Posser : Imitador de una tendencia de moda.



Lo recuerdo como si fuese ayer; la primera vez que vi a "Pollito" fue en aquel caluroso verano de 1986.
Yo era el típico adolescente de mediados de una época cargada de inseguridades políticas, sociales, y laborales. Desde principio de los setentas Chile era regido por el tiránico yugo del dictador Augusto Pinochet, y las desapariciones, y "suicidios" de sus detractores, estaban a la orden del día. El país pasaba por un descarnado apagón cultural, mientras su gobierno golpista oprimía con fiereza una sujeta juventud que clamaba a los cuatro vientos por justicia.
Y allí estaba yo; en medio de todo; un solitario rockero, que por la noche caminaba hacia la casa de su novia.
Vestía un harapiento pantalón de mezclilla hecho jirones, y lucía orgulloso una ajustada camiseta de color negro que en su parte frontal tenía pintada a mano la portada del último disco de Metallica. La movida musical de aquel entonces estaba liderada por el rock latino; tendencia melódica que tuvo un gran éxito gracias al repudio latino americano hacia una Inglaterra invasora, y su traicionera participación en la guerra por la posesión de las islas Malvinas.
_ ¡Quítate esa camiseta!_ El grito provino de un pequeño grupo de individuos que bebían vino; ellos se ocultaban en la oscuridad que proyectaba un viejo roble.
Mi primera reacción fue detenerme, y buscar desde donde se generaban los gritos. Me encontraba a solo dos calles de mi destino y escapar frente al peligro no era una buena opción.
_ ¡Dije que te quitaras la camiseta!_ Escuché nuevamente.
_ ¡Ven a quitármela voh poh maricón!_ Respondí con aire desafiante, buscando en el boscoso camino alguna roca con la cual defenderme si las cosas se salían de control.
De entre la negrura aparecieron cuatro individuos que paradójicamente vestían pantalones hechos jirones y camisetas negras con las portadas de álbumes de heavy metal.
A comienzo de la década de los ochentas ser rockero era un símbolo de rebeldía y protesta; una constante lucha de disconformidad adolescente. Carecíamos de aceptación social, debido a los constantes ataques de la iglesia católica que sin miramientos nos calificaba de satánicos" y adoradores de la maldad. Siempre terminábamos siendo blanco fácil de padres moralistas que continuamente hablaban de nuestros hábitos de alcoholismo y drogadicción. Pero a decir verdad, eramos solo una diminuta tribu urbana deseosa de escuchar metal pesado.
No obstante pasó lo peor que le puede suceder a un movimiento subterráneo. En las garras de la comercialización (Como dirían proféticamente "Los Prisioneros") murió toda buena y rebelde intensión.
Lamentablemente a comienzo de 1986, se puso de moda vestir de negro y lucir camisetas con discos de Heavy metal; no importaba si lo más pesado que habías escuchado en toda tu vida había sido Madonna. Había por todos lados, imbéciles "vendiendo" una postura que no les pertenecía; jugando en las discotecas vanguardistas a ser los " chicos malos" de la temporada; y eso terminó siendo para nosotros los verdaderos rockeros una verdadera ofensa, pues llevamos la música heavy metal en nuestra sangre. A este tipo de indeseables parásitos los denominábamos "Posser" para identificarlos entre nosotros.
_ ¿Que te pasa posser de mierda?_ Dijo agresivamente el que parecía ser el líder de la pandilla.
Caminó desafiante hasta situarse a unos metros adelante de mí; era de baja estatura y poseía un cuerpo tonificado por su veintena de años; llevaba puesta una camiseta de Iron maiden que estaba manchada con tintes de vino barato.
_ ¿A quién le estás diciendo "Possers" enano de mierda?_ Respondí más que ofendido.
Desde hace más de cuatro años que escuchaba heavy metal, desde hace más de cuatro años que vestía de negro todos los días; desde hace más de cuatro años que había hecho de la música pesada mi estilo de vida; y ningún hijo de puta sin conocerme iba a tratarme de "posser".
_ ¡Tranquilo Pollito!_ La repentina y delicada voz femenina sonó mucho más dulce de lo que recordaba.
_ ¡Hola Mhija!_ Dijo Pollito cambiando radicalmente el semblante, sonriendo y mirando en la dirección desde donde provenía aquella suave voz_ ¿Conoces a este huevón?_ Preguntó aún desafiante.
_ Lo conozco muy bien. ¡Es mi novio!_ Declaró Gloria sonriendo y acercándose. Llevaba en sus manos una botella de Coca Cola, regresaba de la tienda de la esquina. Saludó con un beso en la mejilla a mis acosadores, y tras cambiar algunas amenas palabras, ellos volvieron pacificamente a las penumbras desde donde habían salido.
_ ¿Vamos?_ Gloria tomó mi mano, y ambos comenzamos a caminar en dirección de su casa _ Pollito es un vecino que conozco hace años_ Mi novia comentó mientras caminábamos_ Es muy violento, y suele estar siempre ebrio o drogado. La única persona que lo controla es su madre (mi vecina), con quién vive desde que naciera. Pero no te preocupes, me conoce bien, y ya sabe quién eres; no volverá a molestarte.
Creo recordar muy bien, que esa fue una de las pocas veces que conversamos con Gloria de este personaje; y pasó tal cual dijese mi novia. A pesar de volver a verlo en repetidas ocasiones, nunca más me miró o dijo algo; al menos esa fue la tónica hasta cuando nos volvimos a encontrar pasado 35 años.