Irisada aura de abúlico respiro
que dista mucho,
en el camino de un lejano suspiro,
y sin embargo atiborra el contorno
divino
del saber incierto, ahora con
más cuerpo que el vino.
Calma de obscuro placer,
agotado en la mesura del deseo,
expresado en el mullido rubro
loado de Teseo.
Entre la insaciable humedad
de la puerta nacarada,
cuya apertura será la antesala
de un alma creada.
Texto agregado el 14-02-2019, y leído por 91
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