A Luciernagasonambula

Desde la península de la guajira hasta el mar cantábrico retumba un estremecimiento casi divino, como azogue prístino que eleva en iris sentimental las partículas de nuestro continental espacio; borrando toda oquedad visceral… enseñando al viento de vida en el hombre,
que todo detalle impoluto, lo hace vestigio con sus actos.
Que el carbón de tu región, en esencia, es el mismo con el que aquí calienta el maíz mi gente, que el impulso de tu gemir en la hulla es proporcional a la fuerza con la que aquí levanto el brazo para mojar mi cuerpo, que las aguas que rodean tus costas somnolientas son tan inmensas como la ansiedad que profeso cuando las veo protestar al son del trinar; tanto que te ahogarías… con la misma pasión con que lees mis poemas.
Así, así de simple miraría mis ojos en los tuyos.
Así, así de fuerte se dilataría la pupila al percibir tu olor.
Así, así de mágico se sostendría el parpado con el asombro de tu presencia…