Me encontraba de rodillas recogiendo decenas de dientes.

Algunos tenían manchas azules y otros líneas doradas.

Mi desconcierto era máximo, por tales marcas y por la situación .

Comencé a clasificarlos en el mismo suelo.Primero por tamaño y a continuación por colores.

Una sombra alargada y silenciosa
oscureció mi labor.No tuve valor para girarme.

Tras unos segundos la sombra desapareció.

Cuando me recupere de mi parálisis continúe con mi labor.

Algunas piezas eran tan sorprendentemente grandes que decidí guárdalas en mi bolsillo.

De improviso apareció para mi disgusto una escoba golpeando mis manos que junto a un recogedor hicieron desaparecer aquel macabro tesoro.

Gracias a mi pericia aún concerbaba las piezas más grandes en mi bolsillo.

Me desnude y me acosté a dormir.

A la mañana siguiente revise los bolsillos del pantalón y descubrí con horror que en el amparo de la noche alguien había sustituido aquellas valiosas piezas por trozos de un plato de porcelana.