Pierdo la consciencia,
Me hundo en mis humos,
La luna me habla denuevo, a lo lejos…
Lunática.
Satírica baila en la noche,
Entre hadas, sátiros y duendes se desenvuelve,
Se embriaga de su existencia en su luz plateada:
Danzante en círculos infinitos de persecución que parecen durar una eternidad alrededor del tiempo, no nace ni acaba, y aún así… ¿muere? como yo en él, como yo en ella: petrificado. Iluminado y danzante en las profundidades, estático en las superficialidades… lunático.
No hay locura más insana que el desvanecimiento del espíritu en pirámides de arena, mientras soplan las aspas sólidas de un dolor resquebrajante como muelas estallando ante la semi-incontenible fuerza de una terrible ira, y aún así mi doble espíritu danza en tu lunática luz, en el fuego blanco que quema con un frío incandescente debajo de mis pieles, dos espíritus… uno ha de morir esta noche en su viscosa brea ardiente,
Sufriente,
¿Omnisapiente?,
Arrogante,
O más bien adolescente
Pero no de juventud, lamentablemente.
Luna déjame beber tu vino eterno de dionisiaca locura lunática y morir al fin en un espíritu y descansar así,
O dos,
O tres,
O mil veces muerto para al fin perecer ante el paso implacable de mi propia alegoría existencial, es decir mi vida,
Es decir mi euforia,
Es decir que he de convertirme en águila y atravesar la tormenta. Esta vez ninguna serpiente joven quiere acompañarme sino antiguas y pesadas anacondas de las que me había olvidado, las más tenebrosas,
Poderosas y orgullosas,
Sin colmillos ni veneno,
Sin cascabeles ni ojos siniestros,
Solo rojo fuego incandescente
En sus escamas embellecidas 3 veces.
Acompáñame luna,
Loco me vuelvo,
Lunático perezco,
En arena me convierto,
En fuego florezco,
En gritos me incendio,
En flores plateadas me convierto,
Luna te observo,
Luna te espero.
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