa.
Vaya por fin ha regresado a descansar un poco, Don Ignacio, tengo algo importante que decirle; hágame el bien y quédese conmigo a tomarse un respiro, mientra escucha esta sugerencia vital; no se asuste, pero eso si, mantengamos los cogotes cruzados formando un rinconsito; vamos, suelte un momento la carretilla, en esta recién posta prometedora del primer camino; ya lo verá, ésta información escencial será como una bifurcación del suspenso convertirdo en intrucción relajante. Le pido saquemos las caras hacia el recobeco, para despacito conversar a muy bajos desiveles. Y por favor no me ponga esa cara de sordomudo, pues en esta trinchera triángular, de cebras invasoras, tiene la suficiente acústica como para sus pantallas agujereadas escuchar lo suficiente; démonos prisa entonces, pues para el principio del fin de todo solo falta un suspiro al cuadrado; y permítame, si en verdad desea estar correctamente preparado para la tan mentada coronación, a tono con las cirscunstancias de tamaño evento, permitirme cual deber instruirlo en oficiar de maestra ciruela en evitarle sendos papelones futuros; que por más viajado que usted sea estoy segura que esto ni ahí que lo conoce. Y en confiado exabruto detenga la tarea de terminar el pozo, dejando la carretilla y el balde a un lado, en dando paso al permítame dos minutos de magistral cátedra facultativa; haber, veamos, como para informarlo por si no lo sabe y de rebote contamina el discurso del festejo póstumo; necesito su debida atención. Entonces por la ecuación del día a día, y la tanta experiencia que usted me brinda en volatilizar de la oscuridad el zambear del triunfo, rehogando la urticante ansiedad en atinada devolución, me permito recordarle, o tal vez enseñarle, y en tal caso no se averguenze, o simplemente si estoy deshubicada de antemano solicitar indulto; pues quiero hacerle saber por si no sabe, o de tonto cabeza de alcachofa no lo halla aprendido, que el tan mentado, peso, con frecuencia invocado en requerirle a la vida cotideana más o menos cantidad, el influyente tema del peso en cuanto pesar gramos o toneladas (Aun recuerdo cuando utilizábamos la grúa para darlo vueltas en la cama); especie de ícono metido todo el tiempo entre sábanas y en las nuestras conversaciones, en realidad está vinculado con la fuerza gravitatoria que nos tira para el centro de la tierra; y se mide en equis cantidad de newtons; en cambio, la masa, cantidad de materia de un cuerpo, ésa sí se mide en kilogramos; siendo dos cosas tan distintas como dos personas metidas dentro de un par de disfraces de cuadrúpedos a rayas. Y además quiero informarlo, que existe registrado un hombre como usted, pero que llegó a pesar la friolera de setecientos kilos, de masa corporal terrícola; pero no sé me amarge, Ignacio venerado, pues todo el mundo bien sabe que lo suyo es un record equivalente a una excursión hacia Plutón, de ida y vuelta, habiendo consistido en partir desde unos pocos kilos y luego de aumentar hasta quinientos, obligatoriamente teniendo que regresar al comienzo, igualito a cuando estaba con sus setenta y ocho kilos actuales ¡Y lo ha logrado caramba! Y eso es lo que cuenta; entonces la ley de la gravedad también comprende a esta nuestra relación en veremos, donde cual un mosquito no hago otra cosa que girar en su órbita; y precisamente los mosquitos, aunque tengan alas e independencia, con relación a los humanos, también están afectados a una especie de gravedad; y si aun nuestra sangre fuera de escremento, igual ellos se estamparían con aguja a nuestra piel queriendo magnetizar el propósito de dejarlo aclarado, que para nada son electrones presas de los átomos, sino por fin seres vivientes producto de una acumulación de cierto tipo de materia atómica, selecta e inteligente; y asi en la propio origen empiezan a querer diferenciarse del núcleo atómico, adquiriendo una identidad viviente, y desafiante; y tanto fuerte es el asunto en el sentido de los sentimiento que por fin se plasma en el hecho patético de picarnos con sus agijones de vetustas púas. Todos estamos cargados de magnetísmo y por ello el pez gordo se traga al chico. En las confrontaciones bélicas al morir muchos varones, las mujeres que quedaron hicieron honor a aumentar la demografía nuevamente; y ahora a nosotras también nos toca ser soldados y con más razón debemos de fagina bregar por la no violencia. Pero espere, espere; tengo otra sapienza; bueno está bien, váyase, pero no olvide que tenemos la madrugada en los talones y ante la claridad inicial se verán todos los defectos.
Oh madrugada, infusión de la mañana (¿A mi me vienen hablar de astinencia?), feroz latencia de porvenir gélido, retardada noche de indefiniciones cortantes, en olas impresionantes de brisa constante, a instancias de una morocha claridad imperante; princesa partitura del fechado calendario, bordeando el año veinte veinte, en nuestra época del milenio de reciénsito entrado al flamante siglo veintiuno; y ya antes desde la venidera década ilusionada, un pilote como para amarrar los acorazados de apagar los incendios forestales; que si te digo muero, por el pícaro remanzo imperante, te miento, como tus acordes me suenan a retardados fotones que antes de iluminar caducan; que si por el contrario te digo, estoy por demás expectante, de esperar impaciente, mientras tanto mi abocado señor, regrese nuevamente, de hacer este cráter gigante, allí si no te exagero, ahí en acertar nimiedades de mis ansias de apresto incómodas de suspenso. Y al margen de psicológicas calificaciones al susurrar de mi voz también estoy muy exitada, de los exentos de alarmas de patrulleros que por suerte tenemos, en esta estancia plural donde la virgen de Luján nos aviva con su lumbre. En fin, entonces por tu alba truncado, de atmósfera de cuarto oscuro caldeado, despacio te iré contando, como en el atrevido impás presente, me siento de confundida de olivar la mente, con acheto balsámico calcinado de enzimas, de que cuernos le iré a poner al sobre de la urna, como para beneficiar a la patria vapuleada, sacado del cofre de mis pensamientos tamizados del hoy, solo para ideologías frentistas; ya casi en el intervalo del embarque, del tateti en la hora eleccionaria. Decía, pozo albergante de la futura laguna sisterna, obra monumental, tesoro del pueblo; lo máximo adquirido inimaginable desde el mirador de la peor febril quimera; firmado con el sudor innato del Ignacio Poncini, amigo mío; prócer de batir récores como si careciera de noción del algo, cual el todo le sabe a nada, o lo de nadies que lo interpreta como multitudinario.
Y toda este lío, de vigas lejos de ser andamios, de inferir el asunto de saber cual rumbo del país será el parturiento de un período mejor acomodado, lo iremos a saber únicamente con la acción insinuante, de meter en la caja palpitante, el candidato dirimido en la almohada, por la ranura de la acartonada urna, con tapa sellada de fajas en tiras firmadas por autoridades y demás fiscales, parada a upa en pupitre de escuela del pueblo correspondiente, siempre dispuesta a recibir al encruzijado nuestro, de dudar votar por el populismo desacreditado del Frentes de Todos, o estas carmelitas de Juntos por el Cambio; actualmente gobernando a los tumbos, con sonrisa sarcástica en los labios, mangando al pueblo contribución tras contribución por medio de la agestapo de la afip; gobierno pedigueño de reminicencias radicales de derecha, y ganas totalitarias de guerrear, pese a la flagrante agonía, como para perpetuarse inútilmente a los pies del fondo monetario internacional. Es tan bajo el nivel intelectual de los gobernantes en general, que deben instalar un clima del medioebo para poder estar a tono con las circustancias; y no obstante, por ésto de pues la plata no alcanza, a los pobres solo alabanzas, dios me exima de culpa, pues aun dudo si es preferible votarlos a ellos, o al peronismo frenteado de extranjeros. Momento histórico de competencia política nacional, pero sencillamente afectado por las clasificaciones puntuales, de los ceros exibidos en los boletines, como para rezongar de corrido ante nuestra obligación ciudadana de noviar con la democracia.
Sean genios, chantas de biologizar en la mazeta de las escepciones, o cachetazo de arena en el desierto ventoso, es muy complicado de recopilar el asunto de tener que deducir tildarlos de mejores o peores, ventaja improcedente por más bombardeo de slogans prometedores, dentro de un plato de maratón de fideos coditos, adonde se ha pasado el lampazo de la miga sobre la salsa de manteca; pero como sea, no será de relegar pues es obligatorio, y habremos de elegir a una lista sola, o cortar boleta; pero pregunto, contra el stand bay en el que me hallo, de donde sacaré divisas para afilar la tijera. Y espero que usted, madrugada mía, al igual que mi señor aquí regresando nuevamente ha por más terruño, sin más partes de enfermo por parte de ámbos, también se hagan presente por aquellos días, antes de las diesiocho, claro, al momento de éstas Pasos, Primarias, o quizás del lejano desempate del tramo final de la segunda vuelta. No jodamos, con balconeando solamente, esperar un vagón de milagros en economía por parte de este gobierno, aquí hay, por culpa de la deuda contraída, un pulso recesivo elefantiásico, con una densidad inflacionaria tan coqueta como desenfrenada, que si por ventura se la posterga una semana, luego aumenta todo de sopetonazo. Pero estos charlatanes insisten en devaluar los sueldos a toda costa, aunque lo aluden a la recesión inflacionaria como algo espontáneo, cuando se ve clarito al mamotreto manejado, aumentando las tasas de interés del banco para retener al dolar flamear en nuestras vidas. Y además esas promesas de votar un gobierno liberal, terminan siendo un flagrante engaño, pues entran a gobernar con la posta de las privatizaciones, más por la complacencia de no hipotecar la nación, nada de distinto ocurre; solo lo referido a poder volar a precios irrisorios en la aerolinea nacional desprivatizada; si total orear muertos aterrizados por la fuerza de gravedad abrupta, también obligatoria, es cuestión de la brisa barata y concomitante. Y por el otro rincón de la contienda, tenemos, con la magnífica Cristina extraterrestre, de copiloto, un sistema popular que amenaza con expropiar y terminar con la propiedad privada, casi nada, siendo que existen millones de millonarios ocupando la preciosa América.
E imbuidos de un amor compacto a la patria, con fortificaciones de calcio abundante del corazón flechado, también se los ve competir, en escuadrones de niños bien educados, en quienes son los premios nóveles de ese amor dignificante, imposible de reducir esa combustión romántica, llamativo cual si los candidatos le hablaran, en vez de frente hacia la madre tierra, al oído de la minita o al chabón del noviazgo reciente.
Aunque siempre me restauro en el espejo de la experiencia, aun así, con la cabeza llena de una biblioteca de elucubraciones, intruyendo al alma enrejada, en tener que optarse por uno de los tantos frentes en capás de llevar al país adelante, mi yo proletario, pues soy una simple mucama, va detestando mi refugio en la ética dubitativa tirando para la ideología de los oligarcas.
Pues ésta administración, en efecto, fiables aspirantes al destrono democrático, taciturnos, chamuyeros, no conocen otra cosa que pedir prestado, más luego, espantando pulgas, adiestrados de esperar a los ricos inversores apiadarse de la redoma, en vez de provocar a las inversiones en tentarse, cuanto menos, a poner una jugosa charrasquería, mangan y esperan, y mangan y esperan, hasta el límite de lo incompatible con lo comprensible, desde el punto de vista de enormes cantidades de dinero, y ciclos de perdida de oportunidades, al lloviznar de la azucar impalpable sobre la torta de ricota; y así por medio de los anhelos puestos en el bocado, nunca nadie vendrá a invertir en las hipótesis. Y la puja permanente de la refriega por disminuir el poder adquisitivo, pues no se entiende el por qué no se sinceran y dicen: ¡Tiene que ganar menos! ¿No entienden la situación? ¡Asi la cosa no funsiona! No solo no lo dicen, sino que prefieren aleccionar al pueblo, con el propio dolor de los palos de la experiencia del hambre; y todo termina siendo más inflación como para un empezar nuevamente con esos ciclos bipolares; por que claro, llaman a paritarias sindicalista, nos otorgan el aumento, y de vuelta las cuentas no cierran; y entonces a empezar a paritar de nuevo, bicicleta de rampiñaje perpetua, donde se han gastado un período completo en este juego sínico del cuento de la buena pipa. Es alarmante constatar que piden de nuevo para pagar la cuota, un cáncer, lo que demuestra que pese a la fortuna de impuestos y retenciones, ahora dicen no recaudar lo suficiente, ni pueden resolver los compromisos venideros. Entonces acorralados acusan: Pedimos prestado por culpa del gobierno anterior, por esto por esto y por esto, y el gobierno anterior, sin salir al cruce a desmentir nada, hablando claramente con pruebas.
No nos engañemos, cuando la gente vota a Cambiemos, han votado a la derecha, más nunca a ideológías de la sombra, quebrachos para el caldero, fisión nuclear de ideas en la implosión de los pecados; han votado, lisa y llanamente, esa derecha liberal propia de las conquista de occidente, la derecha neo liberal, aquella derecha de la libertad individual, la de las privatizaciones, y de la libertad de los mercados; quizás, íncrédulos, llenos de lumbalgia mental, pero han votado eso, la derecha de la primera y de la segunda guerra mundial, que muchos llamamos reaccionaria, pero dudando si no es preferible antes de algo peor de nefasto. O sea, han votado una derecha pragmática sin variaciones con el tiempo, y no a un totalitarismo sui génesis, pretendendiendo asumir un liderazgo a expensas del miedo y la obvediencia de los trabajadores; con todo lo que se pueda opinar, no han votado para tener como política imperante un nacismo totalitario, por el contrario, mejor sino aquella ideología del norte y de la europa blanca; y aunque en sus mentes existan exelsos enenos fascistas coabitando en las neuronas, votan ese gran espectro de votantes que prefieren de corazón la derecha del plan evolutivo, del progreso siempre insinuante del imperialismo anglo.
Y entonces, mirando el reloj haber si funciona, oh esclava madrugada de la noche engreída gracias de seguir siendo de papel cabónico para darnos chance de lograr el milagro, me pregunto ¿Debo dejar de constatar el punzón clavado del liberalismo, y como en una cruz sin barreras volver al resumen del proletariado? O, basta de inducir al optimismo hacia un arco iris de una conjetura equivocada, de un programa fracasado, y mejor seguir con las raspaduras del pobre antes que enigmatizada del éter de los magnates; la democracia tiene de peculiar, el hecho en que la mayoría decide, y la mayoría es pobre, cuando los poderosos ni sueñan con delegar el poder ¿Como se dice? Y además como país aun estamos sin definir si es preferible conducirnos a la indeseada guerra, hecho real y palpable, visto en cada acusación mutua de los panfletos; flagrante contradicción manifiesta con relación a las bondades de la democracia ¡No seamos displicentes con el sistema eleccionario, mi señor, pues igual la democracia es la salvación! Exijamos que hagan cosas por cuatro años, que es lo que dura el mandato; que bien sabido es aquello, que en los conflictos bélicos no hay para elegir otros confites que la muerte, o quedar paralízados de por vida.
Cuando lo que prima es la corrupción generalizada, vivimos mirando el humo de la taza de chocolate del dineral de reservas del país llendo a parar a los bolsillos de inversores insencibles, hablando por medio de computadoras con algorritmos solo de manotear todo lo posible, y mientras tanto nosotros fanatizados por la nada luego del deseso en el camino de la muerte, votaremos a donde luego de la remarcación no cambia nada más que adelgazar sin remedio; pero siempre corpúspulos en un callejón angostísimo apretados hasta hacernos fotones con forma de ondas. Pero ¿Existirá dicha opción redentora apartada de la guerra? Entonces tendremos que optar, por medio de elecciones libres, votar al más apto para conducir los destinos del pueblo por un pantano, o al mismo fiasco salido del emporio de los clavos; y luego amplificar la bronca como bocinazos, paralelamente al riesgo país entrado en los cuatro dígitos de calificación pauperrima; con boinas rojas, de blancas capas, y sables de todo tipo, jurando morir antes de traspasar el mando a quienes nos pretenden alistar con los rusos antiternura.
Cambiando de tema ¿Como se dice? Ah, si, esto le quería contar. Los más agnósticos en religión, aseguran que Lorazo es el padre Dalmacio, extraordinariamente disfrazado; como sea, el enorme pájaro, por ángel o por cura, se haya conectado con el cielo transmitiendo malas palabras, y desesperación; ya sea en directo o por la resonancia propia de la catedral, esparciendo esas frescas maldiciones por los diferentes estratos del reino de los cielos. Y aunque Dalmacio comparado con Lorito, deja amplio margen para la polémica, en cualquiera de los casos es una blasfemia mayúscula hacia el cielo; pues uno u otro, al no lograr eludir el malestar en sus entrañas al saber a su protegida Mabel como caminando por la vida con los rieles como esquíes, meten al paraíso reniego, bociferando con ganas, de injurias profanas de aquí a la vuelta. Principalmente tratando de animar a su cuñado en darle respaldo en dejar regresar a Mabel de nuevo a su morada, es de donde se profieren las peores palabrotas, con los demás traumas peores transformados en un léxico irreproducible. Pero de a poco la teoría de Dalmacio, gigante pájaro, parece, sin escollos de opiparas murmuraciones ambientales, derrumbarse cual las torres gemelas; con decir, para alivio del olimpo, si el pajarraco metafísico es un ángel, por prescripción del propio Dalmacio, en cualquier momento queda mudo como el sirviente del Don Diego de la Vega. Y con Fulgencio Centurión, viviendo de prestado en la reserva, alimentado a partículas virtuales de no comprención por el concubinato de su señora con Joe, es historia de nunca acabar, volcada para el lado de una telenovela costumbrista. Vio como los políticos se fagocitan en calmar al pueblo de los peores embargos, con la propia exhibición de fenómenas explicaciones sobre la realidad económica, cual si fueran cultas canciones de cuna con podores soporífero; bueno así me siento yo tratando de explicar lo que sucede, mientras esa carretilla va y vuelve con su oreja en la cumbre de la carga.
Como sea, es injusto, y no entiendo el porque, de esa alineación de Mabel con el guardaparque y además el falso cura, de hecho un contexto de un sobrante adherido al cascarón, como agente de anulación de la pareja, hacia la conformación de un arrollador trinomio. En efecto, un panorama sofisticado, con el agregado fungicida reactivante de las murmuraciones permanentes, con Fulgencio en el punto del penal, relamiéndose, con un arquero mujer parada bajo los tres palos de pieses dentro de baldes con cemento (Ojala patee al medio pensará la pobre). En fin, en éste nuevo contexto de donde trascartón el maleante se siente un mártir trabajador al tener que colaborar en la manutención de los animalitos o en ayudar aunque sea en algo, puede pasar de todo menos cosas normales exentas de aire de antro de perdición. Y en la cúspide del honor, el pueblo, enrarecida población localista bajo los efectos de la confusión duradera, observando las causas, cual marcianos, del huír de los visitantes al sentirse apiñados como en una pensión de la boca; con esa atmósfera de coloide mezcla de humanos de luna de miel, con los diferentes géneros de especies animales de todo el universo. Mire, con decir, en tren de elegir el mal menor, en última instancia, sería muy preferible que Lorazo fuera Dalmacio. Y encima Mabel, junto con el muchacho, cobrando peaje, por esa costumbre de ella de desear divertirse a toda costa con el sufrimiento ajeno, puntualmente le ha enseñado a todos los loros de la jaula de los loros, a decir malas palabras, con puteadas en primera persona, como para que Joe explote de la mala sangre; y entonces los visitantes cancelan el éxodo, y se apiñan allí para divertirse cual si estuviera presente Pepitito Marrone actuando a la gorra para esa formación espontánea. Que si usted estuviera resentido con su mujer por el abandono en plena competencia, al menos una tiene para consolarse, pues por cada broma de Mabel hacia Joe, éste, risueño, aprieta las clavijas del mando en represalias aleccionadoras, que por poco luego de la merienda le deja sin cena.
Mire, tampoco entiendo el porqué se aburría de estar a su lado, pues en lo que a mi respecta, estando con usted, nunca termino de acomodar el cuello que enseguida aparece otro motivo de observancia interesante. Quiere creer que como una oferta de un destino descarado, yo lo llevaría, piola piola, a convivir conmigo, y con mi familia; pero pienso, no le va a gustar mi rancho, de casitas con calles de tierra y ripio naranjado; donde por la tortuga del techo y los cartones de alfombra, te sientes compactado por una prensa de pastera; convivir allí esprimidos de sudor con todos los hermanos de la sangre y del del alma, pero hermanos al fin, y con hijos de sobrinos sin importar cual tía o suegros te asignan; y las abuelas jóvenes como doncellas del nivel terciario, aun apetitosas, las viejas, antes de morir; y entonces los parientes nos apariamos como las bestias, y entonces nacen otras series de Fibonachis, nuevamente (lujuriábanse los números en fila india antes de toparse con mis emociones): Pues el cero es dios, y no tiene mejor segmento que el roce con el principio del uno; entonces Tú, mujer, serás el número Uno, aquel tan conocido después del cielo; dicen los santos con bastones de velas blancas encendidas; y precisamente con el Dos, depués del uno (Cual Adán y Eva) se unirán y después tendrán un hijo, el número Tres; como la E mayúscula pero mirando en el sentido del pacífico; y este nuevo desendiente se buscará una pareja propia, el número Cuatro, y claro de ésta unión nacerá el Siete; que rápidamente también se ha de procurar su propio romance con el Ocho, de donde sumados, a los nueve meses, nacerá el Quince. Y el quince se enlaza con el diesciséis, y nacerá el treinta y uno, y así hasta el infinito de copar la pánamericana de números de la serie del nacimiento; infinito, desde donde al final desde los maníes empiezan a salir perlas cominando hacia los huevos.
En nuestra villa el azar no es algo aleatorio, o un jugar tedioso, sino un estipulado trivial y subyacente imperdonable de desestimar (El cielo); como cuando el dios calecitero, con cara de disgusto, pero tiernamente se muestra reacio a entregar la sortija; más luego, al más niñito o al más tonto, mientras giran alegres intentando atrapar el anillo aludidos en brinco, detiene la existencia y al elegido le otorga el tiempo necesario, ayudando deterministamente, como sea, a poder alzarse con el codiciado premio del sifón de madera; la bella sortija que paga la vuelta. Ah, y en mi barrio también hay perros revalsando la cuadra, chumbando a toda hora y a todo momento, hasta hacer estallar el tieso cristal de los autos que pasan; queriendo saber que hay dentro o detrás del nylon, ladran hasta el hartazgo, hasta incluso cuando los pobres gorriones se pozan a querer picotear la miga del pebete de kiosco. Y apartada de ser una charloteante, en mi barrio todo se comparte, y si falta el aire, será sagrado que hasta el aire se destribuya con equidad; más ignoro si eso será un socialismo a secas, pero sin duda y de seguro, se trata de una digna colectividad.
Como cuando el risoto se está por pasar será decisivo actuar con premura; ya falta una mano de fratacho para la inaguración y para el orgullo nada motivador hay preparado; sin pretender cercenar su libertad, yo que usted, en el transcurso del mañana mismo, pronto, dejaría de estar acolchonado en la mansión de los sueños y me presentaría de frente a los médicos, lúcido en los cimiento del sujeto entero; de pie con la satisfacción de la consagración de haber terminado el pozo, para contarles toda la verdad de la milonga; va a ser como una bomba atómica, pues entrado en el peso justo, ya no quedarán márgenes ni motivo valedero para próximas dilaciones de ninguna naturaleza ¡No abandone la carretilla Don! Vamos, sigamos adelante, ya falta tan poco que no vale la pena distraerse por nada (Mi voz sale de entre afónica y sensual como la Graciela Borges, o raspada y machona cual la del Cholo de Mar del Plata) Bha, no sé para que me gasto tanto, si desde éste acantilado donde el patrón son las olas, mis palabras nunca se irán a escuchar por sobre el batifondo de grillos; pero lo siento tan cerca que igual le hablo confiada de ofrecer un discurso resonante como para la posteridad.
En este montículo de tierra fugitiva, partícipe necesario y disfónica como para un alegato nítido con ramillete samarreado de contradicciones, de la siempre psicodélica atmósfera éste amanecer en especial va siendo producto del remanente de un atardecer deprimido por garrotazo de mala leche, y hoy así tan solos somos el centro del universo, estancados en la espera, en un escasa claridad de aires caldeado que nos alienta en ofrecernos cortesía, de una alternativa primorosa en dejar sin paisaje la estancia y la reserva; un susurrado alba de apreciable hilada beige, espejismo surrealista, parcial visión en cuña; a su modo, ciertamente un monumental amanecer con el sol al rojo vivo; de haber sabido, de este de por si cerrado clima, al decir de una cebra rellena de persona, hubiera sido preferible andar sueltos con ropa de calle y ágiles para el comedido. Con prosapia de cuatreristas involucrados en el te quiero canción de la vida, copando la vigilia de embotado calibre, mi mente atorada como el clima, patina en la apertura de ahorrar relinchos, de disipar el peligroso cotillón de ser descubiertos debajo del cuerpo de un caballo; entonces oh intangible señor don Ignacio, remiso maratonista, mi otro yo del reino de los equinos, apúrese que faltan dos tercios de nada y rajemos cuanto antes.
Pucha, que macana, como para elastisar la jornada y vigilantear el último esfuerzo, de golpe se ha encendido el reflector de la estancia; ojo de tuerto curioso salido de la órbita del cráneo. Vamos muchacha, deja de soltar maldiciones, ha llegado el momento de aflojarle al termo; mejor ponerse de nuevo en cuatro patas que esto no se trata de una ochaba de corso donde descansar de la espuma. Uia, allí veo al señor Ignacio, haciendo lo mismo de disimular; pero con el anca tapando la carretilla. Y, epa, ahora se suma una nueva luminaria, pero ésta, otra luz de la reserva; y se cruzan los rayos como aviones saludándose entre ellos, jugando a exibir un poder auténtico de combate, complicidad de ha por momentos de fantástico reminicente a campos de exterminio ¡Caramba! Sonó un disparo de rifle y uy me dieron en la cabeza cual ráfaga de castigo; y mañana me habrán de hacer un cráneo nuevo de platino; como los patitos de las kermeses adonde se practica puntería, también ha volado la careta junto con los parietales; y las luces de comedidas satisfechas de brindar sus rayos al montero, no se deciden por donde, con a veces al cielo, pero de a poco van apuntando en dirección del señor mío; se me va la vida completa, como en un segundo y medio secular, quedando mi cara de sangre roja como para fomentar echarpes de torero, toda vestida de plasma de gastar la vida, siendo la noche de mis ojos un bombón de los recuerdos; y aun peor de vanidosa, me aferro más que nunca al instante salvador sin bromas. Si hasta me han hecho volar la cabeza del equus sobre mi espalda, estampado en la gramilla cual si hubira rodado en el Carlos Pelegrini; y las luces juegan a cruzarse y también a apuntar al bosque; y de mientras el desangrado a tímidos borbotones me deja respirar por otro momento; pero caray, la realidad es está y no otra y ojala pudiera empezar desde otra cofia. Aquí hay un poco de estopa como para frenar la emorragia, sangre corriendo por el cuello que por fortuna no mancha el traje; no me puedo ver pero pese a mi rechazo persivo una herida donde antes tenía la raya al medio del peinado; con un rollo de cuero y cabellos en la mollera cual la tapa enroscada de una lata de sardinas. Y aunque del sol retrasado salgan otras estopas encendidas en agua oxígenada, ésta de la cabeza seguira tapando la frente como la del soldado herido, y pronto seré por mi sangre cual un rojo cuadril. Ya las luces, de manos deprimidas, apuntan a lo lejos en los techos de la catedral; al momento he tenido suerte, pero debo colocarme la careta de cebra cuanto antes. Como no podría ser de otra manera, se trata de Joe, y del hermano de Mabel, un pobre juez de todo, plagado el cuerpo de forúnculos madurando, donde en cada grano exibe las gansúas de un penitenciario; tan bonito de coberura pero tan cobarde como un gorrión en la palestra. Pero atención, calma, la sola idea de haber dispardo por error hacia algún disfrazado, los hará desistir de investigar nada.
Entre cebras las rayitas son el documento, y con los ojos a los lados de la cabeza, son capaces de extremar la mirada hasta saber lo ocurrido dentro del inmueble de un hormiguero; pero vea, nunca se ha visto ningún equino, vestido de frac, propiciando parado en dos patas una campaña en la tosca, y arrastrando una carretilla rebalsando de diatomea, para ir al banco a poner el barro bajo el amparo de los intereses; así mejor afloje un poco y regrese pronto, o quédese apartado de mí pero mejor pastoreando, pues aquí se ha desatado una bataola y soy la primer damnificada, con un tiro hasta el fondo de saberme en el angar de la muerte; y para simplificar será mejor saberlo enterado de lo ocurrido en la batalla del pozo insigne. Sigamos trabajando palada mediante, pues de entre ese mundillo de fiacas y de cobardes, jamás se irán a presentar ante la presa agonizante; en cambio si Mabel fuera la cazadora, ya estaría queriendo saber a quien ha últimado.
¿Vió? Desde las antinomias políticas de los buroses se van formando discursos de campaña adornados con solo ocurrencias de la coyuntura idealista, sobre una posible eliminación total de la pobreza, aquel merecido destierro de los pedófilos a un infierno perpetuo, de la indepencia que brinda el aborto a las mujeres; clima de contienda bastardo con eslogan de campaña formados de ocurrencias totalitarias. En cambio usted me hizo conocer una octava dimensión verdaderamente cautivante, carísimo apéndice de palearse los despelotes de la suceptible trama; y a cambio ha podido ver correspondida la expectativa de saber si yo lo ayudaría al extremo de darlo todo; implicancia de un enfoque revolucionario en cuanto a desafiar la reputación desterrando la indiferencia del subalterno; haciendo escoger una postura de vida de conjugar el amor en cualquier dialecto; deshabitados corazones de angurria, y sembrado el sendero del alma de coníferas con afecto interestelar.
Aunque en este evidente epílogo, créame jesuscristo, luego de tanto esfuerzo, prefiero nos dé consejos para no aflojarle a los rulemanes en hacer girar la manivela de la kermese, y mejor desde un lugar más pachorriento en cuanto a lo civilizado apartado de la clandestinidad; quisiera poder gozar con haber desafiado los cánones al ver a mi amo estampar su victoria en la historia. Si total de compañera en la jornada nunca muero; y lejos de lamentarnos lo voy a persuadir de lo bueno que existe por delante. Eso prefiero, intentar verlo iluso sin sospechar de mi andar contuso y mortecino. Y mejor será ocultar esta llaga con rodete de pellejo más rulero de sufrimiento. Sin duda prefiero saberlo siempre apartado del aseo sobre impreso al tesón de la fé. Y por encima de mis nanas todo es agua y humedad, pero de pronto, en el pesebre de la aurora, las nubes saben a monolito con miles de cisnes flotando secos. Después del avergonzado letargo, se va escurriendo el amanecer en nuestros trajes para la posteridad, de cebras de luto y blanco, cosidas con choricero hilo marrón; donde el día ridículo del tiempo va postergado debajo de los modos, y la luna encintada es delicada muñeca de vientre de luz; y yo que quisiera poder triturar con mis manos al empomado aquí; y nerviosa, con el portón de la agorera llovizna de mis lágrimas, entregarle a usted, mi alma sonriente de adioses y bienvenida; ante mi placer por la incrédula mañana ameritando un estertor de mi brillo de gotas de rocío de mi pululante caldo.
Ahora si, amigo, vea, en efecto, a la velocidad de la luz de trescientos millones de kilómetros por suspiro, fui herida superficialmente, pero deje, prefiero piarle al anonimato ironías con el porvenir desafiante por delante de los juanetes, que me basta con disimular el áspero cuero, adosado al plomo artero, apoyando sobre el cráneo el rodete de carne cual el pañuelo de las madres de los desaparecidos; ha llegado el final de este proyecto suyo de demostrar cuanto pueden los individuos cuando se proponen hazañas, es un evidente hecho consumado no teniendo más sentido fingirle al mundo una expiración inexistente; y basta ya también de andar deshonrados en cuatro patas disfrazados; alzemos de una vez por todas el pico y la pala del triunfo minero; y a desgranar también al miedo, en cruel molienda con nuevo bramar del coraje. Y pues soy soldado intrasigente, no encuentro consuelo en dar vueltas sin fundamento, como una mucama con deslices también reacia al fatídico recreo, hasta el punto de ignorar por cuanto cabello he de luchar. Y cuando las circunstancias van cambiando de estado, yo voy siendo un esporádico rufián espontáneo, pero siempre predispuesta a encontrar la salida y en tal caso contar allí las monedas. Soy tuya, Beto banderín de River plate, y por fin festeja el gol de tu vida, de propagar la fé sin versar en pavadas ¡Abrázame, sin importar las miradas! ¡Basta de demostrar nada, ni pedir perdón por la torpe algaravía! Amigo del alma, futura estatua en hacer añicos al tiempo, bésame si lo prefieres, pero por favor, sin más acotaciones vayamos en busca de aquello sabrosos panchos.

Ignacio: Oh, dios de la esfera de cuero fino, provisión de talento innato de hacer rodar naranjas por adonde tu cuerpo quiera; y todas esas esferas, de ocación privilegiada, a su turno bailando briosas, esplendorosas; huevos de avestruz como negritas en pentagrama, o de codornises cual canicas de la vuelta de la esquina, devertidas cosas redondas y cuadradas cual balón en la piel del diez de todos; mundo allí con el malabarista de Don Diego, al cariño en brisa de pelotas saltarinas, susurrado de complacencia verdadera de hacernos perplejo el sellado en la historia sorprendente; y de la competencia grande de tantos estadios repletísimos de fanáticos, la vívida paciente espera de la tierra inclinarse sobre el arco donde esas pelotas samarreaban la red de soga. Aunque pero de refrenar la modulación del afecto debo, para hacer recalcar aquello tan fuera de discución de en el juego siempre salir primero, y aun herido durar y ganar, bajando la redonda con el pecho exorcizado de sangre cuajada. Diegito adorado, y nosotros con la Hortensia mía, tan solo cebras con la fauna relajada, preelegida situación del alma errante en sorpresa de primera; pudiendo decir tantas infinidad de salmos sobre el tejido de la gloria de tus conquistas, en cuanto ciencia de lo imposible sin ducharse de los aplausos; con también gran agradecimiento por partida doble, de ser de orgullo reconocido así de flaco y de demacrado, aceptado en grato momento sublime justo en la degustación de la panchada radiante. Pues en esta contracara del entrevistado, de famoso gordo ahora hablando cual cotorra de la reserva chusmeando luego de un diluvio universal, me reconforta tanto como nacer de nuevo, con que usted eminencia deportiva me aplauda en este momento tan agraciado, tirando para mi historia un cacho de buenaventura que jamás dejaré de lustrar como a los zapatos. Y gracias doy de encomiable admiración, al unánime campeón de los campeones, en éste intercambio seguro de palabras por donde en cantidad de a poco iré ganando por goleada de oraciones de un politeísmo sustentado; pero eso si, con el porvenir en amplio estandarte, sin la instauración de una dictadura de la palabra en funsión de elogios a medias tintas. Reedición de los infinitos en el baiben de la copa somos, en esta soledad de ahora, del ascenso redentor de tres infinitos en dimensiones precisas, cada uno de nosotros girando en la aureola de la órbita de tus golazos; y agregando otro panchito a la conversación, pues gustoso invito yo, otro infinito exiguo a los pies de un banquete popular, de sabores remando en la velada de una noche profunda y mágica, de seres como en emisión cantureada hacia la libertad del aire entredicho de poesía. Si bien a un infinito se le puede restar otro infinito similar, como un hipotético desinfinitar e ir quitando de los arenales del desierto sus granos, restar no es hacer desaparecer; y lo mismo de quitar los tantos soles del mundo en discuciones de repechajes sustanciales, que si haces desaparecer a una persona pues te complica ese infinito de humanidad, dicho ser se trocará en mágica lucha y muchos otros tantos recuerdos en murales y en pancartas; pero la redención del acaparar vendrá de loarte esos tantos infinitos goles de sueños colgados del universo magnánimo; y de adorarte con económicas palabras como lo mínimo posible de hacerse en esta ocasión donde la providencia se poza como golondrina; y entonces en nuestra velada agradable seremos una dimensión de espacio efectivo de atmósfera de un bar de amigos, haciendo guardar en tu corazón dorado, con ancha banda horizontal, la esbelta estrella de los consagrados felices, con el recuerdo de nuestras caras de guardianes encantados, milagrosamente cebras encorsetadas, embelesados frente al ídolo de incognito mostrando un rayo de su figura. Tu vida es un reality de una maratón deportiva y en esto nos parecemos mucho; y con la niña ahora seremos, como en los potreros grabados de tu natal Fiorito, esos compañeritos caras sucias al saber de tu inteligencia, de zapatear el balón cual discurso de un proletariado. Aunque egoísta escruchante de tu talento palpitante, o por jactancia de cegar mi horizonte amarrete, no quisiera dejar pasar la enorme posibilidad de recaltar los sentimientos adosados a la obnubilada querencia, pues sin el debido reconocimiento hasta el propio cielo sería tan solo vapor del espíritu santo; no debiendo pensarse como algo forzado la luz de la buena onda; por ello el padre supremo también pone sobre el tapete lágrimas de amor para adonde los hijos poder caminar desprevenidos. El paso previo a ser un loco es ser un caradura, y yo te juro, Diego querido, mis palabras son espuma blanca de Palmolive. A ver, espera un segundo; Nena, vos, tenés mal la hora, en mentira o engaño, en la cesta del olvido, las agujas como ojivas de camello luego de cruzar el desierto con Porcel en el lomo; apenas son las cuatro, y recién amanece a eso de las siete, cuando el sol invade la atmósfera de carbón; Hortensia es como una extensión de mi alma, la Sancho Panza de mi destino relativesco. Pero bajo la tutela de tu perspicacia, apartado de lo trillado, vos nos fuistes a refundar con tus goles geológicamente el asombro, tanto por qué en casa, en replay de los domingos, no nos cansamos de alabar aquellas magistrales resoluciones, sobre todo con la celeste y blanca, tratando de entender el como diablos se hace eso tan difícil; y pues al no existir generaciones presentes al margen de los hechos del Diego, no quiero pensar cuando llegue el turno de la señorita, al opinar de lo milagroso aterrizado en su propia azotea; que a la par de nuestros estupor entre uno y otro de nosotros, de seguro quedarás encendido con el fuego del afecto cardio explosivo apartado de la fatalidad. Con Hortensia somo seres asimétricos pero por la fricción igualados como una correspondencia en serie, volando en círculo sobre las puntas de una monarquía, al tifón de un tiempo que nunca dá tregua; donde quizá mañana nuestro alcazar estará allí esperando, cual si hubieramos cargado con sus ladrillos sobre la sentadera; en fin, sigamos adelante. Entiende nuestra estridencia de roedores, de arduo cariño con idolatría en flor, de caprichoso señor de convicciones de planear el aire al revoleo, pues no puedo caretear ni debo en nueva dimensión de palpitaciones encumbradas, pues para mi bobo nunca existirá un cifrado que logre contabilizar las tantas pulsaciones. Ante los rumores lindos de brincar de alegría, de agitación mi sorpresa se expresa en beneplácito, e incluyéndo al futuro con la presencia tuya, se hace doble anaquel de alegría, al ir imaginándote en la carpita de ule del banco de los suplentes, con el asiento tuyo colmado de miradas, donde hasta la carroña de los rivales, nadie verá el partido, solamente tus alas, con los ojos en tu mirada puestos dentro del cielo futbolero ¿Así qué te estarían por contrata los del Lobo de la Plata? Siempre en los núcleos entreverado vos; la gimnasia y el esgrima son actividades prehistóricas, puesto que desde la época de los garrotes finos, y de correr percices para la cacerola, nunca para nada faltaron estas disciplina hasta en los rincones más pro del Himalaya, ni sitio ninguno adonde hubieran de carecer estos entreveros; con de seguro gracias a vos, esta franquicia afortunda, inciarán un ascenso, desde el desmejorado porvenir hacia la cocción sin toxina de un triunfo alarmante para bien, de manufactura celestial como todo lo emprendido desde cuando fuistes jugador, remesa de un jugoso llenar los estadios del crisol de la humanidad, con el adobo profundo de sanear las finanzas de dinero, en el desaguadero de la banca de los alcones; con de postre salir de la zona comprometida del descenso obsoleto, y un nuevo bloque de urbanidad con alegre renovada expectativa; contigo, desde el vamos, los dirigentes hubieron de esmerilar al fracaso, tanto que saldrán campeones de la vida en general. Una vez, iba caminando por una plaza, y había unos niños jugando al futbol, y uno de ellos patea la pelota y ésta de tan redonda se va muy lejos del potrero, hasta cruzar la calle y vereda; el arquero que debía ir a buscar la redonda, resongaba, como la paloma de un alero, y todos no hacían más que resongar como asnos que rebusnan, y fue que pensando en tu origen inagotable les dije: El futbol es como la cocina, nunca se cansen de pelar cebollas. Y pues así de rodillas desarmas, eres como un San Martín quien se olvido el caballo en la cordillera, la imagen de un huérfano necesitado del sube y baja de la placita, aquí tendrás tu calor y cariño bien correspondido; porque en aquella soledad de los sueños pensaba encontrarte algún día y recuperar el tiempo ido en bipolaridades, de comer para luego pinchar neumáticos como un Reuteman cualquiera. Mira, mientras vos recién el contar de tu presente me alabaste tanto, que no obstante yo mientras tanto pensaba para mis adentros, en no bien pare voy a decirle ésto, éstas dos cositas sacadas de la experiencia de trotamundo: La palabra "vamos" hace doler las rodillas, peor que mil patadas de Ruggieri; nunca la digas, reemplázala, mejor pronuncia, Marchamos; es como si primero se detiene la panza, más luego, quizás a la decantación de una trips de calcio, una especie de huesillo alfiler polizonte, comienza a frabricar, a su modo, un tormento en dicha parte del dominio de los meñisco. Y la otra es un ejercicio físico para dormir de corrido, y soñar como un loco con el asunto de un bolso lleno de dinero caído del FMI: El ejercico consiste en poner primero una mano suavemente sobre una baranda y caminar ciento cincuenta metros para un lado, más luego hacer lo propio con la otra mano, volviendo, en especie de regreso por la misma baranda. No es fácil encontrar barandas de esta dimención, pero tampoco es imposible, y aunque más cortas las pasarelas, daría igual con ir y volver varias veces acariciando el lomo; más luego dormirás y soñarás, dormirás y soñarás, un largo sueño, tranquilo, sin pasta, casi tanto como una muerte en portaligas. Y esto otro para dormir profundo y soñarse todo, es un secreto oculto extraído de largas millas con mis piernas caminando en linea recta, y con los brazos nadando hasta lo incomprensible de transformarse en una ballena. No se trata de adivinar con sortilegios luego de cobrar por una tarifa, pero doy por descontado que el Lobo se salvará del descenso; y en tal caso del maldito lechucero repugnante cambio de categoría, igual seguirás en la primera Nacional, hasta por fin regresar a la Superliga, aunque tarden un siglo rayando nuez moscada; y luego continuarás derecho hasta romper la barrera de lo incomprensible saliendo campeón de la Libertadores y del Mundo de clubes; y no es una incongruencia lo que afirmo, pues ya ante los rumores, solamente, nadie habla de las elecciones presidenciales; donde todas las lengua de uno u otro bando, están al filo de la verborragia de promulgar el cariño en leyes totalitarias, narrando con remos la ansiedad de los anhelos, cual la construcción de una higuera de pipal para custodiarse en el olimpo de los Favaloros. Y vos, así chiquito entre los grandotes defensores, con además vivir espantando piojos de ochenta toneladas, que aun hoy día, cuando vas al baño, siguen los paparazzi allí queriendo saber cuando rollo gastas en quedar higienizado; no se puede comparar con lo mío, aunque en el hecho puntual del ahora agraciado, de ser reconocido por vos, una eminencia total, llevando mi vida a pagarse sola; y ya estoy pleno de satisfacción, con debajo del poncho agradecimiento. Y para el caduco suspenso feliz sorpresa de encontrarte en la madrugada, acaso como el premio mayor de mi existencia; de con orgullo de altares ser reconocido a solo vistazo; que gratitud plena siento cual si la eminencia fuera yo mismo. Apartado de angurria, y empinado en petición de tu paciencia, quisiera que no sé agote el momento y agregar el orgullo que me causa, de tus ojos amoldarse al encima darte cuenta, justo ahora así de delgado y sin estrías, estando quizás embarrado, apartado de la orfebrería, y también sudado donde todos dan vuelta la napia,-en general con una fisonomía de momia raída, tan diferente a cuando mi hubiste conocido antes, gordo salido de mi, zapallón en trituración de lo que encontraba, señor mastodonte por gracia entrevistado en epopeya televisiva. Pero manco de querer esparcirte saliba de un despacho funesto de mi alma, meditante, prudente, y oleaginoso de orgullo perfumante, antes de salir la claridad del invierno en primavera avasallante, quisiera yo meter la cuchara sobre lo notable mío. De resaltar primero aclarando lo evidente, exento de oscurecer nada, sobre el enorme contraste indiscutible, entre tu arsenal de oro sobre mi calzado de yute, búfalo de agua en moneda corriente, ante mi frailesillo del ártico dormido en alfombra descartable; y agilizar la demanda de tu curiosidad apremiante, en hacerte saber sobre la cosa ésta de jamás haberme cruzado por la cabeza ser regristrado en el libro Ginnes de los récord, de plano mensionado de por vida allí de tripudo y así de escarbadiente, recortado cual un PBI de un país en bancarrota; más no quisiera dejar de tutelar la hermoza paciencia tuya, de atinado recato, y saberme entero de ser como aquel contra Calabró, del famoso Calabromas; genialmente compañado del mítico Antonio Carrizo ¿Recuerdas? De seguro habrás estado varias veces. Dúo aquel de íntegros plomazos televisivos de los canales públicos, de ensalsar champiñones rociados de acheto balsámico, deslumbrados ellos de elogiar por simple entrometimiento, donde en definitiva todo terminaba siendo un incómodo blasfemar; parodia de chantas de dorminarte en helecho de elogios repetidos, de esa cordial egolatría inconsistente salida de la emoción de los ignorantes. Pero te repito, el solo hecho de vos haberme reconocido así de pálido y esmiriado, es sin duda una honra enorme hacia mi destino entero, premio colgado de mi eficiente locura, totem de muchas deidades pozando para la posteridad de la caoba; aunque pero tergiverso la realidad si te aseguro no trabajar para las afuera de mi nimbo. Más en el trasvase de postración en jerga de nuevo cachenge, ha instantes no más de despierto, presiento una fuerte pasión en incremento, pero a tientas transitando como un no viedente, al ignorar el como irán a reacionar aquellos encargados de auspiciar el festejo, sobre todo el intendente, artífice principal de haber jurado y prometido, acaso el mayor interesado hacia la inaguración de la cisterna descomunal entubada como telaraña; que luego de la virgen de todos, y tras el tuyo paso triunfal por los estadios, seré un tercer homenajeado póstumo, de un reconocimiento tan eternamente recordado, al punto extremo de rumorearse una posible llegada, en viaje relámpago, del papa Francisco ¿Que tal? En esto me estoy pareciendo a vos; y todo al ritmo de un solo baño de luna, hipotético asunto con secado de sol si es que al cesped por fin asoma ¿Como puede haber una niña tan joven andando por la vida con reloj tan vetusto; es que acaso no tienes un celular? Ah, claro, no debías activar los led por temor de ser descubiertos. Ella ha sido herida levemente en flagrante intento de homicidio; y aunque un milagro se ha pozado en esta coronilla, igual han de pagar por el desacato al bien de las leyes del cielo. Pero el mañana es ahora, imposibilitado de yacer exento de entretelones, hasta donde quizás de sopetón, un viento huracanado haga apresurar la marea de colmar el pozo, y cartón lleno, victoria del mundo y banquete todo en la misma semana, en éste día de hoy de gozar a la orden del calendario, tan especial el ahora a instantes de recién comenzado, con el porvenir de oberol y los queribines al pie de la letra del sublime alba. Y mi acuciante decisión de enfrentar a los médicos, en breves minutos, y revelar la verdad del resucitado, ahora, será por siempre una actitud de consecuencias eternas. Hortensia es un cisne amiga, y me ayudó a terminar el pozo, y como decía ya mismo comienza la cuenta regresiva para la tan mentada inaguración; ídolo de multitudes, quedas de honor invitado. Pero es en extremo raro que no haya nadie aquí más que nosotros, en esta panchería las veinticuatro horas tan popular, a cualquier hora repleta; mejor así de furtivo el asunto, más para nosotros del balonazo de oro; lo que se han perdido los clientes del amigo restaurante, siempre puntuales como gérmenes del yogur ¡Pero que disfraz, de un bombón relleno del paraíso! Que ni aun por aquello de andar atontado, quizás prescindiendo de la apelación de un relámpago, hubiera pensado en encontrarte en tan ameno momento; hubiera especulado tal vez, con un tipo del foso azul investigando la noche conspirativa, o angurriento murgero brasilero loco de los panchos éstos, o simplemente un esquisito diplomático escapado de tertulia de entre naciones, pero jamás hubiera pensado en ti; y habrás notado mis mejillas sonrojadas de carmensí, distingible pues ahora no deseo esconder lo que difiere de los enseres de la envidia. Y por viaje relámpago, no más, para últimar detalles de la incorporación novedosa, sin La Rocío de engalanar la reunión póstuma con el Ignacio pariente, pues en el México respetado quedose la novia a la espera del regreso del titán; ni la Dalma ni la Yannina, hijas inclaudicables que tanto adoramos los argentinos. Venir a encontrate en tan acusiante situación, a instancia donde debería pensar y repensar en mis apremiantes horas del comienzo, es cual ese minuto del basquet donde se imparten intrucciones, pero con la presencia del Manu Ginóbili como anfitrión del intervalo, con yo luego de un despertar agonizante con el marcador puesto en el cero kilómetro, salido del útero de la luz milagrosa. Pero enjabonado de insertidumbre voraz, cual puente con alas el lúpulo y la birra se mecen en la garganta, con la inanición del cabernet del alma en ramera sangría; entonces, vamos a brindar por ti, y por tu triunfo con los del Lobo de la Plata. Ocioso sería no reconocer, el afluente de las bondades de tu vestimenta de eficacia sublime, en propiciarle a la envidia milojas de azotes ideales ¡Que disfraz! Tan lindante con el umbral de la exelencia; ración jugosa de buen gusto, de colmar las expectativas del más cuarteado por la desidia. Traje con carismáticas plumas artificiales, brillando sofisticadas, de engrosar la nuvesillas de la conejera del cenit nocturno, como pintadas con aguas claras de luces de la catedral, al poner en parcimonia los cabreros vientos desapacibles, solventados de bucles turbulentos para acunar al desvelo; quien puede llegar a suponer, sin pulverizar la imaginación en el intento, algún reconocido bostero metido en una gallina clueca de oro; y aparte de el gigante pájaro, admiro la parcial escafandra del pico por adonde puedes comer la pancheada sin quitar la cabeza de gallina river plate; gracias por darte a conocer de manera tan concluyente, evitanto preservar tu momento privado. Debes comprender la admiración de nuestras emociones estar regidas en exclusivo por tu conexión con lo divino terrenal, como metralleta de milagros salidos del dínamo del cielo, en caracteres que se expresan extra leves y lentos, dueño de una dimensión versátil aparte del resto de los jugadores, con los pieses como los poros de la Sole Pastoruti, transpirando talento; y damos gracias a dios por haberte eligo para tan difícil tarea de dominar el esférico balón, retribución eficazmente resuelta con singular maestría; y aquí expoliados de emoción estamos, exiliados en la adoración haciendo rebalsar la vasija del encanto de tenerte en exclusivo. Y entonces bien valen gracias frondosas de gloria apiladas en huerto estridente de risa, Don Diego Armando, ídolo mundial rioplatense, argentino de América del sur, e interplanetario de todos los suelos del espacio sideral, señor impiadoso de los guardavallas; que hasta hiciste arrastrar, al otro genio del Loco Gatti, en la imagen de un implorando no se escapen las monedas de la cartuchera; eres hombre real, amado y benerado, del público de gradas, tribuneros de hasta los rincones más reconditos del planeta. Y aquí en canción de elogios hacia el dios de las esferas, desmembrada la razón en salitre de alegría, sin par me permito agregarle a tu acervo, una palabritas más de cariño inconmensurable, de interrumpir el discurso mundano de la madrugada, al proseguir de un atinado bocadillo plus ultra, sustentado por el píar de la noche que expira. Diego, maestro, esto que diré sale de mi mejor lugar, casi como un credo, de seres contagiados de admiración, subsidiarios de una suerte azarosa que hoy nos une en gloria; entre millones de otros elogios merecidos que usted recibe hasta en los velorios, pero por la emoción embargando mi corazón exuberante, no queriendo detener la berborragia de lo que mi conciencia dictamina como oportuno, evitando tener en la conciencia limpia, la fea sentencia del caramba me olvidaba; y también, a ciegas, hablo en nombre de mi compañera Hortensia, anexada a mi familia sin gastar en tonterías. Ahora y siempre el efuerzo de una noche mágica, se verá en el tiempo deparado, en puñados de milenios en el recuerdo, allí con mis consejos de compota de ciruela haciendo sonreír, con sin la lupa para ese dolor desgraciado de estos insurrectos meñiscos, vapuleados. Anótese, si mañana Gimnasia se gana todo, de extrañar las cejas será permeable, con los coros argentinos aullando de hacer roncar las orejas; redundancias a parte, debes ser el hombre más elogiado del planeta, pero hoy a mi la lengua no me la frenan ni cuarenta y cinco panchos de reno. Ni aun sagás como gacela, sin éste estado elongado de pormenores, corneta plástica de cancha balanceado con la vitamina de la resurrección, hubiera, retozando sobre el pedestal de la incredulidad, creído saber metido dentro de este traje de gallina clueca, con medias de miles de anillos despertando envidia, tamaño regalo para los latidos del alma; oh rodillas deshechas por la eroción de la competencia extrema, salid a la lucha apartados de esas calzas divinas, y morid bajo la pena de mi sentencia, y en virtud de sabernos infinitos admiradores del talento innato, dejad en paz a nuestro supremo y apiádense por gracia del señor verdadero; amigo, ojala pudiera ser un cura sanador y sanarte, y también arroparte de santidad esa resaca de patadas impiadosas con posteriores infiltraciones, ámbas allí latentes y lactantes todo terreno, como las tanta montañas rusas con el Diego quedando como papelito presando allí debajo, de la tonelada invicta de centro hases, medias puntas y arqueros, de festejar los goles y más goles y los tantos campeonatos. Hombre de expoliado virtuosismo, eterna celebridad; sin concertación de paritarias educado a los golpes de patadas; frente curtida de parabrisa encumbrado de los tanto goles para nosotros de adorarte hasta los parietales de la cabeza; y encima ahora entregado a los pobres para ampliarles una vida digna con las necesidades básicas bajo el amparo de tu sagrada competencia; hombre de generosa saliva, que bien podrías haber elegido ser un estrella de multitudes pasando por las cámaras de panorámica embuelto en tapado de armiño; entonces permiteme decirte solo este himno final, con un manto de sonrisa en la carótida; pues en el nombre de mi compañera y mío, bajo ningún tipo de reducción o restringida inhibición de estropársenos el aire santo de la sinceridad, iríamos a ponderarte de vanidosos egos exaltados corriéndonos sobre el erizo un panegírico de repostería; por no beber un boldo luego de comer un zoológico, y no obstante tener hasta la conciencia mugrienta del barro de un crater, girándome el mareo como buitres rodando sobre el eje torcido de una espina dorsal de desausiado, voy a gritarle a la vida un zapucay de esta alegría incomensurable depositada en nosotros ¡Ihayujaijay! Aunque apasionadamente haciendo proliferación de airesillos, con portarme acorde con el cariño adelante, ya de hígado renovado igual me hube empacado al observar al pueblo tirar como en una cincha cuando lo necesario es empujar hacia adelante. Cual colocar aquel papel en la urna, la cuestión de la democracia es directa y simple, sobre todo en deponer las armas sobre un suelo de paz fluorecente, con la misión de hacer sencillo respetar la fraternidad, la paz con igualdad, y el amor al trabajo. Y ya somos muchos los sumisos que preferimos ser buenos republicanos, bravos signatarios de la plena democracia, que así mejor nos sirve obvedecer los embotellados anhelos emergiendo con las ansias en la brecha del sufragio, con además repudiar las dictaduras insurrectas de ladrones en resurgimientos de lamentar dicha tangente funesta. Nutridos de esperanza estaremos aquel día de votar la grande aspiración del emergente único, sin vigor de malditos de un destino programado para bandearnos en troperías; acompañados de su congreso honesto, siempre aprestado a gobernar con los hombres de nueva ética, ciudadanos ejemplares al frente del timón con una responsabilidad común y bien custodiada. Se vienen las PASO; de la periferia del sartén de la nuvelle cuisine de la política, resto de un fondo de cocción a medio deshidratar; y por raquíticas y despobladas agrupaciones, costoso censo irreverente de exterminar al virtual innecesario postulante; evento de preferir tacharse la doble generala, al servicio de una arbitrariedad de la interna de los partidos; una tangente de despilfarrar de los bienes de subsanar hospitales; cuando mejor debería ser primicia caérceles ideas encendidas del rebaño de neuronas, algo positivo como para recaudar con buenas armas de cara a la posteridad. Y de mi parte gran suspenso traigo de la agonía próspera para el predilecto trastornamiento de hoy, de tener que elegir solamente redundantes candidatos del mañana; eventual férreo señorío de la palestra en apéndice del comicio principal; aunque si de mi dependiera las coronarias del núcleo de la ideología, entiendo, con ahínco rebotándome la existencia, como preferible de poder contar en el escrutinio final con la participación de ignotos candidatos, de lugares inóspitos de la política, seres allí relativizando el nada adventicio bitartidismo, absolutismo cantado por antonomasia, predecible y absoluto ¿Puede dios haber creado todo y luego estar ajeno a los abatares de la polítca? Bien sabía Jesús de tener que cumplir con el rol de hijo, y muchas de sus visiones debían estar condicionadas por esta realidad determinante; Jesus decía: Nadie puede servir a dos señores; porque abarrecerá a uno y amará al otro. No podéis servir a dios y a las riquezas; profesaba sabiendo perfectamente que su padre ama por igual al mundo complejo y las criaturas imperfectas que inventó, pero él, el Jesús nuestro de cada día, no podía, y no debía; el no poder por el deber ser; entonces pues sus palabras estuvieron condicionadas de metafísica, pero para cumplir con la misión de hijo de; y aunque en si mismo, dios expresado al filo de un continente, su rol era ser el primogenito, acaso el único posible, condicionado a la espalda del padre, debiendo dar el ejemplo máximo para las futuras generaciones, para aquel modelo de mundo bajo el poder de la sagrada familia. Y como nosotros los mortales somos solo criaturas, muchas veces, porque las olas del mar nos acarician naturales, o el viento sopla al compás de nuestros berrinches y berretines, nos sentimos dios, y hasta más que eso. Por eso pienso lo mejor y más complicado es mantener una posición entre las puntas de las diferentes contradicciones; por ejemplo, liberales idealistas, de los logros producto de las artes del comercio, y comunistas, materialistas, pragmáticos, con una propuesta científica de estar todos equiparados; pues estos extremo diametralmente diferentes, opuestos sin solución posible, prácticamente absolutos, son de donde yo no puedo esplayarme correctamente en los acuerdos de partes disidentes, cuando las diferencias de ideas también son inevitables, con ser esenciales de convivir, cohexistir de entre la misma realidad; y acaso el punto medio esté en elegir una social democracia potente. Por eso siempre fuí un centrista convencido, y de intentar descifrar como los escultores, como cuando un hijo se tiene que hechar a andar y tomar decisiones de la fragua a consolidar; pero ahora desdoblado ave de corral en repechaje de un resurgimiento, considero ser esta postura el vinculo con mejor sensatez posicionada hacia un afluente de algaravía general; parásito es aquel que vive de prestado. Habría que dictar leyes cual abedules donde los partidos en la acción de gobernar, no puedan bandearse hasta caer la bola del paño, como sea mantenerse en el centro con solo algunas diferencias sustanciales; los liberales sueñan pesadillas con la amenaza comunista de las confiscaciones, y como corresponde ya te empiezan a pegar desde antes de crecer el patito. Aparte, los países en vía de desarrollo, de querer aplicar el sistema liberal, aun testarudos en definirse para un buen desarrollo sostenido, aunque más no sea, en tímida versión discreta y moderna, deben prestar atención y poner énfasis en recalcar sobre los temas educativos, pues el liberalismo tiene estrecha relación con una metodología basada en la confianza mutua; como en lo deportivo donde no existen alambrados entre las hinchadas; diferente aquí donde nos peleamos a trompadas sin guantes, antes, durante, y después del partido; o así mismo defensores y delanteros, en un tiro de esquina tomándose con los brazos como en una catástrofe; distinto al estar debidamente sentados sin tabiques divisores o murallas, fosas correctivas con dividir el propio campo de juego; el sistema liberal es un sistema donde es necesaria la buena educación ¡Casi nada! Porque los tan mentados capitales, empresarios y demás participantes, huyen cuando deslizas apenas una puteada; cuando ellos mismo muchas veces son los que incitan a la violencia aumentando todo solo por estar inquietos con hormigas en el traste; pero igual, tranquilo, con el sol salido de sus grados habituales, estamos tan cerca del fin del mundo, que el embrión de la violencia del hoy será tan solo anegdota para los angelitos del mañana; pero no obstante admiro tu entrega de querer cambiar al mundo hacia otro mejor, por medio de una revolución de ideas marxistas, donde finalmente todos estaremos equiparados en bienes y posibilidades de prosperar, progresar, dejar de adolecer al pan sobre la mesa; ser todos legítimos dueños de los medios de producción, con un nivel de vida exelente donde aquellos a quienes el Estado revolucionario les hubo confiscado sus bienes, por el bien general, no han de extrañar lo anterior, pues estarán más felices que nunca; esa es la idea. Puede parecer injusto pero igual en el capitalismo hay mucha gente que sufre a diario y en las guerras, y las grandes recesiones. Perdoname que te insista, pero el suelo sembrado de la democracia mundial, debe profundizar en las raíces primeras del no exterminio, e impedir que los gobiernos se bandeén por la banqueta alta hacia la idea práctica de la aniquilación; supimos ser guanacos sobre las tumbas y la evolución nos puso con los pies sobre los acuerdos, importantes asuntos establecidos como bases, en el sentido de pilares, del amor hacia la igualdad, el consenso pluralista de decisiones comunes, y el amor hacia todo de ir caminando sobre el vientre de la madre tierra admirando sus flores y los hermosos paisajes. Y dios nos quiere hacer recalcar sobre la misma vid patera, en hacernos dejar de lado el empecinamiento por destruír el ecosistema de la madre tierra. Y aunque el centro de lo previsible siempre será la sombra en virtud de su reparo, tenemos gratis dicha violencia ejercida con absolutismo emergido de la brutalidad del alma negra, seducida por llegar a ninguna parte; siendo ésta baraja la tangente de los cuarenta grados de fiebre de aclararnos cual clara de huevo de dicha gota de mercurio al reaccionar de la fenomenología. Entonces nadie se condice con la alegría, se vive de la porquería, de temas colaterales en cápsulas de leche de cola de carpintero, híbrido consecuente de terror con edulcorante de zing y estaño, instruídos para preservar el terraplén de la locura; y así vivimos afectados de ir queriendo cordura, en una fe insatisfecha en donde mejor acabar con los momentos. Decía un gran colocador de cercos de alambres de púas: Habiendo sido siempre tan honesto venir ahora a pincharme todo. Pues necio sería negar las tangentes o hacer deducción negativa hacia una pobre linea en ángulo subyacente de la ateria principal; sobre todo al saber de Cristo de su alta preocupación por jugar magistralmente bien el destino, pues dios premia a los grandes jugadores. Conclusión, de los atentados como consecuencia de los bombardeos, al feminismo versus el machismo recalcitrante, con las resultantes del femicidido infeccioso y los ladrones como parte de un sistema represivo ultra orquestado, se va conformando una patética tangente, parábola oblicua apartada de los principios básicos de la democracia, linea transversal por adonde entra toda esta porquería relativizando el tranquilo bipartidismo de por si complicado; y por culpa del déspota suburbio del mal, eximida la transversal de ceder el paso, haciéndose ignota e invisible entrando de lleno por la arteria principal de la siempre problemática guerra fría de los opuestos tan evidentes; san benito cómodamente soslayado del balance, viajando cual si fuera un arrastre forzado de casualidad, pero que está presente, siendo un ácaro del tamaño de un desatino inquietante. Y de esta tangente, hoy un colorante con anexo de sangre, mañana mismo será mucho más que una leucemia crónica de espacios y momentos salidos del corazón de la vida, y del Cristo apelmazado rugiremos silvestres con allí las otras hormigas coordinando todo justo al persistir de la espora; con sistemáticos instantes por donde el agua caerá seducida por el aceite ese, amalgamados todos en una emulsión de colágeno de goma multiabrasiva; y todo aquello tan diverso y previsible, se tornará como el sol salido de sus grados habituales, comenzando a decir el día perturbación hasta cuando nos tapen los mares; donde cual proyecto de máxima, desde la presidencia, tan solo se verán medidas tomando, más que nada para enriquecer el discurso de campaña, pero nadie hará reparo en la tangente nazi en bifurcación avanzar dañina cual una escoria, en quererte sin perssing en la lengua, al verte de tu saliva subiendo por fin al cerebro tierno, sean sus propios hijos, asolados margaritas, escencial patrimonio de esta alquimia de humanidad desprevenida sin poder distinguir la coma de la quimera. Con todo, mira como estaré de proverbial y comprometido con la contienda del plesbiscito, que observando aquella pizarra, creí leer un votar a Lavaña, y dice tan solo lasaña rellena. Entonces, haciendo escala descendente, a las democracias debería estárseles prohibido, pues no entienden, contraer grandes deudas externas de comprometernos hasta las yemas de la digitales huellas, o por el otro lado, como alternativa de segunda apiolada, andarse atareados desplegando reformas de la constitución como vía de trepar al poder, para finalmente cerrar con el atajo del amotinamiento; es que justamente los patriotas revolucionarios temen peder el gobierno y ver a la oposición entrante hipotecar al país con cifras infinitas. No puede ser que los economistas no puedan calcular lo necesario que se necesita para tener una patria con el perfil que desean implementar, el saber cuanto cuesta tener un país con tales características; más luego informar a la nación de como actúar en consecuencia ¿Para que quieren un dios si después no lo van a respetar? Entonces lo válido del comicio concistirá en sostener al potro apartado de los exterminadores, y así evitar bandearnos hacia un abismo sin ley de gravedad, ni de transigir a los albores de un arrepentimiento nervado (La tangente carrilceda del aborto, y de la bisexualidad como factor fundamental para crear una sociedad sin machismo, por ejemplo). Los demócratas debemos dejar constancia y hacer valer en consonancia, lo singular de la independencia pura, incesantemente, e ignoran lo aquello tan valiente de cortarte las piernas, o los aleros del castillo personal, sin una particionada piedad con todo enchastrado de opresión revuelta con espinas en salsa de crocante de maní con clustones de lascividad; hacer tronchar los males con ejemplos reales a favor del calendario transitado, de tantos huevos incubados en favor del bien, y abandonar la epilepcia fruto de la ira apartada de la introspección del rezo; y así escuchar la hojarasca cual una sirena de alarma para salir disparados de la tangente de arrebatar la vitalidad del desprevenido iluso; no debemos deprimirnos ante la idea de la muerte inducida, y dejarnos crecer un domador de la libertad interior, y fuera la pavura del holocausto parco con hornos de cerámica fulminante. Y si algún gobierno, fiordos de cuatro temporadas, desea crear una reforma agraria romántica, mejor hacerlo en terrenos fiscales donde nadie quede engrampado y retraído, y así crear tantísimo alimento para ollas populares, y también ocupación de trabajo. Aunque hombre autóctono, y aborigen de apariencia por el sol, o torpe bebedor de agarol por no entreverar los lácteos con galletitas de agua, lejos de ser un tratadista transformador del mundo, estoy al servicio de mostrarme como los faquires. Otro tema son las dietas, amigo conspicuo, y aquí va mi arenga señor de los infinitos goles, para mi entender la dieta ideal consiste en comer normalmente, pues el cuerpo luego se acomoda solo; y espero de vos, lima nueva de los de mi raza, sepas reconocer, aunque nos duela aceptarlo, (y de paso agrego, debés cuidarte de tanto abrazo y apretujones con palmadas de gracias en el lomo; y otra cosa de la que te tenés que cuidar, es de los tantos choca los cincos de millones de gente, y de esos saludos tan agarrados; haceme caso, ponle un punto final a ese saludar tan aguerrido y más bien hazlo con solo la palabra o con un ademán de mano) por qué vos sos un revolucionario a tiempo completo, y por este camino quedarás machucado antes del gon tocando al límite de los noventa minutos; ten mucho cuidado, pues el cuerpo tiene su límite de aguante (lo sé, suena ridículo que lo diga yo). Pero pará; volviendo a lo anterior, la panacea de mantener la forma, como para una dieta normal, por ejemplo, en equivalente de panchos comunes, como estos precisamente, pero con menos papitas y no tanto adereso, como tope máximo para mantener el peso, habría que comer, como mucho, un total de cuatro perros calientes por día; así que adelante con el panchito que nos restan de yapa. Eres un revolucionario con todas las de Cristo, pimiento y chile, gran ejemplo de libertad de expresión, ayudando para la escasez del hambre caerse de la infraestructura de la injustica. Siempre habrá diferencias de ideas, sobre todo de relegar a los pobres del sindicar del confort hacia la trama de la sequía; que muchas veces allí se anda la pluralidad de la democracia, para ese lado nefasto de metabolizar al rezagado ciclón mal parido, haciendo imposible gobernar en coexistencia pacífica. Ah, Argentinos, cuando por malestar nos vengan frases frustrantes en tiempo inoportuno, de ser la razón descarriada un compendio de conjeturas vanas, pensemos en aquellos goles a los elegantes ingleses, y las maravilla del tácito remanzo harán volver en nosotros la afinación pretendida como adecuada, y la confusión se irá a pergeñar con la sonrisa de media luna; aquel tan bonito desde atrás de mitad de chancha, gambeteando como una zaeta a más de medio equipo completo; aunque para mi regozijo principalmente el propio con la mano de dios, tan cuestionado pero absurdamente legítimo, donde para mi entender fue válido, como una estrella; gracias campeón de los aplausos, goleador de haber tapado partido a partido los hoyos completo de la red de ambos arcos, con proyecciones infinitas sobre el largo rectángulo; con decir, siempre te defiendo diciendo a viva voz, que aquel gol con la mano estuvo absolutamente bien cobrado, pues aquella acción casual fue mano pegada al cuerpo, si señores, mano pegada al cuerpo del propio Diego, por qué claro, sin planteo de perdones, el brazo, ligado al instinto bajo protección del sistema nervioso, siempre estuvo pegado al tronco, como falo erecto integrado al genio salido del talento divino; precisamente gracias a ese instinto natural de los grandes goleadores, donde queda demostrado la extensión del virtusismo hacia la totalidad de las partes apartes del ser indivisible; hasta sospecho a éstas nuevas reglas de querer negar lo anterior, estarían ligadas con ese gol fantástico tan memorable; porque estos ingleses hacen basamento de las sentencias judiciales regidos por la jurisprudencia, en cambio el resto del mundo, conociendo la imperfección de la moral de los jueces, mejor prefieren, cual antibiótico, sentar leyes independizadas del historial. Y en tren de elucidar hasta el fondo de la sutileza, no exagero si te comparo con el Che Gevara, aquel ángel del prototipo ideal de hombre, monumento de ser con la directriz específica del cielo de mejorar las condiciones del humilde silencioso y desterrar las injusticias en convoy sobre el filo del balanceo; y entonces de ángel a ángel se ha resuelto la mitad del comedido, emparejados en la calidad y el refinamiento de la actividad entrecruzada, en la lucha por la verdad encomendada por el poderoso instinto de ayudar al desvalido. Aunque tu no utilizas las armas de pólvora para la batalla revolucionaria, el aporte que tu dedicas, desde ese lugar bien ganado de semidios aterrizado, es tan importante como un regimiento de mil hombres con misiles; tu propaganda tiene pues un valor incalculable en dinero y en eficacia. Y siempre te la juegas por la papa caliente más complicada.
Y ya entrados en el magisterio de la confianza, pesado yo de refutar una nube de tu cielo, permítaseme señor de los balones de oro y de la champaña del podio, una crítica mordaz de típico pariente colgado de tu seno; que no se trata de refutar el pasado sino más bien de descargar la ira, hacia el único reproche de éste anteojo de tus ojos, donde juro nunca más sacudir el hocico al rebusne de mis sentimientos; pues aunque ya habiendo demostrado la suficienta idolatría, quizás confundido estoy de la emoción virulenta, entonces perdóname entrarte así al área chica, luego de un adobo de cariño verdadero; y permiso pido de decir esto al expandido de confianza de mi lengua resentida, que bien traigo cruz de persignarse y hacerte menos urticante este reproche deportivo. Acaso sea el error de tu vida, por ausencia del farol de la penetrante personalidad, cuando fuistes técnico de la selección, no poner al centro delantero, Martín Palermo, de titular absoluto. De todos modos en esta nueva etapa que se avecina, yo que vos, con la chapa de técnico de un equipo mediocre, no me achicaría, pues los demás colegas en algún momento son puro fetiche que siembran dudas; y mucho de esto tiene que ver los ciclos de los clubes y las incorporaciones; y sobre todo si cobran el sueldo, pues si no cobran, olvidate de ganar; asegurate que les pagen en termino. Tené en cuenta que hoy día los muchachos desde niños se forman en escuelitas, pensando algún día trabajar de futbolistas, y entonces saben jugar en apariencia pero por lo demás son unos pata duras fenomenales; deberías hacerlos jugar picados suaves en los entrenamientos, en espacio reducido, y allí detectar a los mediocres, y más luego enseñarles a jugar cual si fueran tus hijos. A veces pienso que primero estuvieron Adán y Eva, y su cría; pero luego como vinieron desaparecieron, y dejaron la tierra sembrada de su humores, desde donde surgieron todos los demás animales; o sea que todos los animalitos descienden del humano; cada aspecto del temperamento se transfirió a la genética y fue dando como resultado las diferentes especies; seguramente representativas de nuestros aspectos psíquicos y de moralidades; aunque de los pecados también se enchastró dicho caldo de cultivo, y tal vez por ello hay tanto burro que con el arco libre la patean para afuera.


Mabel: Por todo lo derivado del impás de la muerte cerebral ahora a mi esposo lo siento un medio hermano; encima proscripto de aparearse hasta conocer si dios lo persigue; no obstante por que su vida es solo lucha y descanso él de los dos es el más perjudicado, cuando yo mal que mal me sigo divirtiendo de volver sobre mis pasos para cerrar ciclos que quedaron pendientes; en ésta hoguera de miradas igual camino ralentizada con las llamas como vestimenta, y por culpa de los amores sofocados enredada de miradas desfilo con los collares de la verguenza; más de nuevo con las riendas del rancho sigo firme pero con el marido en suspenso crónico; aunque desde el punto de vista conyugal alejada de derechos y menesteres me considero viudita negra de bomba de amor palpable, un emporio de trastos que cruza descalza sin inhibiciones las vayas hacia el tugurio perfecto; y a la vez de sínica me siento una apóstol mujer, un valuarte medular, esposa por siempre al servicio de la causa del milagro de la resurrección del marido. Me debato entre un polén de inspiración divina decantado en estos lares y el lógico coraje del feminismo mundano con dar trompadas al vacío; y como para justificar mis auténticos derechos de tener placeres no juzgo demasiado por el temor del revote. Entonces puesta al servicio de, con más razón la prisa me arrastra como patines, y pues ya ha de volver la rutina presente en el volteadero santo me rasco de los resquemores.
Pero como para ir picando snak y embutidos en la sala de espera, le comento que por fin tenemos definida la fecha del premio gordo para el más gordo del mundo estancado en los últimos retoques; con girando el mundo en el cíclico tiempo precioso igual de redondo y lleno de vida, será entonces el lunes de asueto al otro día de las otras elecciones generales; que según pareciera por el boca de urna de las PASOS del hoy, allí se resolverá el intríngulis prescindiendo de balotage; por consiguiente hasta ese día el Ignacio marido mío, que ha podido votar pese a la cabeza salirse del documento, deberá permanecer a dieta, pero no durmiendo, con los kilos establecidos como válidos conseguidos hasta el momento, desde un ir hacia lo hiper para regresar a lo standarizado por la naturaleza como regio; en su caso luego de un largo durmiendo de espumear el suero haciendo catálisis entre la aguja y la piel; y como sería apropiado suponer, aunque ahora los suponeres se vean relativizado por el derrite de los glaciares, si la marea no sé presenta para aquel día de asueto, igual irá haber fiesta general, de no solo buñuelos, y en el bosque ollas populares comiendo los pobres puchero con jalapeño de las donaciones, y un gran bailongo de tres días de andes de atravezar; se calcula la presencia de mucha gente extra, pero no sé cuantos exactamente a los séiscientos invitados de privilegio.
Ahora hablando en serio, para que me comprenda, mientras tanto Ignacio estaba en coma vegetativo, por un tiempo fuí señora acartonada, perdido echarpe, sonriente y descolorida enfermera, mientra tanto mostrando por compromiso al público un catálogo de exibición de moralina prensada por la fobia; pues él dormía cretino en el verano sin noción de lo sabático, ni del ventilador fundido, por la imprudencia de la gula irrefrenable, en ese coma profundo tan especial de soñar a lo armario de plomo, producto de la irresponsabilidad enajenante, mientras yo dibujada, colgada hacia piruetas sin coreografía; un contrasentido al cohete pues antes de caer soporífero estaba bien encaminado con la dieta, en la vuelta de la posta de la buena senda, en los trescientos kilos, con la curva para abajo, y podía comer banana. Y a ver ¿Que podía hacer de diferente, en dicho callejón hacia un más allá idealizable, si estaba yo también semiviuda e igual de atraía hacia la vida como las de veinte? Pero con los años apretando como clavija mi escencia se narcotizaba de una pura esclavitud egipcia; entonces yo soy esta de cuestionar y tú eres una leyenda ida, calmándose en el andar de la jaula con los otros tantos pajarracos inocentes, absurdo, dos caras iguales de la misma moneda, pero vea, por eso, aun así de escondido en el olvido lo sigo considerando un ángel de privilegiada ubicación y auténtico linaje; y aunque luego de mi adulterio todo a vuelto a parecer sin haber repeticiones, yo entiendo mi actitud como algo de emergencia producto de la caridad que me ofrecen, como cuando queda el sobre suspendido en la ranura de la urna, a la espera de la mirada del presidente de mesa, y depués del okey salir del congelado; quedando yo cepillada haciendo destreza de evitar ser encandilada liebre. Entonces, repito, sin coqueteo pues de usted no pretendo reclamo de la garantía, pero, remarcando la afirmación aunque conlleve una interpolación del uso del idioma en metáfora, cierre el pico, si por tal caso exclamando vuelven a transmitir del cielo; mejor haga al momento filtro en el oído, más luego actúe cual un cónsul de la agitada Bolivia. Y así de golpe y porrazo quedé como los monos de la selva samarreando árboles, oxidada la vajilla inoxidable, inexorable corvina al remover de las escamas; pues convengamos que estando tan sola no existe la disertación posible; y a mí ni siquiera los remordimientos me van a indicar lo que tengo que hacer por delante, ni venir a prevenirme de la hora del presagio; y pués entre todas las generaciones soy la hollejo sin tiempo con más razón no puedo ser una más de la palestra; solo miro la vida pasar como las cámaras de las avenidas, imposibilitada de entender el uranio enriquecido, y ahora actúo como aquel soldado de Malvinas, desolado y urgido por el propio instinto de concervación; latente dentro de una fuente con tapa, sobre sendos caballetes de arena. Más los otros romances, ahora prohibidos, yacen en una encrucijada desde la caridad hacia el desvío, todos suspendidos por la culpa invisible que en la interrogancia continúa renaciendo, intentando revivir al patito feo bajo el imperio viril de la toalla mojada. Pero no se trata de fijar una tapa y san se acabo el problema, y usted regenerado podría llegar a ser esa palanca de arruinar lo apelmazado del entuerto, que miedosa avizoro de aquel día al pueblo juzgarme por machona; aunque en definitiva, dúctil y amiga, tan apartada de la vereda de las convenciones, deberé aceptar cualquier faceta de los avatares del destino. Ya no me importa reír para quitarme la crosta del ursus americanus, o por curiosidad despansurrarme de ver como reaccionan los perjudicados, y así divertir al alma a destajo para no quedarme sin nafta en el lamento del aborrecer. Pero no logro volver en mi nuevamente en sacarme la prenda del quebrar y del acariciar, del prevalecer abastecida y vivir por siempre gozando, prefiriendo ser el hazme reñir con las frazadas y dejar que los otros piensen lo que más les convenga, les convenga de verdad; recién después de mañana estaría dispuesta a poner marcha atrás y purgar la desolación en funsión de lo postergado por el matrimonio. Entonces lamento tanto sobrarme el aire y los inconvenientes teniendo que rehacer la historia tapando el agujero del tarro que abrazo; y describirte con incordio así como un ente soterrado de incipiente afirmación bucólica por falta de un silencio necesario de dejar de pasear la lengua sobre el plato; aunque en volver la señal temo el discernir de usted de las cosas vueltas en moral pura de idealizacion matemática. Soy de manufactura corajuda con adosado mucho coraje e inteligencia, entonces sin detener la marcha, mejor en vez de divertirme como una colegiala, hago la individual atenta del camino sinuoso con yendo ha por más inaguraciones de la comedia, de arriesgados entretelones haciendo el pañuelo de la sorna rodar con los jadeos. Pan con pan, pensará usted, comida de sonso; y para que están los sanwinches; más lo otro del comienzo del matrimonio quedó tan lejos como la luna. En la vida mangar para vivir al resguardo de lo prestado finalmente te hace parecer a un animalito, y yo no pienso pedir nada pues aquí lo que reluce son diamantes. Pero no tema, pues encosquillada con los vahídos de la calentura, esta vez evitaremos usar el privilegiado bautismo, porqué estando codificada de ficción por el vértigo de los ratones será parecido a una pulpa melosa de encanto total, remando contra la ráfaga del látigo delante, asentada bajo un árbol de sabiduría, Joe, con sus frutos sicarios gratis sampándome trompadas de sabia en la nuca; con yo en furia, encendida de acuarela, desprendiéndome nuevamente de las manijas del naviero del tabú, hasta ser liberada en el socorro del sol filtrado por rejas y persianas; y recién ahí arribados de turbinas en un laxante infinto, seremos un guiño heroíco de lo diferente de tejer querubines con ternura, enroscados en sombras de la lámpara con la seña del cencerro en el origen, y con las manos de verter escalofríos al espejo vacío del alma.
La vida en nuestro planeta, entre la regulación de dolores y placeres pululando como la aviación en los desfiles, es comparable con el fuego de una estrella ardiendo gracias al atómico combustible adherido al núcleo, como también son las almas de lo que hiciere de su paño estarnos ardiendo en presencia contribuyente; pues ámbas corren paralelas como la flama sobre de la bencina; y jamás podrá haber separación entre las ideas y la existencia; por eso amigo Lorazo, habiendo llegado el momento del vals y de los antifaces es preciso en ahora cruzados sobre el mismo baile, paradójicamente para lo ideal que nos incumbe, no exista peor cuestión que el mundo de las ideas. Nos separa un abismo intransigente pero mejor hable de chulerías formales, y si por ventura vuelve a reproducir indicaciones sobrenaturales, le recomiendo preferible hacer un filtro en la mente primero, más solamente decir de lo concerniente a la coronación del Ignacio, que por la algaravía popular nadie tendrá las orejas permeables ni respaldo del interés puesto en caricias bastardas o maldiciones del por qué si. Como su lengua cuando también estuvo al servicio del espíritu santo, cuánto más conveniente sería tener sus ojos apartados del confinamiento hacia el reino de los cielos en dicotomía con la opinión saliente del razocinio. No sé como será lo que continúa, pero porque ahora sus plumas brillan como un plumero viejo eso me otorga alivio para aquel sector de mi destino imperial; inquietante y preocupada estoy embarcada en sobresalto quizás por su silencio animal de extorción subyacente; serán tabacal de chocolate las cosas que usted haya podido ver por el ojo inquisidor, no sea abstraído y glotón pues nunca más podrán castrar o enturbiar el nuevo camino empalmado con lo anterior; nadie se tomará la real molestia de hacer trascender otro tipo de ortografía fuera de lo importante sobre la hilera de pinillos; que si le digo amigo eso es lo que siento estipular, con alta correspondencia de mi unicelular hermandad; pero si la moral se ancla sobre los impulsos desorbitados, o bien los románticos avatares, eso mismo va hacer descansar la razón sobre una trizada verdad de cristal, no vale la pena; sería desatinado trazar una cruz en el paisaje como el reflejo rojo del sol debajo del horizonte; al decir de cuando veninos a este mundo, siendo lactantes no somos nada por nuestros medios, aunque luego si, y es de donde hay cuerda para la prisa de dar rienda suelta al optimismo y el agradecimiento.
En fin, podadera mediante, la preparación del predio hasta dejar proligo el todo que gira sobre el pozo, será una epidemia de ansiedad, abnegado proceso de mucha garra con suspenso; y aunque la estancia ahora está impecable, la fracción que lleva al bosque lindante un matorral insoportable; donde quedaremos a la espera de transformarlo en ribera mimada, por el milagro de la marea aproximarse; y en concordancia con aquel día tan sublime, cartón lleno. Pero todo encomillado, y pues lejos de ser un malpensar de cachar estupideces, hasta el mataburro que no muerde ignora como será la actitud del clima ante nuestros suponeres, pero como sea valdrá la pena esperar la verdad de lo cierto, y será bajo la aparición del milagro concordante que habrá gran fiesta para recordar por siempre; y ajústese el penacho para escuchar esto, tendremos allí cien mesa equipadas con manteles blancos de fina estampa, de seis comensales cada una, que irán rodeando el pozo, con también sillas plegables, centros de mesa iluminados de flores de un color ambar calcinado, en velas embueltas con tulipas de cristal reluciente. Pero todo se aprecia estar al resguardo de un silencio social equidistante, más allá de la gloria presupuesta, pues los periodista del cuarto poder, en emboscada infame, han pedido como exigencia un dinero de coima para cubrir el evento, más luego de un cabildo abierto, ni el Ginnes, ni nosotros, ni el intendente, ni patrocinador alguno, ni nadie, se han dado por aludido en querer abrir esa puerta hacia la simpática fama, fianza de pagadero avergonzante para acentuar una historia relativa; y pese a todo la fiesta será seguramente multitudinaria, pero eso si, no habrá ni cámaras, ni cameraman, ni movileros que asistan a hacer notas, ni nada que se pusiera donde rascarse de la egolatría. Entonces porque gobernador y municipales se han negado a querer pagar dicho arancel de burdo parquímetro del cuarto poder, específico como para ser entendidos como parte de las noticias valederas e importantes, igual sin noticieros ni fama estaremos firmes frente a las sanciones de la indiferencia de la coima recentida que nos pretenden hacer recaer.
Con todo si la marea llegase justo aquel día tan cercano seremos nuevos apóstoles en miniatura, e iremos de corazón a tonificar al Ignacio con nuestro aliento de bambalinas; y hasta con cabritos pues ya no habrá necesidad de dietas; por supuesto, no repunte anquilosado, sino marea protuberante y genuina, de pasados los tres metros de una y sin dudar dificultuoso, meta acareando agua dulce en grande galoneada, del caudal milagroso santo del rio firme como un vulgar caramelizar budines; y que haga falta un viaducto en vez de tablones para comprar el pan y de las tortas para el festejo póstumo; aunque el tiempo está tan lozano y regular, con el verde de los angelitos tallos asomando al volcán de la vida adiestrados como para el jardín japones, que nada hace pensar en una marea imprevista de primavera tempestiva como la de la Venecia consagrada ¿Sabía? Nadie se ha muerto desde el despertar del mesías, y ergo los viejos nuestros del rio, siempre importantes al pie de la catedral, con la servilleta como babero haciendo sonar los cubiertos sobre el tablón de las tumbas, queriendo vivir eternamente cual si la existencia fuera vapor de nubes, neblina. Y todo será dedicado a la inmaculada virgen regente que lleva la ciudad su nombre, digo, el hecho inédito de la marea presentarse en concordancia con el veintiocho, haciendo la casualidad quedar despatarrada, ya casi entrada en el nirvana de los milagros, tenida en cuenta como un agente líder de sospechado azar. Eventos leves comparados con los de la biblia santa, pero es dios de nuevo que nos saluda y nos dá cariño, seguramente para que la fé no decaiga y seamos buenos y tiernos, debidamente preparados para el nuevo milenio de una etapa reluciente; todo lo material se gasta y se percude, la gasolina también muere como el ocaso, pero en esta oportunidad dios se ha apoyado con su poder sobre el nuevo enviado, hombre apabullador de las sanciones impuestas de antemano para lograr lo que se propone, prendas donde el pueblo puede observar, del jarrón de la transpiración, los límites inapropiados de la voluntad causando efecto de catarsis para la razón quedar lubricada. Entonces por fuera de elucubrar mueblería sobre un optimismo desmedido, de ocacional dicción bien pronunciada desde el abdomen, quiero resaltarle como pincelada a ver si me lee bien los labios, que hoy tenemos la exigencia sobre la picota de los directivos del Ginnes, en pretender cuidar a fondo la salud de mi marido; que no vaya a ser que muera por motivo refractario del destino, ampollado por una hipotermia al querer unir los glaciares rotos por el efecto invernadero; pues por esto entonces se ha corrido nuevamente la fecha del festejo, y se ha fijado día nuevo para el acto del reconocimiento, y será precisamente el lunes de asueto después de las elecciones generales del domingo veintisiete de octubre, nuestro lindo mes dedicado al Colón de las Américas. Si bien jesús era cósmico, seguramente también era humano de hechura simple, falible de errores, con días de luz mental y otros quizás no tan afortunados, de pensamientos como para la exposición y de pensamientos para el olvido; no era precisamente un sofista de vista con contra frente hacia la ribera, pero igual se le anotaba todo, hasta cuando hablaba mamado; y estoy segura que tampoco era un lego de la lógica o de la dialéctica de Atenas; y entonces yo ¿Que se puede esperar de mi? Allí de yapa en el adulterio, dando clases magistrales a un pájaro de estilo burlesque, sordo y acabado; y encima venirme a gastar el swing en la culpa del promiscuo que vuelve sobre sus pasos por la última ración, valiéndome la pena un onírico momentazo redentor. Y ¿Por que no? Persona de luchar con fuste por los derechos de las mujeres en cuanto a equiparar jurisprudencia y obligaciones; de además detestar ser indirecta e insinuante, prefiriendo simplemente ser una topadora como las de la municipalidad; más nunca como usted así de metido en la melancolía de la erradicación, desmemoriado del instante próximo pasado, nauseabundo por el cóctel de la jaula con los otros pajaritos y flojo del servicio de entender como entendía, cuando arrancando bien la transmición transmitía desde cielo por sobre cualquier obstáculo de los virus; pero luego de no tener otro parangón fuera de ser un ángel, debenido en subtítulo de un nuevo empezar embrutecido, apagado como el después de una lechuza resfriada a años luz de la industrialización, piojoso sin otro vínculo que con las liendres, y matutino por falta de presupuesto sin consulta veterinaria; imposible de sonsacar los recuerdos del naranjal en cuna de la selva misionera brillando solícito en las retinas. Entonces digo, mejor entendamos la vida en este planeta, ser como las llamas del sol, comparable con aquel astro encendido e inalterable, pero aquí de mucha vida, desde las algas a los pichones de codornis, y todo por una combustión especial a favor de un camino encendido de vida, mucha vida y muy variada, suficiente en si misma hasta gastar la carga, será, quizás rumbo a un regreso parabólico, aunque sutíl, en propagarnos hacia nuevos horizontes habitados por los espíritus; y cuando las cosas salen como dios nos manda, nosotros somos humanos orgullosos y etéreos de mantenernos en prosa sin distorción; y sino luego de soportar en el despelote por fin nos convencemos del camino equivocado y aberrante. En este planeta se plasmó de una manera muy diferente a lo convecional de las estrellas el ideal del fenómeno de la combustión; aquí la flama es la vida, y seguramente el alma es su combustible. Cuando alguién tiene una manía o crispación, para quitarla de encima, es bueno crear un duplicado y hacerlo correr al mismo tiempo que el principal, impostación extraída del mundo de la imaginación haciendo colición con el presente, y entonces ese número dos, de un mismo defecto, hará mermar o simplemente desaparecer el entuerto. Es que en el número dos, de lo mismo, se produce una alteración evidente; y por ello Jehova se ha mostrado muy preocupado por la posibilidad de hacer vifurcación de la creencia. Empezando mal desde el Eden, más luego desde el nuevo comienzo, de un Noé subalterno y obvediente, con la etapa correctiva de la férrea educación impuesta por Jehova a nuestros pueblos, cuando más tarde, ya más tranquilo y confiado de los resultados del correctivo, el dios único ultrasonido volvió a predicar siendo jesúscristo superhéroe, acerca del sostén doctrinario necesario para ser realmente por fin civilizados; ahora confiado de la plataforma de hormigón armado, manejaba la hipótesis de como mucho, a lo largo y ancho de la vida terrenal, un pecado solo por persona, a lo sumo dos, en duplicado avergonzante de drenar la valiosa fé en troperías; pues entonces, a ojos vista del convulsionado hoy deberá volver y reformular la ley como antaño, pues hasta el infierno de la cárcel nos sabe complaciente, sobre todo en esta Argentina tan reicidente, en que nadie se fuga del calabozo por temor a trabajar de empleado; casi tanto como antaño, tripulación del hoy descarriada del bien, con las pobres víctimas producto de la inseguridad sumando pelotitas al rosario de maldicones por la venganza, unos y otros instalados de espanto en la hebilla del querer como riestra de chorizo al mal necesario, con además llovizna de pochoclo envenenado sobre la manzana azucarada de la locomotora. Quizás al haberse propagado las llamas de la vida por todo el planeta, mucho más que antes, dicha relacion de dios con los milagros haya mermado a niveles bajísimos, pero igual pienso que dios está atento a las ovaciones, a los quejidos del esfuerzo, y por tanto se deja ver mucho en los deportes con jugadores desplegando gran virtusismo. Como proyecto de doctrina de la perfección en el horizonte oblícuo del largo plazo, el sobrante de la marea iría a parar hacia zonas donde impera la sequía; aunque como prefacio de los festejos, donde la inclusion del agua, de momento, como para mantener la plaza y el atrio enorme despejado como cielo celeste se ha empalmado simplemente con la cloaca pública; y aprovechando ese tiempo entre la finalización del entubamiento, alertados de dilear con un aclamado mesías, los médicos infravaloran al paciente cual si fuera una eminencia, que luego de la esquila del sujeto, sería degradante verlo morir a centímetros del margen, por un vuelco imprevisto de súbita adversidad, entonces le sugirieron a Poncini, que antes de darle el alta mejor se arme de paciencia, y se exponga a unos chequeos médicos, preventivos, y los directivos del Ginnes, en especie de intinerario formal, están presionando para el mismo lado de la responsabilidad facultativa. Pero en esta oportunidad, con la libertad de prensa amordazada, si la marea llegase a coincidir con el festejo de la coronación de mi marido, iremos a conciderar dicho evento natural cual una evidente presencia de la dimención divina de los milagros de dios, y por tanto iremos a festejar rabiosos haciendo gala en nuestra aldea de la felicidad obtenida; sabido es que en la ley de mercado las cosas buenas prevalecen y a las malas nos la compra nadie, entonces el pueblo de Luján a creado un sistema de apuesta clandestino, donde ya hay un pozo suculento como la polenta con queso, grande hasta el cielo y cristalino como el agua. Entonces para los apostadores del si, si viene la marea y coincide con el día programado, ávidos están del agua desbordarse en el día del reconocimiento; que hasta dan doble contra sencillo en favor de la marea presentarse como regida por una orden, coincidencia estipulada cual un milagro genuino; y será precisamente cuando, pese a mi relativa conducta infiel, mi marido empieze a tener sus apóstoles; dentre los que me encuentro, y así poder festejar la libertad del cielo entre los muchos del Si, en apostar por la marea presentarse arrastrada por dios. Y precisamente los milagros que recaen sobre cada profeta, hechos positivo e insólitos, portentosos y sorprendentes, son el factor principal como para luego fiarse de los propios dichos del mesías, que ahora se tornan confiables; porque el elegido además conversa con dios o en sus sueños él le dice como actuar siempre para mejorar lo imperante; y habida cuenta de la cruenta lucha por sostener la fé cual un valuarte hoy tenemos a los científicos top como los primeros en renegar de las religiones; un mapa complicado si es que se tiene apuro. Y en esa hora de evaluar al mesías junto con los milagros, requisito imprenscindible y emancipador de la acción de dudar, que sin esa manifestación celestial a divulgarse por lo admirable sería imposible hacer un vaticinio favorable como para empezar a creer con favor de nadie; por tanto se exige y se requiere gran cantidad de milagros, y una conección prolongada en el calendario de algo fabuloso irrumpiendo en la cruda realidad cual algo preterrenal; y como tal una carta de presentación, una prueba evidente e inmutable. Y el profeta o mesías de turno, vendría a ser como un representante de los intereses del supremo, de quien finalmente se sospecha ser el propìo todopoderoso encarnado en una persona común; en definitiva nacida a su imagen y semejanza en cuanto humanidad. Por empezar si en el pasado no hubiera habido milagros suculentos hoy nadie se acordaría de dios ni haciéndonos sus gracias al momento; y tras cartón al pobre denegado, en el resumen del compendio mental, se lo deportaría allá por el sector de lo escéptico, a las mismas ínfulas del imaginario más recondito. Paradójicamente hablando, esto mismo de creer en los milagros, es el gran caldo de cultivo para la otra parte de la población de los devotos, en terminar siendo unos agnósticos hacia el abordaje total del descreer en todo lo concerniente a religión, que la historia siempre miente o exagera las visiones subjetivas; por tanto es sensato ser escépticos si es que no se lo ha visto con las propias anafes visuales; y para ello se ha inventado la fé, un sentimiento ciego como para ceñirse sin chance precautoria a cuenta del crédito invertido. Pero mejor vayamos por parte pues además tenemos en el antiguo testamento la permanente mensión de diferentes dioses, quizás uno por cada pueblo; o tal vez el mantra era una llave que habría las puertas del paraíso; eso la biblia habla de diferentes dioses pero son llaves para dios presentarse con sus milagros ¿Quien no le ha rezado a Papá Noel siendo un grandulote para obtener un regalo? Y debajo pululando, el infierno tortuoso, con sargentos dormilones bebedores de hiel por lo que callan, y todos en la fragua del alcohol arriba de los cuarenta grados, de apolillar profundo como perros a los pies del aposento de los gerarcas nazis, deseando estropear cuerpos y mentes del mundo, como sea, para luego las almas huír como burbujas de la spid cola, pero jamás de ambicionar la vida llana y simple de una sonrisa tierna y caritativa. Por ello el mensaje de dios por medio de cristo mesías no es para tomar con pinzas, de igual de simple, más simple de lo estipulado, que pensar y existir son parte de una misma cosa y por ello en su discurso iva adosado el amor exultante con palabras sentidas que la historia aceptó perfectamente; y se refiere principalmente a la necesidad de creer en un dios y en una escala de valores que van del bien próspero hasta el mal que empeora. Y por sobre el tumulto de elucubraciones de la mente afiebrada de ignorancia, Platón, en un puar de la inteligencia, que bien podría juzgarse cual algo sobre natural o milagroso, decía que primero hay una dimensión extra donde moran las cosas en asimilación de una conquista, más recién luego se materializan en ésta hoguera que es la vida; es decir todo existe desde antes de materializarse, en un estado ideal de imágenes consagradas. De la idea al objetivo siempre hay una linea recta, pero para agudizar la inteligencia son importantes los ciclos y tender a detener la marcha con el descanso para evitar crear un trayecto largísimo y único; o sea pruebe de sentarse en doce sillas diferentes, y así vivir un buen momento de un ciclo por cada una, para luego dormir profundamente; con soñar mucho en concordancia al propio sueño de nuestro dios primero; más, si en vez de doce asientos fueran cuatrocientos, cualquiera podría llegar a desaparecer de donde está y aparecer en otro momento; que si la vida en este planeta fuera parte de un soñar del todopoderoso seguramente los políticos con sus bombas lo irán a despertar sin miramiento. Y cual la linea recta sin interrupciones todo aquel itinerario permanente que aplicó conmigo, sin el debido descanso que evita el embrutecer potente, ahí tiene pués el motivo de perder los privilegios de profeta, que de su parte hubiera sido importante no cuidarme tanto y disfrutar de lo bueno para serguir siendo un fenómeno inmaculado; y por ser pájaro inclaudicable brindando afirmaciones de si una cosa si u otra cosa no, con pico de pava de respingado dolor, de golpe quedaste en el espacio hecho un borrado apremiante inverso referente de todos, y entonces ahora eres un imposible de concebir cual un ángel escogido; ave vacante de lascivo interrogante, loro sagrado abriendo una zanja tremenda de duda por adonde van cayendo los ilusos de siempre; que así antes fuistes loro gigante, sin excusas un didáctico tecnólogo de espantarme la mugrería, después la vida silvestre te volvió a lidiar con lo apagado de la muerte, haciéndote volar la fé al demonio luego de un trayecto mullido de creencia, de perfección sin gajes y con el amparo del cielo. Estoy al grato momento con los dones de la conciencia manchada de fobia hacia usted, y para con los deberes entregada a un nuevo mundo que recien comienza a patalear. Habrase visto como se expande la corrosión sobre el vidriar del alma y el dinero se me esfuma como una espuma de mar; y yo adúltera teniendo que adivinar si sabe las benditas noticias del día hoy, novedades sulfatadas de embergadura inherente; porque en cuanto a lo nuestro mejor será adosar falta de una explicacion de los detalles y no empezar a entorpecer el nuevo milenio de cónyuges y presidentes en descalabrado sermón de girasoles. Sustentado por las reservas del estado, para los de la derecha liberal, el dinero es un papel circulante pero con un valor real, cual la dureza de la materialidad; donde al nacer todos somos pobres más luego solo un mínimo porcentaje se salva, otros tantos andan bien, y el ochenta por ciento restante sigue esa senda feliz pero a los saltos por un biscocho. Y allí se anda, en las típicas populares manifestaciones, la iracunda acción represiva, dando pie para las ambulancias, los carro de asalto y las detenciones, como de costumbre tratando de refrenar el hambre expuesta en las plazas como un paradigma inamovible. Aunque por otro lado, para la izquierda romántica, el dinero es corte y confección de una alianza relativa al servicio del bienestar común y las necesidades sociales, donde en un sistema capitalista es la banca de los privados pudientes lo que debe, con reponsabilidad, oficiar de sustento. Como sea, en la diferencia, en nada concuerda el hedonismo de la sodomía de andar unidos a los cachetazos, bailando en desacuerdo con la poligamia de la Polinecia instalada en nuestras cachas. Aunque mal vista, veo la vida sin aire y con plumas como las tuyas, con los partícipes etiquetados en la interrogancia con el rótulo de prohibido, de un imperio viril bien conformado intentando exelentemente revivir la alegría de un volcán taponado de insatisfacción. Entonces, aclarado esto de lo que me cuesta la perolata, en exclusivo le cuento, hoy es domingo de primarias, doce de agosto, día de las PASOS, y ya siendo las veinte horas, basta de pueril impaciencia, que como era de suponer por amplio margen del anotador, sin llamativo resuello de la fusta, la ganadora es Cristina; era de esperar la dupla del mismo apellido avasallar. Y entonces en esta contienda de políticos mesiánicos locales frente a la abultada deuda externa extranjera, tenemos que no queda recoveco para la vuelta atrás, e imposible retrocer en el tiempo, y más en vano aun llorar lágrimas de deseos incumplidos, pues el voto se encuentra cerrado dentro de la urna bajo disposición del recuento de los fiscales y la junta electoral; la suerte ya está hechada como quien dice, la verdad nuestra hacia estos candidatos tan prometedores de engalanar a la patria esplendorosa. Hoy en la hora de cenar, de un invierno saliente, perfectamente sabemos ganadora por afano a la dama señora de las cinco décadas, protectora del mal, y aunque faltando mucho para el conteo final, en un resultado inamovible pareciera, pues a dos horas de cerrado el comicio, en boca de urna no más, ya se hace evidente al Frente de Todos imponerse por la friolera del cuarenta y siete por ciento de los votos. Estamos predestinados por el combustible del alma, pero a la vez hay una diferencia de potencial hacia el libre albedrío, costoso de comprender, pues la muerte es rígida dando paso a lo nuevo saliéndo de atrás, en las formas del carburante en chocarse leves y amalgarse del amor en formas ondulantes, supeditadas las llamas al rezo del alma potable y del combustible totalizador; cuando uno estafa o miente, parte del combustible del alma a perdido el gas que lo hacía pontente, apto para estallar; pero si por el contrario ayuda, enseña un verdad, predispone al cielo a mostrarse como una película con entrada gratuita. Vivo con un entorno pueblerino adosado al pecho, imposibilitada de pasar inadvertida entre un tocaso de suspirar peyorativo y permanente, con miradas de reojo merodeando cuasi como los sabuesos.
En contrasentido de mi miedo de pensarlo alcauete, usted Lorito, por medio de Lorazo no me pueden hacer esto de desconectarse y dejar de hablarnos, que luego si se cumplen los vaticinios anunciados, lo pensábamos usar como prueba en que dios, al margen de Jesús, está hoy entre nosotros muy interesado en hacerse alegremente notar, y así reforzar la fé acaso desgastada por la desigualdades del tiempo; pero que lástima venir a desconectarse justo en el momento más trascendental de esta historia, de tanta lluvia de noticias de capa y espada amontonadas en los buroses; aunque si la marea viene justo al momento de la coronación, van a canonizar al Ignacio como santo antena en la tierra del paraíso, con aspiración a arlequín enviado del propio seno del todopoderoso; y ahí lo veíamos a usted, con la historia de sus razones inteligentes adosadas al tamaño, haciendo refuerzo de la tanta divinidad cosechada; de la marea llenar el pozo ese día veintiocho, tienen planeado, en especie de karaoke sagrado, que cada comensal invitado vaya a pronunciar un discuro hacia a ese cielo presente de cara a cara entre nosotros; y así saludar a dios al momento de su milagrosa presencia del rio; pero eso si, por cuestiones de operatividad los discursos de tan solamente quince minutos por cada vocal que se postule; y ahí de resonancia de ultratumba cual broche de la sobrenaturalidad manifestada desde el comienzo, contaba con sus palabras puestas como rotunda evidencia del cielo a domicilio en nuestra tierna materialidad al servicio del prócer. Además de todo estarán los restos del mega asado, freezeados desde la conquista, dedicados para unas pocas mesas especiales donde vendrán cocineros afamados de todas partes del mundo, para más luego captar las opiniones públicas del sabor con el especiar de la casualidad, sin truco ni agrio de cada trozo o chuleta; y aceradas cual hoz quedarán las narices del aroma del alimento variado de diferentes bípedos y de especies de cuadrúpedos del mundo.
Oh dios que nos has creado con tanta dedicación y paternal preocupación, gracias te damos por tanto empeño solidario y gracias por los tantos milagros encantadores, que sea tu voz y tu presencia siempre vigente, ante nuestra obediencia necesaria como parte de la retribución; pasa que aquí consustanciados con el aire nos sentimos tan vivos y tan autosuficientes, con todo tan perfectamente funsionando, que nos apetece un gran amor por la libertad cual una gesta indivisible; y los impulsos de felicidad son también nuestro orgullo, junto con el espacio que ocupamos de saberlo nuestro, y dominarlo a fondo como los niños sus golosinas; pero todos en algún momento vagamos implorando por tu ayuda, al darnos cuenta de los valores escenciales siempre en la mano del viento, siempre en el frágil rocío, entonces nos cae una conciencia de generosidad como salida del corazón en parecernos frutos todos del mismo equipo campeón.


Joe: Al desafiando de la terapia tuya como para dormir de corrido y así soñar casi como estar viviendo una segunda vida, pero con el consejo metodológico de tu marido (De puro leguleyo en el desenfreno del contrarestar) de idas y vueltas como sacando lustre, con los trescientos metros en acariciar una baranda apoyando la mano en el madero liso; y por tu lado, para conseguir un mismo resultado, al son de un diferente régimen, diametralmente distinto de como vos decís, que lo tuyo se logra no por frotación del lomo de una empalizada sino por virtud de sentarte durante la tarde en esos doce asientos dichosos, de riguroso por cada asiento pasar el tiempo con unos preciosos momentos de apenas pocos minutos placenteros, y así lograr, cual si el alma se cargase de póstumo cansancio, establecer por otra vía lo mismo de ese dormir tan profundo de eficiencia incomparable; que de ser sincero, los he provado a todos, y aunque el tuyo requiere un procedimiento como para un jubilado, pienso que es más potente casi como tomar una caja de barbitúricos, que finalmente es lo que preferiría hacer, clavarme una pastilla al crepúsculo y a otra cosa mariposa; pero adonde pretendo llegar con esta presentación memorativa es a esa sentencia final tan rimbombante, donde como respuestas a la pregunta de que pasa si uno se sienta más veces que doce, donde allí aseguras que a los cuatrocientos asientos de sentarte de corrido de seguro te desmaterializarás cristiano del aquí primero, y luego de un pasaje por el más allá, enseguida volverás a retornar judío compadre a los pocos metros o kilómetros; que mira tu como me sirve de ejemplo de ilustrar lo mío importante de decir, en cuanto a esa dimensión ideal de donde venimos sin trauma, que de ser así perfectamente podemos demostrar haber otra realidad inmaterial de solamente imágenes, de donde seres vivos hayan venido desde donde nunca más han podido regresar; porqué ese dios yhvh de allí, en los comienzos, los puso aquí con la misión de crear un pueblo, dedicado para él, entre otras cosas resultando que al pronunciar los sonidos de las vocales, fueron irrumpiendo, el gozo cual enredadera, y el dolor cual llamado de antención de tener que comportarse de una determinada manera; y por estos diferentes sentimientos nuevos, todas las criaturas de solo ser imágenes se trastocaron tanto hasta hacerse por demás concretos cual el metal, de carne hueso y pellejo, en la misión de educadamente conquistar la estepa.
Que se yo, mirá, porque no creo en nada de nada de toda esta paparruchada del reconocimiento, aparte, entre tanto despropósito mundano, quisiera por favor princesa mía no me vayas a pedir pronunciar discurso alguno en favor del ahora delgado ángelito escandaloso, que ni por las tapas pienso ni remotamente subirme al estrado, y ahí títere, sentado en el pupitre del burrito del teniente, ruborizado de centrífuga verguenza, decir palabra en favor de ese rufián de traicionar la fé con aquello del chabacano oportunismo; con así, camuflado en el sarcasmo de la ira, de hablar engreído, decir pavadas equiparadas con los chirridos del averno, en favor de este profeta protector de tu marido, estafador y apasionado candidato a mesías de cuarta categoría. O en tal caso, muy remotamente, a lo mejor pudiera dignarme, por ahí de los por allí lejanos, en que sé yo dudando de mi reciente pasada afirmación categórica, a lo mejor podría dedicar, gustoso de gustarme hablar de quien creó las bases sólidas primeras del universo alegre, más luego de todo de los todos existentes, alguna que otra palabra referida, llámenlo como lo quieran llamar, al único y verdadero dios del universo, el único, todopoderoso, altivo, supremo, dios, a secas; y la feliz espera por la coincidencia de lo nuestro coronarse con la bendita marea, como una oreja quizás de casualidad rimbombante, más nunca causalidad perjeñada, como para coronar una dieta forzada en vida vegetativa, sospechada de paradigma milagroso por el ilógico despertar con los kilos requeridos antes del suceso lamentable; pero en definitiva la marea presentarse al momento del reconocimiento deportivo, una linda coincidencia de refrescarnos la certeza y también la confianza puesta en el señor desde hace tantísimos lustros. Pero que digo tiernizado como cordero en la leche, que ningún milagro santo puede provocar ese hombre marido tuyo becado por la curiosidad; que acaso despertó pero porque dormía de la tanta comilona, panzada de insospechable volumen y precio; pasa que la gente está aburrida y se divierte con cualquier cosa ¿Y si no, tamaño evento, como no habría de trascender al mundo? Aparte con el por allá de la demagogia, en el bosque coqueto, por gracia del cantado resultado de la elección general, un tesoro de olla popular dedicado para los sin tierra, y nosotros, desde un páramo de indiferencia, convidados de piedra, pareciendo almaceneros de alma enlodada de estanterías repletas de ideas teológicas, para un discurso sin plafón pues la marea jamás se presentará como aseguran, y si lo hiciera por cierto sería algo respetable, interesante, llamativo a medias, pues por el derretirse de los glaciares abunda la brisa fresca que convinada con el solazo van provocando tremendos vientos; y si llegase a soplar suedestada en el día de asueto allí estará la marea concreta disfrazada de león gigante; pero y si no, quien asume tamaño embole. Más si esa casualidad, ciertamente posible, al fin vieniese inoportuna, cuando esté llena la laguna y la gente vitoree, mientras los curas del recambio, empapados, pero no del papa sino de miseria, se ahogen irremediables e inspirados, a mi ya nada me importará, que si puedo, más que recupertate no deseo, solo eso, y que inclusive perezca todo mi ganado en una cantidad ilimitada que abarque el total de la sagrada familia de la reserva, que más luego de viejo total recién ahí con una pata en el cielo empezaré a tener condolencia de adorar a este camaleón miserable; una pura mentira grande como el otro pozo aquel oficiado de nuestro amor. Por eso en este apéndice de la Argentina actual que resulta ser tu marido por encima del propio Hijitus, es como recién decía tranquilo, esa parte de la biblia donde luego del génesis precisamente se empiezan a mezclar los hijos de Adán y Eva (Aparecidos adultos como gallinas que ponen huevos) y estos hijos continuaron apareándose con bestias de aspecto humano, venidos, como también los cerdos y los peces sin escamas, de bacterias del agua estancada en criaturas que evolucionan siempre, más luego apareados con esos hijos de jehova, ideales, aun etéreos de padres del cielo apenas recién creados en la recámara del edén, con un posterior traspaso sin trauma de aquella dimención inmaterial a esta dura fogata que nos pone a prueba. Y ambas corrientes de vida, todos mezclados, con igualdad de oportunidades como los de hoy día, peronistas, radicales, gorilas, y troskistas. Que se yo, mirá, porque no creo en nada de nada, de toda esta paparruchada del reconocimiento, entre tanto despropósito mundano, quisiera por favor, princesa mía, no me vayas a pedir pronunciar discurso alguno en favor del ahora delgado ángelito escandaloso, que ni empujado pienso remotamente subirme al estrado, y ahí títere, sentado en el pupitre del burrito del teniente, ruborizado de centrífuga verguenza, decir palabra en favor de ese rufián de traicionar la fé con aquello del chabacano oportunismo; con así, camuflado en el sarcasmo de la ira, de hablar engreído, decir pavadas equiparadas con los chirridos del averno, en favor de este profeta protector de tu marido, estafador y apasionado candidato a mesías de cuarta categoría. Estoy en la ruina por este hombre pero por la rareza que conyeva lo complicado previvo por gracia a las bondades de su señora. Como sea que resulte, más allá de brindar un discurso o no, para el acto de reconocimiento, apuesto y gentil caballero metido en historia extraña, exigo de ti, como para yo poder transitar sin caer en la tropezada, que antes de nada subas al estrado y en breves palabras vayas dejando bien asentado el porqué aun continúo en la comparsa de este entrevero de amores subyugado, idiota e imnotizado, con la inclusión en esta novela de enriedos, insistiendo vanamente en sufrir como propias las proezas del resucitado, con tal de permanecer con la esposa que me hubo endosado el tan idializado mismo. Y en tal caso, vos retractarte por partida doble, entonces al revés de la negativa gustoso iré a participar con una vívida fraseología incluída de palabras suculentas y sorpresivas, pero, en desvío de lo que se supondría, en funsión de un severo llamado de atención acerca de ese hombre engañador; seguramente en ese momento parado frente a mi en un podio de escarmio, donde igual iré a acceder en testimonear, pero pero pero, sobre la barbarie del pueblo en vitorear al farsante; y en tal caso diré algún discurso adosado aunque me lluevan huertas y verdulerías, relacionado a nuestro santo aguante de aguantar en el aguante, relacionado con las peripecias de soportar al expansivo con los propios dolores de jesús en la cruz. Como sea que resulte está historia particular del pleamar bendito, del trapaso del momento mío hacia lo nuevo del devenir inevitable, aun así rezonge o patalee como el pinguino sobre la nieve del asalariado, pronto me irán desplazando del prestigioso puesto de guardaparque, de cuidar la naturaleza, al justo jubilar luego de tanto rezongar con tu marido. Aunque desde luego, como es previcible de esperar, sin equivaler este baticinio a ninguna ciencia de grasitú de focas, igual a como haces tú de hecho dejándome en el pabellón de la lujuria al son del pellejo contaminado de burla, más por siempre en estos gobiernos peronistas, por la propia gravedad del sistema con el pretexto de la emergencia, de fraudolento operar, seguirá imperando la resta del restarle al mejor contribuyente para dar al que menos cobra, que seguramente con el treinta porciento de menos será la poda de mi honorario rasurada, pues para éste gobierno fernandista lo primero consistirá en sacar de las buenas jubilaciones, de los que nos hemos desgañitado el lomo sobre el calendario impaciente, para bonificar esas otras jubilaciones universales de los vagos de arrastre, donde el tiempo es siempre una primavera estancada en sol, sombra y brisa, y también las pensiones mínimas y agraciadas en general; que aunque no quiera quedaré perdiendo por todos lados y así mascullando pensamientos ezquisoides. Jugaste conmigo y usaste nuestro afecto como un fragua de crear una escapatoria, salvocanducto que ahora en la zaranda de la renovación utilizas para regresar a la misma situación del principio, odisea maldita de holocaustos con humitos que tanto te subyugaron; y en ámbos casos lo veo en tus ojos rabiosamente tornasolados de placer, y tus miembros preferidos ser una nube de algodón como la ruleta siempre clavada en el verde cero; pero yo sin coletazo alguno continúo bajo el fuego fatal de mi despilfarro afectivo, mientras tú te permites amarme sola hasta ese día de asueto y de reconocimento póstumo, desde ya haciendo sentencia desfavorable al decirlo, del preferir escapar a predicar un nuevo testamento de sin siquiera dar aliento a un posible retruque; y yo a la vez iluso de equivocarme fulero en mi amor invertido en bonos de no vale un beso, más entonces allí me verás lejano, como un hogar que ofrece una salida potable, de andar sentándome en los diferentes asientos al soñar contigo, pero del prostíbulo viejo bajo el acariciar de pezuñas esmaltadas de rojo carmensí ¿Como pude haber sido yo un protector de la naturaleza, en pleno uso de la actividad de guardapraque, y a la vez, con un rey depredador de mi propia naturaleza, enamorarme de la vecina más codiciada del planeta, colocando mi fauna de seres invalorables como sonajeros al servicio del bebote del pueblo, con luego quedando en el guiño de la derrota manejando un inevitable e inmerecido reproche? Y en el te quiero muchacha, al estar los dos pasándola tan bien, uno de golpe sé pregunta ¿Dá lo mismo entender que no entender o hablar estupideces que decir cosas ciertas, mientras tanto con tu marido en la joda de hacer saltar la banca y quedarse con todo el cariño de la comarca? Aunque por cierto, de haberte conocido primero, después cotejado ante el as de los estafadores, último en la tabla desojando la margarita quedo, siendo trapo abandonado en cucha de doña ajena. Pero justo por ello, con el rumbo preciso, redentor y vulcanizado, tengo pensado mandarme mudar al Ph mío, y aparte de tu recuerdo, cual un Noé, me llevaré algunos animalitos vivos, pájaros de muchos colores al piar de la lechuga, con Lorazo a la cabeza incluído, donde, por supuesto, tampoco haré un disfraz de él mi amigo; él sin remedio está viejito como nosotros dos y a lo mejor más que nunca necesite de mi ayuda, como para seguir aunque más no sea de cabeza gacha; y además entonces por la venganza justificable de agredir con plomo y pólvora por lo ocurrido en esta etapa de vida, sin prolegómeno y con la relajación del deberer cumplido, me iré cantando bajito, de cara al nuevo milenio que recién comienza, una con melodía de Pavarotti o bien pues una entera del Chaqueño Palavicini ¡Ilusos! Ilusos atrapados en lo referido a este milagro sesancional del resultando el tipo despertar del coma profundo, y al son del híbrido suceso el pueblo vitorear peor que con Evita, siguiendo la señora comparsa comprando mucho de este papel picado fucsia a base de maple de huevos podridos de ensueño; acto sorprendente si se lo evalúa soslayando estar la fé enquilozada, sistemáticamente vapuleada, de sucesivos instantes roídos y despedazados por el afán del agnosticismo en equiparar la reparija cual si fuéramos tonos y semitonos de una batucada, negras y corcheas de un creo en dios pero mejor me bajo del upa babucha; y del árbol que nos tapa el bosque con sus frutos prohibidos de tan siquiera probar, tenemos hoy los testimonios consagrados del azar solicitando al alma fuerzas del poder usufructuar poder de adaptación; por ende resultando en el ahora místico de golpe y porrazo renovarse la creencia en la proclamación de un personaje desviado de lo santo, iso facto considerado casi como creador coautor del ilustre mundo, quedando sin precedente posicionado en la grilla de partida primero a la par del dios único, cual si se tratase de una cocina de autor donde los ingredientes se mezclan intuitivamente, más luego cada comensal opina lo que le viene al paladar embriagado por los aderesos; entonces nos queda que el tipo se despertó, y en santiamén, a propios y ajenos nos puso de lleno sobre lo llovido del cielo incrédulo del cristianismo de Jesús, sobre lo escandaloso de tener que adorar cosa apartada de nuestro pueblo de Luján, y entonces lo bueno y lo malo entreverados, mezclados dando igual ser mal visto que bien junado, con ahora del ahora de abarcarse un traspaso gubernamental, cual coro de la catedral, para el día maldito de asueto en coletazo del sufragio general, tener que desdoblarnos en festejo donde lo más feo es lo más lindo, quedando el intruso de tu esposo, al instante de quitar la modorra, por default impreso en el friso del transitando panegírico a la par de los nuestros santos y santas, del calendario de devotos de la escuadra católica apostólica y romana; casi con dios de yapa comprando esa oferta del nuevo porvenir, a los pies del embrión nefasto, quizás ilusamente haciendo venir la marea cual si fuera un colchonero a domicilio, o como vigilante dadiboso de lo general de su sueño al particular anhelo de ofrecernos demostración milagrosa a la práctica diaria del rezar en su nombre. Por otro lado quedando claro que tampoco a mi y a vos nos servirá pemanecer vagando como toros de pamplona entre la multitud de corazones subyugados; y como se observa pragmático, aunque en océano de eróticas sensaciones, de un todo a un cero enamora de mi; de uno y otro pretendiente al desvariar con purpurina de oro en las vicisitudes del tiempo, con vos de asistente hacia la causa caprichosa avivando las llamas dentro del propio incendio de su mística propagada, con yo vendado los ojos haciéndo mover la cuna hasta caérseme la noche en la cabeza por inefable idiota. Y enseguida el caradura se despertó dando zarpazos y diciendo: Denme la sirvienta para acá; y por supuesto, trascartón, ella, la muy señorita, chocha y bien alimentada, perspicáz le lavó el cerebro conque la señora Mabel se vino conmigo, que no pudo aguantar tanto desapego en abandono transversal del destino; y él sintiendo escapársele la idea esa de sostener la historieta bajo el yugo de su argumento, enseguida arremete, y continúa dando zancos por la ciudad en busca de salchichas, diciendo esto es mío, esto es mío, ahora soy más que un creador, algo parecido a un mesías, esto es mío, esto es mío, todo es mío, mi mujer y todo. Y entonces en todas esta largas horas la santa Hortensia insistiendo con eso de que te fuistes con otro, conque tu vienes furtiva a meter tus guampas conmigo; y él cabeza hueca de nuevo insistiendo apenas conque: Quiero estar en mi casa, de paso echen a mi cuñado ocupa, no veo la hora de estar con los rinocerontes; entonces por ahí ahora escapa del tomógrafo y se apersona a nada más decir devuélvanme los rinocerontes, devuélvanme lo que es mío. Ya verás después cuando salga con el alta de los ginnes, insistirá nuevamente conque los rinocerontes le pertenecen, conque vos vuelvas para el rancho de inmediato, y así siguirá conque aquí empieza una nueva era, era donde solo serán de su pueblo los que se comporten de una determinada manera; con al final evolucionar desde pretender crear un pueblo a su manera a ser directamente el propio todopoderoso de hasta los agujeros negros. Él, tonto ilusionado en emular al universo, de recién despierto del reviente no más, pregona las coherencias sin lógica de aquel sueño obtenido cual fase de una historia real, y entonces, así dice y enseña los cursos de su sueño transitado ininterrumpidamente, que hasta a trascendido ya lo que el isber va mostrando del elegido, y de seguro ha de ser verdad sentida como cierta con la fé del repatriado, éste decir salido del alma errante; lo que dice claro y no el contenido: El sistema de este mundo es el de una hoguera estrella; pero de una manera especial es que arde su combustible robustamente formado de almas; que hasta el agua que moja es fuego, con sus peces anotados como chispas; es un fuego tan especial, que somos nosotros mismos ardiendo al compás del conjunto de otras estrellas del universo; entonces por verdad que se maneje, el aborto para la escencia divina es tarea diabólica de sofocar nuestras llamas en funsión de una justicia de los humanos; y por ello el sistema después reacciona en forma de castigar por algún lado medianamente vulnerable. Suena lindo, pero ya ves, desacompasado con los tiempos, que ni en eso la envoca el pobre.
Vaya que viento; justo al estertor de un día resuelto, un epílogo dedicado hablar de satanás el genocida hace a los árboles sacudirse como nunca, sufriedo de espasmo de capricho por un helado, en riña de vocales jugetitos de dios parecen; y no me mires con esa cara de te lo ruego, pues sin ofensa es así de correcto lo que digo, de en efecto pensar de tu marido ser el mismo diablo encarnado en una bestia peluda venida de la época de los dinosaurios. Ahora más conforme y distendido por lo que vengo diciendo, les informo como para luego no sorprenderse, que sin misericordia iré a combatir con las armas de los postergados, bajo el amparo de la verdad del légitimo amor furtivo, valedero pero paralelo de las leyes nacionales, aunque amor al fin de encomendar al cielo único donde mora la escencia pura y el esplendor. Dale comete otro pastelito que si total después hago más. Pero mientras tanto mejor termino de redondear acerca de mi postura ante este cambalache de conciderar a tu esposo como parte de una divinidad última, que por favor así no sea, más por ello, pensándolo seriamente, mejor para ese ventiocho, día de asueto, me disfrazo de hombre invisible y la paso inadvertido, desapercivido, invisible transparente imposible de restituirse en la materialidad; tenían que buscar ese día de asueto, asueto de descansar y alistar las aulas; digo para el día de la inaguración tan mentada. Además, sumado a todo, tenemos que en el manotazo de ahogado ha cazado una mariposa en la variante de seducir a la cocinera; aparte de quererte a ti en volantazo en si por las dudas la piba no le pasa bola; y ay mi dueña traicionera de fulgurante pretender traspasarme los hombros con el sarcásmo de la ambivalente ironía, no me dejes por favor al incitar de la despedida que sin ti soy otro al cual no deseo al espejo mirar menesteroso; igual me atrevo a tu pretención denegar de mi consentimiento terrenal, pues jamás te será posible conseguir escapar del jubileo con mis brazos de Hércules titán ¿Como puede ser reconocido como delicado ángel, alguién que comía y sus dientes postizos ivan a la panza entreverados con los bocados? Asi como tus doce asientos, de pasar unos momentos de ocho o diez minutos de agradable paciencia, depara sueño y ganas de soñar, o como alerta el ídolo en situ, el planeta éste es una estrella que arde de manera especial, u otra opción de ejemplo prepiza, aunque el universo material se proyecte sobre un espacio oscuro de la no existencia, donde luego dios de una, en un todo adentro nada afuera, en compulsiva colocación de la perdigonada, inocentemente pone enorme cantidad de partículas subatómicas, monumental cantidad donde finalmente se agrupan y superponen, digo y ahora si el decir será lo que subrayo como mío, yo creo que la biblia, a los trancos cortos pero seguros como los del asno, deja entrever que la mujer es la encomendada, de roles de un engranaje complicado, ideal para ser especialmente una diosa del agua, y de las lluvias luego de la consiguiente evaporación; entonces ilustro diciendo que la reina Vasti, quien debería, cual Sócrates, haber tenido mejor trascendencia, quizás tratando de evitar las inundaciones mentales hacia el pueblo de Susa a sus pies, desobedeció al rey Asuero de Persia y Media, negando su presencia a un banquete popular muy importante de allí, allá por el tercer año de su reinado; entonces por la ira del rey encolerizado y mal aconsejado, fue pues la reina Vasti de inmediato destronada, más luego de una búsqueda interesante, entre las jóvenes vírgenes del reino, renglón seguido, fue reemplazada por la carismática y bella Ester, hija de Mardoqueo; y por consiguiente el agua se les subió a la cabeza a todos los de la gran provincia, comenzando a operar los edemas cerebrales en hacer de las suyas para el lado de los tomates, sucediéndose las enormes matanzas posteriores hacia los enemigos de los judíos, en ese momento en conspiración flagrante, más luego así Ester logró establer los días Purím como una fiesta recordatoria de esta gesta asesina de reivindicar; y por esto mismo, con Cristina al poder, una pila de años después, pasará lo mismo aquí donde por el mismo motivo todos nos volveremos locos de matarnos unos a otros ¿Y ves? De analizar tanto la historia y los pormenores de la vida, de intelectualizar lo inintelectualizable, hoy nosotros mismos no quedamos enganchados en un suspenso absurdo como estancados en un imaginario religioso inexistente e impuesto por causa de la acción de tu marido; como en ético museo de tétricas graderías quedamos pues haciendo despilfarro de imágenes alejadas de las fórmulas, para ver si por ahí embocamos una sentencia potable de adjuntar para la teología nueva de éste invento de ustedes; y más luego por estar concentrados en cosa ajena, en el amázame te lo ruego para la mazmorra del placer chabacano mantener vigente, nuestra pasión involucrada hace agua por el pabilo amarrete, que al olvidar al pasado inmediato, tan bonito pero de pecado mortal por no disfrutarse enteramente, debemos empezar un ciclo amoroso nuestro desde cero cual si no hubiera ocurrido nunca nada anteriormente, cuando lo pasado fue apenas hace un segundo; y en el míralo más no me toques que prefiero la ventizca del susurro, pero aun hazlo sensual por la tregua de la lengua del cadete prisionero, queda clarísimo que lo cotidiano de otro mundo superpuesto al tramo del suéltame que soy parte de un atolladero, es el agente disolvente de la práctica necesaria establecida como la principal, pero de fortaleza ambigua la trama del presente cautivado por otros menesteres de urgencia innecesaria ¿Y pregunto, hasta cuando piensan ustedes manejarme la existencia? Como enjambre antiguo al desguase de lo nuevo, hoy insistimos en dar al vecino campeón, con apresto renovado de marital estampa, entrada libre dejando así entrar alzándose con la copa de la salud haciendo estragos en nuestra hermosa unión de hecho establecida hace un buen tiempo, girones de pedazos de un sofrito desde donde, de un manatial de alivio primero, ahora nos cae el etofado crudo sobre la frazada cuadrillé; y justo al momentos tan piola de tendones con lustre, de golpe nos queda empaquetado el romance en una conserva de pirámide. Y entonces los instantes sublimes recién olvidados por volver sobre un asunto ido, nos enriedan los efluvios de la juventud del gozar en malla de enanos sonrientes con caretas de Riquelme, bajitos cléricos haciendo mutis por la retaguardia inconformes y pesadumbrados; además por tu infalible ternura destinada al público de contado contribuyente de pronto haces renovar al innombrable en la robusta alcurnia del chau san se acabó todo, con la verdad de un sentimiento complaciente para mi desfavorable; aunque espera, que en lo absurdo del momento seremos para mañana una equis cantidad de escarmiento, después de esta noche linda de dormir con un solo ojo, vertiendo meta felicidad a los sentidos en merecida suerte, como fibra en regazos de diferentes tiempos con arena de menos en el desierto angustiante, pero de proteica experiencia para nuestro recuerdo indestructible. Y como parte de una última cena, de postre seré la frutilla de recordar así de circuncidado cual afiche de un pez en pecera sin piedras ni búrbuja, en éste conciliar la flácida armonía con la sonrisa atrapados en la pacífica paz de un presente de alcaguetear al porvenir sobre el farsante blasfemo divisor de nuestros corazones. Por otra parte, pero insistiendo sobre mi inclusión al estrado del revelado, aun así de atrapado por la locura y apartado de poder ser el rector de mi destino, aunque doblegado de tentación hacia salmos que posean mucha organicidad, igual optaré por la comunicación al servcio de la arenga; y de esto voy a decir en mi discurso, que mejor rastrear la vida hasta lograr ensalsar las cuestiones positivas primarias, de lo que luego dependeremos para permanecer estancos en el bien supremo; para luego, si se me lo permite, seguir hablando peste de tu marido además de denunciarlo por transgresor inicuo, de haberse comido un sinúmero de pobres e indefensos animales, de imposible encontrarse comprensión entre la rabia; dios no es malo, el malo fue precisamente él, un supuesto mesías quien así abrirá las puertas del mal provocando reacciones adversas y perjudiciales de la mole que es nuestro muñeco universo. Hagamos pues alianza en destruír a tu marido; porqué nuestro coloso que tiene reflejos nerviosos, también es un sistema que se va cargando de nuestra acciones, y a más apoyo que se dé o se tenga, tanto mayor será la devolución del acumulado. Con todo, está mi ánimo subrepticio al emergiendo de mis entrañas de un orar irresponsable, y al noble servicio de rascar la lata estaré tratando de hacer justicia de ir inclinando la palabra hacia un discurso de honrar la esclarecedora luz del amor, como buscando en el cielo del bien un perdón seguramente ausente, pues porque al planeta girar se mueve provocando desplazamiento del agua santa, y entonces siempre habrá mareas, nunca jamás faltarán, y entonces porqué anotarse un poroto y adosarse a dios como una garrapata, en que es una quimera querer asociar un hecho con otro, una burda casualidad al servicio de una conjetura provocante de un análisis incorrecto; pero igual al verlo convertirdo en especie de alcalde de la ciudad del paraíso me hacen mear atestado de absurdo sin mediar símbolo de prohibido. Quieren hacernos creer estarnos frente a una llave que abre las puertas del cielo y eso es terrible; esa bestia sin escamas de tu esposo no es siquiera la llave de un candado de bicicleta; pero no ignoran y aun insisten en haber encontrado un ángel ambulando por la estratósfera provocando ciertos efectos sorprendentes perfectamente ligables con la sobrenaturaleza, milagros nada efímeros sino agentes divinos operando en la vida hasta convertirla en tierra santa. La humanidad dió un gran salto al considerar la creación de todo como producto de la voluntad de una sola entidad viviente, el supremo, nuestro señor amado, impecable de considerarlo, no cual una llave sino todo el conjunto de todo más el palacio. En la vida lo mejor es ser estricto, y seguir un solo camino, ligado a la vocación para siempre repetir lo mismo sin sentir por ello agobio, y por ello quiero estar contigo pues nunca me canso de sobarte este lomazo espléndido. Pero como a ti, amo mi destino porque en él encuentro a dios en cada tramo y en la propia trama general que con tanto tino él me dedica, cual si dios me hubiera otrogado tiempo para la aversión y otro para la pugna, y otro para el desafío, y uno para el amor de hijo, más otro para el de pareja, y otro para la consolidación afectiva pero que siempre fracasa y pasa de largo; e implicado con los sentimientos en un laberinto de estrellas estoy sin poder regular mi moral hacia un lado pacífico prefiriendo alzarme de un relevante castigo que haga torcer toda esta payasada. Estoy aquejado de tristeza sobre un énclave de jaqueca, veo ser cada centímetro de nuestra pasión una lámina de lástima, circulando la lástima en tubería de galbanizado; estás enrollada como papel higiénico Mabelsita, en las garras de tu marido angurriento de pura fama mística; y trascartón unido a la sirvientita de soporte cual si perteneciera a los curas protestantes que desde luego se pueden casar; y además como corretéan sobre la cama sabes igual que rulemanes engrasados, copiados de nosotros, de nuestra pareja tambaleante, aunque no de tan temprano con los años acumulados como para la indemnización, distinto de la mano nuestra del kilometraje perfecto por gracias de un cariño sagrado de viento en popa. Y mientras tanto ellos debutan vos y yo aquí como unos pavotes dirimiendo el amor en abanico, con ese retroactivo por antiguedad que daría justicia si fuera eterno; dale que va si total que más dá, custodiando negros villeros cual si fueran ciervos blancos, mientras tanto el sagrado Luján indiferente ante mi dolor patriótico prefiere obedecer la voz del infierno si es que por milagro algún sonido sale de todo ese averno; pues que importa al mundo lo patético de un viejo solitario guardaparque, un piloto de avión con jabón del susto sin alas ni paracaídas, y lo que sucedía conmigo a la cabeza ahora son escombros platónicos de escombros de escombros; y por ello será la injustica amamantada con el correr de piedras arrojadas por un granizo aleccionador, más luego del traspaso de gobierno, con el protocolo pisoteado por la arrogancia, en vez de sonreír allí al desvarío del llorar a tendido moco sobre la garganta muda. Y lo sabes, más por ello finges incredulidad, que has jugado conmigo como una gata con la lana redonda; y de abandonarme en la primera de cambio ahora apegada a la conveniencia de lo conocido como normal para una señora tan digna, apostando por lo más complaciente y establecido como prestigioso, en esta maldita soledad de la vejez dándonos vueltas sobre la muerte en los segundos estelares preliminares de desaparecer. Pero ahora deseo permanecer incólume, y al mal posterior de la lujuria, dormir resbalando por la vida sucia con el deber de haber fornicado lo suficiente, ameritando un té profundo de tilo y tomarse el buque a vapor al seguir escarseando de nuevo. Y ya sabes Mabel lo que continúa, de morir a tus anchas luchando despierto prefiero, y veinte veces a tus faldas estócico morir antes de comer liviano; secante de tu tinta loza perfumada de codicio sé lo que mejor prefieres, y en el llavero de mi gansúa todopoderosa quisiera hacerte una tenaza conmigo de metal apretando para que seas por siempre cerradura mía; de oh meridiana exactitud de la libertad corrompida, que tan bien quisiera estar por siempre arrumbados de placer al postrado por longevos, masacrados nosotros en el desnivelado baldío de esta goma espuma calcinada, mordiendo tu piel de papiro como las ratas muerden el cartón de la heladera hasta decir todo se puede, en hacer quedar del paraíso en esta alcoba dentro un patético destino sin abrupta muchedumbre. Por dios perdoname ser el boca sucia del año, pero esta angustia no me la quedo ni me pierdo la oportunidad de tapar la audición para no escuchar pavadas; ay Mabel, angelito de los ilusos, y luego de figurarte la montaña ser disneylandia piensas y exclamas: ¿Van a mandar la marea sagrada por la cloaca que pasa por el medio de la panamericana? Tonta eres, pues como nuestro amor eso es imposible tan siquiera de concebir tamaña fantasía; tan improbable como dar ha forgar tu decisión de volver al digno rancho de aquí enfrente; pero no obstante el disparate sigues allí alegre convencida de concevir la equivocacíon como algo posible en tu discurrir de parir conejos de la fantasía en la propia galera del mago, ignorando por completo lo concerniente a las reglas y verdades técnicas de una red cloacal, asunto donde se trata de algo muy serio con tuberías que desembocan, en el mejor de los casos, en amplica planta procesadora, que purifica el agua con fines de riego; pues si la marea va por ahí donde sueñas, como yo ahora rascándome el higo frente al túnel del tiempo, nosotros todos y los inhodoros iremos a ser fuentes de llanto soltando heces por la boca y las endiduras. La acequia con la que sueñas, luego del ejercicio de los doce asientos, antiguamente eran zanjas como tus piernas de ahora sin tensionar, de convexo media caña como las olas de tu cola, con estos parajes nuestros en el medio del hollo de verter felicidad blanca y transparente; arquería mediante con la cena en la cama sobre bandeja con patas que vendría a ser nuestros puentes, con imagen de gótico panal enorme allí enclavados entre los acantilados del vientre paisaje, sistema de distribución por momento amurallado de sapiencia en la ciudad concreta; y en medio de esta explicación ilustre, tú contenta con el pocillo de café amargo frente al pozo profundo de la ignorancia flácida y extensa, esperando de la urbe la colaboración de ensalsar en bocinazos a tu marido como un mesías; y mientras tanto transitando de saliva la futura embestida de mi regazo, en favor de tus canales del drenaje de la zanja palpitante, de túnel con tuberías pulposas, irrigando todos flujo juvenil de luego transportarse por esta frente preciosa; obra de dios de gran envergadura las de tus caderas perfectas desafiando al inquieto tiempo; o bien yo cubierto de la no verguenza al decantar de los sólidos del pueblo burlándose de mi remordimiento evidente taponando la reserva de escarmio; y así con el sifón erecto de un hormigón necesario e idestructible, la derrota al final sin ilusamente pretenderlo; veace, apasionados señores, como el acero de mis lágrimas ha hecho zanja y conducto en mis mejillas, y las estaciones de bombeo un parate justo en la zona de captación de la felicidad. Solamente de bartolear la suerte podrá ocurrir de venir la marea al tiempo del reconocimiento, con el bodoque poste allí instalado a fuerza del tezón irrigado de paladas tras paladas de tierra negra oficiadas por la sirvienta amante, y ayudado el titán de topadoras municipales, claramente gastando a cuenta del raquítico presupuesto comunal, donde finalmente solamente han podido instalar unos pocos tubos de caño medianamente grandotes que risueños vienen pasando desde la catedral, atravezando el bosque hasta llegar al insigne pozo; y como corona de la reina obra, nada más que una gastada esclusa llave como para cerrar cual una canilla de pileta de lavar la ropa, la macana de la marea inundando el atrio y la plaza principal; y eso tan elogiado que se trata de la laguna sisterna modelo que me desplaza por grandilocuente monumento, es una falsedad, igual que tu desinterés de abandonarme, de ser el pozo pelado un intermedio lugar de donde luego iría el agua de la marea bajando con otro rumbo; que solamente es un proyecto de máxima trunco, alojado en la mente podrida del mesías acomodado de tu esposo, impostor, encima apoyado por ti y por los malditos políticos, ahora precionados por la urgencia de un desenlace imprevisto; pero igual no pienso jalonar la libertad del pueblo, en expresarse compinche del monóxido ese, mortal saliendo de sus chimeneas mentales, pues como no podía ser de otra manera que piensen a destajo lo que quieran o los albores del poder ser, pues ante esa obra hidráulica precaria aun la realidad irá a indicar lo contrario, mostrando ser otra chantada más de esta desligada historia de un pueblo contando volazos como algo de vital importancia, tal vez como un paliativo de los aumentos desenfranados o simplemente cual pasatiempo en ver a tu marido convertido en semidios a cuenta de una casualidad pendiente; y desafían a Cristo alli mirando desde la cruz muerto de ternura. Pues no sabes hasta donde estoy metido mejor lloro y no tanto digo; y pues ya no somos la transición del capullo en flor estoy a fondo con vos queriendo estar hasta el límite con la muerte; y se han trascocado tanto los roles que ahora la desazón gobierna mi vida peor que una peste; y no quiero meterme al sepulcro incesante caratulado como un fracasado con yagas con todo aquí tan perfectamente funcionanado. Ignacio despierto de su largo sueño me ha metido en una pesadilla donde ando vendiendo alfajores de envidia, y por momentos andando roto como la cucaracha, y definitivamente destruído con vos mandándote a mudar detrás de un hipotético acierto, tratando de evitar un nuevo matrimonio con la sivienta, conmigo corriendo detrás sin bastón y sin rueditas; créeme tampoco estamos para chapar como adolecentes intercambiando brutos besos, y la experiencia de llamarnos a meditar por estar arriesgando el preciado diamante del amor al vacilaste viejito me monto al unicornio con alas, pues ahora la cometa se paga con el corazón, y la triste consecuencia de arriesgar el parral con la vida; no podemos andar dando tanta ventaja pues pronto se acabará la friolera del tronzar la horma para hacer chipá en vez de torta frita. Maldición explícale lo sucedido, si él estaba muerto en vida tú que podidas hacer, solicítale resignación y paciencia pues se ha formado otro hogar en nosotros; y encima esta guerra fría entre China, Rusia, y EEUU está polarizando al continente y va a pulverizar mis nervios; soy minucioso pero de pronto largo cubos de penas en forma de trasatlánticos, empezando de nuevo a sentir dolores de barrenar, y el calor de la menopausia, y los escosores de la ira producto de la injusticia; mutilado de la batalla del urbano conquistador de los lustrares manzanares del paraíso voy muriendo en chancleta de hacer reír; que entre los temores de alabar al diablo, además estoy tremendamente amargado que va a gobernar de nuevo esa Cristina, cuando la que en aquel gobierno la cosa consistía en el desarrollo de gente de izquierda con sus planes sociales de mierda, asignación por hijo que lo único que logran es aumentar la población de ignorantes vagos, donde de una pensión comen cuatro y nadie trabaja, y encima bajo el resguardo de un recreo prolongado tienen tiempo de sobra para la logística de robar hasta en los semásforos, mientras el resto estamos compenetrados con la tarea del laburo; es un desgracia para el país tener de nuevo a esta patota de la cámpora, todos con el cerebro lavado de edemas, asusando a la patria desprestigiada. Y fijate que contrasentido tan inoportuno, como ese liberalísmo tan bien aplicado en Chile, con todo por fin tan bien privatizado, desembocó en tamaño conflicto de tenedores de dientes doblados peor que en la batalla de Ayacucho, y así se deciso la libertad, como el viento en el retardo del tiempo cansado de alteración del ingrato sarpullido del calor y el frio; Chile, que ha aplicado perfectamente el sistema liberal, y de las privatizaciones, ha etallado socialmente por el aumento desmedido de la tarifa del transporte, quiere decir que el sistema económico liberal está como tú de equivocado, que no ha podido premiar al buen alumno y también en nosotros hacer recaer la receta de la recesión. Y estos piojosos de la cámpora en la mistura del pragmatismo no van a querer pagar la deuda, y se van a alistar al nordeste del escremento con el presidente Maduro y esto va a ser un caos con semi guerra civil en el tapete. Aparte de lo nuestro, para mi esto del Frente de Todos gobernando, es como tener un cubito de hielo en la espalda toda. Esta crisis económica que sufre América, recorriendo como lava de remover la montaña en sus venas sulfatadas, más seguramente en las del bendito Trump, lleva con prisa de la bronca a tener que transferirnos los grande gasto de armamento imperialista, santo material costosísimo que se traslada el déficit nuestro, pues ese costo necesario de defender al continente de la acción terrorista y la de la abulia, alguien lo tiene que pagar, obvio, y quien mejor pasar esos a los precios a los países de la otan, que si es caro comprar una poxilina imagina cuanto sale mandar tropas al extranjero o tirar la bomba atómica ecológica; y encima es precisamente con esos países terrorista con los que la cámpora busca anlianza; pobre país, ahora entiendo lo de Sarmiento porque sus últimas palabras fueron ay patria mía.

Fulgencio: Oiga, compañero inseparable del luto emplumado de pistacho, imaginemos a dios como un poliglota, y sahueso como los perros de la reserva en andar por todos lados usufructuando restos, más si en estos momentos pusiera su atención aquí ¿En que idioma nos hablaría? En el mismo que el nuestro pues, que a la par de reprimirlo a usted severamente, le rogaría encarecidamente nunca más mirar y socavar como recabando teleteatro en aquella dirección de la reserva, denominada zona sátrapa en la alcoba del alberge transitorio del guarparque calentón de por vida, pues la circe señora se enoja hasta la póstuma manija, de saberlo un bulgar espía ruso con el corazón bolchevique deambulando por Manhatan. Pero igual qué bello es quitar, de acuñar y de retener, de una heladera colmada por siempre, en los designios de la amistad contigo, selecto amigo, gastando en la aurora turgente lo que entra al pico tuyo de ángel pájaro indiscreto, y también al mío, en la barriga del sonriente transgresor de labios en media luna, parcialmente trasplantado con el corazón de un corregido; pero por siempre siendo sospechado ladrón de guantes de acero, como los de el electricista para aislarse de la patada, pues sentenciado estoy en la capacidad de por vida en tener como único nombre Fulgencio, Fulgencio, de Luján, de vaya a saber que cliente podrido; más nunca más Alberto Centurión, que es como me puso el paupérrimo registro civil confundido; y aunque el tiempo a toneladas de fanfarria corra desinteresado, este inamovible alias de hombre viejo en alpargatas, delincuente real siempre disfrazado de cura petaca, quedará enclavado de por vida en la órbita del sacerdote casamentero inventado de apuro, por la curia grande en expresa gauchada de salida inconciente ¿Recuerda cuando se hizo aquel pucherazo de la CGT? Que entre la evaporación de la mañana en recalcar la esfera, sin expectativa del que dirán como se tomaron esa sopa tan espectacular; en fin, a ese guizazo llamo yo un milagro; allí embriagados por tantos sabores, y otro flash era ver el reverso del pan huntado sobre el fondo enlodado de salsa espesa; más no exagero si digo que hasta el sol bebió vapor de estofado, con la bruma de involucrado brillante quedando ese suelo mal torcido de peticiones denegado; y platos y labios relucientes de tradición como pasillos del teatro Colón en admisión de gauchos; pero paradójicamente, reicidente con el delito, prefiero ver cosas por el estilo, y no al pueblo muerto de hambre mientras los gobernantes sienten que los argentinos estamos abigarrados a lo que no merecemos, que entonces ganamos de más debiendo regresar el excedente al propio estado; políticos artífices principales de la negociación desfavorable hacia nuestros bolsillos tristes de sed, privados nosotros de ahorrar circulante sagrado por desaparece de la timba financiera, y de castigo de más tenemos el encarecimiento de todo, con los patriotas del concurso allí mirando con cara de y donde está la guita, la plata que debe quedar en el tesoro central cual el agua de una fuente; entiendo yo que cuando alguien gana bien no puede gastarse todo en sicarios, o queda claro que tampoco en comida para engordar tremendamente, o comprarse un millón de pares de aros para dos orejas solamente, y otro tanto de automóviles de alta gama para dar vueltas a la plaza. Odio la delación pero si pronto no hacen un calculo en que la gente necesita tener ahorros para solventar los inconvenientes, más, que esos pocos pesos no van a estar a disposición de la economía, los voy a deunciar por fratricidas de eliminarnos entre hermanos. Últimamente mi carne es apetito para las fieras, y mi mente un hervidero de ideas super renovadas en rutilantes gradas de libertad; pero no obstante, en el fragor de la competencia, Ignacio, con su grande esfuerzo de brazada incansable sobre el Plata, y de las plantas de los pies hacerse dueñas del asfalto asiático, africano, europeo, y panamericano, cual lo hiciera aquella carbonada, ha logrado tocar el hombro del propio Alá, al punto de mojarle la oreja al mismísimo Muhamad, con la promesa de pronto destronarlo de ese sillón tan todopoderoso e inalcanzable desde épocas de infintos lustros. El gordo asegura, y esto si que ni inbuído de adhesión parloteante jamás me animaría a tomarlo como propio: Que muchas veces, confuso y frío, el universo es un sistema desarraigado de la mano del dios querido, pues siendo el Quía solo inteligencia no se trataría de su propio cuerpo, de su propio yo; entonces el universo nos responde cual una máquina de coser haciendo los puntos para adelante, con esos castigos tan desproporcionados propios de quien está por sobre los afectos, de prescripción alejada de la moral en funsión de la preciada conquista; que justamente reacciona mal o favorablemente más que nada por reflejo de hacer andar bien al aparato suyo, de remontar la cosa hacia un lugar técnicamente preciso; o mismo esas nubes pasadas que acompañaron a Moisés tapando la noche en vigilia, y al sol por muchísimo tiempo, cual crema anti rayos ultravioletas, fueron precisamente como para cubrirlos de un posible trastorno canceroso de la piel calcinada por el desierto, por el solo hecho del universo no poder despilfarrar migaja, de esta creación imaginada por el dios amarrete, y parcialmente ajeno como delegando responsabilidades hacia quienes fabrican estrellas; y todo sin él al frente animado por la moral de un vigilante de barrio, de alertar por detrás la sabia inventiva, corriendo de aquí para allá al desojando la margarita de la corrupción pero de santísima preocupación mentirosa, con las pestañas quemadas en funsión de torcer los designios de un universo frío donde los átomos se siguen incorporando en tropel de masa incalculable formando sin fin de nuevas galaxias. Ah, pero en cambio aquellas luces que iluminaron la noche haciendo de guía y apoyo del profeta, esas si fueron por gracias y soporte del propio Luismi, hacia el ir ganando credibilidad en la prescripción y transmisión de un prospecto vital e inteligente; por eso entre el sol y la tierra debe existir una relación estrecha entre el tiempo de vida de ámbos, como algo en efecto diseñado por el sublime; que a mi nadie me saca de la cabeza que dios pervive hasta en las punta de la llama. Pero como sea, en el cotejando con las demás culturas, con menos de vos entre nosotros, sepamos reconocer al gordo Ignacio, cual el único señor viajado acostumbrado a portarse bien y hacer uso permanente de un pensamiento robustecido por la rica experiencia, factores que van siendo inseparables de su escencia; y aunque diga no, yo no dije nada, y por temor de los castigos se quiera lavar las manos con espadol del blasfemar seguido con teorías ateas, él ahora, con sus potentes milagros, como éste último increíble, de provocar aversión positiva y escalofríos del alma, de con el solo mirar fijo y preocupado, haber cambiado la errada producción del nivel plano equivocado, contra el fondo de todo el pozo enorme de la futura laguna, hacia el lado correcto de los caños de desague allí a la altura del campamento de las topadoras; además del haber despertado cual una cenicienta de una muerte cerebral fulminante, por ello alzándose primero como el único referente meseánico a simple ojos vista del vicario; y ni que hablar de la marea si se presenta cuando le estén poniendo la corona, un montículo de leyenda será por ende como nueva forma de progreso que leva y crece haciéndose montaña. Oh dios el cosmopolita, tu nombre ahora aquí es un tributo de las hazañas del compañero Poncini; entonces será de retribuir con la regeneración de la maldita discordia, y la contemplación del vago, o sea yo mismo que incipiente corregido ya me cuesta hacer maldades prefiriendo respetar con dulzura a los buenos cual si se tratasen de mi madre; haste presente en el Luján emblemático y has de los exorsista envidiosos un sucumbir de esa plaga ante el veneno mortal de tu enojo, y tráenos la marea para el día indicado que he apostado todo por el si, hasta mis últimos ahorros tan preciados, que se trata de hazaña también el poder retener la divisa sin gastar en la jarra loca. Y de allegarse el caudal mojado, la nuestra admiración será debenida en una holla popular al pie del santuario de nuestra señora, como la que se irá a formar de igual en el bosque si la marea coincide sublime. Y bien sabemos, si la marea viene el gordo Ignacio nunca desplazará al cristo nuestro, señor de los sueños, pues Jesús también es mitad carne y mitad espíritu santo, con suyo ser el reino éste y el poder del amor un barrote de paz por cada año; a lo sumo será Poncini cual un San Cayetano haciendo aliento del buen trabajar. Bha que se yo, vos acá y el gordo allí, los héroes solitos con el poder del rayo, logrando lo mismo de conquistar al mundo montados en un par de argumentos, espantando la langosta con apenas cuatro plumas de un lorito insignificante trastocado en gigante ángel, más con él engordando a muela batiente a la par de tocar las puertas del cielo, y seducir a dios con una prenda y un dislate de llamativo tamaño, siempre hincando al diente hasta alcanzar la gehena y pesar la friolera de ochenta más de quinientos kilos, todos siendo testigos del nunca parar de devastar este pobre zoológico, ni aun en el regreso forzado de volver a los setenta y ocho primeros, resultando finalmente explotar por bajón de devorar esa manada más la tigresa, postrándose en sueño patético de donde pudo completar la volanteada al paraíso de su barbarie titánica; pero aun con tanto adverso cronograma logró con creces conseguir lo programado al punto de quedar registrado en el libro genial de los récores Ginnes, por supuesto ayudado por ese milagro tan particular de dormir hasta el detestar de la aurora, y justo de estos muevo tiempo de paradigmas por el piso; y ese mismo motivo de dormir descerebrado descargando la comilona de quedar nuevamente liso, lo llevó a andar en sueños por los astros del paraíso recolectando réplicas del señor, seguramente en tertulias de inteligentes imagenes cargando su corazón de amor divino, con ser ahora, apenas al despertar por milagro en la hora señalada, con alas o sin alas, un ángel bendito como tú, de nuevo en cargarse de lucha apartada de lo onírico, y de demostraciones reales para continuar con la tarea de acercarnos el cielo a este recóndito lugar; los políticos de izquierda roban y así pierden la mística de la ética y la moral, pero él es distinto de ser un angurriento por dinero; depredador de carne magra en fusión de un objetivo, si, pero finalmente un santo, que por demolición se ha ganado un lugar entre los pesos pesados de la historia de las religiones. Y aunque en mi finalmente la incertidumbre surge tras el tironeo con lo importante, de antemano, por poco desde el arranque, soy dueño de un bruto dudar a medias, pues el resto es todo exaltación y bonomia; más no de usted, aun de poner tanto manto de piedad por sobre la teoría de Darwin, sino más bien del asunto del gordo, es que dudo en si todo será cierto o simple manipulación de aquel estado de grandilocuencia surgido de aquellas acciones acordes en pos de establecer un record; por ejemplo esa idea ciertamente brillante y cautivadora de ser la luna producto de un desprendimiento de la corteza de aquí. Y pues eres tú a quien dictan desde el cielo finalmente prefiero esas cosas volcadas a la formación moral pero trascendentales, garantizadas por el solo hecho del lugar de donde provienen; incistencia de tu parte en recalcar la nefasta consecuencia del rezar displicente o abreviado, anque también de agregarle a la oración sagrada producto interior de nuestra grasosa cosecha; más no comprar del nuevo profeta tanta idea salida de un estado de sacrificio tal en que hay que tener mucho cuidado con las cosas legadas del palaciego de la ilustración bajo esas condiciones donde el tipo se haya visiblemente exauto, sin noción de la pedagogía, marcadamente supeditado a la corneta sonando ligada a la inteligencia con la sola función táctica de poder enfrentar sus récores, como así para crearles dificultades a los vaivenes del cansancio, y a sus males escalonados con la resaca del esfuerzo trepando en aumento cual invasor en su perjuicio; por ello mejor pienso y discrimino en tu favor, más lamento sonarme ajentas al corazón entusiasmado de esperanza esas palabras poco claras de vanguardia, con además muchas veces contradecirse por causa de quizás un ateísmo absurdo. Pero eso si, con el empate por partida doble, en reproche pírrico hacia el dúo estelar de ser quienes en algún momento de la comparsa se desconectaron al sumerjirte en el abandono cruel, resultando ser ahora muy difícil sostener la pura lealtad conceptual. Lorazo, si tristemente nuestras mentes de adobe no están condicionadas para saberlo todo, que hacemos queriendo, apenas con premisas correctas del extinto proceder, saberlo todo; e incidir y reconciderar lo pecaminoso de desafiar al dios único con teorías que quizás saben a insulto. Al ver en la reserva a los animales posando para las selfis, considero posible que los humanos, de tanto sofocar la llama, estemos perdiendo la inteligencia, con un desenlace patético hacia una carencia sin retorno del intelecto, y esa capacidad de los sesos propia de manejar las ideas abstractas ir trasladándose de lleno al resto de los animales, quienes pasarían a formar parte escencial del extremo norte de la flama. Entonces vale aclarar, carente de interregno en la sapiencia y sin reparo en decirlo, que aparte de admiralo mucho a usted por separado, amo a los dos juntos cual los latidos de mi corazón en la acción de superarme; pues hasta donde vos hablaste, sin atavíos, humilde dignatario de un coraje de amianto, de primicias desinteresado y entronizado con la palabra cual brazalete de capitán, nos proveíste como para ir picando y cocreando de lo destinado al pronunciarse para los adentros en el silencio de la precaución prudente, sin plurito de las evoluciones y por falta de pulido para las enseñanzas callarse; que en el dicho sea de paso para mis adentros me digo: Como en el amor lo que callamos bien lo puede decir otro y aúnar esfuerzos en la formación de una leyenda nueva. Pero uy, me olvidaba, en este esporádico juego de despilfarrar y galopar de nuevo, que al huír de la catrera tropecé con la primera dama de la piel cerámica crema, allí despatarrada sobre el horizonte mullido de la colmena del aberno; mientras tanto yo escapaba al recreo éste, muñeca infiel preguntando al fiar de la nuca, lasciva y muy oronda al filo del reanudarse la marchita gala en suspenso ¿Adonde va, muchachito, estúpido reo de sembrar la opacidad en banalizar la religión con dichos de soliviantar las sagradas escrituras de blasfemia? Frase complicada bien dicha entonces, esposa infiel en horas sabáticas del matrimonio sagrado, en parecer sus pláticas con el guardaparque un juego de pin pong entre el sol y la luna, orbitando curiosa y pancha sobre la estrella regente. Más al entrar seguro me verá sonriente de la heladera, refrescado equimal siendo pichicho del rupestre concentir, en especial de sus exortaciones filosóficas, donde algunos de esos consejos ahora son como principios fundamentales para mejorar mi sociedad con la gente, de a poco forjando mi conducta de potencial reo en buen emprendedor de cosas útiles como para el colectivo social que rueda sobre patineta; y afianzado en imagén de un tablero de ruleta colmado de accionnes para la vida me hallo alimentado de proteínas nuevas con el auspicio de sus cátedras de ángel bípedo, por ende, un lujo para mi solo, que con aínco mamo de su poder del cielo, que bien reparo en cada detalle, en la descripción de llevar a cabo un recambio como forjando lo establecido con nuevas aportaciones saludables. Pero igual no se haga demasiado problema que para usted siempre habrá rúcula verde de aumentar la sangre en haras consistente de seguir derrochando sabiduría; que gracias a sus favores hoy tenemos de todo, como para barajar, elegir, y dar de nuevo, en este emporio de conocimiento ander ground: Métodos soporíferos de como adquirir sueño profundo, y de soñar a destajo y tupido, de tan solo con la acción física de acariciar trescientos metros de baranda en llendo y viniendo, o también para el mismo fin, a lo largo de la tarde sentarse en doce asientos diferentes unos placenteros minutos, no más, método éste extraído de los linyeras cual un robo del siglo hacia aquellos desahusiados que nada tienen más que el no en puerta; aunque a propósito de esto, también tenemos del popolo sonando, cual voz sudando neuronas sobre la frente, algo simple pero verídico como la seborrea, que las tantas esposas y esclavas de los antiguos profetas, traducidos en diferentes camas amorosas, producían en ellos el mismo factor de soñar, cual los asientos de la querida Mabel y las barandas del hangurriento Poncini; nuestros queridos reyes contemporáneos separados por la plebe risueña. Ah, pero esa teoría oxigenada de pubertad, de no saber de quien cuernos la hizo correr (Otra materia de la carrera a rendir en vacaciones el saber la identidad de los genios; más los trescientos mil anotados, convidados de piedra, alardeando cómplices con el hallazgo, como forma de retruque, de en el pasado haber recabado esa información de los buscadores de las propias laptops). Pues el gran interrogante por sobre cualquier cerco siempre es ha hoy día la misma pregunta vital a resolver ¿Como es que aparecieron los primeros seres; como es que se llegó de microbios tan pequeños a esos dinosaurios de grande tamaño? Y si los humanos surgimos como hijos bobos de los monos, salidos de un vientre fecundado; o del propio paraíso trapasamos la barrera de lo invisible; y sobre el resto de la fauna lo mismo cabe preguntarse como es que aparecieron todos; pues seamos sinceros, de los peces y de las plantas la cosa resulta como más sencilla de suponer. Más los nuevos apóstoles en las tabernas del Luján emblemático, con otras hipótesis a base de fuentes de vida primera, quemando pestañas sobre esta discución chabacana, como para sacar platea techada y clavarse una docena de choripanes semicrudos; con aquellos que asumen el liderazgo de retrucar a Darwin, con sus impertérritos fósiles como prueba irrefutable, y a la propia biblia, con ojos encendidos de esperanza rastrera ante el estrado improvizado de rejunte de mesas marrones y manteles como sábanas; con algunos de los derivados nuestros allí prendidos en la conversación, de nuestra casa, de sus cátedras, y las del gordo ahora flaco como alforjas vacías; haciéndose afianzar la idea peculiarmente nueva de por un lado el humano haberse creado por implosiones venidas de larvas microbianas, habiendo aparecido nosotros como pochoclos desde el maíz pisingallo; y además los otros seres, cuadrúperdos, mamiferos, aves de pico encorvado, venidos todos ya desarrollados de una mediana edad; quizás estableciéndose un tope final entre dicha evolución de diferentes caldos de cultivo, receptáculos de información genética renovándose con los siglos; anótese que desenvolvimiento el mío en momento de tanta confusión; cruzados orígenes por el vaya a saber qué cuernos tiempos, de seres venidos del agua, de una pizca de escencia, precisa cual el espermatoside que fecunda al hombre de dos cabezas, en una fecha exacta cual la muerte irremediable de Carlos Gardel, incluyendo a los otros aparecidos, cual segunda opción del Quía multiproceso, venidos de golpe y porrazo en vívido truco de magia, desde un canchero traspaso del edén del paraíso hacia la tierra grandilocuente, para finalmente ser nosotros los destinatarios principales del entorno cósmico; y ambas opciones de cara firme hacia el planeta solvente, de fauna y vegetación desparramada como esperando a los patriarcas designados dirigir la cosa, de hacerse cargo y comenzar a andar poblando bajo la exigencia del supremo dios; seguramente comenzando la cuestión en la cubeta de la vida que son los pobres charcos de la lluvia atetados de larvas allí pululando como en una mesquita; y más luego, además por otro lado, Adán y Eva, románticos de frac de hojas de parra, pareja rebelde con descendencia hasta la fecha de no caer en la cuenta de la legislación para respetarse, aparecidos por simple interpolación haciéndose presentes y comenzando a caminar los más panchos, al transmitir de una cultura programada por el propio Jehová. Seguramente separados por diferentes épocas, finalmente dos fuentes de vida paralelas luego mezclándose paulatinamente, dando como resultado final esto que tenemos ahora, quedando así conformado el mundo, de bestias salvajes, comenzado de posta e imploción ininterrupida, en la imploción de la partícula previamente marinada de historia terrestre evolutiva, como humanos dados, muy primitivos, desde el minuto cero compañeros de los dinosaurios quizás, en nuestro caso desde algún tipo de chinpancé específico de aquellos veranos depositando flujo polenta con los hombres del cromaneón allí dentro de la larva; potenciado caldo de cultivo primero por la grandilocuencia que depara la acción física propia de volar por las ramas, estado grandilocuente de esos angelitos titíes bajo el tormento de la rezaca del laburar por algo preciso, como para sanar sus higados de alcohol cirrosisados por las frutas calcinadas por el sol impiadoso, que luego se hace karma concentrado, colado en la muestra como el polizonte Jonás, allí dentro de la gigante larva el flujos escencial del animal con prisma para crear otra especie; diferente de un juego sutil de ir cambiando de a poco la fisonomía, todo luego de un arduo transigir con la naturaleza en un sin fin de trastoques, logrando hacer venir a los distintas especies de un nacimiento normal pero con un cambio varias veces cualitativo; pues entonces no me taches la doble y póngame las tres teorías, diría la Mabel glotona de no desperdiciar tormento. Pero en cualquier caso, con el agregado de una invación plusultra de un conjunto de ángeles sin alas venidos de las propias entrañas del cielo, para ser hombres de atestiguar la existencia de dios el perecedero. O como el ahora despertado y nauseabundo Igancio flaco, diciendo cual eminencia humilde con tono de gilgero, el como se formó el planeta, que pagaría por verlo hilvanar el momento, apretando sus rollos medios caídos de la panza, haciendo la mímica de poner la buzarda al costado del ser, y mostrando y diciendo, asi se formó la luna señores, por gracia de una nube molecular con la epidermis del planeta desprendida como revoque por exceso de agua; la luna fue hecha de lo que sobrara de la epidermis del planeta tierra, hecha la bola lunar de un pelotón de poros y cráteres, en un principio destinados para nosotros en facilitar la llamarada de una estrella ardiendo en calentura, pero que finalmente terminara siendo el tan mentado satélite, allí mirando con cara de boba, y sin mejor lumbre que un reflejo, que si quisiera prender un pucho, debería mangar un encendedor de apuro; aunque igual esperanzada luna plagada de románticas metáforas al sucediendo; y esos cráteres allí enclavados como pozos al cohete, que bien hubieran oficiado de hornallas en nuestra tierra como lo hacen en las otras estrellas conocidas ardiendo en fuego; pero el asunto aquel de haber tanta agua en el proceso fue forzando aquella nube molecular ¡Vaya aparatito de destacar! ( ¿Acaso sean estas maquinitas de hacer astros el propio jehová?) Como sea máquina de hacer chorizos de funcionamiento básico, envadurnada de océanos, alterada por el componente distinto desfazado del fieltro y relleno, obligada la loca de hacer soltar la epidermis del planeta nuestro por consecuencia del haber brutal y sorpresivo de tanto líquido, imprevisto suceso de demostrar de dios estar a su servicio, cruento componente como para la loca nube poder asimilar en procesar correctamente; y entonces como revoque rebelde, esa bendita cobertura se desprendió guacha, como montón de cáscara de naranja abandonada al borde del plato del mate, con todos esos cráteres destinados para la hipotética estrella tierra de arder en fuego, desprendimiento del propio epitelio nuestro, pero como palancas de mariguana soltadas de apuro ante el ocaso de la ley; quedando allí órbitando en la obligada forma redonda, como cuerpo real transformado en el mítico satélite femenino aquí llamado tucumana luna; aunque pero con todo los contratiempos, no ha de ser que dios contruyó un palacio con las herramientas de un zapatero, sino que mandó del arsenal de sus distintas nubes maravillosas una de sus espléndidas herramientas moleculares a trabajar sobre una escepción preferida; cual dice Dalmacio, aunque en las adyacencia de la vía láctea vayan entrando átomos en tropel acaso seamos nosotros mismos el centro de todo el coloso celestial haciendo de los terrícolas algo totalmente único del gigante universo. Hornallas necesarias los cráteres por donde hubiera tenido que salir el fuego en nuestra madre tierra, ardiendo al compás del quemar su combustible poderoso, que lamentablemente hoy gastamos con fines bélicos, que no obstante porque la nube molecular hizo cumplir la tarea de hacer esferas, formó la luna cual satélite irremediable de un desprendimiento; más quedando nosotros junto con el sol siendo hoy dos estrella bien bonitas, peculiar la nuestra, pero estrella esposadas al fin. Las cosas son como son y no como lo queremos nosotros, pero finalmente, amén de la fe, todo las aristas pasan por la virtud de adivinar la verdad tan compleja, quedando solo por saber si en efecto somos una estrella boba o una fabulosa creación personalizada; y estoy seguro que en algún momento ustedes lo dirán; con a la vez de aprender de oído las lecciones del astro nuestro ardiendo de manera tan especial aunque delegando en Febo la autonomía de ser libre e independiente de nosotros. Más desde aquí, el Joe enfurecido replicando como la Momia de titanes en el ring: Esa idea se me ocurrió a mi; esas ideas son mías. Pero lo mejor será alquilar balcones en la ladera del bosque para ver premiado al gordo bajo la luz de los spots, con presentarse la marea alunisono, como broche de final de fiesta inolvidable del merecido reconocimiento a tanto sacrificio en pos de una moraleja ¿Lorazo? Sabido es que la sana competencia hace crecer al entorno y las cosas, pero nosotros con las tantas teorías robadas y en pugna estamos aplanando al mundo, que si le esparcieramos queso por arriba perfectamente estaríamos hablando de una grande muzzarela; sabemos perfectamente que hacer el bien requiere de un esfuerzo importante sin ornamento de lo hipotético, pero sentimos que primero estamos nosotros deseando auyentar al confiado que esté al servicio de lo correcto; aunque yo al revés de los mandamientos hago reverencia al tártaro, y hasta hoy día, con benevolencia, cortesía de la casa, en función de querer saber donde esta el canuto antes de robar los torturo, sin mecerme por las lágrimas en la compasión que me denigraría, cual si en vez de ser una odisea fuera una cátedra de buenos modales; aunque no crea que me acostumbro bien a ser el garrote vil del distrito, sino que muchas veces directamente ignoro al Barba desafiando al cielo con mis mentiras, a quien en vez de temer prefiero retrucar en quitarle el cetro con las ínfulas de los pretenderes en hacer concomitancia con el infierno, pues aquí, en mi pecho, donde el diablo dá consejos de coerción, hay vida, vida perversa, y siempre desafío a dios a que obedezca que yo sé manejar, lo arreo igual que a mis subalternos cuando manejo los destinos de la banda. En las diferentes culturas cada uno va creando su propio camino pero finalmente el poder de las armas es lo que determina el estilo de la costumbre; y yo tengo la mía pistola, por eso al verme tan atozigado en la existencia por el hambre y el desamparo, disparo cual si en vez de plomo fueran bandas elásticas; es contradictorio pero hoy día debo esforzarme para hacer el bien y dejar de ser un gato encausando mi moral a un desobadero de virtuosidad, a la vez de no desatender el negocio en negro con toda la comparsa esperando coherencia maquiavélica. Y aunque una vez a mi también dios me hablara, prefiero no alardear de ello pues sigo siendo un nada con forma de algo parecido a una bolsa cargada de poxirán; se dirigió a mi en solo hablarme unas pocas palabras para reprenderme mucho de una acción intoxicante hacia los siete cielos; pero de donde aprendí el porque en efecto somos como una estrella ardiendo de manera tan especial, y distinta al fuego común que haría de esto un infierno, aunque delegando la autonomía a los destinos del sol, que sino no ardiera como lo hace estaríamos fritos en el sentido de sucumbir; o sea tengo el lujo de a mi me haberme arengado el todopoderoso en persona, que ando dispuesto a nuevos encuentros arrepentido de no darle bola en aquel momento en que estaba tan ocupado. Con todo, en el tomar y en el disponer, son tantos los conocimientos de ustedes dos, transmitidos con sus solas presencias en una cultura de hecho, que no sé con cual prócer quedarme, elegir como preferido, y de quedar memorizando con la devoción correlativa de las distintas verdades haciendo las delicias del planeta; que si son suyos, de la intrépida Mabel recolectando migajas, o en efecto del grande titán batidor de récores, se desconoce, ya nadie lo sabe; entonces pues los considero a ambos verdaderos desafiantes de esconder en el silencio prudente lo fabuloso latente, que luego harán torcer la liturgia para bien, siempre transmitiendo conocimiento solvente, exeptuados de guardar en el buche del sobervio esas verdades extraídas con premura del genio y de la experiencia grabada, y por diferentes vías, fuera del saco del egoísmo, entrando de lleno a la sociedad como algo acabado apartado de incinuaciones, más nunca como limosna, sino más bien, como bastón del necesitado; nubes de luz soltando el fuego del saber para afuera del jarrón del gorgojeo convertido en la pasantía del ignorante; a mi entender los únicos exponentes actuales, palo a palo enfrentados en pugna por dar conocer el saber de lo metafísico de punta, que luego nosotros tomamos como las monedas de la fuente, de esas visiones proféticas haciendo converción urgente para el lado de las enseñanzas, lo contrario de la cavidad del gótico paladar como frontón policromado de jugosas murmuraciones entristecidas de mundaneidad, encerredas en la garganta en ida y vuelta de guiso que se rumea como el pasto, pero con el sentimiento sofocado por falta de viento; en concreto barcazas de lo genuino de dios por sobre Jesús de Nazareth en los tiempos modernos de Chaplín y de los incendios forestales; en fin, carga y descarga, morir y nacer de nuevo para seguir viviendo; aunque los empresarios y los obreros estén en concomitancia de aumentar el precio de los productos para trabajar de menos, y así ganar lo mismo sin tanto gasto del cuerpo físico y de las maquinarias industriales, hasta el día de hoy cuesta aceptar el monoteísmo con la inclusión de todas las deidades en una sola entidad, sola, tal vez dispersa en las diferentes regiones pero una sola, dios; aunque, Lorazo, con ahora circulando de boca en boca sus enseñanzas entre la comarca del Luján ignorante, no nos preocupemos demasiado con quien dijo que cosa, pues con mucho arraigo de su información prestada, las teorías suyas han ido saliendo como papas fritas al desplazar de sus cabezas huecas del aire viciado de chusma, y en realidad se las han apoderado los otros amigos llendo en camino al inconciente colectivo donde al fin cuando estemos todos muertos si se sabrá la fuente primera de todo, y en aquellos aciertos conceptuales, dios o el espíritu santo del planeta, reaccionarán favorablemente con codazos de felicitación para el elegido que el eterno pueblo luego sabrá reconocer con sendas tumbas post morten; donde la conclusión está en saber que no se puede fiar talento, que ese talento vendrá de nuevo con la implosión de seres trasnochados como llegados de otros confines del universo. Pero seamos sinceros, que a propósito de la evolución religiosa, abarcando desde los grandes milagros del pasado donde los mares se abrían de piernas, a estas insinuaciones hoscas y raquíticas de los tiempos actuales, para nada imperceptibles pero si en idioma balbuceante con pizcas de conceder más bien histeria sobrenatural que milagros; época tristona ésta, marginada de profetas y mesías, de una mediana lectura metafísica comparado con las otras, aquellas expresiones del cielo manifestadas con contundencia deportiva, Ignacio, benigno señor cuando se encuentra de dieta, va pudiendo torcer la balanza en equiparar un poco la tal diferencia; e inquieto de reflexionar sobre el basto universo de a poco va pudiendo desafiar al apabullador absolutismo, adjudicador de todo lo manifiesto solo al dios único, sin tanto intermediario colado en la fila; y arrojar imágenes nuevas contemporizadoras para bien, como esa de ser el universo cual un huevo, donde la clara y la yema también son de destacar y de incluir en los rezos, con también la cáscara, sin por ello menospreciar al todopoderoso absoluto por allí entre la nada meditando. Ya antes del atragantonazo el gordo cual un indio decía: Si bien todo pertenece a dios, todo es de él pero igual el planeta tiene sus propios elementos al que él banca y delega responzavilidades, existiendo cierta independencia en los seres que lo eximen de culpas; el diablo no es algo proveniente de dios sino de los espíritus denigrantes, integrales entelequia de la maldad, de quienes por desgracia nosotros también formamos parte, buenos y malos juntos suspendidos en el espacio pero orbitando obedientemente en derredor del sol; que cual las nubes, consustanciado el astro con los conceptos de los humanos, juntos vamos formando parte de su propia totalidad, de donde suponer, como en la antiguedad, la existecia de otros dioses parteneres, como factores apéndice de muchas rarezas, no resulta tan desacertado; finalmente el error vendría a ser solo un problema semántico; y entonces aquellos habitantes que vayan a dar con una verdad acertando algún enigma oculto, al momento desconocido para el planeta tierra, obtendrá como recompensa una respuesta del propio astro quizás fácilmente confundible con una sutil acción directa del más allá del todopoderoso; conclusión ¿Es dios el que oficia los milagros de entre casa o simplemente agentes subalternos del planeta en la acción de expresarse cual regentes individuales? Y esto no sería todo pues al cuestionamiento primero le agrega, el a lo mejor estas imagenes del edén materializándose de donde provenimos sean espejismos propios del planeta en colotetazo de la llamarada nuestra tan especial, trastocados de necesidad inmediata al obtener habitantes como para ser una óptima estrella excéntrica; pues la otra fuente de vida evolutiva, pertenece al núcleo de donde sale el fuego en contacto con el combustible y entonces bestias y felinos son de esa parte de la hoguera mientras los humanos inteligentes somos la punta de la llamarada, en un prolijo acabado con Adán y Eva puesto por gracia de una virtud extra del sistema viviente del planeta, siempre al servicio de mejorar lo existente, quizás como soporte y rueda de auxilio de una cultura superior; donde finalmente seres provenidos del recorrido de la llamas se fueron mezclando, por el poder del instinto sexual, los que ya estaban en trance de evolucionar, imposibilitados de distinguir tamaña sutileza del origen, y los oriundo de la dimención ideal de la punta del fuego aceptanto la nueva realidad vigente ¿Dios antes de los científicos, sabía, conocía, el cuantos kilómetros por segundo viaja la velocidad de la luz, y las tantas otras cosas por el estilo que hoy sabemos? Calculo que no, pero eso demuestra que bien somo unos parlantes de sus inquietudes quizás. Siempre atónito como mirando colapsado una bibilioteca quedo al paisaje de una heladera abierta y repleta de fresca mercadería al alcance del demandate ser desnutrido; sed y apetito, nada más grandioso a una heladera iluminada de hortalizas y dulce de leche; y escuchar a los sentidos debatirse en procesión de preferencias; pero llevo en mi pellejo la aridez de un camello pisando un cactus seco; entonces una gaseosa prefiero al yogur bebible, anque el alcohol de una fría cerveza estaría perfecto para seguir batallando; ahora con esto de haberme hablado dios estoy más arraigado con los conceptos de creer en algo superior de mi; pero licuado de banana y leche es lo que se presenta al panorama de los deseos en los albores de la competencia, con aquí al costado una licuadora afianzando los pensamientos esotéricos de beber y alimentar la panza. Por eso por favor le pido déjeme pues tengo la prisa del deber en regresar al puerto del amor con la carabela pirata, en mejor atender al laburo con la sargento primera renovada en su noche de miel número cuarenta millones, y arrojar un ancla, en el paraíso ese, de barril de lata reyena con cemento, hacia el deber de apuro en ausentarme tanto, en los tantos minutos de pedrestre murmurar. Más no existiendo guinche para la descarga de levantar la sonrisa con las ganas del poder arrumbado soy ahora con buen motivo apenas un triste antílope apagado, abatido bicho revolviendo al curioso destino en busca de una estratagema de regresar como escapando del deber obligado. Y como le venía diciendo, cuando comenzé con mis primeras maldades, acción física tamizada del ánimo enfurecido, solicitando a los perjudicados colaboración de desprenderse de todo, dios me habló estando yo de gira en un raíd de voltear cuanto a mi paso se encontraba, señuelo de ir quemando neumáticos en la carretera para parecer piqueteros de renombre desinflados de rencor, y así hacer detener los autos para atacarlos cual si fueran diligencias del lejano oeste; y me reprendió mucho diosito desde el pobre firmamento expirando manchado de carbónico espanto, sucio cielo de marroquinería entre el humo negro que ascendía al tiempo de explotar los parabrisas; y fíjese, no tanto por la iniquidad de torturar al buen transunte sino de manchar al cielo de mugre destructiva. Y aquel humo negro al ritmo de subir parecía detonar su ira volcada en voz de ultratumba, en pedido acongojado, severo y desesperante; y entonces lo escuché rogar por pedido del ozono no ser más agujereado y mantenerse íntegro como a los albores de la nube molecular en la acción de crearlo, recalcando con voz de pordiosero habernos dado un sol enorme para que vivamos hasta empacharos de existencia, con adosado el reproche en como nos mofamos de todo eso y destruímos su creación: He creado un mundo donde todo florece en espigas de acción permanente, y los hago nacer y reproducirse con placer y antojo cuantas veces lo pretendan, con una muerte donde el cielo los espera con los brazos abiertos para luego regresar con mejores armas para enfrentar lo sucesivo correspondiente; decía el señor muy ofendido; che ¿O tal vez fuera el espíritu del planeta utilizando el idioma de los hombres? Y todo perece y se renueva pero ustedes nada, como el exhalar luego de la inspiración se van acostumbrando a destruírlo todo ¡Malditos hombres malditos! Gritaba acongojado. Humanos destrozadores de mi creación y a cuanto a vuestro paso se regenera, por el solo heho de expandir sus antojos y su avaricia altisonante ¡Pues entonces los castigaré a todos pero a ti primero, joven viejo mal entretenido con la destrucción de mi obra, basta ya de tu ollín inmundo en función de la guerra personal, bastante tenemos con los incendios foreatales donde mueren millones de mis animalitos queridos producto del recalentamiento global, donde perece sufriente y sin sentido mi fauna tan apreciada! No obstante el tirón de oreja, que me quedaron los ovulos como los del gordo después del arrastrar los yunques, lo prefiero a él antes de estar comiendo ideas de espíritus y encima tener que respetarlos por maestros ciruela. Aquel día mientras yo asaltaba el comboy dios no paraba de refunfuñarme que hasta los turistas se veían sorprendidos de esa voz de ultratumba: Más ahora sabrás de mi fastidio y verás como me enojo tanto; decia con voz de gordo de mil toneladas: Que te haré sentir lo mismo que siento en desesperación y llanto, aturdido el cimiente de la congoja en mi caracter ante el haras de lo destructivo de vuestra parte, siempre teniendo que ver como personas como tú destruyen al querido planeta que tanto me costara crear y hacer vibrar de manera sigular. Y si dios es la suma de lo que dependemos, te cuento a mi haberme entrado por un oído y salido por el otro, las súplicas de este egocéntrico personaje bipolar de arriarme hacia terreno de portarme correctamente; en cuanto a mi condición social yo estaba perdido, en el sentido de pender de un hilo, un tanto menos de lo que lo estoy ahora, pero en cambio aun con pañuelo en la quijada, sucio y sediento, hambriento y lastimado y además harapiento, aparte de refugiarme en la zotana de cura tratando de portarme cual un profeta; que al final hablaba solo el empleado público, y yo seguiendo con lo mío sin prestar atención a la sentencia de su parte por mi accionar contaminante. Ah, pero lo que ayuda mucho a mi regeneración total del abatido delicuente es ésta idea de pronuciar palabra en el día del reconocimiento que no hago otra cosa que practicar estar hablando ante una multitud en el balcón de la rosada; aunque no creo que me inviten igual me voy a meter al estrado pues no paro de pensar el discurso específico y que iré a decir cuando suba.

Lorazo:
Contra la verdad interior del mejor preferir así de solitario me marcho musitando verdades ejercidas con muleta. Aves de tejado me miran absortas como desentendidas de mi ser o no ser espiritual; aunque donde la tierra es pastel de sangre y dengue quedaron mis árboles estáticos como esperanzados de mi regreso. Y aun por cristo decretada la libertad individual como la ley de hierro sigo en sometido trocando las tensiones en esquirla de un conjunto, solo a mi padecer abandonado cual abocado vino en vacías libaciones entre tinieblas nocturnas; y el ya mismo me lastima con más lástima, por culpa de la parca asignación de una timba ausente, humillado como un crupier disfrazado de nadie, más no por penalización de los humanos sino del cielo innato conmigo al pie de una abandonada ruleta. Con la barranca del viento favorable, aunque con honda tristeza que me frena, por fin me rajo a favor de un destino nuevo por delante, como para desparramar sobre los designos de una epopeya virgen. Recuerdo de aquel día del tercerizado coto, que de justiciero nada, llover hasta en las jaulas de los monos; y siendo mi ayer superpuesto con el hoy bendito, de radiante jolgorio y de asueto calmo, veo falta de coincidencia total en chingadas las curvas de las ámbas radiografías; pero embuelto en espinas de melancolía, que en el aire se dispersan cual pétalos punteagudos, disponiendo de alas con vitalidad por gracia de mi orgullo argentino, dejo de buscarme en perdones de mi mismo y aunque más no sea vuelo en círculo como orbitando envuelto de distintas ánimas que se neutralizan por la competencia; estando en vida antes del juicio final vaya a saberse la verdad de un merecido castigo, de justicia tardía hecha sobre un bordado de macanas pendulantes, imposible, pues después de todo si no hubiera seres queribles quizás el cielo quedara despoblado de angelitos; cabriéndole al Luismi el tilde de renegado por motivo de querer estarse desnudo imbuido de rabieta. Y así de fundido, usado y desentonando, evito ser un Jonás y dudo, siendo que fuí, por elección halagueña, elegido en funsión de parlante y monitor del paraíso; entonces volando como paloma confundida mejor trastoco la duda en vigilar por encima, observar desde lo alto con ojo crítico, desairado de dualidad pues, con el alma taponada de escosor, caramba, esta por fin previa de los anales con vista a los siete mares; por la hora magnífica, gala de a pasos de avestruz tan vívida cual un meteorito al instante de tropezar malhabenido con sus parientes porfiados. Aunque falto de ganas de engrupir con lamento mi alma experimentada, por mufa o por desagradecimiento, algo crispado el caracter tengo, entonces pues bien vale un instante de arrepentimiento de estar alerta con la liga del ayer mejor quedando al complacido observando desde el aire pachorriento, de esta previa de los anales digna para hacer fotografía en la memoria remañida, de las tantas mesas redondas cromadas y muebles de lujo, aun sin acomodar como se quisiera, mesas ratonas noguchi, mesas altas de barra y para todos los gustos; más banquetas y taburetes; con esa tanta paisanada lujareña esperando esperanzada con carpas en el bosque, y más cola esparcida en la ruta, cual si se aproximase el día siete del propio capo San Cayetano. Más por los olores aun fluyendo preliminares por entre los burletes de la vecina, a tan solamente tapa levantada de a por momentos, hoy haciendo parálisis de lo sagrado, todos vagan aplazados de una perturbación peremne, con los cuerpos muy distraídos por esos efluvios tan fatales como recién nacidos, como saliendo del mega freezer cual enjambre de bacterias con propulsión de orgullo; aunque además tengo la vista allanada de una panorámica furtiva, como de baile fantasmal de narices respingadas, que hasta los ademanes más toscos asumen forma de perros de presa, con todos delegando el maquinando sobre el jurado gourmet internacional, desde temprano presente; tan nerviosos como orondas guirnaldas trenzadas al viento de la gastronomía, genios de las artes culinarias metidos en la piel de Jehová el socialista, aun antes de haber desgustado nada, así como reinas cascabeles paseando por el ideario de sabores que intuyen de aquel mega asado; por siempre hoy siendo solamente tratados cual embutidos de pavo de los mil demonios, excelsos trozos codiciados como momias de Kefrén, embueltos en pliego de selofanes con allí dentro soltando imposible tufo, trozos de vacas de por sí sentenciadas al garrote vil del matadero, y tantos otros animales intrépidos y curiosos que flotaron alunísonos en el hervidero; más al toque de cocinados sin piedad del plutonio, luego como en máquinas industriales todos triturados bajo las garras de las muelas batientes del soberano pueblo, más a la postre amazados en las barrigas felices, panzas llenas de éxtasis de restos del espeluznante pucherazo de la CGT, guisazo camino por los chinchulines a ser excremento de examinar; con también, para que negarlo, gente asqueada e indeferente de lo tan épico, como queriendo degustar aunque más no sea un pebete de salame y queso; con además incluídos al hipotético festín algunos conocidos del entramado como desconfiados de probar quizás restos de la tigresa, o bosta de los cuadrúpedos por siempre adherida al fondo de la super cacerola. Con desde el cielo de los vivos, de donde mamamos oxígeno cual cascada de existencia, también aprecio de los bichos en la reserva, fluctuando huraño en las chatas mentes de los animales, el deseo tácito de en algún momento chapar aunque más no sea un lamer del plato, o directamente degustar de la bandeja de los jurados; bichos desencajados, acerados e incisivos, porfiados de si mismos en probar de aquel banquete conservado por gracia de la tecnología de los tiempos del hielo seco; y aun así lo que sobrara de aquella carbonada quedando regido por comentarios emergidos de la voz del soberano, catapultado en la historia de varias generaciones, o hasta quizás el propio apocalipsis del fin de los manjares. Con todo, todavía aquí duelen tantos animales muertos como en Oceanía, que en el minuto de silencio hasta la contra tapa del periódico se hace al mirar relativo dejando de ser chistoso; con éstos y tantos cadáveres de los incendios forestales aun ardiendo de no servir ni para aditivo del futuro petróleo, que hasta los lobos de mar de las piedras deben haber muerto esterilizados de pálido susto. Más yo desde lo alto, sorprendido veo la laguna llenarse de a poco cual regida por la tendencia de un corazón de masapán, sensible con el pueblo vitoreando el tamaño acotencimiento como tallado en el marfil de las futuras generaciones. Si al nuestro Ignacio le fastidiaba el nivel del piso fuera de plano, con la barranca treinta centímetros apuntando hacia lo hondo de su rancho, desde ya se puede ir aflojando y reír de nuevo, contento de haberle trastocado Dios, por milagro a lo justo de su antojo pretender, quedando el suelo cual pista de patinaje sobre hielo. Por cada lancha y su estela como arado marcando, como corolario va entrando del canal revuelto agua de a sorbos; si es que en tentador impulso se la desea beber; increíble suceso de resquicio sagrado cayendo acrobático y esparciéndose como lava selecta, por gracia de los beneficios de un salario de olitas del Luján recorriendo previamente el caño hundido entre raíces del bosque; al son de otro estruendoso milagro de propulsión mediante, haciéndose doblemente increíble el como va entrando en fila el líquido semi contaminado al pozo sediento, pero ahora cristalino y limpio como agua de deshielo; más que sorprendido estoy chamigo viento, y debatido en redimir mi no ser adalid complaciente del adagio celeste de esta pureza de encantador suceso de aguita fresca entrando lo más campante de a puchitos purificada y lerda; entonces la napa absorviendo hasta un cierto punto recién ahora comienza a copar el crater del repunte compañero, y en efecto dejando llenarse con las pocas ondas de la marejada machacando por cada nave que salpica; pero lo cierto es que el repunte de la marea juega cual signo precoz de acabado irremediable, pasando contenta como un niño en tobogán de parque de diversiones, bajando y subiendo al son de ese gran caño de granito compacto, cual buche sediento de una fuente de los tres deseos; más son las lanchas que pasan las que hacen entrar el agua definitiva y corrediza, a lánguido ensopado lento como de una cuchara, celibato de a poco entrando al gigante pozo, aun carente de musgos; por el momento únicos factores que no alcanzarían para llamarse como un milagro ecumenico; pero a ver ¿Y el errado aplanado del pifiado acabado en la excavación casera, por culpa de las topadoras contraindicando la suave palada del usual titánico; por gracia del propio lunes nivelada en cuestión de un suspiro? Al estar mi mente galardonada de pensamientos exclusivos, cual si luego de acertar la lotería en problemas me metiera por curioso, ahora deduzco que el comunismo y el liberalismo son dos gotas de agua de Jesús, en cuanto desean un mundo perfilado en sojuzgar la naturaleza; que es precisamente lo que más nos está afectando; y parecidas son también estas filosofía en la acción de depredar a fondo, y algo más, los contados recursos del planeta, con recién allí quedarse ensimismados como el perro luego de obtener el hueso de la pata; que para desgracia de los socialistas de Jehová, a la vez de ser ideales siempre modernos son al mismo tiempo científicos, como boxeadores con la guardia levantada haciendo tope al hígado y en medio de lo estelar noche en el rostro. En sus comienzos habrá sido el liberalismo una idea de avanzada y revolucionaria cual un especie de poncinismo de hoy día; entonces el liberalismo en contraposición al feudalismo representaba algo muy de punta pretendiendo cambiar las estructura de las sociedades. Ah pero no entiendo porque pienso esto si en nuestro reino animal impera la total anarquía, en el sentido de falta de un estado beligerante. Más como tercera opción importante, los humanos tienen al mencionado socialismo, allí las utópicas ideas idealistas amparadas por personas del seno obrero, batallando entre los más grandes acertijos de los pensadores de la oligarquía, pero en cambio los socialistas de Jehová, de mejor pretender un destino austero y de distribución equitativa sin tanta vitamina potente, de ir apresurando al debenir en consumir la ración divina con eso de andarse depredando la desgastada naturaleza, de por si superpoblada de seres atrevidos y hambrientos. Aunque finalmente las paradojas de la política hacen que hoy deban encontrase emparejados en la semejanza éstos dos quienes pretenden sociedades de avanzada, que aunque con premisas de esperanzado resultado, así vibrando en desiveles diferentes de la vital energía, pero perfectamente comparables desde el punto de vista de despilfarradores de la sana ecología: Los ateos de Marx y Engel deseosos de abolir las clases sociales en contraposición de los archi defensores de la libertad de los mercados como factor principal de optimizar la calidad de vida; cualquiera sea el precio final de dicho bienestar. Pero sin embargo, apartados de ciencia y política, aquí todos tenemos la mente metida sobre el orden del tiempo traducido en vorágine de ansiedad religiosa, con este evento extraordinario seguramente cual estancia quieta adonde poder sentirse como en un oasis del espíritu santo; con yo volando postergado a las ganas de esa pincelada del shiva eterno, y así lograr, por esa lengua regidora del poder sagrado, servir en tan solo transmitir las palabras que salen del cielo airadamente entre la resonancia de mi capacidad. Y al costadito de la triple contienda, el dios de todos, sin importarle tanto en que si creémos en él o en nadie, sino más bien preocupado como un padre en que nos portemos bien al son de aceptar sus órdenes como en un ejército de soldados; pero quizás olvidando, del ser humano, ser precisamente pecadores por naturaleza, ergo haciéndose imposible el porfiado deseo de guiar nuestras voluntades hacia un desobadero de buena conducta. Ahora que lo pienso quizás Marte haya sido un planeta habitado que explotó por motivo de falta de obediencia debida en cumplir la receta del Sinatra, entonces los vapores de aquellos mares convertivos en nube inmensa se mudaron aquí, para nosotros continuar el designio de ser una nueva posibilidad auténtica de vida; con quizás ahora el ente supremo por medio de signos, poner todas sus fichas en ésta nuestra noche celestial estrellada de glamour. Más; mas y mas del más, amazado en la masmorra, que más perdón le pido a los mases del aire tan lindo, por esta nueva alcahuetería apartada de la preocupación romántica del amor transgredido: Justamente porque dios conoce los destinos de cada ser no desea que nadie sobrepase la estría de su prerogativa, más por ello, en la previa de la coronación tan esperada, debo hacer citación al paraíso de tener incluído en el balance, forzadamente, por motivo de exceder por sus dones delictivos con creces el límite de lo permitido, al tal Fulgencio Centurión, muchacho malo y exacerbado de sobrepasar las fronteras por los canales de lo prohíbido, bien pudiendo asesinar con los deseos con que se mata una mosca, falso cura desde el arranque no más, vestido de oscuro cual su alma, traspasando las alturas del zenit confianzudo del diablo con sus iniquidades permanentes, de pésima conducta indeseable de codearse con transgredir el nivel de lo permitido los trescientos sesenta y cinco días del año; que no sirve ni para abono del infierno, pero que sorprendentemente, por milagro de lo fantástico de meterse en la latita de los nuevos tiempos, ayer fuera asesinado a escopetazos, pero de muerto, al hacerse presente el señor Poncini, en santiamén resucitado, vuelto a la vida como un muñequito con cuerda por el poder de la saliva salida de un grito de espanto; y entonces de morfología de bicarbonato de sodio que deseaba votar con documento apócrifo, pasó de lleno a cadaver colador de fideos con los agujeros de los balazos todo el tiempo en el pecho, que por más que cambie zotana por camiseta, las yagas vuelven a emerger al punto de ir trapasándole la ropa nuevamente, como en los muertos vivos, emanando la sangre hasta detenerse al solo teñido de la prenda, en resquicios de estaño perfectamente en derredor del conjunto de orificios fatales. Y así de tamizado con una felicidad escabrosa y gris de todo sobarle el lomo, más esos rugires que hasta ayer lo divertían tanto, hoy lo tenemos puesto en amanzadora de ambiciones de ubicarlo dentro de lo establecido como potable; con aparte, como si ninguna bala lo hubiera perforado, deseando ser otro comensal normal, de formidable bondad, en orillar la laguna enmesada de tulipas con velas con los hornos pizzeros allí al costado amparando los platos de sitio, junto con cazuelas de porcelana esperando por alguno ser distribuídas, y en medio de todo eso él solito, perforado y encorvado, como un loco por las tablas ensayando de verdad, goloso de recitar para cuando diga en el discurso, como tratando quizás de pedir perdón por todas sus faltas dentro del área chica; y jurando, entre olores fulminantes que emerjen increíbles de los restos del mega asado, por el momento un arrepentimiento esta vez creíble, a las gentes de las carpas apostados en el bosque desde semana tras semanas venideras. Donde además, en este panorama de preliminares, son otra usina sangrando la grasa de los rulemanes, en malversación de roles, el Ignacio con su mucama cabeza de kiwi, a cara descubierta; muchacha para nada huidiza, amándose sin viáticos de reclamar, a meta lambetazo por las mejillas; y casi por completo allí adonde el sol no entra a menos que se esté en un campo nudista. Vaya, vaya, ésta oportunidad de pensar como los profesores, de ser éste mi pensamiento nuevo por pensamiento prestado de un ángel correspondido, lorito ángelito sabelotodo, mi cielo; aunque en verdad, para lástima del silencio, solo se trataría de un síndrome momentáneo con palaciego caracter de esfumarse evanecente; lorito insigne hoy por fortuna ausente de mi ser ofuscado y demacrado, de a nadie importa el revertido alfajor sobrenatural titilando por gracia de lo exponencial. Y este fiel amigo del pago de licencia inexplicable pero previcible, que dejose olvidada en la recámara de mis pensamientos la virtud del idioma al servicio del esclarecimiento, en este instante dubitante acompañando las aspas de mis alas en frenesí de colibrí, al rememorando de Mabel en el boliche con sus sandeces de ursus americanus, con la cáscara pegada del ser al traje, con encima yo poseído por el cielo de Lorito, galantemente recetando como un boticario el hacer reír haciendo picardías para samarrear al cuerpo poseído, más por fin lograr hacer ceder aquella maldita atadura tan particular de cuajo y pellejo. Entonces, como consecuencia de todo, ahora navego en círculo parloteando para adentro solo con las añoranzas, y mi alegría de licor de guinda pujando por salir solamente de imaginar a mis amigos como linces con alas desplegadas en la pista del arribo, como queriendo saber ellos de mi destino largamente transitado, deseosos de conocer al dedillo los designios de la pausa que me han forzado tener; y entonces aquí, solazo en comparación con la luna que se insinúa, las tantas inquietudes mestizas se me cruzan con los anhelos pujantes, ansias calladas y explotando de querer expresar mis pensamientos al balcón de la lengua en parapente, con la sola intentona de hablar como para los afueras al viciando el aire de etériles jadeos; para ello surcando el aire voy como atrapado en una rotonda, de entre nubes de agua clara, con aleteo aturdido por viento pesado de aceite de olivo, siempre como repitiendo en solitario monosílabos con el cuatro de copas atragantado en el cogote, aunque de exclusiva referencia hacia las tremendas ganas de emprender el regreso, más cuanto antes, al sitio natal de donde, respetada la libertad, nunca debería habérseme trasladado, pues si existe alguno pretendido en querer matar de nostalgia mi almita misionera, flotando ella por virtud de mis blondas alas de aspaviento permanente, aquí me tiene pues flotando en el aire y agonizando de tristeza tecnicolor. Más otra aflicción predominante en mi, es sustentar con los soportes inflamados de la duda, la enorme fusión de raps con los conocidos rezos cristianos, justo a esta altura del entramado donde todo parece un intercambio de favores, escuchándose salmos de nuevas estrofas como movida precoz de los pañales; al corear del viento con un: Ignacio nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre, en estribillo de una canción de Shakira; y de agregar nuevas ocurrencias como oratoria de las tribunas es moneda corriente, coloide de la metrópoli con letras de cancha de futbol en hacer revolución cultural movida de una fe temprana; entonces tierno, lloroso, y algo perturbado por verme de reboter inmiscuído, observo además, como mesánico entre lianas de rayos expulsados del sol, la sutil culpa generalizada, como una forma de melancolía instalada hasta en la postal del paisaje, de hacer fundición del siempre vapuleado Jesús el libera, con nuestro maratonista sensacional pero aun en veremos, aunque más no sea hasta entrada la noche; prórroga, quizás nefasta, de un áutentico mesías perfectamente comparable con comer acauciles de hoja por hoja aplanados por una dentadura postiza. De igual modo cual un sargento en cuarentena, patrullo desde el firmamento los preeliminares de un día sellado como apremiante para la historia, con destino de vajilla completa adosada con receta de plato principal entrada y postre, con centros de mesas y floreros allí lustrados de primera mano, y sillones chester por adonde aguarda oronda la propia señora dueña de la estancia, también trapeada la cuerina blanca por la sirvienta infiel entre banquetas y puffs esparcidos como esfinges por el perímetro de la estancia. Y así andando intachables por los cielos de la tierra: parlante mental, planeando acrobático como avión en los desfile, más bicicleta pinchada y sin cadena, ausente pero presente con la reminicencia de sílabas perfectamente claras, que como el pucará vamos rodeando la tímida laguna del pozo abismal en vías de llenarse lento por gracia de un milagro en increyendo, extendido sobre el asueto del tiempo electoral, a por el momento a poco menos de poquito llenarse, como para apenas hidratarse los sedientos talones; que aunque volando en círculo cual forzada la vieja usanza de ser libre y sin tacha, mirando atónito voy entre el armado de carpas de ambiente y pista de baile con piso de parquet de madera; camastros y pedestales; que movilizado flotando en zozobra de vocales como el Cervantes, si apenas logro triturar cual un buey el pasto y la barba de aquellos desafíos de mi corazón envuelto en babero de lágrimas. Más aun, pese de la remembranza, feliz estoy por partida doble, doble por más bien el alivio de no existir aún en nosotros la peste del coronavirus: Que dicho sea a vuelo de pájaro, he tenido una visión funesta, de en los arrozales a los infectados venirles cual castigo del sol tan picante, salido de la buena conducta de los grados habituales, en una alarmante proporción de un grano podrido con el mal, por cada mil granos tambaleando como la arena en los médanos del aberno, como queriendo los pequenines, y quizás a coro de Pink Floyd demás cereales y legumbres, de castigar a los humanos de hasta haciendo desbarrancar la moral de niños y adultos, por castigo subversivo de depredar la sagrada naturaleza; y por el otro lado que cual un adepto al peronismo también es de festejar la dupla de los Fernandez pronto gobernar; presidir con prestancia este maravilloso país, endeudado si, pero aun desenvuelto sobre nuestro territorio querido, de abundar las posibilidades casi tanto como en el paraíso desplegado sobre la estepa del basto cielo. Entonces sin estrecheses de mantras aliviadores, desde el aire uso la palabra castellana para de prestado pensar a destajo como jamás lo hiciera, mis inquietudes de cavilar mi vuelta al pago, con discurrir sobre tantas otras cosas milagrosas que aun me siguen tocando las puertas del alma; son tres días de quórum filosófico, más no de reporte mental, cual partido el cráneo por guía telefónica, de donde no falta ninguna neurona al servicio de traer al conciente deseos en debatirme con esta cuestión de desafiar el cautiverio, no obstante de estarme en una reserva gentil, a quien mejor quizás debería agradecerle tanto cariño invertido, y así tomarme el palo de inmediato, como decimos hoy día al expresando de escapar del destierro en Babilonia; más yo ahora como las aves de Noé que regresaban al arca por falta de apoyo para el descanso, volando como un dron regido a medias por un ángel pequeñito, que huyera acobardado del eco de chasquidos de beso negros, en pujante relación extramatrimonial, dejando abandonado en mí, el poder de la gramática en funsión de trazar una estrategía inteligente como para hacer el aguante, de aquel voyeurismo sibarita del pasado al lujo de escuchar como aficionado resoplido entre bambalinas y suspiros de nunca acabar, en una bahía de agonía negativa pero irreversible; que aunque permanecí terrenal también estuve salpìcado de estremecimiento, estaqueado en el silencio pero presente, mudo y estoico del tanto mirar la noche de la fanfárrea sin subrayar nada. Y para estos otros querubines, que vislumbro en el relampajeando de bajo del engalanado día, de ángeles en imagen que ofrece la mañana generosa, en visión profética como de enanos de colmillos afilados deseosos de saber mi novela rosa mental; que primicia gastada es adivinarme el no estar para nada enojado con Mabel la de todos, pues por el hecho de verla con otros amores al margen del matrimonio eso es cosa de pichones para nosotros los elegidos. Y aparte de negarme siempre, al porfiado pedido de la circe señora, en raspar mi lengua, con cepillo de dientes, toda vez que pico maníes y girasoles como para ir despulpando el aceite extraordinario; confundiéndose lo mío con la resaca infecta de ellos, producto de aspirar tanta cajetilla de Malboro, de la posterior secreción emergiendo de los pulmones mientras sueñan con un mundo perfecto; pero no, eso nunca; lo mío no, nada que ver, a lo sumo será, esporádico mezcla de papilla de colesterol bueno con el remanente de los incendios intencionales por la pereza de desmalezar con guadaña; estos humanos se la pasan comiendo sebo asado de animales muertos a trompadas, más luego temen del desvío de esa mantequilla fina en la lengua aparecida, plagada de virtudes positivas ¡Y peor aun, lo recomiendan por la televisión cual una práctica milenaria; que después de tanto cepillo raspando y raspando, la lengua les queda compacta y marrón como un revenque de cuero mojado con agua de estanque de molino! Pues los cuernos en nada empañan el afecto adquirido por el roce interpuesto, eso significa poco para un misionero trepador de ombúes y comerciante de semillas a cambio de brincos y píares; se trata de un muestreo claro de la cruda realidad que deben enfrentar las mujeres luchadoras como la nuestra respetada Mabel; si hasta yo mismo, contradictorio, por momentos tenía deseos de arrancarle el corpiño cuando Lorito manejaba mi voluntad espiando; espaciados de espanto, ámbos por separado como acercados tanto hacia su lánguida intimidad hoy tan cuestionada y dejada de pasar por alto; donde mis oídos propios conectados con los pensamientos del cielo, además estuvieron lascivos, y entonces, aunque no decodifico como un telégrafo, lograba escuchar los tantos entredichos permaneciendo forzado de mente en blanco, vacío de virtud como el penacho del gallo, con también mis ojos ciegos de tanto mirar aquel apartado de la mano de los santos; santos vivos luego de la muerte, de gobernar también la moral del cielo, con el abrigo de la vara de juzgar como los humanos ejemplares; más no podía hacer nada pues solo era una hebra de té que flotaba en la taza hirviendo. En la vida todo es positivo en el sentido de brindar muchas posibilidades, pues tanto la humanidad necesita como las diferentes especies requieren, y todos demandamos: Servicios, semillas y mercaderías, más los otros tantos caprichos que completan la existencia, imposibles de enumerar; o como pide la señora sillones pierre paulin, y encima mesas, nada menos que ratonas, como para un mitín al aire libre, ensaladeras de vidrio cuando se irán a comer ravioles; hieladras con pinzas, fraperas y baldes de acero para el champagne de los más pudientes; en fin tantas cosas se requieren en la sociedad, que se hace tan vital el ofrecer, no pudiendo entenderse para nada aquellos seres desconectados de la creación haciendo todo del revés, por ende, por más hábiles que parezcan, no sirviendo para nada, en el sentido de ser útiles para lo que guste mandar a propios y ajenos. Personalmente tampoco estoy resentido con el Ignacio por el hecho de refigerar el alma comiendo tantos animales a solo salero y de un solo bocado, quedando los restos como para disfraces de un carnaval eterno, pues yo solo veo a los hombres siendo ésto lo único que desean hacer, comer y comer, y en vez de pisar sencillo, tener relaciones carnales a trochemoche. Entonces ahora, usando este pensamiento prestado, mejor prefiero en el virreynato filosófico endosado, primero observar para luego emitir opinión, y si se me permite ser didáctico como indicado una salida del hermético laberinto. Salvo por tener los impulsos musculares tonificados por ofuscación, en despilfarrar oportunidades en regresar al pago, el dia está perfumado de pachuli y diafano de estremecido brillante, con la acuarela del viento trazada de lineas vaporosas como salidas de un diamante; día transparente como plástico psicodélico caído sobre el rancho de Mabel la lisonjeada. Y en la previa general, cual codornices ante huevos de lagarto, allí se van apoximando al estrado de honor el intendente recién reelecto con unos jerarcas de los Ginnes, todos de sport, de punta en blanco, como ensayando y mascullando sueños, esperanzados de como decir en la hora del rodeo de la palabra; que junto con los manteles con guardas paraguayas son para mis adentros lo más digno de detacar, manteles puestos a modo histérico de guía de palpitar la espléndida velada, como todos aquí entrometidos en la desgarrada latencia de algo sublime. Palco momentáneamente desprovisto de soubenires pero un gigante de ensalsar al valiente transpirador de la febril camiseta, con copa y corona y medallas de oro; y allí mismo vienen viniendo a mis ojos en la bendita media vuelta, de un décimo regresar por las ansias del entusiasmo, medio Luján de abrazar al gordo de idolatrante reverenciado, que ningún problema al parecer de perder las lágrimas demuestran, en palmeando la espalda con extremada sinceridad. Más sin saber si soy Lorito o Lorazo, me llaman al bajar en regresando, pero yo, quebrantado de ganas de rajar, volando como el perro que se rasca la cola, ni bola paso por las dudas, a la ansiosa muchedumbre preliminar instalados como para siempre; aunque quizás se me considere un ave hostil, irradiando menosprecio, nunca dejaré de querer este día de asueto tan particular y alegre, imposible de fingir tristeza justificada aunque sea esta de volar hacia el norte como águila engreída camino hacia el brazo protuberante de la selva de mi natal Misiones. Y adentrado mi cerebro en el localismo y en la latencia, juzgo las luces ansiosas estando encendidas, desde el viernes por la mañana hasta este propio lunes entrado el mediodía, gasto innecesario; lucesillas cual girnaldas mal olvidadas a la vera del presupuesto a por reindexarse. Desafiando al verano algunos adolecentes ya se bañan como si el aguita no mojase, más otros hacen la morisqueta de pescar, con una bolsa de cebolla desenterrada de aquella oportunidad del mega pucherazo, cual si fuera una rede de nylon lo más acondicionada; no hay nada que hacer, la juventud es una belleza que cotiza aparte de ser lindo, pero hoy nada se compara con la expresión de los milagros en lograr derrapar los discursos. El repunte de una incipiente marea ha subido al punto de acariciar el caño de entrada al sistema de cisterna, allí por la catedral enclavado a los pies del enraizado peristilo, sistema de tuberías rudimentario pero perfectamente inventado por el magnetizado Ignacio, objeto de todos los festejos de la comarca; hombre bruto, bachiller del pueblo, en llamar a la marea presentarse, justo el día donde todos los alpistes se comen en su nombre. Ya desde hace muchos días hubo gente de bien, peregrinando y acampando en el bosque, pero ayer entre rezos y campanadas de la misa de gallo, al sonar de la reponsabilidad, desde temprano están todos metidos en la alegría al son del mismo entusiasmo primero; solamente por esto no se hace dificil imaginar el asunto de la coronación como el evento del siglo. Ahora dicen sentidos canditados a profetas científicos, que estos humanos fiesteros salieron paridos de un mono, pero entonces me pregunto por que ningún hombre santo parió un simio completo después; o tal vez una mujer lo pariera pues entonces pasó que todos callaron y nadie lo dejo trascender; habrá sido hace tanto tiempo. De todos modos es injusto adjudicar castigos al cielo cuando la humanidad hace tantas macanas: piloteando a fondo examinando los celulares, quemando bosques como si encendieran una bengala; pero Dios supera a todos y sin elucubrar castiga compasivo, entretenido entre elegidos querubines en la torre de lanzamiento, que solo con los propios avatares del cada día así la vida se le hace dinámica, sin necesidad de mutar acomplejado de si mismo, o solicitar perdón a todos aquellos necios que esperan milagros y por vendados los ojos no los pueden apreciar ni aunque le toque el timbre del portero eléctrico; aunque por estas teorías de apuro, a lo mejor al supremo vayan a quitárseles las lagañas con un solo viento de negativo trillado, como pidiendo, entre las nubes de rocío de su llanto, perdón por haber creado todo y más de lo que suponemos. Caramba, empiezo a sentir que el cielo de Ricky Martin se me acerca y que estoy poseído por una musiquita.

El rigor del destino.
Primer acto.
Arroz de luna.
Me he figurado un espacio irreal, que comprende: La chacra de Mabel. Una reserva de animales. Un bosque; y en la lejanía, la catedral de Nuestra Señora de Luja.
Peronajes:
Mabel
Ignacio
Joe
Hector
Hortencia
Fulgencio
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Escena uno.
En la estancia de Mabel, y en el propio bosque, horas antes de comenzar la escena, se hubo llevado a cabo la fiesta del reconocimiento, que se vió interrumpida por un caso sospechoso de coronavirus.
(En una reserva de animales, frente a la jaula de los leones)
Joe: No embromemos, era de preveer la clausura del evento ¡Las noticias provenientes de oriente dan cuenta de una pandemia muy severa!
Hector: Sepa, nosotros tenemos el pico encorvado, para los virus y bacterias no apunten al rostro, ni al almohadón de la lengua.
Mabel: Con todo, fue porfiada la tal ignomia de suspender un festival tan auspicioso; que suena a sedición en lata de sardina, decretar una cuarentena de catorce días por un borracho con un poco de tos y tres líneas de fiebre.
Joe: Se ha colmado la zona de filosos mosquitos, ávidos de inyectar su propia sangre para mezclarse con la nuestra, e ir ganando en trascendencia y espectácularidad; y ésto por culpa de la cisterna laguna, desagüe de la catedral para cuando hay marea muy grande.
Mabel: Querrás decir, enorme pozo de cinco hectáreas, noche y día, palada tras palada cavado por mi esposo como acción de volver a los setenta y nueve kilos.
Fulgencio: Por favor, quite de los barrotes la gorra húmeda de microgotas de fluggüe, inciertas y malhabenidas en su visera opaca.
Mabel: Resulta injusto que no hayan valorado los tantos milagros en danza, de evidentes señales de Dios en nuestro patio, como aquel de una cotorra, paloma mensajera, que cual vaquero, desviara aquella enorme plaga de langostas hacia el bosque malhabenido; o bien el fabuloso despertar del Ignacio justo al pesando los kilos requeridos; con ayer mismo el plano del pozo, de claramente desnivelado a quedar hoy totalmente liso; y a parte la marea prometida venirnos justo a la hora de la fiesta, a llenar el lago con el rio entrando por las tuberías.
Joe: Si, con además, el gran milagro principal, de tener entre nosotros, al Divino Lorazo terrenal, fantástico chamigo, hablando cual un catedrático por medio del Espíritu Santo.
Hector: (vestido de lorazo) Otro cuestión importante a resolver, son los virus intrahospitalarios. Pero Incisto en incluir al arroz de ser el promotor de un montón de enfermedades, por causa de ese maná del infierno depositado en la lengua, que aun quitándolo como es debido, acaso la punta del isber de una resaca maligna; de no extrañarme para nada, que en complicidad, con la ubicación de los astros, los rayos del sol salidos de su grados habituales, y las bombas que arrojan las grandes potencias, todo eso unido resulte ser el causante del covid-19. Sepan entonces que si los humanos desestiman la naturaleza, luego lo que el Magnánimo destruye destruído queda; y en la medida que no Lo incluyan en las fórmulas científicas, jamás podrán saber de la esencia primera.
Fulgencio: Entonces si puedes hablar con el Luismi, ruega mantener a éstos leones sin apetito.
Mabel: (Por fulgencio) Vos te quedás aquí a pasar la cuarentena conmigo ¡Guauuu!
Fulgencio: Basta de pleonasmo; y de agria resignación ¡Exigo mi liberación! Si cualquiera la puede crear, no es el alma lo más importante, sino el ser irrepetible y la propia vida.
Mabel: Siempre atenta y tenaz traté de convencer al gobernador Axel, de no suspender la velada, pero con ustedes allí metidos era como escupir contra el viento, con vos, cargoso, respaldando el aplazo del festival; con el evidente fracaso que significa para el Ignacio la clausura de la dichosa fiesta. Además con el mal gusto de meta insistir con el asunto del duelo a muerte.
Joe: No tengas dudas, que sin zigzageos del coraje, he de estar allí a la hora convenida.
Mabel: Y a propósito de los dichos de Cristina, de encuadrar al peronismo dentro de las corrientes socialistas, yo mientras tanto juraba ser una socialista de alma. No se apresuren, decía, ya verán, en los países con gobiernos liberales, por hacer honor de la libertad de los mercados, la pandemia será más severa allí que en aquellas naciones con regímenes socialistas, donde todo es más organizado; pero no hubo caso y adios festival de los record Ginnes.
Joe: El pueblo, en la previa del bosque, aparte de ciervos blancos, también carneó a los rinocerontes.
Mabel: ¿Pero que es ésto? De pronto el lorazo Hector ha desaparecido, como por arte de magia. Y allí está, en mi rancho, que nos saluda batiendo alas.
Fulgencio: Si, también lo veo; y observen como ahora se ha quitado el atuendo; caramba, sin duda el disfraz más perfecto del mundo.
Mabel: Era un disfrazado no más. Y al trámite de quitarse el vestuario, ahora estamos frente a un militar dispuesto para el combate. Igual, quien quiera que seas, siempre te voy a estar agradecida, y nunca me voy olvidar, de como me ayudaste tanto, a zafar, con tus sabios concejos de aplicar mordaces picardías para así por la vibración de la carcajada por fin lograr quebrar la costra de las heridas y separar la piel del cuero, de ese maldito traje de oso, fatalmente adherido.
Joe: ¿Pero entonces donde está lo sencillo de la existencia, que la materialidad, tan dura, se hace invisible, y al toque se reanima en otro sitio? Y encima por partida doble: El hombre y el disfraz.
Mabel: Pasó, poco después de quedar flechada del Ignacio, que poseída por la belleza del traje, desnuda me lo puse feliz de la vida, que estúpida desfilaba por la habitación cual una miss universo; hasta justo ver por la ventana a mi Hércules cuando pasaba con el carro, más, incrédula, salí volando al aciago encuentro; controvertido momento, si lo vieran, con él hambriento, creyendo que se trataba de un animal al que podía atacar, y así me enlazó no más, arrastrándome por varios kilómetros; entonces de inmediato la sangre de las heridas, se impregnó al cuero del atuendo, más luego, cuajada, peor, que ya no me lo pude quitar por nada del mundo; patética desgracia hasta llegado el lorazo Hector, que entró en mi vida para salvarme con la sabia terapia.
Fulgencio: Hay ruidos raros en el portón, cual si un tigre estuviera arañando la chapa ¿O es que llaman a la puerta?
Joe: Ande, vaya y atienda.
Mabel: Lo sé, draconiano y sin bemoles, entregaste los rinocerontes a la pandilla de hambrientos, que por los tantísimos incendios forestales, antes de morir calcinados los prefieren vender como alimento.
Joe: Queda claro, mujer; pues para mañana tengo en camino cuatro rinocerontes más.
Fulgencio: ¡Otro milagro! ¡Son los rinocerontes de Java!
Joe: Raro ¿Es que no los han asado entonces, y como indica la costumbre hechos los trajes al pie del matadero?
Fulgencio: Son Hortencia y el señor Ignacio.
Joe: En aquel momento, por ser amigo tuyo, y evitar el extrerminio, permití que use el rinoceronte macho en arrastrar el carro, que se la pasaba llevando tierra cual emperador romano, pero ahora, cual magnate desciende de un magnífico capote como de una limusina.
Ignacio: Me siento un estibador de penas ¿Como pudieron suspender el festival por tan insignificante motivo?
Joe: Por lo que veo, se manducaron a los rinocerontes, con el mismo ragú que te llevó a vos alcanzar los quinientos kilos.
Ignacio: Tiempo y espacio son una misma cosa, lo mismo que vos y yo detrás de la misma pollera.
Joe: En sufragio de boleta única, tú te has elegido solo, con el resto de la lista donde figuran las tuyas solas apreciaciones.
Hortencia: Hoy por la tarde, en los preparativos finales, el pueblo tronzó a los rinocerontes, y te vimos como recibías dinero de los barrabravas.
Joe: Sin más, eres como la típica sirvienta de la comedia, ramera insolvente devenida en amante del hacendado.
Ignacio: ¡Cuidadito! Vamos pronto al desafío, necesito redimir el alma a tanto desprecio inflingido.
Joe: ¡Caraduras! ¿Qué es eso de andar comiendo animales de exposición, con la total anuencia del pueblo? Que se creén, aunque esto sea un zoológico ésta es mi cuna.
Ignacio: Marchemos al reto; no practico otra cosa que rezar para verte ascender al inframundo.
Joe: La mejor manera de revalorizar mi orgullo será verte boqueando.
Fulgencio: Mejor usemos tapaboca; donde si nos pescan nos confinan a todos.
Horterncia: Marchemos, pero respetando los protocolos.
(Salen en dirección al rancho de Mabel, bordeando la laguna. En la ribera hay unas mesas preparadas como para una cena de gala)
Joe: Hay poca gente, por poco ninguno.
Ignacio: Me robaron el presente con el bosque y la estancia colmada de adeptos, solo quedando anonimato y espacio sin fin.
Joe: Entendé que por culpa del último atragantón en que venías bajando de peso, allá por los trescientos kilos, donde por el traspié quedaste durante un montón de duros meses postrado en vida vegetativa, dejaste a tu señora con el destino flotando a la deriva, cual un obsequio; y aparte de la inmundicia del deber soportar eruptos radioactivos y flatulencias atómicas, de enamorada de un tipo de esbelta figura, y acariciada por una mano suave, al poco tiempo palmeada por la pala de una topadora; para finalmente, me incluyo, a los albores de la tercera edad, donde el tiempo te inmuniza de todo, quedar presa de una incertidumbre dañina, por motivo del coronavirus que preferentemente ataca a las personas mayores.
Ignacio: Entre andar constatando si tú eres un procaz usurero, o el duelo a cruda muerte, pienso lo más fructífero será el asunto del desafío.
Joe De seguir ahondando en la vanidad no vaya ser que nos pesque la madrugada sin haber realizado nada de lo nuestro.
(Empieza a soplar un fuerte viento)
Ignacio: Exitado me encuentro pues, dispuesto a cruzar el Atlántico, por segunda vez a nado. En el caliz de la noche de pronto sopla un viento arremolinado, digitado hasta en los más mínimos detalles, como en aprobación de algo, pero sin duda donde el Señor nos trata de abrevar verdades.
Mabel: Notable; y de tan inteligente, aquí se va formando un hombre sobre la arcilla.
Hortencia: También aquí se dibuja un vestido de novia, con relieves perfectos hasta en los volados más sutiles. Kikikiriki.
Fulgencio: Sobre el suelo ingenuo del propio lodo, se sierne sobre las estrellas un ramo de rosas espigadas. Guau guau.
Ignacio: Noto algo pavoroso en nosotros; que cuando hablamos, las bocas parecen hocicos con labios de hebras de palmera, y las voz se va mezclando con reales sonidos de la selva; dá la sensación de estar convirtiéndonos en los propios huésped de la reserva. Miau, miau.
Joe: ¿Será la voz distorcionarse por el mismo viento en la inercia del proceso? Muuu ¿Que sé escucha? Jiiiiii.
Mabel: Sonidos de aves y mamíferos, con algunas sílabas entrecortadas.
Fulgencio: ¡Pronto, rajemos! ¡Este ser empieza a tomar vida de verdad! Muuu.
(No imagino ser algo profundo éste juego de mezclarse el habla con sonidos de animales, ni tan poco muy afectado, sino más bien superficial y simpático, donde de todos modos el texto fluya, que bien podría ser acompañado de algún juego corporal de poca exigencia)
Mabel: Estamos al horno, con Hortencia pasa lo mismo, solo emite mugidos estirados, con la evidente intención traducida en gestos, pero dentre el viento inteligente, solo se escucha como un barritar alegre y entrecortado.
Hortencia: Miau. Le ruego no me pida favores, renuncio, desde hoy no seré más su sirvienta, estoy de novia con su marido; y es porque usted lo cambió por el guardaparque.
Fulgencio: A Mabel se le entiende todo. Giiiiapi.
Joe: Mañana me jubilaré, pero igual prefiero morir luchando antes de vivir avergonzado. Auuu, eaea, juuuua juuua.
Ignacio: Seguro hablaste de mí, pero cual un asno repugnante. pi pi pi.
Mabel: Relinchos interminables, gorgojeos de águila, ronquidos agonizantes de búfalo y de jabalíes.
Joe: Presten atención, de aquí de la tierra, sale el muchacho caminando, y se nos viene. Bruuuuu, bruuui.
Fulgencio: Ahora sonaste como trompeta de elefantito.
Mabel: Porta aspecto de tierno varón, en el sentido de macho dócil.
Saturno: Me llamo Saturno, mucho gusto de conocerla.
Joe: ¿Señor mío, podría decirme como va ésta cuestión del coronavirus? ¿Se puede salir o estamos en cuarentena? jirijijiauuu.
Saturno: No sé. Sepan disculpar la duda, pero bastante me cuesta entender.
Joe: ¡Miseria y debacle! ¡Riesta de problemas! Es por culpa del carnaval de éste tipo, en las cuerdas vocales instalado. Cruacrua. Cruacruá.
Saturno: Vaya, cómo clama éste con sonidos de aveztruz ¿Te sientes bien?
Hortencia: Por el sacrificio de los tantos animales es que se formó la moda de los disfraces, y ahora ésto de hablar así.
Mabel: El viento te dió la vida, y nosotros te vimos nacer, por favor quédate, no te marches así por que sí.
Joe: Aquí el amigo indio, debajo de la camiseta del Barcelona, lleva una sotana de cura, pero en realidad se trata de un falso religioso, de en su momento unir en matrimonio a la señora con éste, la famosa tortuguita renga; casamiento muy cuestionado por la curia, por un disfraz de oso fatalmente adherido.
Saturno: ¿Famoso por qué?
Joe: Por aumentar de peso hasta los quinientos kilos, más luego, durmiendo la mona en vida vegetativa, adelgazar, y milagrosamente despertar justo cuando estaba delgado. Ha alcanzado un récord sin presedente, comiendo tantos animales de mi zoológico, que así fuí acumulando odio al punto de desafiarlo en duelo a muerte.
Saturno: ¿Podría usted arrendarme la sotana a cambio de mano de obra a cuenta?
Fulgencio: ¿Para que? No estoy en condiciones de regalar nada.
Hortencia: Ojo con éste pibe, no tiene parangón, lo puede llevar a robar y después quedar criminalizado.
Mabel: ¿Sería tan amable de intervenir como juez, en un duelo a muerte entre estos dos caballeros?
Saturno: Desde luego, pero ¿Árbitro vestido de cura?
Mabel: Cuando él se ausentó de mi vida, me puse de novia con el guardaparque, pero después despertó y por ahora me considero en litigio, pero, sin desempate, prometo formar pareja con el triunfador del duelo.
Saturno: Si, quisiera ayudarlos, pero ¿Como serían las reglas?
Mabel: En calzones se enfrentarán en lucha libre, a ver cual de los dos triunfa ahogando al oponente; debe de empezar cuando el árbitro lo disponga, y finalizar al dictaminarse el deseso forzado de alguno.
Fulgencio: Cae granizo; llueve arroz blanco, y justo la luna parece un reloj de arena que de a poco vá desaparciendo.
Mabel: Son como copos de nieve, pero de arroz largo fino.
Hortencia: ¿Se trata de la luna hecha trizas?
Ignacio: ¿No será que la teoría, esa de los deshechos del arroz, pululando en el interior del cuerpo, donde aparte del filtro de la lengua por poco hasta los perros estarían necesitados de un segundo aparato digestivo, se trate de un despropósito tan inconmensurablemente desacertado, que por tanto ahora Dios nos despedaza la luna, como diciendo, coman muchachos, coman tranquilos, y alertarnos de no seguir hablando pavadas?
Mabel: Entonces sería importante saber, si Dios creó el universo con cada detalle pensado, o como los políticos improviza sobre la marcha.
Ignacio: Se sabe que todo está escrito.
Joe: Fugaces palabras de un fornido críado a récores en los que nunca nadie repara.
Mabel: A pelear sin más vueltas.
Joe: Si, basta de esperar lo tan deseado.
Ignacio: No me voy a achichar en dejarte morado.
Joe: ¿Con arrugas en la cola pretendes quedarte con una mujer tan soñada?
Ignacio: Grumete del diablo.
Saturno: Aquí mejor, señores. Luchadores, espérense, no se enfrenten fuera del lago.
Fulgencio: Miren esa luz en el cielo.
Hortencia: El firmamento se va copando de ángeles y querubines de tiza, con las estrellas quedando como collares de diamante en sus cuellos; y miren como sobre la ribera se despliega una rambla, de la cual se extiende un respaldo empotrado sobre el bosque, y allí aparece una gran biblioteca, con un módulo arriba donde también hay una vinacoteca, con botellas, copas de cristal modelo Alaska, cientos de damajuanas de tinto rosado y blanco; con sobre el cielo una pasarela donde desfilan bellas mujeres de todas las razas.
Fulgencio: Si, y allí veo también, venir un elegante adonis, aquel bravo soldado quien se quitó el disfraz de Hector.
Saturno: Con ustedes ¡Jehová de los ejercitos!
(Hortencia ayuda a Mabel a ponerse el vestido de casamiento, y luego se despiden con un sentido abrazo)
Joe: Con ésto planto bandera, que ya venía mal barajado, donde si me levanto de seguro golpeo la cabeza contra el techo, que al elongar vuelvo a quedar tullido.
Saturno: Mabel, aceptas por esposo al señor Jehová de los ejercitos.
Mabel: No lo sé, lo voy a pensar unos días.
Hector: A ver, Mabel ¿Cual cúpula superior a la del cosmos, con bordado de arcángeles a tus ojos?
Mabel: En verdad, ninguna.
Hector: Dichosa vida nos aguarda, emparejados en años, sin nunca envejecer ni siquiera por un segundo.
Mabel: Entonces, tonta de mi en fraguar delirio cuando debiera estar a tu lado.
Hector: Necesito tenerte pegada con tu silueta de flama de fuego, y dibujar con la pluma del presente, en tantas quebradas del crepúsculo, una historia de amor financiada del más puro cariño.
Saturno: Mabel, aceptas por esposo al señor Jehová de los ejercitos.
Mabel: ¡Por supuesto!
Hector: Atiende, ahora como para tus amigos, sin recelo, acepten el destino irrevocable, te ofrezco ésta ceremonia breve, más después nos casaremos en una mesquita del paraíso.
(Mabel arroja el ramo de novia a Ignacio)
Ignacio: ¡Ruego me sepas perdonar los tantos error cometidos!
Mabel: Sábelo, lejos de importarme un bledo, muy mortificada estuve por la suspención del reconocimiento; no cualquiera logra aumentar quinientos kilos más luego adelgazar otro tanto.
Ignacio: Mi próxima aventura será escalar el Aconcagua y en la cima voy a gritar al cielo lo mucho que te quiero.
Hector: Esposa mía, me place conversar de diferentes temas, y continuar buscando entre los astro nuevos proyectos de vida ¿Sabes? Puesto que siempre desié tener un pueblo que actúe a mi modo, empezé por tomar ánimo de crear a Adán y Eva, que son, no como todos creen los primeros humanos del planeta, sino los dos primeros judíos.
Mabel: Ah, si es por ello, no te hagas ningún problema, seré, con toda mi estirpe, la más agraciada entre todas las judías.

Aconcagua.
Segundo acto.
Escena uno.
(Los doce asientos de Mabel. En el cielo figurado, van cambiando de sillas, bostezan)
Mabel: Racimo de paz; adios aciento número diez.
Hector: Fíjate como son las cosas, por impedir que almorzaras un risoto de arroz, en plato hondo de pocelana, impensadamente tropecé con tu grandeza espiritual y me enamoré cual estrella fugaz ante los confines de una galaxia cautivante; más ahora rendido a tus anchas, me conformo con vivir como sombra al fulgor de tu semblante.
Mabel: ¿Es el universo tu cuerpo sumiso, o pervives en una dimención aparte? ¿Son los profetas y mesías distintos aspectos de tu personalidad, personificados en función de un mensaje necesario?
Hector: Lo único que me atrevo asegurar es que te quiero un montonazo. Pero, sin duda ha de ser muy dificil gobernar pues sino no existirían tantos malos gobernantes, y ésto mismo de complicado es tener que impatir órdenes sin lengua y sin extremidades.
Mabel: Bueno, muy bien, entonces como para de nuevo cargarnos con otro poco más de sopor, ha llegado el momento de cambiar de asiento, y allí iremos a reanudar el hilo de la charla en el undécimo de la serie; ya falta poco.
Hector: Aunque ser tu marido es un sueño cumplido, nada se compara a soñar dejando de vagar sobre los asuntos pendientes. ¿Se pueden alternar los temas o conviene estarse monotemático?
Mabel: Poco importa el nexo de la charla con la actividad, sino mas bien el hacer el ejercicio de sentarse la tanta cantidad de veces recomenda; eso si, en lugares distintos, con perpectivas diferentes; doce sentadas al día, (y pues se trata de una carga), de una duración mínima de cinco minutos; y ya verás como desde la sentada número ocho se pueden ir contando los bostezos; más luego al metódo, se le debe de sumar una vida cotideana de tipo nómade. Calculo yo que el soñar debe estar ligado con la recámara donde se alojan las imágenes de los recuerdos, pues del propio conocimiento dudo se obtenga tanto bagaje mental.
Hector: Por mi parte, al ritmo de las invenciones es que me voy enterando de los secretos de la cultura; pero igual no te inhibas en preguntar, me encanta escuchar tus ideas; anda, continuemos filosofando.
Mabel: Allí sobre el hermético universo proyectado sobre la pista rígida de un espacio negro sin tiempo, donde como pistas fantasmales yacen marcadas las órbitas de la comparsa, quizás sea el planeta Tierra una minúscula herida expuesta.
Hector: A los albores de tu razonamiento siento una grande emoción beligerante.
Mabel: Volviendo a la hipótesis del planeta bobo de la tuya inmaculada concepción, me alzo con está segunda conjetura: En un principio el planeta tierra estaba destinado para ser una estrella convencional que emana fuego, pero cuando la nube molecular, encargada de estos asuntos, sin pretenderlo se encontró con la enorme cantidad de vapores del h2o entreverados con el granito de la corteza, por un instante quedó perpleja, como simple testigo del reboque desprenderse, al creándose la luna al costado (con todos sus típicos cráteres redondos como el ombligo, que de haber sido la nuestra morada un sol, hornallas perfectamente conectadas a los volcanes por adonde iría a salir el fuego; que si se enumerasen volcanes de aquí, con cráteres de allá, las cifras coincidirían perfectamente) pero no obstante el desperfecto, la obra se pudo llevar a cabo y entonces la nube molecular creó por partida doble: la luna tan críticada y el nuestro planeta colmado de existencia. O sea, la inteligencia yace impresa en el combustible nuclear y por ello la temperatura del sol se regula sola; por ende, los efluvios del plutonio y del uranio, emergiendo sutiles, se trocan en hálito de existencia que acapara la superficie, equivalente a la llama propagada de un sol; pero en nuestro caso, en vez de fuego, son seres con vida en la acción de multiplicarse, por medio de la procreación permanente haciendo brillar al astro de manera sui géneris. Y otra prueba que venimos de la bencina es el hecho en que debiene la materia orgánica sepultada bajo el manto terrestre, que como resultado se obtiene el inflamable elemento llamado petróleo.
Hector: De haber sido La Tierra un sol de fuego, entonces Marte hubiera tenido la temperatura perfecta; y estoy persuadido que el arroz en realidad proviene de éste planeta rojo, destinado como para seres dotados de un segundo aparato digestivo, para así lograr digerir el espeso almidón del grano, debenido en los humanos, en colesterol nefasto que proporciona puntales enfermedades de preocupar.
Mabel: (Cambian de aciento) Aunque no hay manera de revertir el veredicto de la historia, entonces deduzco que se ha establecido una enorme confusión con ésto del pecado original.
Hector: Sin duda. Siendo Adán y Eva los primeros habitantes de un pueblo a mi medida; más no del mundo entero, mira si les hubiera puesto en aquella prueba, del árbol del conocimiento del bien y del mal, golosinas y cigarrillo, y les hubiera encomendado permanecer tranquilos y relajados, entonces hoy la tierra prometida sería un páramo de abúlicos olgazanes. A sabienda que irían a desobedecer es que los incité a transgredir la norma, con el firme propósito de crear en ellos el espíritu rebelde, transgresor propio de la especie; aunque más luego, claramente, igual de obligados en combatir la nefasta iniquidad.
Mabel: Te felicito por el sábado de descanso, es una verdadera reivindicación de caracter sindical.
Hector: Cuando hay un trastorno muy grande, es de vital importancia, establecer: "el no ser" un único factor el causante del problema, sino cinco; más luego, lo aconsejable es proceder a dar alivio: identificando y resolviendo cada uno por separado; más si con ello no alcanzara, en adelante allí tendrán tu glorioso método, como para sanar definitivamente durmiendo de manera saludable y sin ingerir ni un solo medicamento.
Mabel: Si no fueras tú el amor de mi vida me marcharía sin dar explicaciones.
Hector: En cambio yo haría tronar tempestades hasta de nuevo tenerte como mi guía permanente.
Escena dos: (Por el camino de la ladera del Aconcagua, avanzan Fulgencio y el padre Saturno, y en la cima están Ignacio y Hortencia)
Fulgencio: Tengo miedo que cuando el gordo me vea, lleve a cabo la venganza que por todos los santos me jurara, de en cualquier de éstos días, disfrazado de oso, frente al público atónito de la reserva, hacerme saltar las tripas por las orejas a base de prensa y martirio.
Saturno: ¿Pero y vos que le dijiste?
Fulgencio: Pensando que le importaba un rábano, más que todo el mundo lo sabe, como un marmota le comenté el haber íntimado con la señora; parafraseando la jarana conque con ella me casaría para cuando espiche quedar con una jubilación de sustento.
Saturno: Yo en cambio, algo más discreto, antes de terminar la carrera de seminarista me achaco dudas si mejor formar una familia.
Fulgencio: O sea soy el único cliente con la columna como palo de escoba que confía en vos ciegamente.
Saturno: (Luego de una pausa) Ya Jesús desde pequeño ideaba el itinerario de las acciones hacia la nueva religión en cierne, de imposible no adjudicar la redacción de los Hechos de los Apóstoles como una orden suya; sustentada por el digno palpitar y la sagrada paciencia en ser el mesías tan esperado, más no exclusivo de su pueblo, sino del mundo entero; pues entonces, habiendo impartido la tarea de los escritos, respetó la forma y el estilo de cada uno; pero he aquí que Juan, hijo de Zebedeo, solicitó del propio Jesús, ayuda y colaboración: De allí el apodo del Discípulo Amado; porque el maestro accedió a encaminar al joven, pero a sola condición de no hacerse mención en los escritos, de ningún Juan, incluído el novel autor.
Fulgencio: Tal vez sea así no más mi amigo, pero me estoy apunando y hasta escuchar me resulta complicado. Por fin hemos llegado, no doy un paso mas que muero.
Saturno: Vaya contraste: soberbio y sin aliento. ¿Me parece a mí, es celaje por debajo de la montaña, o los mares están salido del nivel y van cubriendo la cordillera?
Fulgencio: Si, estamos como en un mingitorio donde se ha apretado el botón del depósito.
Saturno: Mejor, adios coronavirus, covid pasado por agua.
Ignacio: ¡Muchachos! ¡Aquí! ¡Bienvenidos! (Acariciando la panza de Hortencia) Nosotros estamos desde hace tres semanas, al intuír de a lo mejor adelantarse.
Hortencia: Tengo antojo de algo dulce, fíjate si logras conseguir una mermelada de higo, pero rápido que ya falta nada.
Ignacio: Ya verás, luego del parto, en el refugio Elena, nos irán a proveer de lo necesario como para estar apartados del horrible comer solamente dátiles.
Fulgencio: Buenísimo ha quedado el castillo de piedra, cual dispensario de la prehistoria.
Saturno: Permítame ayudarla.
Hortencia: He escuchado del guardaparque Joe, unas palabras que me dejaron totalmente estigmatizada, (ay ojalá el niño viva sin tener que escarbar de la basura) que por el instinto sexual mal encaminado se pueden provocar edemas cerebrales, que muchísimo trastornan la conducta mental; pues entonces más luego que nazca no se olviden de hacerle chaschás en la cola, así el agua encuentra la ruta correcta de los lagrimales.
Saturno: Hemos venido con la mejor intención de colaborar; pero igual preferiría tratarlo con dulzura.
Hortencia: Serafín será su nombre, de ser el primer machito en nacer en la cima de una grande montaña.
Ignacio: ¿Saben? Aunque me siento vulnerable cual cerco de cadenas, igual desearía tener un hijo en cada cumbre.
Fulgencio: El mundo te culpará por esta locura; que te pasa ¿aun no sale éste y ya hablas de tener un crío en el Himalaya, y después otro en el Éveres?
Ignacio: Pospón tu valentía.
Hortencia: Se sabe que fuí yo la que quiso venir a parir de una manera épica.
Saturno: Pero como hizo eso señora.
Ignacio: No todo son cubitos, he traído un par de lupas, como para con el sol calentar las piedras; y aparte del atuendo para el hijo, adosé un cuero de camello como para usar de manta.
Hortencia: Septiembre es un lindo mes, pero igual de noche es como estar en una cámara frigorífica. ¿El traje de chinchilla está preparado?
Ignacio: (Haciendo la veña) Si mi sargento.
Saturno: Trate de controlar la respiración, no sé sobresalte por tonterías.
Hortencia: No sabes que feo, por momentos la mente ilusionada me hace contraste con el cuerpo rígido. Gracias Dios por darnos la vida pero también la muerte.
Saturno: No diga así, ya verá, todo saldrá como corresponde.
Ignacio: Es increíble, donde quiera que dirijo la vista, solamente veo cual si hubiera ocurrido una estrepitosa marea.
Fulgencio: El paisaje ahora es un único océano, quedando la cumbre cual un islote.
Ignacio: Vamos mujer, sigue pujando, el niño está a milímetros de la vida.
Hortencia: ¡Que sea libre y culto!
Fulgencio: ¡Vamos, purrete! Sal del atolladero.
Ignacio: Cuidado, decir la palabra "Vamos" luego te hace doler las rodillas.
Saturno: Venga mi Cielo.
Ignacio: Denme para acá, primero a dar la vuelta olímpica de los campeones, más luego lo cubro con el bendito traje de chinchilla; y ya verán, tendrá calor como en un baño turco.
Saturno: Es muy chiquito, tenga cuidado, se puede pescar una pulmonía. ¡Pero que hace bestia! Por todos los santos, abrige a ese chico.
Ignacio: ¡Mire, Padre! Bajo unos pocos escalones y lo podemos bautizar de lo más lindo.
Fulgencio: Ay, lo revolea a cara o cruz.
Ignacio: Ustedes no se meta en mi destino.
Saturno: ¡Sálvanos Jesús de la estrepitosa marea!
Ignacio: ¡Mabel, aquí tienes, Mabel, un ahijado! ¡Con Hortencia te queremos y te extrañamos con locura!
Fulgencio: Has despertado la ira del Señor y de castigo nos manda la cuantiosa marea.
Saturno: Atiendan, la prefectura nos ha divisado; se acercan a la par, un helicóptero y un buque de guerra.
(Aterriza el helicóptero y entra a escena Joe)
Joe: Con buenas ganas los he encontrado; ya venía yo sabiendo lo del embarazo, pero en el trayecto me ha sorprendido éste bruto aluvión de mares; el planeta, sin haber llovido gota, está cubierto por un deshielo universal; y por suerte con medio tanque de combustible ahora tenemos como para pegar la vuelta.
Fulgencio: Regresar, donde, si ésto es un verdadero apocalipsis.
Saturno: Suena la cirena; nos han divisado. ¡Aquí estamos, vengan a rescatarnos!
Hector: (Entrando a escena) Les paso la soga y átenla sobre la caberna. Bien señores; soy Clotilde, la capitana del Crucero de la Salvación, y ella es mi hermana gemela. Somos las dueñas del buque y solo admitimos mujeres y niños. Pero igual necesitamos un varón adulto, como para mañana, cuando bajen las aguas, de inmediato refundar al mundo. ¿Quien se anota?
Fulgencio: ¡Yo!
Joe: Pero antes, permítanme sacarles una foto de recuerdo.
Ignacio: Como el rocío de un pétalo la felicidad se esfuma como los dólares.
Mabel: Usted, muchacha, embárquese de inmediato.
Hortencia: Quiero dejar bien aclarado, con semejante frío y viento ser yo la que quizo venir a parir lo más cerca de dios posible; por favor, no lo culpen a mi marido, que luego de la ecografía él insistía en continuar el tratamiento bajo la conducción del ginecólogo de cabecera.
Fulgencio: Ojo, aquí, como estrángulando el castillo, está la cuerda taponando la entrada, tengan cuidado de no tropezar.
Saturno: Cuidado Fulgencio, la soga del buque está acogotando las piedras, ¡Fulgencio! ¡Un derrumbe! ¡Como de un torbellino ha quedado sepultado bajo las rocas, no puede ser!
Joe: Serénate muchacho; olvida el responzo; consuélate pensando que ha sufrido menos que un guillotinado.
Ignacio: Derechito al infierno, tuvo la suerte que merecía.
Joe: Vaya tragedia, pobre infeliz; mis condolencias. Estoy muy conmovido. Vean lo que les voy a decir, lo juro, con las distintas fotos que saqué durante lo que duró nuestra relación de vecindad, tal vez mañana fabrique un cuadro con su gigantografía.
Hortencia: ¿Podrían embarcarse ellos también, pues sino morirán todos ahogados?
Mabel: No, solo tú y el hijo.
Joe: Señora Clotilde ¿Puede ser una foto individual suya, y otra del grupo entero?
Hector: Si claro; pero permítame, mientras tanto he de cantar una canción y bailar la danza de la vida y del amor.
Joe: A ver, sonría.
Hector: Al calor de una caldera ardiente, sube niño a la barca, a la barca de la salvación; y álzate, criatura de gloria, al son del renacer con el dulce placer que depara la armonía; vive niño y amamántate de prodigio, acunado a babor y a estrivor de las ondas del amor, al resguardo de tu madre tan serena, rodeado tu nido de candor, siempre abrazado a la dicha de la fortuna; y sonríe niño por siempre alegre, renovando en nuestros corazones la esperanza deliciosamente incondicional; más unidos al servicio de tu tan preciada felicidad zarpemos antes de arrepentirnos.
(Las luces decrecen hasta el apagón final)
Tercer acto.
Gigantografías.
(Esta única escena transcurre en la reserva de animales, en un salón privado del guardaprque)
Saturno: Digo ésto, y con ésto voy redondeando, para no sustraer mas de su valioso tiempo; cuando con gran espectativa y entusiasmo, allanado del más puro convencimiento, Jesús dijo a sus discípulos: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres; hizo referencia acerca del don divino que poseía, de como con absoluta facilidad, por medio de un discurso sencillo e impecable, lograría convencer a multitudes de abrazar un tiempo de mejor hechura; y tan eficiente resultaron aquellos sermones, sobre las bondades del amor recíproco, que hasta la fecha se siguen multiplicando cual el más grande milagro de amor entre los semejantes.
Joe: (Pausa) Amigo Poncini, aprovechando al padre, aquí presente, bien nos podríamos casar.
Ignacio: Quiero que sepas que cuando me alimentaba de tus animales de exposición, jamás fue por venganza de tener algo malo contigo, sino solamente empecinado en cumplir con una proeza.
Joe: Lo sé, aunque mucho esfuerzo me ha costado entenderlo; y así andamos felices con el argumento de un sol naciente afianzado del más puro cariño, donde además, hemos aprendido, de ser necesario, ha poner la mejilla sana antes de levantar el escarmiento. Y ahora, de tanto diliar con la muerte, arrodillados frente a la maldita pandemia, te puedo perdonar cual si solamente hubieras cazado mariposas del terraplén.
Ignacio: Gracias, por tanto afecto genuino.
Joe: Siendo que soy personal de riesgo, bien me podría tomar una licencia, pero prefiero hacerte un rincón a mi lado; por eso sí, si es que la pandemia me lleva, me gustaria que por favor me incluyan en ésta galería; vean, con éstas misma fotos del albún de tu festival: que mientras Fulgencio andaba emparifollado de cacique tehuelche, con la camiseta del Barcelona arriba de la sotana, por mi parte me hice presente de elegante traje de guardaparque recién salido de la tintorería.
Saturno: Aquí nadie tiene la vida comprada, y si como se rumorea, el arroz fuera el culpable principal, con más razón bien podríamos estar todos como unos más de la galería. ¡Protégenos Jesús con la bendita vacuna salvadora! Que ahora aparte de los cruentos rebrotes se nos ha contagiado el padre Dalmacio.
Joe: Se sabe un montón sobre la curva de los contagios, pero ni un comino sobre la curva del covid 19, que pareciera vino para quedarse. Tengamos paciencia pues hasta que los astros se corran del diablólico verano.
Ignacio: La señora Clotilde en un momento dijo que los semillas en general, están muy dañinas por causa del fritados que provoca el sol picante al pie de la siembra; y es evidente que algo así sucede, pues el covid sale en exclusivo de dentro del cuerpo de los humanos; o sea, hay algo en común que nos está cayendo como pataleta, causando trastorno muy grave; quizás por causa de un hongo brotado de las secreciones de la lengua; y a lo mejor ese mismo sobrante viajando en el torrente sanguíneo luego nos provoque algún tipo de renovada leucemia.
Joe: Hoy día por el sol tan fuerte las luces de la aurora calcinan y hasta las noche con luna llena parecen medios días encapotados de neblina.
Ignacio: Precisamente, anoche pensaba, que por el sol tan abrasivo, alguna vez, en época pasadas, hubo una situación similar, donde los seres quedaron tan calcinado que así se formó la raza de color oscuro.
Saturno: Por cierto, acción y reacción, complejo binomio a considerar en no separar de las evaluaciones, y de las graves consecuencias regresivas de maltratar al planeta.
Joe: Febo está sacando del interior de nosotros lo peor de cada quien, al extremo de estar dispuesto a un matrimonio igualitario contigo; atrévete, mancomunados haciendo frente a los prejuicios.
Ignacio: Sería nuestra ruína peor; dejemos ese tipo de recursos para las personas que realmente lo necesiten.
Joe: Entonces, Padre, ya tiene la primer boda como para completar la pasantía.
Saturno: Con todo gusto, pero los tres solitos, y sin testigos ni a un millón de kilómetros a la redonda.
Joe: No bien levanten la cuarentena, pienso lo mejor será acomodar un poco tus cosas, donde de nada te sirve seguir enrollado en los recuerdos tan tristes; la estancia de Mabel es también tu casa, que por la ausencia ha quedado como sitio donde moran urones y muricélagos.
Saturno: Joe, Ignacio, por dios, del cuadro de Fulgencio, la figura del indígena se ladea cual un badajo.
Ignacio: Se está usted extralimitando con el vino de misa, pareciera.
Joe: Oye, tiene razón; y del cuadro de Hortencia, la sirvienta pasa el trapo sobre el aire, como queriendo cobrar el aguinaldo atrasado.
Saturno: Si, y miren, la señora Mabel tambien se samarrea.
Ignacio: Ahora directamente salen de los marcos.
Joe: Resulta increíble como de tan solo pixeles pasaron a ser de carne y hueso.
Saturno: La única que permanece inmovil es la señora Clotilde.
Mabel: (Avanzando hacia procenio) Cuanto antes debo regresar a mis tareas habituales.
Hortencia: Yo ya estraño mucho el no ver a mi gordo.
Mabel: ¿Continúa la pandemia?
Hortencia: Si, claro, hasta la fecha hay veintitrés millones quinientos mil contagiados, y más de ochocientos mil fallecidos en todo el mundo.
Mabel: ¡Es una enormidad!
Fulgencio: Señora, ha vencido usted la eroción del tiempo.
Mabel: Mejor búsquese una indiesita.
(Vuelven a los cuadros)
Ignacio: Se han trastocado de nuevo en figuras de cartón.
Joe: Los toco y están lisos como la fórmica.
Saturno: Estos marcos son como una puerta que dá al paraíso.
Ignacio: ¿Hemos alusinado o estamos desvariando?
Joe: ¡Joder, estos cuadros yo mismo los hice! Que bien podría haber dejado las siluetas con los contornos a la intemperie, pero no, deben ser dignos cuadros rectángulares, me decía, y con mucho esfuerzo los he enmarcado.
Ignacio: Que otra cosa nos queda, de parco entusiasmo, volvamos a lo nuestro.
Saturno: Parecieran estar unas semanas atrasados en la información, pues a la fecha, la cifra de perjudicados es mucho más elevada.
Joe: Si decimos, todo lo que sucede es por voluntad del supremo, entonces esto del coronavirus es un castigo específico para todos los ancianos, pues son los únicos que perecen.
Ignacio: El virus nos está engañando y haciendo creer que solo mata a los de la tercera edad, pero luego tal vez arremeta contra cualquiera.
Joe: Miren, otra vez se están moviendo, y ahora con más algaravía por la inercia de la pasión.
Saturno: Escepto Clotilde.
Ignacio: Volvamos a escondernos.
(Vuelven a salir de los cuadros)
Mabel: Cuanto antes debo regresar al rancho y retomar las riendas nuevamente.
Fulgencio: En cambio yo me instaleré en el bosque, cual edecán de los descamizados.
Mabel: Me he propuesto reacondicionar la casa y a comprar muebles modernos.
Hortencia: Señora, quisiera de nuevo el puesto de mucama.
Mabel: Déjamelo pensar. ¿Es que tú no recuerdas estar en concuvinato con mi ex marido?
(Regresan a los cuadros)
Ignacio: Estamos de cero nuevamente.
Joe: Han vuelto a quedar eternizados en la fotografía.
Saturno: Regrezaron como pichichos a la cucha.
Joe: Cual si les hubieran dado cuerda.
Ignacio: Tengo una idea interesante; si vuelven a salir y por la retaguardia le quitamos los marcos, más cuando quieran regresar no tendrán donde.
Joe: ¿Pero en tal caso, estaríamos dispuesto a convivir con espectros?
Ignacio: Obvio que si; pero en tal caso fingamos la consabida comedia de nuestros clásicos enfrentamientos. Esperen; empiezan a tomar vida nuevamente.
Saturno: Escepto Clotilde; la capitana del buque de la salvación.
Joe: Allí salen. A sus puestos.
(Vuelven a salir, y por detrás sacan los marcos)
Mabel: Asqueada de verlo comer animales de exposición cual manzanas con grosa cobertura de caramelo, me cansé del Ignacio y de todo ese mundo de los disfraces, y ahora quisiera recomenzar desde un lugar más tranquilo.
Fulgencio: Sabe, señora, sépame recatado; del preciso momento en que dios creó a nosotros los indios, los astro comenzaron a rodar y así se configuró el nuevo tiempo.
Mabel: De tanto escuchar ladridos me urge una aspirina.
Saturno: Buen día gente linda; hola Mabel; que tal Hortencia.
Mabel: ¿Muchacho, adonde te habías metido?
Saturno: Finalmente quedé en la iglesia como pupilo, y estoy cursando la carrera de seminarista.
Mabel: Te recuerdo perfectamente, y la laguna a medio llenar.
Saturno: Vine a ver si logro amigar a los gallos de riña y pelea.
Mabel: Ya, entiendo ¿Pero que hace el Ignacio aquí en la reserva; hasta el zoológico han llegado los combates; y la fiesta de los quinientos kilos? Estoy preocupada con saber el estado de la laguna, ¿a ver? ah, no les digo, se llenó y está re sucia.
Hortencia: Podríamos ir con el Ignacio a vivir en el granero ayudando en lo concerniente a la mantención del lago.
Mabel: Si...quisiera sembrar pejerreyes...crear un ambiente pacífico.
Joe: (entrando a escena) ¡Viejo bribón!
Ignacio Oia, miren quien habla, el propio Matusalem en persona.
Joe: ¡Fuera del zoológico o suelto a los lobos!
Ignacio: Te daré vuelta el cogote en trescientos sesenta grados, y quedará tu cabeza girando cual hélice de un dron.
Mabel: Basta de escuchar sonserías, y de las discusiones de siempre, ahora en serio, me marcho, debo retomar la conducción del rancho.
Hector: (Con el disfraz de Clotilde) Hola, aquí vine, ¿alguien me podría decir donde vive Mabel Marcia Amalia Azucena Quereida?
Hortencia: Si, allí enfrente, recién se acaba de ir.
Todos: ¡Hector! ¡Es Hector!
Mabel: Hector, al fin de nuevo unidos. Urgente quiero mostrarte mi rancho.
Hector: Vengo a luchar en persona: contra la ingesta de arroz y de polenta; que por cada concientizado iré a reparir chocolates de primera calidad.
Mabel: Iremos casa por casa, y de ser necesario, por la noche, romperemos las bolsas de maíz de los silos industriales.
Todos: ¡Si!

Cuarto acto.
Catacumba.
Escena uno.
(Al centro del escenario, Hector y Saturno pescan en un bote. Mabel con Joe, conversan sentados en la costa. Ignacio y Hortencia preparan un asado en la parrilla.)
Joe: Dinos Mabel, quisieramos saberlo, en esta nueva etapa de tu vida ¿te has quitado o te has puesto la careta? Te comportas cual una matrona y el pobre príncipe ha quedado relegado a la boba condición de conserje de hotelería.
Mabel: Atentos a sus arengas en contra del arroz, por la tanta comparsa que rodean a mi Hector, temo verme relegada a la simple condición de jangada que se aleja.
Joe: Semejante personaje para tí sola...
Mabel: Rechocho de la vida lo tengo, día tras día desayunando asado frío con vasito de borgoña.
Joe: ¿No te averguenzas? A poco de arrivado ahora luce la típica panza del recién casado, ¿es que no escuchas sus concejos, de cuando uno queda sujeto a reglas estrictas es cuando más se despierta el acuciante apetito?
Mabeñ: Si, bueno, está bien, pero quiero que disfrute lo más que pueda.
Joe: Mejor rebobinemos, ansioso me hallo por saber los pormenores de aquella demostración filosófica, tan cargada de suspicacia, donde terminaron en la comisaría.
Mabel: Pasó que por medio de un hecho ilustrativo, le quise hacer notar: el como en efecto pueden llegar a coexistir la nada misma metida en la realidad de todos los días.
Joe: Por ser imposible fácil de refutar, si es nada, no existe, no es, ni aquí ni hallá ni en ninguna otra parte.
Mabel: Eso mismo es lo que Hector pensaba hasta que lo hice cambiar de paradigmática. Resulta que venden una manteca, de segunda marca, que dá por tierra con cualquier ciencia, pues uno la prueba y tienes que ver como se percive allí oronda la ausencia de todo, con ganas de aullar al hacerse palpable la nada turgente en el paladar; y no vá que comiendo los primeros bocados de una tostada huntada con la dichosa manteca, escucha por la radio acerca de los primeros síntomas del covid 19: pérdida súbita de olfato y gusto... donde ahí no más salió de raje al dispensario a hacerse un hisopado; que hasta quedar el asunto aclarado, estuvo un montón de horas haciendo cóncabas peripecias como para safar de la cuarentena.
(Desde el rincón parrillero, breve diálogo entre Ignacio y Hortencia)
Hortencia: Ir a parir al Aconcagua fue un desafío muy grande, incomparable; lástima quedar de cero con las manos sucias de carbón.
Ignacio: Lo que hoy es desolación mañana se trocará en contento, y la mugre en triunfo.
Hortencia: Por más triste que nos resulte nunca olvidemos a nuestros desaparecidos.
Ignacio: Estoy de acuerdo, pero igual hoy es un día espléndido, cargado de convicciones.
Hortencia ¡Don Hector! ¡Si pesca algo, tráigalo de inmediato y lo cocinamos a la vasca!
(Escena dos: Desde el bote)
Hector: ¡Aun no pesco ni un absurdo borseguí!
Saturno: El sol expectantes se abre paso de entre el colage del cielo, y la bonita claridad vaga sobre el collar de boyas sujetas del remanzo.
Hector: Es un error muy grande de los revolucionarios comunistas, esa canción de asustar a la oligarquía con darse vuelta la tortilla y tener que comer mierda mierda; pues siendo ésta una doctrina científica, de la igualdad equitativa, ¿no sería conveniente tranquilizarlos, con además asegurarles que a nadie le irá a faltar un cacho de pan y una vivienda digna? Mientras los hombres somos como fuelles de bandoneón el marxismo es una filosofía basada en la exactitud de la aritmética.
Saturno: Es por culpa de la revolución francesa donde se empezó a contar de cero con los valores trastocadísimos. (Pausa) La mar está viciada de encanto con sus traviezos pliegos sobre la estepa mojada de nuestro paraíso.
Hector: Al mundo lo está arruinando la confianza ciega depositada en los economistas; sucediendo que lo que se consigue ahorrar por el apriete de recaudar sin escrúpulos, luego se malgasta taponando agujeros que los propios contribuyentes van dejando al desquiciando de la paranoia.
Saturno: Se ha hundido la boya ¡Vamos, pronto, pege un tirón así se engancha en el anzuelo!
Hector: ¡Ea! ¡Sueño cumplido! He sacado una boga enorme.
Saturno: No quiera saber cual manjar es ésto a las brasas. ¿A ver, cuanto pesa? Tres kilos y medio. ¡Eu, miren lo que ha sacado Hector!
Hector: Aquí no hay trampa, ésto se llama calidad y destreza deportiva.
Saturno: Nada de shushy, ni devolver el pescado al espejo, pronto, nos llaman de la parrilla.
Hector: No, espere, hay un montón de pique.
Saturno: Oiga, vea; en aquel espacio talado de la hondonada del bosque, hay un centenar de indigenas instalado con tolderías.
Hector: ¿Que pasa ahora? Mejor haga silencio.
Saturno: Ésto no es broma; son un montón de teuhelches comandados por el cacique Fulgencio, apostados con intenciones no santas.
Hector: No me acose con frivolidades.
Saturno: Oh, no, como haciendo acrobacia se llevan a Mabel, montada en un tordillo atigrado.
Hector: De seguro habrán de pedir un suculento rescate. ¡Joe! Sin difamar, ruege al cacique dejar libre a la señora, que como recompensa, en el garage del rancho, tengo un cofre con monedas de oro; riqueza importante como para sustentar un siglo a esa legión de arrogantes.
Saturno: Cuidado, se está enrollando con la soga del ancla.
Hector: ¡Mejor ocúltense en la reserva; allí estarán más seguros! ¡Yo sé por qué se los digo!
(Desde la costa.)
Ignacio: ¡Tranquilo, lentamente se están llendo de donde vinieron!
Saturno: Milagro a la carta ¡La han dejado libre!
Hector: Tú, rema, uyamos rápido, el tesoro solo trata de monedas de chocolate envueltas en papel dorado; cuando lo descubran irán a enfurecer; ¡mejor vayamos de raje para la reserva!
Saturno: Don, a sotavento, asoma el lomo un reptil gigantezco.
Hector: Y los indios nos tiran con arco y saeta.
Saturno: Ha pegado un flechazo en el bote. ¡Cuidado! Aquí de nuevo el bicho aparece; es como un tren de largo.
(Por detrás, Fulgencio sube al bote, con un puñal en la boca) (Desde la costa Ignacio se tira al agua y va al rescate de Hector; finalmente, Hector y Fulgencio, luchan y caen al agua. Enseguida se ve como el monstruo se traga a Fulgencio)
Saturno: (Se persigna) ¡El monstruo nos va a devorar a todos, ahí viene de nuevo. Mejor apúrese.
Ignacio: Vaya amigo, de la que me he salvado.
Saturno: Yo no me repongo del susto. So co co, socorro.
Ignacio: Fatídico, si cunde el pánico seremos carnaza peor.
(Asoma el monstruo, y de la boca sale Fulgencio cual un títere)
Fulgencio: Querido pueblo de Luján, pido perdón por todas mis averías, por mis pecados, y mis daños a terceros.
Saturno: ¿Pero, y Hector?
Fulgencio: El señor Hector se encuentra en la confitería; y me mandó disculparme ante el mundo por las tantas ofenzas e iniquidades.
Saturno: Se ha sumergido nuevamente.
Ignacio: Sonserías, el monstruo está lo más pancho aquí debajo, y con estrépito pronto irá a reflotar. Aquí sale de nuevo.
Fulgencio: (Vuelve a salir) Hector solicita de su querida Mabel, paciencia, aguantar sin estar juntos hasta verse la lucha contra el arroz consumada. Más, recién luego de triunfar con la causa del arroz como fuente de todos los males, irán a retomar otra bella historia indisoluble y eterna.
Ignacio: Solicita prudencia, nosotros la cuidaremos.
Mabel: (Desde la costas) ¡Dile que me será muy dificil vivir apartada de su cariño! Que tengo roto el corazón si no estoy a su lado, y Él conmigo; hace un segundo se fué y ya lo estoy extrañando; que si no lo veo, muero, que si no lo tengo fallezco. Mañana mismo, empezaré casa por casa a ir a propagar el mensaje; por cierto tan complicado porque la gente no hace más que comer de esos pricipales alimentos. Pero además, he de instalar miles de bombeadores rodeando la catedral, con salida al río, y lo más rápido posible iremos a vaciar el lago.
(Apagón) Nueva escena (Luego de unos días la laguna queda vacía y Todos revisan el suelo con buscadores de metal)
Mabel: Sin duda se trata de un submarino taladro.
Ignacio: Es increíble, no hay rastro alguno, ni siquiera vestigio de una podrida escama.
Mabel: Aquí me suena la alarma con total nitidez.
Joe: La cuchara de albañil se hunde en el lodo y ni un mísero clavo.
Ignacio: Será mejor remover con la pala, quizás en lo más profundo hallemos alguna pista significativa.
Mabel: No puede ser, mi alarma denota un chirrido escandalozo.
Ignacio: (trabajando con la pala) Esperen, toco algo duro. El ancla del bote. Pero esperen, debajo hay otra cosa. La daga de Fulgencio.
Mabel: La alarma suena aun, continúa escarbando.
Ignacio: Aquí hay mas.
Mabel: Hojas de la puerta de un sótano.
Saturno: Sobre la tabla de la derecha hay un placa con caracteres del latín.
Ignacio: Fabuloso.
Saturno: Sin duda se trata de la entrada lateral de una catacumba.
Mabel: Quien diría; a lo mejor provenga de la nuestra basílica de Luján.
Saturno: San Pablo y San Pedro fueron hallados en las catacumbas de Roma.
Ignacio: A vos Saturno, no se te ocurra contar nada en la iglesia.
Saturno: Por el señor, prometido.
(Las luces llevan a un breve apagón)
Hortencia: La escalera está muy empinada.
Mabel: Muchacha entrometida, respeta las gerarquías.
Hortencia: Aquí veo una lampara de bronce, semi rudimentaria.
Joe: Es como un laberinto de estrechas galerías.
Ignacio: ¡Vifurcación de caminos poligonales!
Mabel: Por favor, de exautivo comportamiento, permanezcamos sin hacer bullicio.
Saturno: Por las persecuciones y asesinatos hacia los primeros cristianos, las excavaciones y los subsuelo de las catacumbas fueron lugares de enterramiento popular.
Ignacio: No veo ningún sarcófago.
Joe: Este palier principal parece ser el comienzo de la necrópolis.
Ignacio: Hay un pasillo que va para la catedral, y otro se dirige hacia la Panamericana, esto es como un laberinto atróz.
Hortencia: Buscando quizás encontremos alguna valiosa reliquia. Aquí sale un sendero rústico; cual mina de carbón de cuarta categoría; no dan ganas de meterse, parece un callejón sin salida.
Mabel: Dividámonos por los diferentes caminos.
Saturno: Yo tomo por éste corredor.
Mabel: Correcto. Si alguien encuentra una tumba, no tarde en avisar.
(Buscan)
Mabel: ¡Vengan, aquí tenemos un camafeo! ¡Hay una cripta especial!
Ignacio: ¿Se trata de un embalsamado?
Joe: Es la tumba del propio Fulgencio.
Mabel: Yo estoy loca o es un muñeco de cera.
Hortencia: Yo diría más bien una torta revestida con azucar impalpable.
Joe: Caramba, le has masticado un dedo.
Ignacio: Es de mazapán de confitería.
Hortencia: Entonces no es Fulgencio sino repostería.
Saturno: Empieza a chorrear agua de a borbotones.
Joe: Hay una estrepitosa marea, desde el caño principal sale abundante cantidad de agua.
Ignacio: Es el fango que escurre.
Mabel: Puede provocarse un derrumbe.
Ignacio: ¡Hortencia, no te demores!
Hortencia: Ya voy. Tal vez encuentre algún objeto de valor.
Joe: La bóveda se está inundando a borbotones.
Mabel: Vamos niña, tenemos la marea sobre la moyera.
Todos: ¡Hortencia!
(Salen todos escepto Hortencia) (Bajan las luces) (Desde la costa)
Ignacio: Cuanta devastacion, mi niña a quedado atrapada, sepultada de bajo el caudal del río.
Joe: A éste ritmo, será cuestión de segundos en quedar la laguna hasta el tope.
Mabel: Miren, allí asoma de nuevo el batracio.
Fulgencio: (Saliendo del monstruo nuevamente) Tengo una sorpresa muy grande para ustedes: Aquí el niño Serafín, sano y con pañales descartables.
Ignacio: Gracias Señor. Aleluya ¡Mi hijo!
Mabel: ¡El niño de nuevo con nosotros!
Todos: ¡El niño! ¡Viva! ¡Viva!
Mabel: Es auspicioso saber que cuando alguien muere jamás se debe perder la fe de reprisar en algún momento.
Ignacio: Entonces Mabel, te pido, en adelante, tú serás la madre del niño.
Mabel: Lo acepto de corazón; pero antes de anotarlo, solicito del padre permiso para agregar un segundo nombre.
Ignacio: Como tú digas ¿Como quieres que se llame?
Mabel: Serafín Hector Poncini.
(Como diciendo: Hasta aquí llegamos. Abrazados de los hombros, los actores se adelantan a procenio y saludan con sentida reverencia; y finalmente exiben en un pancarta que muestra un leyenda que dice: Tengan cuidado con el arroz, el maiz y las lentejas)


Texto agregado el 28-02-2019, y leído por 2752 visitantes. (0 votos)


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