Cual espiga de trigo, meciéndose al viento,
mi cuerpo ligero se transforma en arena.
Extasiado se envuelve en un halo de espuma.
Disfrutando la calma, sin rumbo, navega.


La más leve brisa me eleva en el aire,
mis ojos se impregnan, celeste de mares.
Los surcos del tiempo despliegan señales
Imágenes claras; mi horizonte alcanzable.


El fuego en mis labios se apaga
con la tenue brisa de una ola marchita,
que pasiva llega hasta la roca, la atomiza,
con rocío de agua y salados cristales.


Cual espiga de trigo, meciéndose al viento,
mi cuerpo sensible se transforma en arena,
mi existencia pequeña se eleva, serena.
Empinada en el cielo, me convierto en estrella.



M.D