Desde la colina, ambos contemplaban la devastación; los escombros de la aldea aún humeantes, los campos de cultivo arrasados, los cadáveres apilados como una grotesca ofrenda.
El joven aprendiz pálido por la impresión, balbuceó:
--Nosotros ya no hacemos eso, ¿Cierto? Desde que nació el hijo.
--Fueron ellos. Tierra Quemada, es una táctica militar que consiste en destruir todo lo que pueda ser de utilidad al enemigo.--Respondió su mentor con la mirada fija en el horizonte.
Bajaron de la colina rumbo a los restos de la aldea, mientras avanzaban el joven aprendiz seguía con su cuestionamiento:
--Pero, ¿Cómo es posible que se hagan esto entre ellos?, ambos bandos saben que está mal y que tal destrucción no beneficia a nadie.
--Libre albedrío, ellos pueden hacer lo que quieran, ya sea que les beneficie o no. –Curioso, con su espada dorada el mentor hurgaba entre los rescoldos.
--Está bien, entiendo que zanjen sus diferencias violentamente. Pero, ¿Qué caso tiene tanta destrucción?, si saben que Él de cualquier manera los proveerá.
Sacando una moneda, aún caliente de entre las cenizas, Miguel, se voltea para encarar a su aprendiz.
--Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado, esa fue la sentencia que les dictó. Ellos deben procurarse abrigo y sustento por sus propios medios.
--¿Qué?, ¿Deben vivir afrontando las consecuencias de sus actos y además deben preocuparse por tener que procurarse lo necesario para sobrevivir?, ¿Por qué tanta animadversión?
Empuñando el peso de plata rescatado de ente los escombros de la aldea. Miguel, Príncipe de la Milicia Celestial, preparándose para abandonar el plano terrenal, le responde:
--Es por eso que yo recomiendo descansar dos días por semana, con uno no acabas de des estresarte.
©migueltr@yahoo.com Monterrey, México Febrero 2019
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