NOTICIERO MATINAL
¡Buenos días, estas son las informaciones! Fue la frase que despertó a Estela. Sus ojos hinchados y soñolientos se encontraron con la colorida pantalla del televisor y no tuvo fuerzas para incorporarse en el lecho.
Un terremoto grado 10 en la escala Richter sacudió anoche a la Costa Europea, las ciudades se encuentran destruidas, las pérdidas materiales y humanas son inconmensurables.
Una catástrofe en el mundo – pensó ella – todo destruido y muerto igual como estoy yo desde que él se fue. Treinta años juntos y bastaron sólo unos minutos para el oscuro derrumbe. Fue rápido, hizo su maleta, me miró y dijo: lo siento, pero ya no te amo... me voy. “Ya no te amo” era la frase que le fulminaba la sangre. “Ya no te amo”... “no te amo” resonaba en su interior y la hacía temblar, el diluvio en sus ojos, el sollozo amargo en su garganta la asfixiaba y el corazón con grietas se le iba rompiendo igual que murallas.
Ha sido imposible encontrar un donante de riñón para un enfermo terminal que se encuentra en el Hospital Nacional, en la ciudad de Santa Esperanza, al sur de nuestro país. El afectado se debate entre la vida y la muerte. Si no aparece un donante dentro de 24 horas, el desenlace será fatal.
Vivir o morir - balbuceó Estela - estoy al borde de la muerte igual que ese hombre, necesito un transplante de alma, que limpien mi espíritu, que me ayuden a caminar de nuevo por la vida. Hace una semana que estoy enferma y no puedo sanar, aunque lo intento... no soy capaz. Siento que la vida se me escapa en una lenta agonía. Se sentó en el borde de la cama y pudo mirar su rostro pálido y ojeroso en el espejo. Encendió el enésimo cigarrillo con el vago deseo de aliviarse. Sin embargo, las hileras de humo y desilusión la envolvieron, haciendo caer su cabeza sobre la almohada. Cerró sus ojos y siguió viajando peligrosamente por las curvas de la angustia.
La señorita Trinidad Mendizábal fue coronada Miss Merengue 2004. El certamen se realizó en la caribeña ciudad de Arena Hermosa. La joven, de veinte años, con medidas anatómicas perfectas y un metro ochenta de estatura, es estudiante de Publicidad y dijo sentirse muy feliz al ser coronada como la nueva soberana del trópico.
Una mujer joven está feliz. Igual como está la perra sarnosa que me quitó a mi marido – gritó Estela arrojando contra la pared el retrato de su matrimonio - Él, un hombre viejo y mañoso que se deslumbró con la juventud ardiente de esa cualquiera. Con ella vive, duerme y hace el amor. Es la nueva reina en su vida. ¡Odio a esa perra!. Joven, bonita y yo... vieja, gorda y fea... sin valor alguno. Allí, acostada en su cama, Estela era la viva imagen de la desolación. Sus gritos desgarradores la seguían guiando por un camino aterrador.
Esta mañana arribó al país el equipo de andinistas que logró el record mundial por llegar a la cima de Venus, el monte más alto del mundo. Sin embargo, uno de ellos viene herido porque sufrió una lamentable caída durante la travesía. Le deseamos una pronta recuperación.
La cima de Venus... la cúspide del amor... allá estuve algún día... me sentía plena, eufórica, enamorada. Y caí a este abismo demoníaco, estoy en el fondo y no... no puedo salir. Entonces, ¿para qué seguir sufriendo?... es mejor terminar con todo esto de una vez... ahora. Con la cara amoratada de tanto llorar, la mirada ida y las piernas temblorosas, Estela se dirigió hacia el balcón de la habitación. Una guerra interior entre la valentía para sucumbir al vacío y la mínima cordura que aún existía en ella la hicieron sentirse mareada, la ácida revoltura de su estómago desembocó en náuseas que se mezclaron en su garganta con los sollozos finales. El despecho y el dolor le impedían razonar. Miró hacía abajo... al final de veinte pisos estaba el eterno limbo llamándola, tentándola a caer en sus brazos. Sólo un salto lapidario... unos instantes y todo terminaría.
Antes de despedirnos, las palabras del padre Salvador San Clemente: Adorada hermana: en la lucha, ¿se siente cansada?, ¿Encuentra que todo es pesado?, ¿Se le muestra el cielo muy nublado?... ¡no ceda nunca!...¡aparte el miedo y la tristeza!... ¡mantenga la fe en Jesús!... acérquese a él con la oración, rece un Padre Nuestro ahora y siempre. Verá que todo cambiará. Reciba a Cristo en este día. Les doy mi bendición.
Estela se enfrentó con el final de su martirio. Estaba quieta mirando el vacío que parecía tener largos y seductores tentáculos para atraparla. Quería entregarse a él. Pero hubo una pequeña luz interior que la hizo comenzar a decir despacio: Padre Nuestro que estás en el cielo, ayúdame a salir de este infierno... santificado sea tu nombre, porque eres único, eres el hijo de Dios... venga a nosotros tu reino, inunda mi alma y dame la paz... hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, en tus manos dejo mi dolor... el pan nuestro de cada día danoslo hoy, quiero alimentarme de tu amor en todo momento... y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, humildemente pido tu perdón, yo lo perdono a él por todo el daño que ha hecho... no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal, no permitas que albergue en mi corazón malos pensamientos... amén. Lentamente comenzó a sentir que flotaba hacía la salida de su abismo. Un bálsamo de amorosa tranquilidad recorrió su alma, su mente y su cuerpo haciéndola alejarse del balcón. El aire fresco de la mañana jugueteaba con la delgada cortina del ventanal y juntos acariciaron su rostro. Ella sonrió y respiró profundo. Era el fin de su agonía; daba gracias al cielo por su salvación y por los deseos de seguir viviendo.
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