Miro a través del hombre apenas visible y él no me ve a mí. Su perfil me muestra que observa la cordillera y se asombra con el atardecer anaranjando sus faldas, enrojeciendo sus copas nevadas. Hay tanta belleza en un ocaso que no ve nada más. Y mientras él mira yo cierro mis ojos y desaparece el mundo en la noche de mis pensamientos, oyendo a la multitud que imperturbable camina hacia mí. Los tomo en mis brazos, los hago dormir. En sus sueños a veces aparezco y los hago sonreír. Les canto y les bailo, les hago reír. Que bueno es tener un tiempo para existir.
Texto agregado el 11-02-2019, y leído por 53 visitantes. (4 votos)