Una mujer
Tenía trenzas la morena con ojos marrones de muñeca. Sentada frente una línea de asientos delante de mí. Miro que mira, y sus parpados mueven mis ojos que hurgan sus motivos. No le veo los ojos ni pupilas, pero advierto lo que atrae su atención.
Se levanta y pregunta al conductor del transporte público sobre una dirección en el microcentro.
El jean mostraba que era bellísima. Las curvas que nacen en la parte baja de la espalda eran melodía apasionada del bosque profundo paraguayo, y como diría Cézanne sobre las figuras redondas: -con las esferas y círculos se puede ver el arte más bellamente humano.
El pelo recogido como colegiala soñadora le daba un color cordial a su presencia, y que deja agradable sabor en la boca de cualquier varón deslumbrado que observa. A esta treintañera mestiza, la forma de moverse en los espacios pequeños del vehículo le delataba su educación hogareña con abuelas sabias. Para este momento de su vida ya es una mujer libre que sabe lo que quiere y busca.