Siempre sentí que dormir poco era un mal provechoso para mi vida. Como un amor vicioso. Sabía que estaba mal, sin embargo trataba de sacarle siempre el mejor de los partidos. Podía salir de fiesta sin que me afectara demasiado el trasnoche. No me afectaba desvelarme cuando tenía trabajos en la universidad. Podía tener más de un trabajo y estudiar sin sentir que le faltaban horas a mi día, porque en realidad usaba las horas en las que tenía que dormir.
A veces, muy de vez en cuando y contadas con los dedos de una mano,me acostaba a dormir y despertaba con el brillo del sol en la cara, sintiéndome liviana como una pluma y descansada. Era la mejor sensación del mundo. Fuera de esas situaciones, nunca logré dormir más de 4 horas continuas.
Antes lo sentía normal, aunque sabía que no estaba bien.
Siempre le saqué provecho. De adolescente, salía de fiestas y era siempre la última que quedaba en pie, firme y radiante. Después lo usé para sacar mi carrera y mantener dos trabajos para mantenerme. Luego lo utilicé para la maternidad. Las largas horas que de!anda un hijo eran fáciles de llevar con mis trastornos de sueño, porque podía mantenerme alerta todas las horas que mi hijo requería.
Ahora no tengo que trabajar el doble, tengo un trabajo con horario fijo, estable. Ahora mi hijo tiene tres años, duerme sólo, en su cama, toda la noche. Ahora no tengo que quedarme hasta la madrugada haciendo informes, trabajos, leer textos enormes ni nada de lo que hacía antes.
Ahora llega un momento en el que sólo me gustaría dormir, salvo que no puedo.
Leer no me da sueño, ni ver películas. Incluso ni siquiera puedo dormir en los viajes largos en bus. No me sirve beber una infusión de Melisa, ni los relajantes musculares.
Hoy, sólo duermo con farmacos ansiolíticos y sedantes. Que me llevan a un estado poco natural del sueño, me hacen sentir náuseas y mareos y dolor de cabeza poco tolerable cuando no cumplo con las horas de descanso que requiere el medicamento.
He intentado métodos naturales, hacer ejercicios, pintar mándala, escuchar música relajante y al final, nada resulta.
Al final, sufro de insomnio.
Eso me provoca cuadros de estrés y crisis de angustia.
Y todo lo anterior, me sumerge en depresión.
Me gustaría que estás enfermedades de la mente, se sanaran con un té de hierbas y miel |