Marina Calabro finalizó su habitual participación en un programa televisivo, en el cual le pagaban millones para hablar idioteces sobre temas totalmente irrelevantes e intrascendentes.
Sin mayores preocupaciones, solo pensando en que boludeces diría al día siguiente sobre algún escandalo de la farandula, Calabró regresó a su departamento. Pensaba descansar un rato y luego salir a ver una obra de teatro, gratis por supuesto, sin pagar una mísera entrada.
Durmió la siesta, fue una siesta realmente placentera y reparadora, donde soño algo que la hizo disfrutar mucho, que tenía sexo con un jugador de fútbol dotado de enormes pies, que calzaba un 47 o 48. En el sueño, Marina jugaba con el futbolista con los pies, y luego tenía toda clase de juegos sexuales, hasta un Queso incluído.
Finalmente Marina se despertó, y dijo:
- Qué lastima. Fue todo un sueño. Que bien la hubiera pasado si todo eso hubiese sido realidad. Qué bueno debe ser tener sexo con un futbolista patón y con olor a Queso.
Se fijó el reloj.
- ¡Las nueve de la noche! – exclamó - ¡Qué tarde que se hizo! ¡No llegaré a tiempo a la obra de teatro!
- No vas a llegar a ningún lado – se escuchó una voz de hombre – porque serás quesoneada, ja, ja.
- ¿Quién esta aca? – exclamó Marina asustada y sorprendida a la vez.
De repente, ante ella, una enorme figura masculina, sosteniendo un enorme y largo cuchillo con su mano derecha, y un gigantesco Queso con su mano izquierda.
- Soy Carlos Izquierdoz, el Cali, jugador de Boca Juniors, ex Atlanta, Lanús y Santos Laguna, Quesón, vine a asesinarte y cumpliré con mi palabra.
- ¡Socorro! ¡Quieren asesinarme! ¡Auxilio! ¡Socorro!
Carlos Izquierdoz le tiró el Queso encima, para horror de Marina Calabró, que desesperada, seguía acostada sobre la cama, intentaba levantarse, pero no podía.
- Te asesinaré.
- Pero, ahora que me tirastes el Queso – dijo entonces Marina – yo soñé que tenía sexo con un futbolista, que disfrutaba mucho con el, y…
- No fue un sueño – dijo Carlos Izquierdoz – fue realidad, la hemos pasado muy bien. Estabas bien despierta pero lo hicistes bajo el efecto de una poderosa droga, ja, ja, que te hizo vivir todo como si fuese un sueño, ja, ja…
- ¡Dejame disfrutar un poco más, ahora que estoy consciente! ¡La pase muy bien! ¡Eso sí en el sueño no eras vos el futbolista! ¡Era Carlos Tevez! ¡Sí, Carlos Tevez!
- ¿Carlitos Tevez? No, piba, era yo, Carlos Izquierdoz. Ahora solo olerás mis Quesos, ja, ja. Y luego te asesinaré porque soy un asesino, soy un Quesón. Soy Carlos Izquierdoz, el Cali Quesón, ja, ja – mientras decía esto, sostenía un gigantesco cuchillo con sus manos.
Carlos Izquierdoz puso su enorme pie derecho sobre el rostro de Calabro, esta lo olió, chupó, lamio y besó, luego repitió lo mismo con el pie izquierdo. Marina estaba extasiada, le encantó esa experiencia. Pero el Cali Izquierdoz, un asesino implacable, reiteró:
- Te asesinaré.
Ya no hubo mas palabras. El asesino levantó el cuchillo y comenzó a apuñalarla. Fueron ciento seis cuchilladas, ni una más, ni una menos. Al terminar, el asesino dijo en voz alta:
- Queso.
Y le tiró el Queso, un enorme Queso Emmental. Carlos el Cali Izquierdoz sumó otra víctima a su larga lista de Quesoneamientos. |