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Inicio / Cuenteros Locales / freddy50 / Triángulo mío. La muela del juicio.

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Loro: A ver, contámela de nuevo, lejos estoy de estar convencido ¿Que hace vos aquí cargado de bolsas enormes? Ah, y también levántese la sotana sucia para ver lo que llevas debajo.
F: Desnudarme delante de la señorita ni loco.
L: ¿Es que no lleva calzones?
F: Le repito, vine hasta la estancia de los Quereida, para informarle a Mabel, lo nuevo del padre Dalmacio, como ella quería, tomando confesiones en la catedral nuestra, alegre y predispuesto como siempre, a escuchar atento, principalmente a la señora, cualquier macana por jodida que sea, vea. Y Hortensia me ha pedido que lleve estas bolsas al orfanato de la catedral, donde a mi de niño me criaron descalzo; o sea es una aportación de ropa usada para mis hermanos del alma; nada más.
L: Suena raro, esto es mucha cantidad para ser toda de una sola familia.
F: No se crea, hay ropa del gordo de cuando pesaba quinientos kilos, con la cual pensamos hacer una carpa de circo, ropa de los peones, de Hortensia también.
H: Miente. A vos en de la iglesia te hecharon por incorregible, te dieron ochenta oportunidades de levantar cabeza y las desaprovechaste a todas; y entonces cambiaste de dueño y te refugias en la reserva de Joe, y como es de tu costumbre siempre vinculado con las mafias, solo que ahora se trata de la mafia de traficar con animales. La idiota soy yo que sigo dudando como al principio.
L: Cállese. Déjeme preguntar a mi. Ya habrá posibilidad de demostrar su inocencia. Vamos jovencito, desempaque lo que lleva metido allí dentro ¡Ya! O lo remonto por el aire y lo suelto para que se estrelle contra el piso ¡Basta de molestar y perjudicar a Mabel!
F: Che, resulta muy impropio que un exelente alumno seminarista, deba rendirle cuentas a un pájaro de bosque talado, por grandote que sea en favor de la pandora. Pare un poco de atosigar viejo, aunque apresurado y con sobresaltos, hablo en serio cuando les aseguro que voy camino de ser algún dia un auténtico religioso, siempre con la reputación en ascenso de holgada latitud. Y vaya que si hago honor a la verdad que antes de recibido ya me dieron la sotana.
H: Dice estudiar de seminarista y no terminó el primer grado.
L: Lo vengo siguiendo desde el aire, salió de la reserva primero, más, llegando se apario con la pieza de la servidumbre, y luego como ratita saió picarote, viniendo enseguida hasta aquí a paso de ganster sicario; de constante caminar circundante y sigilioso. Y ahora mismo se delata tiritando de miedo, en actitud sospechosa, cargado como papá Noel pero de bolsas de consorcio.
F: Ah si, claro; caminando me conmovía observar como la claridad del día se tornaba verde pistacho ¿ Y usted? A ver, dígame, en definitiva, como sabemos si es un loro de verdad y no un bromista millonario exéntrico, emperifollado de gigante pájaro, con mecanismo en las alas que permiten volar. No, digo, barajo la posibilidad de un fatuo impostor por la moda que impuso Mabel enfundada en el traje de oso; donde la última conocida es ésta, del intendente yendo al trabajo con un perro ovejero alemán, que parecía verdadero, resultando ser un enano guardaespalda.
L: Usted con tanto antecente facineroso no debería preguntar con tanta arrogancia. Mabel me lo contó todo; y encima de males andas chimentando, lo que actuando de falso cura confesor reloctaste del discurso, que ella incrédula de corazón te ha confesado, secretos de familia, intimidades normales, pero irreproducibles por lo atípicas. Mereces peor castigo que el encierro de un calabozo húmedo.
F: Y yo me tengo que creer eso que vos eres un loro gigante, y encima rendirle cuentas al paso, adonde se ha visto que un papagallo hable como un erudito.
L: Soy un loro, soy un loro. En realidad se trata de dos loros, uno el que ven, exótico de gran porte, de uno setenta de estatura, dependiendo si se cuenta el penacho de arriba también; y el otro, la voz del parlante, un ángel dictando a la diestra de dios; necesarias prerogativas para mejorar el destino de Mabel Azucena Amalia Quereida de Pocini. Pero atención pues el que por su lengua habla y pregona, utilizando desde el cielo esta conciencia limpia y pura, es ese otro lorito famoso por alejar de los tiernos sembrados del campo de Mabel, aquella plaga de temibles langostas; previo suceso de oficiar de correo sentimental, en los comienzos del amor entre Ignacio y la señora. Soy aquel, si se quiere escuálido del tamaño de una paloma de monte, típico de la zona, famoso loro que resultara herido de muerte en aquella cruenta contienda, linchamiento feroz en batalla contra los insectos deprtedadores. Ahorita habitando en el cielo junto a la diestra del todopoderoso; nuestro ente absoluto que yace afligido e indignado por el absurdo vivir de la señora Mabel. Entonces lo más correcto sería hablar de un solo loro, el que habla dando la cara, padeciendo el presente terrenal con dichas virtudes extraordinarias; de otro hablando desde el cielo gracias al cuerpo de este magno grandote. Que si por una de esas me vuelvo en silencio será evidente pues él dejará de hablar al instante. Pero tenemos muchos trabajo así que presten la debida atención.
H: Además amenaza con querer extorcionar a Mabel revelando del ayer cuestiones tremendas. La iglesia también es inocente, amor de solo ayudarte te ofrecen, pues seguramente esta sotana te la apropiaste cuando te echaban a patadas.
f: A mi no me echaron nada, pues sino esas veredas de la catedral rebalsarían de hojas, la tierra que vuela taparía los atrios; de las huellas de los dedos de los fieles feligreses, y de las palmas de las manos con dulces de los niños, barnizaría nuevamente los barnices, y nada, todo reluce como se debe, cual manzana del paraíso a punto de ser mordida; las boletas de los servicios se irían acumulando bajo las endijas de los portones.
L: ¿Por qué al caminar sus huella dejan agujeritos en la tierra, más luego puntos en el mosaico, o se ha calzado tamangos para la nieve en vez de mocasines? Vamos, haga lo que le pido o lo cuelgo de este alero y lo reviso al revés mirándolo desde abajo.
F: No se ponga denso; deje de enárbolar alardes de un título celestial de ser tus palabras disignio del don divino, a lo sumo serás, en vez del ángel maravilloso que vendes, una marioneta charlatana de ha por momentos, por esos efectos raros manifiestos de la naturaleza, seguramente por causa del sol, que castigando con explosiones extras ha chamuscado tu cerebro con la causa de un efecto invererso; no debería usar ese poder esporádico de hablar cual nosotros como para hacer valer un derecho de remolcar gente por los aires.
L: Yo hablo cuando dios me dicta desde el infinito, o si no nos quedamos callados. Basta de darle explicaciones innecesarias, yo exhibo el poder de la fuerza física y suficiente. Lo he dectectado en ocasión de robo. Descríbame lo que lleva en las bolsas.
F: No sé, me las dieron cerradas, confío en Hortensia.
H: A mi no me metas en quilombos. Eres incorregible, y hablando de donaciones predicas lo contrario.
F: No se impaciente, Mabel está en el granero con el marido, pronto ha de regresar, espérela y hable con ella. Tengo un cúmulo de tareas que no debo peder más el tiempo en taradeses, le aviso, esto puede desencadenar una riña en su perjuicio; soy muchacho camino a ser cura pero no la paloma de la paz. Ande aléjese, no debo frenarme ante un espejismo de colorinches, debo retomar mis estudios, se agota mi paciencia, de por si debilitada por sus improperios.
L: Es inevitable, voy a ser drástico, si está apurado mejor dese deprisa, levante la cola, y desempaque el cargamento cuanto antes, o lo cuelgo de aquel árbol; ya verá, al cabo de unos minutos cuando le irrige bien el cerebro, entenderá la jarana como una desviación moral infinita.
F: Tengo la certeza de saber como la niñera Hortensia le irá a contar a Mabel lo molesto de su interpelacion, del accionar agresivo empleado en su visita, y chau hermosa amistad.
H: Yo lo único que voy a decir es que vos me embaucaste. Y voy a suplicar de rodillas por qué paren de darte un espacio en la estancia, prohibiéndote la entrada; que lo peor para el chanta es que no le den cabida.
L: Aun no he declinado en mi conducta bien educada, ni he sido nunca injusto, pero ahora, se lo prometo, sabremos que llevas embolsado con tanto recelo.
F: Es una donación de la señora Mabel para el orfanato nuestro. Eu, un momento adonde me arrastra?
L: A colgarlo patas para arriba al costado del palenque que mira al aljibe, y ver cuanta moneda rueda por los jardines.
F: ¡Socorro! Mi vida corre peligro, así mareado estoy cerca de un final tremendo y agonizante. Ayúdame Hortensia, no seas porfiada, llama aunque sea a los bomberos.
H: Esto es mucha cantidad, estas bolsas no son las prometidas. Por un ardid, en estúpida distracción, ha embolsado otra cosa ¡Ladrón!
L: Ah, no le digo, miren como caen estas medallas de oro, del pantaloncito; que son del Ignacio de cuandos se coronara campeón de los obesos; y además este faco de dinero. No le dá verguenza debajo de la sotana estar vestido de cleptómano compulsivo. Ayúdame muchacha, a ver lo que lleva en estas bolsas.
H: Uy, uy, uy, son los cueros de los animales, que´ayer el Ignacio cazara; más después comiera en el granero; con los sastres anoche en desvelo, fabricando a toda maquina los uniformes. Uy no, aquí está el mío, que de corazón me regalaron, de la tigresa de bengala.
L: ¿Todo esto se mandó para dentro? Vaya atragantón de los mil demonios ¿Y la tigresa de bengala, que vale fortuna, también?
F: Si, vea, y aquí se armó la tercera guerra mundial. Van a tener que hacer circular mucho billete; se trata de la prueba irrefutable requerida por el guardaparque Joe, para luego enjuiciar al Ignacio y compañía; más de una buena vez por todas empezar a llamar las cosas por su nombre. Ahora Hortensia, apegada al atuendo, cual madre de primerizo, más que simple testigo, junto con Mabel, también son muy cómplices, del gordo ese, que no ha podido resistir el hambre de la dieta, incurriendo nuevamente en otro impío atragantón; de la valiosa tigresa, emblema también, y de todos estos ciervos en extinción. Por la gula consumada, será consenso del pueblo, que lo ajusticien por cuatrero pecador. Y ahora de seguro, culposo y avergonzado, se ha de querer ocultar en el traje de elefante, pretendiendo esconder hasta los más de trescientos kilos avergonzantes, llegados de sopetón; meta rezar para que no le llegue la marea pronto, y le dé tiempo extra para adelgazar lo prometido al jurado de los Ginnes, y regresar cuanto antes, a los ochenta kilos, a la par de cavar el pozo.
L: No sueñen ¡Aquí la marea vendrá cuando dios lo disponga, y a lo mejor falte un año para eso!
F: Ah, como sabe del señor, cuanto lo quiere, ah fanfarrón resultó ser el lorazo.
L: A mi me interesa solamente Mabel, mi misión es cuidar de Mabel. Adonde está Mabel ahora. Estas medallas son de ella también, y este dinero. Es inverosimil, pero vos estás en complicidad con esa maldita sirvienta.
H: Epa lechuza, anude esa lengua, yo no hice nada malo.
F: ¿Y si Mabel es también culpable de la matanza de la tigresa y compañía, igual la va a defender?
H: ¡Nooo! ¡Fuera de aquí! A mi no me culpen de nada. Como sea este traje es mío, solamente mío, la señora me lo regaló. Maldito bandido; entraste sin permiso. Entienda Lorazo, embolsó otra cosa diferente a lo que habíamos hablado. Yo a este traje no se lo prestaría ni a jesuscristo.
F: Ya fue hecha la denuncia, no se trata de prestar nada, la justicia lo requiere como prueba, y me enviaron a mi; soy un seminarista colaborador del poder judicial; y nada, antes de venir a recolectar pruebas, fui a jugar un partido de futbol; más después, desde luego, a la tardesita, volver a rezar.
L: Y dale con decir que eres religioso, a vos te paga dinero fresco Joe; y no sos más que un depredador de la confianza ajena. Te mantienen a su lado para hacer mandados deshonestos, donde vos de paso aprovechás para robar, hurtar, sustraer, desvalijar; y ahora encima redoblás la apuesta estirando la manga queriendo extorcionar a la propia Mabel (Te voy a quebrar la nariz con el pico); sos un buscavidas acomodado e insaciable maleante.
H: Ni más ni menos eso es lo que eres, un asaltante de taparse la cara con un pañuelo. Y todos estos animales escapan de la reserva y se viene para este lado, generando tremendo peligro; pues esto no es un gatito, es un tigre; y a lo mejor la tigresa de bengala mató primero a los ciervos, más al Ignacio se le hizo agua a la boca y tuvo esa recaída. Aquí no somos culpables sino víctimas de la invación de ustedes. Hasta este mastodonte de pajarraco pertenece a la reserva, por qué mejor no dejan vivir a la gente tranquila. Este traje es mío; y me lo pongo ya mismo, antes que me lo arrugen, y para evitar maguyones y manchas carajo, anque tironéos innecesarios.
L: Ustedes dos son novios; y si no como se habría de desnudar delante de este pervertido. Venga para aquí mocosa atrevida y porfiada, yo le voy a enseñar a respetar a la señora Mabel. Voy a interceptar su huída, la voy a remontar por el aire y a soltar en el pozo vacío de la laguna.
F: ¡Tenga cuidado! Ah, no, mejor me quedo piola, soñando como murciélago con escapar; pues sino llevo el traje de la tigresa no cobro lo pactado. Mejor voy a meditar hasta ver que sucede. Es notable como una misma realidad permite diferentes lecturas: La chica dice ser inocente, pero se aferra a la prueba del delito como huerfano al mate cocido, es una divinura de señorita, pero ahora es un animal peludo y con pezuñas. Es la sirvienta blancanieves, último escalafón de la cadena, aunque la dueña del aire remolcada por una ave de dios. Es suave como pluma de algodones, pero se irá a estrellar en la tosca dura soltada desde un montón de centímetros del suelo.
L: Misión cumplida. Una menos para joder a Mabel.
F: Viejo, vea, hizo todo lo contrario a los designios del cielo, ha ajusticiado a una niña que asegura ser inocente. No quiera saber el revuelo que se ha de armar en el pueblo. La hizo perforar el piso del pozo; debe estar mal herida, mejor busque ayuda de algún médico. Cuando vayan a recabar información se darán cuenta de la bestialidad de su maltrato, y por si acaso lo habrán de meter en un sótano oscuro y gris, a pan y agua, y sin colchoneta.
L: No voy a declinar en la misión de despejar del destino de Mabel todo lo potencialmente perjudicial.
F: Ha reprimido con saña, se ve clarísimo, esto no fue algo lúdico, esto fue parte de una guerra de guerrilla. Estoy agotado sáqueme de aquí.
L: Está bien, pero ve a socorrerla; y siéntala en la reposera.
F: Ha manchado la lona de sangre. Chorrea sangre por la boca, caliente como salida de un termo.
L: Ah, claro y vos encima te chupas los dedos como si fueran resto de un postre, así en el hampa, como para lavar dinero, te van a postular para película de vampiros. Vamos, rápido, baja el cierre y quítale el traje.
F: Está atorado. Pronto cuajará y le quedará el atuendo adherido como a las señora Mabel. Usted con esto se ha tomado una licencia enorme de hacer el bien como dice, y en vez de lucrar favores a retrocedido hasta lo escabroso de desmoronar su estirpe. Mabel adora a la señorita, con este episodio cruel a hecho añicos todo lo bueno adquirido hasta el momento, y se ha anotado en esa lista repudiable de los personajes más aborrecibles de la historia.
L: No exajere, solamente cayó de un metro y rodó otro poco por la pendiente del pozo.
H: Ya estoy bien. Por mi no se hagan problema, pero si el traje se ensucia los fusilo con las escopetas del gordo; mugrientos de porquerías. SI queda pegado a mi cuerpo, mejor, amo esta indumentaria, es para mi como un artículo de primera necesidad. Prometo semanalmente ir a limpiarlo a un lavadero y meterme en el lavarropas. Pero sepa de mi inocencia, pues sería incapaz de hacer robar nada a la señora. Antes del atraco Fulgencio hizo que fuera hasta mi pieza por el celular, como para solicitar una confirmación del retiro de ropa para el orfanato; pero claro, previamente escondido por él, me hizo demorar un buen rato en encontrarlo.
L: Siendo así le pido perdón. Ya le diré como hacer para que el embuchado se le resquebraje y se separe del cuero.
F: La reserva no es un sitio donde se despacha carne, es un parque de criar animales para el regocijo del público.
H: Si pero bien que se escapan y se vienen corriendo para acá; más lo que hasta ayer el Ignacio ha dejado de comer tanto, como para duplicar el triunfo, la reserva igual está revalzando de bichos de todas las naciones ¡Hipócritas! Vivimos juntando bosta del pozo.
F: Usted Lorazo como huesped de la reserva que es ¿No sentiría indigación si por tal caso fuera atacado por esa bestia del Ignacio? ¿Por que mejor no habla de las toneladas de víctimas que el gordo se manducó por enfermo de bulimia?
L: No es enfermo, son metas fijadas para alcanzar algún tipo de iluminación trascendental; mas seguramente luego, ir acompañado de un estrepitoso reconocimienton histórico, y claro, esa linda cuota de resarcimiento social, como broche de oro.
H: Si, pero aun no logrando, para nada rebajar a los ochenta kilos prometidos, a la vez de cavar el pozo de la laguna completo, ya se ha fijado otro emprendimiento notable, que será el de estirar las orejas hasta alcanzar el suelo, no solo los óbulos, si no las orejas también; con ello utilizando aros pesados, a la vez de caminar largo trecho hasta llegar a Chile. Pero estos traspiés que viene teniendo últimamente, traicionando la dieta a mansalva, no solamente, han quebrado la curva del peso, de ir para abajo, sino que además a aumentado, con ahora la curva ascendente, cincuenta y pico de kilos, de ocho bocados interminables; como para hacer trizas las esperanzas, en la propia fe programada.
f: Resarcimiento social es lo que necesito yo, como para justificar tanto sacrificio de sacar a la luz los misterios del escepticismo, y con ello corregirlos a ustedes, desconfiados pasatistas.
H: A vos te parece robar algo tan valioso, y luego venderlo como baratija. No podés dejar nada al alcance que el tipo a la pasada se lo lleva como si fuera verdurita.
F: Vivo al día con el almanaque, no tengo nada ahorrado, quito cosas muertas de los cajones empolvados de tierra, y soy de los que activan el mercado. Mientras al mundo lo dirigan los economistas, ya no habrá posibilidad de ahorro, y la vida o la muerte serán solamente números; aunque si perece un jubilado soltero, por jugar a la pelotita, una alegría tremenda; más la moral: una molesta variable recesiva. Ahora pregunto ¿El gordo Ignacio, el premio de alcanzar los quientos kilos, ya los ganó, y ahora porqué tendrá esa empecinada tarea de volver a ser flaco en tan poco tiempo, y encima estirar las orejas cual un deformado?
L: Tengo entendido que aumentar esa calamidad de kilos fue un record, bajar cual rayo adelgazando mucho, al tren de cavar el tremendo pozo, otro record diferente; que como todo paga distinto. Y ahora esto que dice la niña de estirar las orejas, será un tercer record, como para despuntar el vicio será.
H: No, pare, tercera hazaña notable, de ir caminando con espansores sujetados del pabellón de las orejas, más yunques colgados de los óbulos, al trabado compás, de realizar el mismo recorrido que el general San Martin y su tropa, de cruzar la cordillera de los Andes, para así independizar el continente.
L: Igual mi única tarea consiste en cuidar de su esposa y nadie más. De Mabel, que nuestra indignación se troca en blindaje personal, de su malformado devenir enquistado e imperante, magra predestinación envolvente, cual la red de un buque pesquero; pareciendo ser una vida imitante de otro ser acabado a palos, en linchamiento vulgar, quizás, de recentimiento absoluto un espíritu errante enquistado en la atmósfera; con secuelas finales cual efecto principal reemplazándose un destino por otro, no escrito jamás por dios, así cambiando las realidades, una de color rosa, por otra, de aroma pestilente. Con todo, lo peor, por la furia del creador, pueden llegar a trastocarse los disgnios del resto de la naturaleza; para mi, ni todo el tumulto de los mortales del planeta batiendo cacerolas, son objetos de mi incunbencia; son solo pormenores estériles o exaltación de un pasatiempo ajeno; ni remotamente me preocupo por nada que no sea encauzar el destino de Mabel; ni siquiera el gordo Ignacio, muy querido por todos, es de mi total estima, por culpa de él a Mabel le quedó el traje de oso adherido.
F: Si pero ya se le despegó, en cambio a Hortensia, por los mismos motivos, recién empieza a acoplársele. En contra de las injusticias, luchas metida en disfraz carísimo, muchacha, pretendiendo pronunciar tus ahogados discursos, en perjurio del tosco maleante. Si eres una mujer delicada a que luchas tanto por ser una bestia; si vienes de tan bajo como yo, de los fondos de la pobreza los más sardinas ¿A que te cuesta tanto entender al pobre resentido que desea estarse piola unos momentos en la gloria del testaferro?
L: No es de comparar, Mabel fue arrastrada dos kilómetros con el traje puesto, en cambio ella, apenas si tiene un rasguño en la encía; y ya lo verán, no es de mucho temer; en tal caso, la desunión del cuerpo y el traje, vendrá por la misma vía de la señora.
F: Si pero esta muchacha, de por si es delgada, incapaz de hacer maldades como dice, si encima ríe mucho, en vez de tigresa, parecerá una hiena empachada de cosquillas.
H: Estoy sorprendida, de escuchar como el humilde limpia cristales arrebatador de celulares, de seguro también conocedor de abrír convinaciones complicadas de cajas de seguridad moderna, puede andarse de sotana con guantes blancos, pregonando el bien y el mal al mismo tiempo¿Pero y yo con estas uñas tan largas como haré para atender a la señora como se debe?
F: Hace una cosa rascale mucho la espalda, que luego de safar del traje de oso debe tener una picasones bárbaras. Ahora no insista conque le de bola, soy un cartel de prohibido estacionar, la marca de espuma para que la barrera no se adelante. Los capellanes de la catedral me usaron para oficiar de cura en el casamiento de Mabel, pues sentían verguenza de casar un oso con un humanoide mastodonte; más después, repitieron lo mismo como para asumir el sacramento de la confesión, pues ni por las tapas se animaron a romper con los prejuicios y aceptar una mujer vestida de ursus americanus. Más creo con ello haberme ganado un sitio entre los más grandes de la iglesia. Acepto mi pasado de delincuente, pero por suerte en el pueblo me empiezan a llamar Fulgencio, como para siempre; y tal vez, si me corrigiera un poco, mañana seré el propio papa Fulgencio. Igual dígale a la señora que mejor junte un moneda, con respaldo, sino suelto la lengua, de las atrocidades que hizo en el pasado reciente.
H: Vos me engañaste, Alberto Centurión, mientras yo empecinada buscaba el celular, entraste a robar, y embolsate los trajes.
F: Si ¿Y que? Hagamos lo siguiente, pongamos las medallas y el dinero en la cómoda, todo junto, pues estaban dentro del cajón de arriba; pero los trajes de ciervo, me los llevo, y además le saco una foto a la tigresa, para que Joe vea y dictamine; y me page.
L: Usted no entra más a la casa. Dejen, voy yo, y de paso controlo que todo este en orden, quiero que cuando regrese Mabel no sufra por nada. Vean, juntando mis alas al frente, se arma un hueco perfecto, donde meter las cosas. Y de paso le digo Fulgencio, Alberto, o como quiera se llame, deje de robar, aunque sea de compromiso, respete la investidura de sacerdote. Es sacrificado ser cura, aunque difícil de superar gozar junto a la gloria del señor.
F: Bueno, si, vaya, aquí lo esperamos. Hortensia, se me ocurrió una idea fantástica. Cortémosle plumas de la cola y algunas de las alas, y adios poderes de volar. Allí veo una tijera de esquilar las ovejas.
H: Con esta soga, haciendo un lazo, a lo mejor lo podemos atar como matambre; bha, hágalo usted pues yo así no puedo hacer ni el nudo mariposa.
F: Quédese tranquila, si este pájaro continúa suelto quizá nos siga maltratatando.
H: Si pero si la señora se entera chau trabajo de mucama.
F: Nada, le corto un poco las plumas de las alas y lo dejo suelto, ya no podrá volar. Y seguro, de tan engreído y valiente, callará, nunca contará lo sucedido.
H: Allí vuelve.
L: No hay más nada de que preocuparse, he dejado todo en su sitio, espero saber que en adelante no han de perjudicar más a la señora Mabel. Sos caradura, las bolsas de ropa para el orfanato son aquellas cuatro de papel madera.
H: Él se crió en el orfelinato, por eso los curas lo aguantan tanto.
F: Venga para acá pajarraco enorme y al cohete, es el turno suyo de mitigar tanto poder de hacer sufrir gente valiosa. Chuik, chuik. Ahora si, salvo por unos saltitos posibles, ha estarse piola, al ras del suelo. Me siento un cura exorcista; materia obligada de la carrera de sacerdote; mi amor por dios pronto derivará en el milagro de ser honesto; juro sentirme arrepentido, pero siento que lo ajeno me atrae cual la gravedad de los planetas, o las cadenas de oro, engarzadas de perlas, chupadas por los imanes de mis brazos.
L: Estoy perdido si no logro volar.
F: Nada de eso, sea uno más de nosotros, confórmese con caminar solamente. Además en unos dias le crecerán las plumas, y nuevamente podrá regresar por el aire, de adonde vino.
H: No se queje tanto ¿Y yo, así, como haré para desempeñar mis funsiones?
L: No se, como dice el mocoso, rásquele la espalda a la señora. Creo conveniente ir alojarme en aquel bosque.
F: ¿Ve? Ya encontró una solución potable de un nuevo nido; allí hay muchas lombrises con qué alimentarse.
L: No los culpo, yo también fui muy bruto, lo reconozco. He tratado de ser justo pero me hice odiar por la señorita y aquí estoy pagando mi desvío; de igual modo me alegra saber que es leal a Mabel. No sé, soy un potaje empíreo de la bienaventuranza, donde errar no es recomenble; más el perdón no debiera ser usado cual un trapo de piso. Tendría que hacer yo un tratamiento correctivo en las facultades del edén.
F: Vio como hizo el gordo Ignacio para nunca más volver a eruptar, bueno realice el mismo tratamiento, pero en lo concerniente a frenar los impulsos de querer impartir justicia, sin antes corroborar bien a fondo, si estamos en lo cierto, o alejado de la mano de dios.
L: Con Hortensia, no sé, pero con usted, si que estoy en lo cierto cuando digo lo que digo.
H: Si, mejor haga eso Lorazo, y aparte del tratamiento sobre como mantener la moral quiesita, como para bajar los impulsos ordinarios contra terceros, realice una dieta especialísima del caracter podrido, muy extricta, para evitar la tanta sobervia; igualito que hizo el gordo Ignacio para suprimir esos eruptos del todo; espelcialmente aquello ante el puño cerrado después de comer. Pero de usted Lorazo, de no caer más en la tentación del primer impulso: Con éste me meto, con ésta no me meto, a aquel lo dejo pasar, y así con cada uno de los que vigile; sin temer de la abstinencia, como hizo el gordo de abandonar la soda, que casi se muere del disgusto, de permanecer mudo al masticar la comida, que es donde más nos relataba de todas sus proezas.
F: ¿Erupto de provecho solamente? ¿Proezas, matar animales que tienes al lado? Má si de esos provechitos le salen también deshechos radioactivos como el plutonio, y hasta mariposas volando a toda hora, que a los pocos metros estallan como petardos.
H: SI pero con ese tratamiento puntual, y en la medida que baje de peso, hasta ser un tipo normal, todo se irá disipando, o quedando en parámetros normales. Bha cambiemos de tema ¡Que feo, por dios!
L: Le pido encarecidamente, deje al todopoderoso al margen de esta chabacana discusión, pues él no sabe de estas estrambóticas cuestiones; ni pone huevos como las gallinas, que si alimentáis las gallinas con pólvora, no os quejéis si los pollitos estallan como pirotecnia.
F: Joe quiere fabricar una nave casera, propulsada por una turbina de avión, a combustión del remanente de los deshechos radiactivos salientes de esas arcadas, tiene juntado un montón de residuos, y sueña con ello mandarlo fuera de la estratósfera, para así dejarlo girando enderredor del planeta.
L: Si, desde mi jaula, algo de eso escuché, cuando Joe rezonga, pero es un disparate, tendrá que buscar otra manera, pues ahora el gordo no erupta más.
F: Milagros son milagros.
H: Parece mentira.
L: Si me dejan crecer las plumas, lo remonto yo.
F: ¿SI? Si logra eso, les pego las plumas de vuelta. Ah, urgente, esto lo debe saber Joe. Ahora si somos de la misma facción, todos contra el gordo asqueroso y repugnante.
H: Últimamente han traído tantos animales a la reserva, que es de abrir un cajón y te sale una ardilla, o de la alacena aparecen canguros, con proviciones en las bolsas; hay pajaritos colgados de las arañas del comedor, y gatos siameses por todos lados. Y ahora yo vestida de tigresa, se dan cuenta hasta donde a llegado la invasión; aunque suerte dá observar, la concordia imperante entre las diferentes especies, pero hay tantas y de variedad tan ilimitada, que no me extraña para nada, que alguien a dieta rigurosa, muerto de hambre, con un horno a mano, no vaya a querer comerse un asadito de algo de eso, con papas ajo y perejil.
L: A menos que se trage un almohadón, y viva a gelatina, no sé, ni veo, como va a dejar de eruptar; menos que menos, con estos nuevos atragantones extraordinarios.
F: Ahora comprendo mejor el porqué, el Ignacio abandonó la dieta, en plena carrera por la consagración. No obstante debe estar muy trastornado de sentir esa enorme frustración, de caer en la tentación en el momento menos indicado. Pero así y todo, estaría bien justificado considerarlo una proeza, tanto titánico proceder, de haber cavado semejante pozo de diez y siete hectáreas; con eso solo no más, pienso, le deberían adjudicar una pensión honorífica, por toda la eternidad al alcance del bolsillo.
H: SI y otra pensión para los rinocerontes, que sin chistar ni mu, arrastraron esa millonada de carros rebalsando como espuma de cerveza. Hoy día, los humanos y los animales juntos, tenemos un amor recíproco extraordinadio, y tanto que dá igual como los hombres estén vestido, ellos se dan cuenta de como viene la cosa, pues los humanos cuadrúpedos caminan en dos patas, o las señoritas avestruces que de las alas salen manos, como para agarrar las cosas. A veces pienso que les agrada morir y en vez de ir al cielo ser disfraces.
F: Si es verdad, los otros días en el confesionario habia un buey cebú y hubo que preguntarle si era una persona.
L: Y ahora sin alas, soy yo el don nadie disfrazado.
H: Las alas las tiene, solo le faltan algunas plumas.
L: ¡Uy, auxilio, impresionante, ha estallado una bomba en el granero!
F: Cuidado, agáchense, hasta aquí llegan los restos de clavos y madera.
L: Nooo Mabel, y ahora como hago para socorrerla, caminando tardo como medio siglo.
H: Usemos la camioneta.
F: ¡Miren! Entre las esquirlas del granero, caen como lluvia retazos del elefante.
H: ¡Maldición! Adios traje; ven por qué prefiero tener el mio de tigresa adherido.
L: Atención, atención, pedregales y rincones fecundos del cielo, entrado en descesperación solicito resfuerzos de otros loros, y hábil ayuda médica para mi protegida Mabel. Pronto, pronto, ahora, ya mismo, enseguida. Fulminante la tristeza nos va apaciguando el alma, cual al crepúsculo la luz del día, dejándonos enmudecidos, y melancólicos. Y paralizadas las comunicaciones, que sumergidas de escalofríos interfieren las neuronas tramisoras, me cuesta responder inhibido con acciones acordes, así iracundo, apesadumbrado el afecto del dolor causado, de saber a mi protejida agonizante. Quisiera estar feliz de verla reaparecer intacta, de sonrisa pudiente; como siempre conquistadora, altruísta y generosa.
H: ¿No habrá puesto la bomba el guardaparque, en venganza por lo de la tigresa; o la propia mafia de los traficantes? En ese caso me quitaría el traje y lo devolvería. Cuando ayer la señora se enteró de la cazería, se quiso morir, pues vilumbró lo que pasaría ¿Pero tratándose del marido, que otro remedio quedaba más que callar y decir buen provecho?
L: No quiero acusar sin mejores pruebas, pero me huele que esta bomba la puso Joe, utilizando los residuos nucleares que despedía el gordo cuando eruptaba.
F: Dejen de difamar. No nos apresuremos en encontrar culpables; aunque de ser así, Mabel y el Ignacio deberían haber perecido, justicia e iniquidad unidas, por qué estos tipos no fallan cuando de venganza se trata. Pero dudo mucho, de barajar como un sospechoso válido, al guardaparque Joe, en acción de querer destruír a quien tanto aborrece, sin primero tener en cuenta a su fiel amiga; sumado este asunto de los animales devorados, donde aun no le hubo llegado la prueba concluyente del desguase de la tigresa; él siente, de verdad, gran estima por la señora, y hasta cierto tipo de amor, verdad ésta de pasión condicionada al recupero de su anterior hermosura; pero digo, de solo pensar en la posibilidad remota, de un error semejante, ajado y demacrado, sin dudar, desistiría de cualquier intento de venganza anticipada.
H: No soy tan bulgar, y estoy muy abrumada, el hecho de tener contenta el traje metido sobre mi persona, no impide el acontecimiento impostergable de sufrir ante el desgraciado hecho; es tremendo siquiera imaginar a la señora con sarampión; pero ante semejante estruendo es de suponer como una lisa fatalidad el descenlace. Más desfavorable no puede ser el momento, tan aterrador como el fin del mundo.
L: Cabizbajo el sol se esconde al ras del mediodía borrascoso.
H: Escuchen. Suenan sirenas de alrma.
L: Ya comienza a surgir la marea, cual un tributo anticipado del pésame, el Atlántico hace presión consternado y suplicante, y el litoral recibe el aluvión de agua compungido, haciendo exortación a la naturaleza para que salve a la señora. Ha sabiendas que algo muy triste acontece, los peces nadan arrastrados, cual si la crecida fuera una maldición. Lozano, el día comienza a trocarse en un siclón de escándalo de contrariedades. Los animales de la reserva parecen insectos con alas, regresando al panal y las colmenas. Aquí en el cielo se prepara todo, para enventualmente recibir esa alma tan desdichada de Mabel, que tanto tuvo que bregar para ser justamente reconocida. Y si muere será que no pudo sortear las vallas de la opresión, entonces si, aquí tendrá esa morada prometida, para caminar libre entre nubes, y vivir sin ser mancillada por el acoso de la ignominia.
F: Allí viene rauda una camioneta del SAME. Estoy temeroso de ver descender a Mabel en camilla, tapada hasta la cabeza; pero a la vez esperanzado de saberla solamente herida; aunque por los retazos del elefante, si lo llevaba puesto, no es difícil suponer al gordo desintegrado.
H: ¿A ver? Socorro, es la señora en grave estado, hecha una piltrafa. Escucho a los enfermeros solicitar dadores. Esperanza siento de saberla con vida. La paradoja de lo inaudito: comentan y confirman la ausencia del señor Ignacio, y que Mabel estaba sola al momento del atentado. Entonces el traje de elefante no lo tenía puesto pues, y por ello aun vuelan los retazos como cóndores. Mejor los sigo y voy con ellos.
F: El traje de elefante debería estar colgado de frente al granero, donde fue dejado el artefacto. En tren de hacer pericia del hecho, observo la trompa intacta, y la parte del anca algo quemada. Vió como ahora la muchachada futbolera, trazan un círculo en el piso primero, más luego lo dividen en tres porciones, como si fuera el símbolo de la paz, o en el reloj de agujas, las ocho y veinte, con una linea imaginaria que baja del doce, hasta el punto del medio, más luego hacen jueguito de tres, pasando la pelota a un pique del suelo? Bueno así está dividido el territorio, entre la granja, con la enorme laguna, la reserva natural de animales, y el bosque, hoy florido, ayer devastado por la langosta, con la catedral mirando de fondo; el traje debe haber estado colgado en la pared opuesta a la dirección a la estancia, pues todo los deshechos volaron para este lado.
L: Coincido bastante.
H: Los doctores confirman ser Mabel la única damnificada, más solicitan urgente sangre de cualquier tipo. ¡Que macana! Aquí huyeron todos, y a mi me descartaron por el asunto del traje puesto. O sea, tú Alberto, debes donar, solo tu, únicamente.
F: Cualquier tipo no, pues soy portador de un virus contagioso.
L: ¡Rápido! Entonces seré yo el voluntario.
H: ¡Noo! Como se le ocurre eso, usted es un loro.
L: Solicite de los doctores autorización, y le doy hasta la última gota.
H: Gracias, pero no, la medicina es algo muy serio, Lorazo.
L: Los enfermeros ponen cara de no haber otra alternativa. Voy, mil veces voy, aunque mi cuerpo quede como este pozo, pronto a llenarse de nuevo.
F: Déjelo ir, está desesperado, lo van hacer rebotar. Venga muchachita recentida, tengamos una charla amistosa en esta trinchera. Pero si somos de la misma edad ¿Como se puede resistir a tanta facha, eh?. Tranquila. Ya está la señora bajo control, ya verás, todo saldrá como dios manda. Cambiando de tema. Al fin solos.
H: No sea obvio y obsceno, precisamente hay sobrados motivos para estar preocupados, o sencillamente aniquilarse ¿Como le van a tranferir sangre de un animal?
F: Deben pensar que es un disfrazado, van a desistir cuando vean que se trata de un ave.
H: Eso espero.
F: Si, y a vos te exceptuaron por estar el cierre atorado, y ser el cuero tan duro. Mejor que eligan a otro de la servidumbre.
H: ¿Va a dejar de robar algún día? Por qué no es muy compatible, una cosa con la otra, de ser cura. Encima de males sos portador de una enfermedad terminal. Afloja un poco, pues luego la vergüenza que no sientes se transforma en enfermedad.
F: Mentir para safar no tiene nada de malo; y si por ventura tu me aceptaras como marido, existen otras ramas de la misma religión que admiten curas casados. O a lo mejor la quiero hacer reír para aflojar el coágulo.
H: Siempre pone en duda todo lo actuado, borra con el codo lo que escribe con la pluma. Es solamente el cierre atorado, ya verá como después me lo saco.
F: Por favor quítatelo ahora, así te miro otro poco desnuda ¿Y si eligen al loro como donante, como habrán de encontrarle la vena para clavar la aguja?
H: Calumnias, haciendo las plumas a un lado.
F: Mire si le sacan el pico entero, creyendo que es un atuendo, y le clavan la aguja en los supuestos labios; y si la señora Mabel era de muchas palabras, ahora con sangre de papagayo, jamás irá a permanecer en silencio.
H: Incitación al divertimento, no debo reír en este aciago momento; por si hacen falta más dadores, voy a quitármelo enseguida. Date la vuelta.
F: Siempre hay que reír y estar contento, pues así se purifica el alma, se sana el cuerpo y el espíritu al mismo tiempo, donde luego todos relucen brillantes. Hablo con ironía por si está pegado, como para ir resquebrajando el pegamento, y que seas por siempre libre, y soberana, para estrecharte en mis brazos, con tanto cariño, y besarte, una y otra vez, tan profundo, como el mar donde descansan las algas más duras en el fondo, y también suavemente, como la brisa del verano en mi boca bochornosa.
H: No me gustan los transgresores para mal, es controvertir la necesaria armonía más allá de las simples cosas. Los objetos personales son como una extensión de nuestro cuerpo, o sea, robar es como amputar un cacho del semejante; y yo amo ser derecha y honesta, y trabajadora, y complacer y no desarmonizar, y ganarme el pan de cada dia, día a día con el esfuerzo natural de mi temple, con energías bien dispuestas al sacrificio cotideano de servir al prójimo. Más siempre vigente y actual compañera, que para ello siembro el alma de alegría infinita, para luego ir consumiendo la extroversión del optimismo en cada cosa que hago; y cual aerosol ir impregnando el entorno de dicha, y al instante volver a recargarme de buena onda que sigo soltando cual humo de una quema de pastizales: aunque sea barriendo lo sucio me siento agradecida, o sacando la mugre mientras canto mi música agradezco, aunque haciendo feliz el paladar ajeno con mis deliciosos pasteles, me hace omnipresente; me gusta que me quieran y que no me aborrezcan. Alcánzame el vestido, por favor.
F: Ah, que hermosa eres. No soy únicamente un malviviente, eso dura solo un momento, más luego me arrepiento por toda la vida, arrastrando todas las culpa cual un extenso collar de caracolas. Pero soy un hombre sin perjurio en la conciencia, dispuesto a amar y amar sin egoísmo, cual un potrillo de carreras, y ser tan generoso en el hogar como el pan que tú amasas, y como una risa perdurable del aire cuando lo necesites.
F: Mejor prueba así: Por cada escalón la misma cara, por cada umbral el mismo humor, a cada instante la misma sonrisa, y siempre sé igual de bueno, a cada momento. Pero considera, seriamente, la posibilidad de ponerle fin a un proceso, y dar comienzo a una nueva etapa.
F: Nadie quiere a los muy buenos, nadie cree que solamente bueno puedas sobrellevar tanta lucha, pues la vida es muy sacrificada. Si los militares no obligan a políticos a ejercer la democracia, con las armas del amor, y la seducción bien entendida, que se puede esperar del conjunto.
L: Bien, aquí estoy, de vuelta, feliz de escuchar a mi amiga, que habla y habla, y como siempre pregunta por todos. Ella está enyesada, como cuando tenía el traje de oso, blanca de punta a punta. Aunque con limitaciones de motricidad, los médicos calculan, que Mabel podrá permanecer internada en la estancia. Eh, devuelta una muchacha entre nosotros ¿Vio que finalmente no estaba adherido?
H: Si ¿Pero quienes fueron los donantes?
L: Yo no ¿Adivinen quien? Nadie, pues se recupera rápidamente.
F: Eh, que barbaridad, otro aterfacto explosivos más, estamos padeciendo un bombardeo aéreo, de guerra civil pareciera. Acobáchense. Esto nuevo se trata de una detonación muy fuerte, como prueba nuclear, de misil de largo alcance, no va ser que haya un próximo ataque y se desvíen esos cosos, de malabares cayendo justo en el casco de la estancia; todos al piso.
L: Ruido estrepitoso a los pies de un hongo de humo, y ensordecedor hasta dejarte sordo, que ha formando una nube colosal, sobre la cúpula principal de nuestra Luján emblemática.
H: Fragor de guachos terroristas, en seguidilla de estar dispuestos a lo peor. Bruto ajuste de cuentas, de seguro rebotando de furia, contra la religión por no intervenir la justicia en favor de la reserva.
F: A la palestra de la fe el monopolio de la ideología destructiva; hasta al mismísimo abúlico haciendo confirmar la libertad como un bien escencial de la existencia, absoluto como el oxígeno, y muy preciado como la fraternidad entre semejantes.
L: Tristísima la polvareda de cemento, mezclada con el mascullar de alarmas de todo tipo, martirizando la catedral de oprobio. Y lo que usted Fulgencio, al demorarse tanto en presentar las pruebas, estos traficantes de animales deben dar por confirmado el atragantonazo, más doblemente furiosos, se largaron a la acción terrorista de lleno y adonde más duele.
H: Y vos muchacho incorregible, encubriendo al Joe ese, cuando blondamente afirmás no ser capás de cualquier macana. A ver ¿Quien les facilitó entonces a los traficantes esos deshechos atómicos, que con celo Joe ha cobijado para transportar al gordo al espacio?
F: Si pero vieron, yo les advertí lo de la tigresa, que sino aparece con vida algo terrible podía pasar, valía una fortuna en dinero, que no es joda para andar regalando; deben estar encolerizadísimos. Locura al por mayor, tenemos. Y se hizo costumbre no más, que aquí los zarpados son los que luego gobiernan; allí vendrán los cara sucias del orfanto, acariciando nubes cual sábanas nuevas.
H: Entonces no me exrtrañaría que mañana Joe sea el presidente de la nación. Lorazo, vea lo que ocurre, los doctores salen todos corriendo, en dirección a la catedral; los peones también huyen, aterrados; no hemos quedado solos, como tres tristes tigres, y una dama convalecente enyesada cual momia. Mejor me voy a cuidar de Mabel.
F: Quédate con nosotros, la señora está lo más tranquila, la vigiiamos mirando por la ventana. Che, nena, en el mundo no hay tantos San Martines, ni Belgranos, ni gauchos Facundos Quirogas; se debe custodiar con celo al que se desempeña con sapiencia, así se haya coleccionado insectos cuando pequeño, o coleccionado ceros en los boletines del colegio.
H: ¿Por quien lo decís?
F: Por mi mismo, miren si explota una bomba de estas cuando estoy barldeando el frontispicio.
H: ¿Como se explica el terrorismo en una democracia auténtica y pacífíca, no debiéramos estar todos contentos?
L: El terrorismo no reconoce fronteras, de ninguna naturaleza. La historia mundial de ustedes, tiene dos momentos sublimes: Uno cuando los hombres decidieron conciderarse todos iguales, de donde el liberalismo es la denominación correcta, para identificar a los artífices de esa vanguardia espectacular. Pero luego, de manera unánime, esta postura se fue ramificando en lo que hoy son los diferentes partidos políticos; y el otro grandísimo acontecimiento, sale con el invento del antibiótico de penicilina, evitando que las gentes y nosotros, los propios animales, mueriéramos de una simple gripe. A reglón seguido, la democracia hace valer la participación de todos con el valor uno, y de allí que los pobres, que siempre son mayoría ,comenzaron a detacarse. La democracia viene de los ansetros griegos, de quienes hoy votan a los socialistas, pues artos de soportar la violencia de tantísimas batallas, donde el triunfador era el que gobernaba, crearon un este sistema perfecto, un sistema pacífico que alienta la convivencia en armonía, equitativo cual la distribución del aire; aunque tal vez maleable si se hace trampa; pero siempre hay grupos violentos que protestan esgrimiendo la crueldad como argumento válido, pues ponen en el tapete esa queja por sobre todas las demás.
H: Esta gente es puro desenfreno, no tienen limitaciones para con la indecencia, tachan lo que estorba cual si la realidad fuera un plano, y suprimen con el garrote vil toda hipotética injusticia.
L: Ustedes los humanos siempre tratan de avivar los sentimientos con estímulos acordes a la reacción buscada, y os pareceis al mosquito cuando os sumba la oreja.
F: No pierdan el tiempo en sueños imposibles, el mundo va a pegar un gran salto, cuando por fin entendamos que el humano es un animal asesino, que necesita todo el tiempo de teraptias correctivas, como para portarse como se debiera; y entonces como en el ejercito en vez de tanta libertad individual mejor será la disciplina obligatoria, jamás se llegará al día soñado donde reine la paz definitiva; ni que al hombre le digan lo que tiene que hacer a menos que sea a los saltos de rana.
L: La paz eterna se encuentra en el cielo, y es exclusiva de los que fueron buenos en vida. Al maldito lo espera un camino de espinas, que no se chamuscan con las llamas, de comer vidrios molidos, y de beber la orina de los beodos. Ellos, los terroristas de todas las latitudes, amedrentan pues el miedo en si es un castigo físico importante; cuando se está furioso por algo patético, no existe un bálsamo paliativo como para que el odio sea de pronto un mal humor de entre casa, entonces la acción natural de ese frenesí, es sembrar el malestar y engendrar laceraciones, provocar el sobrecogimiento con lo pavoroso de un resultado dañino; buscando nueva consolación en continuar tramando maldades; que finalmente, poner una bomba no es tan complicado de realizar cual una proeza admirable. Y el espanto provocado reconforta tanto como una bebida helada, haciéndose saldar la cuenta general y equilibrando la balanza con lo diabólico.
H: Más luego como las arañas pollito se aproximan hacia ti, con las patas dobladas hacia dentro, como para parecer escarabajos, a querer descontar del corazón cuantos dígitos de latidos consigan, hasta quedarse uno quietitesito. Los que más odian a los terroristas son los liberales ¿Verdad?
L: EL liberalismo, es la cultura de los nuevos ricos; son los súbditos de reyes y momarcas, más los burgueses de saco y corbata, que sin tanta dinastía, prefieren la democracia; aunque lamento decir...los libertarios tienen algún orígen con el anarquismo que también son de poner bombas. Pero en la democracia el rey es el presidente y todo gira ha su centro. Aunque pero los reyes siempre priorizan una mejor preparación cultural, ético moral, como para representar mejor a los humanos modernos ante el dios hipotético, que los propios presidentes que muchas veces son precisamente ateos, y de muy escaso nivel de persona; entonces la rueda gira loca. Es imprescindible que los candidatos de la democracia, junto con los partidos políticos, utilizen bien las armas de la seducción y no las del amadrentamiento.
F: Cuando el imperialismo reacciona al terrorismo, bombardean cual si fueran a fumigar gegenes; costumbre obligada del liberalismo, al haber tantos necesitados que abanzan; y eso hace generar peor la sed de posterior venganza, creándose un movimiento perpétuo de violencia latente y manifiesta.
L: La historia de los hombres es muy cruenta, pero es evidente que con prisa se va volcando hacia lo civilizado; los síntomas de las ansias de poder, resultan un poco parecido a cuando un buque se hunde y todos pelean por ocupar los botes salvavidas. Pero con todos los intereces cruzados y en pugna, se concidera conveniente que el ejercicio de la autoridad recaiga sobre una única persona. Al revalorizarse la libertad individual cual un bien preciado, los plebeyos, que siempre son mayoría, quisieron reemplazar la monarquía por otro poder distinto, la democracia; pero como sea, aun nadie ha logrado subvertir dicho precepto absolutista del unímodo poder como factor de bonanza, buenaventura, y de prónostico infalible.
F: Igual no me lo imagino a Joe impartiendo la orden de poner las bombas; como sea yo me encomiendo a los milagros de la iglesia. No debo ausentarme en un momento tan difiíl, pero mejor me voy para saber de mis hermanitos.
H: ¿La democracia es como una carrera, donde el que gana es el más votado, y entonces se configura como el mejor para todos?
L. En efecto, lo mejor se dá cuando no existe trampa, y el que gana gobierna; aunque ello no quiere decir que sea el más apto, o el mejor preparado. La vida es un ensayo de prueba y error, y en esa decantación va quedando lo más favorable; pero nunca se puede calificar de definitivo. Esta etapa del liberalismo, como exaltación igualitaria del individuo, demuestra una y otra vez que la libertad individual se potencia llamativamente cuando los hombres compiten entre si; y de allí que sea necesario competir dentro del marco del bien. En toda carrera de orgullos se va plasmando lo mejor de cada uno, y queda allí estampado el deseo de perfección en el fruto conseguido.
H: ¿Yo realizo un humilde tapiz, él pinta un lindo cuadro, aquel un exelente mural; más luego yo creo otro mural parecido del primero, o tal vez mejor; y el que pinto un cuadro más o menos, inventa una nueva manera de celigrafía?
L: Correcto, y de esa competencia ganamos todos, las limitaciones se contabilizan aparte, y no hay viso a la redonda del aqui nadie puede. Aunque, el arte y la ciencia son diciplinas muy vocacionales, no importando tanto lo que se gane, sino poder lograr la obra o el invento.
F: Más con ello a la postre obtener la gloria, la consagración, el reconocimiento. Pero fregando la mugre nada, exigí un aumento ya mismo Hortensia.
H: Con lo que Mabel nos paga es suficiente, yo solo deseo servir a la señora, lo mejor que se pueda.
F: A puro socialismo activo los tienen a ustedes; eso es mejor que andar a los saltos.
L: Los Griegos que inventaron la democracia hoy votan al socialismo, que tiene un propuesta más quedada, pachorrienta, menos competitiva, nada despreciable en tanto consideremos la vida como algo más tranquilo, sin tanta opción de variedades, a lo mejor sin tanto avanze científico.
F: Esta tarde tengo un partido de futbol impostergable, y este Joe haciendo resplandecer la mañana con bombas.
L: En el futbol se ve muy claro, cómo si a los jugadores se les aplica un sistema igualitario, al paso de las generaciones, tendremos menos jugadores que derrochen talento.
F: Lo triste es cuando los asuntos políticos se ven subordinados a las reglas de la economía, pues los economistas resuelven las cuestiones sociales haciéndole pito catalán a la imperiosa moralidad. Siendo que los poderosos pueden ahorrar con la excusa de poder mantener la estructura comercial, las fábricas, pero en cambio los hombre comunes, de tabula raza, por esta manía de activar los mercados, muy injustamente nos vemos impedidos de poder tener legítimos ahorros, pues claro ese capital tiene que entrar al mercado, o rueda financiera, para que no se note lo que roban, entonces aparte crean, como una especie de sistema represivo para que el dinero no salga de la timba y se note el faltante. Y esa moda a llegado al extremo de descorcharse algunos millonarios, con los papeles sin la debida regla, cual si fueran vinos añejos de unaega pública.
H: ¿Y vos que plata ahorras si te la gastas toda en farra? Pero igual mirando los noticieros me convencí, la cuestión es que la patria se nos esfuma, por la inseguridad, o los propios chorros bandoleros, auspiciados por el poder judical, te cachiporrean hasta saber donde esta el canuto del ahorro, cual la inflación te lo quitan, arrancándote los cabellos, y luego lo queman en el boliche correctamente habilitado por la municipalidad.
L: Claro, los famosos ladrones del poder político. Prohiben la droga más que por el perjucio a la salud, para que no se escape del sistema financiero. Y ahora tenemos las nuevas generaciones de cirrósicos, ayer jovenes atrapados por las drogas de batalla; entonces la propia lucha contra la droga ilegal, tiene más que ver con que el dinero no emigre hacia el mercado negro, que con los principos de salud y sobriedad.
F: Entonces si no tienen verguenza de hacer esas cosas, que se puede esperar de estos caretas, drogadictos y fiesteros, pendencieros políticos, camorra de empírico bienestar exclusivo de desplegar miseria.
H: Ilusos nosotros que votamos ese sensacionalismo de brocha gorda. Eu, otra bomba más. Estabamos confiados que esto acabaría y estos parásitos de la pavura han puesto más de lo mismo. Son especialista en despellejar las ilusiones.
L: Con equipaje de exabrupto en parpadeo del alma, nos tiene estos insensatos.
F: Estas vez fue en el bosque nihilista. Vuelan los troncos como las placas teutónicas de un volcán enardecido.
H: Que boquete ha quedado, entre la arboleda excéptica. Traigan roldanas, para enrolar los troncos, y traer leña para el invierno, o hacer en el taller banquitos para tomar mate.
L: El tema es siempre el mismo, saber si los pobres, o los trabajadores, tienen la suficiente cultura, o bien, capacidad, como para gobernar con la debida bondad, dignidad, honestidad.
H: Mire si mañana gobernaran la nación estos tipos pone bombas, y nos pasan estas mismas cosas, pero con fachada diferente, aunque idénticas.
L: Paradójicamente, es que haciendo tanto paro docente, la clase trabajadora se aleja más del conocimiento, y se suceden los retrocesos mentales, y de allí se va estableciendo nuevamente una diferencia abismal, entre cultos que valen por diez, e ignorantes que valen por uno; es que cuando todo es un disloque, la realidad padece de convulsiones de resultados adversos, y tan adversos, que en vez de realidad parece un sueño de tipo pesadilla.
F: A lo mejor, cuando venían para la reserva, se les activo un artefacto, pues ¿Que sentido tiene poner una bomba en un bosque?
H: Fue un pantallazo, pero juro haber visto al gordo Ignacio, como enredado en madreselvas, cual si el bosque se le hubiera derrumbado, como un tinglado. Aunque no existe un abanico de posibilidades, de responder ante un atentado, Ignacio parecía un gordo silvestre, en lance de cachetear algún tronco cual pelota de voley.
L: Consejo útil, lavarse la cara al levantarse, y los ojos con prudencia.
F: Esquizofrenia en ultimátum, de avisar al mundo cuanto dinamismo tiene de sobra, para seguir en la misma postura bipolar.
L: La bipolaridad es moneda corrientes, si hasta los partidos políticos principales son absolutamente bipolares, llevando en su génesis esta ambivalencia de ir para la derecha imperialista, o consagrarse al populismo dictatorial, de obreros, plebeyos, y comunistas; pues las agrupaciones en si son una especie de granola. En realidad el sistema político, en su mayoría, es una camarilla, y son una caterva esas elecciones primarias, en flagrante intromisión de lo particular en lo general, seguramente para que no existan sorpresas, y no logre ganar alguna alternativa diferente, al frustrante panorama totalizador. Se concideran autótarticos, pero llevan en la matriz, deseos de mantener el abolengo; se ponen de acuerdo, y se turnan, especulando con lo positivo de cada filisofía, aplicada en el tiempo sobre un gran país plagado de riquezas.
H: Estoy haciendo apuntes de mis pensamientos, y que panorama de funestísima ignorancia nos espera al frente, pero finalmente soy apolítica y solo pertenezco al clan de la señora Mabel, y con ello habremos de sortear la ignominia, el oprovio; y minga de la ignorancia en avalancha con esos piedrasos compuestos de vacío. Y aunque siga creciendo el riesgo país, hasta dejarnos últimos en la tabla, nosotras iremos sobreviviendo con la dignidad de los humildes, por más que los estándares de vida vayan decayendo muchísimo, nosotras con ello a la par acentando la cabeza erguida, hacia el éxito permanente.
F: Si, y encima tenemos la variante, que hemos caído en la trampa de un gobierno liberal de la boca para afuera. Aquí es evidente que regulan los precios a la romana, quedando mecánicamente desmostrado, el autoritarismo de ese engendro de proyecto económico, de esto del presupuesto cotideano que sale tanto por cabeza. Es notable ver como un tubérculo se paga una enormidad de dinero, en pos de esta política donde nadie se le puede llevar de arriba.
H: ¿Me encanta la charla, pero y la señora Mabel; no la habrá despertado el segundo o trecer estruendo? Hace dos bombas que no vamos a ver como se encuentra.
L: Ella está tranquila, y sedada; más no es yeso lo que la proteje, sino son prótesis de exelente calidad en las distintas partes lastimadas. Lo único sea parcial, y no le diga nada del boquete del bosque, y la basura esa de la hojarasca.
F: Me van a percutir las neuronas, soy un buen conductor de mis pensamientos, aunque no deseo afilar más la inteligencia.
L: Ahora ustedes tienen un presidente, experto en convencer al electorado con promesas exageradas, cual si la gente fuera estúpida, que ojala se cumplieran; y aun con ánimo encubierto de solicitar préstamos al exterior, ha conseguido ilusionar al electorados con genuina habilidad política, deseando por sobre todo acomodar la economía primero, y después ir sacando los pies del plato de ahondar en lo prometido. Es esa otra parte del mismo núcleo, que interpretan la filosofía de los pudientes, con magnánimo reparos hacia el imperialismo, pues desean ser muy soberanos de intromisiones, cuando para que vayan a desembolsar el dinero de los prestamos, es fundamental a cambio que tengamos que obvedecer sobre el rumbo económico. Y desdichada la libertad de mercados, que aun no existe, impedidas las privatizaciones de los recursos, siendo que es vital para que esta filosofía neo liberal funcione, pues es lo que va regulando el rumbo del bienestar. Y entonces, que esas privatizaciones se demoren, por el prejuicio de vender la patria, hace que el autártico estado no resuelva el déficit, más la cuota que debe pagar, religiosamente, se torne inalcanzable; ni tan siquiera los intereses, así, formándose una nomenclatura con todas las filas cargadas de problemas latentes y de problemas ha por estallar.
H: Oigan: Mabel se ha ido de la cama, no la veo.
F: Se ha tomado una tira de aspirina y desdapareció. Hay vendajes, y apósitos, sobre la cama.
L: Si es que para este lado no ha venido, quiere decir que a salido para los fondos, y escapado para el bosque.
H: Ella no escapa de nadie, es libre y soberana, se desempeña como quiere. Debe estar algo confundida, aun perturbada, pretendiendo avisar, a las amigas y hermanos, lo terrible que a acaecido, lo mucho que ha mejorado; además de tener que encontrar al marido; ponerlo sobreaviso del bombardeo.
L: No tiene la habilitación de los médicos, hasta hace media hora estaba agonizante. No debería suprimir el reposo.
F: No dejemos la decisión al elector escondido que llevamos dentro, ni que los electrones de la mente, lleven la corriente a las neuronas para decidir ir en su búsqueda.
L: No puedo volar, pero sin restricción del pensamiento, estoy de acuerdo en internarnos en el bosque, a pata, y en su búsqueda inmediata.
H: La estabilidad del universo hace escepción en esta comarca, donde el válvulerío de la existencia se haya trastocado; de nada tiene sentido desahogarse en limitaciones, debemos alzar el coraje y enfrentar a los terroristas, con la fuerza de la verdad y el arreciado pacifismo. Vamos.
L: ¡Mabel, regrese Mabel! ¡Se constituye en angustia tremenda, para mi y para los amigos, saberla de magullones renga, descalza sobre espinas cortantes, de cardos hechos girones; con la torpeza propia de la imprudencia, de escapar sin fundamento preciso, achacada, y con la prisa cual agente de nuevos quejidos ¡Ninguna amistad, ningún matrimonio, o vínculo insondable, ha de tambalear por la ausencia del agente principal, abatido por la refriega del quehacer mundano. Entonces ¡Sea libre de formalismo caramba, y regrese pronto!
H: ¡Y si lo ve a Joe tenga cuidado, hace repartir bombas como panfletos! ¡No la queremos angustiar, pero por lo de la tigresa de bengala, Joe busca a su marido por cielo y tierra para remontarlo con cañita atómica por el infinito sideral!
L: ¡Señora Mabel, recapacite, el libre albedrío de los convalecientes, es como mucho tan solo sacar los pies para afuera, o bien dar vueltas como rollo sobre la catrera! ¡Por todos los santos, póngase a resguardo, pues en la oquedad de la noche, entre cipreses vestidos de camuflaje, le será imposible encontrar una fuga del agudo malestar, más por ende se ha de hundir peor en la siénaga del sufrimiento! ¡No sea mujer inalterable, de querer salvaguardar un matrimonio de por si consolidado; haga intromisión al arqueo del escrito destino, como postración de momento difícil!
F: ¡Paren! Si hablamos alunisono, chocando las vocales mías con las tuyas y las de él, de nuestro griterío intelectualizado, con los aportes de la maleza descangallada, del laberinto de la frondosidad, esos chiflidos enroscados a las copas de los árboles, desde lejos, irán a sonar cual una melodía esotérica, de bruma negra, con los efectos de un desvarío mental; que le han de repercutir en su aliento de margaritas, como reproches de un balbuceo agónico, de pensamiento suicida; y encima, el cuerpo flaco, desnudo, y afiebrado, sobre lo aspero del matorral, cual cama de clavos.
L: En su momento, el liberalismo fue tan necesario y consentido, como el sentimiento hacia Mabel demostrado por nosotros; que pudo lograr abarcar de lleno todas las ideologías actuales, idéntico de vuestra compasión y respeto; mediante lo cual, por medio de la experiencia y la inteligencia, se fue ramificando al consumo de diferentes interpretaciones; como los peaje donde pasan todos, y cada cual sigue su camino arrogante de un destino propio. Pero el humano es escencialmente pecador, desde el edén, entonces cabe preguntar ¿Por qué otorgar tanto crédito de libertad a quienes son tan desobedientes? ¿Es posible que exista sobre una sola idea un concenso unánime?
F: Oye arbórea contenedora de mi pena, y del malestar de la señora, en contra de mi petulancia, aquí me quiebro en el regazo de tu enramado sacudido; tallando rápido con las uñas, una simple catedral, que exibe una cruz a lo alto, de donde arrodillado rezo y rezo de apuro; incluyendo en mi súplica veloz, cual coro de ángeles guardianes, la angustia de los aquí presentes. Pues ha llegado el momento de confesar cuan arrepentido me siento por variados motivos: De haber alcagueteado secretos de la dama inclaudicable; y la naturaleza me dirá: Y bueno, si quieres vivir así vive, estupendo, pero el día menos pensado, que es ahorita, las culpas rutilantes habrán de picarte como hormigas en tu conciencia libertina, hasta oír pedir perdón al cielo. Y si yo pudiere volver las cosas al sitio del peldaño primero, de la escalera de Jahcob, donde eramos pedazos de panes desconocidos, sonrientes, cada uno por su lado, con todo el camino a transitar, de escalar hasta la entrada del resarcimiento, sería capaz de empezar de nuevo, tan sinceramente como pudiera. Tampoco hubieron en mi preguntas capceosas para quitar de su rubro el timón ¡Si no que usted Mabel, me inspiraba la confianza, de saberme en un lugar exento y emancipado de la maldad! Como una pradera de joder con la diatriba, dispatares simpáticos de sobrellevar la existencia con hidalgía. Quisiera poder dosificar el poco fruncido talento, de falsificar la simpatía, y dejar de ser un insolado del cuarzo de la contravención.
L: Tengan cuidado cuando reculan, pues para mi los pisotones en las uñas de las patas, son como martillazo en los dedos del carpitero, o bien un desviado mazazo en la mano del que sostiene el cortafierro del albañil. Usted joven, es un oportunista a tiempo completo, cual un revolucionario marxista; cabrón y embustero, hasta en el confesionario; e hizo remover del filamento de la existencia, mediante contrariedades sueltas, del mercado de oportunidades, aquello que los mortales tenemos cual la propia sangre, líbre de impurezas, el honor; consiguiendo desnudar la historia, y dejarla sin sábados ni domingos; más yo mismo hube encarado en defensa de la señora, una lucha como un renacer de la incandecencia, en la pureza del ideal, arriesgado de conseguir mucho menos de lo pretendido, so pena de perder todos los privilegios del paraíso.
F: Ignoro hasta cuando voy poder soportar, repitiendo en apego perdones, de suculentos ruegos del acordeón desplegados, hacia un montón de deslizes inmorales, emplazado en rol de persona decadente, empilchado de novicio sacerdote, subsidiado del infierno; de bufonear a la querida Mabel aun también vestido de reo, sobre aquello ventilado, de frío de bufanda, de sus pícaras travesuras; muchas veces haciendo entretener, en los bares autóctonos, por miserable limosna, al ya divertido en copas de grapa, soltando la lengua, ruín, a la miserable gorra; cuando quizás de esas palabras pueriles, en la atmósfera desplegadas, se iba hundiendo en su afecto puro, flotando por el colchón de la historia, el filo punzante de la calumnia. Y el ahora lleno de arrepentimiento, presente, a cada instante me sumo en pesadumbre, de percherón viejo, y la juventud divina se consume en verguenza, de llamas de más verguenza, por haber realizado tanta chiquilinada de principiante, siendo yo un avezado muchacho de las mil curtidas.
H: Evito imaginar cual comadrona, a la Mabel hoy herida, cansada, y mansillada (Que debe sentir los golpes cual un bálsamo aliviador) la cara de ayer, cuando se enteró del deseso del coala, más luego el cuero recién tratado, relleno de viruta, que se lo tuvo que dar al marido en mano, cual la llave del cero kilómetros; gordo inútil, llamado quinientas veces el hombre de las grandes proezas, para llevarlo todo el tiempo cual osito de peluche, usado como de llavero de carcelero, con todas las ganzúas de la estancia allí colgando de las grasas. Ay pobre señora, y pensar que nació para ser todo caricia, de llamas alegre. Precisamente ¿Quien de ustedes me ha tocado la cola?
F; Yo no fui, fue Lorazo. Juro, cuando levantó el ala bellaca, justito lo vi estirar la puntita verde hacia tu nalga, dibujada en la pollera, ah, y eso si, sentí envidia, más un olor a chivo hediondo y fétido, mezclado con plumas haciendo de fuelle castigo, como el de los humanos maratonistas pero algo menos nauseabundo.
H: Ey, espera un momento Fulgencio, a este ser le pasa algo anormal, ha quedado como eclipsado, obnubilado, mirando fijo el horizonte, cual si allí lejos hubiera un abismo, para volar en libertad y huir al paraíso. Y hasta siento la intuición de saberlo mudo ¿Que le pasa señor Lorazo? Conteste ¿Para qué permanecemos tanto en el boquete que dejara la bomba, si Mabel anda perdida entre las tullas?
F: Nada. Eu, responda.
H: ¿Los socialistas también aceptan la libertad individual o prefieren ser todos una masa compacta, engarzados en leyes descomunales, de un país dirigidos por un solo presidente?
F: Tampoco de los temas que sabe mucho quiere hablar palabra.
H: Esperá ¿Será que Mabel, al estar casada también con Joe, habrá rumbeado para la reserva, a encontrar una ayuda real, más próxima del almanaque y no tanto de la ficha técnica del crematorio?
F: Por todos los cielos, me encuentro desesperado; si no encontramos a la señora voy a morir asfixiado, en mis propios remordimientos. Soy de achurar la desazón con burla pesada, pero ahora me ecuentro en la cornisa, de un balcón apuntado al abismo de la tristeza. Es de vital importancia su ayuda, Lorazo, y tus enseñanzas y concejos, que son como una lupa que alumbra la tenue claridad del saber, obstruído por los avatares.
H: ¿Y a vos que te agarró Fulgencio, que querés fomentar la causa Mabel cual una caja de resonancia del porvenir impecable?
F: Mi mente embebida de tanta culpa, por los burlares de mi amiga, donde aun soy protagonista infaltable, cojea cual luego de un sabotaje a las ilusiones, para siempre perimidas, con mi conciencia transformada en cabaña llameante, parecido al granero, víctima del reacio accionar amedrentador, de una mafia bapuleada; ni caminando de rodillas lograré quitar la pesadumbre de mi caracter.
H: Fulgencio mira, hacia tu izquierda, Lorazo está comiendo trozos de las cortezas a medio cocinar, cual semillas de girasol peladas, saladas, y tostadas. Vaya como ahora nos ignora, oh pobre ave autista, impedido de registrarnos. Tu conección con el cielo, ha quedado en la butaca del perdedor, y aquella erudicción tan simpática, en la palestra de las comadrejas asinadas del susto. Y encima intentas volar, y no logras más que pequeños despegues de gallina.
F: ¿Y si le hablamos de nuevo de política? A lo mejor se entusiasme y vaya a regresar al hábito de conversar.
H: Es que no hay sistema con el cielo ¿Será por qué la invocación de la marea, más el aluvión del hipotético líquido, hizo cortocircuito con el más allá de los poderosos?
F: No sé pelar un cable, menos he de saber de esas cosas ¿Y si nos damos un beso en los labios a lo mejor reacciona?
H: No hago resistencia pues quiza funcione.
F: Guau, que lindo besas; con sabor mediterraneo.
H: Nada, aun así, continúa pelando chauchas, y dejando cual una moquete de oficina, todo el suelo de vainas.
F: Yo pienso lo siguiente, Lorazo, el liberalismo, en la etapa de sol naciente, con los filósofos a pleno, ultimando detalles, de esta nueva idea, casi perfecta, del siglo dieciocho, una pinturita que cierra por adonde se la mire; digo, de unánime aprobación, pero hasta tanto las primeras injusticias se instalaron como tulipanes, donde rápidamente, las mayorías populares comenzaron a agruparse, en diferentes voces de oposición; y por tanto tenerse sus buenos reparos, con ello apareciendo retractores, por cuanto confines hubiere; que como decía usted, persiguiendo la deducción, que los hombres somos muy malditos, como para querer andarse dadivosos, y equipararnos en un llano de respetable igualdad, han hecho pacto con la idea que mejor sea, un sistema vigiliado por normas y leyes, con un abanderado de los pobres, al frente, quien manejando los destinos de la mayoría, reparte justicia portentosa, aunque quizás con un poco menos de gracia, y calidad de vida.
H: No escucha, se ha cortado la transmición.
F: Por qué claro, imaginemos una enorme carrera de natación, por plata fresca, todos aprestados a saltar a la piscina, con la imagen de los más pudientes, atléticos y de torax bien formado, con el resto de los pobres, de tanto hidrato de carbono excedidos de peso que no pueden hechar los brazos para atrás, en escala descendente; hasta raquíticos del hambre a secas, más molidos a cintazos de la esclavitud ¿A quien apostaría usted? A mi me parece que, debería existir un sistema de scoring, con puntajes diferenciados, y entonces, el bueno, pulcro, estudioso, de cualquier clase social que sea, tiene mejor puntaje que el malo desalineado y cruel, creándose una tabla que a la hora de elegir autoridades (también supeditados al análisis exautivo) un voto vale más que el otro; nadie podría ser candidato, a ocupar un cargo político, si no tiene buena reputación; y chau poder político, donde todos se pasan de unos a otros, como en un orgía.
H: Está en la categoría de los loros loros de los pesos pesados.
F: Eu, ahora suenan disparos de metralleta, y de morteros, de la primera guerra mundial. Estoy reacio a pensar en un enfrentamiento en las calles de la ciudad, aunque suena verídico que de eso se trata.
H: Vamos loro ausente por capricho, con Fulgencio lo vamos a obligar a soltar la lengua, quizá rasurándole plumas del penacho, dele, sea nuestro locutor del cielo, nuevamente, y entrégenos intrucciones de sabiduría, de como actuar en este momento tan fatídico. Pero fíjate, Fulgencio, se comporta cual avetruz, y esconde la cabeza en los recobecos de la tierra.
F: Vamos Lorazo, sea bueno, esto nocivo recién comienza, y no sabemos que hacer. Guerra, tal vez, o enfrentamiento entre ciudadanos pacíficos, se avecina. La academia del horror, en cierme tenemos, con estallidos de la propia gendarmería, pareciera. Que ni las sirenas y pitos, lo amadrenten, díganos como actuar, para salir adelante. Es arriesgado, pero tal vez si marcháramos para la catedral, podríamos ver los últimos enfrentamientos.
H: Ni loca, mal que mal, aquí estamos a salvo, nadie irá a poner una bomba dos veces en el mismo lugar; mejor volvamos al rancho, pues con este pájaro sin plumas se torna muy dificultosa cualquier maniobra.
F: No, por favor no, dejar así a Mabel, no, abandonada y perdida, nunca, locura, locura no, por favor; prefiero mejor, vuelvan ustedes, y yo sigo buscando solo ¡Mabel!
L: Usted mejor niña, de inocencia de maízal florecido, sea al fin tolerante con el mundo, y aparte lo más posible la difamación de los labios. Y en tolerante reflexionar, sobre el futuro, anótese en una escuela de nivel terciario, hasta conseguir la chapa de una carrera corta, con salida laboral, comenzando así, una vida independiente; renuncie a la servidumbre y sálvese, ya verá como alejada del rancho, va a comenzar una etapa pura y limpia, de la que nunca se a de arrepentir; apártese de la tanta blasfemia versatil de los acomodaticios.
H: ¿Y eso?
F: Por fin habla ¿Jefe, como salimos de esto, han sonado nuevo disparos?
H: Oia, mete de nuevo la cabeza en el pastizal de soja. Caracter de manteca tiene, y cual bolsa de nailon, se arruga ante los requerimientos.
F: Voy a traer la desmalezadora, y voy a dejarle el penacho liso, como es posible, que de eximio profesor, ahora sea un mariquita de peluquería.
H: Allí llega a borbotones el repunte previo de la marea, está entrando agua al pozo como cerveza tirada. Algunos animales de la reserva comienzan a regresar por la costanera, y los del bosque, se van poniendo los cinturones de seguridad en los árboles.
F: Ha germinado el odio en la ciudad, qué cruda la realidad que nos espera.
L: Me voy, ya no puedo estar aquí como dormido, mis voz se torna opaca y muda, y es triste mi silencio al respirar.
F: A usted, Lorazo, lo noto aturdido, al borde de un soponcio; sería lindo poder vivir sin quejarse. Miren, cerca del matorral, en contra de querer halagar las inclemencias del clima, allí se acerca empapado, un empleado de la reserva, a retirar animales, hacia el pozo el agua está entrando a chorros.
L: Según invierne mi alegría, le aviso al cielo de mis diferentes tristezas, cabeza de alcornoque, hoy como pesado equipaje, vertiré la suficiencia sobre el pueblo de Luján en problemas.
H: Como, no era de infravalorar a Mabel solamente ¿Por tan solo unos estallidos, de dudosa procedencia, todavía tiene magazine para hacerse cargo de las penurias de un pueblo autosuficiente, con nueva laguna cisterna a estrenar, que lo transforma en intocable?
L: Si es de merecer, seguiré luchando por el bienestar de la señora Mabel, y sino, trataremos de arreglar los enchufes de las mentes de la población Argentina. Usted niña, mejor vaya buscando otro destino diferente, de rembosar oportunidades, alejada del desenfreno de propuestas indecentes.
H: No es gratis la vida, y pues al final el alma queda licuada, de arrugas del tiempo, aunque bajo eximisión de apercibimiento, la señora me jura, que cuando expire, bajo testamento escrito, me va a donar un pedazo de la estancia.
F: Uy, la noche de recién casados, de la falsa boda, digo, a Joe también le prometió heredar hectáreas, y quizás, una de las pensiones de viuda.
L: ¿A Joe también, le prometíó cosas?
F: Lejos de predecir un final anunciado, les comento algo muy irrisorio, pero a mi también me quiere regalar, en vida plena, un tractorcito fundido, que está justamente en el granero, un cargador de baterías, y una radio tocadiscos, que por lo antigua, dicen vale muchísimo.
H: Se quedó otra vez pensativo; más sus ojos de zarzaparrilla, luego de la acción de unos levanta cristales, parecen pantallas solares absorviendo furia del sol.
F: ¿Sabe? Por mérito propio, a mi Cristo me apasiona bastante, pero no creo que halla dicho todo lo que aseguran. Inspirados en Moises, fueron los pensadores griegos, que armaron y crearon un límite de adorar mesías tras mesías, con ello dijeron basta, aquí se terminó esa costumbre o manía, y para crear un tapón le adjudicaron a Jesús, un montón de habladurías que seguramente, jamás pronunció; dejando abierto un ventilete, para con la posibilidad de adorar, pero de una manera más recatada, menos opulenta. Y como consecuencia, de allí salieron otros filosofos ateos, directamente poniendo en duda la existencia del propio Jehova ¿Pues si el mar nunca se parte en dos, porque debían todos creer en ello?
L: Está equivocado, raya con la calumnia su discurso alocado, punible de rejas. Es por mérito de dios, todopoderoso, atento, preocupado, inquieto, si al pan pan y al vino vino; atentamente respondiendo a la carta del menú, las requisitorias recurrentes de sus amados hijos; quienes somos separadamente, algunas de esas partes de su totalidad; deseando por qué su ley escrita en los corazones, no vaya a torcerse para el lado de los tomates, y como consecuencia, que el ordenamiento jurídico, basamentado de la chispa del fuego creador, termine siendo una melaza, con de todo menos la divina racionalidad. Y por ello, al turno de la comanda, manda a sus mesías elegidos, en concordancia con la dicha demanda, quienes de buena gana llegan a decir como comportarse, civilizadamente, según el criterio de los designios del cielo: para que ustedes, pricipalmente los hombres, pudieran envazar su pregón, de leyes naturales, referidos a la conducta, con los principio del amor, bien entendido, e igualdad entre los hombres. Y la libertad del pensamiento, que ocurre dentro el craneo, puesta en la acción del habla, y de las escrituras. Más la chance de tener las mismas oportunidades: de felicidad, con la plena satisfacción de la autodeterminación, y de honrar a la existencia, en igualdad de condiciones; con proteccion para todos, sin discriminacion, ni marginaciones, al cuidado de la dicapacidad, al son del respeto, por las diferentes creencias religiosas. Incluso el tener en resguardo la propiedad privada, vea, más la libertad de circulacion, de reunion, y de manifestacion; además de protejer, hasta reos y acusados, por medio de la sabia presuncion de inocencia.
H: Oye Fulgencio, buenas noticias de perpetuo dilucidar, le he preguntado al empleado que sabe de las bombas terrorista, y sorprendido me dijo, que no ha pasado nada malo, que hubo unos festejos en la plaza, y paralelamente una marcha de protesta, con una sentadera en la puerta de la municipalidad, donde se arrojaron todo tipo de pirotecnia.
F: Que bueno, hay paz sin litigios extremistas.
H: Si, y sigue regando la sonrisa de alegría, pues lo del granero, fue una garrafa semi vacía; y sobre el tractorcito, dijo que está intacto.
F: Vaya ratones que nos hicimos.
H: Y además, que Mabel está sonriente, con el gordo a dieta, posicionado, de nuevo, al trono de los Ginnes; almorzando en un confitería solamente un huevo duro y dos fetas de queso.
F: Almorzar, pura envidia siento.
L: Mabel..¿Y el bosque?
F: Es injusto vivir supeditados a las verdades, por más postulados que sean, y de brindarles adoración permanete. Eh, dios existe, aunque para nada cambian las cosas si rezamos, o agradecemos, o lo que sea, en reconocimiento o repudio de esa verdad; pues cada uno de esos cánticos, son adornos de salpimentar la angustia existencial. Dudo que dios halla creado al mundo, para saciar una vanidad urticante; aunque si estoy de acuerdo, en pensar que debemos organizarnos y vivir en armonía.
L: Vosotros, los humanos, necesecitáis imperiosamente de dios, y rezaís desde los primeros atisbos de razocinio, más dios es tan gigante, y de boquilla larga, en milagros presente, con su naturaleza turgente, que se expresa cual un pichico amaestrado, con diferentes intensidades, para así convencer al intelecto de su presencia permanente; pues de ser tan testarudo, únicamente así se crea un vinculo serio, con a su tiempo, un fabuloso instructivo, acorde a las necesidades requeridas. Y también de enviar seres semejantes, intermediarios, de comprobado poder, para crear un nexo, y establecer una comunicación con su morada en el edén. En tal caso, yo mismo podría ser, hoy, ese mesías, pues que más comprobación que un pájaro hable de corrido, y convoque las tempestades; a lo mejor, la historia final, dirá que fui un disfrazado, y entonces por allí pueda ser un candidato invalidado; no me interesa demasiado, voy a seguir ergido, con el penacho para lo que guste mandar la esfera civil. Si el sol se apaga, nosotros con él, pero de sumo agrado, hay muchos soles idénticos, y un universo infinito; y si hubiera otro universo también, también sería parte de su cuerpo; pero no así, nuestro escremento, ni los retazos de uñas cortadas, que solo vuelven a engrosar la tierra, y a degradarse en funsión de un metabolismo; más, así como existen agujeros negros, que absorven astros, existe lo contrario, una claridad celestial, que somos nosotros, desplegados en vida, mostrando todo lo oculto, que permanece estoico, de unidad, comprimidos, flotando atraídos por fuerzas ocultas, esparcidos por el resto del universo. Bien, entonces, el cuerpo de dios, son todas esas partes, en pie de existencia. Más, cuando a los poderosos, le cayó esta ficha, que existe un solo ente creador, tanto fue la necesidad de volcar la creencia natural del ser a una solo formulación, monoteísta, con dicho nexo de un mesías, en tal caso acompañado de su madre, de incluír lo femenino en cuestiones absolutas, que incluso los emperadores, quizás lesionados en el ego, idéntico de los dioses, no tuvieron grandes reparos, en compartir su gran poder con el enviado hijo de dios; y esa verdad era tan patente, que no dudaron jamás, en obligar a pensar de esa manera. Finalmente yo no soy un mesías, sino más bien una porción de milagro, pues tengo la única misión de custodiar el malogrado destino de la señora Mabel; siempre y cuando ella sea merecedora de dicha oportunidad.
F: Los humanos estamos divididos en dos grandes grupos, con relación a la capacidad de creer y adorar, y de compartir el poder con terceros. Los unos con los dos pies en el plato, muy subordinados a los designios del creador; más los otros mucho menos comprometidos, con la puerta entreabierta como para salir disparados ante la mínima duda. Y así es que los primeros entregan su vida cual hormigas, y los otros solamente una equis cantidad de sacrificio, siempre y cuando no sea demasiado aburrido, pues siempre habrán reparos, y todo irá a ser pesado, en una balanza de tarifas que ponga límite a la exageración.
L: Dios no es un cielo raso, que sufre de quebrantamientos por la humedad, él nos dá la existencia, y la posibilidad de reproducir nueva vida, y todo ello ocurre de una manera determinada, haciendo cosas puntuales, ligadas entre si, más ello es, de lo que debemos preocuparnos, hacer cumplir con las esas funciones precisas, más no desviar el camino en cuestiones improcedentes.
F: Aunque hoy día es únanime coincidir en adorar un solo dios todopoderoso; entonces como es que se difiere tanto entre las razas humanas, dando testimonos diferentes, con relación a la manifestación de los milagros ¿Es que dios le otorga milagros solo a la raza blanca? ¿Acaso esos fenomenos sobrenaturales, no son algo garantizado para todos por igual?
H: Eres un marginal al que hay que repetirle veinte veces las cosas, con residencia en una iglesia espectacular, y pretendes rebatir la fe tocando todos los botones del tablero, hasta por fin saber cual apaga la luz del atrio. Lo que el espíritu de la ciencia es aplicar verdades absolutas, posibles de ser traducidas en formulas, eso mismo es la religión, pero con las imágenes del todo, en acciones de vida, cual infalible método, exacto, de alcanzar la sabiduría. No existen trabas para la fe, y cualquier atropello, es lacra infectada de un ser achacado por la lógica.

Mabel: Aquí el error vitalicio estuvo en cambiar de mano, pues el tratamiento para evitar esos boluptuoso eruptos radiactivos, de caja de pandora, ni siquiera un paliativo resultó ser, aunque si un verdadero disparo por la culata. No obstante, la angustia, genuinamente desatada, por verte tan ido, se me infiltra hasta el disparate, permanente de escépticidad, por pavadas sin bruñido; cual si el éxito del porvenir dependiera, de no romperse, cuando arrastro el cuerpo, cuerpo a tierra, éstas prótesis de la ortopedia, de última generación, modernosos apósitos indestructible que parecen candados de ciudadela. Resultando después fuiste desnudo, y cachondo, a la catedral a solicitar auxilio, y cartón lleno nuevamente, detonaron dos explosiones más. Espero, esto impredecible, sea solamente una escaramuza olvidable, con algunas pocas alarmas moliendo pimienta, y sin damnificados maltrechos de por vida, como yo en estos momentos. Cuando de urgencia me atendían , los del SAME, decían que fueron bombas, estallidos de artefactos terrotistas. Y después los médicos del hospital, que me revisaron a en casa, pensando tratarse de un habitante disfrazado, del disloque, entre tanta confusión, casi casi me inyectan una transfusión con sangre de Lorazo; si hasta el algodoncito, por la vena del brazo, me pasaron, hasta por fin descartar al ave, por verme mejorada. Y claro, salieron raudos, a socorrer a los supuestos fieles heridos del suceso. Ocurrió todo al tiempo de tu periplo, panqueque sobre panqueque, en seguidilla cual bombardeo aéreo, pues aunque atragantado, por lo visto eres de correr ligero: más nuestros amigos, pobres ilusos, carcomidos por la angustia de verme hecha pelota, incluído mi guía, el loro gigante, aseguraban ser atentados mafiosos, liderados por Joe San Luis, de traficantes de animales, enfurecidos pòr lo de la tigresa de bengala. Viste que esa táctica de no comer nada, ni siquiera de probar bocado de mandioca hervida, se trata de un arma de doble filo; pues ante el mínimo traspié, de la dieta, terminas por devorarte todo. Ah, eso si, cuando hilvanen los pensamientos, les será imposible entender ésta última detonación del bosque, pues quien habría de querer atentar en un frondoso matorral de mala muerte; a menos que vayan a conjeturar haber sido un estallido culposo, de artefacto casero, en huída estrepitosa, de periplo de venganza. Ahora pienso, antes de conocernos estaba yo, lejos de ser un puchinball, pues vivía en lo mío, pachorrienta, a cada intervalo de separaciones, con amoríos divertida y expectante; entonces le reprocho tanto aquel factor flechazo, de mirada fulminante, quien me mandara a enamorarme a primer vistazo, sensación compartida, con el ruido de tus disparos exitando la escencia pura, y caí no más, en la trampa fulminante, del solo mirar trascendente, donde inevitablemente se mezcla la fantasía vertiginosa, con los anhelo del gótico paladar; y yo petulante me encontraba codiciosa, vehemente y vulgar, con tanta apetencia de tenerte a vos, en persona; como seguramente, tú frente a los proyectos de superación, que te vas fijando a lo largo de tu vida; era yo una paloma en la plaza del congreso, admirada de verte barril sin fondo, picoteando bolitas de caviar negro, y apenas grajeas de ansiolíticos por previsión de la receta. Más del extenso ahora, parálisis del esquelo mugriento, de solo calambres con agudas puntadas, en la noble impotencia de ver mi cháchara perderse cual el último vapor del puerto. Pero aun sin tomar distancia de lo sucedido, conservo intacta la memoria reciente, de sabernos reír en el galpón, con los disfraces puestos, displicentes ante la mirada de nadie, con ese nuevo andar de oportunidades nuevas, felices de estrenar un pacto duradero a la carta; solo hasta que de pronto, alunisono de contrariedades truncas, indecidible, saliste un momento, sin reparo de pedir permiso, de interrumpir de entrada, el inicio de un nuevo todo que duró un chasquido, con lo que posteriormente fue un remilino de viento, colmado de retazos del elefante querido, empero sacudones de vigas de aluminio callendo, milagrosas sobre mi careta de domador de circo, con purpurinas de colores. Más luego del itinerario horroroso de solicitar ayuda exterior, en nueva detonación caíste, cual telón del último acto, sobre la hierba violeta, quemada, y humeante del bosque, en el incomprensible boquete de árboles desapilados; abatido de tus propios suspiros del alma cómplice, con cartel de contramano en la faringe, sin mitigar del severo desmallo que se ostenta cual muerte. De nada sirve arrepentirse, pues te sigo amando como al comienzo. Pero aun estando moribundo, vale la ocasión de recalcar, mi parte del rol inocente, de nuestra crísis afectiva, pues más luego de estrechar vínculo de amor contigo, por cada paliza recibida, un atuendo diferente, de un carnaval eterno ¿O no? Estábamos ambos viviendo de espalda a un paredón permanente, de reyerta familiar, donde se batían, desfavorables, las alas de independencia, en pésima pelotera de meteoros metrallando el hogar; enroscados en discuciones estériles, desconociendo por adonde seguir a salvo, y sobre todo, libres de soltar la lengua para analizar lo inanalizable, de un devenir constante, alejadísimo de parecer esa promesa irresistible del comienzo; con dentro de paredes truncas, los corazones nuestros golpeándose fulero, en cortocircuito de proyectos de vida, chocando de gusto no más, cual un ciclón del caribe, abarcándolo todo y distancia; que estoy hasta aquí, de harta, desde el plano más cualunque de la coronilla, ayer con diadema de reina, más ahora empolvada de seborrea del granero, todo hasta pasado el neolite de las sandalias unos centímetros interminables. Y lo ocurrido entre nosotros solo valdría la pena saberlo, si despertaras de nuevo, contento, con deseos de un empezar de cero. Panza de lechón ahogado que se tragó un diluvio de aguas vivas, que calor sale de allí dentro, haciendo sopapa en mi oreja, embadurnada de chivo, quien se apoya escuchando notas repugnantes, saliendo embueltas en búrbujas de grasa. Dime panza tremenda, hasta cuando has de digerir semejante atragantona, pues aun nítidamente escucho del empacho, el acueducto soltando estampida de toros, como en la Pamplona de la España querida; y una orquesta de camiones Scania, con acoplado, de tétrico sonido espúreo, en una colectora atestada, de ácido úrico de etiqueta dorada. Amor mio, si el cogote me lo permite, con algunas contrariedades en el bocho, hoy hago alborozados votos al cielo, por continuar alegre un camino paralelo del tuyo, pero por favor, esta vez envuelta de gotas de refrecante júbilo; más nunca más de momia, como ahora, ni de oso, como antes, ni de nadie que no sea yo misma por siempre. Antes de conocerte vivía expectante y alborotada, al aval de trivialidades calientes, huyendo despacio de lo dictatorial, de cualquier venia. Van y vienen, todos juntos, los problemas como cascotes en abalancha, contra el disfrutar de una parsimonia en sombra. Arrastrando como puedo el cuerpo, pero sedienta de infidelidad, con el primero que vaya a pasar en muletas, al decir "de rendida a tus pies mi amo", voy y vuelvo mecida en vaivenes de un mar empachado de olas constantes. De pulso de cadencia decrépita, temblando las nalgas del ciclón de tus agónicos gemido; tendidos cual larga lengua estamos, soñando siquiera ser tallos delgados de flores de baldío; y yo al pie de tu barriga, de galápago caparazón, tan cerca de la cumbre, que me animo a soñar con ser dueña del cielo. Para sostenerme, a gatas si puedo ir clavando mi codo dentro del ombligo. Mira, tan dolorida me siento, como alejada de los noventas grados verticales del bosque, que ahora por fin en la cima de la panzota que estalla, con la cabeza apoyada en la mano que sirve de bandeja, me animo a un atinado balance del espíritu personal, necesitando confesarle al cielo, de mis aberraciones que tanto te hicieron cornudo, ante tu presencia evanecente, de mi prontuario del ayer acumulado, y del ahora un testamento dibujado en el aire, diluyéndose en el eter cual tu vida en sombra. Aunque pero nuestros cuerpos cual estúpidas chatarras yacen, bapuleados por culpa de las peripecias en tu nombre hechas; ambos listos para recaer cual machetazos finales, de piezas de dominó de terso nácar, sobre la hierba de ignición pintarrajeada; haciéndonos doler a la vez de hundirnos peor en el ostracismo; durante que la rueda de la vida gira y gira, sin nosotros, siempre cambiando de mármoles; más yo chupada, obligada, e involucrada, unímoda sufriendo siempre, solvente pero descangallada, sumando a los años penurias. Tras agonizar en la pura negligencia, sin combinar muecas de placeres nuevos, éste amor en la gordura lastimera tiembla; de falta de instantes, entreverados con sensaciones extremas, de gozar cual herizo de mar en el fondo alcalino. Hasta las cejas caídas de tanto bajo disfrutar tengo, y los ruleros en remolinos de viento, de tu susurrar escandaloso, anque canalla. Más, a ti, marido de cero signos vitales creíbles, en coma de indigestión aguda, igual te cuento, que para nada quise bastarme de límites para después tratarte mal por descepcionada. Aunque mi voz siempre fue de sana esperanza, al resguardo de un modelo extravagante de idéntico sentido de justicia. De kilogramos bastante recuperada me siento, de comer pasteles en la reserva, pero en efecto débil, y medio tartamudeando sigo, de empecinado capricho, mientras aguardo un auxilio, no queriendo dejar pasar la oporunidad, de aprovechar y decirte, de todo menos bonito; marido por siempre mi ídolo de barro. Oye Ignacio, si de tus orejas recién estiradas de aplicar tormento, igualmente de un hilo de voz impostado, pudieras escuchar de lo que estoy mirando ¿A que no sabes de quien se trata, al que simpático allí nos observa, altivo? Oye, que no es tiro por elevación lo que estoy diciendo; aunque más no sea, mira nublado, a través de los párpados desplegados de almidón; al impávido, Alberto Centurión, digo, de sotana vestido de Fulgencio, con los ojos muy atentos, cual si fuera un religioso en serio; observando todo, pero cual oruga, sin ánimo para el rescate. Ayuda Fulgencio, ven, que esperas, no ves, estamos inmóviles, impedidos de caminar; el Ignacio aun vive, pero cual tren bala, viaja rumbo al más allá de los testarudos, pronto ven ha socorrernos. Oh, previo espantar un tábano de la nuca, se ha marchado, caramba, no puede ser. Maldito malcriado bufón, de la corte celestial de cuervos botones, de aquí cien pasos. Bien fue que a la hora de la alquimia, de hacer de la iglesia un infierno terráqueo, no dudaste en usar la recta cual una curva. Que de cura, solo tienes las cicatrices, de la carcel, lisas; aquello patente, fue un soneto perfumado de lo prohibitivo, y que ahora me arrepiento tanto de no gritar, y quedar ahogada en placer ¡Despreciador del producto añejo, en estertores complacientes que bebiste en ritual absurdo, haciendo posible por un segundo, lo sublime terrenal, ahora dando vuelta la cara cobardemente! Todo el tablado confundible, sepan, con un gallinero de gallinas cluecas, tardío suplicar por que no sucediera la barbarie, pues el sitio era venerable; más luego del hecho, hecho un lecho de repudiar la existencia ¡Vuelve traidor! Suavemente fuiste calando tan hondo, en mi desesperanzado ser, siempre de atropellada fuiste, hasta finalizar la epopeya en éxito, donde fuimos una corriente de misteriosa onda, del espacio inerte, quizás del mar de sudor, también, o tal vez del centro de las entrañas de un paraíso despoblado de religión. Los hombres nos pensamos eslabones de un cinturón precioso, donde la hebilla del centro es el dios todopoderoso, ajustándose, desde lo alto, dentro de si mismo, la bombacha del campesino aguanta tuti. Oh, marido abatido en la ruleta de la ensalada rusa, transformada en cordillera de salpicón de lujuria, inquietante cosa es apreciar cada vez menos mecerse tu panza. Epa, la yunta de gatos que faltaba ver, allí están ahora, juntos, la mucama y el ladrón, como espiando por una cerradura, ambos, pero entre el enramado montaraz; el Fulgencio con nuestra Hortensia, querida; pero caramba, se han ido como vinieron. Y de seguro, luego, alegremente, dirán ignorar habernos visto. Maldita sea, esa niñera también, al servicio del chimento barato, piraña de la noche un lobo, en la ventana aullando por moneditas, y en la alcoba, a contraluz de la divina menguante luna, haciendo masajes cual masa de pascualina. Actuales paradigmas a destruír serán, de mejor ganarse una estadía en lo renovado, y en subvertir la vanguardia, en escarmiento. Haremos de cuenta, que la vista irritada de aspirar emanaciones desafortunantes, es la culpable de embaucar al alma, en trance de desesperación alusinatorio. Antes de volar el granero por el aire, y quedar quebrada como escarabajo, patas para arriba, yo hube insistido tanto en animarte a frenar a tiempo; era como una maestra serena por inculcar el abecedario a sordomudos. En el flagelo de quedar doblado, comiendo animales sueltos; deberías considerar esa transgresión cual un serio entrometimiento, de en apariencia animalitos libres, pero de destino encarcelado, bajo la protección privada; que la tigresa de bengala era como una reina de Copacabana. No debieras confundir, la libertad individual, con la libertad de los mercados, pues son libertades diferentes, donde, en la primera, y fundamental, cada cual vale por ser persona, más en la restante, la propia acción de competir, va puliendo la calidad del producto, y ajustando valores, y precios, a su justo equilibrio. No solamente, debieras cuidar tu panza decadente, sino también de tu seducción hacia el mundo; donde instituído, sin duda, habrás de estampar tus huellas de la hazaña conseguida, pero en la soledad de encontrarte sin ideas, ni pensamientos simples, quedando atrapado en un ser anodino, víctima de transgredir a destajo; que flácido, tontamente se consuela, pensando en figurar en un registro de records, ignorado y vetusto. Y si estaba ya conseguida la hazaña, que necesidad tenías de volver al punto cero. No contestas, pues tus orejas están inflamadas como tu panza, en nuevo intento de un poco más de lo mismo. Está entrando agua a la laguna, de manera tan vertiginosa, que en breve tendremos la inaguración, tan esperada; y vos te levantarás, ya mismo, te pondrás a tono con la vida, y en dicho acto solemne, por la debida preservación de tu honra, y de la mía, de navajear el orgullo con responsabilidades contraídas, inmediatamente, te disculparás ante la concurrencia, del fracaso de no regresar a los kilos primeros, de tu juventud dorada. Oh, allí veo a Joe, buscando con los perros. Salvanos, y te seré leal, como en la noche de la falsa boda, tan leal como una gueisha; instaurando entre nosotros un camino exento de abstenciones, de venerarte; con la tendencia a un enroque de reinos. Ahora el cielo ha de estar en asamblea permanente, e impetuoso inclinó los mares, para llenar cuanto antes el pozo de lágrimas de su pesar, con Lorito en el escaño, junto del trono del altísimo. Debo poder incorporarme, para hacer bulla, pues mi voz sale cual hilo de muzarela, tengo que poder recurrir al socorro, de trasplantar esta odisea en un llano de tan solo discrepancias y sobresaltos. Pero caramba, por más que abrogue lo contrartio, mi codo se ha hundido de la barriga hasta el culo, que mejor lo dejo, y que siga haciendo de tapón; debiendo deliberar, de urgencia, que si lo saco adonde iremos a parar. Siento que también ebulle mi cuerpo, y además mis manos se tornan azules. Esto que sucede, no es malinterpretar el tiempo en negaciones, o anteponer excusas, para una insurrección de no estar presente en el lugar exacto. Entonces la acción acorde se corresponde con amasar, como la mal criada de Hortensia, para adentro los rollos, y ver si los cuatrocientos kilos de tigresa y compañía, de carne pura, se desparraman un tanto por el abdomen, de tu cuerpo inflamado; precisamente aliviando la zona del ombligo, donde tengo el codo de tapón; siendo que más hablo más se hunde; más ruego cuando saque el brazo no se vaya a producir, una eupción tremebunda de volcán enfurecido. Ningún periódico ha de querer publicar ésto, pero tampoco puedo quedar sujeta ha semejante tarea de evitar la sorpresa; ma si, yo saco el codo del ombligo, y que sea lo que tenga que ser. De vomitar tengo deseos, y de ser la portavoz del silencio la obligación; durante un emancipado centrar de la voluntad, será preciso rodar para un costado, y dejar que suceda la catástrofe. Y ¡uy! el Ignacio sale como disparado en linea recta, hasta en parábola ponerse derecho, y seguir dando tumbos sobre el aire; tornándose dificil describir las acrobacias, sobre la tolerancia de su rosto impertérrito, cual globo inflado y suelto sin nudo, enajenado de comprender las consecuencias de la propia gula; vívido pecado clamoroso, aclamando arremeter como un castigo ejemplar; que ni los alcautes tendrían palabras para relatar lo hegemónico de este instante paradójico. No hay nada más por hacer, ni de deliverar entre nosotros, pues este hombre está casi muerto, sin posibilidad de discrepancia. Doctores muchas gracias por todo, y por hacer de árboles, han sido ustedes muy gentiles, en dejarme intentar resucitarlo; lejos de ser pernicioso fue un intento válido; pero basta de divagar y divagar, será mejor seguir en llorando. Mañana, a su pedido, lo habremos de enterrar, en la parte profunda de la laguna ¡Un momento, vean eso, sale de su boca una sonrisa, esplendorosa, cual porción de sandía fresca! Yo les dije, yo lo sabía, este señor lo puede todo.




Texto agregado el 28-02-2019, y leído por 92 visitantes. (0 votos)


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