Avanzan de tres en fondo. Miran al cielo y este los guía. Pesan el cansancio y la sed pero avanzan y avanzan...
A lo lejos , tras días y días de arduo y fatigoso viaje, divisan un humilde establo. Allá encaminan sus pasos.
Se cruzan con una lavandera que canta mientras arrolla la ropa en el lavadero.
Se cruzan con unos pastores con rebaños de ovejitas esponjosas.
Una joven porta sobre su cabeza un cántaro de agua de la fuente.
...Y al fin llegan al humilde hogar, a cuya entrada picotea un tropel de gallinas.
Un niño rollizo y sonrosado ,acostado entre pajas, los saluda con una sonrisa. A ambos lados de su humilde cuna , sus padres lo miran embobados, tal es su belleza.La madre acaricia sus mofletes.
El vaho del aliento de los animales calienta la fría estancia.
Los astrólogos se arrodillan ante el pequeño y le hacen sus ofrendas.
El bebé manotea jubiloso y sonriente. Ignora que, quizá mañana , una corona de espinas se cierna sobre su frente.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, apostilla la abuela cerrando el libro, dos mil y pico años más tarde .
La pequeña , hechizada por la historia , no la oye.
El fuego de la chimenea calienta el salón. Un Belén de barro recrea la historia. Debajo del árbol reposan los paquetes de regalos.
En la calle un coro de niños envueltos en bufandas, gorros y guantes corea un villancico.
Es Navidad.