Era finales de aquel invierno del año 1987, y como se había vuelto usual; después del trabajo me dirigía a casa de mi novia Gloria.
"Cum feel the noise" de Quiet riot sonaba fuerte en el reproductor portátil que llevaba a todos lados para que nunca me faltara rock, y caminaba de buen animo, agradeciendo la baja temperatura de la temporada. Si existe algo que es extremadamente malo para un rockero de "tomo y lomo" como yo, es qué en época veraniega vestir completamente de negro es un martirio.
Estaba tan solo a dos calles de llegar a mi destino, cuando pasó lo que pasó.
Decidí tomar un atajo por el pasaje donde destacaba un viejo y robusto roble; era el mismo árbol donde hace exactamente un año atrás, conociese bajo sus penumbras a "Pollito".
Al deambular por la estrecha calle, llamó mi atención no verlo junto a sus amigos bebiendo vino económico bajo las nudosas ramas como acostumbraban; pero para ser franco con ustedes; de verdad me causó bastante extrañeza el hecho de no verlos "activos" a esa hora de la noche, pero no le dí importancia; tampoco asocié su ausencia a los desgarradores gritos que comencé a escuchar a medida que me acercaba a casa de Gloria.
Una lúgubre y pequeña multitud lloraba triste y desolada, aglomerándose en la calle a una cercana distancia de la residencia de mi novia. Me acerqué cauteloso, tratando de pasar desapercibido; lógicamente no era necesario que nadie me pusiera al tanto de la pérdida de un ser querido en aquel lugar. Vi a Gloria de píe bajo el umbral de la puerta de entrada a su casa, y al darse cuenta de mi presencia hizo un ademán con la mano, indicándome que rodeara la muchedumbre. Quise circunvalar la situación, pero me fue imposible; en ese momento llegó el automóvil fúnebre en busca del occiso para conducirlo hacia su última morada. Sin preverlo quedé entre medio de todas las personas, que comenzaron a acercarse al féretro deseando despedirse del finado.
Los agónicos gritos de desesperación provenían desde el interior de la casa donde se velaron los restos de la desafortunada; tres individuos trataban de controlar a un cuarto que gritaba y pataleaba de sufrimiento y lamento. Todos vestían de pantalones hechos jirones y camisetas negras con portadas de discos de heavy metal estampados en ellas.
_ ¡Tranquilo huevón, tranquilo cumpita!_ Se podía escuchar entre los gritos de pollito. Había fallecido su madre, la única familia que poseía.
Las personas se hicieron espontáneamente a un lado cuando los amigos de "Pollito" lo subían a uno de los tantos móviles que estaban estacionados en las cercanías.
Al comenzar la lenta procesión, el vehículo donde iba "Pollito" se detiene a solo unos metros desde donde yo estaba. Nuestras miradas se cruzan; nunca había visto tanta tristeza reflejada en un espíritu humano. "Pollito" trata de dibujar una sonrisa en su demacrado rostro cuando la comitiva reanudó la marcha en dirección al cementerio.
Recuerdo muy bien que vi la misma mueca parecida a una sonrisa, cuando volví a encontrar a "Pollito" 35 años después.
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