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Fernando, el pelícano

Desde hace un par de tiempo, no precisamente “un par de tiempo” pero desde hace tiempo tenía esta narración en el tintero ... espero lo disfruten

Había una vez un pequeño pelícano llamado Fernando, era inquieto. Le gustaba subirse a los árboles, silbar, comer ceviche y los picarones que preparaba su abuela Mery. Una mañana mientras todos dormían salió de casa a buscar pescado, salió tan aprisa sin ponerse su gorro rojo de lana ni la casaca azul. Cuando llego a la playa vio pejerreyes en un bote, entonces subió sigilosamente luego metió los pescados debajo de su pico, regresó a su casa, sacó sus presas, le echo unas gotas de limón, una pizca de sal y se los comió. En seguida entro a su dormitorio y espero el llamado de su mamá para desayunar.

Después fue al colegio, corrió por el patio arrojando bolas de papel a sus compañeros, pero cuando vio a su maestra, apuro el paso para ingresar al salón. Allí, los otros niños mostraban sus nuevos lápices de colores o su nueva calculadora, uno que otro su reloj acuático, había mucho bullicio y Fernando saludo a todos con una enorme sonrisa.

Al entrar la maestra todos se pusieron en pie, luego se sentaron en silencio. Entonces, ella, les pidió a todos cruzar los brazos y cerrar los ojos, algunos continuaban hablando, entre ellos Fernando pero la maestra fue caminando por el salón hasta que todos cerraron los ojos y hubo silencio. Súbitamente escucharon una sinfonía que los emociono, se sentía tranquilidad además de paz que los contentaba mucho, todos, incluido Fernando quedaron absortos porque era una melodía muy sublime y mágica. Todos preguntaron que estaban escuchando, la maestra no dijo nada e hizo señas para que continuaran oyendo la siguiente melodía.

Cuando hubo silencio otra vez preguntaron quién tocaba tan lindo. La maestra les contó que era la Orquesta Sinfónica quien tocaba esa música. Como no sabían que era aquello, la maestra continuo explicando que una orquesta sinfónica estaba compuesta por muchos músicos, que tocaban violines, chelos, flautas, trombones, tubas, bombo, etc. Además de tener un director de orquesta que dirigía a todos los músicos. También mostro fotografías y videos de los instrumentos, músicos, del director, etc. La clase estaba animadísima y querían ser pianistas, flautistas, etc. Fue cuando la maestra dijo: “Niños, la orquesta sinfónica dará un concierto cerca del colegio el fin de semana”. Entonces la clase estalló en júbilo y planificaban su asistencia al concierto.

Al regresar a casa, mientras comía, Fernando contó a su mamá haber escuchado a la orquesta sinfónica, que también tocarían un concierto ese sábado. Estaba tan entusiasmado de ver y oír a la orquesta sinfónica en vivo que después de hacer sus tareas tomó su lápiz, puso un cuaderno en su hombro y con el lápiz gesticulaba como los violinistas que había visto.
Cuando lo llamaron para cenar, él no quería comer; en ese momento su mamá lo tocó, estaba caliente, Fernando tenía fiebre. Ella le dio té caliente con miel de abejas y limón, luego lo abrigo y acostó en su cama. Él estaba triste porque le dolía la cabeza, los ojos, las patas y estornudaba a cada rato. A esa hora estaba tiritando y dijo a su mamá lo que hizo esa mañana. Con mucha paciencia ella le pidió no vuelva a salir sin abrigarse ni solo porque se enfermaría otra vez. Él prometió no volver a hacerlo.

Al día siguiente no fue al colegio, fue el día más desventurado porque no podía salir a jugar con sus amigos ni hacer nada en su casa, además no tenía ganas de comer. Pero, su mamá le preparó una caspiroleta que Fernando tomó a duras penas, también bebió mucho té con limón, jengibre y miel, con todo eso empezó a sentirse mejor. Estaba preocupado porque a la mañana siguiente seria el concierto y si no se curaba no vería a los músicos de la sinfónica que tanto le había gustado.

Llego el sábado y seguía resfriado. Muy temprano le rogó a su mamá que lo llevara al concierto. Por la tarde salieron muy abrigados hacia la plaza donde estaría la orquesta, al llegar vio a su maestra, a sus compañeros con gorros, chalinas, casacas, guantes y botas porque todavía era invierno. Sus amigos se alegraron de verlo, ninguno quería perderse ese concierto

Los músicos fueron llegando, cada uno traía su instrumento, los violines y chelos estaban adelante, las flautas se sentaron detrás, atrás de ellos estaban los trombones y tubas, a los costados estaba un piano. Cada músico empezó a hacer las pruebas de afinamiento con sus instrumentos, Fernando estaba feliz porque nunca había visto tantos músicos con sus instrumentos musicales juntos, él también sería músico cuando creciera.
Luego el director de la orquesta se puso delante de los músicos y con su mano izquierda apunto a los tambores para iniciar con la primera sinfonía. Todas las piezas eran tocadas con total maestría lo que deleitaba a todos, pues al finalizar cada una, provocaban sonoras ovaciones. Al ver la carita de felicidad de Fernando su mamá lo abrazó cariñosamente y continuaron escuchando la cuarta pieza. Al finalizar esta, empezó a toser y estornudar. Luego se despidieron de su maestra y regresaron a su casa porque su resfrió podría empeorar.

Ese fue el mejor día para él porque vio y escucho a la orquesta sinfónica. En su dormitorio empezó a hacer gestos como si tuviera un violín en sus brazos, tocaba con los ojos cerrados muy contento, hasta que se durmió. Su mamá no dejaba de felicitarlo y decir que sería el mejor violinista. Así fue... pero eso es parte de una nueva historia.

Texto agregado el 27-12-2018, y leído por 157 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-12-2018 Un relato muy hermoso. MujerDiosa
 
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