Salí al parque con la pala en mis manos,
mientras que en el bolsillo de mi campera llevaba escondidas,
montoneros de semillas que había estado guardándolas,
con el solo hecho de sembrarlas.
Mientras recorría el jardín bajo la atenta mirada de Brisa,
mi mente soñaba con el tamaño de los zapallos que cosecharía,
la naturaleza siempre me sorprende dejándome estupefacta,
yo con constancia regaba cada mañana esperando asomar alguna hoja,
para llamar mi atención en el pequeño masetero pegado a la puerta,
me saludaba una hermosa planta,
era esa semilla que me había quedado pegada en mi palma,
al verla la tiré antes de cruzar la entrada.
Hoy la planta a sacado largos brazos,
en cada uno ellos luce flores anaranjadas ,
unos coquetos zapallos contentos sonríen entre las verdes hojas,
entre tanto la naturaleza me mira riendo a carcajadas,
una vez más me enseña quien manda en el jardín,
los zapallos están creciendo sanos, bellos, lustrosos,
si cada vez que los observo están más grandes,
“encantadores”
son una sabrosa promesa,
pero no justamente donde los he plantado.
CAL.COR |