Desbaratado por una lagrima serena,
deshojado por una ilusión vacía,
infectado por una promesa austera,
decidí comprar un corazón de repuesto,
mi maleta para imprevistos estaba ya vacía.
El nuevo corazón parecía buena decisión,
funcional y competente.
Pero no latía...
Pronto ... la culpa del comprador
parecía burlarse frívolamente de mi
mi jubila alma parecía sorprendida
inyectada de dolor y incomodidad,
deseos y pensamientos extraños invadían ese sentir...
Me serví un café negro
para despertar el nuevo corazón,
fumé un cigarrillo para enseñarle quién era,
pero nada de eso pareció funcionar.
No era reemplazable aquel trasto viejo,
cada caricia, cada sentir
mi corazón nuevo lo sentía extraño,
mi corazón viejo parecía más apropiado,
apesadumbrada, cómoda, segura e intoxicada.
Pronto, ambos órganos se me hicieron intrusos,
indiferentes y superficiales,
una parte de mi murió ese día.
Eso no lo colocan en las instrucciones,
de cómo vivir un amor romántico...
|