L y K lo esperaban. Había sido un viaje largo y al fín estaban aquí. L que era la más grande, alargó sus bracitos para tomar al niño.
Yo miraba a través del amanecer. Transitaba a pasos cada vez más largos hacia el día. Había sido un viaje muy largo. Yo miraba desde aquel espacio vacio donde suele habitar la culpa mas inocente, tendría siete años.
Aquel instante fué el más vivo que recuerdo , esa escena se me había repetido tantas y tantas veces y aun ahora en visperas de mis veinte se me aparece con esa extraña claridad con la que suelen mostrarse las cosas largamente sufridas en la oscura soledad de uno mismo.
Habíamos dejado atrás la ciudad con sus luciernagas artificiales, sus calles embarradas, su estrechez en todo sentido, en definitiva con su maloror y ahora ante nuestros ojos se nos aparecía la noche tachonada de estrellas, vias infinitas se abrian emulando posibilidades ilimitadas a mis ojos hambrientos, a mis ojos huérfanos y en medio de todo una luna redonda y grande colgaba como una campana.
Viajábamos en un camión descubiertos al viento y al frío, ya todos se habían acomodado para intentar dormirse, no era preciso trasnochar.Yo sufría los latigazos del viento en mi cara entumecida, las orejas iban a explotarme; pero era libre sin que por eso la noche dejara de apoderarse de mi espíritu , sinque por eso me reclamara mi libertad.
Un universo infinito se me mostraba, sabía que las lucecitas eran mas que lo que se me aparecian, oh tendría que saberlo .
Todos habían bajado, el camino se sucedia imperturbable y el camión había parado en lo que parecia ser una agrupación de casitas, pequeñas tiendas con mesas y sillas agrupadas a modo de pension donde los camioneros gordos paraban para que la gente pudiera comer. No, todos no habían bajado, el niño sin nombre dormía envuelto en un aguayo y el y yo nos quedamos solos a conversar, él mas bien soñaba, el mas bien respiraba...
No se que frio se apoderó de mi. No se que oscuro yo se desprendía de mis manos e introducia sus voces , sus dictados en mi sangre ya completamente anochecida. Pronto dejó de respirar... el niño, yo caminaba con cuidado para no pisarlo pero se aparecía debajo de cada una de mis pisadas, con ese cuello delgado y cartilaginoso entre mis pequeñas manos. Me perseguía. Bajé del camión y al mismo tiempo me bajé también de aquel espacio desde el cual todo esta permitido y me sentí mejor.
pd.- La madre dijo que se había ahogado bajo el peso de sus senos, que demasiado sueño se habia acumulado en ellos. Yo no le creo.
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