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Inicio / Cuenteros Locales / kahedi / A la puerta del destino Cap 3

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Hola chicos, no se olviden de votar y recomendar la historia. Se los agradecería mucho :)

***

Después de varios segundos de recomponerme ante aquella sensación, algo que hasta el momento no puedo explicar, volví a mirarme a través de aquella pantalla. Por un momento aguardé y aguardé hasta que la deidad me dijera que aquello no existía, que todo lo presentado en esa pantalla era una ilusión, ya sabes para castigarme y hacerme desear estar viva.

Pero no pasó.

La película de terror seguía rodando ante mis ojos.

Todavía siento escalofríos al recordar esta imagen en particular, este apuesto hombre me descolocaba en mi universo paralelo y me torturaba sobre ese espacio donde mi alma vagaba hasta encontrar la luz del descanso eterno.

De vuelta la realidad, volví a observarme a través de la pantalla. Entablaba conversación con ese apuesto hombre, quien meneaba mucho las manos al hablar. Parecía fascinado con la charla, de pronto acerqué mi silla giratoria junto a él y le mostré algo en el computador.

Él sabía que estaba nerviosa, lo noté al ver cómo curvaba sus labios al verme.

Y sobre aquel espacio, estaba hecha un mar de nervios también.

Me di cuenta que arrugo la frente cuando estoy nerviosa, mi yo de la pantalla me delataba.

—Espera... —grité desde mi lado viendo la escena.

Un botón de mi blusa se había escapado y el tipo a mi lado aprovechó el momento para mirarme el pecho que sobresalía en esa abertura.

Por un momento agradecí a la vida por no haberme dotado con grandes senos, ya te imaginarás, la chica de mediana estatura con pequeños pechos. Lástima que mis caderas no podían decir lo contrario. Eran notorias y nunca me gustaron.

—Es hombre, ¿qué esperabas? —reveló la deidad con diversión.

—Pues tú también lo eres, deja de ver —repliqué algo molesta.

—No lo soy

— ¡¿Qué?!

—Tampoco soy mujer, solo soy lo que soy.

— ¿Hasta un perro? —me burlé con un ataque de risa, de esos típicos míos, de esos que lanzaba cuando entraba en confianza con alguien.

Fue chistoso y por un momento olvidé mi patética situación.

—Podría serlo pero no sería divertido —la deidad se contuvo para reírse también. ¿Acaso no podía enojarse ni un poco?

Continuamos viendo aquella escena, terminó la conversación y salí disparada del sitio aparentemente feliz.

— ¿Y ese quién es? —pregunté ya impaciente y curiosa mientras la deidad le daba pausa al vídeo.

—Ese es tu esposo, no ahora, es el esposo que hubieras tenido. El que tiene tu yo del mundo paralelo. Sí, suena complejo decirlo pero es la mejor manera que tengo para explicarlo.

— ¿Ese pervertido es mi esposo? —soné muy incrédula acercándome más a la pantalla. No estaba mal, su físico era envidiable: alto, de barba pronunciada, de tez trigueña y con un cutis envidiable. Sí lo admito, era muy simpático. Lo que más llamó mi atención fueron sus ojos claros que brillaban más de lo normal por la luz del sol y también me pareció adorable la manera en que movía sus manos al hablar.

—Sí —dijo secamente dándome tiempo para secarme las babas, literalmente.

—Esta historia es demasiado cliché, suena tan ideal y poco probable —realmente pensé que era falsa, cualquiera que escuchara esta historia sin duda me diría que es falsa —. Creo que me la muestras porque no hay más remedio, quizás nada de esto existe y mi vida sigue siendo miserable en cualquier mundo paralelo.

—En realidad hay ocho universos paralelos —quise refutarle pero mi boca no dijo nada—, es poco probable repetir la historia en cada uno. Pero el tuyo es así, en todos terminas conociendo a ese pervertido y casándote con él. Por eso me interesó tu caso, por eso estás aquí. Nadie debe saber que te escogí por esta razón, será nuestro secreto a partir de ahora.

—No se lo diré a nadie, de eso debes estar seguro —dije sonando algo sarcástica o quizás del todo.

—Pero hasta ahora no he visto ninguna señal que delate empatía entre nosotros —señalé la pantalla siguiéndole el juego hasta que me confesara la verdad.

—Espera un momento, esta parte es la mejor —me dijo sonriendo sin darle importancia a mi pregunta y señalando también la pantalla.

Regresé a ver la película, de nuevo yo entrando a esa oficina para retirar mi computador. ¡Qué idiota me veo hasta en el mundo paralelo! Vi al hombre reírse de mí y me vi muy avergonzada y como mi piel es blanca como la leche ya te imaginarás el color que tenía: roja elevada a la décima potencia.

Vi que el apuesto tipo se levantó de su silla rápidamente y guardó el aparato en mi maleta. Luego me señaló la blusa y yo me avergoncé más, me la abotoné y salí corriendo con el computador en mano.

Mientras entregaba mi gafete de visitante en la recepción, el hombre apareció como un fantasma tras de mí y se acercó para entregarme una tarjeta. Y yo asentí muy feliz.

¡Parecían buenas noticias!

— ¿Por qué no se puede oír nada de lo que hablan? —pregunté tecleando algunos botones de la supuesta pantalla invisible en el aire.

—Así es más divertido —contestó rápidamente, acercó una extremidad e inmediatamente desparecieron las imágenes y la pantalla.

—Eso es todo —la deidad me arrastró más y más por el oscuro espacio, miré hacia abajo y no sentí vértigo. Me creía valiente a su lado, ¿quién lo diría?

— ¿Ahora qué sigue? —pregunté otra vez con la curiosidad que me caracteriza.

Esta vez lo hice con mucho miedo, sabía que debía volver a la escena del crimen; por un momento pensé que después de este extraño encuentro no recordaría nada, que moriría, que desaparecería como el viento o como el smog.

Se hizo el silencio por algunos minutos, ya ni sabía si el tiempo corría igual que en la tierra pero se me hacía eterno cada segundo ese lugar.

—El tiempo aquí transcurre igual que en la tierra. ¿Quieres que te cuente que pasa después? —preguntó demasiado curioso, raro en la deidad.

—No, no quiero —respondí rápidamente. Más miserable no podía sentirme.

—Bueno —suspiró de pronto.

—Está bien, si voy a morir al menos quiero saber qué otra novedad me hubiera perdido.

—Después de ese encuentro de trabajo, y del mejor trato de tu vida, tu algoritmo y sistema se expandieron. En una posterior cita laboral te presentó a más socios y estos se unieron a más y ya te imaginarás. Después te invitó a una cita de verdad, de esas a las que las humanas están acostumbradas, y así poco a poco se fueron enamorando, te fuiste enamorando —mientras lo decía pude notar que recitaba aquello como si fuera un pecado, creí oírlo nervioso o era ¿miedo? —. Después de algunos años tuvieron un hijo, y este hijo se convirtió en el mejor presidente que tu país hubiera tenido, al menos en los 15 años que duró su mandato.

Esta si no me la esperaba, creo que lo notó cuando mi boca llegó hasta el piso.

—Esto es demasiado irreal, así de la noche a la mañana me enamoro de alguien con lo difícil que es esto para mí —lo dije tan rápido como pude por miedo a que mis ideas desaparecieran—. Me niego a aceptar tanta dicha para alguien a quien la mala suerte la persigue desde que nació.

—No es mentira, todo lo que te mostré es cierto —trató de gritarlo pero al final se contuvo y adoptó la misma paciencia que lo caracterizaba y continuó convenciéndome— y no fue de la noche a la mañana Wendy, tardaste ocho años en conocerlo. Pasaron seis años más para tener un hijo, de hecho fue un milagro para ustedes. Dios debió escuchar tus suplicas supongo...

...Como te digo nada es casualidad, todo lo hiciste a base de esfuerzo y paciencia. Algo que parece no gustarte ahora. Y si hubieras dejado de reprocharte la muerte de tus padres, las cosas hubieran sido menos dolorosas. Siempre lanzabas malas vibras al viento, siempre tu mal humor y pensamientos negativos pregonaron en el espacio y cuando lo repites, el universo te lo da. Si siempre te quejas, el universo te ayuda a que todo vaya mal y eso pasó contigo.

Vaya, esta fue la intervención más larga de este ser, pensé dándole la razón. Todos los días me culpé por la muerte de mis padres, sino hubiera insistido en ir de vacaciones a la playa cuando tenía doce años, sino hubiera insistido para que me compraran una muñeca en medio de la nada, si hubiera sabido que en esa tienda estaban asaltando y que nuestro auto serviría de escape para ellos. Quizás no los hubieran matado, quizás estaríamos ahora cenando y riendo de todo.

Quizás, quizás, si no hubiera existido, si yo no hubiera nacido...

Pero no, no fue así, los mataron y me dejaron viva en medio del desierto para mi desgracia. ¿Qué sabía la deidad sobre este dolor?

—Saber muchas cosas debe ser perturbador —le dije a modo de aceptación y con profunda tristeza.

—Hay personas con destinos más terribles que el tuyo, por alguna razón tengo fe en ti, pienso que si te damos otra oportunidad y más aun sabiendo esto... —sonó esperanzador por un momento, sonó tan fácil y real, trataba de alentarme, de alejarme una vez más de mis malos y negativos pensamientos —...sé que lo harás mejor.

— ¿Escuché bien? ¿Me quieren dar una oportunidad?

—Sí, te dije que tu futuro era especial. Coincide en los ocho universos paralelos, ahora en siete porque el primero ya lo arruinaste. Es por esto que él quiere darte la oportunidad.

No pregunté a quién se refería por él, sinceramente me dio miedo hacerlo. Quise pensar que era una mentira y que ese iba a ser mi castigo. Por un momento pensé que al tener otra oportunidad entregaría mi alma al demonio y al volver a la tierra estaría muerta en vida, con un destino más aterrador que el presente.

—Tendrás tu alma Wendy —dijo despejando las mil inquietudes que pasaban por mi mente.

Aquello parecía bueno.

—Entonces olvidaré... ¿esto? —pregunté ya de una vez extendiendo los brazos y señalando al oscuro espacio.

—No, de eso nada —soltó rápidamente—. Un cerebro jamás olvida, aun después de morir sigue almacenando información.

— ¿Y aquello que llaman deja vú?

Siempre quise hacer esta pregunta.

—Es un término que han usado ustedes por mucho tiempo, pero eso tiene explicación. Aquellas situaciones y momentos se deben a que tus ancestros están persiguiéndote y te incitan a hacer cosas que a ellos les hubiera gustado hacer y al intentar agradecértelo tratan de comunicarse contigo por la mente pero como no pueden, apenas y te susurran algo que llega a tu cerebro dando aquella sensación de haber hecho algo que ya habían hecho anteriormente o más conocido como deja vú.

—Oh... ¿Cómo es eso de los ancestros? ¿Quieres decir que cada humano tiene a un ancestro a su lado?

—Sí, en algunas ocasiones es el castigo de un humano cuando se mata o cuando se niega a cruzar el portal y se aferra a la vida después de morir, habitan la tierra y ven cómo los suyos continúan la rutina diaria hasta que se rinden y no soportan seguir así y optan, ya sea para desvanecerse del universo definitivamente o, continúan esperando hasta que otro ancestro se mate y los cubra y poder cruzar el portal, subir con él y descansar en paz como dicen en la tierra, aunque déjame decirte que con él de supremo en esa dimensión no podrán descansar, pero dicen ser felices porque no hay maldad y si logran reencontrarse con sus seres queridos después de la muerte lo son aún más. Aunque eso no llega a ocurrir a menudo.

—Vaya todo esto es demasiado para asimilarlo. ¿Yo tenía uno, verdad?

—Sí —contestó secamente —. Podría explicártelo mejor y te sorprenderías de muchas cosas que les mienten en la tierra pero hoy no, no necesitas saberlas.

—Entiendo, ahora recuerdo las voces en mi cabeza, aquellas que siempre me alentaron a matarme en repetidas ocasiones aunque siempre creí hablar con mi consciencia y quizás no noté la diferencia.

—Ese ancestro tuyo ya fue castigado, no debió incitarte a hacerlo —quiso denotar fastidio pronunciándolo —aunque te dio muchos puntos a favor y eso te ayudó a volver.

—Debió estar desesperado por librarse de ese castigo, supongo —balbuceé para mí misma.

—Ha estado 1800 años siguiéndote, yo lo entendería.

— ¡Qué rayos! —, acababa de enterarme que un fantasma vivió conmigo toda mi vida, el solo hecho me estremecía, me aterraba—, ¿al menos fue una bella doncella? —pregunté finalmente.

—Nada de eso, fue un guerrero chino. Se mató por remordimiento a la traición que cometió por matar a su Rey.

—No sé qué es peor ya —resoplé sin ánimo.

—Entonces, ¿lista para volver?

—Espera.... —grité al ver a la deidad extender sus brazos e iluminarse.

¿Volver? ¿Realmente quería volver?

Aunque no lo creas, lo dudé.

¿Acaso la deidad permitiría que me quedara en ese espacio con él?

***

¡Wow! Wendy está muy confundida ¿verdad?

¿Debería aceptar volver a la tierra?

Déjame tus comentarios, amo leer lo que piensas.

Besotes y gracias por leerme,

Kahedi

Texto agregado el 20-12-2018, y leído por 87 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
29-01-2019 Retomé la lectura de tu novela. Está muy bueno. Besos. Magda gmmagdalena
19-01-2019 Me quedaría con la Deidad. MujerDiosa
20-12-2018 —¿La Tierra será la realidad? Tal vez si, tal vez no. Incluso es posible que todo no es más que una sucesión infinita de Déjà vu, o sea instantes de recuerdos de un pasado y/o sucesos futuros momentáneos y aleatorios que vagan en el espacio. —Me gustó tu cuento y me dejó pensando. vicenterreramarquez
20-12-2018 yo aceptaría volver a la realidad yosoyasi
 
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