Cada descripción tuya es un estremecimiento
entrañable. Pero mis ojos ¡OH! Dios mío, mis ojos.
Esos que ocultan difíciles secretos,
esos que juzgan frente al espejo,
que cohíben.
Lucho atado a tu palabra
y en salvedad construyo las mías
hilvanándolas hacia tus labios.
Esos ¡sabes tú! nacidos de aquella
flor bendita que ha pervivido a larga espera,
tras el fragor de la naturaleza.
¡Lluvia! aléjate, y consérvala siempre así,
tan lozana, tan radiante,
tan… hermosa; pues a mi lado todo encanto seria efímero.
Texto agregado el 04-02-2019, y leído por 63
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