Cuéntame de tus tiempos en sábanas dejados,
de cuando fuiste golondrina peregrina de tardes,
como cada día te amanecías en ventanas nuevas,
de esas madrugadas plácidas de extraño sosiego,
de tus labios, esos y los otros, en noches de insomnio.
Confiésame todo de ti, que quiero de ti saberlo todo,
de amores y desencantos tengo ya muy bastante
y me he empalagado de saborear el gusto del frío.
Revélame si quieres, y sin que me mires, tus secretos,
del gozo y el clamor con que bañabas infidelidades,
de las alboradas de incendio en la castidad obligada,
quiero saber del yugo solícito que abrazó tus carnes,
de los inciertos firmamentos dormidos en tus pechos.
Dame la sinrazón y el deleite de saberte enteramente,
de conocer hasta el nombre de tus pájaros cansados,
de lo que aún llevas, indolente, colgando del olvido.
Abre tus páginas pintadas de uvas, vinos y resacas,
déjame que sea quien en ti todo ha vivido. Permíteme ser tu
y vivir la eterna seducción de ser, de todos, el más querido. |