Es casi el anochecer y Joaquín estaba en un pequeño restaurant, revisaba su cámara fotografía Nikkon usada, pues la adquirió a un precio regalado, como empleado en la tienda de empeños donde trabaja, y aquel era el restaurant que siempre frecuentaba, probando su cámara, iba tomando sus primera fotos, y aparece ella, fue como un flash de luz, no pudo resistir tomarle una foto y al verla se dijo, a ella la he visto antes, si sus ojos verdes y su cabello castaño, si ya la he visto, pero ¿dónde?

Caminando rumbo al “Subway”, así se le llama el metro en Nueva York, iba Joaquín a paso presuroso, ya estaba atrasado para su cita con el editor de la revista New Life, esta era su oportunidad de salir del anonimato, de convertirse en un fotógrafo exitoso, dejar su lúgubre vida y ajustado presupuesto, -Si consigo el puesto, se me arregla la vida- se decía para sí mismo, una y otra vez, cuando ya estaba por ingresar al edificio del Rockefeller Center.

Nueva York es una ciudad más que poblada, esta súper poblada, saturada de todo y de todos; cada quien camina en sus propios mundos alternos, ensimismados en sus problemas o podríamos decir que están poseídos por sus celulares, es la adicción por la cantidad de “likes” o saber quien respondió al último “post”; ya son casi las ocho y Joaquín sale pensativo de su cita, con la cabeza llena de inciertos pensamientos, porque después que su entrevistador para el trabajo buscado, le dice –Lo llamaremos más adelante- Esa respuesta no es un sí y tampoco es un no, es un albur, cosa que le ira matando poco a poco.

Esa noche tardo en dormirse, la incierta situación de su entrevista no le permitía conciliar el sueño, pero el cansancio lo venció y soñó, soñaba que entraba al departamento de una joven, que amablemente le abría la puerta, lo invitaba a sentarse y le decía has trabajado mucho, -Relájate Joaquín- sonaban dulcemente las palabras de aquella bella muchacha, con cabello castaño y ojos verde esmeralda, y se despertó de golpe, como cuando te das cuenta de algo que no podías recordar, -Es ella, es ella, la chica del restaurant en Nueva Jersey- Se volvió a dormir momentos después con una sensación de confusión y alegría, -Pero ¿quién será?, ¿la volveré a ver? quien sabe.

Es martes temprano y Joaquín reinicia su rutina, ya está de camino a su monótona vida, subió al Subway para cruzar desde Nueva Jersey hasta llegar a la estación de Cortlandt en el bajo Manhattan, llegará a las 7:55 am, marcará su tarjeta justo a un minuto antes de las 8:00 y comenzaría su labor en la tienda de empeños entre las calles Trinity y Liberty, tendrá que ver pasar a decenas de gentes, que empeñaran los más diversos y hasta extraños objetos, desde joyas y reliquias hasta armas peligrosas. Los días de verano en Nueva York no solo son demasiado calurosos sino que además son irritantes e imperecederos, Joaquín solo quería ver que dieran las 4 de la tarde para marcar su tarjeta y escapar de ese ambiente soterrado y hostil.

Esa tarde los dos coincidieron en el metro al chocarse uno con el otro, estaban iban distraídos mirando sus celulares, Joaquín solo atino a decir mecánicamente lo siento y al girar de lado, la vio, era ella sin duda, la misma chica de ojos verdes y cabello castaño, estaba ahí a solo medio metro de distancia, pero separados por los demás pasajeros que atiborraban el vagón esa tarde calurosa de Agosto. El quedo embelesado por unos instantes y cuando ya cobro valor para decirle algo, ella volteo a mirarlo de reojo y salió rápidamente en el momento que el tren se detuvo; no hay mas, ella se fue presurosa entre el mar de personas que salen y otra multitud que ingresa al vagón, -Se ha ido y nunca sabré quien era ella- Joaquín se fue lamentando por el resto de su camino a casa.

Ya tarde en su habitación, recordaba ese instante fugaz de su encuentro, ¿Como puede ser que aquella muchacha que aparece en sueños exista? o ¿fue su imaginación?, no lo podrá saber, haber estado tan cerca y no haberla podido conocer, no lo podía aceptar y así entre recriminaciones y lamentos fue conciliando sus ansiedades cayendo en los sopores del cansancio, se quedo dormido y soñó, pero su sueño esta vez lo ubicaba en una oficina muy elegante, esperaba Joaquín sentado en el lobby de la oficina y escuchaba un murmullo de una conversación entre un hombre y una mujer, pero no podía entender de que estaban hablando, era como si llegaban a un acuerdo en algo y por más que el intentaba comprender la conversación no lo podía entender, solo en el momento que suena la música en su celular con una llamada lo saca de ese mundo de fantasía, era la tan anhelada llamada de la revista New Life, una voz femenina muy dulce le decía que debía presentarse a las 9:30 de la mañana para una segunda entrevista, que lo esperaban en esta ocasión en una oficina diferente, será en el piso 12 del edificio en el Rockefeller Center. Esa llamada le sonó a gloria, ¿Seria acaso ese momento tan esperado para salir de su mediocre vida rutinaria? Tal vez su tiempo de gozar el triunfo había llegado.

Llego muy a tiempo a la cita, 10 minutos antes de lo programado, presuroso iba saliendo del ascensor y entraba al lobby de la oficina para su entrevista, al entrar en esta fue reconociendo el lugar, una especie de deja vu le fue recorriendo la mente, ya había visto este lugar antes, los muebles, las pinturas, el color de la alfombra, era todo como lo había soñado esa noche anterior, en ese mismo instantes escucho unas voces que hablaban, eran dos personas, hombre y mujer que conversaban, Joaquín no podía alcanzar a entenderlos y cuando va cayendo en cuenta, se diría para sí mismo, -Estoy viviendo mi sueño- Una joven de ojos verdes y cabello castaño, abre la puerta de la oficina y le dice: -Señor Montes, puede pasar- Joaquín con la mirada atónita ingresa lentamente y casi en modo autómata se sienta.

Luego de completar esta última entrevista, su nuevo jefe lo felicita y al estrechar su mano le dice: -La señorita Claudia será su asistente, ella le mostrará todo cuanto necesita saber, que le parece Joaquín, ¿qué opina usted? Joaquín estrechando la mano de Claudia, solo atina a decir: -Es como si mi sueño se hiciera realidad-

Woobridge, Virginia. Febrero 20 de 2019