El tenista Carlos Alberto Berlocq, oriundo de la ciudad de Chascomús, conocido por todos como “Charly” hacía rato que participaba en los torneos de la ATP. En una ocasión, para distenderse de la ansiedad que significan los torneos del Grand Slam, Charly googleo su propio nombre para ver que encontraba en el inmenso océano de internet.
Tardo apenas unos pocos minutos, no más de diez, cuando descubrió algo muy interesante y bizarro al mismo tiempo. Estaba en el Blog “Relatos Quesones” y se trataba de un cuento donde una asesina serial, la Matacarlos, lo asesinaba a balazos y le tiraba un Queso.
- Vaya, vaya, que curioso. Pensaba encontrar cosas en google donde me decían que como tenista era un Queso, pero esto de encontrar un cuento donde una loca me mata a balazos y tira un Queso sobre mi cadaver supero todo.
Este era el enlace https://cuentossangrientos.blogspot.com/2014/09/la-matacarlos-la-asesina-de-los-carlos_60.html y el tenista no tardó en compartirlo en las redes sociales que poseía, twitter, Facebook, Instagram y toda esa verga.
Al principio le resultó gracioso, pero después empezó a preocuparse, y ¿Si el relato era verdad, o sea si efectivamente una loca asesina pensaba asesinarlo a balazos y tirarle un Queso, persiguiéndolo por los Grand Slam?
Charly se puso paronoico pensando que una asesina lo perseguía por todos lados… y llego a la conclusión:
- Es ella o yo. Debo encontrarla y asesinarla cuando venga hacia mí. O me convierto en un asesino serial, en un Quesón, y le tiro un Queso. O ella vendrá y me quesoneará.
Pasó exactamente una semana. Charly no se fue olvido del tema y su paranoia permanecía. Releía el cuento, una y otra vez, donde siempre lo asesinaban. Empezó a leer también otros relatos del Blog.
En aquellos días la Municipalidad de Chascomús decidió homenajear a Charly Berlocq, y organizó un evento a orillas de la Laguna.
Lola Bezerra, modelo, actriz y conductora, era la animadora del evento. Todo transcurría normalmente, y Charly estaba muy feliz por el agasajo de sus coterráneos, hasta que en medio del show, Lola Bezerra, con guantes blancos sostenía una bandeja con un enorme Queso Emmenthal, donde sobresalían grandes y voluminosos agujeros.
- Dicen que a Carlitos le gusta mucho el Queso, tanto como a un roedor, ja ja - bromeó Bezerra – y este Queso lo envía la Asociación de Queseros Bonaerenses del Sur y la Costa.
Entonces Charly pensó:
- Es ella. Es la asesina. Ha venido a asesinarme. Mañana que es domingo y que en el pueblo no pasa nada, irrumpirá en mi casa y me asesinará a balazos como ocurre en ese blog. Después me tirará el Queso. No cualquier Queso. Sino ese Queso. Y encima dijo que era un roedor. Pero no soy un roedor, aunque me fascina el Queso, sino un Quesón.
El evento terminó y cada uno se fue por su lado. Lola Bezerra regresó al Hotel Grand Chascomus donde pernoctaría hasta regresar a la Capital. Estaba en su habitación, salía del baño luego de darse una ducha cuando vio que sobre la cama estaba el Queso Emmenthal, el mismo que le había dado a Charly Berlocq.
De repente, ante ella estaba el tenista Carlos “Charly” Berlocq, y no precisamente en una actitud amistosa, sino mas bien todo lo contrario. Para horror de Lola, Charly sostenía con los guantes negros una raqueta de tenis y parecía dispuesto a atacarla.
- ¿Qué significa esto, Charly?
- Sos una asesina y has venido a asesinarme. Pero no lo permitiré. Prefiero ser yo el asesino y no el asesinado.
- ¡Nooo! ¡Yo no soy ninguna asesina! ¡Socorro! ¡Charly Berlocq esta loco! ¡Ayudenme!
- Nadie vendrá Lola – dijo Carlos Berlocq – es el destino, pensé que podría escapar al mandato, pero me llamo Carlos, y soy un Quesón, lo siento, pero no tengo alternativa. Así que soy un roedor, ja, ja, te demostraré que soy un Quesón.
Charly levantó la raqueta y golpeó a Lola, cinco, seis veces, hasta dejarla ensangrentada, la mujer aunque intentó resistirse, nada pudo hacer ante la furia incontenible del tenista. Quedó desplomada en el suelo, boca abajo, cuando Carlos Berlocq con la raqueta le dio un golpe seco en la nuca, siguieron otros golpes, y el asesino ya no tenía dudas: estaba muerta.
Carlos observó el cadáver ensangrentado de la mujer, tomó el Queso y lo tiró sobre su víctima diciendo en voz alta:
- Queso.
Se alejo del lugar sabiendo que ciertas cosas del destino no se pueden evitar. Era un Carlos y debía aceptar el rol de ser un Quesón. Ahora solo lo preocupaba una cosa, la única preocupación que debe tener un Quesón después de cometer un crimen: saber quien sería su próxima víctima.
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