ABANDONO
Ahí había una almohada como un ramo de niebla blanca en donde una cabeza desova los recuerdos
Ahí había un lecho suave y frio como la nieve, ocupado con un cuerpo enroscado en posición fetal abrazado la nada
Ahí había un buró para las medicinas contra el insomnio y un vaso de agua en donde se ahoga el sueño.
Ahí había una silla a los pies de la cama, donde la soledad lee el libro de mi historia mientras se fuma mis suspiros y se bebe mi llanto
Ahí había una luna rabiosa enseñando los colmillos que atraviesan las cortinas roídas por el frio, sus sombras se vierten con todo el peso de la melancolía
Ahí había una ventana que asomaba a la calle y con puñales fríos acribilla las constelaciones que desfilan alterando el paso circadiano de la oscuridad
Ahí había una noche, yerta, desierta, hecha de mil sombras que bailan en la azotea y punzan debajo de la cama hasta hacerme parir el corazón a gritos callados y maldecir a los gatos que la custodian.
Ahí había una esperanza disecada que se ahorcó con el cordón de mi zapato izquierdo, embalsamada con cera de veladora, escondida al fondo del espejo del baño.
Ahí había una ausencia que en cada paso, dejaba una cloaca en el piso, en cada mirada, dejaba una sombra flotante, en cada movimiento, dejaba inmóvil el tiempo, en cada voz, dejaba un minuto de silencio, en cada acercamiento, unía un eslabón a la cadena de la distancia.
Ahí había un hombre muerto del que no recuerdo su nombre, pude haber sido yo, pero no estoy seguro porque aun, no recuerdo mi nombre.
Ahí estaba yo. ¿Dónde demonios estabas tú, Dios?
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