A la mañana siguiente que te fuiste me saque el clavo del zapato - me venía molestando por meses -
Lo guarde en el velador y aún está ahí junto con tu consolador

Al desayuno, me serví lo de siempre, nada con un café de tarro y un par de cigarros.
Leí algo de Pound...
Mentira, me senté en las sillas plásticas de la terraza a mirar los árboles que se movían con el viento y a pensar si lo nuestro, aún, por ahí, revoloteando, seguía.

Fui al trabajo, camine al metro, leí las portadas de los diarios, esas
que decían que te habías ido.
Me di cuenta que después de ti había algo, pero no lo entendía, aún no descifraba qué


En el trabajo conteste correos, me serví un café, trivialice todo lo que alguna vez mereció significar y hable de ti como si no me importaras, recuerdo que eso fue lo que más me dolío durante lo que quedó del día.

Volví a mi casa en el metro, santa lucia-salvador, camine por las calles de siempre, estaba oscuro.
En mi casa, ate mi corbata al extintor de incendios que salía del techo y me colgué del cuello, escuché el crujido de los huesos que se trizaban, recordé las portadas de los diarios, eso que no entendía y lo supe, después de ti, estaba toda la vida.