Yo sé del miedo que atenaza…conozco las tristezas
Se abre el laberinto negro, de la noche hambrienta
Y llena a mi corazón hambriento cual fina lluvia de otoño
Y el día se vuelve mustio triste, cual desierto vacio.

La tristeza convierte en temor, temor a lo incierto
Mientras la tarde, se vuelve gris…con un sol poniente
Mi mente se adentra en el laberinto de los sueños
Con un cielo poblado de estrellas, y con el mis penas.

Mi mirada se pierde a lo lejos, visiones que no existen
Mientras una queja en mi cabeza, acalla mi voz prieta
Más aunque mi voz se oyera, se pierde en el silencio
Y yace abandonada cual roca, entre grietas profundas.

Mientras el mundo gira si cesar, ello no calma mis miedos
Las mañanas, las tardes las noches oscuras, se tiñen de ceniza
Y la tierra se torna en pedernal de tiza, y se desmorona lentamente
Y con ella todas mis ilusiones vacías, engullidas en el vasto cielo.

Y así junto con mis miedos, muero lentamente en un mundo vacío.

Raúl Amador Irusta