Tomé asiento en una silla de la pequeña biblioteca. Mi tren salía dentro de 2 horas y me pareció bien esperar ahí. Mientras abría mi libro entró al lugar una bella mujer caucásica, rubia y de ojos grises. Pidió un libro en un acento europeo y se sentó frente a mí. Mi corazón palpitaba muy rápido, la belleza de esa dama me había cautivado. No pude resistir la tentación de mirarla y muchas veces aparté la mirada de mi libro para mirarla a ella. A veces lo notaba y me dedicaba una sonrisa o me guiñaba un ojo, haciendo que me sonrojara. Mi imaginación estaba muy activa, sin embargo trataba de no hacerme ilusiones. Era demasiado partido para alguien como yo, moreno, chato, bajo y con un marcado acento rural. Era imposible que alguien como ella se fijara en mí, por lo que me conformaba con poder admirarla.
Cuando iba a la mitad del libro miré mi reloj. Faltaban 15 minutos para la salida de mi tren, pero no quería irme. De repente ella se levanta y abandona el lugar, dejando un leve vacío en mi interior.
Ya en el tren me acomodé en un asiento y miré melancólicamente la ventana mientras pensaba en la mujer de la biblioteca. En eso una persona se sentó a mi lado.
-Hola- dijo en un acento que inmediatamente reconocí. Me giré y ahí estaba ella, la dama de la biblioteca, sonriéndome. No lo podía creer.
-Hola…
-Que coincidencia encontrarnos aquí.
-Si, como si fuera cosa del destino. A propósito, creo que aún no nos hemos presentado. Me llamo Iván…

FIN