Las leyendas son hermosas porque se quedan,
se quedan en ti, se quedan en mi, en aquel, en aquella.
Empiezan con una mirada, con un mañana nos vemos,
con una esperanza.
Viven con las palabras que te llegan,
se apagan con las que no,
Se alargan por días, se detienen,
continúan y su fin es incierto.
Suceden en los parques a merced del viento,
cerca a los claustros, en las victorias y en las derrotas.
Las leyendas nos abrazan, nos secuestran,
nos enredan, como a dos tiernas babosas,
nos marcan la piel y reclamamos por ello,
nos sorprenden bajo la lluvia, bajo las cobijas,
nos llevan sin rumbo, nos gastan los labios,
entrelazan nuestras anclas,
nos hacen decir que no, cuando quema el Si.
Las anhelamos con un deseo que no se ve,
y nos arrastra con fuerza, sin que opongamos la menor resistencia.
Las leyendas entienden algo sobre nosotros,
por eso amamos el camino y no esperamos su desenlace. |