Después de los interminables días de ese calor asfixiante,


donde las noches pasaban sin brindarte descanso,


hoy a las cinco de la mañana desperté con el arrullo de la lluvia,


la cama me incentivaba para que me levantara presurosa,


el aire fresco estaba inquieto quería entrar,


venía impregnado de esencia a tierra mojada,


al abrir las ventanas entró contento recorriendo cada rincón,


sembrando aire puro fresco su fragancia se esparcía dichosa.


El calor el aire viciado fueron empujados sin contemplación,


mientras el hada Manuela sonríe a carcajadas,



el viento al pasar le hace cosquillas tentada ve,



como el duende Agustín se agarra desesperado de su hamaca,


al hamacarse choca contra el paredón,


no es un chichón sino ramilletes golpes raspones que a Manuela la divierten pero él le causan dolor.


CAL.COR