Sonó el timbre del final de la clase. Ruidos de sillas y mochilas pudieron más que la voz de la profesora pidiendo  calma. Pablito y su amigo salieron disparado a su casa para recoger sus bocadillos de Nocilla e ir rápidamente al parque. Sabían que era un partido difícil de ganar, pues ellos eran 3 años mayores, fama de duros y sin escrúpulos. Pero si conseguimos ganar,  Pablito se convertirá en jefe del parque durante una semana; aparte de obtener un fajo de cromos de Tele Star. Se establecieron unas normas: 4 jugadores por equipo, sin portero y al primero que metiera 7 goles, sería ganador. Fue un partido muy igualado. Gracias a un pase de su amigo, Pablito logró in extremis el gol de la victoria. Después regresaron a casa para hacer los deberes de matemáticas. Tuvieron suerte, acabaron pronto y pudieron jugar con la play. Al cabo de un rato, su amigo le comentó:
—Me tengo que marchar.
—Voy contigo —contestó.
—Está muy oscuro —replicó su amigo.
—¡Pues llevo linterna! —Exclamó.
—No hay espacio para los dos. Además, no podemos jugar.
Pablito torció la boca y se puso a jugar con el videojuego. Tras unos instantes, volvió la cabeza y dijo:
—Pero, ¿vendrás mañana?
Su amigo soltó una carcajada y le animó:
—¡Pues pues claro! Lo tiene más fácil todavía. Con solo usar tu imaginación, y ya estoy aquí.
Pablito vió a su amigo dirigirse a la puerta. No la abrió, sino que la atravesó.