Esta tarde colocamos las luces led en todas las ventanas, pusimos el árbol de navidad y los chicos cada cual arreglo y colgó los adornos, ubicaron los regalos de manera que lo único que me dejaron hacer fue colocar la estrella en la copa, aun soy el único miembro que alcanza la punta, pero creo que quizás este sea el último año en que solo yo pueda hacerlo, porque que rápido crecen los chicos; mientras reflexionaba sobre eso empecé a recordar los días de navidad de mi infancia, entraba a la cocina y me ponía a observar a mamá, ocupada en preparar el chocolate y de hornear el pavo, las habilidades de mamá me dejaban maravillado, mis hermanos se mostraban entre ellos algunas de las cosas que habían aprendido en la escuela, no se nos escapaba que éramos afortunados con tener una cocina abrigada, buena comida y nuestra mutua compañía, al ver a mi hijo que en ese momento tenía la misma risa de mi padre, me hizo recordarlo, para mí de pequeño era el hombre más fuerte y más valiente del mundo, tenía las manos y la cara curtidas por el sol, no temía a nada ni a nadie en el mundo entero, trabajaba manejando un tractor Caterpillar y permanecía lejos de casa por varios meses seguidos, en navidad venía a casa y nos traía maravillosos regalos, todos nos sentíamos tan felices por su regreso, que no disfrutábamos realmente de los regalos hasta que se marchaba de nuevo.
Éramos pobres pero como vivíamos en una villa de gente pobre, no nos dábamos cuenta de nuestro estado, teníamos comida y ropa abrigada, canicas y trompos con que jugar, no estábamos en condición de pensar sino que teníamos suerte, los chicos que viven en un buen hogar no tienen la menor idea de lo que ocurre en el mundo exterior, donde la gente se gana la vida haciendo múltiples trabajos, ve a su padre y a los otros padres salir casi corriendo para llegar a tiempo a su chamba, por conversaciones uno se entera de que el mundo es cruel y extraño, que las gentes no se quieren allí como ocurre en casa, de pequeño uno se alegra de ser niño, de no tener que enfrentarse a este mundo hasta que los músculos no se le hayan endurecido, y hasta no haber aprendido unas cuantas cosas.
Hoy recibimos la buena noticia de que los abuelos vendrán a pasar unos días con nosotros, los chicos están invariablemente contentos y yo también, nada como los abuelos para que los chicos perciban el sentido de la vida y el ritmo de las generaciones; ya hemos tenido algunos días hermosos de sol, más el de hoy fue realmente esplendido, las tardes se están haciendo más largas y lo menos que puedo hacer por mi esposa y mis hijos, es encerrarme en mi estudio de vez en cuando, para estar a solas y escribir, si un individuo no es capaz de vez en vez de disfrutar de su propia compañía por unas horas ¿Cómo puede pretender que los demás lo soporten todos los días?.
A veces uno piensa en medio del rutinario trajinar, que si tuviera más tiempo haría grandes cosas, pero el tiempo se me está escapando entre los dedos como agua por un colador, mas esta noche buena estaré con mi familia y después me quedare dormido y tan cómodo, que me reiré del viejo don Aquilón que soplara allá afuera.
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