Te fuiste, no sé a dónde... si sé qué día.
Un día triste, como un mal sueño largo...
Desde entonces me acostumbré a tenerte,
a llevarte dentro mío, aun con mi hambre,
con mi amor, mi sueño, y siempre oliendo a ti.
Allí había una niña que fue sombra del agua
y es un río, muy ancho, agua que germina,
sube al sol con mi tristeza, con la noche
y sus tambores, músculos del corazón.
A ti y a mí nos envuelve un aguacero
golpeando las persianas. Las horas
nos hablan con silencios que nos escarban.
¿Por qué partiste? A veces quiero llorar
debajo de las sábanas, y otras, inventar el alma.
Saber que existes, cercana, con los que te aman.
Quiero creer que un día, este dolor sin prisas
se encontrará con tu sonrisa si yo también,
algún día, logro inventarme un alma. |