La luz del sol escapa del paso de las sombras.
Respira sofocado el aliento del verano contenido,
por la tímida brisa fresca, preludio del anochecer.
Me veo sentado, a prudente distancia escondido,
a la espera de que todo se repita nuevamente.
A la espera del espectáculo de locura. Rendido.
Locura desatada en un inexplicable rito demente.
Late presuroso el corazón al ritmo de tambores
sonido imaginario de un imaginario combate.
A la hora señalada se presenta la esperada locura
cegando los débiles reflejos que quedan de cordura.
Te veo descender a la posición acostumbrada,
liberado ya de la incómoda y aparente atadura,
para dar inicio al sagrado ritual de la emboscada.
Desciendes presuroso, alado y alborotado,
por grises sombríos tu plumaje vestido.
Sin coraza. Recubierto de inquieta valentía.
También algo tembloroso, algo confundido.
Ya no quedan instantes para ser sigiloso
cuando se trata de recuperar lo perdido.
Se inicia el sorprendente alarde de osadía
que enciende a la vez ese temor indigesto,
de imaginarse sangrante, adolorido o herido.
Violenta imagen sobre el cristal reflejada,
de verse a sí mismo una vez más enceguecido,
por reflejos de sol sobre la mirada encandilada.
Ignorante que ese de allí, eres tú mismo enfurecido.
Sorprendente ballet de ofensiva coordinada.
Fresco de movimientos heroicos alados,
trazado sobre el lienzo de reflejos defensivos.
Repetitiva pesadilla de miedos no superados.
¿Qué tortura primitiva te empuja al combate?
A buscar ganar o perder en el justo empate.
Torpe zorzal ¿Quién te susurró como real
esa extraña anomalía de comportamiento?
O será que de tanto volar sin bandada,
¿Te has asemejado a uno de nosotros?
¡Mirada perdida! Sobre un ojo la fría osadía
sobre el otro, un incontenible temor a la agonía.
De cierto resultas escalofriantemente humano.
¿Qué insana conciencia te empuja a enfrentarte
a ti mismo como viejo enemigo cada tarde?
¿Rebosarás de satisfacción de no haber perdido
o te alejarás a esconderte entre temblores
por la humillación de haber sido vencido?
¿Qué satisfacción consigues en sentirte
vencedor vencido de esta lucha sin sentido?
¡Admirado! Aliviado por el finalizado encuentro,
me acerco dispuesto para dar consuelo,
al sufriente e inerte espejo izquierdo del auto.
Entre rezagos de plumas y ecos de furiosos aleteos
vestigios del salvaje e imaginario enfrentamiento
Que palidece corroído por el desecho intestinal,
degastado por las huellas de un picoteo agresivo.
fruto de los miedos más oscuros del trastorno. |