En una piel desnuda y desatada Se montó, la lujuria embravecida En sus carnes calientes se quemaba La sal que un par de lenguas recogían Era un volcán ardiente en su proceso La zanja vaporosa y palpitante A la que me he rendido al primer beso De una boca sedienta y embriagante Me pude detener en su mirada y me asombró lo que al fondo veía. Una sombra promiscua. ¡Era la mía! La lascivia muy pronto inundó todo Yo era un mástil erguido. Y la bandera, Era aquella morena embravecida. Copyright Ever Sangel
Texto agregado el 19-02-2019, y leído por 193 visitantes. (4 votos)