Desde que tengo recuerdos de infancia, todas las fiestas de fin de año las suelo pasar con mi familia, en las cuales compartimos momentos únicos que atesoro siempre… dentro de los recuerdos, y al ver a mis abuelos, siempre rescato algunos elementos que han impregnado mi forma de ser.

De mi abuelo paterno debo decir que heredé la perseverancia, y el gusto apasionado por leer. Recuerdo cuando tenía 7 años, J siempre me entregaba el diario del domingo incitándome a leer los artículos más interesantes y apropiados para que un niño pudiera leer. Rescato de él y veo en mí que tengo esas ganas de surgir, de que en la vida se puede ser espontáneo y triunfar en la vida. Además, heredé una característica única que me acompaña hasta el día de hoy: el desorden. Sigue descansando J, te lo mereces.

De mi abuela paterna rescaté la sinceridad, ese súper poder de decir las cosas que pienso sin guardarme filtro alguno, y sin tener temor de quedar mal con alguien, me impregnó el siempre ser de una línea, y si uno cree algo, no dejarse influenciar por algo porque la envidia siempre está presente. Me enseñó que cuando uno cree algo, debe darlo todo e inmolarse por ello. Me enseñó el sacrificio, y me heredó algo especial: mi amor por los dulces y pasteles.

Mi abuelo paterno me enseñó el orden, me enseñó que no basta con tener sueños, sino que debemos ser ordenados, y planificar el cómo lograrlos. Impregnó en mí que como todo ser humano, el grado de responsabilidad y estrés es bueno, y que siempre se puede surgir frente a cualquier adversidad…. que no hay mal que dure cien años, y que frente a las dudas y cuestionamientos que nos puedan hacer a lo largo de la vida, debemos ser duros y creer en nuestras acciones, ya que es la única prueba de nuestra palabra. Además, me heredó algo que todavía tengo: el malhumor que dejo entrever en algunas situaciones.

Mi abuela materna me heredó la diversión y sociabilización, que pese a tener 81 años, no hay motivo alguno para no juntarse con amigos e ir a reuniones. Me heredó mi sentido de independencia, y la motivación a salir de fiestas con amigos, que muchos pensarían que a su edad no es posible. Me enseñó que cualquier motivo es suficiente para festejar, y que no debemos aquejarnos por aquello. Me enseñó la espontaneidad de la vida, y a ver las cosas con más calma. Que somos seres humanos aprendiendo, y que uno nunca termina de aprender: que cada día, hay un motivo para vivirlo a concho… además, me enseñó a inscribirme a todo club posible.

Es increíble cómo nuestros abuelos con sus actitudes nos van moldeando… si bien no tengo un su cabalidad sus personalidades, soy orgulloso en decir que mis antepasados me han mostrado que nada en la vida está dado, que uno tiene que esforzarse para lograr lo que quiere, siempre privilegiando a la familia, quienes son los únicos que desean lo mejor para uno, y que cada logro personal, lo ven como uno personal, ya que pueden ver que la semilla que han plantado, finalmente ha ido dejando frutos… que todo el esfuerzo, sacrificio, malos ratos vividos, lo valieron. Orgulloso de lo que hicieron en su vida, en especial a mis abuelas, quienes tuvieron que vivir en un período sumamente machista de su vida, en las cuales todas sus acciones fueron cuestionadas por el mero hecho de ser mujer. Orgulloso de ellas, porque son mujeres fuertes y aguerridas, que lo dieron todo por su familia.