Y era como tal, gran esposa
su compañero de vida la adoraba
gozaban de dos hijos varoncitos
mas la vida algo triste deparaba,
en el área en que vivian la malaria
era una condición endémica
y por tal razón murió él en joven vida.
Algo tenía ella que hacer por sus hijos
e hizo lo que pudo: tocar piano enseñaba
la economía en casa era precaria.

Era ella aún joven y atractiva
y un hombre se enamoró de ella.
Era un militar, jefe de policía
acostumbrado a ordenar y ser obedecido.
Aquel perro a menudo la golpeaba.
En una ocasión, el mayor de los niños
que para entonces ocho años ya tenía
al ver a su madre malamente lastimada
gritole al padrastro que ya no lo hiciera.
¿Que un mocoso le gritara?
Enfurecido el capitán le ordenó:
-Por tu falta de respeto vos serás castigado.-
Esa noche el infante se la pasó amarrado
a un jocotal que en el patio crecía..

Uno o dos días más tarde el niño,
salió a caminar después de almuerzo,
se sorprendió al encontrar al hombre
quien una hamaca que colgaba
en el corredor de aquella casa
estaba dormido disfrutando de su siesta
y a su lado, con cuidado en una silla
había colocado para más comodidad
el cinturón que usaba y su pistola.
Con cautela el niño llegose a ella
y con mucho cuidado la extrajo
sin hacer ruido, de su funda.
Llegándose al odiado padrastro
colocó el cañón del revólver
a pequeña distancia de la sien del que dormía
quiso apretar el gatillo mas no pudo,
no tenía el ánimo para hacerlo y luego
trató de apretarlo una vez más y...nada.
Decidió entonces hacerlo con dos manos
cerró los ojos y empezaba a jalar
cuando en el preciso instante apareció
horrorizada su madre ante la escena.
Quitó al muchachito inmediatamente
el arma de sus manos y el policía
jamás supo lo que había sucedido.

Crecieron ambos niños en compañía
de tres hermanastros hasta llegar
a la adolescencia y lograr trabajar
pidiéndole a su aún maltratada madre
que el divorcio de aquel monstruo se imponía,
que entre los tres los recursos económicos
podrían satisfacer las necesidades cada día.
Así lo hizo la sufrida mujer y cierta
tranquilidad regresó a su vida.

Pasaron los años, muchos de ellos,
los muchachos ya eran hombres
y cada uno fue feliz con su familia.
Cinco décadas quizás habían pasado
y platicando un día con su hijo mayor
le narró la historia de parte de su vida
haciendo al final el comentario
-”Jamás me he perdonado la forma
tan cobarde con que me conduje
en aquel día, me falto hombría”-

Quedó su hijo asombrado por la historia
y más que todo por la forma en que su padre
expresaba su sentimientos desde niño.
-”Pero mi viejo querido ¿De que hablas?
Tú eras un niño de tan solo ocho años
quien no pudo asesinar a un hombre que dormía,
!Por Dios, mírame papá! ¿ Cual es la “cobardía”?

(Basado en un escrito en prosa por mi hermano de algo que en verdad sucedió.)