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Inicio / Cuenteros Locales / kahedi / A la puerta del destino Cap 6 primera parte

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  Hola chicos, gracias por leer, si recomiendan la historia les agradecería. 



***

La suave brisa en Hawai, la comida exquisita y el mundo paralelo que esta me regalaba, no hicieron más que abofetearme mentalmente por no haber incluido esta parte a mi vida. Al principio pensé en regresar antes de la noche buena pero imagíname ahí en la gloria completa, con bikini y con mi piel bronceada. Sí tentador, regresar no fue una opción.

Manejé la oficina desde el hotel, desde la playa, mientras comía en los restaurantes y así todo iba de maravilla hasta que él apareció.

La manera en la que nos conocimos fue poco convencional, aún recuerdo aquella noche cuando le grité por su incompetencia mientras hacía una videoconferencia muy importante por Skype, donde cerraría un contrato para abrir otra sucursal. Todo iba bien hasta que la conexión falló y el técnico de turno solucionó ese problema hasta después de tres horas. Imagina que mi paciencia, esa que de por sí se hizo nula con el tiempo, hizo que nada bueno saliera de mi boca.

Al día siguiente, enojada como la ejecutiva importante que soy, reclamé y exigí hablar con el dueño y para mi sorpresa, el incompetente técnico apareció frente a mí. Resultó ser a más del propietario del hotel, uno de los programadores de sistema.

Notó mi sorpresa y aunque me intimidó desde el inicio, de mí nunca oyó una disculpa. Suelo ser muy orgullosa cuando me lo propongo y para ser sinceros no hice más que exigir mis derechos.

Así pasaron tres semanas, hasta que cierta noche recibí una invitación para cenar, a manera de disculpa por la tensión que habíamos creado y como a veces se me da ser descarada, acepté.

Estrené un vestido plateado, corto hasta la rodilla y con escote en mi espalda que se amoldó bien a mis voluptuosas curvas. ¿Por qué lo hice? Porque ya había perdido las esperanzas de salir con alguien, porque el solo hecho de estar ahí con ese hombre me hacía sentir importante.

Fuimos al muelle, cerca del hotel, me sorprendió averiguar que a más del barco donde estábamos cenando, era dueño de quince cadenas hoteleras más. Me contó lo difícil que le resultó llegar hasta ese punto en su vida pero que nunca se rindió y después de disculparse por más de veinte ocasiones por los contratiempos causados, regresamos al hotel.

—¿Así que somos vecinos? —le dije cuando marcaba en el ascensor el mismo número de mi piso. Aquella copa de vino me hizo más parlanchina que de costumbre.

—Sí, frente a tu habitación—respondió secamente.

—Vale ya te pedí disculpas —soné algo incómoda porque empecé a creer que el tipo era bipolar o algo así pues hace algunas horas se había mostrado atento—. ¿Debo gritarte las disculpas?

—No lo hagas por favor —dijo posando su mano sobre mi boca y riendo como un niño hasta que sus ojos negros y rasgados se recuperaban.

—¿Siempre eres así de serio? —solté de pronto, que hasta yo me sorprendí tapando inmediatamente mi boca—. Disculpa no soy yo, es el vino el que habla en estos momentos por mí. Hemos llegado —señalé la pantalla que marcaba el piso número diez.

—Suelo serlo la mayor parte del tiempo pero contigo puedo hacer una excepción—hizo una reverencia con la mano para dejarme salir del ascensor.

Caminamos por el pasillo hasta llegar a mi puerta de habitación, extendí la mano para despedirme pero él la agarró y la besó sutilmente, luego desapareció dejándome más confundida.

Nunca imaginé que aquel simpático tipo de metro ochenta, de tez bronceada, de cabello castaño, de ojos pequeños y con una seriedad inexplicable me desconcertaría.

Al día siguiente y después de atender algunas llamadas de California, decidí nadar en la piscina. Rex me acompañó y oía atentamente cuando le hablaba de todos los pendientes que empezaban a salir por estar lejos, de la cena con Roy y de todo un poco. Ya sabes, lo normal que le puedes contar a tu perro.

Para mi sorpresa, la sala de la piscina estaba más llena que nunca. ¿El motivo? El dueño ofrecía un evento por el aniversario del hotel, cuando me disponía a huir del lugar, Roy apareció frente a mí regalándome una tierna sonrisa. Me examinó de arriba hacia abajo, ese día lucí un bikini negro de dos piezas. Él llevaba una bermuda floreada, no tenía camisa y colgaba un collar de conga conga. Me fijé por un momento en sus abdominales pero inmediatamente alejé mis malos pensamientos.

—Gracias por venir —gritó por encima de mi hombro mientras me colocaba un collar.

—No imaginé que el festejo sería a la máxima potencia —grité agarrando con fuerza a Rex que no paraba de ladrar

—Estás en Hawai Wendy, siempre será así.

—Lamento no poder quedarme pero no me gustan los lugares ruidosos y Rex está algo inquieto —volví a gritar mientras caminaba hacia la salida, Roy me acompañó.

—Es una pena, ¿quieres ir a caminar entonces? —preguntó con tono esperanzador.

¡Qué diablos!

—Sí

Caminamos por la playa por alrededor de una hora. Me enteré que su papá era de Chicago y su mamá de Hawai, que era hijo único. Esa combinación en sus genes era la explicación a su envidiable atractivo.

Y yo no paraba de hablar y hablar, de esto y aquello hasta que agarró mi mano y la entrelazó con la suya desconcentrándome.

—¿Lo sientes? —preguntó mirando nuestras manos.

—Sí ¿y tú?

—Desde aquella noche cuando me dijiste incompetente, cuando tus ojos se abrieron por la rabia y cuando al final me cerraste la puerta en la cara.

No pude evitar reír como desquiciada, estaba nerviosa.

—¡Qué fea primera impresión!

—Para nada, era justo lo que necesitaba ese día —sonrió también y sentí que su mano sudaba—. Te ves muy atractiva cuando finges estar molesta.

—Estuve molesta Roy y mucho —contesté seria.

—Eso no te lo crees ni tú, te he observado y puedo decirte que el único ser de mal genio aquí es tu perro —señaló a Rex que no dejaba de ladrarle.

—Tienes razón, no lo soy pero es algo que debo mostrar para ser respetada. Y si lo piensas bien...

No dejó que terminara la frase, se acercó lentamente hacia mí, se agachó hasta llegar a mis labios y me besó. Y yo correspondí, era algo que necesitábamos, era alg que deseaba desde que lo vi.

Los ladridos de Rex, las olas del mar y sus manos sobre mi cintura mientras me besaba, plasmaron en ese momento un cuadro exquisito y costoso de adquirir.

Pero no te emociones tanto que tú y yo sabemos que a mí nada me sale bien, y bueno en este breve capítulo quise contarte la parte bonita de haber conocido a Roy. Y es que parece que nací esperando esos episodios cursis, románticos donde soy la protagonista de este cuento pero la vida siempre me dio el papel de extra en esta película.

Lo que pasó después entre nosotros no hizo más que confirmarme por enésima vez que nunca debí regresar a este mundo.





***

Aquí Kahedi, perdón por la demora pero no quiero abrumarlos explicándoles. Lo bueno es que ya podrán leer otro capítulo más de esta micro historia que me encanta cada vez.

He dividido este capítulo para hacerte sufrir, no es cierto!! Todo tiene su razón de ser, quédate hasta el final por favor. Ya falta poco.

Gracias por tus comentarios y por votar. Me haces muy feliz.





Texto agregado el 24-02-2019, y leído por 121 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-02-2019 —Generalmente no leo historias y/o cuentos publicados en capítulos, por largos que sean me gusta leerlos completos de una sola vez. Pero hoy leí las primeras líneas y me entusiamé con este episodio tan bien contado, tan bien escrito con el uso perfecto de los guiones de díálogo y que por sí solo es un cuento que me entretuvo la mañana de domingo. Gracias por esto y un abrazo de domingo. vicenterreramarquez
 
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