Ya no quedan violines
ni la memoria de las fuentes.
Solo queda el aire
que habita las palabras.
Me abandonan los amuletos
y la esquiva mujer mágica.
Mi nombre no dice nada.
Ahora puedo dejar mi cansancio
tan sólo por unas pocas semanas,
desordenado en tu boca,
Sin entrar en detalles
regresaré cuando los violines vuelvan.
Texto agregado el 26-01-2019, y leído por 63
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